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Oh Dios, cuya Misericordia es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen límites,
míranos con Tu favor y aumenta Tu Misericordia dentro de nosotros, para que en
nuestras grandes ansiedades no desesperemos, sino que siempre, con gran confianza,
nos conformemos con Tu Santa Voluntad,
la cual es idéntica con Tu Misericordia, por Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia, quien
con Vos y el Espíritu Santo manifiesta Misericordia hacia nosotros por siempre.
Amén.
Canto
Mírame Señor, no soy digno
Te prometo, oh Dios, serte fiel de que entres en mi casa.
hasta la cruz y cruz de amor.
Háblame Señor, tu palabra
bastará para sanarme. Te amaré Señor, aunque tenga Sáname Señor, Tú conoces que
olvidarme de mí mismo, cuántas luchas en mis límites,
tomaré mi cruz, quiero dar a luz el
misterio
seguiré tus pasos si mirar atrás. que descansa en mi interior.
Sonreiré
Señor, aunque todo fracase
y quede solo,
De tu Cuerpo brota sangre y agua viva,
y si estoy muy mal va cayendo suavemente en
mi interior,
tu palabra ardiente me liberará.
te recibo con asombro y me conmuevo.
Cristo vivo, Dios está presente
Lavaré Señor mis vestidos en mi pobre corazón.
en tu sangre de cordero.
Cantaré Señor,
Mírame Señor, yo no sé confiar y tu fuego abrasará mi corazón. en medio de tormentas.
Aliviarás Señor, con el paso
Háblame Señor, Tú me alientas de tu Cuerpo en mis entrañas. y camino sin temor. Te
bendeciré Señor, contemplando el crecimiento que anidé.
Cuídame Señor, nadie más sostiene mi
vida entregada.
Año de la Misericordia
Año de la Misión Permanente
Parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32)
CAPITULO 15
11. Dijo: «Un hombre tenía dos hijos;
12. y el menor de ellos dijo al padre: ´Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.´ Y
él les repartió la hacienda.
13. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó
su hacienda viviendo como un libertino.
14. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un
hambre extrema en aquel país, y comenzó a
pasar necesidad.
15. Entonces, fue y se ajustó con uno de los
ciudadanos de aquel país, que le envió a sus
fincas a apacentar puercos.
16. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas
que comían los puercos, pero nadie se las
daba.
17. Y entrando en sí mismo, dijo: ´ ¡Cuántos
jornaleros de
mi
padre tienen pan
en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!
18. Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
19. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.´
20. Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido,
corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
21. El hijo le dijo: ´Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.´ 22.
Pero el padre dijo a sus siervos: ´Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en
su mano y unas sandalias en los pies.
23. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta,
24. porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.´ Y
comenzaron la fiesta.
25. «Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las
danzas;
26. y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
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27. Él le dijo: ´Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha
recobrado sano.´
28. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.
29. Pero él replicó a su padre: ´Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una
orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos;
30. y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has
matado para él el novillo cebado!´
31. «Pero él le dijo: ´Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo;
32. Pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y
ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.´»
Misericordiosos como el Padre una invitación a la verdadera perfección, la evangélica, que es la
común vocación a la santidad, para todos los cristianos (Lumen Gentium 5, 40).
El hombre fue hecho a semejanza de la imagen de Cristo , este Salvador nuestro que es imagen
de Dios, y por Él sintió misericordia del hombre, quien había depuesto su semejanza con Él y se
había revestido de la imagen del maligno asumida la imagen del hombre, vino a él (Homilías
sobre el Génesis 1,13,54 s.).
Misericordia: de la Sagrada Escritura a los Padres.
En la comprensión del gran misterio de amor infinito de Dios por el hombre, los Padres de la
Iglesia tomaron de la lectura de las Sagradas Escrituras, la norma de vida cristiana, meditada,
proclamada, celebrada y vivida en la Iglesia. La Escritura ocupaba y ocupa un lugar
absolutamente fundamental en la vida de la comunidad, y conforme a ella se cumple toda
acción de la vida, de la liturgia a la doctrina y la
conducta, tanto nivel personal como colectivo.
