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A r c h i d i ó c e s i s d e Va l e n c i a
Orar con los
salmos
Iniciación a la oración personal
Orar con los
salmos
Iniciación a la oración personal
¡Ojalá
escuchéis
hoy su voz!
© Arzobispado de Valencia
Edita:
Arzobispado de Valencia
Diseño y producción gráfica:
Medianil Comunicación
www.medianil.net
Portada:
Detalle de Los ángeles músicos
Catedral de Valencia
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Presentación......................................................................... 9
PARTE I: VOLVER A DIOS...................................................... Introducción.......................................................................... 1. Mi alma tiene sed de ti.................................................. 2. Escucha a este pobre................................................... 15
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PARTE II: ORAR DESDE MI VIDA............................................ Introducción.......................................................................... 1. Te doy gracias porque me escuchas............................ 2. Tú eres mi alegría......................................................... 3. ¡Qué bueno eres conmigo!............................................ 4. Tu misericordia es inmensa.......................................... 5. Tú eres mi Creador....................................................... 6. En ti confío.................................................................... 7. Como un niño................................................................ 8. Yo reconozco mi culpa.................................................. 9. Jesús es mi Rey............................................................. 10. He nacido en la Iglesia.................................................. 11. Celebro el Día del Señor............................................... 33
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¡Ojalá escuchéis hoy su voz!
Orar con los salmos
12. Siento a Dios lejos........................................................ 13. A ti te busco, Señor....................................................... 14. Me falta el aliento......................................................... 15. Estoy deprimido............................................................ 16. Tú alumbras mis tinieblas............................................. 17. Estoy solo y afligido...................................................... 18. Mi vida se gasta en el dolor.......................................... 19. Me concediste un palmo de vida.................................. 20. El hombre no perdura en la opulencia......................... 21. Me saciarás de gozo en tu presencia........................... 22. Tú eres la alegría de mi juventud................................. 23. Tú eres el refugio de mi vejez...................................... 24. Por ti madrugo.............................................................. 25. Al caer la tarde............................................................. 26. Puedo acostarme y descansar..................................... 27. No te olvides de los pobres.......................................... 28. Que todos los pueblos te alaben.................................. Itinerario Diocesano de Renovación
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El Libro de los Salmos es uno de los que componen la Biblia cristiana en su
primera parte, el Antiguo Testamento, que corresponde a las Sagradas Escrituras del pueblo de Israel. Está integrado por ciento cincuenta oraciones
poéticas o cantos, de distintas épocas y autores, que se fueron agrupando
hasta formar la actual colección que, ya desde el siglo III a.C., constituía el
libro oficial de cantos del Templo de Jerusalén. Usados por el mismo Jesús,
que oró con ellos tanto en el Templo como en su oración personal, fueron
recitados con fervor y con una nueva comprensión por la primera comunidad cristiana salida del judaísmo, y pasaron así a los labios de la Iglesia,
que los utiliza constantemente en toda su Liturgia. Podemos decir que se
trata de las oraciones más usadas a lo largo de casi treinta siglos y por
millones de creyentes.
La clave de este éxito tan duradero hay que buscarla en tres características
principales de estos preciosos cantos. Primera, que despliegan todo el
abanico de actitudes y sentimientos con que el hombre se sitúa ante Dios:
alabanza, admiración, gratitud, confianza, súplica humilde, arrepentimiento, lamentación, celebración gozosa, escucha obediente. Segunda, que se
trata de oraciones situadas en la vida e historia concreta del individuo o
del pueblo, con sus diferentes vivencias, circunstancias exteriores e incluso
distintas comprensiones del misterio de Dios. Y tercera, su lenguaje sencillo
y a la vez poético, que tiene la capacidad de tocar certeramente el centro
del hombre, su corazón. Porque son palabras de corazón a corazón, del
corazón de Dios al del hombre y viceversa. Y esto hace que, quien llega
¡Ojalá escuchéis hoy su voz!
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Orar con los salmos
a conocerlos, ya no pueda prescindir nunca de ellos a la hora de expresarse ante Dios y se sorprenda muchas veces repitiendo algunas de sus
frases como oración íntima y esencial. Es lo mismo que le ocurría a Jesús:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”(Mc 15,34); “A tus
manos encomiendo mi espíritu”(Lc 23,46); “Te doy gracias porque me has
escuchado”(Jn 11,41).
La selección que aquí presentamos se explica desde la circunstancia en que
ha nacido y sus principales destinatarios. Se trata de un material sencillo
utilizado en el Catecumenado de Adultos de la Catedral de Valencia. Sus destinatarios son, pues, personas que se están iniciando en la oración, es decir,
en ese diálogo personal con un Padre que les resulta aún un poco lejano.
De ahí derivan las principales características de la selección:
1ª. Oración personal: El cristiano, como el judío, ora individualmente y
en comunidad: por eso nos encontramos con Salmos individuales y colectivos. Ambas formas de oración requieren una educación específica. Pero
esta selección intenta educar y ayudar solamente para la oración individual.
Y esto explica que se hayan utilizado casi exclusivamente los Salmos que
llamamos súplicas individuales.
2ª. Oración de principiantes: La oración del cristiano refleja naturalmente los distintos grados de madurez de su fe. Aquí se trata de favorecer y acompañar los primeros balbuceos ante Dios. Por esa razón se han
seleccionado aquellas partes de los Salmos que no precisan de muchos
conocimientos históricos, geográficos o teológicos para poder entenderlas. Tiempo habrá para una explicación más erudita de los Salmos; ahora
se ofrecen sólo aquellas fórmulas que se entienden fácilmente a primera
vista y que sugieren enseguida otras palabras similares para expresar mis
sentimientos ante Dios.
