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Mariola Cantarero soprano
Rubén Fernández-Aguirre piano
I
Ángel Barrios (1882-1964)
Sin estrella y sin cielo
Mañana de luz y fuego
La novia del aire (bolero andaluz)
Hechizo y nostalgia
Noche
Con puñales de cariño (seguidilla)
Joaquín Turina (1882-1949)
Vocalizaciones, op. 74
I. Introducción
II. Allegro moderato
III. Allegretto
Interludio. Quasi andantino
IV. Allegro vivo
V. Adagio
VI. Allegro
II
Maurice Ravel (1875-1937)
Vocalise-étude en forme de habanera
Charles Gounod (1818-1893)
Boléro
Georges Bizet (1838-1875)
Adieux l'hôtesse arabe
Léo Delibes (1836-1891)
Les Filles du Cadix
Manuel López-Quiroga (1899-1998)
No te mires en el río*
Y sin embargo te quiero*
Te lo juro yo*
Tatuaje**
* Arreglos de Rubén Fernández Aguirre
** Arreglo de Carlos Imaz
Concierto transmitido en directo por RNE-Radio Clásica y en diferido por la Unión Europea de
Radiodifusión (UER)
En conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Ángel Barrios
En colaboración con el Centro de Documentación Musical de Andalucía y el Patronato de la
Alhambra y Generalife
Voces desde la Alhambra: de la canción andaluza a la
espagnolade
Voces nacidas y vividas en la Alhambra, de uno u otro modo. Mariola
Cantarero, voz nacida en Granada, se ha convertido en los últimos años en
una de las sopranos más representativas del panorama español e
internacional por su bello timbre de voz, su capacidad de hacerla llegar al
público, su buena expresividad y su presencia escénica. Desde sus papeles
en óperas belcantistas hasta su reciente acercamiento a la copla, siempre con
pasión, talento y admiración.
Ángel Barrios (1882-1964), compositor y guitarrista, nació y vivió en la
Alhambra, en la casa que hoy alberga su museo. Fue un músico de
excepcional talento y formación, que desempeñó además labores
institucionales de gran importancia para la música en el Ayuntamiento, el
Conservatorio y la Universidad de Granada. Para conmemorar los cincuenta
años de su fallecimiento, se inicia este recital con seis canciones que
compuso ya en su etapa final, hacia 1960, y a las que puso letra su yerno,
Agustín Valdivieso. Todos los textos son de tema amoroso, en sus distintos
estadios, pero se caracterizan por una sencillez que entronca con la visión
neopopularista del compositor y por adaptarse a la música previamente
compuesta por Barrios. Melodías sencillas, ritmos ternarios marcados y
ornamentos vocales dan un tono popular a todas las canciones. «Sin estrella
y sin cielo» nos habla de ausencia y de soledades a causa de un amor
perdido. «Mañana de luz y fuego» se mira en el paisaje: Guardan mis
amores / el cielo y la tierra / y aroman las flores / su eterna canción. «La
novia del aire» y «Con puñales de cariño» recurren a danzas de la tradición
popular, bolero y seguidilla. También «Hechizo y nostalgia» tiene una
melodía declamada, a la manera de cantilena recitada, muy relacionada con
el cante popular andaluz. En cambio «Noche» nos introduce en un ambiente
íntimo, cercano al nocturno, en el que transcurre una intensa melodía lenta:
Noche de arrullos amantes / del fuego que en mí prendió.
A finales del verano de 1932 Joaquín Turina culmina las Vocalizaciones op.
74, dedicadas a la soprano Criso Galatti, que había estrenado ya algunas
canciones del compositor sevillano. La obra no es en absoluto, como cabría
esperar del título, un mero ejercicio músico-vocal. Son un conjunto de
breves poemas sin texto, en los que la voz y el piano se entrelazan con gran
coherencia musical para cantarnos historias. La introducción del piano
reaparece en el Interludio instrumental, dividiendo la obra en dos partes con
tres miniaturas contrastantes cada una. La voz va del lirismo intenso a la
agilidad vocal, nunca gratuita, sobre los fondos sonoros de gran colorido
que pinta el piano.
