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Retiro
diciembre
“¡Dichosa tú que has creído”…!
(Lc. 45)
I.
UN TIEMPO PARA ABRIRME A MARÍA LA MUJER CREYENTE
o Tomo el tiempo de estar presente por entera; enumero lo que llevo dentro, lo que
me inquieta, la que obstaculiza la interiorización:
o La imagen, la lectura del texto ¿Qué me dicen? ¿Qué descubro?
o Recuerdo algunos pasajes del evangelio y/o de los Hechos, que muestren a María
mujer creyente, ¿Cuáles? ¿Qué dice y/o qué hace?
o ¿Qué significado tiene María para mí en mi vida de mujer consagrada?
«La Puerta de la Fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con
Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para mí. Quiero cruzar
ese umbral anunciando la Palabra de Dios y dejando que mi corazón se plasme
por la gracia que transforma. (cf.Porta Fid, Benedicto XVI)
II.
UN TIEMPO PARA CONTEMPLAR Y DAR GRACIAS POR LA FE DE MARÍA
1. Leo y medito el texto bíblico en Lc. 1, 42-45. Lo anoto:
Como Isabel alabo, bendigo, doy gracias por la fe de la “bendita de Dios” que lleva al
“bendito de Dios” y por eso es llamada madre del Señor y creyente.
2. La máxima realización de la existencia cristiana como un vivir trinitario de “hijos en el Hijo”
nos es dada en la Virgen María quien por su fe (cf. Lc. 1, 45) y obediencia a la voluntad de
Dios (cf. Lc. 1, 38), así como por su constante meditación de la Palabra y de las acciones de
Jesús (cf. Lc. 2, 19.51), es la discípula más perfecta del Señor. Interlocutora del Padre en su
proyecto de enviar su Verbo al mundo para la salvación humana, María con su fe llega a
ser el primer miembro de la comunidad de los creyentes en Cristo, y también se hace
colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos. Del Evangelio emerge su
figura de mujer libre y fuerte, conscientemente orientada al verdadero seguimiento de
Cristo. Ella ha vivido por entero toda la peregrinación de la fe como madre de Cristo y
luego de los discípulos, sin que le fuera ahorrada la incomprensión y la búsqueda constante
del proyecto del Padre. Alcanzó así a estar al pie de la cruz en una comunión profunda,
para entrar plenamente en el misterio de la Alianza.1
o “La Virgen Madre concibió y llevó al Hijo de Dios en su Corazón, antes de concebirlo y
llevarlo en sus entrañas y lo llevó en su vientre porque primero lo había llevado en su
Corazón por su amor ardentísimo hacia El…” 2
Reacciono frente a estos textos y subrayo algunas frases o palabras que me asombran, me
conmueven. Dejo brotar un canto de alabanza por el camino de fe de María que es el
prototipo del camino de todo creyente, de mi propio camino
1
2
DA. 266
Obras Escogidas de san Juan Eudes, pág. 491
Alabo de todo corazón a Dios por habernos dado a su Hijo a través de María.
Bendigo a Dios porque nos ha dado a María
como modelo de mujer de fe y de verdadera discípula.
Me abro a la acción del Espíritu para que vivifique y purifique mi fe
III.
UN TIEMPO PARA VIVIR EL PERDON
o “El camino de fe de María la lleva desde el encuentro más íntimo y decisivo con Dios, desde
la comunión total con El en la encarnación, a la proclamación de su felicidad y a la
prodigación de todo lo que ella es y tiene en el servicio a los hermanos. Ya desde los
primeros instantes de su maternidad divina, ella participa de la preexistencia de su Hijo. Se
va apresuradamente hacia las montañas de Judá, a casa de su prima Isabel (cfr. Lc 1,39
ss.). Todo lo que Ella oyó de parte de Dios, lo que Ella acogió en fe, en obediencia, lo que la
llena en todos los niveles de su ser personal, lo "que concibió por su fe antes de concebirlo
en sus entrañas" (Sermón 25,7 de San Agustín), es desde el principio destinado a
pertenecer a todos. Así, ella misma comulga en esta preexistencia y la ejercita
prontamente con su prima Isabel. La fe la pone en movimiento interior y exteriormente. Se
dirige hacia su pariente para el servicio, se dirige hacia su Dios en alabanza y júbilo y se
dirige hacia todas las generaciones, que la proclamarán bienaventurada.
La felicidad de la fe proviene de lo que Dios es para con ella y de lo que Dios hace con ella y
lo que ella percibe de sí misma bajo el influjo de la acción de Dios. Se sabe causa de gozo
para las generaciones futuras; se sabe enaltecida por Dios, y esto en fe; proclama la fe,
celebra la fe, comunica la fe en un canto desbordante de felicidad, anuncia la felicidad a
todos los que, como ella, son pequeños y se dejan sorprender por la buena noticia de Dios…
Creo que hay que insistir en la experiencia de gozo y de luz del acontecimiento del
encuentro con Dios y de la adhesión a El. Hay que insistir en el anuncio de esta alegría,
para seguir el camino guiadas por el ejemplo de María. Hay que insistir en la toma de
conciencia cada vez más profunda de la vecindad del misterio en nuestra vida, vecindad
que intensifica la oscuridad por ser precisamente creciente cercanía a Dios-MisterioAmor.”3
o Miro detenidamente a María en su camino de fe. ¿Qué me dice con respecto a mi propio
camino de fe? ¿Cómo y en qué interpela la vivencia de mi fe?
Dejo que el Espíritu hable a mi corazón
con la alabanza de Isabel a María
“Dichosa tú que has creído…”
Quiero sanar y vivo este momento ofreciéndole a Dios mi poca fe.
Recibo su perdón
3
Cristina Kaufman, “El Camino de la fe de María”
IV.
UN TIEMPO PARA DARME A JESÚS Y AFIRMAR MI FE AL MODO DE MARÍA
o Enumero lo que he descubierto en el camino de la fe de María
“La anunciación es el acontecimiento central en la vida de María, en su camino de fe. A él
se refiere todo ulterior paso; todo avance tiene en él su raíz; todo movimiento de su alma
enamorada surge de allí, hasta su glorificación final en la asunción. Dios quiere "necesitar"
de la fe de María para obrar su designio de salvación universal en su Hijo Jesús. María
acoge esta voluntad divina con una fe radiante y dinámica que se desarrollará a lo largo de
su vida, en su movimiento de creciente identificación con su Hijo. Ella entra de lleno en la
comunicación de Dios, que incluye la esfera del conocimiento, de la voluntad y de lo más
íntimo de su afecto. Se adhiere no sólo a lo que Dios dispone, sino a Dios mismo, de tal
manera que queda encarnado en Ella el Verbo de Dios.
o Dios también “necesita” de mi fe para formar a Jesús en mí de tal manera que, mis
relaciones con las personas a quienes trato sean un medio de encuentro con Jesús el Buen
Pastor, acercándome a ellas como Él lo hace”(cf. Const. Integradas Art. 5).
¿Cómo dar el paso para que esto sea algo tangible en mi vida cotidiana?
ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.
El Señor te inundó de su amor y quiso que fueras su madre.
¡ ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA!
Las maravillas de Dios, se hicieron presentes en Tí.
¡ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA!
Porque Tú aceptaste con amor y fe las iniciativas de Dios.
¡ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA!
Con tu sí, tu acogiste a toda la humanidad.
¡ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA!
Porque Tú aceptaste con amor y fe las iniciativas de Dios.
¡ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.