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El 10 de diciembre de 1925, Nuestra Señora regresó a aparecer a
Sor Lucía en Pontevedra, como había prometido en Fátima que
haría. Vino para pedir la Comunión de reparación en los Cinco
Primeros Sábados. Prometió la salvación eterna a los católicos
que cumpliesen Su pedido de los Cinco Primeros Sábados.
Los Cinco Primeros Sábados:
LAS APARICIONES DE PONTEVEDRA
Al atardecer del jueves, 10 de diciembre de 1925, después de cenar, Lucía regresó a su celda donde
recibió la visita de Nuestra Señora y del Niño Jesús 1. Escuchemos su narración:
«El 10 de diciembre de 1925, la Santísima Virgen se le apareció a ella, y a Su lado, elevado en una nube
luminosa, estaba el Niño Jesús. La Santísima Virgen puso Su mano en el hombro de Lucía, y mientras lo hacía,
le mostró un Corazón rodeado de espinas que Ella tenía en la otra mano. Al mismo tiempo, el Niño le dijo 2:
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En 1972, por sugerencia del Padre Alonso, el “Ejército Azul” español compró el convento de las Hermanas Doroteas de Pontevedra,
que estaba cayendo en ruinas. (Cf. “Fatima, apostolat mondial;” páginas 191-196). Para transformar la celda de Sor Lucía a una
capilla, como fuese muy estrecha, fue necesario quitar un muro y usar también el cuarto adyacente. Las obras hechas, las personas
ya podían ir allá en peregrinación.
Documentos, página 401. Este texto se escribió por Sor Lucía los finales de 1927 a pedido de su confesor, el Padre Aparício, S.J.
«Por humildad», él explicó, «Sor Lucía mostro su repugnancia en escribir en la primera persona, al que respondí que escribiese en la
tercera persona, que fue lo que ella hizo». (Carta al Padre Fonseca de 10 de enero de 1938, citada por el Padre Alonso,
“Ephemerides Mariologicae” 1973, página 25).
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“Ten compasión de Corazón de tu Santísima Madre, que está cubierto de espinas que los hombres
ingratos continuamente le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para arrancárselas.”
«Luego la Santísima Virgen le dijo:
“Mira, hija Mía, a Mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan
continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme, y di que todos aquellos que
durante cinco meses consecutivos, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la
tercera parte del Rosario y Me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los 15 misterios del Rosario
con el fin de desagraviarme, Yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas la gracias necesarias
para la salvación de sus almas”».
Cargada con esta nueva misión, la joven postulante – Lucía tenía sólo 18 años – hizo todo lo que le fue
posible para dar a conocer los pedidos de Nuestra Señora. 3 Ella en seguida le contó todo a su superiora, la
Madre Magalhães, quien llegó a convencerse plenamente de la causa de Fátima y estuvo lista a obedecer los
pedidos del Cielo 4. Lucía también le informo al confesor de la casa, Don Lino García: «Este último», ella
escribe, «me ordenó escribir todo lo relacionado [a esta revelación] y guardar estos escritos, que tal vez
pudieran necesitarse». Pero después de eso él esperó. Lucía escribió entonces un recuento detallado del
acontecimiento para su confesor, Monseñor Pereira Lopes, del Asilo de Vilar que expresó alguna reserva y le
recomendó que esperase. Unos días después, el 15 de febrero, Lucía le contestó, haciéndole una narración
detallada de la secuencia de los acontecimientos. Afortunadamente, esta carta importantísima ha sido
preservada para nosotros. He aquí extractos abundantes de esa carta.
«Reverendísimo Padre: Quiero con todo el respeto agradecerle su amable carta. Cuando la recibí y vi
que todavía no podía atender los deseos de Nuestra Señora me quedé triste. Pero pensé que los deseos de Ella
son que yo obedezca a lo que Vd. determine. Quedé tranquila y al día siguiente, cuando recibí a Jesús en la
Comunión, Le leí su carta y Le dije: “¡Jesús mío! Con Tu gracia, oración, mortificación y confianza haré todo
cuanto la obediencia me permita y Tu me inspires; lo demás hazlo Tú”...