La segunda parte de este recital nos sumerge en distintas visiones de
España, fundamentalmente francesas, que culminan un acercamiento
exótico a nuestro país en la espagnolade. La fascinación de los
compositores franceses por la música española se intensifica en el siglo XIX
con la irrupción de la canción y las compañías de baile en París. Aunque
este hispanismo tiene su culminación en Carmen de Bizet (1875), pervive
también en compositores de las primeras décadas del siglo XX. En 1907
escribió Maurice Ravel su Vocalise-étude en forme de habanera para las
clases de canto del Conservatorio de París. El ritmo de habanera para
caracterizar la música española aparecía ya en la ópera de Bizet, sin
embargo, en Ravel adquiere una significación especial debido a la
ascendencia española de su madre y a su amistad con el gran pianista
Ricardo Viñes. También lo utilizaría Debussy en «La Puerta del Vino» o
«Soirées dans Grènade». La riqueza sonora asociada al impresionismo y la
dificultad técnica (stacatto, portamentos, trinos y escalas) no ocultan una
seductora melodía que ondula en el ritmo de la danza criolla, omnipresente
en el piano.
Otra de las danzas que caracterizan a la música española fuera de España es
el bolero. Durante su estancia inglesa (1870-74) Gounod era ya un
compositor internacionalmente conocido y compone una serie de canciones
con textos en inglés, italiano y español. Su Boléro tenía originalmente un
texto anónimo en castellano, pero a su vuelta a Francia el libretista Jules
Barbier le adaptó uno en francés. De nuevo el piano marca el ritmo
característico de la danza para dar paso a una melodía algo operística, pero
llena de sutilezas tímbricas y armónicas.
España es también el oriente cercano, con su pasado árabe. La estética
orientalizante de principios del siglo romántico, como este poema de Les
Orientales de Victor Hugo (1829), llama también la atención de los
compositores franceses, en este caso Bizet, que lo pone en música en 1866.
El poema relata el adiós de una joven árabe que no puede hacer nada para
retener a su lado a su amante extranjero. Es una mélodie muy sensual,
sugerente, con un ritmo hipnótico con armonías pseudo-árabes y toques
dramáticos que sirven para describir la pasión de la joven árabe. La línea del
piano, un obsesivo ostinato, evoca el calor y el desierto. Termina con el
ruego, entre sollozos, de que la recuerde: Hélas! Adieu! étranger bel!
Souviens-toi!
De nuevo el bolero, los toros, las castañuelas y las mozas de Cádiz, que no
se dejan convencer por el hidalgo rico. Ritmo rápido y marcado, melodía
caprichosa y ornamentada, con tintes operísticos de Léo Delibes (1874).
Para finalizar este recital, volvemos a la canción española que supuso
claramente el nexo entre zarzuelas, tonadillas, revistas, cuplés y la canción
actual. En los años cuarenta y cincuenta, un compositor, el maestro
Quiroga, hizo grande el género al poner música a las historias de amor y
muerte de Rafael de León y Antonio Quintero, entre otros. Suponen la
unión perfecta de texto y música, con melodías inspiradas, hechas a la
medida de las grandes intérpretes (Imperio Argentina, Concha Piquer…) y
acompañamientos con garbo. De la amada raptada por el río al marinero
tatuado que no volvió, nos invaden melodías y dramas que forman parte de
nuestra historia reciente.
© Francisco J. Giménez
TEXTOS
ÁNGEL BARRIOS
Seis canciones
Texto de Agustín Valdivieso de Ceballos
Sin estrella y sin cielo
Voy por el mundo cantando,
voy siguiendo mi destino,
y mi vida va quedando
en las zarzas del camino.
Voy sin estrella y sin cielo
y no encuentro quien me quiera;
sin ventura, sin consuelo,
voy en pos de una quimera.
Y los pajarillos
del bosque me animan
a seguir la marcha
buscando el amor;
y la brisa suave
solloza la ausencia
que pone nostalgias
en mi corazón.
