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FAUSTINA KOWALSKA (25/08/1905 - 05/10/1938).
"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia".
"Di a la humanidad doliente que se refugie en mi Corazón Misericordioso y Yo la colmaré de
paz..."
Jesús, en Tí confío
En la tarde del 22 de febrero de 1931, se le apareció Jesucristo en su celda en Plock, Polonia y le
dijo: " Pinta una imagen mía según la Visión que ves con la inscripción :Jesús, yo confío en Tí " .
Faustina Kowalska nace en Glogowice, cerca de Lodz (Polonia). Fue educada cristianamente por
sus padres Estanislao y Mariana. A los veinte años ingresa como religiosa en la Congregación de las
Hermanas de la Caridad de la Madre de Dios, llamadas también Magdalenas, dedicadas a formar a
muchachas moral y materialmente necesitadas. Fue religiosa propagadora de la devoción a la Divina
Misericordia y cuya causa de beatificación se encuentra introducida en Roma por el propio Juan Pablo
II. No le fue extraño el don de profecía que le permitía ver con claridad el futuro de las almas y de los
acontecimientos. Anunció ocho años antes la última guerra mundial y que Varsovia sería
bombardeada, así como el año y día de su muerte.
El 15 de abril de 1978 la Santa Sede, permitió la práctica a ésta devoción, después de prohibirla
durante 19 años. El artífice de esto fue el cardenal Vojtila, arzobispo de la diócesis de sor Faustina, en
Cracovia. El 16 de octubre de 1978 éste cardenal fue elevado al Sumo Pontificado con el nombre de
Juan Pablo II.
Murió de tuberculosis en la Casa Madre de Lagiewniki, cerca de Cracovia. Fue beatificada por el
Papa el 18 de abril de 1993.
Entre las revelaciones que tuvo sor Faustina se encuentra la siguiente:
"Antes de venir como juez, vendré primero como Rey de Misericordia. Precediendo el día de la
justicia, HARÁ UNA SEÑAL EN EL CIELO dada a los hombres. Toda luz será apagada en el
firmamento y en la Tierra. Entonces aparecerá venida del Cielo la señal de la Cruz, de cada una de mis
llagas de las manos y de los pies saldrán luces que iluminarán la Tierra por un momento".
"Quiero a Polonia de una manera especial. Si es fiel y dócil a mi voluntad, la elevaré en poder y
santidad, y DE ELLA SALTARÁ LA CHISPA QUE PREPARARÁ AL MUNDO A MI ÚLTIMA
VENIDA".
Parece que se refiere AL PAPA JUAN PABLO II, lo que coincidiría con las profecías de la Virgen en
las apariciones de Umbe y Garabandal cuando decía que Juan Pablo II era el último Papa previo al fin
de los tiempos.
Historia del mensaje y de la devoción
La historia del origen y de la difusión del mensaje de la Divina Misericordia y de su
devoción por todo el mundo, resulta una interesante lectura. Comprende apariciones y
revelaciones extraordinarias, respuestas milagrosas a oraciones, un escape dramático
de una Polonia devastada por la guerra, una prohibición temporal del culto por la
Iglesia y el fuerte apoyo del Papa Juan Pablo II, que muy probablemente será llamado
por los historiadores "el Papa de la Misericordia".
Los escritos de la beata Sor Faustina Kowalska, una monja polaca sin instrucción,
perteneciente a la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la
Misericordia, en Polonia, constituyen la fuente del mensaje y de la devoción presentada
en este librito.
Alrededor de 1930, al obedecer a su director espiritual, el Padre Miguel Sopocko, Sor
Faustina escribió un Diario de unas 600 páginas y así documentó las revelaciones que
ella recibía sobre la misericordia de Dios.
Aún antes de su muerte en el año 1938, la devoción a la Divina Misericordia, según está
revelada en este Diario, se había comenzado a difundir. Durante los trágicos años de la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la práctica de esta devoción aumentó en fuerza
debido a que la gente por toda Polonia y Lituania se dirigió al Salvador misericordioso
para recibir consolación y esperanza.