«El día 15 estaba yo muy ocupada con mi trabajo y casi ni me acordaba de ello [la aparición del pasado
10 de diciembre]. Fui a echar un recipiente de basura fuera del jardín. En el mismo lugar, donde ya algunos
meses antes, había encontrado un niño con el que tuve esta conversación: Le pregunté si sabía el Ave María y
respondiéndome que sí, le pedí que la dijera para oírle. Como no se decidía a decirlo solo, le acompañé por tres
veces. Al final, otra vez, insistí para que lo dijera solo. Como permaneció callado, me pareció que era incapaz
de hacerlo solo. Entonces le pregunté si sabía cuál era la iglesia de Santa María 5. Me respondió que sí y
quedamos en que iría allí todos los días y diría: “Oh mi Madre del Cielo, dame a Tu Niño Jesús”. Le enseñé esto
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En el gran plan de Dios, la devoción reparadora y la Consagración de Rusia están tan íntimamente ligadas una a otra que, en los
próximos capítulos (Cf capítulos 10-16), describiremos al mismo tiempo como Lucía fue incansable en hacer saber a las
autoridades jerárquicas de la Iglesia estos dos pedidos de Nuestra Señora. Hasta el año de 1991, en que escribimos este texto, los
Papas, desobedeciendo la voz de Nuestra Señora, han recusado a cumplir Sus órdenes.
Al dirigir sus deseos al Obispo de Leiria, en una carta escrita poco más de tres semanas después de la aparición, Madre Magalhães
da algunas noticias de su protegida, María das Dores (Sor Lucía) y ya hizo una alusión a esa revelación: «María das Dores ya me
dijo que recibió aquí una grande gracia de la Santísima Virgen María, y ¡yo no lo dudo, porque la pequeña tiene virtud y
simplicidad y de tal abundancia que debe encantar la Santísima Virgen! En estos asuntos, soy la persona más incrédula que hay en
el mundo, pero, cuanto a ella, no tengo dudas; ¡no sé lo que eso significa! Nunca le hablé sobre este asunto, y no hice más de oír lo
que ella acabó de decirme espontáneamente, porque juzgó que tenía el deber de decirme. Para todas las dificultades que ella tiene,
la mando a su director espiritual, Padre Pereira Lopes, para que él las resuelva, porque para estas cosas soy peor que un topo».
(Carta de 25 de diciembre de 1925, citada por Padre Alonso, “Ephemerides Mariologicae”, 1973, páginas 30-31).
La Basílica de Santa María Mayor es bastante próxima de la casa de las Hermanas Doroteas, en la calle llamada Pasaje Isabel II.
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y me fui 6. El 15 de febrero volviendo como de costumbre [a vaciar un recipiente de basura fuera del jardín],
encontré también un niño que me parecía era el mismo de la vez anterior y le pregunté: “¿Pediste a la Madre del
Cielo que te diera el Niño Jesús?” El niño se volvió hacia mí y me dijo: “Y tú ¿revelaste por el mundo
aquello que la Madre del Cielo te pedía?” Y al decir esto, se transformó en un Niño resplandeciente. Luego,
reconociendo que era Jesús, Le dije:
«“¡Jesús mío! Tú bien sabes lo que mi confesor me dice en la carta que Te leí. Decía que era necesario
que se repitiese aquella visión, que hubiera manifestaciones que ayuden a creerla, y que la Madre superiora
sola, dando a conocer este deseo, nada podrá.
– Es verdad que la Madre Superiora sola no puede hacer nada, pero con Mi gracia, puede hacer
todo. Y basta que tu confesor te lo permita, y que tu Superiora lo diga para que se crea, aún sin saber a
quién fue revelado.
– Pero mi confesor decía en la carta que esta devoción no hacía falta en el mundo, porque ya había
muchas almas que comulgan los primeros sábados del mes en honor de Nuestra Señora y de los quince
misterios del Rosario.
– Es verdad, hija Mía, que muchas almas los comienzan, pero pocos los acaban, y las que los
terminan, es con el fin de recibir las gracias en ellos prometidas; y Me agradan más las que hicieran los
cinco con fervor y con objeto de desagraviar el Corazón de tu Madre del Cielo que las que hicieran los
quince, tibias e indiferentes.
– Jesús mío, muchas almas tienen dificultad de confesarse el sábado. Si Tú permitieras que la confesión
en el espacio de ocho días fuese valida...
– Sí, puede ser, y hasta de más días, con tal de que estén en estado de gracia el primer sábado
cuando comulgan y que tengan la intención de hacer reparación al Corazón Inmaculado de María.
– Jesús mío, ¿Y los que se olviden de poner esta intención?
– Pueden ponerla en la confesión siguiente, aprovechando la primera ocasión que tengan para
confesarse.
«Después de eso desapareció, sin que haya sabido nada más hasta hoy, de los deseos del Cielo. En
cuanto a los míos», continuó «son que se encienda en las almas la llama del amor divino, y que elevadas en este
amor, consuelen mucho al Sagrado Corazón de María. Yo, por lo menos, deseo consolar mucho a mi querida
Madre del Cielo, sufriendo mucho por su amor 7».
