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orar
con los
salmos
en la Comunidad Parroquial
Alfonso Sánchez Sánchez
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Parroquia del Perpetuo Socorro
Misioneros Redentoristas
19 de Marzo, solemnidad de San José, 2012
50006 - Zaragoza – Avda. Goya, 7
Diseño, maquetación e impresión:
Mediación, Imagen y Comunicación S.L.
Ilustraciones: Jupiter images www.mediacioneimagen.com
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
PRESENTACIÓN
Querido Alfonso, mi carta va más allá de una felicitación que,
por supuesto, te la mereces sobradamente por la edición de tu libro. Mi
intención es dirigirme, más que a ti, a tus mismos lectores –que
afortunadamente seremos muchos. Con verdadero gusto he releído
uno a uno todos los comentarios que escribes sobre los salmos que
componen la “Oración con los salmos – en la Comunidad Parroquial”.
Si en otras ediciones te has limitado a ordenar y seleccionar salmos y
lecturas más apropiados para cada momento, esta vez has
encabezado muy acertadamente y con brevedad el comentario
individual de cada salmo. Sabes mejor que yo que somos bastantes
los que nos servimos hoy de la oración de los salmos, vibrantes y
sonoros en nuestro idioma cervantino. Cierto que nadie olvida ni
intenta dejar de lado otros rezos tradicionales, por no decir de siempre.
Aún así, en opinión de gente experta y estudiosa, el rezo de los salmos
tanto en privado como comunitariamente ha de fomentarse, y más en
las comunidades parroquiales. Sólo te queda por hacer un trabajo, y,
es un ruego que lo puedes traducir por “mandato”. Que tu libro llegue y
se expanda al mayor número posible de Comunidades Parroquiales.
Me consta y gratifica a la vez que ya en muchas hacen oración
frecuentemente teniendo como guía los salmos. Qué buena
oportunidad brindas a todas con tu libro “LA ORACIÓN CON LOS
SALMOS EN LA COMUNIDAD PARROQUIAL”.
Querido Alfonso, el tiempo nos dirá, y muy en breve, que tú has
acertado con tu libro, y yo también viéndolo en manos de las
Comunidades Parroquiales de la Iglesia que intentamos testimoniar y
vivir. ¡Felicidades a ti y a todos!
E. Pina M.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
INTRODUCCIÓN
“Los salmos son una joya lírica hebrea, tesoro de la humanidad.
Aquí el hombre se trasciende y se siente interlocutor de Dios. No tienen
igual en la literatura religiosa universal”.
“Los salmos son oraciones universales al alcance de todos.
Oraciones profundamente antropológicas, humanas, como si
nacieran de las mismas entrañas del ser humano: semillas de Dios
sembradas en el corazón del hombre”.
Los salmos son oraciones del pueblo judío, escritos en un
momento determinado que responden a su historia en circunstancias
muy concretas. Con todo, los rasgos más característicos responden al
ser humano. Los sentimientos que expresan y se repiten son muchos y
variados. En ellos constatamos la alabanza, el canto y acción de
gracias, el gozo y la confianza, el arrepentimiento y temor, la aflicción,
compasión y el dolor.. “Los salmos son en gran parte lírica de
sentimientos expresados delante de Dios”. Como signo de belleza y
sentido religioso enumero unos cuantos,“flechas o jabalinas
disparadas hacia lo alto, que atraviesan las nubes y llegan al cielo”.
·
En paz me acuesto y enseguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
·
Da luz a mis ojos, que no duerman
el sueño de la muerte.
·
Tú, Señor, enciendes mi lámpara,
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
·
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es la defensa de mi vida.
·
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me acogerá.
·
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.
7
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
·
Porque en ti está la fuente viva
y tu luz nos hace ver la luz.
·
Y aunque camine por cañadas oscuras
nada temo porque tú vas conmigo.
Tu vara y tu cayado me sosiegan.
·
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa
lava del todo mi delito y limpia mi pecado.
·
El Señor es compasivo y clemente,
paciente y misericordioso…
Como un padre se enternece con sus hijos,
así se enternece el Señor con sus fieles.
A partir del escenario de la creación, se repiten de continuo en
los salmos la alabanza, bendición y la acción de gracias, y el canto de
júbilo con toda clase de instrumentos. El sentimiento del hombre
creyente reconoce ante Dios su grandeza por la creación, porque él es
el único que salva. El pobre, el desvalido, tullido y ciego, como la viuda
y el huérfano, están en las manos de Dios. La justicia humana no
atiende las voces del indefenso. Dios está pendiente de todos sus hijos.
Es el sentir de muchos de los salmos. Esta presencia de Dios Salvador
invita al creyente a cantar en todo momento su misericordia, y a darle
gracias. “El orante contempla el rostro de Dios, oye su voz, toca su
diestra, gusta su dulzura, se arrima a él y siente su palma. Intentos de
expresar la experiencia inefable”.
“Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor cuida de mí” El
salmista refleja con exactitud lo que verdaderamente piensa el
hombre en esos momentos de sinceridad consigo mismo: soy pobre,
limitado, me rodea la desgracia e incapacidad; a pesar de todo el
hombre creyente levanta los ojos a Dios inmediatamente y siente la
cercanía de Él que lo acoge: “El Señor cuida de mí”.
Los salmos están cargados de fe en el Señor, Dios Creador, que
perdona y tiene entrañas de misericordia. “Mis culpas sobrepasan mi
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
cabeza, son un peso superior a mis fuerzas. Mis llagas están podridas y
supuran por causa de mi insensatez; camino encorvado y encogido…
Yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado. No me abandones,
Señor”. Este es el hombre pecador e insensato que confiesa su
pecado. Y sigue: “Mis huesos no tienen descanso a causa de mis
pecados”. Todo un acto de sinceridad, de humildad y súplica al Señor
de la misericordia.
El hombre se acerca a Dios para pedirle perdón; centra la
súplica en su “inmensa compasión”, en su ternura y bondad. La
rectitud, sinceridad y humildad son el camino para acercarse a Dios.
“Yo reconozco mi culpa…, te gusta un corazón sincero… Crea en mí
un corazón puro”. Aquí no caben los sacrificios de becerro . La ofrenda
que Dios acepta es la del corazón humillado, de donde nace la
alabanza, el gozo y la alegría de la salvación. La oración surge desde
el interior; los labios son sólo el camino para expresar los sentimientos
íntimos, profundos y rectos.
Pensamos ahora en el hombre cansado por tantas
circunstancias o necesidades que le rodean; no presenta a Dios un
sacrificio, como han hecho según la historia todos los pueblos. No es
así. El hombre creyente habla directamente con Dios de tú a tú y le
dice: Tú no quieres sacrificios expiatorios ni ofrendas; me pides que
realice tu voluntad, que cante tus alabanzas y maravillas, y cuente tu
fidelidad y salvación, tu misericordia y lealtad ante la gran asamblea.
“El que me ofrece acción de gracias, ése me honra”.
¿Cómo huir de la presencia del Señor, de su mirada, si de lejos
penetra todos los pensamientos del hombre? “Ni la tiniebla es oscura
para ti, y la noche es clara como el día… Si escalo el cielo, allí estás tú,
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro… Allí me alcanza tu
izquierda, me agarra tu derecha”. “Señor, tú me sondeas y me
conoces”. Esta es la oración del hombre piadoso y creyente, pues
sabe muy bien que Dios lo llena todo, que en todo momento lo
acompaña, y que desde muy dentro de su ser lo anima a la vida, a la
creatividad… La Creación es obra de sus manos. El Espíritu de Dios
alienta a la creación, al hombre, la obra de sus manos.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
El hombre agradecido y contemplativo canta a Dios por las
cosas más sencillas, puntuales y visibles: por los ríos donde beben las
fieras del campo, por las hierbas que alimentan a los ganados, por el
vino que alegra el corazón del hombre y el aceite que da brillo a su
rostro. Toda la vida del hombre está recogida en los salmos.
La mayor parte de los salmos se mueven en el ámbito de la
confianza absoluta en Dios. El hombre es dichoso y feliz cuando sigue
los caminos del Señor y cumple sus mandatos. Es dichoso porque sabe
que Dios cuida del pobre y desvalido; siente una gran felicidad y por
eso bendice al Señor; Dios es rico en misericordia, ternura y bondad; no
piensa como los hombres; no guarda rencor ni recuerda los pecados
del hombre. Dios no puede olvidar ”la vida de su tórtola”, tampoco
puede abandonarla.
Una lectura reflexiva, en el silencio del corazón, encontrará la
extraordinaria sabiduría que recogen estas oraciones bíblicas. Alguien
puede preguntar: ¿Y qué decir de algunos salmos, estrofas, versículos
que expresan odio, venganza…, que ponen a Dios como autor de la
muerte cruel de los enemigos? Todos estos salmos Y expresiones, que
hoy nos pueden llamar la atención, no están aquí recogidos. La
situación en la que se escribieron esos salmos era muy diversa:
persecución, injusticia, destierro…, y en un contexto cultural que no se
parece al nuestro. No se intenta justificar los sentimientos perversos del
hombre, con los que no podemos hacer oración hoy al Dios de la paz
y del amor. Pero sí podemos entender, cómo el hombre siendo
profundamente religioso, -no con nuestra mentalidad calculadora y
matemática-, ve a Dios aún en los momentos cruciales de su propia
historia y de la historia del pueblo.
¿Podemos orar hoy con los salmos? Jesús es el punto de
referencia: Jesús oró con los salmos. Al finalizar la Cena el texto
evangélico comenta: “cantando los himnos salieron hacia el huerto...”
Muchos dicen que Jesús recitó en la cruz algunos versículos de los
salmos. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Es lo más
lógico. Jesús, como un judío fiel, oró con las oraciones propias de su
pueblo. Muchos salmos nos recuerdan los sentimientos y las actitudes
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
de Jesús. Cuántas frases recitadas por él fueron copia exacta de los
salmos: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”, “no se haga mi
voluntad sino la tuya”. Y todo tan normal. De los labios de Jesús
brotaban los sentimientos de un fiel creyente. En aquel pueblo -y era
normal en todos los pueblos antiguos- las tradiciones –más aún- los
sentimientos profundos del pueblo, expresados aquí en oraciones, los
aprendían de memoria. Jesús recitó lo salmos.
Antes de presentar los salmos nos hacemos una pregunta: ¿Por
qué la oración? Una primera respuesta ya está expuesta en las líneas
anteriores: el hombre siente interiormente la necesidad de expresar sus
sentimientos. Se interroga por la vida, la muerte, la enfermedad, la
misma creación; expresa el gozo y alegría, el canto y júbilo, la acción
de gracias, y sus deseos de paz y felicidad; también el dolor por sus
faltas y limitaciones… El Salmista expone ante la mirada de Dios todos
estos sentimientos, interrogantes y vivencias profundas sin buscar
respuesta alguna. Cree y confía. Se presenta ante Dios con su
pequeñez y -sobre todo- confiando profundamente en él, en su
bondad y misericordia. Hacemos oración porque miramos a Jesús.
Jesús oró y enseñó a orar a sus discípulos. Siente muy dentro de sí la rica
tradición de la oración, la de un pueblo orante. Empieza su vida
pública retirándose al desierto para encontrarse con el Padre.
Momento decisivo para Jesús. La oración en el desierto como en lo
alto del monte, es un encuentro de luz y búsqueda bajo la mirada del
Padre. De madrugada, por el día y en la noche, a solas o con sus
discípulos, se retira a hacer oración. Enseña a sus discípulos a orar, y les
presenta lo más íntimo de su vida: El Padre Nuestro. Les dice: cuando
oréis no hacer como los escribas y fariseos. Dios no necesita palabrería,
ve lo más íntimo del corazón. “Entra en tu cuarto, cierra la puerta y
desde allí habla a tu Padre que ve lo escondido”. “Porque los
verdaderos adoradores del Padre lo adorarán en espíritu y en verdad”.
Jesús en su oración alaba al Padre porque revela las “cosas” a los
pequeños y se las oculta a los sabios y entendidos. Antes de la
multiplicación de los panes y los peces, en el momento de la
resurrección de Lázaro, en la última cena, bendice al Padre y le da
gracias. Jesús ora intensamente en el Huerto de los Olivos, y desde la
cruz grita al Padre. En él deposita toda su vida. En Jesús la oración es
encuentro de comunión con el Padre.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
¿Y la oración de súplica? Jesús nos dice: “Pedid y recibiréis,
buscad y encontraréis, llamad...” “El Padre os dará cosas buenas”, y
también “el Padre os dará el Espíritu Santo...” Dios siempre nos envuelve
en su amor y bondad. Nos mira; siempre está con nosotros; “nos agarra
de su mano” y su acción es continua (no es intermitente...). No necesita
nuestras plegarias ni nuestras bendiciones. Pero sí es necesario que
estemos abiertos a su acción, a su Espíritu. Este es el significado de la
oración. (Pablo dice a los cristianos de Roma: el Espíritu ora en vuestro
interior. La oración es la acción del Espíritu de Dios en el corazón del
hombre).
NOTA ACLARATORIA:
En este libro no están todos los salmos, y muchos de ellos tampoco
están completos. Presento sólo una selección de salmos y estrofas. Este
conjunto está pensado y dirigido a la comunidad parroquial; se trata de un
medio sencillo, oportuno y muy de actualidad para orar y encontrarse con el
Señor, y dejarse guiar de los variados sentimientos de los salmos. Al principio
de cada salmo pongo un comentario sencillo, no es técnico ni exegético. De
esta forma se puede comprender mejor el contenido del salmo. Después de
recitar tres o cuatro salmos nos encontramos con un texto bíblico. Así, la
oración culmina con la Palabra de Dios. Al finalizar el recorrido se consignan
algunos himnos del N. T.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 1
La ley del Señor es luz en el camino del hombre; quien la acepta es feliz
y dichoso. Comprender la voluntad de Dios es un don, una gracia. La
imagen es muy expresiva: el hombre es feliz como el árbol junto a la
acequia. Es el sauce que crece y se inclina hacia las aguas del arroyo,
y acoge a todos los pajarillos de la ribera. La ley del Señor es la Palabra
de Dios, alimento que fortalece al hombre. Pablo en la carta a los
Efesios expresa el pensamiento de esta forma: la Palabra es la espada
del Espíritu. El Espíritu Santo guía e ilumina el camino del hombre,
gracias a la lectura reflexiva de la palabra hecha oración.
Ant. El justo camina en la presencia del Señor.
Dichoso el hombre
que pone su gozo
en la ley del Señor
y la medita día y noche.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia,
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
El Señor protege el camino de los justos.
Ant. El justo camina en la presencia del Señor.
SALMO 3
Oración-súplica de confianza en el Señor. (Aunque esté rodeado de
enemigos). El orante se encuentra acogido en los brazos de Dios;
puede dormir y descansar tranquilo. No teme porque la salvación
viene del Señor. La confianza en Dios es un sentimiento profundo del
creyente, que se repite continuamente en los salmos. Confiad y no
temáis, dice también Jesús a sus discípulos, y a Pedro cuando se
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
hundía a causa de las olas del lago. El orante se presenta ante el Señor
porque confía en Él.
Ant. Señor, tú eres mi salvación.
Tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor
él me escucha.
Puedo acostarme,
dormir y despertar,
porque el Señor me sostiene.
Nunca temeré.
Levántate, Señor,
sálvame, Dios mío.
De ti, Señor, viene la salvación
y bendición sobre tus fieles.
Ant. Señor, tú eres mi salvación.
SALMO 4
Oración y súplica confiada. (Un hombre pobre y sencillo se lamenta
porque lo acusan injustamente).El salmista amonesta a amigos enemigos - pecadores. ¿Pensáis que Dios ha huido, (que no existe), y
se ha apartado de nosotros? Es tanta la confianza del orante en el
Señor, como si abundara en trigo y en vino, en paz y alegría, y en toda
clase de bienes. Descansa sereno en los brazos de Dios.
Ant. Señor, escucha mi oración.
Escúchame cuando te invoco,
Dios, defensor mío.
Ten piedad de mí y escucha mi oración.
El Señor me escucha cuando lo invoco.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho
y confiad en el Señor.
Muchos dicen:
¿Quién nos hará ver la dicha
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?
Tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor,
me haces vivir tranquilo.
Ant. Señor, escucha mi oración.
SALMO 5
Este salmo es una oración individual. Un hombre se acerca al Señor.
Tiene enemigos. El orante con toda sencillez, desde el primer
momento del día, camina a su encuentro. “Dios madruga y está
atento a las súplicas de sus hijos”. El hombre creyente se dirige a la
casa de Dios apoyándose en su bondad. (Por tu gran bondad entraré
en tu casa). Es el mejor argumento para alcanzar la bendición. El
salmo termina invitando al gozo a todos aquellos que aman el nombre
del Señor.
Ant. Por tu gran bondad entraré en tu casa.
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso a mis gritos de auxilio,
Señor y Dios mío.
A ti te suplico, Señor.
Por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana expongo mi causa
y me quedo aguardando.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Tú no amas la maldad.
Yo por tu gran bondad
entraré en tu casa,
me postraré en tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
alláname tu camino.
Que se alegren los que se acogen a ti
con júbilo eterno.
Protégelos para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo
y como un escudo le rodea tu favor.
Ant. Por tu gran bondad entraré en tu casa.
Del Evangelio de San Mateo. 6, 5 - 8
Cuando oréis no hagáis como los hipócritas, que gustan rezar de pie
en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse a la gente. Os aseguro
que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a orar, entra en tu
habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre a escondidas. Y tu Padre,
que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando recéis no seáis
palabreros como los paganos, que piensan que a fuerza de palabras
serán escuchados. No los imitéis, pues vuestro Padre sabe lo que
necesitáis antes de que se lo pidáis.
SALMO 6
El salmista se apoya en la misericordia del Señor. Algo fuerte le sucede:
dolor físico, psicológico… Angustia interior, miedo a la muerte,
conciencia de pecado… Los huesos los tiene dislocados, está roto,
precipitado a la muerte y abismo. Sin aliento de vida. “Riego mi cama
con lágrimas”. Este hombre está en una situación límite. Busca la
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
liberación. ¿A dónde acudir? “Escucha, Señor, mis sollozos”. La
confianza corona la oración: Acepta mi súplica.