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Presentación
3ª. Oración con Jesús: Los cristianos oramos los Salmos desde Jesús;
no sólo porque él es el Maestro que nos enseña a rezarlos, sino porque nos
hablan de él, nos explican el misterio de su persona. Los oramos también
por Jesús, porque él es el gran intercesor que aboga por nosotros ante el
Padre. Y, finalmente, los oramos con Jesús: nuestra unión vital con él es tan
estrecha que es él quien ora en nosotros. Y, para que recordemos esta rica
relación que se establece entre nosotros y Jesús en la oración, al principio
de cada capítulo recordamos una enseñanza o una oración de Jesús.
4ª. El último secreto: Los cristianos tenemos muchos y grandes maestros de oración. El primero y fundamental es el mismo Jesús, como hemos
dicho. Pero también tantos hermanos y hermanas nuestras que, desde la
antigüedad hasta hoy, se han distinguido en el arte de la oración y han sabido transmitírnoslo. ¿Por qué recurrir, pues, a los Salmos a la hora de iniciarnos en la oración? El hermoso ángel de nuestra Catedral que figura en
la portada de este libro, y que pulsa precisamente un salterio (instrumento
del que se deriva el nombre de salmo), nos sugiere la respuesta: los Salmos no son sólo oraciones compuestas por hombres, no provienen sólo de
la tierra, sino también del cielo, porque han sido inspirados por el Espíritu.
Y es que, “como nosotros no sabemos orar como es debido”, “el Espíritu
viene en ayuda de nuestra flaqueza” (Rom 8,26), como nos enseña San
Pablo. Cuando rezamos los Salmos, el Espíritu Santo actúa a la vez como
Maestro exterior e interior: exterior, porque ha sido él quien ha inspirado
estas oraciones; interior, porque él, que habita en nuestros corazones, nos
da la capacidad de oírlas como venidas de Dios y de devolvérselas como
nuestras. Por eso los Salmos son insustituibles.
5ª. ¿Oración solitaria?: Hemos distinguido entre oración personal y
comunitaria, y de momento nuestra atención se ha dirigido a la primera.
Pero esta distinción sólo se refiere a la forma exterior, porque, en realidad,
nunca oramos solos. No sólo porque nos acompañan siempre Cristo y el
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 11
Orar con los salmos
Espíritu, sino también porque nos acompañan todos nuestros hermanos y
hermanas que creen en Cristo, los que están en la tierra y los que están
en el cielo, con los que estamos unidos en una comunión vital profunda,
que llamamos “comunión de los santos”. Cuando un cristiano ora, todos
oran con él. Más aún, cuando un cristiano ora, ora con él la entera humanidad, salida de las manos del mismo Padre. Es curioso, precisamente
cuando buscamos la soledad para poder hablar con Dios, es cuando más
nos sentimos unidos con toda la Iglesia y con la gran familia humana. No
hay ninguna actividad tan solidaria como la oración.
Esta obra consta de dos partes bastante distintas. En la primera, “Volver a
Dios”, proponemos dos salmos completos, que expresan los primeros sentimientos y dificultades de quien se propone por primera vez enfrentarse
personalmente con Dios. Por eso, además de un pequeño programa del acto
de oración, ofrecemos el texto del salmo, y un comentario sobre sus ideas
principales, que ayuda a conectar con la situación del orante. En la segunda,
“Orar desde mi vida”, hemos individuado una serie de situaciones vitales
distintas y hemos seleccionado frases de distintos salmos, que expresan e
iluminan cada situación.
Los catecúmenos que han utilizado este pequeño instrumento de oración,
una vez bautizados, dicen que necesitan volver continuamente a él. Porque
muchas veces sienten la necesidad de volver a comenzar desde cero. ¿No
será ésta también la situación de todos los creyentes? Por mucho que
oremos, nuestra oración siempre nos parece pobre, nos sentimos siempre
aprendices en este arte sublime. Más aún, da la sensación de que cuando
más avanzamos, más a poco nos sabe, más pobres nos sentimos. ¿No
será que uno de los grandes dones que Dios nos da en la oración es
precisamente la pobreza de espíritu, la infancia espiritual? Esto explicaría
que algunos cristianos ya maduros y con muchos años de oración, al conocer esta pequeña selección catecumenal, hayan querido utilizarla también
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Itinerario Diocesano de Renovación
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Presentación
como apoyo frecuente para su oración. De este modo, un pequeño material
circunstancial ha iniciado una andadura que nunca hubiera soñado.
Para unos y para otros, sólo nos resta advertirles que la numeración de los
Salmos que utilizamos corresponde a la de la Biblia hebrea, es decir, una
cifra más alta que la que utiliza la Liturgia cristiana desde los Salmos 9-10
hasta el 147. Y que la traducción que presentamos es la de la Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, Madrid, BAC,
2010.
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Parte I
Volver a Dios
Rembrandt, H. Regreso del hijo pródigo, 1666-69.
Óleo sobre lienzo, 262 x 210,5cm.
Museo del Hermitage. San Petersburgo, Rusia.
Barroco Centroeuropeo.
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“Aquí estamos, volvemos a ti, Señor, tú eres nuestro Dios” (Jer 3,22).
Regresar a Dios: ¡cuántas veces has oído en tu interior esta exigencia! Dios,
tu amigo más antiguo, el Dios de tu niñez, de tu juventud, de tus ilusiones
y esperanzas. Pero también, el Dios abandonado, temido, olvidado, ...casi
desconocido. Y, sin embargo, el Dios que parece estar siempre al acecho,
como tu gran asignatura pendiente.
¿Cómo volver a Dios? De la mano de Jesús: no hay mejor acompañante.
“Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se
marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar” (Mc 1,35). Un día y
otro día le vimos hacer lo mismo. Y al final tuvimos que decirle: ¿Cómo
oras? ¡Enséñanos a orar como tú! Jesús oró con los Salmos, las grandes
oraciones del pueblo creyente. Se los sabía de memoria. La misma muerte
le sorprendió recitándolos. Y nos dejó una síntesis maravillosa de ellos
en el Padrenuestro. He aquí, pues, un camino seguro: volver a rezar los
Salmos con Jesús.
