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ORACION COMUNITARIA
LA TERNURA DE DIOS
SALMO DE UN CORAZÓN SINCERO
Levántate, Padre, en tu bondad y misericordia
y acércate al corazón de cada una de nosotras;
quita la venda de nuestros ojos que no ven mas que tinieblas,
y ablanda nuestro corazón soberbio y, a veces, agresivo.
Surge, Padre, como una llama viva, en medio de la tierra
y atráenos hacia Ti, que vivimos casi sin conocernos.
Padre, ponte en pie y camina hacia nosotras,
despierta ya nuestro corazón golpeado por el pecado
y acógenos a todas como hermanas en tu gran tienda.
Padre, Señor de todos los pueblos, Señor de las naciones,
derriba las murallas, destruye los muros y abre las puertas y ventanas
para que el sol de tu amor y tu justicia unifique la tierra.
Padre, danos un corazón justo, un corazón sincero
que busque el bien de todas y no se esconda en el egoísmo.
Padre, danos un corazón inocente y limpio,
capaz de olvidarse de sí mismo y preocupado por los demás.
Que cese la maldad,
que no triunfen los planes del corazón de piedra;
danos un corazón de carne, tierno,
abierto a la comunidad y a la ayuda,
Tú que conoces nuestro interior y llegas hasta nuestras entrañas.
Padre, Tú que eres justo;
Tú que eres santo, danos un corazón sincero.
Haz camino hacia nosotras que te buscamos con limpio corazón;
sé Tú, Padre, el escudo que nos cubra y nos proteja,
sé Tú el salvador y liberador de nuestros corazones rectos.
Salva nuestro corazón de la tiniebla, de la mentira;
salva nuestro corazón de la dureza del orgullo;
salva nuestro corazón de la apatía y la mediocridad.
Padre, Dios nuestro, acoge nuestro corazón que tiembla
ante el poder del mal que ha hecho nido en el barro del mentiroso,
y danos fuerza, sé Tú nuestro escudo, en la hora de la prueba,
y defiéndenos de todo aquello que nos dispersa y divide.
Padre, Tú conoces la fragilidad de nuestro ser, tocado por el pecado;
Tú conoces la fuerza de la tentación cuando llama a nuestra puerta;
Tú conoces la debilidad de nuestras vidas cuando sufren la crisis:
Ven, Padre nuestro, que a Ti nos acogemos; ven y sálvanos.
Libéranos y que nadie arrebate como un león nuestra vida.
Perdónanos cuando estemos lejos de tu verdad y tu gracia.
Danos un corazón abierto al perdón y a la misericordia
y que nunca nos creamos mejores.
No nos dejes, Padre, caer en al fosa, bajar a lo hondo del abismo;
no permitas que nuestro pie sea atrapado en los lazos de la muerte,
y allana nuestro camino y aliéntanos en la hora del cansancio.
Aquí estamos, Padre, unidas como una comunidad que te ama;
aquí estamos, Padre, abiertas a todo
y nunca sobre nosotras cerradas;
aquí estamos, Padre, pobres, humildes, como niños que necesitan
la ayuda de tu mano materna que acompaña nuestros pasos.
Te damos gracias, Padre, Señor de la Historia y de la humanidad,
te damos gracias porque eres justo, eres bueno, eres santo.
Padre, único Señor de cuanto existe y vive,
a Ti elevamos, desde nuestro corazón sincero, nuestro canto.
 Del Evangelio según Lucas 18,9-14
A algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás les
dijo esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno
fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta
manera: ¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás
hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este
publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis
ganancias.' En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se
atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho,
diciendo: ¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!' Os
digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el
que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado.»