Ant. Sálvame, Señor, por tu gran misericordia.
Misericordia, Señor, que desfallezco;
Cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo?
Vuélvete, Señor, libera mi alma,
sálvame por tu misericordia.
En el reino de la muerte
nadie te invoca;
¿quién te alabará en el abismo?
Estoy agotado de gemir;
de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas.
Mis ojos se consumen irritados,
envejecen por tantas contradicciones.
Señor, escucha mis sollozos;
escucha mis súplicas, Señor,
acepta mi oración.
Ant. Sálvame, Señor, por tu gran misericordia.
SALMO 8
Los salmos son oraciones, cantos, himnos y alabanzas… Este salmo es
un himno al Creador, y un canto al hombre creado a imagen de Dios, a
quien le entrega la creación: “Qué es el hombre para que te acuerdes
de él. Lo coronaste de gloria y dignidad y todo lo sometiste bajo sus
pies”. La gloria de Dios, su presencia, se revela en la creación; y hasta
los niños de pecho lo reconocen. Dios todo lo llena. Y el hombre, su
rostro, es la huella más perfecta, templo de Dios.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Ant. Señor, te canto con toda la creación.
Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos.
la luna y las estrellas que has creado,
¿Qué es el hombre
para que te acuerdes de él,
el ser humano para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los Ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando
sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies.
Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar
que trazan sendas por el mar.
Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ant. Señor, te canto con toda la creación.
SALMO 9
Este salmo es una pieza preciosa del pobre acorralado por el
prepotente. La acción de gracias y el canto en honor del Señor van
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
tejiendo el salmo con la súplica de cada una de las estrofas. Dios
nunca olvida el grito del pobre y humilde. La esperanza del humilde
nunca perecerá. Dios está cerca del dolor de sus hijos. Jesús sentía
compasión por todos los abandonados. Curaba toda enfermedad y
toda dolencia del pueblo. Aquí está Dios escuchando la súplica de los
atribulados. Técnicamente este salmo es más complejo.
Ant. Señor, tú jamás olvidas al pobre.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón
y proclamo tus maravillas.
Me alegro y exulto contigo.
Canto en honor de tu nombre, oh Altísimo.
Tú eres el refugio del oprimido.
En ti confían quienes conocen tu nombre
porque no abandonas a los que te buscan.
Cantad en honor del Señor,
proclamad sus hazañas a todos los pueblos.
Él no olvida el grito de los humildes.
Ten piedad, Señor,
mira cómo me afligen.
Levántame del umbral de la muerte
para que pueda cantar tus alabanzas
y gozar de tu salvación.
Tú jamás olvidas al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá.
Levántate, Señor.
Ant. Señor, tú jamás olvidas al pobre.
SALMO 12
Diálogo urgente –lamento- entre Dios y el hombre creyente; le acecha
la muerte. “¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? Estoy con el
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
corazón apenado todo el día”. El hombre se rinde ante Dios: “yo confío
en tu misericordia. Alegra mi corazón con tu auxilio”. Este es el núcleo
de la oración aunque el salmista exprese su dolor al sentirse
abandonado. Final precioso: “Cantaré al Señor por el bien que me ha
hecho”.
Ant. Dios mío, confío en tu misericordia.
¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuándo he de estar preocupado
con el corazón apenado todo el día?
Atiéndeme y respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos
para que no me duerma en la muerte.
Yo confío en tu misericordia.
Alegra mi corazón con tu salvación,
y te cantaré, Señor,
por el bien que me has hecho.
Ant. Dios mío, confío en tu misericordia.
Del Evangelio de San Juan. 4, 21 – 24.
Jesús dice a la Samaritana: «Créeme, mujer, que llega la hora en que,
ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo
que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos… Pero llega
la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos
adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre
que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben
adorar en espíritu y verdad.»
SALMO 14
Este salmo puede responder a una situación litúrgica o a una
experiencia personal del orante que vive en comunión con Dios. La
presencia del Señor se realiza en el templo, en su “tienda”, y de forma
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
excepcional en el corazón del humilde y sensato, que busca a Dios
en verdad. ¿Quién puede subir al monte del Señor? El hombre
honrado. Dios no habita en la falsedad ni en el desprecio, sino en el
bien. ¿Es posible encontrar a Dios en la injusticia, en la mentira, en la
superficialidad y corrupción? Dice Pablo a los cristianos de Roma que
el culto –la liturgia- que deben presentar a Dios es distinguir cuál es la
voluntad de Dios; lo bueno, lo agradable y perfecto.
Ant. Señor, ¿quién puede habitar en tu casa?
Señor, ¿quién puede entrar en tu casa
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia;
quien tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama a su hermano
y considera despreciable la maldad
y honra a los que buscan al Señor.
El que así obra nunca fallará.
Ant. Señor, ¿quién puede habitar en tu casa?
SALMO 15
El salmista goza de buena salud espiritual, ha tenido una experiencia
fuerte de Dios. Está lleno de alegría y desde lo más profundo de su ser
–corazón, entrañas- confía en Dios, está en sus manos. Vive bajo su
presencia. Dios es la mejor herencia para el salmista, es la alegría
perpetua. El aire que se respira en este salmo 15 es de optimismo y
esperanza. Toda la vida del salmista, aún pensando en la muerte, está
en las manos de Dios, no teme conocer la corrupción. La vida y la
muerte están en el Señor. Con este espíritu, ¡qué bien se puede orar
diciendo al Señor: “protégeme, Dios mío, que me refugio en ti!”
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Ant. Tú me sacias de gozo en tu presencia.
Protégeme, Dios mío,
que me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
Tú eres mi bien.
El Señor es el lote de mi heredad,
mi suerte está en su mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mi entrañas
y mi carne descansa serena.
No me abandonarás en la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Ant. Tú me sacias de gozo en tu presencia.
SALMO 16
Oración de súplica humilde de un inocente perseguido injustamente.
“En mis labios no hay engaño ni mi boca ha faltado, yo te invoco
porque tú me respondes”. Esta es la confesión del hombre creyente
que se acerca a Dios y le suplica para que le libere de todo peligro. “Tú,
Señor, inclina el oído, escucha mis palabras, tú me respondes”. Pero
no sólo con actitud de humildad el creyente se acerca a Dios; también
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
se presenta con espíritu familiar: “guárdame, Señor, como a la niña de
tus ojos, escóndeme a la sombra de tus alas”. En estos versos se respira
la humildad y la confianza familiar ante el Dios cercano, Padre que oye
a sus hijos.
Ant. Escóndeme, Señor, a la sombra de tus alas.
Señor, escúchame,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
en mis labios no hay engaño.
Aunque sondees mi corazón
visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí.
Mi boca no ha faltado.
Según tus mandamientos
yo me he mantenido
en la senda establecida.
Mis pies estuvieron firmes
en tus caminos
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes,
Dios mío.
Inclina el oído y escucha mis palabras,
muestra las maravillas de tu misericordia
a quien se refugia a tu derecha.
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
escóndeme a la sombra de tus alas.
Levántate, Señor, yo vengo a tu presencia
al despertar me saciaré de tu semblante.
Ant. Escóndeme, Señor, a la sombra de tus alas.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 17
Este salmo es largo, descriptivo, con rasgos históricos. El salmista
expresa ágilmente su amor y confianza en el Señor. Le libró de la
muerte, de muchos y graves peligros. El Señor es roca firme y baluarte
que protege; la única salvación y fuerza liberadora. “Me envolvían los
lazos de la muerte, invoqué al Señor y quedé libre de todo peligro”.
También aquí encontramos la cercanía de Dios. “Él alarga su mano y
me agarra…, y me enseña el camino recto”. Dios no está al margen
de la vida del hombre.
Ant. Yo te amo, Señor, te doy gracias.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío.
Mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de todo peligro.
Me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte,
invoqué al Señor,
grité a mi Dios,
y mi oración llegó a sus oídos.
Desde el cielo alargó la mano y me agarró;
el Señor fue mi apoyo,
me libró porque me amaba.
Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero.
Tú salvas al afligido.
26
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tu alumbras mis tinieblas.
Perfecto es el camino de Dios,
es escudo para los que se acogen a él.
Dios me ciñe de valor
y me enseña el camino recto.
Viva el Señor, bendita sea mi roca;
sea ensalzado mi Dios y Salvador
que me libró de todo peligro.
Por eso te daré gracias
y cantaré en honor de tu nombre.
Tuviste misericordia de mí.
Ant. Yo te amo, Señor, te doy gracias.
Del Evangelio de San Lucas. 18, 9 – 14.
Por algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, les
contó esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era
fariseo, el otro recaudador. El fariseo, de pie, oraba así en voz baja: Oh
Dios, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres,
ladrones, injustos, adúlteros, o como ese recaudador. Ayuno dos veces
por semana y pago diezmos de cuanto poseo. El recaudador, de pie y
a distancia, ni siquiera alzaba los ojos al cielo, sino que se golpeaba el
pecho diciendo: Oh Dios, ten piedad de este pecador. Os digo que
éste volvió a casa absuelto y el otro no. Porque quien se ensalza será
humillado y quien se humilla será ensalzado.
SALMO 18
Empieza el salmo con un canto de alabanza al Creador. La creación
entera es un pregón, un canto a Dios; revela su presencia y gloria; se
manifiesta también en sus leyes, como expresión de su voluntad: “La
ley del Señor es descanso del alma y alegra el corazón”. “Su norma es
27
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
límpida y da luz a los ojos”. ¿Qué nos dice la experiencia del que vive
bajo la mirada amorosa de Dios? A pesar de todo el orante está atento
a todo atisbo de arrogancia, vigila para no caer en la desgracia del
pecado. El salmista no quiere caer en la prepotencia del fariseo que va
al templo y se encuentra justificado por todo lo que hace. Presenta
ante Dios todos los méritos de la arrogancia y prepotencia, del saber y
entender. La clave está en la súplica, “absuélveme de lo que se me
oculta”.
Ant. Los mandamientos del Señor son rectos.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona
la obra de sus manos,
su pregón alcanza a toda la tierra.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable.
Los mandamientos del Señor
son verdaderos
y enteramente justos.
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.
28
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.
Preserva a tu siervo de la arrogancia
para que no me domine.
Así quedaré libre
del gran pecado.
Que te agraden las palabras de mi boca
y llegue a tu presencia
el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, Salvador mío.
Ant. Los mandamientos del Señor son rectos.
SALMO 21
Un hombre profundamente creyente, hundido y abatido, se presenta
ante Dios y le dice: “Soy un gusano, no un hombre, vergüenza y
desprecio de la gente; se burlan de mí. Tengo los huesos
descoyuntados. Mi corazón se derrite como cera en mis entrañas. Mi
garganta está seca como una teja y la lengua se me pega al paladar.
Me taladran las manos y los pies y puedo contar mis huesos”. ¿Puede
Dios quedar en silencio ante el grito de este hombre que se siente
abandonado de todos? “Nuestros padres” gritaban y quedaban libres,
confiaban y quedaban salvos. En la segunda parte del salmo se repite
sin cesar la acción de gracias y la alabanza porque Dios salva y libera.
Muchos afirman que Jesús pronunció este salmo desde la cruz. Jesús
era un judío religioso y sin duda alguna sabía de memoria las oraciones
y salmos del pueblo creyente. Es fácil que en aquel momento, mirando
a los cielos, pronunciara unas cuantas frases de este salmo o de otros.
Él depositó durante su vida una confianza absoluta en el Padre. No
necesitaba respuesta inmediata. Estaba en sus manos. “A tus manos
encomiendo mi espíritu”.
29
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Ant. Señor, no me abandones.
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
A pesar de mis gritos
mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día te grito y no me respondes;
de noche y no me haces caso.
En ti confiaban nuestros padres;
confiaban y los ponías a salvo;
a ti gritaban y quedaban libres;
en ti confiaban y no los defraudaste.
Pero yo soy un gusano, no un hombre,
vergüenza de la gente, desprecio del pueblo;
al verme se burlan de mí.
“Acudió al Señor:
¡Que lo ponga a salvo!
¡Que lo libre, si tanto lo quiere!”
Tú, Señor, me sacaste del vientre materno,
me confiaste a los pechos de mi madre.
Desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos que el peligro está cerca.
Estoy como agua derramada,
tengo los huesos descoyuntados;
mi corazón se derrite
como cera en mis entrañas.
Mi garganta está seca como una teja,
la lengua se me pega al paladar,
me aprietas contra el polvo de la muerte.
30
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Me taladran las manos y los pies
y puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes,
se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a socorrerme.
Líbrame a mí de la espada,
salva a este pobre de la garra del mastín.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo.
Tú no has sentido desprecio ni repugnancia
hacia el pobre desgraciado.
No le escondiste tu rostro
y cuando pidió auxilio lo escuchaste.
Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea:
cumpliré mis votos delante de sus fieles
y alabarán al Señor los que le buscan.
Ant. Señor, no me abandones.
SALMO 22
Este salmo 22 es una expresión bella –parábola- que recoge escenas
de la vida agrícola del pueblo: el pastor conduce a sus ovejas hasta
las praderas, a las fuentes de agua fresca y al reposo. Nunca las
abandona. El Pastor, Dios, conduce a su pueblo, lo alimenta y
perfuma, y lo rodea de bondad y misericordia todos los días. Este
salmo es un acto de fe y confianza del hombre creyente. ¡Hermoso
pensamiento sobre Dios! Dios es el pastor que mima a sus ovejas. Jesús
31
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
recoge esta misma imagen; más todavía; es la misma vida
entregada, hecha pan, bondad, compasión y misericordia.
Ant. Tu bondad y misericordia me acompañan siempre.
El Señor es mi pastor, nada me falta,
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras
nada temo, porque tú vas conmigo,
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
me unges la cabeza con perfume
y mi copa rebosa de alegría.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida.
Habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Ant. Tu bondad y misericordia me acompañan siempre.
De San Pablo a los Romanos. 8, 26 - 27
De ese modo el Espíritu socorre nuestra debilidad. Aunque no
sabemos pedir como es debido, el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos inarticulados. Y el que sondea los corazones
sabe lo que pretende el Espíritu cuando suplica por los consagrados
de acuerdo con Dios.
32
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 23
Este salmo es un canto procesional. El creyente camina hacia la casa
del Señor y con el corazón en la mano se pregunta: ¿quién puede
habitar en la casa del Señor? La respuesta es clara y contundente: el
hombre de manos inocentes; el que procede honradamente y vive en
rectitud con el prójimo. Esto recuerda la frase de Jesús. El amor, la
adoración y alabanza a Dios están estrechamente ligados con el amor
al prójimo. Nos dice Jesús: cuando vayas a poner la ofrenda en el altar,
y allí mismo te acuerdas de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja
la ofrenda y primero reconcíliate con tu hermano. Al Padre hay que
adorarlo en espíritu y en verdad. Con un corazón recto.
Ant. El hombre de manos inocentes habitará en la casa del Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en su casa?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
quien no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor
y alcanzará la salvación.
Estos son los que buscan al Señor
y vienen a su presencia.
Ant. El hombre de manos inocentes habitará en la casa del Señor.
SALMO 24
Oración confiada y súplica de perdón: “En ti confío, Dios mío; los que
esperan en ti no quedan defraudados”. El salmista se apoya en la
bondad misericordiosa de Dios: “su ternura y misericordia son eternas”.
33
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
El humilde mira al Señor porque es bueno, recto y sus caminos son
misericordia y lealtad. Este salmo es un acto de fe del creyente en la
misericordia del Señor. En este camino de oración encontraremos
repetidamente que su bondad, ternura y misericordia permanecen
para siempre. Jesús así nos reveló al Padre.
Ant. Tu bondad y misericordia son eternas.
A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado
pues los que esperan en ti
no quedan defraudados.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame porque tú eres
mi Dios y Salvador
y todo el día estoy esperándote.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y recto
y enseña el camino a sus hijos;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña sus caminos a los humildes.
Las sendas del Señor
son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
34
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas que son muchas.
Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí
que estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados.
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado
de haber acudido a ti.
La inocencia
y la rectitud me protegerán
porque espero en ti, Señor.
Salva, Señor, a tus fieles.
Ant. Tu bondad y misericordia, son eternas.
SALMO 26
La súplica y la confianza se repiten en cada una de las estrofas del
salmo. El orante deposita su fuerza en el Señor. “el Señor es mi luz y
salvación, ¿a quién temeré? No tiembla, no duda. Insiste: No me
abandones, no me deseches, no me escondas tu rostro.
Respóndeme. Impresiona la fortaleza y el ánimo del salmista, su
empuje en la súplica confiada, multiplicando expresiones, aunque
sean repetitivas. Más todavía; la confianza llega al extremo: “si mi
padre y mi madre me abandonan el Señor me recogerá”. El creyente
no duda del Señor Dios. Espera gozar de la dicha del Señor.
Ant. El Señor es mi luz.
35
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
todos los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
viviendo en su templo.
Escúchame, Señor, que te llamo,
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces a tu siervo
porque eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan
el Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
Ant. El Señor es mi luz.
36
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 27
“Líbrame, Señor, te invoco, Roca mía”. Es la súplica del hombre
creyente. Le pide al Señor que lo auxilie y lo libre de todo mal, de los
enemigos, de los que llevan la maldad en el corazón. Poco a poco
apreciamos que la oración de súplica confiada en el Señor se repite. El
hombre se siente muy limitado, le rodean los problemas, el dolor, el
sufrimiento, las dudas… ¿A quién puede recurrir? Dios es la única
esperanza, por eso le canta agradecido.
Ant. El Señor escucha mi voz suplicante.
A ti, Señor, te invoco,
Roca mía, no seas sordo a mi voz.
Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santo templo.
Bendito el Señor que escuchó
mi voz suplicante.
El Señor es mi fuerza y escudo,
mi corazón confía en él.
Me socorrió y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.
El Señor es fuerza para sus fieles,
apoyo y salvación.
Sálvanos, Señor, y bendice tu heredad,
sé su pastor y guíalos siempre.
Ant. El Señor escucha mi voz suplicante.
Del Evangelio de San Marcos. 1, 14 – 15.
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y
proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el
Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.