Te proponemos un método sencillo. Hemos seleccionado dos salmos
fundamentales, verdaderas obras maestras que nos revelan distintos
aspectos del rostro de Dios y de nuestra propia vida. Y, para cada rato de
oración, te aconsejamos que sigas estos pasos:
1. Busca un tiempo disponible (al menos media hora) y un lugar
tranquilo y recogido. Puede ser tu habitación, un rincón solitario
de la naturaleza o un templo.
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Orar con los salmos
2. Haz una primera lectura reposada del salmo para conocerlo en
su integridad. Seguro que esta lectura, que aún no es oración, te
irá despertando el deseo de orar.
3. Lee el comentario que te ofrecemos de algunas frases más im-
portantes, conectándolas con la situación en que ahora te encuentras.
4. ¡Ahora va a comenzar la oración! Pierde unos minutos para situar-
te en la presencia de Dios, tu Padre. Aunque te cueste un poco al
principio, piensa y siente que Él te está mirando con amor y que
está esperando tus palabras. Y lee las palabras de Jesús que figuran antes del texto del Salmo. Jesús te dice: recemos juntos.
5. Reza el salmo entero. Esta vez, procura hacer tuyas las palabras,
poniendo en ellas tu corazón.
6. Al rezar el salmo, habrás observado que algunas expresiones o
frases han resonado en ti con especial intensidad. ¡Vuelve sobre
ellas! Repítelas, rumíalas y complétalas con otras palabras que te
salgan del corazón. Es posible que te pases un rato largo orando
alrededor de una frase. O que, una vez terminado el acto de oración, sientas la necesidad de ir repitiéndola, como una jaculatoria,
en distintos momentos. Sigue este impulso: es la mejor manera de
ir consiguiendo un estado permanente de diálogo con Dios.
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Itinerario Diocesano de Renovación
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Volver a Dios
1
Mi alma tiene sed de ti
“El que tenga sed, que venga a mí y beba
el que cree en mí; como dice la Escritura:
‘de sus entrañas manarán ríos de agua viva’.
Dijo esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir
los que creyeran en él”
(Jn 7, 37-39)
“…el que beba del agua que yo le daré
nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré
se convertirá dentro de él en un surtidor de agua
que salta hasta la vida eterna”
(Jn 4, 14)
SALMO 42
2
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
3
mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
4
Las lágrimas son mi pan noche y día,
mientras todo el día me repiten:
“¿Dónde está tu Dios?”.
5
Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo entraba en el recinto santo,
cómo avanzaba hacia la casa de Dios
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 21
Orar con los salmos
6
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mí?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud de mi rostro, Dios mío”.
7
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo desde el Jordán y el Hermón
y el monte Misar.
8
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
9
De día el Señor me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza,
la oración al Dios de mi vida.
10 Diré a Dios: “Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?”.
11 Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
“¿Dónde está tu Dios?”.
12 ¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mí?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud de mi rostro, Dios mío”.
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“Como busca la cierva corrientes de agua”. Un animal sediento: ésa es la imagen que describe tu situación ahora.
Hemos querido comenzar por este salmo porque, detrás de
tu llamada de auxilio, aparece ante todo una persona profundamente insatisfecha. No estás contento contigo mismo.
¿Quién lo iba a decir? ¡Has conseguido tantas cosas! Seguro
que muchos te envidian. Y, sin embargo, no eres feliz.
Aunque te sorprenda, ¡enhorabuena por tu inquietud! Gracias a ella sigues buscando. Vives en medio de hombres que,
al menos aparentemente, han renunciado ya a buscar la verdad de su vida: se conforman con aprovechar al máximo las
ocasiones de goce que les presenta la vida; incluso parecen
felices. En cambio tú, curiosamente, te empeñas en complicarte la vida. Pues bien, ¡alégrate! Eso quiere decir que aún
tienes remedio, que aún no se ha embotado tu capacidad de
verdad. Serena tu ánimo con la terminante promesa de Jesús:
“quien busca encuentra”. Y tú estás buscando con empeño y
sinceridad. ¿No será que Aquél a quien buscas está ya en ti
removiendo tus entrañas?
“Tiene sed del Dios vivo”. Tú ya sabes lo que buscas. Todos
los hombres buscan algo; por muy satisfechos que parezcan,
nadie se conforma con lo que es ni con lo que tiene. Y esa insatisfacción general es el motor mismo de la historia huma¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 23
Orar con los salmos
na. Pero la mayoría no sabe lo que busca. Tú, en cambio, has
descubierto ya cuál es la única meta hacia la que apuntan todas tus ansiedades: el Dios vivo. ¡Qué tremenda y misteriosa
ambición expresan estas pocas palabras! No aspiras simplemente a pensar en Dios, a imaginarlo o recordarlo; quieres
encontrarte con Él, con el mismo Dios que revolucionó la vida
de Abrahán y de Moisés. Y, poseído por la misma extraña locura de estos grandes creyentes, pretendes, además, “ver su
rostro”. Nos parece que has contraído una enfermedad incurable: la pasión por el Dios vivo. Quien es tocado una vez
por la mano del Invisible ya no puede sustraerse nunca a su
atracción: es como un insecto que no puede escapar del círculo luminoso. Y no entiendas mal aquellas palabras de Jesús:
“Quien beba de esta agua, nunca más tendrá sed”. Porque el
mismo que las pronunció, murió gritando: “Tengo sed”. Ciertamente, quien prueba el agua de Dios ya no necesita ni desea otra bebida: eso es lo que quería decir Jesús. Pero a Dios,
cuanto más se le busca más se le desea; hasta la muerte. Porque esta enfermedad es necesariamente mortal: no se puede
ver a Dios sin morir. ¿Estás dispuesto a jugarte la vida por este
encuentro?
“Todo el día me repiten: ¿Dónde está tu Dios? Sí, eres testigo a la fuerza. Y no de una presencia, sino de una ausencia.