Nueva vida que me ilumina
con la promesa de una pasión,
te he buscado en la noche
de mi ilusión.
¡Ah! ¡Ah¡
Vivo siempre soñando con tu querer
siempre soñando con un querer,
siempre pensando que ha de volver.
Mañana de luz y fuego
Envuelta en brillo y aroma
baja el agua de la sierra
y color y vida toma
al mezclarse con la tierra.
Envuelta en nubes de anhelo
lleva el alma la ilusión
y rasga el dolor su velo
al chocar con la pasión.
¡Ah!
Guardan mis amores
el cielo y la tierra
y aroman las flores
su eterna canción.
Mañana de luz y fuego
da calor a mis cantares
y acoge mi ardiente ruego
de cariño en tus altares.
Que el templo de tus montañas
sea cobijo de mi acento
y los arroyos de España
cauces de mi pensamiento.
¡Ah!
Guardan mis amores
el cielo y la tierra
y aroman las flores
su eterna canción.
La novia del aire (Bolero andaluz)
Al empezar la mañana
me busca el aire,
para refrescar su brisa
con mi donaire,
para rizar mis alegrías,
para embriagarme con su amor.
Con pasión de enamorada
me busca el aire.
Con empaque de corona
me ciñe el talle
para desgranar mi aroma
por todo el valle,
por todo el valle,
para alegrar mi fantasía.
Con empaque de corona
me ciñe el talle.
¡Ay!
Como arrullo de delicia
suspira al verme,
suspira al verme,
y me envuelve en su caricia
para quererme,
para quereme.
Con pasión de enamorado
me busca el aire.
Hechizo y nostalgia
En la noche negra y sombría
con tinieblas de nostalgia
se mustian las alegrías
que florecen en mi Alhambra.
Busco en Granada un consuelo
que prenda en el alma mía
con el hechizo de un velo
que me cubra el corazón.
Noche que me va embrujando,
ansia que me va a matar [bis]
Busco en Granada un consuelo
que me devuelva la calma
y me vuelva la razón.
Noche
Noche de arrullos amantes
del fuego que en mí prendió,
sed de caricias y anhelos
vestida de sombras
y aromas de flor.
Noche de mi ilusión,
cubre de cielo mi amor.
Noche cuajada de estrellas,
luminarias de pasión,
lleva prendido en tus sombras
el triste latido
de mi corazón,
y mi amor.
Con puñales de cariño
Con puñales de cariño,
te llevo en el corazón
¡y no consigo olvidarte!
Llevo clavada
siempre una espina
¡ay, madre!,
¡y no consigo olvidarte!
Te llevo en el corazón
¡y no consigo olvidarte!
El aliento de mi alma,
gitano mío, suspira al verte.
El calor del fuego eterno
tan sólo ansío para quererte.
¡Y no consigo olvidarte!
Con añoranza de olvido,
te llevo en el corazón
que se resiste a perderte.
Llevo clavada
siempre una espina
¡ay, madre!,
¡y me resisto a perderte!
Te llevo en el corazón
que sólo anhela quererte.
Los suspiros de tu boca
me hacen soñar.
CHARLES GOUNOD
Boléro
Texto: Jules Barbier (1825-1901)
Ah! que je plains ta flamme,
Cher trésor de mon âme …
Si par le froid du soir
Tu viens sous ma fenêtre
Chanter ton doux espoir!
Mal t’en prendra peut-être,
Si par le froid du soir
Tu viens ici t’asseoir!
Garde-toi du ciel noir!
Que ta voix qui soupire
Accuse ma rigueur
Moi, je ne fais qu’en rire!
Tu peux garder ton cœur!
Qui vous aime est esclave
De ses folles amours!
Moi, je veux sans entrave
Jouir de mes beaux jours!
