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Guía de oración comunitaria para preparar el 1er. Capítulo del Distrito Lasallista Norandino LA VIDA DEL HERMANO EN EL SIGLO XXI 1. ORACIÓN INICIAL Comencemos este encuentro poniéndonos en la presencia de Dios, acogiendo a Jesús, el que viene a nuestro encuentro, el que puede más que nosotros, el que quiere ser nuestro amigo: ¡Qué bueno que te humanices para caminar con nosotros! ¡Qué bueno que te humanices para acompañarnos! ¡Qué bueno que te humanices para decir que nos quieres! Solidarizándonos con la humanidad en su deseo de vida, de justicia, de amor: No soy mejor que los demás. No estoy para dar lecciones. También yo llevo sombras conmigo. Me pongo a la fila, como todos, necesitado de un encuentro sanador contigo, a la espera siempre de tu Espíritu. Ofrece tu corazón a Dios, que quiere comunicarse contigo y con toda la humanidad: A veces el silencio se hace denso como la niebla. Te vemos lejos, distante. Rompe los muros que nos separan de ti. Haznos oír tu amor en nuestra interior bodega. Que podamos hablar contigo como hablan los amigos entre sí. Pídele a Jesús que te dé su fortaleza, que te comunique su Espíritu, para emprender cada día la tarea de la nueva humanidad: Tú, Jesús, me das la vida para que comunique vida. Tú, Jesús, pones en mí la novedad para ser creativo. Tú, Jesús, me das palabras de amor, para decirlas en medio del silencio. Tú, Jesús, pones en mí semillas de justicia para sembrarlas donde más se oye el ruido de la injusticia. ¡Oh Dios, nuestro Padre!, suscita en nosotros la voluntad de andar con las buenas obras al encuentro de Cristo que viene, para que Él nos llame junto a sí en la gloria a poseer el reino de los cielos. Amén. 2. LECTURA DEL TEXTO DEL 45º CAPÍTULO GENERAL “LA VIDA DEL HERMANO EN EL SIGLO XXI” (PÁGS. 10-­‐12) Estamos viviendo un tiempo de gracia, un tiempo de transición, que nos conduce a mirar al corazón de nuestra historia carismática y evangélica; un tiempo que nos inspira a volver a la libertad, a la audacia y a la creatividad de la primera experiencia y a hacer frente a este momento como un tiempo de conversión personal e institucional con el mundo de los vulnerables y de los empobrecidos. LA LLAMADA QUE NOS CONVOCA Como Cuerpo de la Sociedad, consideramos este momento como una llamada personal y comunitaria que nos convoca a: • Reavivar una espiritualidad centrada en Jesucristo, en clave de discipulado, desde la alegría del Evangelio; • Situarnos en el corazón de nuestra identidad carismática, volver al primer amor; • Vivir una vocación universal: juntos y por asociación, desde el sentido de pertenencia al Instituto, a la Iglesia y a la Vida Consagrada; • Despertar al mundo, salir a las periferias, fronteras y desiertos, desde nuestra finalidad carismática; • Vivir la radicalidad y la profecía de la comunión; • Dar razón de nuestra fraternidad. SIGNOS PARA EL CAMINO Por eso nos comprometemos a seguir: • un camino de conversión que nos conduzca a pasar de nuestro individualismo a la búsqueda del discernimiento en comunidad; • un camino que nos saque de nuestro triunfalismo y de nuestra autorreferencia, para centrar nuestra atención en la humanidad que sufre; • un camino que nos lleve a vivir y compartir la palabra de Dios en comunidad; • un camino que nos aleje de la seguridad depositada en los bienes y en nuestras propias fuerzas, para confiar en quién nos convoca; • un camino que nos desvíe de la búsqueda de comodidades, para entender nuestra vida como parábola de fraternidad y de humanidad; • un camino que nos distancie de la estéril rutina, del statu quo, para vivir con alegría y radicalidad el Evangelio; • un camino que nos saque de la búsqueda obsesiva de la eficacia, para centrar nuestra mirada, nuestro corazón y todas nuestras fuerzas en el servicio activo que Dios nos confía en cualquier lugar del mundo; • un camino que nos separe de nuestras desesperanzas y complejos por ser pocos, y nos lleve a prestar atención a los pobres y a ser significativos en la lucha por la justicia; • un camino que nos saque de nuestra comodidad para ir al lugar del pobre; • un camino de fidelidad a nuestro carisma, para desarrollar la tarea que Dios nos ha confiado; • un camino que nos lleve a utilizar mejor los medios de comunicación social para estar más próximos al mundo de los jóvenes. 3. LECTURA DEL EVANGELIO DE MARCOS 1, 16-­‐20 En aquel tiempo, mientras Jesús pasaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme y yo los haré pescadores de hombres.» Y de inmediato dejaron sus redes y le siguieron. Un poco más adelante Jesús vio a Santiago, hijo de Zebedeo, con su hermano Juan, que estaban en su barca arreglando las redes. Jesús también los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los ayudantes, lo siguieron. 4. SILENCIO ORANTE 5. REFLEXION PERSONAL Y COMUNITARIA Jesús al pasar por el mar de Galilea, ve a unos pescadores que están trabajando y les hace un imperioso llamado a seguirle. • ¿Recuerdas aquel momento en que Jesús pasó por “la orilla” de tu historia? • ¿Dónde te alcanzó la llamada de Jesús para ser Hermano? • Jesús tomó la iniciativa: acercándoseles, viéndoles, hablándoles. ¿Sientes al Señor cercano, que posa su mirada sobre ti? • ¿Cuáles crees que podrían ser sus palabras para ti y tu comunidad en este momento de la vida del distrito? • Simón y Andrés dejaron la barca y las redes, Santiago y Juan dejaron a su padre Zebedeo con sus ayudantes. Nosotros, ¿qué deberíamos dejar para seguir a Jesús? • ¿Cuáles son hoy para nosotros las “barcas”, la “redes”, los zebedeos y sus ayudantes que debemos dejar para ser “pescadores de hombres”? 6. CANTO “PESCADOR DE HOMBRES” 7. ORACIÓN FINAL Señor, Dios de la vida, Tú nos invitas a vivir un tiempo de gracia y salvación. Sentimos tu presencia y el aliento de tu Espíritu que nos impulsa a colaborar contigo en tu Obra que es también la nuestra. Dios de misericordia, prepara nuestros corazones, guía nuestras reflexiones y decisiones para que construyamos un Distrito donde todos nos sintamos acogidos, incluidos y amados. Donde vivamos con audacia y osadía el carisma y la misión lasallana, siendo signos proféticos creíbles, cercanos y encarnados. Donde tengamos la fuerza del Espíritu para desplazarnos con valentía al mundo de las marginalidades existenciales. Donde el Señor seduzca y enamore nuestro corazón, para dar respuestas llenas de pasión y de vida. Donde aprendamos a soltar estructuras caducas y a dejarnos leer por la realidad. Donde marchemos al ritmo de las demandas de nuestros pueblos por la justicia y la dignidad. Señor, haz que seamos memoria viviente del modo de actuar y de vivir de Jesús en favor del Reino. Por Cristo nuestro Señor, amén.