Download Texto para el Via Crucis, escrito por el beato Eufrasio del Niño

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
HUELLAS DEL CRUCIFICADO
[Texto para el Via Crucis, escrito por el beato Eufrasio del Niño Jesús;
publicado en la Revista “Ecos del Carmelo y Praga”]
CAM1NA Jesús hacia el Calvario con la pesada cruz sobre sus hombros y
con el plomo de todos los desengaños humanos sobre su corazón. Siempre
que hayamos de subir al calvario de nuestra crucifixión y de la renuncia
propia, traigamos rápidamente a nuestra memoria e imaginación el camino
doloroso del Redentor, y en su abatimiento, repugnancias, caídas y
humillaciones encontraremos esfuerzo para sobrellevar las nuestras.
Cuando injustamente nos condenaren recordemos la sentencia que atrajo la
muerte sobre el Cordero sin mancilla. Protestará la naturaleza y huirá de la
cruz; pero nosotros hemos de salir a su encuentro, como Jesús, y
abrazarnos con ella. Si después de tomarla nos agobiare su carga, miremos
a Jesús caído. En fin, la Virgen Madre, el Cirineo, la Verónica, las mujeres
que lloran, la muerte, el se pulcro, todo tendrá correspondencia espiritual
en los detalles de nuestra fatigosa subida y todo nos prestará suavísima
resignación y consuelo. Ya se ve lo fructuosa que para todos ha de ser esta
aplicación práctica y personal del viacrucis, última jornada del que es
nuestro Camino y lo anduvo primero para enseñárnoslo y quitarnos sus
asperezas.
A este fin se ordena el siguiente comentario, escrito para suministrar
algunas ideas a los que hicieren el ejercicio de las catorce estaciones o bien
meditaren los dolores de Nuestro Divino Redentor.
1ª Estación: JESUS CONDENADO A MUERTE
Manifiéstase la ingratitud de los hombres. Manifiéstase también la
presencia de espíritu y magnanimidad de Jesús, asimismo resplandecen los
insondables juicios de Dios, que no parece sino que abandona a su Hijo
muy amado, cual si durante toda su vida no hubiese cumplido
perfectísimaniente su voluntad adorable. Por mucho que a nosotros nos
guíe el deseo de la gloria de Dios, sepamos ceder al precepto o simple
voluntad de quien manda y demos lugar a la malicia o envidia de los
hombres, o a la rabia de los demonios, prefiriendo ser condenados a total
aniquilamiento y desprecio.
2ª ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
No hay reo que hasta el último momento no espere ser indultado. En el
proceso de Jesús encontramos a «Barrabás”. Por sus crímenes estaba
irremediablemente condenado al patíbulo, como los dos ladrones, pero le
llegó indulto. Jesús ya no podía esperarlo de nadie. Ni de los sacerdotes del
templo que en asesinarle cifraban su triunfo, ni del pueblo tan ferozmente
soliviantado por las voces de la muchedumbre que le habían entregado a
los soldados.
¿Quién nos indultará a nosotros de la cruz de nuestro calvario? Queramos
que no, hemos de morir en ella. No necesitamos buscarla. Dios nos la
depara. Y quiere que nuestros ojos la vean y nuestros hombros la sientan
para que el sufrimiento y el mérito sean más colmados.
3ª ESTACIÓN: CAE EN TIERRA POR PRIMERA VEZ
La primera caída de las almas que buscan el cielo es el desaliento. Al
principio suele Dios disimular el peso de la cruz y las asperezas del camino
por medio de interiores consolaciones. Pero la cruz es cruz, y desde el
momento que el Sefñor retira sus consuelos, se siente el alma más
abandonada que nunca. ¡Adelante! Aléjanse los dones de Dios, pero se
acerca Dios mismo, es decir, disminuye el gusto de Dios, mas crecen el
jugo y energía de su gracia.
4ª ESTACIÓN. ENCUENTRA A SU MADRE
En el camino del espíritu a nadie deja de hacerse encontradiza la Virgen.