GEORGES BIZET
Adieux de l'hôtesse arabe
Texto: Víctor Hugo (1802-1885)
Puisque rien ne t'arrête en cet hereuxpays,
Ni l'ombre du palmier, ni le jaune maïs
Ni le repos, ni l'abondance,
Ni de voir à ta voix battre le jeune sein,
De nos soeurs dont, les soirs, le tournoyant essaim
Couronne un coteau de sa danse,
Adieu, beau voyageur! Oh! que n 'es-tu de ceux
Qui donnent pour limite à leur pieds paresseux
Leur toit de branches ou de toiles!
Qui rêveurs, sans en faire, écoutent les récits,
Et souhaitent, le soir, devant leur porte assis,
De s'en aller dans les étoiles!
Si tu l'avais voulu, peut-être une de nous,
O jeune homme, eut aimé te servir à genoux
Dans nos huttes toujours ouvertes.
Elle eut fait, en berçant ton sommeil de ses chants,
Pour chasser de ton front les moucherons méchants,
Un éventail de feuilles vertes.
Si tu ne reviens pas, songe un peu quelquefois
Aux filles du désert, soeurs à la douce voix,
Qui dansent pieds nus sur la dune.
O beau jeune homme blanc, bel oiseau passager,
Souviens-toi, car peut-être, ô rapide étranger,
Ton souvenir reste à plus d'une!
Hélas! Adieu! bel étranger! Souviens-toi!
La despedida de la anfitriona árabe
Pues nada te retiene en este dichoso país,
ni la sombra de la palmera, ni el amarillo maíz,
ni el descanso, ni la abundancia,
ni ver que con tu voz se agita el joven seno
de mis hermanas que, por la tarde, en giróvago enjambre,
coronan la colina con su danza,
¡Adiós, bello viajero! ¡Ah, tú no eres de ésos
que ponen por límite a sus pies perezosos
un techo de ramas o de telas!
¡Ni un soñador apático que escucha relatos
y anhela, sentado a su puerta por la tarde,
marcharse a las estrellas!
Si lo hubieras querido, quizá una de nosotras,
¡oh joven!, hubiera deseado servirte de rodillas
en nuestras cabañas siempre abiertas.
Hubiera hecho, meciendo con sus cantos tu sueño,
para echar de tu frente a los pesados moscardones,
un abanico de hojas verdes.
Si no vuelves, sueña un poco, de vez en cuando,
con las hijas del desierto, hermanas de voz dulce
que danzan descalzas sobre las dunas.
¡Oh bello joven blanco, pájaro viajero,
acuérdate de que quizá, oh rápido extranjero,
tu recuerdo quede en más de una!
¡Ay, adiós, bello extranjero! ¡Acuérdate
LÉO DELIBES
Les Filles du Cadix
Texto: Louis Charles Alfred de Musset (1810 - 1857)
Nous venions de voir le taurreau,
Trois garçon, trois fillettes,
Sur la pelouse il faisait beau
Et nous dansions un boléro
Au son des castagnettes.
«Dites-moi, ce matin,
Si j'ai bonne mine,
Vous me trouvez la taille fine?…
Les filles de Cadix aiment assez cela!»
Et nous dansions un boléro,
Un soir c'était dimanche
Vers nous s'en vint un hidalgo,
Cousu d'or, la plume au chapeau,
Et le poing sur la hanche:
«Si tu veux,
Cet or est à toi.
Beau sire,
Passez votre chemin, beau sire...
Les filles de Cadix n'entendent pas cela!»
Ah! ah!'
Et nous dansions un boléro,
Au pied de la colline,
Sur le chemin passait Diègo,
Qui pour tout bien n'a qu'un manteau
Et qu'une mandoline:
«La belle aux doux yeux,
Je suis jaloux,
Jaloux, jaloux,
Jaloux! jaloux! quelle sottise!
Les filles de Cadix craignent ce défaut-là!»
Las chicas de Cádiz
Acabábamos de ver al toro,
Tres chicos, tres chicas,
En el césped hacia buen tiempo
Y bailábamos un bolero
Al sonido de las castañuelas.
«Dígame esta mañana
Si tengo buena pinta,
Me encuentra la talla fina?…
¡A las chicas de Cádiz les gusta bastante esto!»
