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CONSTRUCTORES DE LA FAMILIA
“Construyendo la Familia Según el Corazón de Dios”
LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN LA FAMILIA
(Presentar un caso)
En todo ámbito en donde hay una convivencia es inevitable que aparezca el
conflicto. Siempre que haya por lo menos dos personas haciendo algo juntas,
habrá algún tipo de conflicto. Es natural entonces que existan estos en toda
familia y relación matrimonial, desde los más pequeños e insignificantes
problemitas, malentendidos, discusiones, hasta los más grandes problemas, y
aun entre los matrimonios que ya llevan muchos años de casados aparecen a
cada momento pequeñas diferencias, minúsculos “roces”, nuevas situaciones que
se viven y provocan un conflicto. Todos los conocemos bien. Siempre los habrá.
El problema no es el conflicto en sí, sino cómo lo manejamos y resolvemos. Y en
ese trayecto de la resolución del conflicto, aprendemos muchas cosas, nos
conocemos más, maduramos, nos acercamos más unos a otros y la vida familiar
se hará más sólida. Pero si el conflicto no se resuelve, nos lleva a que este
crezca aún más, aparezcan otros como consecuencia y nos aislamos unos de
otros. ¡Vale la pena resolverlo! En síntesis, el conflicto puede acercarnos más o
distanciarnos más. Puede destruir una relación o fortalecerla. Este tema es tan
importante y fundamental para la relación familiar armoniosa, que lo
consideramos una de las columnas en la construcción de la familia. Afecta todas
las áreas de la familia.
¿Es necesario el conflicto entonces? Claro que sí. Así como las pruebas de la
vida. Si nunca pasáramos por pruebas y tentaciones, nunca nos fortaleceríamos,
ni creceríamos en muchos sentidos. ¡Necesitamos pasar por pruebas! Santiago
1:2-4 La Biblia dice que no solo es necesaria sino que al pasar por ellas somos
“dichosos”. ¿Por qué? “Porque la prueba produce paciencia y la paciencia
madurez”.
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Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que
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enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su
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fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la
obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.
¿POR QUÉ MOTIVO PODRÍA COMENZAR UN CONFLICTO EN LA
FAMILIA?
Primero debemos preguntarnos: ¿En dónde comenzaron los conflictos en el
mundo? En el Edén, cuando comenzó el pecado afectó todas las áreas de la vida.
Conflictos con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Dice Santiago 4:1
“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de
vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?”
Si lo pensamos bien, detrás de cada conflicto que no se resuelve hay mucho
egoísmo y orgullo. Siempre queremos imponer nuestras ideas o gustos. No
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significa que cada vez que se presenta un conflicto es porque hemos pecado, o
que el conflicto en sí tenga relación con el pecado. Pero sí el no poder o querer
resolverlo por egoísmo, orgullo y otras causas sí es consecuencia del pecado.
Veamos algunos motivos prácticos y más comunes de conflicto:
 DIFERENCIA DE OPINIONES O GUSTOS: a la hora de elegir el nombre del
bebé, él prefiere que se llame Juan como se llamaba su padre pero ella prefiere
Jonathan y no pueden ponerse de acuerdo. (ver otro caso) La mayoría de los
conflictos es por causas como estas y podrían resolverse en forma simple, pero
requieren de algo más profundo, que es “humildad”. Reconocer que no
necesariamente lo que yo pienso es lo correcto.
 DIFERENCIA DE PERSONALIDADES: (ver un caso) Similar a la anterior.
Requiere conocer y comprender al otro. Recurrir al amor sacrificial, a la
paciencia, a la entrega y a la sabiduría.
 OTROS MOTIVOS:
Infidelidad en la pareja; un simple mal entendido; falta de sujeción;
desobediencia; desinterés; egoísmo; mala o ninguna comunicación; falta de
respeto; malas contestaciones; ofensas; exagerar los problemas; exagerar las
debilidades de los demás; imprudencia; no cumplir las responsabilidades,
acuerdos o promesas; falta de compromiso, niñerías; no cumplir cada uno con su
rol en la familia; no cortar el cordón umbilical con la familia paterna; mal
carácter; falta de comprensión, controlismo, machismo, feminismo, roles
intercambiados, etc.
¿QUÉ HACER PARA QUE EL CONFLICTO NO SEA NUESTRO ENEMIGO?
Si el conflicto en sí es algo normal e inevitable en la familia, ¿qué podemos hacer
para que esto sea provechoso en vez de que nos destruya? ¿Qué podemos
hacer?
Hay tres maneras de reaccionar frente a un conflicto:
1. Reaccionar en forma negativa: enojarse excesivamente, pelear,
sacarse toda la bronca y decirse todo. Aquí hay violencia y se ataca a la
persona en vez del problema.