Durante algunos años has pretendido olvidarte de Dios y los
demás no te han dejado. Te has esforzado por ser uno más,
por compartir la despreocupación de una vida “normal” y sin
problemas. Pero la gente es terca: para ellos Dios sigue siendo “tu Dios”. Y por eso cargan sobre ti todas las quejas que
tienen contra Él. Se burlan, te atacan, te preguntan. Cuántas
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Volver a Dios
veces has querido gritar: “¿Qué tengo que ver yo con Dios?”.
Pero es inútil; para los demás estás marcado. Siempre serás
ante ellos un punto de referencia obligado, un signo de contradicción.
¿Y ante ti mismo? La pregunta que te hacen los demás, ¿no
será un simple eco de la que tú te estás haciendo siempre?
Posiblemente puedes expresar tu tragedia íntima con las bellas palabras del poeta: “Hombre de Dios me llamo, pero sin
Dios estoy”. Y es muy posible también que en este momento
estés pensando: “Si no puedo escapar de Dios, lo mejor será
rendirme de una vez”. ¡Ojalá lo hagas! Pero, cuidado: el problema de Dios no se resuelve con un solo acto de voluntad,
difícil pero factible, que te permita decir: “Ya lo tengo”. A Dios
no lo poseemos nunca. Es como una sombra que unas veces
se insinúa y otras desaparece. Parece que le gusta escaparse y dejarnos vacíos, como le ocurrió a Jesús en la cruz. También a él le decían: “Si tanto le ama, que venga a salvarle”.
Y no pudo responder más que con una queja amarga: “Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?“. Y es que lo
que quiere Dios es poseernos a nosotros. Y, para conseguirlo,
nos vacía primero de nuestro afán de atraparlo. Hasta que no
tengamos más remedio que decir: “A tus manos encomiendo
mi espíritu”, y morir después en la oscuridad y en la confianza. Mientras dure esta vida, seremos siempre peregrinos que
avanzan tanteando en la oscuridad.
“Recuerdo otros tiempos…”. Para muchos, Dios está relacionado con lo más puro y lo más alegre de su niñez. Pero no
todos pueden decir lo mismo; incluso para algunos, la primera educación constituye más bien un obstáculo que les sepa¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 25
Orar con los salmos
ra de Dios. Si tú has tenido la suerte de nacer en una familia
cristiana, que te ha educado en los valores evangélicos y te ha
ido introduciendo en la Iglesia, aviva los recuerdos de tu niñez
que son como tu historia personal de la salvación. Vuelve a
conectar con los primeros testigos que te revelaron el rostro
de Dios; sobre todo con tus padres.
Pero no te quedes en el pasado. Dios, aunque no te hayas
dado cuenta, no ha dejado de actuar en ti. Descubre sus huellas en el presente de tu vida. Dios es ciertamente tu pasado,
pero también es tu presente y tu futuro. En tu vida ha habido
alegrías y angustias, conquistas y fracasos, entregas y traiciones; pero lo mejor de tu vida está aún por venir. Por eso, apóyate en tus recuerdos, pero vive de esperanza. Porque tu Dios
está aún por llegar.
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Volver a Dios
2
Escucha a este pobre
“El publicano, quedándose atrás, no se atrevía ni a
levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho
diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os
digo que éste bajó a su casa justificado…”
(Lc 18, 13-14)
SALMO 86
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Inclina tu oído, Señor, escúchame
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti.
Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 27
Orar con los salmos
10 “Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios”.
11 Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
12 Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
13 por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
14 Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
15 Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
16 mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava.
17 Dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y me consuelas.
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“Inclina tu oído, Señor, escúchame”. Dios no es una idea que
hay que pensar sino una presencia, una realidad personal con
la que hay que encontrarse, un “Tú” a quien hay que invocar.
La iniciativa del encuentro siempre parte de Él: Él no para de
buscarte. Y se puede hacer presente, bien irrumpiendo en tu
vida de forma imprevista y extraordinaria, bien suscitando en
ti la necesidad de invocarlo. Siempre que le llames te responderá, porque es Él quien inspira tu llamada.
Adquirimos el sentido de Dios invocándole. Por eso la Iglesia nos invita a rezar los Salmos, como hizo Jesús. Es la mejor
manera de educar nuestra experiencia religiosa. Comienza
llamándole. Y, para ello, echa mano de las palabras más sencillas que te sirven para interpelar a las personas y pedirles
ayuda: “escúchame”, “mira”, “oye”, “hazme el favor”… (hasta
quince imperativos aparecen en este salmo). Sí, estás ante Alguien que te mira y escucha. No pienses demasiado en las palabras: no te servirán los discursos bien hechos ni las fórmulas
aprendidas. Como sólo quieres que te haga caso, balbucea lo
primero que se te ocurra.
“Soy un pobre desamparado”. Es el único título que puedes
presentar ante Dios. Y el único que te puede servir: ¿no es el
Dios de los pobres? No intentes ocultar tus pobrezas y angustias personales. Ante los demás procuras aparentar seguridad
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 29
Orar con los salmos
e incluso una cierta altivez. Te toca desempeñar el papel de
persona madura, responsable, honrada. Pero ante Dios, que
conoce tu verdad, sólo puedes decir como el publicano del
Evangelio: “Ten compasión de este pecador”. Si hoy eres capaz
de decir esto con sinceridad, ¡has vuelto a nacer! Tu vida ha comenzado a ser auténtica. Te puedes sentir justificado. Porque
te has dado cuenta de que no tienes nada (lo que tienes no te
sirve para nada): estás desnudo, eres ignorante, te encuentras
solo, no puedes salvarte. Sólo te queda la posibilidad de gritar
y ser escuchado. En una palabra, todo depende del Otro. Y esto
es lo que Él estaba esperando para actuar.
“Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia”.
Aún la oración más individual e íntima necesita abrirse a la solidaridad con todos los hombres. Nunca estás solo ante Dios.
Te acompañan todos los hombres, tus hermanos. Todos le
necesitan. Y por todos ellos debes clamar a Dios. Sobre todo,
por tus compañeros y compañeras de extravío. Juntos habéis
errado; solidarios en el pecado y también en la amistad. No
puedes volver a Dios tú solo, porque ellos forman parte de tu
vida. Con ellos te postras ante Dios, el Padre que los quiere
como te quiere a ti.
