Download Tim y Tom, una historia de perros
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Recurso: inicio de curso. 12-13 / Atrévete a mirar UN HISTORIA DE PERROS Aquella mañana Tim, el perro más simpático del barrio, se levantó particularmente alegre. Después de tomar su desayuno, decidió darse una vuelta por el barrio. Entró por la calle más comercial y descubrió asombrado los letreros luminosos que anunciaban que una tienda nueva había sido abierta en la zona. Estuvo observando en sus escaparates para comprobar qué era lo que allí vendían. Después de mucho mirar no llegó a comprender de qué tienda se trataba, así que curioso e intrigado decidió pasar adelante. No bien se había asomado a la puerta, cuando un perro curioso y sonriente le miraba, Tim lo saludo con un ladrido cantarín, y el otro respondió en el mismo tono. Esto animó a nuestro amigo a pasar más adelante. Allí entonces diez o doce perros, todos ellos alegres y expectantes, lo recibieron y respondían generosamente a los saludos que Tim les dirigía. Entonces pasó adelante a una última estancia de la tienda, y allí casi mil perros le recibieron con una cara increíblemente risueña, con movimientos amigables y continuos de sus colas y una sonrisa encantadora. Tim salió de la tienda. No había visto lo que vendían, pero su corazón se sintió todo aquel día feliz y radiante, y no dejaba de dar gracias a Dios por haberle permitido conocer aquella mañana, a tantos perros simpáticos y sonrientes. La vida le pareció un encanto total y daba algún que otro ladrido al aire expresando su alegría completa. Tom era también otro perro del barrio. Tom era bien serio. No se permitía ninguna broma, y todo parecía sentarle mal. También aquella mañana él salió a dar una vuelta, casi más para no discutir desde primera hora con su esposa y sus hijos. Apareció justo en la calle donde la nueva tienda se había abierto. Y también a él, los letreros luminosos le atrajeron hasta sus puertas. Le molestó que no estuvieran expuestos los artículos en los escaparates, por lo cual, con mal humor, se asomó a la puerta a ver si descubría algo, pero lo que vio fue a un perro mal humorado que lo recibía con los dientes a medio enseñar. Tom, que no se anda con chiquitas, le lanzó un ladrido amenazador, al que respondió el otro en el mismo tono. Sin pensárselo dos veces, Tom se adentró desafiante en la tienda y allí le recibieron una docena de perros con cara de pocos amigos y ladridos desafiantes que respondían a los que Tom les lanzaba. Aquello no le echó atrás, así que, sin más contemplación, Tom se adentró por la última puerta que parecía dar al salón de venta de la tienda, y entonces Tom se amargó tremendamente, se enfureció y sus ladridos desafiantes resonaron mezclados con los de casi mil perros que, con los dientes y los ojos, ponían los pelos de punta ante su fiereza. Tom decidió que la retirada era más prudente. Abandonó la tienda con una gran cólera en su corazón, estuvo agresivo caminando todo el día, dando ladridos a diestra y siniestra, y pensando que la vida era horrible, porque sólo vivían perros fieros y antipáticos, dispuestos sólo a la pelea y al ataque. Lo que ni Tim ni Tom se dieron cuenta es de que a la entrada de la tienda el cartel luminoso anunciaba: LA TIENDA DE LOS MIL ESPEJOS.