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En este mes de Abril, continuamos avanzando hacia la Semana Santa y recordamos aquellas
palabras que La Virgen de Lourdes le decía a Bernardita aquel 24 de Febrero, próximo a la
Cuaresma: “Penitencia, Penitencia, Penitencia, ¡Ruega a Dios por los pecadores! ¡Besa en
Penitencia la tierra por los pecadores!”. Nosotros, ya adentrados en este tiempo de reflexión, le
pedimos a Jesús que nos lleve a una profunda conversión de nuestras vidas, con la ayuda de Nuestra
Señora.
Generosidad de corazón, que sepamos perdonar, como nos recuerda la Parábola del Hijo Pródigo,
Lucas 15, 11-32, que en esta ocasión, traemos como canto Penitencial a nuestra celebración
mensual, recordando así también, el mensaje del Santo Padre al inicio de la Cuaresma “Este es el
momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la
Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo”
“Hoy vuelvo de lejos” es un canto compuesto por Carmelo Erdozain, basándose en la Parábola
del Hijo Pródigo. Aparece recogido en el libro con el mismo título, en el que nos presenta una serie
de cantos para la meditación, para “invitar a cantar con el corazón”.
“Hoy vuelvo de lejos, hoy vuelvo a tu casa, Señor, a mi casa y un abrazo me has dado, Padre del
alma”, dice el estribillo del Canto, recordando ese hermoso momento de la Parábola
“Levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido,
corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.”
El mensaje es claro, recomenzar, “Padre, pequé contra el cielo y ante ti”, escuchar las palabras de
Jesús, porque Él siempre nos está esperando, con su misericordia infinita, para acogernos en sus
brazos amorosos “y un abrazo me has dado, Padre del alma”
Aunque la letra del canto no es fiel al texto, Erdozain supo hacer una interesante adaptación. La
música del estribillo resulta tan cálida, como esa caricia esperada y el ritmo, nos evoca el caminar
de vuelta a casa, lento pero con decisión.
Las letras, desgranan toda esa maravillosa historia, en la que el compositor además, libremente,
hace un guiño de recordatorio a otra Parábola, la de “La oveja perdida”, lo vemos en la segunda
letra del canto, recordándonos que Jesús nos buscará siempre, “La oveja perdida, el pastor, el pan
de tu casa y a mis ojos volvió la esperanza”
Finalmente, en la última estrofa, nos habla del gran banquete, nos recuerda la Pascua del Señor, a la
que ya estamos llegando, con nuevas disposiciones interiores: “y una túnica nueva para la Pascua”
Como comentábamos, es una adaptación libre de esta parábola y como tal, se prestará a acuerdo o
desacuerdo por parte del que la escucha, pero desde luego, en lo que si creo que coincidiremos
todos, es que la música es de gran belleza y es que, Erdozaín, al igual que Gabarain, está
considerado uno de los grandes de nuestros días y es que, el trabajar en Iglesias, junto a los coros
parroquiales, le ha dado esa visión de saber que músicas llegan mejor a la Asamblea
Como dato curioso, veréis que en la letra del canto, en ningún momento se habla del hijo mayor,
así que vamos a dejar un fragmento de la Parábola, en el que se le menciona, para nuestra propia
reflexión “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo”: Que aprendamos a brillar en la
sombra, como lo hizo la Virgen de Lourdes en la gruta, sin más luz que la de su propio corazón, que
desterremos de nuestras vidas la envidia y el rencor y dejemos paso al amor infinito de Jesús.
Carmelo Erdozaín, es un Sacerdote Navarro, nacido en el Año 39, estudió la Carrera de Música y se
licenció en Roma, por su amplia trayectoria en la música parroquial, continuaremos hablando de él,
ya que sus cantos, seguirán ocupando parte de nuestras Celebraciones Litúrgicas a lo largo del año