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Barcelona, 21.01.2008. Auditori Sala Pau Casals. 'Suites Franceses & Batalles a l’Europa del Barroc'. David Plantier, concertino. Le Concert des Nations. Jordi Savall, dirección. Obras de Philidor L’Aisné, Heinrich Ignaz Franz von Biber, Marin Marais, Jean Baptista Lully y Henry Purcell. Segundo concierto del ciclo 'El So Original: orígens i memoria'. Ocupación: 70% de 2200 Esteban Hernández-Castelló El segundo concierto del ciclo El So Original estuvo íntegramente dedicado a la música instrumental a través de cinco invitados de excepción en el programa, Philidor L’Aisné, Heinrich Ignaz Franz von Biber, Marin Marais Jean Baptista Lully, y Henry Purcell. Con un programa equilibrado Jordi Savall ilustró al auditorio barcelonés con cinco claros ejemplos que hablan por si solos sobre la construcción de la música orquestal europea a través de las obras Concert donné a Louis XIII (L’Aisné), Battalia à 10 (Biber), y las suites de Alcione (Marais), Le Bourgeois Gentilhomme (Lully) y The Fairy Queen (Purcell). En realidad esperábamos, a comienzos del ciclo, que éste concierto estuviese íntegramente dedicado a la “Suite Française” del temps del “Rei Sol” a Lluís XV –tal y como rezaba su primigenio título-, sin embargo éste y otros cambios se han producido en el programa general, si bien es cierto que la inclusión tanto del Concert de L’Aisne como de la Battalia de Biber han supuesto una acertada adenda, otorgando al concierto variedad y contraste [debemos sin embargo lamentar la cancelación de las Vísperas de Monteverdi (21 de febrero) y la anticipación de Jesusalem al 6 de abril]. El concierto comenzó con buenos augurios ya que Savall supo impregnar a la heterogénea Batalla de Biber –L’Aisné fue un digno calentar de dedos y espíritu- del aire carnavalesco que se le presupone, resaltando de forma significativa los contrastes y efectos, como el producido por la presencia de los “borrachos” berreando cuatro canciones populares (Die lierderliche geselschafft von allerley Humor – La disoluta compañía con humor diverso) cuyo disonante contrapunto hace siempre de esta interpretación un pequeño reto. También constituía un reto el afrontar un repertorio aparentemente sencillo como el de la suite orquestal –el grueso del programa-, pero con un potencial expresivo como pocos –si se saben afrontar los cambios de tempo-, sin temor de caer en una interpretación cansina y vacía de contenido. Sin embargo el objetivo fue tan certero como el resultado, es decir, sacarle el mayor jugo posible a estos aperitivos del barroco europeo: las danzas sonaban a danzas, las escenas coreográficas vislumbraban la presencia de una figurada escena, lo evocativo evocaba y lo descriptivo produjo momentos de notable sincronía con su propósito, bien arropados desde el concertino David Plantier y el violín segundo, Mauro Lopes, ambos con un papel destacado en el éxito del concierto hasta Pedro Estevan (percusión) cuyo acompañamiento, más que ocasional, resultó sin duda acertado por su popular elegancia. Ante un estilo que podría resultar en ocasiones afrancesado y recargado, la intensidad y el acento en los contrastes fueron acompañados durante casi todo el concierto por un proporcionado manejo del arco –sin los excesos cansinos a los que nos quieren acostumbrar otras formaciones- y una correcta articulación.. y es que aunque Le Concert des Nacions es el grupo más joven que dirige Savall sus 19 años de andadura nos hablan bien de la compenetración de esta formación –estable cuando menos en espíritu- a la que el siempre moderado gesto de Savall lleva por acertados derroteros. Lo que más me sorprende es la facilidad con la que el músico de Igualada cambia el chip de programa en programa, sin que prácticamente nada se desajuste saltando de siglo en siglo por los más variados repertorios con el respeto y la sapiencia que merecen; el contemplar su atareada agenda nos habla de su éxito así como de su inteligencia en la gestión artística del inmenso proyecto que abandera ya que los múltiples programas que presenta son pasado, presente y futuro de su trabajo, y este no lo es menos. La anécdota de la noche la constituye el que Savall saliese al escenario sin partituras y tuviese que entrar de nuevo al camerino a buscarlas, hecho que en todo caso demuestra que el director, sean cuales sean las circunstancias, nunca pierde los papeles.