La Congregación de los Marianos
En 1941, el Padre José Jarzebowski, miembro de la Congregación de los Marianos de la
Inmaculada Concepción, llevó la devoción a los Estados Unidos desde Polonia. Al
principio, el mismo Padre Jarzebowski estaba escéptico acerca de las gracias
maravillosas supuestamente recibidas por los que se entregaban a la Divina
Misericordia. Pero, en la primavera de 1940, el Padre prometió que si llegaba sano y
salvo a casa de los Marianos en los Estados Unidos, pasaría el resto de su vida
difundiendo la devoción y el mensaje de la Divina Misericordia.
Un año más tarde, tras un viaje increíble de Polonia a Lituania, y después, a través de
Rusia y Siberia a Vladivostok y de ahí al Japón, el Padre llegó al suelo norteamericano.
Fiel a su promesa, enseguida empezó a distribuir información sobre el mensaje y la
devoción con la ayuda de las Hermanas Felicianas en los Estados de Michigan y
Connecticut. Poco después, también sus Hermanos se involucraron intensamente en
esta promoción. Tras varios años de actividad desde Washington, D.C., en 1944
establecieron el "Apostolado de la Misericordia de Dios" en Eden Hill ("la Colina del
Edén") en Stockbridge, Massachusetts. Actualmente, este sitio es la sede del Santuario
Nacional de la Divina Misericordia y la Asociación de Auxiliares Marianos, que es una
moderna casa editorial de literatura religiosa y centro internacional de la devoción a la
Divina Misericordia. Ya en el año 1953, unos 25 millones de ejemplares de literatura
sobre la Divina Misericordia habían sido distribuidos por todo el mundo.
Prohibido por la Iglesia
Durante los años 1958 y 1959, la profecía de Sor Faustina sobre la aparente
destrucción del trabajo de divulgación de la Divina Misericordia (Diario, 378) empezó a
cumplirse. La Santa Sede que había recibido traducciones erróneas y confusas de
selecciones del Diario, que no se podían verificar debido a las condiciones políticas
existentes, prohibió la difusión de la devoción a la Divina Misericordia en las formas
presentadas en los escritos de Sor Faustina.
Durante el tiempo de la prohibición, los Marianos siguieron difundiendo la devoción a la
misericordia de Dios, pero en obediencia a Roma, basaron el mensaje y la devoción de
la Divina Misericordia en las Sagradas Escrituras, la Liturgia, las enseñanzas de la
Iglesia y las revelaciones de nuestra Señora en Fátima.
La revocación de la prohibición
Veinte años más tarde, en 1978, se revocó por completo la prohibición, gracias a la
intervención del entonces Arzobispo de Cracovia, el Cardenal Carol Wojtyla (el fenecido
Papa Juan Pablo II).
Gracias a sus esfuerzos, en 1965 se comenzó un proceso informativo sobre la vida y las
virtudes de Sor Faustina. El resultado exitoso de este proceso impulsó la apertura de la
Causa de Beatificación de Sor Faustina en el año 1968.
En una nueva "Notificación" del 15 de abril de 1978, la Sagrada Congregación para la
Doctrina de la Fe cambió su decisión original, revocándola. Después de revisar muchos
documentos originales que no estaban disponibles en 1959, esta Congregación declaró
que la prohibición del año 1959 ya no era válida.
Seis meses después, el Cardenal Wojtyla fue elegido Papa Juan Pablo Il.
Animada por la preocupación de carácter pastoral de Su Excelencia José E Maguire,
Obispo de Springfield, Massachusetts, la Congregación de los Marianos pidió una
explicación oficial de la "Notificación" del año 1978. Al obispo le interesaban los
esfuerzos renovados para difundir el Mensaje y la Devoción a la Divina Misericordia. El
12 de julio de 1979, recibieron una respuesta del Prefecto de la Sagrada Congregación,
que afirmó que "...ya no existe, de parte de la Sagrada Congregación, ningún
impedimento a la difusión de la devoción a la Divina Misericordia en las formas
auténticas propuestas por la Hermana Religiosa mencionada arriba (Sor Faustina
Kowalska)".