“Mantén mi corazón entero”. Ésta es la oración más original
de este salmo. El corazón entero es un corazón puro, sin mezcla; y, además, un corazón no compartido, indiviso. Y, como
el corazón es el centro de nuestro ser, lo que aquí pedimos
podríamos traducirlo así: que mi vida tenga unidad y que sea
únicamente tuya. Cuando Jesús pregunta su nombre a un
poseído, éste responde: “Me llamo Legión, porque somos
muchos” (Mc 5,9). Sí, sin Dios somos un haz disperso de sen30
Itinerario Diocesano de Renovación
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Volver a Dios
saciones, ideas, proyectos y angustias. Sólo nos unificamos
cuando nos entregamos a Él. Para mantener el corazón entero hay que dárselo. O, más exactamente, hay que dejárselo
arrebatar. Y entonces experimentaremos la alegría apacible
de quien ha encontrado la unidad de su ser.
“Unos soberbios se levantan contra mí”. Nada de ingenuidades: ¡tienes enemigos! Hay fuerzas empeñadas en convertir tu vida en un fracaso. Y son potentes: ¡tantas veces te han
derrotado! Sólo Dios puede ayudarte a vencerlas.
“Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la
cólera, rico en piedad y leal”. La súplica se va transformando
en himno de alabanza. Parece que queremos mover a Dios
alabando su bondad. Repite esta definición una y otra vez, recréate en ella, como hace la Biblia (docenas de veces aparecen
estas palabras en los Libros Sagrados). Y sentirás crecer en ti
la presencia acogedora y tierna del Dios Amor, que se quiere
convertir en el fundamento, el horizonte y la compañía definitiva de tu vida. De repente, tu pobreza se ha convertido en
riqueza; tu vacío, que creías una desgracia, se ha visto llenado
por la cascada arrolladora de la bondad divina. ¡Éste es el Dios
verdadero! Como Moisés ante la zarza ardiente, descálzate,
cae de rodillas. Y… cállate: confórmate con ser amado.
“Tú, Señor, me ayudas y me consuelas”. La última palabra
es de consuelo. En la oración siempre ocurre lo mismo: entramos en ella con el alma triste, como Jesús en su agonía, y
salimos de ella consolados. Porque entramos solos y salimos
acompañados.
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Parte II
Orar desde mi vida
Millet, J-F. El Ángelus (detalle), 1859-60.
Óleo sobre lienzo, 55,5 x 66cm.
Museo de Orsay. París, Francia.
Realismo francés.
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La persona se realiza en una historia cambiante, tanto en las distintas circunstancias exteriores que la condicionan, como en los diferentes estados
de ánimo con que nos enfrentamos con ellas. No todos los días son iguales, ni en todas las horas del día te encuentras igual. No tienes siempre la
misma edad. Unas veces estás triste y deprimido, y otras estás dispuesto a
saltar de alegría. Y el diálogo con Dios, para ser auténtico, debe expresar
esos distintos momentos que van conformando tu ser.
Por eso los Salmos son oraciones “situadas” en los distintos momentos de
la vida, tanto del pueblo de Dios como del orante individual.
En esta segunda parte, queremos educarte para que hables con Dios desde cada momento vital en que te encuentres. Y, para ello, te ofrecemos una
selección de pasajes de los Salmos, dividida en pequeños capítulos con
un título que identifica, bien el estado de ánimo o la circunstancia vital o
temporal en que te puedes encontrar, o bien el sentimiento o actitud que le
quieres manifestar al Señor. Una mirada al índice que figura al principio te
permitirá elegir la oración que más te conviene en cada momento.
Te encontrarás, en primer lugar, con todas las grandes actitudes religiosas:
alabanza, acción de gracias, confianza, súplica, arrepentimiento, intercesión. También te encontrarás con manifestaciones agradecidas de tu ser
cristiano: hijo de Dios, discípulo de Jesús, miembro de la Iglesia, intercesor
de la humanidad. Podrás identificar tus distintos estados de ánimo, desde
la depresión, el dolor o la oscuridad, hasta la alegría. Aprenderás a orar
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 35
Orar con los salmos
en los distintos momentos del día y a distinguir el día del Señor por excelencia. Y, por último, sabrás dirigirte al Señor desde las peculiaridades
propias de cada edad. De este modo, aprenderás a convertir toda tu vida
en oración.
En esta parte te vamos a dejar solo ante la palabra de Dios, sin ningún
comentario. En cada capítulo, seguimos ofreciendo al principio algunas palabras de Jesús, adecuadas a la situación, para recordarte que siempre
oramos con Él. Y, después, ofrecemos varios versículos de distintos salmos,
que te ayudan a orar precisamente desde esta situación.
El método a seguir es muy similar al que te hemos propuesto en la primera
parte:
1. Mira el índice y selecciona el capítulo que más te conviene en cada
momento.
2. Ponte en presencia de Dios, sintiéndote mirado y amado por él en
este momento concreto de tu vida.
3. Lee el texto evangélico y los salmos del capítulo correspondiente.
4. Ora los salmos despacio y poniendo el corazón en lo que le dices
al Señor.
5. Vuelve sobre las frases que más te han impactado y añade las
palabras propias que el Espíritu te sugiera.
6. Acaba pidiéndole al Señor que te ayude a vivir bien esta circunstancia de tu vida.
36
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
1
Te doy gracias
porque me escuchas
“Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé
que tú me escuchas siempre”
(Jn 11, 41-42)
SALMO 6
9
Apartaos de mí los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos;
10 el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración.
SALMO 28
6
7
8
9
Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante;
el Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.
El Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido,
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
Sé su pastor y llévalos siempre.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 39
Orar con los salmos
SALMO 31
22 Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.
23 Yo decía en mi ansiedad:
“Me has arrojado de tu vista”;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.
