Download NO LLORES, LEVÁNTATE Y CAMINA

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Palabra de Dios para ser leída y sentida en primera persona. Se narran experiencias de personas que se
encuentran, en toda su fragilidad, con el Dios de Jesucristo. Solo desde la debilidad humana es posible el
encuentro con el Dios de la historia, cara a cara. Como lo encontraron las viudas protagonistas de las
lecturas (1 Re 17,23 y Lc 7,14) o como nos cuenta la carta a los Gálatas en un pasaje lleno de recuerdos
personales (Ga 1,15).
Venía la muerte calle abajo,
con su séquito de lamentos y rumores.
Y una voz proclamaba: ¡A ti te lo digo, levántate!
Gracias, Señor, por dolerte de mí,
con un dolor sincero, amante y solidario.
Gracias porque te compadeces de todos los pobres del mundo
que hallan en ti defensa y protección.
Venía la vida calle arriba,
con su séquito de alegrías y esperanza.
Y un grito rompió la noche: ¡Levántate y camina!
Gracias, Señor, por pasar a mi lado,
por detenerte ante mí y ante mis hermanos.
Gracias porque nos das aliento de unión,
de vida y de hermandad solidaria.
Caminaba la muerte siempre calle abajo,
con su tropel de insidias y desesperanzas…
Y tu voz resonaba en mi corazón:
¡No llores, hijo mío! ¡No llores, hija mía!
Caminaba la vida siempre calle arriba,
con su tropel de cantos e ilusiones…
Y tu voz era eco en mi corazón:
Amigo, a ti te lo digo, ¡levántate!
Muchacho, a ti te lo digo, ¡levántate!
Familia, a ti te lo digo, ¡levántate!
Y los amigos de la muerte se pararon asustados.
Y ante los amigos de la vida retembló la tierra de gozo.
Y el muerto apareció vivo en brazos de su madre,
con el título de caminante de la historia por bandera.
Déjame, Señor, ser espectador de tu gracia,
centinela que descubre señales de tu presencia…
También yo he nacido con vocación de caminante
para trazar caminos de esperanza y de vida para siempre.
Gracias, Señor, porque me haces partícipe del triunfo de la vida.