Elevemos a ella los ojos del alma, y su vista dulcificará nuestras amarguras.
Consuélase Jesús con la presencia de su Santísima Madre, porque mucho
alivia la compasión de quien sabemos nos ama de veras, pero al mismo
tiempo se multiplican sus penas, viendo sumergida en un mar de dolores a
aquella cuya inocencia y santidad Él solo puede medir. ¿Cómo, a la vista de
estos martirios, nos atreveremos jamás nosotros a decir que padecemos sin
culpa?
5ª ESTACIÓN: LE AYUDAN A LLEVAR LA CRUZ
Simón de Cirene llevó la cruz contra su voluntad, ajustado y pagado, mas el
contacto del santo madero le transformó milagrosamente, según cree la
tradición cristiana. Las cruces y adversidades que Dios envía, aunque se
acepten a disgusto, contribuyen eficazmente a elevar y santificar las almas.
Jesús aliviado por el Cirineo nos indica que en la vida espiritual no faltará
quien por disposición divina se ofrezca en nuestra ayuda, bien sea un ángel
consolador o los Santos nuestros abogados y protectores, bien sea un
hermano, un amigo o algún varón de Dios interesado en nuestra
santificación. Por muy solos que nos crearnos, nunca dejará de acompañar
nos la compasión de los buenos y la admiración de los malos.
6ª ESTACIÓN: LA VERONICA ENJUGA SU ROSTRO
Todos los que se acercan a Jesús, a Jesús doliente sobre todo, salen con
alguna prenda de su amor agradecido y misericordioso. Contemplemos
devotamente la imagen del Señor, modelo de todos los predestinados, y
vayamos aplicándola a todo nuestro ser, sus ojos a nuestros ojos, su boca a
nuestra boca, sus manos y pies a los nuestros, su corazón a nuestro corazón,
para que en todo quede grabada y nosotros con ella transformados y
santificados.
7ª ESTACIÓN: CAE SEGUNDA VEZ
En esta caída de Jesús podemos ver figurados los estragos de nuestra
fragilidad. No basta que hayamos emprendido ardorosamente el camino de
la muerte y crucifixión de nuestras pasiones, no basta que al pasar el Señor
ante nosotros acudan a nuestros ojos las lágrimas y nos adelantemos
resueltamente a enjugar su divina faz, sudorosa y ensangrentada. De
improviso nos olvidamos de todo, volvemos la espalda y ¡Dios haga que en
nuestro aturdimiento no nos atraigan las fauces del abismo que se abren a
uno y otro lado de nuestra senda!
8ª ESTACIÓN: RECONVIENE A LAS MUJERES QUE LLORAN
¡Cuán engañados pueden traernos nuestros afectos! Llamamos caridad y
celo de la ley divina el procurar que otros la guarden, y, simultáneamente,
conculcamos la gran ley de olvidarnos de todo lo exterior, para mejor oír lo
que Dios nos habla en bien y aprovechamiento nuestro. En el reproche,
dirigido por el Señor a las mujeres que al verle lloraban inconsolables,
también con seguridad se nos dice que el sufrir persecución y abatimiento
en aras de la voluntad de Dios es preferible mil veces a la satisfacción de
aquellos que se ilusionan creyendo cumplir la cuando precisamente huyen
de lo que Dios ordena. En el primer caso, se deben admirar los juicios de
Dios; en el segundo sólo cabe llorar la ceguedad de los hombres.
9ª ESTACIÓN: CAE POR TERCERA VEZ
La tercera caída de Jesús tuvo que ser penosísima, semejante a las últimas
convulsiones de un cuerpo desfallecido y agónico. Las caídas del Salvador
son conforte de las almas. Ellas también caen una, dos, tres veces, pero
reconfórtanse con la virtud del Varón de dolores que tomó sobre si nuestros
desmayos y cargó con nuestros dolores.
10ª ESTACIÓN: LE DESNUDAN PARA CRUCIFICARLE
Hasta eso llegó la crueldad y bastardía de los hombres, hasta azotar el alma
blanquísima de su Dios humanado con la vergüenza de dejarle desnudo a la
vista de una chusma procaz e impúdica. Vean también las almas a qué
grado de pobreza y desnudez espiritual las llama.