Se puede afirmar con certeza que toda la vida
de la comunidad cristiana era guiada por la
interpretación de la Sagrada Escritura.
En el núcleo del mensaje transmitido por la
Escritura, el Dios bíblico es definido con
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frecuencia con el binomio paciente y misericordioso (Salmo 144), y en la historia de la salvación
no es casualidad que su bondad se anteponga a la destrucción y al castigo anunciados a causa
de la infidelidad de los hombres.
La misericordia como " miseria " y " corazón"
Misericordia palabra latina muy antigua, y durante su larga trayectoria en quienes la
convirtieron en experiencia, adquirió finos significados, según los diversos matices del
trasfondo de los términos que la componen: " miseria" y " corazón". Explica san Agustín en su
Confesiones, comúnmente se define miseria al propio sufrimiento, mientras que los
sufrimientos por los demás se definen como misericordia.
La miseria pronuncia la pobreza extrema que pide piedad, compasión, una conmiseración
implorada por quien se encuentra en grave angustia. Por lo tanto "miseria" habla de una
indigencia que amenaza la vida de quien se encuentra en ese estado, porque es obligado a vivir
en el filo de la vida humana y apenas respira. La miseria aunada al corazón, de la raíz latina
urere (que significa arder), es destruida como quien es invadido por un incendio. Por tanto,
cuando el corazón advierte la miseria presente en un hombre, no la juzga sino la quema, la
destruye. Y esto es misericordia. El corazón es el centro de la zona más íntima y más verdadera
de todo hombre.
La unión de las dos palabras llega a ser, por tanto, “misericordia”, o sea la mirada amorosa, llena
de compasión de Dios, quien gratuitamente la dirige a su creatura, a su miseria, viene en su
ayuda, anula esa miseria de su corazón. Por este motivo la misericordia nace, vive, se nutre y se
manifiesta como perdón y ternura que te abrazan.
La misericordia cristiana puede encontrarla porque tiene un rostro y un nombre, se llama
“Jesucristo”. En él, la misericordia es el rostro del amor del Padre para toda creatura humana.
La educación de los cristianos en la misericordia
La educación cristiana en la misericordia en términos de convivencia, se traduce en una relación
de ayuda recíproca para liberarse del mal en el cual cotidianamente se incurre.
La misión de Jesús es la de revelar y comunicar a los hombres la plenitud del amor que es la vida
de Dios, Dios mismo que es Amor, como enseña Juan (1Juan 4,8.16). Toda la vida de Jesús es
expresión de este Amor que se dona gratuitamente, hasta el sacrificio de la Cruz.
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Los signos que el Señor Jesús realiza con la humanidad cansada y perdida, con los pecadores, los
pobres, los excluidos, los enfermos y dolientes, nos hablan de la misericordia de Dios. Todos
estos signos, presentes en muchos episodios evangélicos, muestran cómo Jesús siente
compasión por las muchedumbres perdidas que lo siguen y se preocupa por ellas, y con pocos
panes y pocos peces los sacia (Mt 14, 13-21).
Tomando en cuenta las sagradas escrituras recordemos:
» La vocación de Mateo es insertada en el horizonte de la misericordia que atraviesa toda la
mirada de Jesús hacia el cobrador de impuestos, era una mirada que perdonaba los
pecados de aquel hombre. Jesús, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo
escoge a él, el pecador y publicano, para que llegue a ser uno de los doce.
» En las parábolas de la oveja perdida, de la moneda extraviada y del padre misericordioso,
se subraya la paciencia misericordiosa de Dios por quien está perdido, o sea por el
hombre pecador, y el gozo del Padre cuando el hombre es recuperado y perdonado.