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Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 29
Un enfermo ora al Señor. Está al borde del abismo y de la muerte, ya
está perdido. No encuentra salida alguna, “sólo en tu bondad, Señor,
me apoyaba”. Y qué bien describe el final, “cambiaste mi luto en
danza, me has vestido de fiesta”. A pesar del dolor, del llanto y de la
muerte se impone siempre la fe – confianza – en el Dios que salva. La
oración del salmista culmina: “Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado, te doy gracias por siempre”. ¡Cuántos se acercaron a Jesús
destrozados por la enfermedad o por el pecado y encontraron
salvación! Jesús les decía: ten fe. Después glorificaban a Dios porque
nunca habían visto cosa igual.
Ant. Te ensalzaré, Señor, tú me has librado.
Señor, Dios mío, a ti grité
y tú me salvaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando estaba perdido.
Tocad para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo
que su bondad es eterna.
Al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana el júbilo.
Yo pensaba muy seguro
no vacilaré jamás.
En tu bondad, Señor, me apoyaba
pero escondiste tu rostro
y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
Escucha, Señor, y ten piedad de mí,
Señor, socórreme.
38
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Cambiaste mi luto en danza,
me has vestido de fiesta.
Te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío,
te daré gracias por siempre.
Ant. Te ensalzaré, Señor, tú me has librado.
SALMO 30
El salmo 30 presenta la oración de un hombre enfermo, anciano y
perseguido… Confía profundamente en Dios. Está destrozado: “mis
ojos se consumen de dolor, mi garganta y mis entrañas…, me han
despreciado como un cacharro inútil…, todos se ríen de mí”. Más no
se puede decir. Describe real y dramáticamente su situación: “Oigo el
cuchicheo de la gente y todo me da miedo”. Para este hombre la
única ayuda es el Señor y así termina el salmo, insuperable final: “a tus
manos encomiendo mi espíritu… Yo confío en el Señor, su misericordia
es mi gozo y alegría.” Estas palabras las ponen en boca de Jesús
cuando estaba en la cruz. El Hijo de Dios perseguido por los hombres,
asumiendo el dolor, como todos los hombres, -varón de dolores- se
pone también en las manos del Creador. “En tus manos encomiendo
mi espíritu”.
Ant. Tú eres mi Dios, en ti confío.
A ti, Señor, me acojo:
no quede nunca defraudado;
tú que eres justo ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí.
Ven de prisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte.
Por tu nombre dirígeme y guíame,
líbrame de todo peligro,
porque tú eres mi amparo.
39
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
A tus manos encomiendo mi espíritu,
tú, el Dios leal, me librarás.
Yo confío en ti, Señor;
tu misericordia es mi gozo y alegría.
Te has fijado en mi aflicción,
velas por mi vida.
Has puesto mis pies en un camino ancho.
Piedad, Señor, que estoy en peligro,
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas.
Mi vida se gasta en el dolor,
mis años en los gemidos;
mi vigor decae con las penas,
mis huesos se consumen.
Soy la burla de todos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado
como un cacharro inútil.
Oigo el cuchicheo de la gente
y todo me da miedo.
Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: Tú eres mi Dios.
En tus manos está mi vida,
líbrame de todo peligro.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen.
40
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Bendito eres, Señor,
tú has hecho prodigios de misericordia,
escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.
Amad al Señor, fieles suyos,
sed fuertes y valientes de corazón
los que esperáis en el Señor.
Ant. Tú eres mi Dios, en ti confío.
Evangelio de San Marcos. 1, 32 – 39.
Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y
endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús
curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y
expulsó muchos demonios… De madrugada, cuando todavía estaba
muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a
hacer oración. Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y
expulsando los demonios.
41
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 31
“Quien confía en el Señor le rodea la misericordia”. Así termina el salmo,
y con una aclamación gozosa para los rectos de corazón: “alegraos,
justos, en el Señor”. Este final es el sentimiento profundo del hombre
que confiesa su pecado, y siente la dicha de la bondad misericordiosa
de Dios. “Había pecado, lo reconocí, no te oculté mi delito”. Este salmo
es una escuela de humildad, que, a imagen del publicano del
Evangelio, se presenta ante Dios; ni se atreve a levantar la cabeza. El
publicano marcha del templo justificado, no así el fariseo.
Quien confía en el Señor le rodea la misericordia.
Dichoso el que está absuelto de su culpa
y a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
me propuse confesar al Señor mi culpa,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Quien confía en el Señor
le rodea la misericordia.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
aclamadle los de corazón sincero.
Quien confía en el Señor le rodea la misericordia.
SALMO 32
Este salmo es un canto de alabanza y acción de gracias de toda la
asamblea al Señor porque es bueno, y su misericordia llena toda la
tierra. Dios mira a todos sus hijos y los libra de todo peligro; los reanima
en todo momento. El pueblo, la asamblea, espera en el Señor. El final
es un acto de confianza en la bondad de Dios: “Que tu misericordia,
42
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti”. La oración de
los salmos no siempre es individual; repetidamente el salmista invita a
la asamblea a la oración, al canto de alabanza o acción de gracias. El
pueblo de Dios, hoy la Iglesia, asamblea santa –Cuerpo de Cristo- se
congrega con los fieles para el canto y la alabanza, para la
celebración. En el libro de los Hechos está clara la referencia de la
congregación de los bautizados para escuchar la Palabra, la Oración
y la Fracción del pan.
Cantad al Señor un cántico nuevo.
Aclamad justos al Señor
que merece la alabanza de sus fieles.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas,
cantadle un cántico nuevo.
La palabra del Señor es sincera
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho
y su misericordia llena la tierra.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra.
Él modeló cada corazón
y comprende todas sus acciones.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia
para librar sus vidas del peligro
y reanimarlos en todo momento.
Nosotros aguardamos al Señor,
él es nuestro auxilio y escudo;
43
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros
como lo esperamos de ti.
Cantad al Señor un cántico nuevo.
SALMO 33
El hombre bueno y piadoso bendice y alaba al Señor. Al mismo tiempo
invita a vecinos y amigos, a los fieles del Señor, a la bendición y
alabanza: “proclamad conmigo la grandeza del Señor”. Este hombre
bueno y creyente dialoga con el Señor, “le consulta y le responde”.
Cuantos se acerquen a él no marcharán defraudados. “Porque si el
afligido invoca al Señor, lo escucha y lo libra de sus angustias”. El
salmista ahora se plantea el problema de cómo ser feliz y dichoso. La
sabiduría humana y popular indica el camino para ser feliz: “Obra el
bien, apártate del mal, guarda tu lengua y tus labios de toda mentira y
falsedad, busca la paz y corre tras ella”. Lección más que suficiente.
Termina el salmo invitando a la confianza. “El Señor está cerca de los
atribulados y abatidos; cuida de todos sus huesos. El Señor salva a sus
siervos”. La fe y confianza absoluta en Dios es lo que se respira a través
de todo el salmo; a la vez que la experiencia y cercanía de Dios.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor,
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
44
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor él lo escucha
y lo libra de sus angustias.
El Señor está
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Venid, hijos, escuchadme,
os instruiré en el camino del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos.
Cuando uno grita el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
el Señor lo libra de todos;
él cuida de todos sus huesos,
ni uno solo se quebrará.
El Señor salva a sus siervos,
a todos los que se acogen a él.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
45
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Del Evangelio de San Lucas. 4, 16 – 19.
Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en
la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le
entregaron el volumen del profeta Isaías y, desenrollando el volumen,
halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me
ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de
gracia del Señor.
46
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 37
Oración del enfermo y afligido, del perseguido y del pecador…¿Qué
bien describe la situación! “Mis llagas están podridas y supuran, por
causa de mi insensatez voy encorvado y encogido”. ¿El salmista está
enfermo físicamente o le aflige su pecado? “Yo confieso mi culpa, me
aflige mi pecado”. Reconoce que está destrozado, solo; sus amigos y
parientes se alejan de él, tan alejado que es como un ciego y sordo
que no ve ni oye. “Hasta le falta la luz de los ojos”. Aquí se respira la
humildad del creyente en Dios, el único que puede salvar. Modelo de
oración, de humildad y confianza, a pesar del pecado.
Yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado.
Señor, tu mano pesa sobre mí.
No hay parte ilesa en mi carne
ni tienen descanso mis huesos
a causa de mis pecados.
Mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son un peso superior a mis fuerzas.
Mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez;
voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío.
Tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne,
estoy agotado, destrozado.
Señor, mis gemidos no se te ocultan,
siento palpitar mi corazón;
me abandonan las fuerzas
y me falta la luz de los ojos.
Mis amigos y compañeros se alejan de mí.
Mis parientes se quedan a distancia.
Me tienden lazos los que atentan contra mí,
47
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
los que desean mi daño
me amenazan de muerte.
Todo el día murmuran traiciones.
Pero yo, como un sordo, no oigo,
como un mudo no abro la boca,
soy como uno que no oye
y no puede replicar.
En ti, Señor, espero,
tú me escucharás, Señor, Dios mío.
Mi pena no se aparta de mí.
Yo confieso mi culpa,
me aflige mi pecado.
No me abandones, Señor,
Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.
Yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado.
SALMO 38
Reflexión un tanto trágica y realista de la vida: ¿cuál es la medida de
mis años? “El hombre se pasea por la vida como un fantasma”…, no
es más que un soplo; atesora sin saber para quién. El hombre creyente
a pesar de sentir la tragedia de la existencia acude a Dios: “Escucha,
Señor, mi oración, haz caso de mis gritos, no seas sordo a mi llanto”.
“Señor, dame respiro antes de que marche para no ser”. Este hombre
lucha en su interior. ¿Qué sentido tiene la lucha, el trabajo, la fatiga, el
dolor, el sufrimiento…, y toda clase de éxitos si después el hombre se
marcha “para no ser”? El salmista termina: “Mi esperanza está en ti”.
Señor, huésped tuyo soy.
48
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años
para que comprenda lo caduco que soy.
Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo;
pasa como una sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza,
líbrame de mis iniquidades.
Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto.
Soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Señor, huésped tuyo soy.
SALMO 39
El salmista canta al Señor un himno de acción de gracias, le ha librado
de la “charca fangosa”. El hombre es dichoso si confía en el Señor. En la
mayoría de los salmos la oración de confianza en Dios es insistente.
Pero algo nuevo presenta este salmo 39: el sacrificio y holocausto que
le agrada al Señor es cumplir su voluntad, y no los sacrificios de los
becerros. La ley del Señor está gravada en el corazón. Sigue el salmista
proclamando la fidelidad de Dios en la asamblea litúrgica. El salmo
termina con un acto de humildad: “soy pobre y desgraciado”, pero el
Señor me cuida, es mi liberación. En este salmo como en otros el
orante siente los empujones de familiares, amigos, conocidos…,
49
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
muchos le hacen el mal. Piensa, reflexiona, se da cuenta de que ante
Dios no merece la pena la guerra y la enemistad. Confía en el Señor y
es dichoso. “Sólo Dios basta”.
Proclamo la salvación del Señor ante la gran asamblea.
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca
y aseguró mis pasos.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Son muchos los que confían en el Señor.
Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío.
¡Cuántos planes a favor nuestro!
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído.
No pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo
aquí estoy para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero
y llevo tu ley en mis entrañas.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
50
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.
He contado tu fidelidad y tu salvación,
tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.
Señor, no me cierres tus entrañas,
que tu misericordia y tu lealtad
me guarden siempre.
Son muchas mis culpas,
más que los pelos de mi cabeza.
Señor, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan.
Digan siempre: ¡Grande es el Señor!
Los que desean tu salvación.
Yo soy pobre y desgraciado
pero el Señor se cuida de mí.
Tú eres mi auxilio y mi liberación,
Dios mío, no tardes.
Proclamo la salvación del Señor ante la gran asamblea.
Del Evangelio de San Juan. 10, 10…
Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas… Yo soy el
buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí… y doy
mi vida por las ovejas.
SALMO 40
En estos versículos del salmo 40 apreciamos que el hombre es feliz y
dichoso cuidando al pobre y desvalido. Lo que engrandece al hombre
51
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
es el amor, y muy especialmente el amor para con el necesitado. Estos
versículos terminan alabando y bendiciendo al Señor.
Señor, sáname, apiádate de mí.
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
el Señor lo guarda y conserva en vida
para que sea dichoso en la tierra.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: Señor, ten misericordia,
sáname porque he pecado contra ti.
Tú, Señor, apiádate de mí.
Bendito el Señor, Dios nuestro,
ahora y por siempre. Amén, amén.
Señor, sáname, apiádate de mí.
SALMO 41
El salmo 41, que guarda cierta unidad con el 42, empieza con una
expresión muy gráfica, la búsqueda de Dios. El ansia de contemplar su
rostro es como el deseo de la cierva que busca las corrientes de agua
para saciar la sed. Esto es lo que ambiciona el hombre que vive la
lejanía de Dios, la soledad y la flaqueza. En esta situación, recuerda los
días gozosos del encuentro con el Señor en el templo; aunque las
lágrimas, (problemas, dificultades, contrariedades, enfermedad,
soledad, traición, enemistades, hasta el pecado) sean el pan de cada
día. El orante, a pesar de la lucha interior, confía en el Señor, volverá de
nuevo a cantar sus alabanzas. “Espera en Dios que volverás a
alabarlo”.
Espera en el Señor, volverás a alabarlo.
52
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Como busca la cierva
corrientes de agua
así mi alma te busca
a ti, Dios mío.
Tiene sed de Dios,
del Dios vivo,
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten
¿dónde está tu Dios?
Recuerdo otros tiempos
y desahogo mi alma conmigo,
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo,
Salud de mi rostro, Dios mío.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío?
53
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Se me rompen los huesos.
Todo el día me preguntan:
¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué te acongojas , alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo,
salud de mi rostro, Dios mío.
Espera en el Señor, volverás a alabarlo.
SALMO 42
Para el salmista Dios es el Dios de la alegría, el que habita en el monte
santo. ¿Por qué ahora siente el rechazo de Dios? Alma mía no te
acongojes, espera en el Señor. La confianza en Dios se repite
constantemente. La fe y la confianza se dan la mano.
Me acerco al altar de Dios con cantos de alegría.
Oh Dios, sálvame.
Tú eres mi Dios y protector,
envía tu luz y tu verdad,
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
¿Por qué te acongojas alma mía,
por qué te turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
Salud de mi rostro, Dios mío.
Me acerco al altar de Dios con cantos de alegría.
54
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 46
Invitación a todos los pueblos a la alabanza y al canto: “Pueblos todos,
batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo”. A partir de esta
invitación a la alabanza divina surge la pregunta. ¿El sentimiento
religioso es solamente de unos pocos? ¿La búsqueda de Dios desde
cuándo existe en el corazón del hombre? ¿No es verdad que la religión,
por un motivo o por otro, ha movido a los pueblos? Qué bien lo expresa
el salmo invitando al canto y a la alabanza a todos los pueblos. Dios
está con todos los pueblos.
Cantad al Señor con gritos de júbilo.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo
porque el Señor es sublime,
Dios de toda la tierra.
Tocad para Dios, tocad,
tocad para el Señor, tocad,
tocad con maestría.
Dios está con todos los pueblos.
Cantad al Señor con gritos de júbilo.
Evangelio de San Mateo. 5, 1 – 12.
Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los
discípulos. Tomó la palabra y los instruyó en estos términos: Dichosos los
pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos
los afligidos, porque serán consolados. Dichosos los desposeídos,
porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de
justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque
serán tratados con misericordia. Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se
llamarán hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa del bien,
porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos vosotros cuando os
55
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad
alegres y contentos pues vuestra paga en el cielo es abundante. De
igual modo persiguieron a los profetas que os precedieron.
56
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 49
Este salmo es una clase sencilla y diáfana de espiritualidad. ¿Qué pide
Dios al hombre creyente? ¿Sacrificios de becerros y de cabritos? Dios
no necesita ese tipo de liturgias. La alabanza, la oración humilde, la
acción de gracias, cumplir los votos al altísimo, es lo que le agrada. La
liturgia de torcer la cabeza de un lado para otro como un junco, y
después correr con el ladrón, mezclarse con el adúltero…, hablar en
contra del hermano, eso no le agrada al Señor. ¿Me voy a callar, dice el
Señor? “El que sigue el buen camino le haré ver la salvación”.
Cumple tus votos al Altísimo.
Escucha, pueblo mío,
voy a hablarte,
yo, Dios, tu Dios.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa
ni un cabrito de tus rebaños
pues las fieras de las selvas son mías
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo.
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo.
Invócame el día del peligro
y te libraré, y tú me darás gloria.
¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?
Cuando ves a un ladrón corres con él,
te mezclas con los adúlteros,
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño.
57
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces. ¿Me voy a callar?
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
Cumple tus votos al Altísimo.
SALMO 50
El hombre penitente después del pecado se acerca a Dios y le suplica
el perdón: “borra mi culpa por tu bondad, por tu inmensa compasión”.
Muy importante este rasgo: La bondad de Dios brota de sus entrañas,
de lo más íntimo de su ser, y se manifiesta en la compasión y el perdón.
Efectivamente. Reconocer el pecado, el delito, con el corazón recto,
es el camino necesario e imprescindible para acercarse a Dios;
siempre será la bondad de Dios “lo que impulsa al pecador a la
conversión”. El creyente –penitente- se pone en camino porque sabe
que Dios es misericordia, y es su bondad y compasión quienes
infunden confianza. A Dios le gusta un corazón recto y sincero. Este es el
sacrificio que le agrada, y no los sacrificios de becerros. Cuántas veces
recuerda Jesús que la rectitud y la humildad son el preámbulo para el
encuentro con Dios. Sirva de ejemplo la oración del publicano y el
fariseo en el templo. Las copas y vasijas no hay que limpiarlas por fuera,
sino por dentro… Por eso el salmista suplica al Señor que lo renueve
interiormente. Este es el sacrificio que Dios acepta. Desde aquí brota el
canto a la misericordia de Dios, y que se abran los labios para
proclamar su alabanza. Este salmo 50 es una escuela de espiritualidad
cristiana. En este salmo están plasmados muchos pensamientos y
actitudes de Jesús.