Y bailábamos un bolero,
Una tarde era domingo
hacia nosotros vino un hidalgo,
Cosido de oro, la pluma en el sombrero,
y el puno en la cadera:
«Si quieres,
Este oro es tuyo.
Hermoso señor,
Pasa su camino, hermoso señor...
¡Las chicas de Cádiz no entienden esto!»
Ah! ah!'
Y bailábamos un bolero,
Al pie de la colina,
En el camino pasaba Diego,
Quien no tiene nada más que un abrigo
Y una mandolina:
«La hermosa de ojos suaves,
Estoy celoso,
celoso, celoso,
celoso! celoso! qué tontería!
¡Las chicas de Cádiz temen este defecto!»
MANUEL LÓPEZ-QUIROGA
No te mires en el río
Texto: Rafael de Léon (1908-1982)
Arreglo: Rubén Fernández Aguirre
En Sevilla habia una casa,
y en la casa una ventana,
y en la ventana una niña
que las rosas envidiaban.
Por la noche, con la luna,
en el río se miraba,
¡Ay corazón,
que bonita es mi novia!
¡Ay corazón,
asomá a la ventana!
¡Ay, ay, ay, ay!
no te mires en el río
¡Ay, ay, ay, ay!
que me haces padecer,
porque tengo, niña, celos de él.
Quiéreme tú.
¡Ay! quiéreme tú bien mío.
Quiéreme tú,
niña de mi corazón.
Matarile, rile, rilerón.
De la feria de Sevilla
él le trajo una alianza,
gargantillas de corales
y unos zarcillos de plata.
Y parecía una reina
asomada a la ventana
¡Ay corazón,
le decía su novio!
¡Ay corazón,
al mirarla tan guapa!
¡Ay, ay, ay, ay!
no te mires en el río
¡Ay, ay, ay, ay!
que me haces padecer,
porque tengo, niña, celos de él.
Quiéreme tú.
¡Ay! quiéreme tú bien mío.
Quiéreme tú,
niña de mi corazón.
Matarile, rile, rilerón.
Una noche de verano
cuando la luna asomaba,
vino a buscarla su novio
y no estaba en la ventana.
Que la vió muerta en el río
y que el agua la llevaba
¡Ay corazón!
parecía una rosa.
¡Ay corazón!
una rosa muy blanca.
¡Ay, ay, ay, ay!
como se la lleva el río
¡Ay, ay, ay, ay!
lástima de mi querer,
con razón tenía celos de él.
¡Ay, que dolor,
que dolor del amor mío
¡Ay, que dolor,
madre de mi corazón!
Matarile, rile, rilerón.
Y sin embargo te quiero
Texto: Rafael de Léon (1908-1982)
Arreglo: Rubén Fernández Aguirre
Me lo dijeron mil veses,
mas yo nunca quise poner atención.
Cuando vinieron los llantos
ya estabas muy dentro de mi corazón.
Te esperaba hasta muy tarde,
ningún reproche te hasía;
lo más que te preguntaba
era que si me querías.
Y bajo tus besos en la madrugá,
sin que tú notaras la cruz de mi angustia
solía cantá:
Te quiero más que a mis ojos,
te quiero más que a mi vía,
más que al aire que respiro
y más que a la mare mía.
Que se me paren los pulsos
si te dejo de queré,
que las campanas me doblen
si te farto arguna ve.
Eres mi vía y mi muerte,
te lo juro, compañero,
no debía de quererte,
no debía de quererte
y sin embargo te quiero.
Vives con unas y otras
y na se te importa de mi soledá;
sabes que tienes un hijo
y ni el apellido le vienes a da.
Llorando junto a la cuna
me dan las claras del día;
¡mi niño no tiene pare...
qué pena de suerte mía!
Anda, rey de España, vamos a dormí...
Y, sin darme cuenta, en ve de la nana
yo le canto así:
Te quiero más que a mis ojos,
te quiero más que a mi vía,
más que al aire que respiro
y más que a la mare mía.
Que se me paren los pulsos
si te dejo de queré,
que las campanas me doblen
si te farto arguna ve.