Estamos llamados a ser misericordiosos, porque a nosotros mismos se nos ha aplicado
misericordia. Y no basta aplicar la misericordia hacia aquellos que son amables con nosotros. Es
en cambio, verdaderamente misericordioso quien tiene misericordia con su enemigo, y le hace
el bien según lo que está escrito. “Amen a sus enemigos y hagan el bien a quien los odia (Lucas
6,27). De hecho, Dios no sólo da la lluvia a los que le son agradables, sino también a los que le
desagradan, por eso dijo: ‘sean misericordiosos como el Padre es misericordioso’ (Lucas 6,36).
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La misericordia en la liturgia.
Las oraciones de la liturgia transmiten la colosal misericordia
del Señor a lo largo de todo el año litúrgico y los sacramentos
administrados, ya sea como memoria de los gestos de
salvación, ya sea como sacramento y ejemplo para la vivencia
cristiana de cada día. De hecho la liturgia se desarrolla,
abarcando la vida entera de Jesús desde su nacimiento hasta la
ascensión como sacramento de salvación generación tras
generación.
Los textos de la liturgia explicitan la revelación de Jesús,
conservada para nosotros por el evangelista Juan: tanto amo el
padre al mundo que le mando a su hijo, no para juzgarlo sino
para salvarlos (Juan 3,16-17).
Por ejemplo la liturgia del triduo de semana santa transmite la misericordia del salvador de
manera concentrada, volviéndonos partícipes de su pasión.
» El jueves santo en el perdón de Jesús quien, mediante la persona que preside la santa
asamblea, lava, enjuga y besa los pies de los penitentes, es signo de la reconciliación
donada por Dios, a quien ha caído en una grave falla a la fidelidad cristiana.
» El gesto del lavatorio de los pies penetraba hondamente en los penitentes, pues era una
petición manifiesta de misericordia por parte de su comunidad de fieles, como hacían
todos los participantes de la divina liturgia, llamados a tener misericordia de su
hermano de fe, el cual había menospreciado las promesas bautismales.
» El viernes santo, la comunidad de los creyentes hace memoria del gesto supremo de
Jesús, de darnos su vida hasta morir por nosotros en una cruz. De hecho la cruz es el
lugar de la vida donde el Padre hace nacer en el Hijo la misericordia por la pobre
humanidad.
» El sábado santo recuerda el descenso de Jesús a los infiernos, cuando el Salvador llevó su
misericordia a nuestros padres, tomando de la mano a Adán y Eva para traerlos, a ellos
y a todos los demás, a su vida.
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Se propone ver el siguiente video en el que se nos invita a vivir y practicar las obras de
Misericordia en este año Extraordinario de la Misericordia.
“Hay que ser Misericordiosos”
https://www.youtube.com/watch?v=XdWAvYsw-P8
1. Se puede Dar a conocer lo que promueve el papa Francisco y hacia cada persona tomar su
compromiso
Papa Francisco
Dios se comprometió por todos.
“El compromiso más grande de Dios fue habernos donado su hijo”.
A partir del amor misericordioso con el que Jesús expresó el compromiso de Dios, también
nosotros podemos y debemos corresponder a su amor con nuestro compromiso. Y eso, sobre
todo en las situaciones de más necesidad, donde hay más sed de esperanza. Pienso −por
ejemplo− en nuestro compromiso con las personas abandonadas, con los que tienen
discapacidades muy grandes, con los enfermos más graves, con los moribundos, con los que no
son capaces ni de expresar agradecimiento… En todas esas realidades llevamos la misericordia de
Dios a través de un compromiso de vida, que es testimonio de nuestra fe en Cristo.
Llevar siempre esa caricia de Dios, porque así nos acarició Dios, con su misericordia. Llevarla a
los demás, a los que lo necesitan, a los que tienen un sufrimiento en el corazón o están tristes:
acercarse con esa caricia de Dios, que es la misma que él tuvo con nosotros.
2. O bien Promover y realizar las obras de misericordia espirituales
1) Enseñar al que no sabe
2) Dar buen consejo al que lo necesita
3) Corregir al que se equivoca
4) Perdonar al que nos ofende
5) Consolar al triste
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6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
7) Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.
Concluir con la misma oración del Inicio
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