Cantaré al Señor por su bondad y misericordia.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
58
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado;
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con hisopo, quedaré limpio,
Lávame, quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
Dios, Salvador mío.
Mi lengua cantará tu misericordia,
me abrirás los labios
y mi boca proclamará tu alabanza.
Ahora te presento mi sacrificio,
el dolor de mi espíritu,
porque tu no desprecias
un corazón destrozado y humillado.
Cantaré al Señor por su bondad y misericordia.
59
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 54
“Poema patético e intenso”. Oración –súplica- llena de un gran
realismo. El orante se encuentra en una situación límite, agitado y
perseguido por enemigos, y hasta por un gran amigo y confidente. El
salmista, envuelto en “pavor mortal”, pide a Dios que lo libere, que
escuche su oración. Si pudiera huir y volar como un águila, marcharía
al desierto para liberarse del huracán y de la tormenta. (La violencia
también está en la ciudad, crueldad y engaño que no se apartan de
sus calles). “Yo invoco a Dios y el Señor me salva por la mañana, a
mediodía y al atardecer”. “Dios escucha mi voz, en paz rescata mi
alma. Yo confío en ti, Señor”. Es fundamental subrayar la fe-confianza
de estos hombres. Sólo en Dios ponen la salvación. No encuentran
respuesta inmediata; no importa; saben que en Dios está la salvación.
Jesús sufrió la persecución hasta la cruz. La historia de la Iglesia
también está escrita con sangre. Seguir a Jesús significa lucha y
fortaleza, seguir sus mismas huellas. “Confía y no temas”; ahí está la
salvación. (Ya)
La paz de Dios rescata mi alma.
Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica;
hazme caso y respóndeme,
me agitan mis ansiedades.
Se me retuercen dentro las entrañas,
me sobrecoge un pavor mortal,
me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto.
Y pienso:
¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto.
Me pondría a salvo de la tormenta,
del huracán que me devora, Señor.
60
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Yo invoco a Dios
y el Señor me salva,
por la tarde, en la mañana,
al mediodía.
Dios escucha mi voz,
su paz rescata mi alma
de la guerra que me rodea.
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás
que el justo caiga.
Yo confío en ti.
La paz de Dios rescata mi alma.
Del Evangelio de San Marcos. 2, 15 – 17.
Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos
publicanos y pecadores estaban con Jesús y sus discípulos, pues eran
muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía
con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: “¿Qué? ¿Es
que come con los publicanos y pecadores?” Al oír esto Jesús, les dice:
“No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no
he venido a llamar a justos, sino a pecadores.”
SALMO 55
Este salmo 55 es la oración confiada de un hombre perseguido. (Son
muchos los enemigos que tengo, me acechan, me espían). “Yo
confío en ti, Señor, no temo, qué podrá hacerme un mortal”. El orante
se compromete a vivir rectamente, a cumplir los votos que hizo a Dios,
a caminar en su presencia.
Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
61
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Misericordia, Dios mío.
Levántame en el día terrible,
yo confío en ti.
En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo,
Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre,
Señor, Dios mío, yo te invoco.
En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo,
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias
porque me libraste de todo peligro.
Caminaré en presencia del Señor
a la luz de la vida.
Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
SALMO 56
Dice el salmista: mírame, Señor, vuelve tu corazón, tus entrañas de
padre y madre, me siento en tu regazo. La fe y la confianza se repiten.
Esto nos obliga a pensar que los salmos son oraciones llenas de un gran
sentimiento filial. Es el hijo que mira al padre o está sentado en el
regazo de la madre. Y el salmista, aunque esté rodeado de “leones y le
hayan tendido una trampa”, puede cantar y tocar para el Señor;
porque la bondad y fidelidad de Dios permanece para siempre.
Te cantaré, Señor, ante los pueblos.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
62
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí;
desde el cielo me enviará la salvación,
me enviará su gracia y su lealtad.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
que tu gloria llena la tierra.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones
por tu bondad,
que es más grande que los cielos,
por tu fidelidad
que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío.
Tu gloria llena la tierra.
Te cantaré, Señor, ante los pueblos.
SALMO 60
Oración breve. El salmista se acerca a Dios sabiendo que le escucha,
aunque esté lejos. “Te invoco desde el confín de la tierra…” Admirable
la fe y confianza del salmista; aunque tenga el corazón abatido, no
teme, vive bajo las alas del Señor.
Habitaré al amparo de tus alas.
Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi súplica.
63
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Te invoco desde el confín de la tierra
con el corazón abatido.
Tú eres mi refugio.
Habitaré siempre en tu morada,
refugiado al amparo de tus alas;
porque tu, oh Dios, me escuchas
y me das la heredad
de los que veneran tu nombre.
Yo cantaré siempre en tu honor
y cumpliré mis votos día tras día.
Habitaré al amparo de tus alas.
SALMO 61
Ante Dios ¿qué significa el poder, la riqueza, los años de la vida? Todo es
como un soplo, apariencia, pura mentira. La actitud del salmista nos es
negativa: piensa, reflexiona…, su experiencia le indica la
temporalidad de la vida y de las cosas. Dios es el que permanece para
siempre, y en él encuentra la fuerza. El hombre creyente descansa en
el Señor, de él viene la salvación.
Descansa en el Señor, alma mía.
Sólo en Dios descansa mi alma
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar; no vacilaré.
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón
que Dios es nuestro refugio.
64
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia,
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.
Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia.
Descansa en el Señor, alma mía.
Del Evangelio de San Mateo. 18, 12 – 14.
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una
de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en
busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad
que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no
descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre
celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.
65
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 62
El salmo 62 es una expresión viva del hombre creyente, que vive en
comunión estrecha con Dios y ansía el encuentro con él. Lejos de su
mirada es como tierra reseca, agostada y sin agua. En el descanso de
la noche, de madrugada, o a mediodía, siempre está bajo las alas de
Dios. Goza en su presencia. Fe, confianza, cercanía y comunión con
Dios se repiten de continuo. Jesús oraba al Padre al atardecer, de
noche o de madrugada.
Mis labios te alabarán jubilosos.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti,
mi carne tiene ansia de ti
como tierra reseca, agostada, sin agua.
Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria.
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote;
mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti
porque fuiste mi auxilio
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti
y tu diestra me sostiene.
Mis labios te alabarán jubilosos.
SALMO 64
Este salmo parece estar dividido en dos partes. Todo él es una
alabanza a Dios Creador. El canto de alabanza y súplica primero se
66
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
dirige a Dios. Él perdona los delitos y es la esperanza de los pueblos.
Sigue el canto al Creador por los campos, las cosechas, el agua que
corre por las acequias y praderas, por los trigos y rebaños. Preciosa
alabanza al Dios Creador.
Tú mereces un canto de alabanza.
Oh Dios, tú mereces un canto de alabanza
en tu santo templo.
Tú escuchas nuestras súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas.
Nuestros delitos nos abruman
pero tú los perdonas.
Dichoso al que tú llamas
para vivir en tus atrios.
Que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Tú eres nuestro Salvador,
esperanza de los pueblos.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales.
Riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia.
Rezuman los pastos del páramo
y las colinas se orlan de alegría;
67
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
las praderas se cubren de rebaños
y los valles se visten de mieses
que aclaman y cantan.
Tú mereces un canto de alabanza.
SALMO 65
El creyente canta a Dios, le da gracias e invita a todos a su mismo
cántico. Los sentimientos del hombre ante Dios se repiten: Cantar,
tocar instrumentos, postrarse en tierra… Así actúa el hombre que pone
su confianza en el Señor. Él es la única salvación y merece la alabanza
de todos los pueblos, de toda la tierra. Muchos son los versículos de
otros salmos que invitan a la creación al canto: la luz, las aguas, los
pájaros, las bestias del campo. Dios libera, merece la alabanza de sus
fieles.
Cantad las alabanzas del Señor.
Aclamad al Señor, tierra entera,
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos de gloria.
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en su honor,
que toquen para su nombre.
Venid a ver las obras de Dios
en favor de los hombres.
Alegrémonos con Dios
que gobierna eternamente.
Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.
68
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Entraré en tu casa con cantos
para cumplir los votos
que mis labios pronunciaron
y mi boca prometió en el peligro.
Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo,
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.
Dios me escuchó
y atendió mi voz suplicante.
Bendito sea Dios
que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.
Cantad las alabanzas del Señor.
Del Evangelio de San Lucas. 15, 8 – 10 y 6, 36 – 38.
¿Qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una
lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la
encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y
dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había
perdido." Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los
ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta…. Sed
compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis
juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis
perdonados.
SALMO 66
Este salmo 66 es un cántico de alabanza y acción de gracias. “Que
todos los pueblos canten al Señor”. Se repiten los mismos elementos de
canto, alabanza y acción de gracias. Sin embargo, el hombre en este
salmo suplica que Dios le bendiga. Es la novedad. Al mismo tiempo
69
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
esta bendición es extensible a toda la comunidad. Es notoria la
espontaneidad del creyente: “que canten de alegría las naciones”.
Esta palabra, normal en nuestra conversación, es todo un gesto. En el
canto y la alabanza la persona en su totalidad expresa los sentimientos
a Dios Padre. No son palabras que brotan de los labios, es la persona la
que se dirige al Señor. El creyente se encuentra con Dios en todos los
acontecimientos de la vida, lo siente muy cerca, y hasta en los frutos
de la tierra. (La oración, y más si está acompañada del canto, es un
encuentro de la persona con Dios)
Que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga;
que le canten
hasta los confines de la tierra.
Que todos los pueblos te alaben.
70
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 67
Los justos rebosan de alegría; ¿por qué? Dios es el padre de los
huérfanos, el protector de las viudas, prepara casa para los desvalidos,
libera a los cautivos…, alivia la tierra extenuada y la prepara para los
pobres… Nuestro Dios es un Dios que salva, él lleva nuestras cargas.
¿Cómo definir este salmo? Dios Padre es el Creador y Señor de todos;
mira con ojos de bondad al pobre y afligido. Su mirada está en el
desvalido. Esta es la fe del creyente, que siente la cercanía de Dios en
todo momento de la vida y muy principalmente en el dolor y
tribulación. Dios se manifiesta y se revela como amigo del hombre, del
bien, de su vida. Vela por todos los que sufren. La postura del hombre
creyente –justo- es gozar, alegrarse en el Señor; su bondad sale al
encuentro del hombre. Dios es amigo de la vida, no del dolor y
sufrimiento. Jesús nos revela esta maravillosa realidad: “venid a mí
todos los cansados y atribulados…”
Bendito sea Dios, él nos da la salvación.
Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosan de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor,
alfombrad el camino
porque viene el Señor.
Alegraos, justos, en su presencia.
Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
El Señor prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece.
Derramaste en tu heredad, oh Dios,
una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada
y tu rebaño habitó en la tierra
71
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
que tu bondad, oh Dios,
preparó para los pobres.
Bendito el Señor cada día.
Dios lleva nuestras cargas,
es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios
nos hace escapar de la muerte.
Dios sea bendito.
Bendito sea Dios, él nos da la salvación.
SALMO 68
El salmista describe la situación de un hombre hundido y abatido por el
desprecio. ¿El pecado es la causa de tanto gritar al Señor? Tiene ronca
la garganta. Su vida está ante Dios, a quien no se le oculta nada. La
bondad y compasión del Señor le invitan a la oración. El orante es “un
pobre malherido”. (Algunos versículos recuerdan los últimos momentos
de la muerte de Jesús, abandono, desprecio, “se burlan y se ríen de
mi”…, “le dan a beber hiel y vinagre”). No quiere que por su causa los
creyentes marchen defraudados de la presencia de Dios; más bien,
pide que los humildes se alegren en el Señor. “Dios escucha a sus
pobres, no desprecia a los cautivos”. Sorprende la fe de este hombre.
No sabemos cuál es su situación: ¿enfermedad, pecado –delito-,
persecución, desprecio…? Siente muy cerca la bondad y ternura de
Dios. El salmista termina invitando a los pobres a la confianza. Que los
pobres y humildes se alegren en el Señor, nunca los olvida.
Señor, escúchame por tu gran bondad.
Dios mío, sálvame.
Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios.
72
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Dios mío, tu me conoces,
no se te ocultan mis delitos.
Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor.
Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Señor.
Mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor.
Que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor,
con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
(Por tu inmensa ternura vuelve a mí tus ojos)
no escondas tu rostro a tu siervo,
estoy angustiado, respóndeme enseguida.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza
con acción de gracias.
Los humildes y los pobres alegraos,
buscad al Señor
y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra.
Señor, escúchame por tu gran bondad.
SALMO 69
Súplica confiada al Señor. Es un grito de urgencia: ven pronto a
socorrerme. El orante se presenta en una situación de peligro y con
73
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
actitud de pobreza, “soy un desgraciado”. Pero los que buscan al Señor
gozan y se alegran porque Dios es liberación. En parte se repiten los
mismos sentimientos del salmo anterior.
Que se alegren los que buscan al Señor.
Dios mío, dígnate librarme,
Señor, date prisa en socorrerme.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan.
Digan siempre los que desean tu salvación:
“Dios es grande”.
Yo soy pobre y desgraciado:
Dios mío, socórreme,
que tú eres mi auxilio y mi liberación.
Señor, no tardes.
Que se alegren los que buscan al Señor.
Del Evangelio de San Juan. 8, 1 – 11.
Jesús se fue al monte de los Olivos. De madrugada se presentó otra vez
en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso
a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en
adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley
apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle,
para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a
escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en
preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin
pecado, que le arroje la primera piedra.» Inclinándose de nuevo,
escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno
tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la
mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer,
74
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie,
Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no
peques más.»
SALMO 70
“Señor, tú eres mi esperanza desde mi juventud”. Este es el resumen
precioso del salmo 70. El creyente se acerca a Dios porque es la única
esperanza de salvación en todo peligro. En cada una de las etapas del
hombre allí está Dios: “en el vientre materno me apoyaba en ti, de niño
estaba en tus brazos, tú me sostenías; en la juventud y ahora en la
vejez y las canas, siempre he confiado en ti”. La vida está tejida por la
presencia de Dios. El salmista, viendo el final de sus días, confía en el
Señor y canta sus alabanzas. La súplica, la alabanza y la acción de
gracias se repiten generosamente en el salmo.
Tú fuiste mi esperanza desde mi juventud.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído y sálvame.
75
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Sé tu mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame,
tú fuiste mi esperanza,
Señor,
desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías,
siempre he confiado en ti.
Muchos me miraban como a un milagro
porque tú eres mi fuerte refugio.
Llena estaba mi boca de tu alabanza
y gloria todo el día.
No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas,
no me abandones.
Dios mío, no te quedes a distancia,
ven aprisa a socorrerme.
Yo seguiré esperando,
redoblaré tus alabanzas;
mi boca contará tu auxilio
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud
y hasta hoy relato tus maravillas;
ahora en la vejez y en las canas
no me abandones, Dios mío.
Me hiciste pasar por peligros
muchos y graves,
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la tierra.
76
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás
y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa por tu lealtad.
Tocaré para ti la cítara,
te aclamarán mis labios,
y mi lengua todo el día
recitará tu auxilio.
Tú fuiste mi esperanza desde mi juventud.
SALMO 72
EL salmista siente la tentación –envidia- porque al malvado y arrogante
todo le va bien. “Casi resbalaron mis pisadas”. El hombre creyente
reacciona: “Dios es bueno para el justo…” “Lo bueno es estar junto a
Dios, ¿qué me importa la tierra?” Con la paz del orante está la lucha
interna, los violentos e injustos –malvados- gozan de “buena Salud”, su
collar es el orgullo. Cuando el salmista entra en el misterio de Dios
comprende su destino, y “hace del Señor su refugio, su lote perpetuo”.
Esta es la escuela de la experiencia de la vida del creyente. Al final se
entrega en los brazos de la voluntad de Dios que nunca defrauda. El
salmista medita, ora individualmente, delante de sus ojos tiene la
sabiduría de la vida.
Mi recompensa es el Señor.
¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!
Yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas.
Señor, yo siempre estaré contigo,
tú agarras mi mano derecha,
me guías según tus planes
y me llevas a un destino glorioso.
77
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
¿No te tengo a ti en el cielo?
Y contigo ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi lote perpetuo.
Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio
y contar todas tus acciones.
Mi recompensa es el Señor.
SALMO 73
Salmo conmovedor. El hombre pobre, humilde y sencillo, que sólo
confía en Dios, se pone delante de él y le habla con toda sinceridad y
urgencia. Su vida, la vida del pueblo, la presenta tal como la vive. “No
me abandones, Señor. Acuérdate de la comunidad, de tu pueblo;
piensa en tu alianza, en tu fidelidad para con nosotros”. Cercanía y
realismo el de este hombre creyente. Mira a Dios y le suelta un “Tú”. “No
entregues a los buitres la vida de tu tórtola”. No es poesía. Y continúa.
No olvides sin remedio la vida de tus pobres. ¿Dónde está tu amor? Que
los pobres, humildes y afligidos no marchen defraudados. “Defiende tu
causa”. La comunidad entra también interpelando y urgiendo a Dios
para que intervenga. ¿Dios ajeno al dolor y sufrimiento humano?
¿Estuvo Jesús ajeno al dolor humano? No. La fe y esperanza iluminan al
salmista.
No olvides la vida de tus pobres.
Señor, no me abandones.
Acuérdate de la comunidad
que adquiriste desde antiguo
y rescataste para posesión tuya,
de tu monte santo.
Ya no vemos nuestros signos
ni hay profeta.
Nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.
78
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
No entregues a los buitres
la vida de tu tórtola,
ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.
Piensa en tu alianza.
Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre.
Levántate, oh Dios, defiende tu causa.
No olvides la vida de tus pobres.
SALMO 76
¿Este salmo es una súplica centrada en la desgracia? Sorprende la fe
de estos hombres. Se acercan a Dios con el peso de la vida. Gritan,
gimen y desfallecen. ¿Dudan de la misericordia, de la bondad de
Dios? ¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y se ha agotado su
misericordia? Los caminos de Dios son santos. Así es, sorprende la fe de
estos hombres.
La misericordia del Señor permanece para siempre.