Eres mi vía y mi muerte,
te lo juro, compañero,
no debía de quererte,
no debía de quererte
y sin embargo te quiero.
Te lo juro
Texto: Rafael de Léon (1908-1982)
Arreglo: Rubén Fernández Aguirre
Mira que te llevo dentro de mi corazón,
por la salucita de la mare mía te lo juro yo.
Mira que pa mi en er mundo
no hay ná más que tú
y que mis "sacais", si digo mentira,
se queden sin lú.
Por ti contaría la arena del mar,
por ti yo sería capaz de matar,
y que si te miento
me castigue Dios,
eso con las manos
sobre el Evangelio
te lo juro yo.
Yo no me dí cuenta de que te tenía
hasta el mismo día en que te perdí.
Y vi claramente lo que te quería
cuando ya no había remedio para mi.
Llévame por calles de hiel y amargura,
pónme ligaduras y hasta escúpeme,
échame en los ojos un puñao de arena,
mátame de pena, pero quiéreme.
Mira que te llevo dentro de mi corazón,
por la salucita de la mare mía te lo juro yo.
Mira que pa mi en er mundo
no hay ná más que tú
y que mis "sacais", si digo mentira,
se queden sin lú.
Por ti contaría la arena del mar,
por ti yo sería capaz de matar,
y que si te miento
me castigue Dios,
eso con las manos
sobre el Evangelio
te lo juro yo.
Ya no eres el mismo que yo conocía
el que no veía ná más que por mí.
Que ahora vas con una distinta ca día
y en cambio yo muero de celos por ti.
Claro que la culpa de que esto pasara
no la tuvo nadie, nadie más que yo.
Yo que me reía de que esto acabara
y luego he llorao porque se acabó.
Mira que te llevo dentro de mi corazón,
por la salucita de la mare mía te lo juro yo.
Mira que pa mi en er mundo
no hay ná más que tú
y que mis "sacais", si digo mentira,
se queden sin lú.
Por ti contaría la arena del mar,
por ti yo sería capaz de matar,
y que si te miento
me castigue Dios,
eso con las manos
sobre el Evangelio
te lo juro yo.
Tatuaje
Texto: Rafael de Léon (1908-1982)
Arreglo: Carlos Imaz
Él vino en un barco
de nombre extranjero
lo encontré en el puerto
un anochecer,
cuando el blanco faro
sobre los veleros
su beso de plata
dejaba caer.
Era hermoso y rubio como la cerveza,
el pecho tatuado con un corazón,
en su voz amarga
había la tristeza
doliente y cansada
del acordeón.
Y ante dos copas de aguardiente,
sobre el manchado mostrador,
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor.
"Mira mi brazo tatuado
con este nombre de mujer;
es el recuerdo de un pasado
que nunca más ha de volver.
Ella me quiso y me ha olvidado,
en cambio yo no la olvidé
y para siempre voy marcado
con este nombre de mujer".
Él se fue una tarde,
con rumbo ignorado,
en el mismo barco
que lo trajo a mí
pero entre mis labios
se dejó olvidado
un beso de amante
que yo le pedí.
Errante lo busco por todos los puertos
a los marineros pregunto por él
y nadie me dice
si está vivo o muerto,
y sigo en mi duda,
buscándolo fiel.
Y voy sangrando lentamente
de mostrador en mostrador
ante una copa de aguardiente
donde se ahoga mi dolor.
Mira tu nombre tatuado
en la caricia de mi piel
a fuego lento lo he grabado,
y para siempre iré con él.
Quizá ya tú me has olvidado,
en cambio yo no te olvidé
hasta que no te haya encontrado
sin descansar te buscaré.
Escúchame, Marinero,
y dime: ¿qué sabes de él?
era gallardo y altanero
y era más rubio que la miel.
Mira su nombre de extranjero
escrito aquí, sobre mi piel
si te lo encuentras, Marinero,
dile que yo muero por él.
MARIOLA CANTAREREO
Nacida en Granada, realizó sus estudios musicales en el Conservatorio de su
ciudad natal, ampliándolos posteriormente con Carlos Hacar y Ruhtilde
Böesch en Viena.
