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XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B
« Abrirse a los demás »
MONICIÓN DE ENTRADA
Es fundamental para nosotros los cristianos estar siempre
dispuestos a escuchar la llamada de Jesús y más en
estos momentos de dificultad, en los que se nos pide
actuar con lucidez y responsabilidad. Sería funesto vivir
hoy sordos a su llamada, desoír sus palabras de vida, no
escuchar su Buena Noticia, no captar los signos de los
tiempos, vivir encerrados en nuestra sordera.
Participemos activamente en esta celebración de la
Eucaristía para que la fuerza sanadora de Jesús llegue a
cada uno de nosotros y nos cure.
ACTO PENITENCIAL
Porque no siempre estamos abiertos a tu Palabra.
- Señor, ten piedad.
Porque no fomentamos la relación personal contigo.
- Cristo, ten piedad.
Porque no nos acercamos a ti para que nos cures.
- Señor, ten piedad.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
Estemos atentos a la Palabra que se va a proclamar. No vivamos sordos a la Palabra de
Dios. Abramos el corazón para acoger el mansaje de salvación. Si no escuchamos bien
las llamadas de Jesús, no pondremos palabras de esperanza en la vida de los que sufren.
Lectura del libro del profeta Isaías 35, 4-7a
Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10
Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 1-5
Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 31-37.
Guion litúrgico, Domingo de Cáritas 6 de septiembre de 2015
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B, año del Señor 2015
www.caritas-sevilla.org
ORACION DE LOS FIELES
Nuestro mundo, nuestra sociedad, necesita el perdón y la misericordia para superar las
barreras del resentimiento y el odio. Se lo pedimos a Dios nuestro Padre, rico en perdón y
misericordia.
Respondamos diciendo: Te rogamos, óyenos.
Pidamos por la Iglesia de Dios, para que sea lugar de acogida y reconciliación en
medio de los enfrentamientos y las desavenencias. Oremos.
Pidamos por los miembros de la comunidad, para que estemos siempre abiertos a
la Palabra de Dios y a las necesidades de los hermanos. Oremos.
Pidamos por nuestras familias, para que a través del amor y la ternura sepamos
vivir la grandeza del perdón. Oremos.
Pidamos todas las víctimas que sufren en propia carne el pecado de los demás,
para que la demanda de justicia no sea excusa para negar el perdón. Oremos.
Pidamos por los que cumplen condena en las cárceles, para que encuentren
medios e instituciones que les ayuden a reinsertarse en la sociedad. Oremos.
Pidamos por las personas que vienen a nuestra cáritas parroquial buscando la
acogida, ayuda y acompañamiento de nuestra comunidad, por los miembros de nuestro
equipo de cáritas, para que su actuar sea siempre según el corazón de Cristo. Oremos.
Por nuestra comunidad (parroquial) para que abramos siempre las puertas de
nuestro corazón a la indulgencia y a la compasión. Oremos.
Padre Nuestro, “rico en misericordia”, concédenos cooperar sin descanso en la
reconciliación y la instauración de tu Reino. Por Jesucristo nuestro Señor.
MENSAJE PARA ANTES DE LA COLECTA
Como cristianos podemos tener un discurso paradójico, decir grandes verdades y
proclamar mensajes muy positivos, pero que no tocan el corazón de las personas. Y es
que el mundo no está esperando grandes discursos de los especialistas, sino una palabra
clarividente, inspirada en el Evangelio y pronunciada por una Iglesia sensible al
sufrimiento de los pobres y desfavorecidos. Que la aportación a la colecta que vamos a
realizar para cáritas, sea testimonio de ser miembros de una Iglesia que está cerca de
quienes más ayuda necesitan para vivir con dignidad.
Guion litúrgico, Domingo de Cáritas 6 de septiembre de 2015
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B, año del Señor 2015
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REFLEXIÓN
¡Effetá!, ¡Ábrete! Este domingo el Señor nos pide que no tengamos miedo y nos abramos
a Él, a su palabra y a su acción salvífica. Nos pide que no pongamos trabas y dejemos
que su poder curativo actué en nosotros. Él viene a salvar a los corazones afligidos y a los
endurecidos, a los que no escuchan porque no quieren oír, a los que no saben hablar o
hablan con necedad porque no saben escuchar. Su fuerza sanadora viene para todos,
pero especialmente para los pobres, los débiles, los últimos...