Alzo mi voz a Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga.
En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios gimo
y meditando me siento desfallecer.
Sujetas los párpados de mis ojos
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros
79
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
y meditándolo me pregunto:
¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad
y nos cierra sus entrañas?
Dios mío, tus caminos son santos.
La misericordia del Señor permanece para siempre.
Del Evangelio de San Marcos. 2, 18 – 22.
Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y
le dicen: “¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los
fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?” Jesús les dijo: “¿Pueden
acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?”
Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en
que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.
Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de
otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce
un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos;
de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto
el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos nuevos.
80
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 78
La profanación, el llanto y la muerte se ciernen sobre el pueblo de Dios;
más todavía, la sangre empapa la tierra. ¿El pecado es la causa de la
desgracia? Llega el momento de la súplica humilde y confiada: “Que
tu compasión nos alcance, Señor, pues estamos agotados;
socórrenos, Dios Salvador nuestro… Perdona nuestro pecado por tu
gran misericordia”. El salmista en nombre de la comunidad acude al
Señor implorando su compasión. Los fieles lo aclamarán y le darán
gracias. Este salmo, como todos los demás, expresan el sentido
religioso, de Dios, arraigados profundamente en el corazón del pueblo.
La vida de todos los días, la vida del pueblo y del hombre está
estrechamente vinculada con Dios, por eso lo llaman y lo invocan.
Viven la cercanía con Dios. Da la sensación de que estos hombres, con
todas sus debilidades, caminan de la mano de Dios.
Señor, que tu compasión nos alcance.
Dios mío, han entrado
y profanado tu santo templo.
Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo
y la carne de tus fieles
a las fieras de la tierra.
Derramaron su sangre
como agua
y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla
de los que nos rodean.
No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto
pues estamos agotados.
81
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre.
Líbranos y perdona nuestros pecados
por tu gran misericordia.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo.
Con tu mano poderosa
salva a los que están en peligro.
Mientras, nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas
de generación en generación.
Aclamad al Señor nuestro Dios.
SALMO 81
Dios sale en defensa del pobre y desvalido. Defended al débil e
indigente dice el Señor a los jueces. Los jueces juzgan injustamente,
ellos caerán y morirán. Dios es el Señor de todos los pueblos.
El Señor protege la vida de los indefensos.
Dios se levanta en la asamblea divina:
¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta
poniéndoos de parte del culpable?
Proteged al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al pobre y al indigente
sacándolos de las manos del culpable.
Levántate, oh Dios, sálvanos,
tú eres el dueño de todos los pueblos.
El Señor protege la vida de los indefensos.
82
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 83
Este salmo 83 es la expresión gozosa del hombre que vive bajo la
mirada de Dios noche y día. Los que habitan en la casa de Dios, en su
presencia, gozan de paz y felicidad. Peregrinar al templo, a Jerusalén,
es ir al encuentro del Señor, al encuentro de la gracia y gloria de Dios,
que no niega al que camina con rectitud. Y termina el salmista:
“Dichoso quien confía en el Señor”. ¿Dónde está la felicidad y la paz?
La paz es el conjunto de todos los bienes, la cumbre de la felicidad, y
Dios la concede a todos aquellos que viven bajo su mirada. Jesús
cuando despide a la viuda, al paralítico, a la pecadora y al ciego, les
dice, id en paz, Dios está contigo, no temas. El gorrión, la golondrina Jesús nos dirá que también los lirios del campo- han encontrado su
nido dentro de la casa de Dios. En la gloria y presencia de Dios el
hombre encuentra la felicidad.
Quiero vivir en la casa del Señor.
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor, Dios nuestro!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor, Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación.
Cuando atraviesan áridos valles
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
83
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
los cubriera de bendiciones;
caminan de baluarte en baluarte
hasta encontrarse contigo, Señor, Dios.
Escucha mi súplica,
atiéndeme,
fíjate, oh Dios, mira.
Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa.
Prefiero por siempre tu casa, Señor.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Quiero vivir en la casa del Señor.
SALMO 84
Este salmo 84 es un cántico a Dios. El creyente canta a Dios y le da
gracias por todo: reconoce la misericordia de Dios, le ha perdonado
sus pecados, los ha “sepultado”. La lluvia, los frutos de la tierra son obra
de la bondad de Dios. Con el canto de acción de gracias está la
súplica a Dios, fuente de todo bien, de donde procede la restauración
del pueblo, la misericordia y salvación, la justicia y la paz. Todo viene de
Dios. Esta es la fe del creyente, del que confía en Dios. ¿Que los
repatriados alcanzan la restauración del templo y de la ciudad santa y
ven cómo se anticipan los dones mesiánicos…? Lo importante es la
fidelidad de Dios para con el pueblo y la fe de los creyentes.
Dios anuncia la paz.
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados.
84
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Restáuranos, Dios Salvador nuestro.
¿No vas a devolvernos la vida
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.
La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan.
El Señor nos dará la lluvia
y nuestra tierra dará su fruto.
Dios anuncia la paz.
Del Evangelio de San Mateo. 12, 1 – 8.
En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus
discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a
comerlas. Al verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo
que no es lícito hacer en sábado.» Pero él les dijo: «¿No habéis leído lo
que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban,
cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia,
que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los
sacerdotes? ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los
sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa?
Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si hubieseis
comprendido lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no
sacrificio, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del
hombre es señor del sábado.»
85
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 85
En este salmo se repite con insistencia la súplica humilde del “pobre y
desamparado”, que acude a Dios porque el “Señor es bueno y
clemente, rico en misericordia”. La súplica como el recurrir a la
misericordia de Dios se entremezcla hasta el final del salmo. Se repite
la fe y confianza en el Dios Salvador. Todos los pueblos vendrán al
encuentro del Señor, su bondad está abierta a todos. Dios no es
propiedad de nadie, es el Padre de todos. Es importante subrayar la
súplica insistente de muchos versículos: inclina tu oído, escúchame,
protege mi vida, salva a tu siervo, alegra el alma, escucha mi oración,
enséñame, mírame, ten compasión de mí. Esto significa fe, confianza,
humildad…
Tú eres bueno y clemente, rico en misericordia.
Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo
pues levanto mi alma hacia ti.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo
y tú me escuchas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
¡Grande eres tú y haces maravillas;
tú eres el único Dios!
86
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Enséñame, Señor, tu camino
para que siga tu verdad.
Mantén mi corazón entero,
Señor, en tu presencia.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo
porque me salvaste del abismo profundo.
Tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu hija
porque tú, Señor,
me ayudas y consuelas.
Tú eres bueno y clemente, rico en misericordia.
SALMO 87
Este salmo es la oración del anciano, del enfermo, del pobre y abatido,
del que ve su alma al borde del abismo. Tiene la muerte delante de si,
le embarga el terror y el espanto. “Me has colocado en el hondo de la
fosa, abandonado de todos, repugnante, mi compañía son las
tinieblas”. El único camino que encuentra el salmista para escapar de
la muerte, con todo el significado cultural que arrastra, es la oración
confiada en el Señor. ¿Qué gana el Señor con la muerte? Es la vida
quien alaba al Señor. Cada uno de los versículos, el conjunto de las
estrofas, describen los sentimientos del hombre creyente que está a las
puertas de la muerte; abandonado y alejado de amigos y conocidos,
su único auxilio es el Señor. Qué bien se puede recitar este salmo con el
pobre, abatido y abandonado de nuestras calles. ¿Cuántos le hacen
caso?
87
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Señor, mis manos se dirigen hacia ti.
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta a ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
Mi alma está colmada de desdichas
y mi vida está al borde del abismo;
me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro.
Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo.
Mis conocidos se han alejado de mí,
soy repugnante para ellos.
Los ojos se me nublan de pesar.
Todo el día te estoy invocando,
tiendo las manos hacia ti.
¿Se anuncia tu misericordia en el sepulcro,
tu fidelidad en el reino de la muerte?
Desde niño fui desgraciado y enfermo,
mis amigos y compañeros se alejaron de mí,
mi compañía son las tinieblas.
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
Señor, no me rechaces,
no me escondas tu rostro.
Señor, mis manos se dirigen hacia ti.
88
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 88
Pablo le recuerda a Timoteo: “Si somos infieles, él permanece fiel, pues
no puede negarse a sí mismo”. Preciosa afirmación de Pablo, “Dios no
puede negarse a sí mismo”. Este salmo 88 proclama también la
fidelidad de Dios, su misericordia, que, como un gran edificio,
permanecen para siempre. De ahí el canto jubiloso del creyente y el
compromiso de caminar siempre bajo la luz de su mirada.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Tu misericordia, Señor,
es un edificio eterno.
Tu fidelidad permanece para siempre.
El cielo proclama tus maravillas, Señor,
tu fidelidad la asamblea de los Ángeles.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.
Bendito el Señor por siempre.
Amén, amén.
Cantaré eternamente Las misericordias del Señor
SALMO 89
El salmo 89 presenta a un hombre que piensa en voz alta sobre la
caducidad de la vida. “Mil años en tu presencia, Señor, son como un
ayer que pasó, una vela nocturna”. Descripción perfecta, real. El
hombre corre, se fatiga y afana… Su vida es como la hierba del
campo que crece y de inmediato se seca. ¿Qué significan ochenta
años ante la eternidad? El salmista es prudente, sólo quiere un corazón
89
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
sensato. La vida, la creación, todo pertenece a Dios. El creyente inicia
el salmo con una súplica y termina la oración pidiendo que venga
sobre nosotros, sus siervos, la bondad del Señor. Este salmo recuerda la
parábola de las diez vírgenes. Las sensatas estaban preparadas con el
aceite necesario para entrar en las bodas. Se habían preocupado de
lo esencial. Las necias se entretuvieron demasiado en otras cosas.
“Señor, enséñanos a calcular nuestros años y que adquiramos un
corazón sensato”. Una vez más asoma en el corazón del hombre la
sabiduría, la sensatez. ¡Ojo! El salmista no es negativo ante la vida:
“llena a tus hijos de júbilo y alegría, que tus siervos vean tu gloria… Y
alcancemos la prosperidad de nuestras manos”.
Mi vida en tu presencia es alegría y júbilo.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
Desde siempre y por siempre tú eres Dios.
Mil años en tu presencia
son un ayer que pasó,
una vela nocturna.
Los siembras año tras año
como hierba que se renueva,
que florece y se renueva por la mañana
y por la tarde la siegan y se seca.
Aunque uno viva setenta años
y el más robusto hasta ochenta
la mayor parte son fatiga inútil
porque pasan aprisa y vuelan.
Enséñanos a calcular nuestros años
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor,
ten compasión de tus siervos.
Por la mañana sácianos de tu misericordia
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
90
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Llena a tus hijos de alegría.
Que tus siervos vean tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras
de nuestras manos.
Mi vida en tu presencia es alegría y júbilo.
Del Evangelio de San Marcos. 1, 35 – 39.
Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, se levantó, salió y
se dirigió a un lugar despoblado, donde estuvo orando. Simón y sus
compañeros lo buscaron y cuando lo encontraron, le dijeron: Todos te
están buscando. Les respondió: Vámonos de aquí a las aldeas vecinas,
para predicar también allí, pues a eso he venido. Y fue predicando en
sus sinagogas y expulsando demonios por toda Galilea.
91
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 90
El hombre bueno, justo y creyente, confía en el Señor, lleva una vida
digna. La sombra de Dios lo protege y lo cubre con sus plumas; hasta
los ángeles le quitan las piedras del camino para que no tropiece y
caiga. El salmo no solamente inspira confianza, sino que describe con
términos expresivos la presencia y cercanía de Dios, que libera,
guarda y protege a sus hijos de toda tribulación. Una vez más se
confirma en el salmo, como en tantos otros, la presencia de Dios en el
mundo, en el hombre necesitado; y al mismo tiempo, el hombre
reconoce que Dios no se desentiende de la vida.
Bajo la sombra de tus alas nunca temeré.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Señor,
di al Señor tu Dios:
Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.
Él te librará de todo peligro,
te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás.
No temerás las tinieblas de la noche
porque hiciste del Señor tu refugio;
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
porque ha dado órdenes a sus Ángeles
para que te guarden tus caminos.
Te llevarán en sus palmas
para que tu pie no tropiece en la piedra.
Se puso junto a mí: lo libraré.
Lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
92
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación.
Bajo la sombra de tus alas nunca temeré.
SALMO 91
Este salmo es un canto de acción de gracias y alabanza al Señor. El
salmista se encuentra feliz y contento por las obras de Dios. “¡Qué
magníficas son tus obras, Señor!... El necio no las entiende”. Crece
como una palmera y en la misma vejez da sus frutos. Está lleno de
esperanza e ilusión sin frustración alguna, porque sus raíces se hunden
en los atrios del Señor. Rebosa de frescura y lozanía. Es lógico que
cante con instrumentos la fidelidad y la misericordia del Señor desde
las primeras horas del día, como al finalizar la jornada en las horas de la
tarde. El salmo rebosa optimismo, alegría y paz en el Señor. Todo el
salmo tiene un tono jubiloso; el canto está acompañado de
instrumentos: las acciones del Señor son alegría y júbilo.
Te damos gracias, Señor.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría
y mi júbilo las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras,
Señor, qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Tú en cambio, Señor, eres excelso por los siglos.
93
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
El justo crecerá como una palmera,
Se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios.
En la vejez seguirá dando fruto,
Y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad.
Te damos gracias, Señor.
SALMO 94
Este salmo es un canto procesional que invita a los creyentes a la
aclamación: “Cantemos gozosos al Señor es “la Roca” que nos salva”.
En la roca estaba edificado el templo de Jerusalén. Allí estaba el Señor,
su presencia. De la roca brotó agua para saciar al pueblo. Esta roca es
Dios, el Señor, el Creador, el Pastor que guía a su pueblo. Pero el pueblo
dudó, se apartó del camino, “endureció su corazón”. El salmo 22
terminará proclamando que la bondad y misericordia del Señor, a
pesar de todo, “nos” acompaña todos los días de “nuestra” vida.
Venid y escuchemos la voz del Señor.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos en su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es nuestro Dios.
En sus manos está la creación.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Entrad, postrémonos por tierra
bendiciendo al Señor, creador nuestro,
94
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
No endurezcáis el corazón,
como hicieron vuestros padres
aunque habían visto mis obras.
Venid y escuchemos la voz del Señor.
SALMO 95
En un momento de gozo y alegría Jesús exclamó: “Padre te doy
gracias porque estas cosas las has revelado a los pequeños…” Sí, el
canto alegre, la acción de gracias, la alabanza al Padre, brotan del
corazón sencillo, porque en cualquier rincón de la vida encuentra la
mano de Dios. Este salmo expresa e invita al canto, a bendecir el
nombre del Señor… y que las familias de los pueblos aclamen a su
Señor… El cielo, la tierra y el mar y los campos igualmente han de
cantar al Señor. Todos han de participar en la fiesta y la alabanza, Él ha
hecho maravillas. En otras ocasiones el salmista, como ya hemos visto,
expresa sentimientos de dolor, cansancio y frustración ante las
dificultades y problemas de la vida. Ahora todo es canto.
Familias de los pueblos, cantad al Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor toda la tierra;
Cantad al Señor, bendecid su nombre.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
95
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque.
Porque el Señor ya llega,
viene para regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Familias de los pueblos, cantad al Señor.
Del Evangelio de San Marcos. 1, 40 – 45.
Se le acercó un leproso y [arrodillándose] le suplicó: Si quieres, puedes
sanarme. Él se compadeció, extendió la mano, lo tocó y le dijo: Lo
quiero, queda sano. Al punto se le fue la lepra y quedó sano. Después
le amonestó y le despidió encargándole: Cuidado con decírselo a
nadie. Ve a presentarte al sacerdote y, para que le conste, lleva la
ofrenda de tu sanación establecida por Moisés. Pero al salir, aquel
hombre se puso a pregonarlo y a divulgar el hecho, de modo que
Jesús ya no podía presentarse en público en ninguna ciudad, sino que
se quedaba fuera, en despoblado. Y aun así, de todas partes acudían
a él.
96
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 97
Los salmos son escuela de oración; el hombre se presenta ante el
Señor lleno de fe y confianza; lo mismo pone en sus labios la súplica, el
dolor del pecado, como el canto de alabanza y acción de gracias
con toda clase de instrumentos. ¿Qué caracteriza esta oración? Es la fe
en Dios personal, cercano, como un tú. Es la confianza del hijo que se
acerca al padre. Puede ser que los salmos den la sensación de “rezar”
a Dios hasta cansarlo. No. En los salmos encontramos el corazón recto
y sencillo del cual brota la oración. En este salmo un hombre se
encuentra victorioso por algún acontecimiento y expresa su alegría.
Canta a Dios por sus éxitos. Lo importante en los salmos es la
espontaneidad del hombre que habla a Dios de todo; hoy es la
victoria, en otras ocasiones es el dolor que oprime, la enfermedad, la
vejez, la soledad ante la muerte, o el deseo ardiente de un corazón
recto, bueno y justo. Así la oración es un encuentro con Dios.
Que todos los pueblos canten al Señor.
Cantad al Señor un Cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
El Señor es grande
y muy digno de alabanza.
Familias de los pueblos,
aclamad al Señor,
aclamad la gloria del Señor.
Aclamad la gloria del nombre del Señor,
Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
Alégrese el cielo y goce la tierra.
Que todos los pueblos canten al Señor.
97
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 99
El salmo 99 es un canto procesional. El hombre creyente, envuelto en
júbilo y alegría, camina a la casa del Señor. Entramos en su corazón.
Ha tenido un día feliz, le ha ido bien. Los negocios, el trabajo, la
familia… todo está perfecto. Es más, se detiene, piensa y mira hacia
atrás y ve que los meses y el año han transcurrido en una situación
inmejorable. Se siente feliz y muy contento. Necesariamente ha de
caminar a la casa del Señor, levantar los brazos, cantar a Dios y darle
gracias. Esto es lo que expresa el salmo 99.
Cantad al Señor, su misericordia es eterna.
Aclama al Señor tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.
El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.
Cantad al Señor, su misericordia es eterna.