En la temporada 2000/2001 debuta en el Teatro Comunale de Génova en Le
Comte Ory, con un gran éxito.
Ha sido dirigida por maestros como Zubin Mehta, Daniel Oren, Zedda,
López Cobos, Campanella, Abbado...
Ha cantado en el Teatro Real y Teatro de la Zarzuela de Madrid, el Teatro
del Liceo de Barcelona, y en destacados escenarios españoles (Bilbao,
Sevilla, Oviedo, Las Palmas, La Coruña, Santander, Jerez, Mahón) e
italianos (Pesaro, Trieste, Florencia, Génova, Roma, Bolonia, Nápoles), así
como en Zúrich, Ámsterdam, Bucares, Detroit, Estrasburgo, Lausanne,
Santiago de Chile, Corea, Shanghai, etc.
Su repertorio incluye títulos belcantistas (Lucia di Lammermoor, I Puritani,
La sonnambula, Don Pasquale, L’elisir d’amore), de Rossini (Il viaggio a
Reims, Tancredi, Elisabetta, Regina d’Inghilterra, La gazza ladra,
Semiramide) y Verdi (Falstaff, Rigoletto, La Traviata), además de El rapto
del serrallo y Don Giovanni, de Mozart y El murciélago, de Johann Strauss,
y también zarzuelas como Pan y Toros, Doña Francisquita, Luisa
Fernanda, El dúo de la Africana, Marina...
Entre sus recientes y futuros compromisos se encuentran la presentación de
su nuevo disco Bel Canto en el Auditorio Manuel de Falla de Granada y
Teatro Cervantes de Málaga, El dúo de La Africana en el Teatro Arriaga de
Bilbao, I Puritani en Las Palmas, así como diversos recitales y conciertos.
RUBÉN FERNÁNDEZ-AGUIRRE
Nace en Barakaldo (Vizcaya). Se especializa en acompañamiento de
cantantes en Viena con David Lutz y en Munich con Donald Sulzen. Recibe
además los consejos de Félix Lavilla, Miguel Zanetti y Wolfram Rieger.
Pianista habitual de Carlos Álvarez, Ainhoa Arteta, María Bayo, Gabriel
Bermúdez, Mariola Cantarero, Elena de la Merced, José Ferrero, Nancy
Fabiola Herrera, Ismael Jordi, José Antonio López, David Menéndez, José
Luís Sola etc. también colabora con Celso Albelo, Yolanda Auyanet,
Mariella Devia, Cristina Gallardo-Domâs, Eglise Gutiérrez, Montserrat
Martí, María José Montiel, Simón Orfila, Isabel Rey, Christopher
Robertson, Ofelia Sala, Ana María Sánchez, Leontina Vaduva y José
Manuel Zapata, entre otros, con los que actúa en la mayoría de festivales y
teatros españoles así como en importantes escenarios internacionales:
Musikverein de Viena, La Monnaie de Bruselas, Rossini Opera Festival de
Pesaro, Avery Fischer Hall y Carnegie Hall de Nueva York, Teatro Solís de
Montevideo y salas de concierto de París, Lyon, Bremen, Graz, Budapest,
Damasco, Argel, México D.F, Buenos Aires…
Acompaña en cursos y clases magistrales de R. Scotto, J. Aragall, I.
Cotrubas, S. Estes, B. de Simone, E. Sagi, A. Chova y ha sido pianista
oficial del Concurso «Operalia 2006» (presidido por Plácido Domingo) y
maestro correpetidor en el Palau de la Música de Valencia, el Teatro Real
de Madrid y el Teatro de la Maestranza de Sevilla.
Además es profesor de repertorio vocal de los Cursos de verano «Isaac
Albéniz» de Camprodón (Girona), de la Quicena Musical Donostiarra y de
la Universidad del País Vasco.
En el año 2010 recibe el premio Ópera Actual «por su dedicación a la lírica
y el creciente prestigio que está logrando en este campo».