(«Si se enojan, no pequen.» No dejen que el sol se ponga
estando aún enojados) Efesios 4:26 Damos lugar al diablo y nos
destruimos
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(Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no
sea que acaben por destruirse unos a otros) Gálatas 5:15 Es una
forma extrema y peligrosa.
(El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es
agresivo muestra mucha insensatez) Proverbios 14:29.
2. Evadir: Hay varias formas de evadirse: Pretender que nada pasó y
esconder las emociones, como el avestruz esconde la cabeza, dejando que
el mal se agrande a escondidas y tenga consecuencias peores. Otra forma
de evadir es concentrándonos en los detalles o motivos secundarios en
vez de buscar el verdadero problema. Otra forma es espiritualizando el
problema y diciendo: “a los que aman a Dios todas las cosas ayudan a
bien”, tomando así una posición de víctima de la situación. Otra forma es
responsabilizando a otros, culpando. Estas formas de “no resolver” son
peligrosas y extremas. El corazón herido es peligroso, se va endureciendo
más y más hasta hacerse rencoroso, amargo y por último indiferente.
Cuando llega a este punto, ya es muy difícil resolver cualquier situación
porque a la persona no le interesa.
3. Enfrentar: Es la manera saludable para hacer que el conflicto se resuelva
y más aún, sea de bendición. ¿Cómo? Hay dos cosas que tenemos que
considerar: A) hacer un trabajo preventivo. B) saber cómo reaccionar en
medio del conflicto, y cómo resolverlo.
A. HACER TRABAJO DE MANTENIMIENTO O “MEDICINA
PREVENTIVA”.
El pastor Ed Young le llama “mantenimiento preventivo”. Prepararnos para “el
día del mal”. Es útil determinar en algún momento si hay “un patrón de
conflicto”, es decir, una misma clase de conflicto que se sucede vez tras vez,
como un círculo vicioso. Hablar de esto, no en el momento del conflicto, sino en
un momento de paz. Analizar en donde radica el problema, por qué sucede y
cómo solucionarlo. Pensar en qué tan grave o sencillo es el problema, si podrían
llegar a un acuerdo solo o necesitarían ayuda externa. Poner todos los puntos
sobre la mesa y tener la buena voluntad para salir adelante para bien de ambas
partes, no para salirse con la suya, sino para realmente resolver el problema.
Dentro de lo que es el trabajo preventivo también: aprender a comunicarse, a
respetar las diferencias, a estar seguros de haber perdonado ofensas pasadas y
sanado todas las heridas.
Otro punto importante es: aprender a no ser reactivos y por el contrario,
proactivos. ¿Cuál es la diferencia?
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El reactivo es el que reacciona inmediatamente. Salta como palomita. No se da
el espacio para pensar y calmarse y se deja dominar por las emociones y
circunstancias negativas.
El proactivo por el contrario se toma un espacio para pensar y calmarse ante
las circunstancias o contratiempos. No se deja dominar y aplastar por las
circunstancias negativas, trata de superar los conflictos y hace que estos se
vuelvan hasta provechosos para su crecimiento y que de esta manera el conflicto
sea transformado en aprendizaje.
B. RESOLVER EL CONFLICTO
Ya sabemos que queremos resolver el conflicto realmente, tocando fondo. ¿Qué
haremos? Veamos algunos puntos generales.
Orar, orar y orar. Para que el Señor traiga luz y sabiduría para salir adelante de
esta situación y también pedir por paciencia, humildad, comprensión y sobre
todo mucho amor. Escucharlo a Él mientras oramos. A veces oramos para que el
Señor cambia nuestro cónyuge o a nuestros hijos, pensando que solo ellos están
actuando mal. Debemos escuchar lo que el Señor tiene que decirnos a nosotros;
en qué forma nosotros debemos ser cambiados primero y reflejar el fruto del
Espíritu. Tal vez esto sea todo lo que haga falta.
Conocer y Comprender a nuestro ser querido: cónyugue o hijos.
Ponernos en su lugar e intentar entender lo que siente y por qué actúa de esa
manera. Conocer sus reacciones.
Aprender a perdonar. Este sería un capítulo aparte por su importancia. La
falta de perdón es la causa de muchos males personales, espirituales y en las
familias. El Señor nos manda a perdonar, como la mejor medicina para la
mayoría de los conflictos interpersonales. No solo decir que perdono, sino
hacerlo de corazón, pensando que el Señor nos ha perdonado a nosotros
nuestras ofensas. ¿Quiénes somos nosotros para no perdonar a nuestros
semejantes? El perdón rompe grandes cadenas espirituales.