SALMO 86
12 Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
13 por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
SALMO 118
14 El Señor es mi fuerza y energía,
él es mi salvación.
17 No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
21 Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
40
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
2
Tú eres mi alegría
“Os he hablado de esto para que mi alegría esté en
vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud”
(Jn 15, 11)
SALMO 5
12 Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
os que aman tu nombre.
13 Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
SALMO 13
6
Porque yo confío en tu misericordia:
mi alma gozará con tu salvación,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
SALMO 16
9
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
11 Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 41
Orar con los salmos
SALMO 40
6
Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes a favor nuestro.
17 Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: “Grande es el Señor”
los que desean tu salvación.
SALMO 97
10 Odiad el mal los que amáis al Señor:
él protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
11 Amanece la luz para el justo,
la alegría para los rectos de corazón.
12 Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
SALMO 105
7
8
42
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
3
¡Qué bueno eres conmigo!
“Tú los has amado a ellos como me has amado a mí”
(Jn 17, 23)
SALMO 31
20 Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos.
22 Bendito el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.
24 Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales.
25 Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor.
SALMO 57
10 Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
11 por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 43
Orar con los salmos
SALMO 103
1
Bendice, alma mía al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
3 Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
4 él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura;
5 él sacia de bienes tus días,
y como un águila se renueva tu juventud.
8 El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
9 No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
10 no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
13 Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que le temen;
14 porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
44
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
4
Tu misericordia es inmensa
“Sed misericordiosos como vuestro Padre es
misericordioso” (Lc 6, 36)
SALMO 31
20 Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos.
22 Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.
SALMO 36
6
Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes.
7 Tu socorres a hombres y animales;
8 ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!,
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;
9 se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
10 porque en ti está la fuente viva,
y tu luz nos hace ver la luz.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 45
Orar con los salmos
SALMO 92
2
3
5
6
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
SALMO 138
1
2
3
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
SALMO 145
8
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
9 el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
10 Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
46
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
5
Tú eres mi Creador
“Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni
almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los
alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?... Fijaos
como crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan.Y
os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido
como uno de ellos…, ¿no hará mucho más por vosotros,
gente de poca fe?”
(Mt 6, 26-30)
SALMO 8
2
4
5
6
7
8
9
¡Señor, Dueño nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies.
Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 47
Orar con los salmos
SALMO 19
2
3
4
5
6
7
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
SALMO 95
6
7
48
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
6
En ti confío
“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”
(Lc 23, 46)
SALMO 23
1
2
3
4
5
6
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
SALMO 25
1
2
A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 49
Orar con los salmos
SALMO 31
6
7
8
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tú aborreces a los que veneran ídolos inertes,
pero yo confío en el Señor;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción,
velas por mi vida en peligro.
SALMO 40
2
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
5 Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
18 Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.
50
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
7
Como un niño
“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí,
Padre, así te ha parecido bien”
(Mt 11, 25-26)
“En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios
como un niño, no entrará en él” (Mc 10, 15)
SALMO 10
12 Levántate, Señor, extiende tu mano,
no te olvides de los humildes.
14 A ti se encomienda el pobre,
tu socorres al huérfano.
17 Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,
les prestas oído y los animas;
18 tú defiendes al huérfano y al desvalido.
SALMO 69
30 Yo soy un pobre malherido,
Dios mío, tu salvación me levante.
31 Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
33 Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
34 Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 51
Orar con los salmos
SALMO 22
10 Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado en los pechos de mi madre;
11 desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
12 No te quedes lejos, que el peligro está cerca
y nadie me socorre.
SALMO 131
1
2
3
52
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.
Sino que acallo y modero mis deseos
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
8
Yo reconozco mi culpa
“Sus muchos pecados han quedado perdonados,
porque ha amado mucho, pero al que poco se le
perdona, ama poco” (Lc 7, 47)
SALMO 51
3
4
5
6
8
9
10
11
12
13
14
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 53
Orar con los salmos
SALMO 130
1
2
3
4
5
7
8
54
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
9
Jesús es mi Rey
“Tú lo dices: Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto
he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad.
Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18, 37)
SALMO 2
2
4
6
7
8
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías.
El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos:
“Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo”.
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: “Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones;
en posesión los confines de la tierra”.
SALMO 45
2
3
4
Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco tu espada, valiente:
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 55
Orar con los salmos
5
8
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad, la mansedumbre
y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros.
SALMO 110
1
2
3
4
56
Oráculo del Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies”.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora”.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
“Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec”.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
10
He nacido en la Iglesia
“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre
ha tenido a bien daros el reino” (Lc 12, 32)
“Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20)
SALMO 84
2
3
5
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del universo!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
SALMO 87
3
5
6
7
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
Se dirá de Sión: “Uno por uno,
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado”.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
“Este ha nacido allí”.
Y cantarán mientras danzan:
“Todas mis fuentes están en ti”.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 57
Orar con los salmos
SALMO 122
1
2
3
4
6
7
8
9
58
¡Qué alegría cuando me dijeron:
“Vamos a la casa del Señor”!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor.
Desead la paz a Jerusalén:
“Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios”.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: “La paz contigo”.
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
11
Celebro el Día del Señor
“Resucitado al amanecer del primer día de la semana,
se apareció primero a María Magdalena… Después
se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban
camino al campo… Por último, se apareció Jesús a los
Once, cuando estaban a la mesa”
(Mc 16, 9-14)
SALMO 116
12 ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
13 Alzaré la copa de la salvación
invocando el nombre del Señor.
17 Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
18 Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
19 en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
SALMO 118
1
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
15 Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
16 “La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa”.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 59
Orar con los salmos
17 No he de morir, viviré
para cantar las hazañas del Señor.
22 La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
23 Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
24 Este es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
26 Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
27 El Señor es Dios, él nos ilumina.
SALMO 149
1
2
3
4
60
Aleluya.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
12
Siento a Dios lejos
“A la hora nona, Jesús gritó con voz potente: Elí, Elí.
¿lemá sabaktaní? (es decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?”