Los exortaciones de Sor Lucía
por la pratica de la devoción reparadora de los Primeros Sábados
Sor Lucía quedó tan ligada a esta «amorosa devoción» que la mencionó varias veces en su
correspondencia. Veamos algunas de sus cartas, escritas poco tiempo después de la revelación de Pontevedra.
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Admiremos el alma maravillosa de Lucía. Próximo de la puerta del jardín, encontró un niño y le vino inmediatamente la idea de
hablarle de la Santísima Virgen María. La pequeña oración que enseñó al niño era ciertamente de su autoría aquel Adviento de
1925.
Citado por Padre Martins dos Reis en “Uma Vida”, págs. 337-357; Cf. Documentos, págs. 477-481.
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El 24 de julio de 1927, Lucía escribió a su madre, María Rosa:
«Mi querida madre, quería también que me diese Vd. el consuelo de abrazar una devoción que sé le
gusta al Señor y que fue nuestra querida Madre del Cielo quien la pidió. En cuanto la conocí deseé hacerla mía
y trabajar para que todos los demás la aceptasen. Espero, por lo tanto, que Vd. me contentará diciendo que la
aceptó y que va a procurar trabajar para que todas las personas que ahí van la abracen también. Nunca podré
darme mayor consuelo que este. Solamente consiste en hacer lo que va escrito en esa estampa. La confesión
puede ser otro día; los 15 minutos [de meditación] es lo que puede parecerle más difícil. Pero es muy fácil:
¿Quién no puede pensar en los misterios del Rosario? ¿En la Anunciación del Ángel y en la humildad de
Nuestra Señora que al verse tan exaltada se llama a sí misma esclava [del Señor]? ¿En la pasión de Jesús que
tanto sufrió por nuestro amor? ¿En nuestra Madre Santísima junto a Jesús en el Calvario? ¿Quién no puede con
estos santos pensamientos, pasar 15 minutos con la más tierna de las Madres?
«Adiós, mi querida madre. Consuele así a nuestra Madre del Cielo y procure que muchos otros La
consuelen también. De esta manera me dará a mí una incalculable alegría.
«Su hija que le quiere y besa su mano 8».
El 1 de noviembre de 1927, escribió su madrina de Confirmación, Doña María Filomena Morais de
Miranda:
«No sé si ya sabes sobre la devoción reparadora de los Cinco Sábados al Inmaculado Corazón de María.
Como todavía es reciente, me gustaría inspirarte a practicarla, porque fue pedida por Nuestra Querida Madre
Celestial y Jesús ha manifestado Su deseo de que sea practicada. También, me parece que serías afortunada,
querida madrina, de no sólo conocerla y darle a Jesús el consuelo de practicarla, sino, también, de hacerla
conocer y ser acogida por muchas otras personas…
«Me parece, querida madrina, que somos afortunadas al poder dar a Nuestra Querida Madre Celestial
esta prueba de amor, porque sabemos que Ella desea que así sea. En cuanto a mí, confieso que nunca me siento
tan feliz como cuando llega el primer sábado. ¿No es verdad que nuestra felicidad más grande es la de
pertenecer completamente a Jesús y María y amarlos, a Ellos solamente, sin reservas? Vemos esto tan
claramente en las vidas de los santos… Ellos eran felices porque amaban, y nosotros, mi querida madrina,
debemos tratar de amar como ellos, no solamente para gozar a Jesús, que es lo menos importante – porque si no
Le gozamos aquí en la tierra, Le gozaremos en el Cielo – pero para dar a Jesús y María el consuelo de ser
amados… y que, en cambio por este amor, Ellos puedan salvar muchas almas. Adiós, mi querida madrina, te
abrazo con los Santísimos Corazones de Jesús y María 9».
El 4 de noviembre de 1928, después de los primeros pasos para obtener del Obispo de Leiria la
aprobación oficial, escribió al Padre Aparicio:
«Espero, por tanto, que Nuestro Buen Señor inspirará a Su Excelencia para dar una respuesta favorable,
y que entre tantas espinas, yo pueda recoger esta flor, viendo el Corazón maternal de la Santísima Virgen
honrado también en este mundo. Este es mi deseo ahora, porque es también la voluntad de Nuestro Buen Señor.
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Documentos, página 403.
Citado por Padre Alonso (Ephemerides Mariologicae, 1973, páginas 41-42) y por el Padre A.M. Martins (Novos Documentos,
páginas 118-119; y Fátima e o Coração de Maria [FCM], páginas 22-23).
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La alegría más grande que experimento es la de ver que el Corazón Inmaculado de nuestra querida Madre sea
conocido, amado y consolado por medio de esta Devoción 10».