SALMO 100
El salmista canta al Señor, busca sus caminos, “andaré con rectitud de
corazón… Lejos de mí el corazón torcido”. Cuántas veces Jesús se
enfrenta con los fariseos; viven una religiosidad superficial, de labios
hacia fuera. Su corazón está lejos de lo que dicen. La sabiduría del
hombre creyente y fiel es la rectitud del corazón; su compromiso es
cumplir la voluntad de Dios, porque al Señor no le agradan los
corazones arrogantes.
98
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Voy a cantar la bondad y la justicia:
para ti es mi música, Señor.
Voy a explicar el camino perfecto.
¿Cuándo vendrás a mí?
Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa.
No pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco el mal, lo detesto.
Lejos de mí el corazón torcido.
No apruebo la maldad.
Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo.
El que sigue un camino perfecto
será mi consejero.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
SALMO 101
Hoy podemos salir a nuestras calles, a los suburbios de muchas
capitales del mundo, a los hospitales y refugios de pobres y
desamparados, y poner en la boca de todos los marginados las
mismas palabras de este salmo. (El salmista describe la desgracia de
la ciudad destrozada y la del hombre que vive el “día de la desgracia”).
“La vida se agota, los huesos queman como brasas, el corazón está
agostado como hierba seca…” Nada le queda al hombre. Es como
lechuza en la estepa. Es el hombre desvalido de ayer y de hoy. La
situación se repite “de generación en generación”. “Los días se alargan
como una sombra”. ¡Señor, danos un corazón sensato! Levántate y ten
misericordia; mira la obra de tus manos. Ante la impotencia surge la
mirada, lejos de uno mismo, a quien siempre permanece. “Señor, mira
99
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
desde el cielo y escucha los gemidos del cautivo, libra los condenados
a muerte”. Desde la oración con este salmo surge necesariamente la
comunión con todos los pobres de la tierra.
El Señor escucha el gemido del cautivo.
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco escúchame enseguida.
Mis días se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como hierba.
Me olvido de comer mi pan.
Con la violencia de mis quejidos
se me pega la piel a los huesos.
Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas;
estoy desvelado, gimiendo
como pájaro sin pareja en el tejado.
En vez de pan como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto.
Mis días son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba.
Tú permaneces para siempre.
Levántate y ten misericordia
que ya es hora y tiempo de misericordia.
El Señor mira desde el cielo
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
El Señor escucha el gemido del cautivo.
100
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Evangelio de San Juan. 15, 19 – 17.
Si cumplís mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo
que yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en
su amor. Os he dicho esto para que participéis de mi alegría y vuestra
alegría sea colmada. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a
otros como yo os amé. Nadie tiene amor más grande que el que da la
vida por los amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os
mando. Ya no os llamo siervos porque el siervo no sabe lo que hace el
amo. A vosotros os he llamado amigos porque os comuniqué cuanto
escuché a mi Padre. No me elegisteis vosotros; yo os elegí y os destiné
a dar fruto. Esto es lo que os mando, que os améis unos a otros.
SALMO 102
Empieza el salmo alabando y bendiciendo al Señor: “Todo mi ser a su
santo nombre alabe”. La persona del orante en su totalidad quiere
cantar y dar gracias al Señor. El motivo está claro: Es el perdón, la
ternura y la compasión de Dios hacia sus hijos, “porque la misericordia
del Señor permanece para siempre”. El salmista es consciente de sus
limitaciones e impotencia. Dios sabe muy bien cuál es la urdimbre del
hombre. Fue modelado con un puñado de arcilla y masa. ¿Qué es lo
que puede brotar del barro de la tierra? Unas cuantas hierbas florecen y
pronto el viento las roza y desaparecen. También delitos. Esta es la
realidad del hombre experimentada tantas veces. Y junto a la
101
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
pequeñez y sentimientos de toda creatura surge la presencia del
Creador en bondad sin límites. El creyente en este salmo se regocija en
Dios que mira a sus hijos con cariño, bondad y ternura, compasión y
perdón.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
Él sacia de bienes tus anhelos
y como un águila se renueva tu juventud.
El Señor defiende a todos los oprimidos.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
102
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como la flor del campo
que el viento la roza y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
Pero la misericordia del Señor dura siempre
para los que guardan su alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
bendecid al Señor, servidores del Señor.
Bendice, alma mía, al Señor.
El Señor es compasivo y misericordioso.
SALMO 103
“El Espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas” para dar vida.
Esta es la expresión bella de este salmo. Es todo un canto a Dios, a su
Espíritu que alienta a toda la creación. El creyente no puede cerrar los
ojos, guardar silencio ante lo que ve y contempla: el cielo, los vientos, el
fuego, las aguas… ¿Cómo guardar silencio ante las flores, los campos,
los pájaros y toda clase de animales? ¿Cómo es posible que todo surja
espontáneamente y por su propia fuerza? El pan, el vino que alegra el
corazón, el aceite que da brillo…, todo es obra de sus manos.
Imposible guardar silencio. Cantad, tocad al Señor. ¡Bendice alma mía
al Señor! “Jesús lleno de gozo y de alegría exclamó diciendo: Te doy
gracias, Padre, porque estas cosa sólo las comprenden los
pequeños…” Y Pablo también habla a los cristianos de Roma: “Lo
invisible de Dios, desde la creación del mundo, se manifiesta a la
inteligencia a través de sus obras”. La creación revela la gloria de Dios.
El salmista canta y bendice al Creador presente en todas las criaturas.
Grandes son tus obras, Señor.
Bendice, alma mía, al Señor.
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
103
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Extiendes los cielos como una tienda,
construyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
el viento te sirve de mensajero,
el fuego llameante de ministro.
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo
y entre la fronda se oye su canto.
Desde tu morada riegas los montes
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados
y forraje para los que sirven al hombre.
Él saca pan de los campos
y vino que alegra el corazón
y aceite que da brillo a su rostro
y alimento que le da fuerzas.
Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó.
Allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
Los riscos son para las cabras,
las peñas son madrigueras de erizos.
Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría.
La tierra está llena de tus criaturas.
Si escondes tu rostro, expiran,
vuelven a ser polvo.
104
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Envías tu aliento de vida, y los creas.
Tú repueblas la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
que le sea agradable mi poema
y yo me alegraré con el Señor.
Bendice, alma mía, al Señor.
Grandes son tus obras, Señor.
Del Evangelio de San Mateo. 23, 1 – 12.
Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la
cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced,
pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta,
porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las
espaldas de la gente… quieren el primer puesto en los banquetes… y
que la gente les llame Maestro. Vosotros, en cambio, no os dejéis
llamar Maestro, uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos
hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno
solo es vuestro Padre: el del cielo… El mayor entre vosotros será vuestro
servidor. Pues el que se ensalce, será humillado;
SALMO 110
“Ratificó para siempre su alianza”. El salmista proclama la fidelidad de
Dios. Dios siempre junto al hombre, no lo puede olvidar, él es piadoso y
clemente. “Dad gracias al Señor en la asamblea en compañía de los
rectos de corazón”. ¿Cuántas veces cantan los salmos la fidelidad, la
misericordia del Señor y su alianza? La piedad y su bondad
permanecen para siempre.
Grandes son tus obras, Señor.
105
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Doy gracias al Señor de todo corazón
en la asamblea, en compañía de los rectos.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables.
El Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles
recordando siempre su alianza.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza.
Envió la salvación a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza.
Su nombre es sagrado.
La bondad del Señor dura por siempre.
Grandes son tus obras, Señor.
SALMO 111
Dichoso y feliz el hombre que camina bajo la mirada del Señor. Feliz
porque tiene un corazón bueno. En medio de tinieblas y pecado es
luz, ejemplo y camino. Siente compasión ante la desgracia. Ama sin
falta al pobre. No teme las malas noticias. ¿Qué nos cuenta el salmista?
¿Increíble? No. El salmista describe al hombre que en el centro de su
corazón sólo habita Dios. El Espíritu de Dios es el que actúa desde muy
dentro de él. Es un pincel dócil en la mano de Dios. Está identificado
con Dios y vive en comunión perfecta con él. “Su corazón está firme en
el Señor”. Porque “si alguno me ama y guarda mis palabras, mi Padre le
amará, y haremos morada dentro de él”. Este hombre fiel al Señor, es
fiel con el pobre. La comunión con Dios la realiza en solidaridad con el
pobre.
106
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Dichoso quien reparte limosna a los pobres.
Dichoso quien busca al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
La descendencia del justo será bendita.
Su caridad es constante, sin falta.
El que es justo, clemente y compasivo,
brilla en la tiniebla como una luz.
Dichoso el que se apiada y presta
y administra rectamente sus asuntos.
El Justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta.
Con dignidad realizará su camino.
Dichoso quien reparte limosna a los pobres.
SALMO 112
El salmista alaba y bendice al Señor. Es la oración que se repite
continuamente. Siempre la alabanza en labios del hombre creyente,
bendición y alabanza que ha de repetirse desde la mañana hasta el
atardecer. Y es que la gloria de Dios y su presencia lo llenan todo. Pero
es sintomático y hasta curioso, muy importante: Dios no está lejos de
sus criaturas, de sus hijos y principalmente de los pobres y necesitados:
“levanta del polvo al desvalido, alza de la basura (del estiércol) al
pobre y a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de
hijos”. ¿Qué significan todas estas expresiones? Dios es Padre y siente
107
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
amor, ternura y compasión por sus hijos a quienes acompaña y nunca
abandona. Esta es la oración del hombre de fe.
Bendito sea el nombre del Señor.
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
a la estéril le da un puesto en la casa
como madre feliz de hijos.
Bendito sea el nombre del Señor.
Del Evangelio de San Mateo. 11, 25 – 30.
En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo: ¡Te alabo, Padre,
Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y
entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla! Sí, Padre, ésa ha
sido tu elección. Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie
conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél
a quien el Hijo decida revelárselo. Acudid a mí, los que andáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y
aprended de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y os sentiréis
aliviados. Porque mi yugo es blando y mi carga es ligera.
SALMO 114
Este salmo es una confesión. Primero, tristeza y angustia ante los lazos
de la muerte. Segundo, Dios es compasivo, benigno y justo. Guarda a
los sencillos, ¿por qué temer? El salmista tiene la experiencia de la
intervención de Dios que “arrancó su alma de la muerte, de las
108
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
lágrimas, de la caída”. Y tercera confesión, con la que inicia el salmo,
“Amo al Señor”. Dios se deja querer por la súplica del creyente. Aquella
mujer del evangelio sólo quería tocar el manto de Jesús, su fe llegaba
hasta allí, después lo haría todo él. Es la fe del grano de mostaza.
Nuestro Dios es compasivo.
Amo al Señor porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y en angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
Señor, salva mi vida.
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Nuestro Dios es compasivo.
SALMO 116
Exhortación universal a glorificar y alabar al Señor: Dios es fiel para
siempre. Dice Pablo a Timoteo: Dios no puede negarse a sí mismo, Su
bondad y misericordia permanecen para siempre. Dios es así.
109
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Que todos los pueblos te alaben.
Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Que todos los pueblos te alaben.
SALMO 117
Este salmo es un canto litúrgico de acción de gracias. Canta la
asamblea o también un creyente. El hombre, el pueblo, proclama a
Dios como liberador, actúa en su favor en todo momento; recuerda
hechos históricos, las intervenciones del Señor en situaciones difíciles
de la historia. Dios siempre actúa en bondad y en misericordia. Lo
importante ahora es subrayar que Dios sigue actuando en favor de sus
fieles. “Escuchó mi voz suplicante y me puso a salvo. El Señor está
conmigo y no temo”.
La misericordia del Señor es eterna.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Digan todos los pueblos:
Eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
Eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
me escuchó y me puso a salvo.
El Señor está conmigo, no temo.
¿Qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres.
110
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
El Señor es mi fuerza y salvación.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
Este es el día en que actuó el Señor,
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
El Señor es Dios, él nos ilumina.
Tú eres mi Dios, te doy gracias.
Dios mío, yo te aclamo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
La misericordia del Señor es eterna.
Del Evangelio de San Marcos. 12, 28 – 34.
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de
todos los mandamientos? Jesús le contestó: “El primero es: Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con
todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No existe otro mandamiento mayor que éstos”. Le dijo el escriba: “Muy
bien, Maestro; tienes razón al decir que El es único y que no hay otro
fuera de El, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y
con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que
todos los holocaustos y sacrificios”. Y Jesús, viendo que le había
contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y
nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.
SALMO 118
Unos cuantos pensamientos del Evangelio nos ayudan a orar con el
resumen de este salmo. “Mi alimento es hacer la voluntad del Padre”.
“Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Jesús nos traza el
111
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
camino del gozo y la alegría cumpliendo la voluntad de Dios. La ley del
Señor es la palabra de Jesús, la Espada del Espíritu, dice Pablo. El tema
preferido de este salmo es la ley, la voluntad de Dios; no excluye la
súplica, la acción de gracias… La ley de Dios es la delicia del hombre
creyente, su esperanza y consuelo. Otras veces el salmista se
encuentra hundido y acude al Señor como el pecador que se dirigió al
templo a orar. No se atrevía a levantar su mirada, “porque su alma
estaba pegada al polvo y lloraba de tristeza”. Como siempre, la
súplica se dirige a Dios porque es bueno, “por tu bondad consuélame,
ten piedad, de tu bondad está llena la tierra, trata con misericordia a
tu siervo. Grande es tu ternura, Señor”. Innumerables veces Jesús
manifiesta en su vida la bondad, misericordia y ternura para con todos
los que se acercan a él. Sentía compasión de todos. Jesús es expresión
viva y definitiva del amor de Dios revelado en los salmos.
Confía en la palabra y promesa del Señor
I.Dichoso el que con vida intachable
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que guardando sus preceptos
lo busca de todo corazón.
II.Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe
de tus mandatos.
En mi corazón escondo tus consignas.
Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mi alegría es tu camino,
tu voluntad mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
III.Ábreme los ojos y contemplaré
las maravillas de tu voluntad.
112
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Soy un forastero en la tierra,
no me ocultes tus promesas.
IV.Mi alma está pegada al polvo,
reanímame con tus palabras.
Mi alma llora de tristeza,
consuélame con tus promesas.
Dame la gracia de tu voluntad.
Señor, no me defraudes.
VII.Tu palabra es mi esperanza
y mi consuelo.
De noche pronuncio tu nombre,
Señor, y velando
medito en tus preceptos.
VIII.De todo corazón busco tu favor:
ten piedad de mí según tu promesa.
A media noche me levanto
para darte gracias.
Señor, de tu bondad está llena la tierra.
IX.Has dado bienes a tu siervo, Señor.
Enséñame a gustar
y a comprender tus mandatos.
Tú eres bueno y haces el bien.
X.Tus manos me hicieron y me formaron,
que tu bondad me consuele.
Cuando me alcance tu compasión viviré.
XI.Me consumo ansiando tu salvación
y espero en tu palabra.
113
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Mis ojos se consumen
ansiando tus promesas
mientras digo: ¿Cuándo me consolarás?
Estoy como un odre puesto al humo.
Protégeme,
por tu bondad dame vida.
XII.Tu palabra, Señor, es eterna,
tu fidelidad va
de generación en generación.
Soy tuyo, sálvame.
XIII.Cuánto amo tu voluntad:
todo el día la estoy meditando.
Aparto mi pie de toda senda mala
para guardar tu palabra.
No me aparto de tus mandamientos
porque tú me has instruido.
Qué dulce al paladar tu promesa
más que miel en la boca.
Odio el camino de la mentira.
Confía en la palabra y promesa del Señor.
Del Evangelio de San Juan. 13, 12 – 15.
Desués de lavarles los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa y les
dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis
el Maestor y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el
Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies
unos a otros. Os he dado ejemplo.
114
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 118 (BIS)
Tus mandamientos son mi delicia
XIV.Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
guardaré tus mandamientos.
Estoy afligido,
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, mis votos, enséñame tus caminos.
Mi vida está siempre en peligro
pero no olvido tu voluntad,
la alegría de mi corazón.
XV.Tú eres mi refugio y escudo,
yo espero en tu palabra.
Sostenme con tu promesa y viviré,
que no quede frustrada mi esperanza.
Dame apoyo y estaré a salvo.
XVI.Trata con misericordia a tu siervo,
yo soy tu siervo, dame inteligencia.
Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo
por eso detesto el camino de la mentira.
XVII.Vuélvete a mí y ten misericordia
como es tu norma
con los que aman tu nombre.
Asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
pues de mis ojos bajan arroyos de lágrimas.
115
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
XVIII.Señor, tú eres justo,
tus mandamientos son rectos.
Soy pequeño y despreciable,
tu voluntad es verdadera.
Dame inteligencia y tendré vida.
XIX.Te invoco de todo corazón,
respóndeme, Señor.
A ti grito, sálvame.
Pidiendo auxilio me adelanto a la aurora.
Espero tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias
meditando tu promesa.
Escucha mi voz por tu misericordia,
tú, Señor, estás cerca.
XX.Grande es tu ternura, Señor,
por tu misericordia dame vida.
Tu palabra es la verdad.
XXI.Yo me alegraba con tu promesa
como el que encuentra un rico botín.
Detesto y aborrezco la mentira,
amo tu voluntad.
Siete veces al día te alabo
por tus justos mandamientos.
Mucha paz tienen los que aman tus leyes;
Señor, yo aguardo tu salvación.
XXII.Que llegue mi clamor a tu presencia,
Señor, con tus palabras dame inteligencia;
que mi súplica llegue a tu presencia,
líbrame según tu promesa.
116
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
De mis labios brota la alabanza.
Mi lengua canta tu fidelidad.
Que tu mano me auxilie.
Ansío tu salvación, Señor.
Tu voluntad es mi delicia.
Que mi alma viva para alabarte.
Tus mandamientos son mi delicia.
De la carta a los Romanos. 13, 8 – 10.
Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que
ama al prójimo, ha cumplido la ley. En efecto, lo de: No adulterarás,
no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se
resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La
caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su
plenitud… Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Gálatas. 5, 14).
117
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 120
Oración de confianza. El auxilio, la ayuda viene del Señor. Él te guarda
de todo mal. Si Dios da el alimento a los pájaros del cielo y cuida de
ellos; si viste a los lirios del campo, ¿cabe alguna duda de abandono
para con sus hijos? “El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha”.