Aprender a pedir perdón. Pedir perdón muchas veces es también todo lo
que se necesita, aun cuando la ofensa fue hecha inconscientemente o no seamos
los causantes. Cuando nos humillamos y pedimos perdón también se rompen
grandes cadenas.
Intentar conocernos a nosotros mismos y decidirnos a cambiar.
El por qué actuamos así y ver en qué estamos mal y en qué debemos cambiar.
Se dice que en las crisis se deja ver lo que tenemos dentro, lo que somos
realmente. Seguramente hay algo o mucho en lo que yo debo cambiar primero
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para mejorar la relación, como decíamos al principio. Esto es una muestra de
humildad y de sabiduría para contribuir a resolver un conflicto.
Hablar del conflicto con la intención de solucionarlo. ¡El Conflicto hay que
enfrentarlo con valentía! Veamos varios puntos dentro de lo que es el confrontar
el problema. Veremos primero lo que tenemos que hacer:
 Enfrentar toda emoción negativa, como el enojo, y reconocer que estamos
heridos. Decir a nuestro ser amado que estamos enojados por lo que está
pasando o lo que pasó, pero decirlo con mayor calma posible, sin perder
el control. Simplemente reconocer el enojo y confrontarlo. El otro debe
también aceptarlo sin juzgar.
 Resolvernos a atacar el conflicto y no a la persona.
 Poner las cosas sobre la mesa. Todos los puntos, los pro y los contra, etc.
(Mirar los principios vistos en la buena comunicación)
 Hablar con calma, con sinceridad y en amor. Decir lo que nos gusta y no
nos gusta, lo que quisiéramos que cambia en la relación, lo que nos
molesta y lo que nos agrada.
 Escuchar con atención así como queremos ser escuchados.
 Hablar por turnos, escuchando al otro.
 Calmarse. No salirse de control. Muchas veces es mejor esperar a que
pase el enojo y luego hablar. Con las primeras emociones, podríamos
decir cosas que hieren y luego nos arrepentimos. Incluso recurrir a la
violencia física. A veces es mejor un respiro, una tregua y un poco de
distancia.
 Buscar ayuda externa de una autoridad espiritual, si es necesario. Para
esto hace falta muchas veces dejar el orgullo, el machismo/feminismo, y
tal vez otras cosas que lo impiden. Muchas situaciones llegan a ser tan
complejas que necesitamos a alguien que mire desde afuera,
objetivamente, y nos ayude con sabiduría a resolver la situación y lograr
una reconciliación.
LO QUE NO HAY QUE HACER:
 No dejar en el olvido el conflicto “con tal que haya paz” (salvo que sea
algo muy insignificante que muchas veces es cuestión del carácter de uno
mismo y que debemos resolver con el Señor).
 No ofendernos unos a otros, usando de violencia ya sea en palabras
ofensivas o golpes. No herirnos.
 No responder con resentimiento u ofensa.
 No recurrir al silencio como represalia o manipulación.
 No usar “frases indirectas” o decir cosas “que sugieren” o “dan pistas”.
 No reprochar ni volver a recordar las ofensas pasadas.
 No usar la relación sexual como arma de venganza o control.
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 No ventilar nuestros problemas a medio mundo, ni los defectos del
cónyuge o los hijos.
 No amenazar.
PREGUNTAS DE REFLEXION Y ESTUDIO.
1) ¿Tenemos conflictos recurrentes en nuestro matrimonio?
¿Podemos identificarlos?
2) ¿Tenemos conflictos recurrentes con alguno de nuestros
hijos?
3) ¿Qué hemos hecho para intentar resolverlos?
4) ¿Cuál es la reacción que suelo tener frente a los conflictos,
sean recurrentes o no, con mi cónyuge o mis hijos?
5) ¿Qué actitud creo que debo cambiar en lo personal para
hacer que el conflicto se resuelva y se convierta en algo
provechoso? ¿Qué puedo aportar de mi parte?
6) ¿Qué aprendí a través de este estudio? ¿Qué me dijo Dios?
DINÁMICA EN GRUPOS O EN PAREJAS
1. Enlistar los conflictos más comunes en un matrimonio.
2. Tomar un caso de los que mencionaron y ver qué harían para resolverlo.
RESUMEN:
FORMA PRÁCTICA
1 IDENTIFICAR EL CONFLICTO
2 TIEMPO PARA ORAR, PENSAR Y REFLEXIONAR
3 ACHICAR AL MAXIMO EL CONFLICTO (Sin dejar que sea 100% real)
4 VER LAS POSIBLES VIAS DE RESOLUCION
5 MANOS A LA OBRA (Etapa de la realización)
6 DISFRUTAR DE LOS RESULTADOS DEL PROBLEMA YA RESUELTO
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