(Mt 27, 46)
SALMO 10
1
¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te escondes en el momento del aprieto?
SALMO 13
2
3
¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuándo he de estar preocupado,
con el corazón apenado todo el día?
SALMO 22
2
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
A pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.
3 Dios mío, de día te grito, y no me respondes;
de noche, y no me haces caso.
11 Desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
12 No te quedes lejos, que el peligro está cerca
y nadie me socorre.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 61
Orar con los salmos
SALMO 30
7
Yo pensaba muy seguro:
“No vacilaré jamás”.
8 Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
11 Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
SALMO 119
145 Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor,
y guardaré tus decretos;
146 a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus preceptos;
147 me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
149 Escucha mi voz por tu misericordia, Señor.
151 Tú, Señor, estás cerca.
62
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
13
A ti te busco, Señor
“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se
os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca
encuentra y al que llama se le abre”
(Mt 7, 7-8)
SALMO 27
7
Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
8 Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”.
Tu rostro buscaré, Señor.
9 No me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
11 Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana.
SALMO 42
2
3
4
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan noche y día,
mientras todo el día me repiten:
¿Dónde está tu Dios?
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 63
Orar con los salmos
SALMO 63
2
4
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
Tu gracia vale más que la vida.
SALMO 143
4
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
6 Extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
7 Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro.
8 En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
10 Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
64
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
14
Me falta el aliento
“¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?” (Mc 4, 40)
“Animo, soy yo, no tengáis miedo” (Mc 6,50)
9
10
11
16
18
22
SALMO 38
Estoy agotado, deshecho del todo.
Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.
En ti, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío.
Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí.
No me abandones, Señor;
Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.
SALMO 142
2
3
4
A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 65
Orar con los salmos
6
7
A ti grito, Señor;
te digo: “Tú eres mi refugio
y mi lote en el país de la vida”.
Atiende a mis clamores,
que estoy agotado.
SALMO 143
1
4
6
7
8
66
Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel,
atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Tengo sed de ti, como tierra reseca.
Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
15
Estoy deprimido
“No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed
también en mí”
(Jn 14, 1)
SALMO 6
3
4
5
7
Misericordia, Señor, que desfallezco;
cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio
y tú, Señor, ¿hasta cuándo?
Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame por tu misericordia.
Estoy agotado de gemir:
de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas.
SALMO 25
16 Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
17 Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
18 Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados.
SALMO 43
5
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mí?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud de mi rostro, Dios mío”.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 67
Orar con los salmos
SALMO 69
4
14
15
16
17
18
68
Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios.
Pero mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:
arráncame del cieno, que no me hunda.
Que no me arrastre la corriente,
que no se cierre la poza sobre mí.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme enseguida.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
16
Tú alumbras mis tinieblas
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”
(Jn 8, 12)
SALMO 13
2
3
4
¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuándo he de estar preocupado,
con el corazón apenado todo el día?
Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte.
SALMO 18
29 Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
SALMO 25
4
5
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 69
Orar con los salmos
SALMO 43
3
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
SALMO 86
11 Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
SALMO 143
7
Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro.
8 Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
10 Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
70
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
17
Estoy solo y afligido
“Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y
velad.Velad y orad, para no caer en tentación; el espíritu
está pronto, pero la carne es débil”
(Mc 14, 34. 38)
SALMO 25
16 Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
17 Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
18 Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados.
20 Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado
de haber acudido a ti.
SALMO 38
12 Mis amigos y compañeros se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia.
14 Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo, no abro la boca.
16 En ti, Señor espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío.
22 No me abandones, Señor;
Dios mío, no te quedes lejos;
23 ven a prisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 71
Orar con los salmos
SALMO 69
2
Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello:
3 me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie.
19 Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos.
21 La afrenta me destroza el corazón,
y desfallezco.
Espero compasión y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
SALMO 118
6
7
8
72
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
18
Mi vida se gasta en el dolor
“¡Abbá!, Padre: tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz.
Pero no se haga como yo quiero, sino como tú quieres”
(Mc 14, 36)
SALMO 31
10 Piedad, Señor, que estoy en peligro:
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas.
11 Mi vida se gasta en el dolor;
mis años, en los gemidos.
15 Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios”.
16 En tus manos están mis azares.
17 Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
SALMO 102
2
3
4
5
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Que mis días se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como hierba,
me olvido de comer mi pan;
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 73
Orar con los salmos
6
con la violencia de mis quejidos,
se me pega la piel a los huesos.
12 Mis días son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba.
13 Tú, en cambio, permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
SALMO 116
1
2
3
4
7
8
9
74
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
“Señor, salva mi vida”.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
19
Me concediste un palmo de vida
“Lo mismo vosotros estad preparados, porque a la hora
que menos penséis, viene el Hijo del hombre”
(Lc 12, 40)
SALMO 39
5
6
7
8
Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.
Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como pura sombra;
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
SALMO 90
3
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: “Retornad, hijos de Adán”.
4 Mil años en tu presencia
son un ayer que pasó;
una vela nocturna.
10 Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 75
Orar con los salmos
12 Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
SALMO 103
13 Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
14 porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
15 Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
16 que el viento la roza y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
17 Pero la misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
18 para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
76
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
20
El hombre no perdura
en la opulencia
“‘En verdad os digo que difícilmente entrará un rico
en el reino de los cielos’. Al oírlo, los discípulos dijeron
espantados: ‘Entonces, ¿quién puede salvarse?’. Jesús
se les quedó mirando y les dijo: ‘Es imposible para los
hombres, pero Dios lo puede todo’”
(Mt 19, 23-26)
SALMO 49
6
7
8
9
10
11
12
13
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
es semejante a las bestias, que perecen.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 77
Orar con los salmos
14 Este es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos.
16 Pero a mí Dios me salva,
me arranca de las garras del abismo.
17 No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
18 cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
19 Aunque en vida se felicitaba:
“Ponderan lo bien que lo pasas”,
20 irá a reunirse con la generación de sus padres,
que no verán nunca la luz.