11ª ESTACIÓN: ES CLAVADO EN LA CRUZ
¡Qué horror! Un leve desgarro que nosotros hayamos de sufrir, buscamos
afanosamente el narcótico que nos haga insensibles. Jesucristo fue tratado
sin compasión, cual ánima vilis en que los soldados desfogaron la hiel de
su corazón inhumano. Los divinos párpados se cerraron primero,
acompañando el ¡hágase tu voluntad! que el Señor dirigió a su Padre.
Luego se abrieron para mirar al cielo, a semejanza del náufrago que aparta
su vista de las olas que le estrellan contra la roca. ¡Señor, ya que no seamos
dignos de que tus ojos nos miren! deja al menos que recojamos el rocío de
esas tus lágrimas, que es fuerza, ablanden el pedernal de nuestros
corazones.
12ª ESTACIÓN: AGONIZA Y MUERE
Jesús agonizando; sus brazos nos llaman y atraen; su pecho saliente rebosa
de amor; sus ojos lloran nuestro desvío y se elevan al Padre en oración
confiada. Jesús muerto: inclina pausadamente la cabeza, expresión
exactísima de aquel ¡en tus manos encomiendo mi espiritu! Rásganse las
tinieblas de la muerte y se abre el sancta sanctorurn de la vida. Aprendan
las almas cómo, cuando a los ojos de la carne todo parece perdido, entonces
empieza la apoteosis del triunfo, Las palabras de Jesús “¡todo se ha
concluido!” parecían el grito de la más amarga decepción y no fueron sino
el cumplimiento de su profecía: Cuando fuere levantado de la tierra, atraeré
todas las cosas a Mí».
13ª ESTACIÓN: DE LA CRUZ A LOS BRAZOS DE MARIA
Puerto seguro eres. Virgen sacratísima, pero ¡ay! no llegan a ti sino astillas
deshechas de la tempestad, que mal de su grado, lanzó a la orilla. Ahí están
los miembros de su Hijo, muertos y yertos, y aprisionado en ellos, muerta
viene también la mejor parte de tu corazón maternal. Tú que en todos los
pasos de nuestra vida nos acompañas solícita, recibe en tu blando regazo
los restos de nuestra muerte
14ª ESTACIÓN: EN EL SEPULCRO
Bendigo, Señor, la humillacion de tu sepulcro y pídote que me ayudes a
bajar a la fosa de mi desprecio y aniquilamiento espiritual. Contigo mueren
y son sepultados los justos y contigo resucitan a los resplandores de tu
gloria. Eres grano de trigo soterrado profundamente, pero allí germinas
para luego aflorar y ser pan inmortal con que se sustentan las almas.
Cuantos ambicionáis la aureola de apóstoles, descended con Cristo al
sepulcro; porque cuanto más muertos estéis a vosotros mismos, más
gozaréis de la vida escondida de Dios, del descanso de su paz y de la gloria
de sus triunfos.
15ª ESTACIÓN: LLAGAS [RESUCITADAS]
DE SUS PIES. Hermosísimos eran los pies polvorientos y sudorosos de
Jesús y dignísimos de que la Magdalena los besase y ungiese con rico
bálsamo; pero ahora, esmaltados con los preciosísimos rubíes de sus llagas
[resucitadas], lo son mucho más Debajo de esos pies quiero yo, Señor,
poner mi corazón para que tus adorables huellas queden grabadas en mí.
LLAGAS DE SUS MANOS. Manos que derramaron el bien y prodigaron
bendiciones celestiales: con ellas sean clavadas las nuestras para que se
purifiquen de las horribles manchas del pecado. LLAGA DE SU
COSTADO. Cuando el Señor, inerte, deja caer sobre el pecho su adorable
cabeza, nos esta diciendo que nos acerquemos y la juntemos con la nuestra
y pongamos luego nuestros labios en la fuente de agua viva de su corazón
divino.