Se repite una vez más “Dios está más cerca de ti, que tú de ti mismo”.
Dios dentro de nosotros, como templos suyos que somos, nos cuida y
nos empuja a la paz, al sosiego, a la confianza.
El auxilio me viene del Señor.
Levanto mis ojos a los montes,
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma:
El Señor te guarda ahora y por siempre.
El auxilio me viene del Señor.
SALMO 121
Este salmo es un canto procesional -de alegría desbordante- del
peregrino que camina hacia la casa del Señor. En la casa del Señor, en
su presencia, -en el Señor- está la rectitud, la justicia y la paz. En la paz
está toda clase de bienes, la felicidad completa. Esto es lo que busca
118
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
el peregrino que camina hacia Jerusalén y encuentro del Señor.
“Dichoso el que busca al Señor y sigue sus caminos”.
Alegres vamos a la casa del Señor.
Qué alegría cuando me dijeron:
Vamos a la casa del Señor
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está construida
como ciudad bien compacta,
allá suben las tribus,
las tribus del Señor;
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor.
En ella están los tribunales de justicia,
En el palacio de David.
Saludad con la paz a Jerusalén:
Vivan tranquilos tus amigos;
haya paz en tus murallas,
tranquilidad en tus palacios.
Por mis hermanos y compañeros
Voy a decir: la paz contigo.
Por la casa del Señor nuestro Dios
te deseo todo bien.
Alegres vamos a la casa del Señor.
SALMO 122
Ante el desprecio y humillación, la súplica al Señor, “a ti levanto mis
ojos”, apiádate de mí. Estamos hartos de desprecios. Súplica del
creyente humillado o del pueblo saturado de burlas. Sin querer
recordamos a Jesús en el proceso de su condenación: traición, burlas,
119
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
bofetadas… Después, la súplica. ¡Padre, si es posible que pase de mí
este cáliz!.
Señor, esperamos tu misericordia.
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Misericordia, Señor, misericordia
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Señor, esperamos tu misericordia.
SALMO 125
Empieza la jornada, “la peregrinación”, un nuevo trabajo, difícil y
arduo… No sabemos cómo ha de terminar. A veces también asoman
las lágrimas y el cansancio. Este salmo nos trae la esperanza gozosa. Al
atardecer vuelve uno del “campo” con las gavillas repletas en medio
de cantares. Los salmos presentan la vida de todos los hombres, los
sentimientos más profundos. Es la sabiduría popular del hombre
reflexivo, creyente y sensato. Y así es la vida de todos los días. El salmista
sin duda alguna está pensando en el retorno del destierro. Más de
cuatro veces el dolor vino sobre el pueblo, y con el dolor también los
deseos de convertirse a Dios. Ahora regresan a su tierra cargados de
gozo y alegría para encontrarse de nuevo con su tierra y pueblo, con la
vida que les habían arrancado.
Señor, tú eres bueno, te canto con alegría.
El Señor está grande con nosotros,
estamos alegres.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
120
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Al ir iba llorando,
llevando la semilla;
al volver vuelvo cantando,
trayendo las gavillas.
Señor, tú eres bueno, te canto con alegría.
De San Pablo a los cristianos de Roma. 3, 21 – 26.
Pero ahora, prescindiendo de la ley, aunque atestiguada por la ley y
los profetas, se revela esa justicia de Dios que salva por la fe en
Jesucristo; válida sin distinción para cuantos creen. Todos han pecado
y están privados de la presencia de Dios. Pero son absueltos
generosamente y sin merecerlo por el rescate que Jesucristo entregó.
Dios lo destinó a ser con su sangre instrumento de expiación para los
que creen. Dios mostraba así su justicia cuando pacientemente
pasaba por alto los pecados de antaño, y demuestra su justicia en el
presente siendo justo, y haciendo justos a los que creen en Jesús.
121
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 126
Expresivo y realista este salmo 126. El hombre se afana y muchas veces
por cosas inútiles. Vela, madruga; cunde el nerviosismo en la jornada,
en la vida…, y casi sin darse cuenta se precipita con el final de la vida,
teniendo la sensación de haber perdido el tiempo. Esto es muy normal.
Dios nos llama a la sensatez, a la responsabilidad y a la serenidad.
Ciertamente que debemos vigilar y poner los cimientos sobre roca al
construir la casa. Pero también es verdad que la simiente nace y crece
por sí sola. Esta es la fe del creyente, “porque si el Señor no construye la
casa…”
Sólo en Dios descansa mi alma.
Si el Señor no construye la casa
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
Dios lo da a sus amigos mientras duermen.
Sólo en Dios descansa mi alma.
SALMO 127
La imagen del hogar patriarcal la encontramos en este salmo 127. El
Padre de familia realiza su vida en presencia y bajo la voluntad de
Dios. Es feliz y dichoso. Su esposa es como viña fecunda donde sus hijos
se alimentan y recrean bajo el calor del hogar. El salmo termina
deseando la paz para el pueblo. La paz es el don supremo de Dios
para el hombre. El hombre que busca al Señor alcanza el supremo
don de la paz y el conjunto de todos los bienes.
El corazón del justo se alegra en el Señor.
Dichoso quien busca al Señor
y sigue sus caminos.
122
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.
Tu mujer como viña fecunda
en medio de tu casa.
Tus hijos como renuevos de olivo
alrededor de tu mesa.
Esta es la bendición del hombre
quien busca al Señor.
Que el Señor te bendiga,
que veas la prosperidad
todos los días de tu vida.
Que veas a los hijos de tus hijos.
Paz para mi pueblo.
El corazón del justo se alegra en el Señor.
SALMO 129
Este salmo presenta a un hombre hundido, abatido. ¿Es la
enfermedad? ¿Acaso el pecado? Lo cierto es que, ante esta situación
de hundimiento, se dirige a Dios primero con la oración de súplica, y
después confiesa su pecado y delito. Pero no teme a Dios, más bien
confía en él, en su misericordia, “porque de Dios proviene la
misericordia, la redención abundante, copiosa”. Este hombre
123
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
creyente, enfermo o pecador, confía en el Señor, y, si cabe, resalta
por encima de todo su misericordia. Repetidamente encontramos en
la oración de los salmos el amor misericordioso de Dios. Ante esta
sublime realidad, ¿dónde quedan los juicios condenatorios? Es una
ofensa a Dios negar o regatear las entrañas misericordiosas con las
que acoge siempre al pecador. Jesús así nos lo revela.
Por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra.
Mi alma aguarda al Señor
como el centinela a la aurora.
Aguarda al Señor
como el centinela la aurora;
del Señor viene la misericordia copiosamente.
Él te librará de todos tus delitos.
Por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.
SALMO 130
Oración preciosa de un corazón humilde, que se pone en los brazos de
Dios “como un niño en los brazos de su madre”. Qué bueno sería
analizar los sentimientos, la psicología profunda de un niño cuando
descansa plácidamente sobre el pecho de su madre. Le rodea la paz
y la felicidad, no aspira a nada más, en aquellos momentos vive en
plenitud; “no pretende grandezas”. ¿Qué significa descansar en los
124
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
brazos de Dios, reposando en confianza absoluta? Jesús se retiraba a
la oración al descampado en el silencio de la noche o al despuntar la
aurora. Buscaba en el descanso encontrarse con el Padre después de
la actividad del día. Lo aclamaban, se admiraban de sus palabras. Él
huía del ruido, no pretendía grandeza alguna.
Alegraos los humildes, buscad al Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad
sino que acallo y modero mis deseos
como un niño en brazos de una madre.
Espera en el Señor
ahora y por siempre.
Alegraos los humildes, buscad al Señor.
De la carta a los Romanos. 8, 14 – 17.
En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de
Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el
temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos
hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro
espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos,
también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que
sufrimos con él, para ser también con él glorificados.
125
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 132
Salmo breve que canta a la fraternidad, a la convivencia entre
hermanos. Emplea imágenes culturales de la época como ungir con
perfume al invitado o huésped de honor, o el rocío mañanero del
Hermón. Esto nos recuerda cuando ungieron a Jesús con perfume de
gran precio en casa de los hermanos María, Marta y Lázaro. Lo
interesante, no es tanto la imagen cultural del perfume, sino más bien
la acogida, la fraternidad y la convivencia. Y, si es posible, resaltar el
gozo interior que uno siente porque es amado y acogido. Vivir la
experiencia de tener amigos. Decía Jesús a sus discípulos, también en
el ambiente de una cena muy entrañable: “ya no os llamo siervos, sino
amigos”.
Que se alegren los que viven contigo.
Vez qué dulzura, qué delicia,
convivir los hermanos unidos.
Es ungüento precioso en la cabeza
que va bajando por la barba,
que baja por la barba de Aarón
hasta la franja de su ornamento.
Es rocío del Hermón
sobre el monte Sión.
Allí el Señor nos bendice
y da vida por siempre.
Que se alegren los que viven contigo.
SALMO 133
Este salmo es una oración breve de alabanza a Dios al finalizar el día.
Los siervos del Señor son el sujeto de la oración, los que pasan los días
en su casa. El hecho de levantar las manos refleja el acto litúrgico del
atardecer en el que se ofrece a Dios el día que finaliza. Es la ofrenda
vespertina. El siervo de Dios con este gesto trasmite la entrega de su
vida al Creador.
126
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Alabad el nombre del Señor.
Y ahora bendecid al Señor
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor.
Levantad vuestras manos
y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga,
que hizo el cielo y la tierra.
Alabad el nombre del Señor.
SALMO 134
Este salmo 134 repite la alabanza y el canto de los siervos del Señor, de
los que habitan en su casa. Se subraya el motivo del canto: el Señor es
bueno. Termina el salmo exhortando a todos sus fieles a bendecir al
Señor. Nos preguntamos: ¿Qué sentimientos esconde este salmo, que
se repiten tan a menudo? Una vivencia religiosa profunda. Fe en Dios,
en su presencia, que abarca toda la vida, la actividad del pueblo. A
veces meten a Dios hasta en los conflictos bélicos. La fe en Dios bueno
y lleno de ternura y misericordia, ¿es un mero sentimiento de
impotencia, de conformismo ante la precariedad de la vida, de
conflictos y problemas…? No. El creyente mira a Dios como Hacedor,
como alguien totalmente distinto de sí mismo, que está dentro de sí,
pero que está fuera. Dios habló desde antiguo, se reveló a los profetas,
al pueblo. Dios no es un mito, algo creado por el hombre. Está cerca, y
con él se puede hablar. Es un Dios “persona” que mira por sus criaturas.
El hombre tiene conciencia de libertad, es libre; cuando peca y
comete delitos siente la responsabilidad. No lo conduce el destino
ciego. El hombre creyente habla con Dios, sabe que lo encuentra
cuando actúa con un corazón recto. Dios no está detrás de la mentira
o falsedad. Bendice, canta, alaba y da gracias a Dios con sus labios
desde un corazón recto, con las manos elevadas hacia el cielo, ya de
madrugada, o a mediodía, bien al atardecer. Dios es el Tú con el que
el hombre puede hablar.
127
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Fieles del Señor, bendecid al Señor.
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
cantad para su nombre que es amable;
porque él se escogió a su pueblo
para posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande.
Señor, tu nombre es eterno;
tu recuerdo de edad en edad.
El Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito el Señor
que habita en su pueblo.
Fieles del Señor, bendecid al Señor.
SALMO 137
Canto al Señor donde se unen y estrechan los sentimientos del
creyente. Acción de gracias por la misericordia y la fidelidad de Dios. El
Señor escucha la oración de sus hijos, acrecienta en ellos el valor y la
fortaleza. Esta actitud personal es para todos los pueblos. El Dios de los
salmos, de la Biblia, es universal y para todos. Todos reciben la acción y
la fuerza de Dios, por lo mismo todos deben alabar y dar gracias a Dios.
Dad gracias al Señor, eterna es su misericordia.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tocaré para ti.
128
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Me postraré
y daré gracias a tu nombre.
Tu misericordia y lealtad,
y tu promesa superan tu fama.
Cuando te invoqué me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor,
todos los pueblos de la tierra.
Canten los caminos del Señor
porque la gloria del Señor es grande.
El Señor es sublime, se fija en el humilde
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros
me conservas la vida,
extiendes tu brazo
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Dad gracias al Señor, eterna es su misericordia.
De la carta a los Romanos. 8, 31 – 39.
Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra
nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas
las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien
justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más
aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por
nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la
angustia?, ¿la persecución?..., Estoy seguro que en todo esto salimos
129
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
vencedores gracias a aquél que nos amó. Pues ni la muerte, ni la
vida…, ni lo presente ni lo futuro…, ni otra criatura alguna podrá
separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor
nuestro.
SALMO 138
“Este salmo es sin duda uno de los más bellos del salterio, reconocido y
alabado con profusión”. Canto maravilloso a la presencia de Dios. Dios
todo lo abarca, nada hay oculto a su presencia. Los sentimientos más
íntimos del hombre están iluminados por su presencia. “Penetras mis
pensamientos, distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas
te son familiares”. ¿Cómo escapar de la presencia del Señor? ¿Dónde
huir lejos de su aliento? Para Dios la noche es clara como el día. La
presencia de Dios en el hombre arranca desde el principio de su
existencia; en el seno materno allí estaba la fuerza de Dios, su Espíritu,
entretejiendo el ser humano. “Tú has creado mis entrañas, me has
tejido en el seno materno”. La vida del hombre está escrita en el libro
de Dios. Después de este canto a la presencia de Dios, ¿qué más nos
puede decir? “El creyente contempla el conocimiento incomprensible
e indescriptible de Dios, que todo lo ve y todo lo penetra: el nacer de
130
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
las palabras, el crecer del embrión, todo lo abarca en el tiempo y el
espacio. No puede el hombre esconderse ni huir, lleva sobre sí la
palma de Dios, al que implora en su camino”. Este salmo es un acto
de fe en Dios Creador; fe en su presencia. Todo es hechura de Dios. El
hombre camina apoyado, agarrado de la mano de Dios. “Guíame por
el camino eterno”.
Señor, me sondeas y me conoces.
Señor, tú me sondeas,
me conoces cuando me siento
o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos,
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua
y ya, Señor, la conoces.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
Si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo:
que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí.
Ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
131
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias
porque me has escogido.
¡Qué admirables son tus palabras!
Conocías hasta el fondo de mi alma.
Cuando en lo oculto me iba formando
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
Qué incomparables encuentro
tus designios, Dios mío.
Señor, sondéame y conoce mi corazón:
ponme a prueba
y conoce mis sentimientos.
Mira, si en mi camino me desvío,
Señor,
guíame por el camino eterno.
Señor, me sondeas y me conoces.
SALMO 140
Oración insistente de un hombre que busca el bien. No quiere difamar
con sus labios. Lejos los sentimientos perversos que brotan del corazón
y se convierten en crímenes y delitos. “Crea en mí, Señor, un corazón
recto”. Porque del corazón, nos dice Jesús, sale toda clase de pecado.
Este hombre llama a Dios, ora para que sus manos, labios y corazón,
toda su persona sea una auténtica oración y ofrenda. Dios no quiere
sacrificios de animales ni holocaustos, sino la verdad en el vivir. Es la
mejor ofrenda. Pero este hombre, consciente de su debilidad, le dice
al Señor que no lo deje indefenso y que nadie le seduzca al mal.
132
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Tú eres mi refugio, atiende a mi súplica.
Señor, te estoy llamando, ven de prisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración
como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos
como ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,
a cometer crímenes y delitos.
Aunque el justo me golpee
y el bueno me reprenda,
yo seguiré rezando.
Señor, mi ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame de todo peligro.
Tú eres mi refugio, atiende a mi súplica.
SALMO 141
Súplica de un hombre que sufre el dolor, la persecución y el
desprecio… Es una oración que brota del corazón angustiado y
despreciado, “nadie me hace caso”. “El salmista ora en voz en grito”
porque sabe que Dios es el único refugio. Expresión viva de fe en Dios. El
hombre solo no puede salir de la “prisión”, del dolor y del hundimiento,
o de cualquier desgracia, por eso acude a Dios. La oración se
convierte en un acto de fe en el Dios Padre y Salvador. “Ante él me
desahogo y expongo mi angustia”. Los enfermos acudían a Jesús, les
pedía fe y confianza, les imponía las manos y marchaban curados.
Este salmo-súplica termina con una acción de gracias: “Te daré
gracias, Señor, porque me has dado tu favor”. El acto de confianza en
el Señor ocupa un puesto fundamental.
133
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Señor, que mi grito llegue hasta ti.
A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia
hasta que me falte el aliento.
Pero tú conoces mis senderos,
el camino por donde avanzo.
Mira a la derecha, fíjate:
nadie me hace caso;
no tengo adónde huir,
nadie mira por mi vida.
A ti grito, Señor,
te digo: Tú eres mi refugio
y mi lote en el país de la vida.
Atiende a mis clamores,
que estoy agotado;
líbrame de todo peligro,
yo no puedo resistir.
Sácame de la prisión
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.
Señor, que mi grito llegue hasta ti.
De la carta a los Efesios. 2, 4 – 10.
Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor que nos tuvo, estando
nosotros muertos por nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo
Jesús, -por pura gracia estamos salvados- con Cristo Jesús nos
resucitó y nos sentó en el cielo, para que se revele a los siglos venideros
la extraordinaria riqueza de su gracia y la bondad con que nos trató
por medio de Cristo Jesús. Porque os ha salvado por la fe, no por
134
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
mérito vuestro, sino por don de Dios; no por las obras, para que nadie
se jacte. Somos obra suya, creados por medio de Cristo Jesús para
realizar las buenas acciones que Dios nos había asignado como
tarea.
SALMO 142
Oración bella, completa, perfecta. El salmista acude al Señor porque
Dios es fiel y justo, “por tu clemencia sácame de la angustia”. El hombre
“no es inocente”, no puede presentarse ante Dios. De aquí surge el
motivo de la oración, cargado de realismo: me falta el aliento, estoy
como los que bajan a la fosa, me persigue la muerte, el peligro… Soy
un pobre hombre, no me escondas tu rostro. “Estoy como tierra
sedienta”. Se respira la sencillez, la verdad, la indigencia. Ante esta
situación el orante suplica al Señor su gracia. “A ti levanto mi alma”.