Dios quiere el bienestar y la salud para todos. Como refiere Isaías, el salmista y el propio
Jesús, Dios quiere que los ciegos vean, que los sordos oigan, que los mudos hablen, que
los cojos anden. Es cierto lo que nos dice Isaías, Dios viene a restituirnos, a resarcirnos, a
salvarnos. Dios todo lo orienta hacia nuestro bien y saca bien incluso de los males y las
desgracias. Somos nosotros los que muchas veces perdemos la paciencia, desconfiamos
y nos cerramos a su acción. Somos nosotros los que no vemos los signos, los que
estamos ciegos y sordos, los que nos paralizamos ante las adversidades y cerramos el
corazón a Dios.
El poder curativo de Dios se nos manifiesta en Jesús. En los evangelios aparece en
múltiples ocasiones como sana a los enfermos, resucita a los muertos, domina la
naturaleza y libera a las personas. Jesús cura al hombre entero, los signos o milagros que
realizan, van dirigidos a la persona en su totalidad.
En el evangelio de este domingo Jesús se aparta, del resto de la gente, con el enfermo, lo
toca, siente su enfermedad, se compadece de su debilidad. Es en ese momento cuando
todo comienza a cambiar, una corriente de amor comienza a desencadenarse. Es eso lo
que sucede cuando en un mundo despreocupado, distraído por los miles de quehaceres
que nos embargan, en un mundo como el nuestro en el que mantenemos las distancias,
evitamos involucrarnos demasiado en los problemas de los demás, evitamos el contacto
con todo aquello que pesamos nos contamina, Dios toca, abraza y sana, y no hace
preferencias entre personas, como nos dice Santiago. Es más, si las hace es
precisamente en favor de los débiles, los despreciados, los humildes...
Jesús quiere curarnos y pone toda su fuerza en ello, y al igual que al sordo, nos grita
«Ábrete». Es necesaria nuestra colaboración, no se cura aquel que no reconoce su
enfermedad. Él quiere que vivamos una vida sana, que salgamos de nuestro aislamiento y
descubramos lo que es vivir escuchándolo a Él y a los demás. Abriéndose a Dios y al
mundo todo hombre queda curado.
Este hombre no era mudo, dice el evangelista que apenas podía hablar. Es imposible
hablar bien cuando no se escucha. Quien no escucha esta mudo también en la fe.
Escuchar la palabra de Dios es vital para el creyente. Escucharla, que llegue a nuestro
corazón y nos interpele, tiene como resultado que nuestra lengua confiese aquello que
creemos y vivimos. Cuando no escuchamos a Dios nuestra lengua es tosca, nuestras
palabras pueden resultar ofensivas, dañinas. A menudo olvidamos la fuerza constructiva o
destructiva de nuestras palabras. Necesitamos curar nuestra sordera y escuchar la
palabra de Dios para que purifique y fecunde nuestras palabras. Para nosotros, los
cristianos, esto es una gran responsabilidad, pues estamos llamados a anunciar el
Evangelio con la palabra.
Guion litúrgico, Domingo de Cáritas 6 de septiembre de 2015
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B, año del Señor 2015
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Jesús sigue hoy curando a la humanidad a través de su Iglesia: predicando su palabra,
curando enfermos, acogiendo y acompañando a los pobres y marginados, luchando
contra la opresión y la injusticia. Esta es una tarea que nos compromete a todos los
cristianos.
El milagro que nos relata Marcos recuerda nuestro bautismo, porque uno de los signos
con que se expresa el efecto espiritual de este sacramento es precisamente el rito del
Effetá, cuando el ministro hace sobre nosotros lo mismo que hizo Jesús a este hombre.
Un cristiano ha de tener los oídos atentos para escuchar a Dios y al prójimo, sin hacerse
el sordo. Un cristiano ha de saber utilizar las palabras para hablar sin miedo de la obra tan
grande que Dios ha hecho en nosotros. Si vivimos sordos a su llamada, si vivimos ciegos
a su amor hacia los que sufren, encerrándonos en nosotros mismos, levantando barreras,
si no nos acercamos y acogemos al desvalido, entonces no tendremos ninguna palabra
que decir ni ninguna Buena Noticia que anunciar.
Guion litúrgico, Domingo de Cáritas 6 de septiembre de 2015
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