21 El hombre rico e inconsciente
es semejante a las bestias, que perecen.
SALMO 16
4
5
6
78
Se multiplican las desgracias
de quienes van tras dioses extraños;
yo no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
21
Me saciarás de gozo
en tu presencia
“En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no,
os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un
lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os
llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también
vosotros” (Jn 14, 2-3)
SALMO 16
1
2
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: “Tú eres mi Dios”.
No hay bien para mí fuera de ti.
5 El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano:
6 me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
7 Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
8 Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
9 Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
10 Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción.
11 Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 79
Orar con los salmos
SALMO 23
6
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
SALMO 27
13 Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
14 Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
SALMO 61
5
6
80
Habitaré siempre en tu morada
refugiado al amparo de tus alas.
Porque tú, oh Dios, escucharás mis votos,
y me darás la heredad
de los que temen tu nombre.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
22
Tú eres la alegría de mi juventud
“Jesús se lo quedó mirando, lo amó y le dijo: ‘Una cosa
te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres,
así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme’
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste,
porque era muy rico”
(Mc 10, 21-22)
SALMO 43
3
4
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
SALMO 119
9
¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
10 Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus
mandamientos.
11 En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
12 Bendito eres, Señor;
enséñame tus decretos.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 81
Orar con los salmos
14 Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
15 Medito tus mandatos,
y me fijo en tus sendas;
16 tus decretos son mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
SALMO 139
13 Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
14 Te doy gracias
porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras:
mi alma lo reconoce agradecida,
15 no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
16 tus ojos veían mi ser aún informe,
todos mis días estaban escritos en tu libro,
estaban calculados antes que llegase el primero.
23 Sondéame, oh Dios, y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
24 mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
82
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
23
Tú eres el refugio de mi vejez
“La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e
inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la
cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se
puso a servirles”
(Mc 1, 30-31)
SALMO 71
5
6
9
12
17
18
20
21
Tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías,
siempre he confiado en ti.
No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas, no me abandones.
Dios mío, no te quedes a distancia;
Dios mío, ven aprisa a socorrerme.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas;
ahora, en la vejez y las canas
no me abandones, Dios mío,
hasta que describa tu poder,
tus hazañas a la nueva generación.
Me hiciste pasar por peligros,
muchos y graves:
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la tierra;
acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 83
Orar con los salmos
22 Y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa, por tu lealtad.
SALMO 88
2
Señor, Dios Salvador mío,
día y noche grito en tu presencia;
3 llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
4 Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
5 ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.
9 Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir,
10 y los ojos se me nublan de pesar.
Todo el día te estoy invocando, Señor,
tendiendo las manos hacia ti.
15 ¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?
19 Alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
84
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
24
Por ti madrugo
“Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy
oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a
orar”
(Mc 1, 35)
SALMO 57
8
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
9 despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
10 Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
11 por tu bondad que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
SALMO 63
2
4
5
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 85
Orar con los salmos
6
7
8
9
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
SALMO 90
13 Ten compasión de tus siervos;
14 por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
16 Que tus siervos vean tu acción
y sus hijos tu gloria.
17 Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos.
86
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
25
Al caer la tarde
“Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los
enfermos y endemoniados... Curó a muchos enfermos de
diversos males y expulsó muchos demonios”
(Mc 1, 32-34)
SALMO 62
2
3
6
7
8
9
Solo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
solo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
Descansa solo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
solo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón:
Dios es nuestro refugio.
SALMO 119
105 Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
106 lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 87
Orar con los salmos
107 ¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
108 Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
109 mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu ley;
110 los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus mandatos.
111 Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
112 inclino mi corazón a cumplir tus decretos,
siempre y cabalmente.
SALMO 141
1
2
3
4
8
88
Señor, te estoy llamando, ven deprisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,
a cometer crímenes y delitos;
ni que con los hombres malvados
participe en banquetes.
Señor Dios, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
26
Puedo acostarme y descansar
“El Reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla
en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana;
la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo”
(Mc 4, 26-27)
SALMO 3
5
6
9
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
El Señor me sostiene.
De ti, Señor, viene la salvación
y la salvación sobre tu pueblo.
SALMO 4
5
6
7
8
9
Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: “¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?”.
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en su trigo y en su vino.
En paz me acuesto y enseguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 89
Orar con los salmos
SALMO 16
7
Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
8 Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
9 Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
10 Porque no me abandonarás en la región de los
muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción.
11 Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
SALMO 134
1
2
3
90
Y ahora bendecid al Señor
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor.
Levantad las manos hacia el santuario
y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
27
No te olvides de los pobres
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con
uno de éstos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo
hicisteis” (Mt 25, 40)
SALMO 10
12 Levántate, Señor, extiende tu mano,
no te olvides de los humildes:
13 ¿Por qué ha de despreciar a Dios el malvado,
pensando que no le pedirá cuentas?
14 Pero tú ves las penas y los trabajos,
tú miras y los tomas en tus manos.
A ti se encomienda el pobre,
tú socorres al huérfano.
17 Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,
les prestas oído y los animas;
18 tu defiendes al huérfano y al desvalido:
que el hombre hecho de tierra
no vuelva a sembrar su terror.
SALMO 112
1
5
¡Aleluya!
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 91
Orar con los salmos
9
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.
SALMO 146
5
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
6 que mantiene su fidelidad perpetuamente,
7 que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
8 el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
9 El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
10 El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
¡Aleluya!
92
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
Orar desde mi vida
28
Que todos los pueblos te alaben
“Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os
he mandado.Y sabed que yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el final de los tiempos”
(Mt 28, 18-21)
SALMO 67
2
3
4
5
7
8
Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra.
SALMO 96
1
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
¡Ojalá escuchéis hoy su voz! 93
Orar con los salmos
2
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
3 Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
4 porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
7 Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor.
10 Decid a los pueblos: “El Señor es rey:
él afianzó el orbe y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente”.
SALMO 145
8
9
10
11
12
13
94
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
Itinerario Diocesano de Renovación
2011
notas
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Archidiócesis
de Valencia