Cuando Santa Filomena (arriba) fue martirizada hace
más de mil años, tenía más o menos la edad de Jacinta de
Fátima cuando murió.
El 31 de marzo de 1929, refiriéndose al Canon Formigão y al Padre Rodrigues, que querían predicar la
devoción de reparación, Sor Lucía escribió al Padre Aparício:
«Espero que Jesús los hará – según el deseo que tengo de difundir esta amorosa devoción – dos
apóstoles fervorosos de la devoción reparadora al Inmaculado Corazón de María. Su Reverencia no puede
imaginarse lo grande que es mi alegría al pensar del consuelo que los Sagrados Corazones de Jesús y María
recibirán a través de esta amorosa devoción, y del gran número de almas que se salvarán a través de esta
amorosa devoción. Digo ‘se salvarán’ porque no hace mucho tiempo Nuestro Buen Señor, en Su infinita
misericordia, me pidió buscar la forma de hacer Reparación a través de mis oraciones y sacrificios, y
preferiblemente hacer Reparación al Corazón Inmaculado de María e implorar perdón y misericordia para las
almas que blasfeman contra Ella, porque la Misericordia Divina no perdona a estas almas sin Reparación». 11
En una carta citada por el Padre Martins, 12 Sor Lucía escribió:
«Ésta es mi manera de hacer las meditaciones sobre los misterios del Rosario los Primeros Sábados:
Primer misterio, la Anunciación del Ángel Gabriel a Nuestra Señora. Primer preludio: Me imagino viendo y
escuchando al Ángel saludar a Nuestra Señora con estas palabras: “Dios te salve, María, llena eres de gracia”.
Segundo preludio: Le pido a Nuestra Señora infundir dentro de mi alma un sentimiento profundo de humildad.
Primer punto: Meditaré sobre la manera como el Cielo proclama que la Santísima Virgen está llena de gracia, es
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Ephemerides Mariologicae, 1973, página 54, Cf., en el mismo sentido, la carta del 20 de diciembre de 1928; Cf. Fátima e o
Coração de Maria [FCM], páginas 25-27.
Ephemerides Mariologicae, 1973, página 577. Fátima e o Coração de Maria [FCM], páginas 27-28.
Desafortunadamente, el Padre Martins no indica la fecha de esta carta.
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bendita entre todas las mujeres y está destinada para ser la Madre de Dios. Segundo punto: La humildad de
Nuestra Señora, reconociéndose y declarándose como la esclava del Señor. Tercer punto: Cómo debo imitar a
Nuestra Señora en Su humildad; cuáles son los defectos de orgullo y arrogancia a través de los cuales más
frecuentemente ofendo al Señor, y los medios que debo emplear para evitarlos, etc.»
«El segundo mes, hago la meditación sobre el Segundo Misterio Gozoso. El tercer mes, la hago sobre el
Tercer Misterio Gozoso, y así en adelante, siguiendo el mismo método de meditación. Cuando he terminado
aquellos Cinco Primeros Sábados, empiezo cinco más y medito sobre los Misterios Dolorosos, luego sobre los
Gloriosos, y cuando los acabo empiezo otra vez con los Gozosos». 13
Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, líbranos del
fuego del infierno Lleva todas las pobres almas al cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.
Sor Lucía nos revela así que, lejos de contentarse con los Cinco Primeros Sábados, practicaba todos los
meses «la amorosa devoción de reparación» indicada por Nuestra Señora. ¿Por qué no seguimos su ejemplo y
renovar muchas veces esa práctica piadosa? En especial, podremos entonces pedir a nuestra buena Madre, con
la esperanza firme de ser oídos, que Ella se digna conceder, a esta y aquella alma que Le confiamos, 14 la
asistencia especial prometida a la hora de la muerte «con todas las gracias necesarias por su salvación», en
consideración de esa «pequeña devoción» cumplida por amor y en espíritu de reparación.
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Cartas, páginas 19-20.
Aunque esta promesa no figure explícitamente en los escritos de la vidente, numerosos textos nos garantizan que está, en verdad, en
el espíritu de Nuestra Señora. Sor Lucía, por ejemplo, escribió el 27 de mayo de 1943, a respecto de la devoción al Inmaculado
Corazón de María: «Los Sagrados Corazones de Jesús y María aman y desean esta devoción, porque la usan para atraer las almas a
Ellos, y allá se encuentran todos Sus deseos: Salvar almas, muchas almas, todas las almas». (Fátima e o Coração de Maria [FCM],
páginas 62-63).
http://www.fatima.org/span/crusader/spcrintro/spcrintropg51.pdf 6
http://www.fatima.org/span/crusader/spcrintro/spcrintropg51.pdf 7