“Señor, consérvame vivo”. Es importante resaltar, casi al terminar este
recorrido con los salmos, los sentimientos que comunican. La mayoría
son oraciones de súplica, con la alabanza y la acción de gracias,
donde se respira la fe y la confianza en Dios. Muchas veces el
problema que presenta el salmista es agudo, fuerte, casi invencible,
pero por encima de cualquier dificultad, por muy grande que sea,
siempre se impone la grandeza de Dios que salva. Los salmos rezuman
fe y esperanza.
Tú eres mi Dios, guíame por tierra llana.
Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo
es inocente frente a ti.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
135
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro
como haces a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia
pues confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del peligro, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad
pues tú eres mi Dios.
Tu espíritu que es bueno
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo,
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Tú eres mi Dios, guíame por tierra llana.
SALMO 144
Himno de alabanza a Dios por su bondad, porque es clemente y
misericordioso, rico en piedad. Cariñoso con todas sus criaturas.
Termina exhortando a la acción de gracias y a proclamar la gloria del
Señor. Externamente estos son los sentimientos del salmo. ¿Qué más
nos quiere decir? Es la oración de un hombre que vive en comunión
íntima con Dios, que ha sentido su bondad y misericordia. ¿Cómo es
posible cantar a Dios, darle gracias sin vivir su presencia, amor y
ternura? “El Señor es fiel, cariñoso con todas su criaturas, abre sus
manos y sacia de bienes a todo viviente”. Este salmo como tantos
otros son miradas de amor del hombre creyente dirigidas a lo más alto
del cielo.
136
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
El Señor es bueno y Justo con todos.
Te ensalzaré, Dios mío,
bendeciré tu nombre
por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre
por siempre jamás.
Grande es el Señor,
merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias,
te bendigan tus fieles
y proclamen tu gloria, Señor.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que le invocan,
de los que le invocan sinceramente.
Atiende a los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos y los salva.
El Señor guarda a los que le aman.
137
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
los vivientes bendigan su santo nombre
por siempre jamás.
El Señor es bueno y Justo con todos.
De la carta a los efesios. 4, 1 – 6.
Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera
digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda
humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por
amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el
vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la
esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un
solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por
todos y en todos.
SALMO 145
¿Cuál es la fe de este hombre que alaba a Dios? Dios mantiene su
fidelidad perpetuamente con el oprimido y el hambriento. Libera al
cautivo y abre los ojos al ciego. Estas son las páginas repetidas del
Evangelio. El Reino de Dios llegó en Jesús curando y levantando a
pecadores, prostitutas, ciegos, tullidos… ¡Alaba, alma mía, al Señor! Es
la mejor expresión ante la experiencia de Dios, como Padre o Madre. Es
indiferente. Dios es amor que atiende a sus hijos, a todos, justos o
pecadores. ¿Dios está lejos del mal, del sufrimiento, de tanta miseria
que rodea nuestro mundo? ¿Cuál es el testimonio de los salmos?
¡Dichoso quien confía en el Señor! Este salmo también nos recuerda el
programa de Jesús que expuso en la sinagoga de Nazaret. El Espíritu lo
ungió para sanar los corazones afligidos y proclamar la bondad del
Señor.
El Señor Hace justicia a los oprimidos
y libera a los cautivos.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
cantaré a mi Dios mientras exista.
138
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo.
Dichoso quien confía en el Señor
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él.
Él mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan.
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y confunde el camino del mal.
El Señor reina eternamente,
el Señor Dios de edad en edad.
El Señor Hace justicia a los oprimidos
y libera a los cautivos.
SALMO 146
La espontaneidad y la sencillez brotan de este resumen del salmo 146.
Alabanza a Dios y acción de gracias. ¿Por qué? Sana los corazones
destrozados, venda sus heridas, sostiene a los humildes, aprecia a los
que confían en su misericordia. El salmista repite muy a menudo que
Dios no está con la arrogancia. Hasta la tierra, los árboles y los pájaros
reciben la lluvia del Señor. Esta es la experiencia del hombre creyente.
Tiene los ojos muy abiertos mirando hacia el cielo y con sus pies en la
“pobreza” de la tierra.
139
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
El Señor sostiene a los humildes.
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece
una alabanza armoniosa.
Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
El Señor sostiene a los humildes.
Entonad la acción de gracias,
tocad la cítara para nuestro Dios
que cubre el cielo de nubes
y prepara la lluvia para la tierra.
Hace brotar la hierba en los montes,
da su alimento al ganado
y a las crías de los pájaros.
No aprecia el vigor de los caballos
ni estima la fuerza del hombre.
El Señor aprecia a sus fieles
que confían en su misericordia.
El Señor sostiene a los humildes.
SALMO 148
Toda la creación ha de ser un canto de alabanza a Dios. Todo ha
existido por su poder. Los niños, los jóvenes junto con los ancianos
deben cantar y alabar al Creador; y a ellos han de unirse el sol y la
luna, las estrellas y espacios celestes. Que todos alaben al Señor.
Proclamad la grandeza del Señor.
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos los pueblos.
140
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Alabadlo sol y luna;
alabadlo estrellas lucientes.
Alabadlo espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor
porque él lo mandó y existieron.
Alabad al Señor en la tierra,
en los abismos del mar.
Pueblos del orbe, reyes de la tierra,
jóvenes y también las doncellas,
los mayores junto con los niños,
alaben el nombre del Señor.
Proclamad la grandeza del Señor.
SALMO 150
Termina el libro de los salmos con un canto de alabanza a Dios. Que
toda la creación se postre delante del Señor cantando en el templo de
la vida con tambores, arpas y cítaras. Y que todo ser que tenga vida
alabe al Señor.
A ti gloria y alabanza por los siglos.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras.
141
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
A ti gloria y alabanza por los siglos.
Del Evangelio de San Juan. 20, 30 – 31.
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que
no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis
que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida
en su nombre.
142
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
orar
con los
salmos
en la Comunidad Parroquial
himnos y epílogo
143
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
HIMNOS DEL NUEVO TESTAMENTO
MAGNIFICAT. Lc. 1, 46 – 55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido
a nuestros padres
a favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.
145
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
BENEDICTUS. Lc. 1, 68 – 79.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró
a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que libres de temor,
arrancados de la mano de nuestros enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombras de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
146
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
BENDITO SEA DIOS. Efesios. 1, 3...
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido
en la persona de Cristo
con toda clase de bendiciones
espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia,
sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer
el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
147
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
DE SAN PABLO A LOS FILIPENSES. Flp. 2, 6...
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando
como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió
el Nombre sobre todo nombre;
de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es señor,
para gloria de Dios Padre.
148
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
CRISTO PADECIÓ POR NOSOTROS. 1 Pedro. 2, 21...
Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos
del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados, subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.
149
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
APOCALIPSIS. 19, 1
Aleluya, amén
La salvación y la gloria y el poder
son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya, amén.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya, amén.
Porque reina el Señor, nuestro Dios,
dueño de todo.
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya, amén.
Llegó la boda del cordero,
su esposa se ha embellecido.
Aleluya, amén.
150
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
EPÍLOGO
Hecho ya el recorrido de los salmos, me sorprenden cuantiosos
sentimientos sobre estas oraciones, cantos o himnos. ¿Qué expresan?
¿Algo simbólico, cuando el pobre se encuentra perseguido y siente la
liberación después de acudir al Señor? ¿Qué clase de esperanza vive
el anciano próximo ya a la muerte, que mira la tumba, con los pies al
borde de la fosa? La fe de este anciano arrugado y enjuto como una
teja le hace saltar de júbilo, y el sayal de luto que lo envolvía se
convierte en danza de salvación. ¿Qué puede esperar el pobre
perseguido injustamente o encarcelado? ¿Qué le aguarda a la viuda o
al huérfano de los jueces corruptos? Increíble. Todos estos hombres,
hecha su oración, salen airosos; sienten y viven la presencia y cercanía
del Dios bueno y justo. Él es el único que los salva. Esta, y no otra, es su
experiencia. Dios es el Padre, el Tú, cercano al problema de sus hijos,
que vela a su lado desde la madrugada hasta el atardecer. Los gritos
del alma de estos hombres llegan al corazón de Dios. Es la fe y la
esperanza de todos ellos. Más. Se ven libres de toda esclavitud. El dolor,
la enfermedad, la muerte, todo sufrimiento o mal, están vencidos ante
la presencia salvadora de Dios. Acuden a Dios y confían en él por su
bondad y misericordia. Si miramos a los salmos penitenciales, Dios es el
Padre de la ternura y misericordia, de toda compasión; sólo exige
humildad y rectitud de corazón. El orante confiesa el pecado, se
apoya en la bondad de Dios. Dios no guarda rencor perpetuo ni se
acuerda de los pecados del hombre.
A veces pienso, -tengo cierta sensación-, que los sentimientos
de fe y esperanza de estos hombres son ilusiones, como si intentaran
echarse un velo sobre sus cabezas y no ver el problema existencial de
la vida. Como que huyen. Pero después de un examen del contenido
de los salmos, cantos e himnos, el salmista manifiesta la realidad de la
vida: Ama la naturaleza y canta al Creador; reconoce lo bello del
paisaje, la fuerza de las aguas marinas, la alegría de los pájaros, y
contempla a los peces que discurren por las aguas cristalinas del río. El
hombre no es para el salmista cualquier criatura, es la imagen de Dios,
señor y dueño de la creación que tiene que amar y conservar. Es
151
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
responsable de la creación, obra de las manos del Señor. Todo ha
salido de sus manos. Para el salmista la creación es vida.
Existe el mal, el dolor, la muerte. El hombre de los salmos es
consciente del hombre perverso, de la muerte injusta del inocente, del
crimen, de la corrupción, de la injusticia, del dolor de los pobres y
atribulados. Igualmente es consciente del hombre “sabio” –libre y
responsable- que sigue los caminos del bien. El salmista detrás de sus
oraciones desgarradoras busca y anhela la dignidad humana. En este
camino, existencial y antropológico, Dios es el que permanece fiel. Es
la verdadera fidelidad, porque su amor permanece para siempre. Los
salmos no son sentimientos alienantes, Jesús mismo oró con los salmos.
Y, en estrecha comunión con Dios, luchó en contra del mal, y siempre a
favor de la dignidad humana en los más pobres y desclasados. El
hombre no está abandonado a la nada. El hombre viene de la vida y
camina hacia la vida. El corazón del hombre está confiado a Dios;
reconoce su gloria y grandeza; de ahí que le cante agradecido e invite
a todos los pueblos a cantarle. Esta es la fe y esperanza de los
hombres que oran y cantan al Señor. El hombre de los salmos es un
hombre místico, y tiene una fuerte experiencia de Dios. Toda su vida
está llena de la presencia del Altísimo.
152
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
ÍNDICE
TEMARIO DE CADA SALMO.
SALMO 1 (La paz del hombre que busca a Dios)
SALMO 3 ( Oración de confianza vespertina)
SALMO 4 (La paz del que confía en el Señor. Súplica)
SALMO 5 ( Oración de confianza. Súplica matinal )
SALMO 6 (Oración de un enfermo)
SALMO 8 (Canto de alabanza al Creador)
SALMO 9 (Canto de acción de gracias del pobre)
SALMO 12 (Súplica de confianza)
SALMO 14 (¿Quién puede estar en la casa del Señor?)
SALMO 15 (El Señor es la heredad del Justo)
SALMO 16 (Dios es la esperanza del inocente perseguido)
SALMO 17 (El Señor es amor, refugio y fortaleza…)
SALMO 18 (La ley del Señor es perfecta)
SALMO 21 (La muerte del siervo de Dios)
SALMO 22 (El Buen Pastor)
SALMO 23 (¿Quién puede entrar en la casa del Señor)
SALMO 24 (Súplica confiada ante la misericordia y perdón de Dios?
SALMO 26 (El Señor es mi luz y mi salvación…)
SALMO 27 (Súplica y acción de gracias)
SALMO 29 (Acción de gracias y aclamación jubilosa por La salvación)
SALMO 30 (Súplica confiada del pobre, enfermo y anciano. Dios es el
único que salva)
SALMO 31 (Acción de gracias por el perdón)
SALMO 32 (Himno de alabanza y acción de gracias)
SALMO 33 (Aclamación, alabanza. Confía en el Señor. Busca la paz)
SALMO 37 (El pecador, el enfermo, ante la muerte se siente culpable,
pecador, mas confía en el Señor)
SALMO 38 (Oración ante el final de la vida)
SALMO 39 (Súplica, acción de gracias y disponibilidad ante la voluntad
de Dios)
SALMO 40 (Oración de confianza del enfermo, en su vida ha cuidado
del pobre)
SALMO 41 (Confía sin límites en el Señor)
SALMO 42 (Súplica ante el altar de Dios)
SALMO 46 (Aclamación al Señor)
153
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 49 (El verdadero culto)
SALMO 50 (Súplica penitencia por la bondad y Misericordia de Dios)
SALMO 54 (Oración ante la persecución)
SALMO 55 (Confianza ante el peligro)
SALMO 56 (Oración, canto y acción de gracias del afligido)
SALMO 60 (Oración de un desterrado)
SALMO 61 (Sólo en Dios encuentra la paz)
SALMO 62 (El alma sedienta de Dios canta y alaba al Señor)
SALMO 64 (Acción de gracias por la salvación, el perdón, la vida y la
creación)
SALMO 65 (Himno. Canto procesional de entrada)
SALMO 66 (Que todos los pueblos alaben al Señor)
SALMO 67 (Alabanza del pobre y desvalido)
SALMO 68 (Oración confiada y humilde del pecador)
SALMO 69 (súplica del pobre)
SALMO 70 (Oración en la vejez)
SALMO 72 (Paz en el Señor)
SALMO 73 (Lamentación. No abandones la vida de tus pobres)
SALMO 76 (Confía en el Señor, su misericordia permanece par
siempre)
SALMO 78 (Súplica, lamento, perdón y confianza)
SALMO 81 (Defended al Pobre)
SALMO 83 (Vivir en la casa del Señor)
SALMO 84 (La salvación y la misericordia del Señor están cerca. La paz
y la justicia se besan)
SALMO 85 (El pobre confía en la misericordia del Señor)
SALMO 87 (Oración de un enfermo ante la muerte)
SALMO 88 (Canto a la fidelidad del Señor)
SALMO 89 (La vida, los años, los días… ante el Señor)
SALMO 90 (El Señor nos protege bajo sus alas)
SALMO 91 (Oración de gracias y alabanza)
SALMO 94 (Invitación a la alabanza. Canto procesional)
SALMO 95 (Canto al Señor )
SALMO 97 (Canto al Señor)
SALMO 99 (Canto de entrada en el Templo)
SALMO 100 (La voluntad de Dios)
154
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
SALMO 101 (Oración en el desprecio, en la persecución, en la
soledad...)
SALMO 102 (Alabanza por la entrañable misericordia de Dios)
SALMO 103 (Himno a Dios Creador)
SALMO 110 (Grandes son las obras del Señor)
SALMO 111 (La vida del justo)
SALMO 112 (Bendito sea el nombre del Señor)
SALMO 114 (Caminaré en presencia del Señor)
SALMO 116 (Alabanza al Señor)
SALMO 118(La ley del Señor es perfecta… )
SALMO 120 (El Señor guarda a su pueblo)
SALMO 121 (Canto procesional)
SALMO 122 (Súplica del humilde)
SALMO 125 (La alegría de la recompensa)
SALMO 126 (Gratuidad de Dios)
SALMO 127 (Bendición de la familia)
SALMO 129 (Súplica de perdón)
SALMO 130 (Oración del humilde)
SALMO 132 (Convivencia en el amor, en la paz y en la armonía)
SALMO 133 (Acción de gracias al finalizar el día)
SALMO 134 (Alabanza y bendición)
SALMO 137 (Acción de gracias. el Señor siempre socorre)
SALMO 138 (La presencia del Señor)
SALMO 139 (El Señor es el socorro del pobre)
SALMO 140 (Oración, súplica)
SALMO 141 (Oración del preso, perseguido y solitario)
SALMO 142 (Oración matinal del enfermo, del pobre)
SALMO 144 (Alabanza por la misericordia y fidelidad del Señor)
SALMO 145 (Dios es el que salva al pobre, al ciego…)
SALMO 146 (Alabanza, acción de gracias, confianza en el Señor)
SALMO 148 (Que la Creación alabe al Señor)
SALMO 150 (Alabad al Señor)
155
Orar con los Salmos en la Comunidad Parroquial
ILUSTRACIONES
Pentecostes.
La tentación.
Adán y Eva arrojados del paraíso.
Sacrificio de Isaac.
Moisés en el Sinaí.
La Anunciación.
El Nacimiento.
La Adoración.
La Tormenta.
Las bodas de Caná.
Jesús y los niños.
Jesús: el paralítico y enfermos.
Las Bienaventuranzas.
La muerte del Señor.
La Resurrección.
La Ascensión.
HIMNOS DEL NUEVO TESTAMENTO
MAGNIFICAT. Lc. 1, 46 – 55
BENEDICTUS. Lc. 1, 68 – 79.
BENDITO SEA DIOS. Efesios. 1, 3...
DE SAN PABLO A LOS FILIPENSES. Flp. 2, 6...
CRISTO PADECIÓ POR NOSOTROS. 1 Pedro. 2, 21...
APOCALIPSIS. 19, 1
156
orar
con los
salmos
en la comunidad parroquial
“De la boca de los niños de pecho has
sacado una alabanza”. Salmo 8
“Los salmos son una joya lírica hebrea,
tesoro de la humanidad. Aquí el hombre
se trasciende y se siente interlocutor de
Dios. No tienen igual en la literatura
religiosa universal”.
“Los salmos son oraciones universales,
están al alcance de todos. Oraciones
profundamente antropológicas, muy
humanas, como si naciesen de las
mismas
entrañas del ser humano:
semillas de Dios sembradas en el
corazón del hombre”.
“Son flechas o jabalinas disparadas
hacia lo alto, que atraviesan las nubes y
llegan al cielo”.