Por eso, en 1979, con el permiso del obispo local, los Marianos reanudaron su trabajo
de difundir la devoción a la Divina Misericordia en las formas propuestas por Sor
Faustina. La respuesta de parte de sacerdotes, obispos y laicos de todo el mundo ha
sido abrumadora y la devoción ha crecido más rápidamente de lo que nadie esperaba.
El Papa Juan Pablo II
Una de las razones que explica este éxito es, sin duda, el apoyo constante del Santo
Padre. En 1981, él publicó la encíclica Dives in misericordia (Rico en misericordia), en
que habla de Cristo como la "encarnación de la Misericordia... la Fuente Inagotable de
Misericordia. Llama la atención que "el programa mesiánico de Cristo, el programa de
la misericordia" debe convertirse en "el programa de su pueblo, el programa de la
Iglesia" .
A lo largo de toda la encíclica, el Santo Padre subraya que la Iglesia, especialmente en
nuestros tiempos modernos, tiene "el derecho y el deber" de profesar y proclamar la
misericordia de Dios", de "introducirla y encarnarla" en las vidas de todos y de "invocar
la misericordia de Dios", implorándola para el mundo entero (vea Rico en misericordia,
12-15).
Un año después de publicar Rico en misericordia, el Papa visitó el Santuario del Amor
Misericordioso en Collevalenza, Italia, durante su primer peregrinaje fuera de Roma
después del atentado contra su vida. Allí el Papa reafirmó la importancia del mensaje
de la misericordia y explicó que, desde el principio de su ministerio en Roma, ha
considerado este mensaje como su "tarea especial" que le fue asignada por Dios "ante
la situación actual del hombre, de la Iglesia y del mundo".
En su audiencia general del 10 de abril de 1991 el Santo Padre habló de Sor Faustina
mostrando el gran respeto que le tiene. Además la relacionó con su encíclica y enfatizó
el papel de ella en llevarle al mundo el mensaje de la misericordia. "Las palabras de la
encíclica sobre la Divina Misericordia Rico en misericordia están particularmente cerca
de nosotros. Ellas recuerdan la figura de la Sierva de Dios, Sor Faustina Kowalska.
Esta sencilla mujer religiosa acercó a Polonia y al mundo entero el mensaje Pascual del
Cristo misericordioso".
La beatificación
El 7 de marzo de 1992, ante la presencia del Santo Padre, la Congregación de la Causa
de los Santos promulgó el Decreto de Virtudes Heroicas, por medio del cual la Iglesia
reconoce que Sor Faustina practicó todas las virtudes cristianas de manera heroica. A
consecuencia de esto recibió el título de "Venerable" Sierva de Dios y se abrió el
camino para verificar el milagro atribuido por su intercesión.
Durante ese mismo año, la curación de Maureen Digan junto al sepulcro de Sor
Faustina fue reconocida como milagrosa por tres grupos distintos nombrados por la
Sagrada Congregación: primero, un grupo de médicos, después uno de teólogos y
finalmente uno de cardenales y obispos.
El 21 de diciembre de 1992, el Santo Padre publicó la aceptación del milagro por la
Iglesia, la cual afirmó que dicho milagro había sido conseguido por la intercesión de
Sor Faustina. Además, el Papa anunció que la beatificación solemne de esta monja
polaca tendría lugar en Roma, el 18 de abril de 1993, el segundo domingo de Pascua
(día que nuestro Señor le había revelado a Sor Faustina como la "Fiesta de la
Misericordia").
APÓSTOL DE LA MISERICORDIA
La beata Sor Faustina nació el 25 de agosto de 1905 en la aldea de Glogowiec, al oeste
de la ciudad de Lódz, Polonia. Siendo la tercera de diez hijos, Faustina recibió el
nombre de "Helena". Poco antes de cumplir los veinte años, ingresó en la
Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia cuyas integrantes
se dedican a educar y a cuidar a mujeres jóvenes con problemas.
Al año siguiente, Sor Faustina tomó el hábito religioso y recibió el nombre de "Sor
María Faustina", al cual agregó "del Santísimo Sacramento" como era permitido por la
costumbre de su Congregación.
En los años 30, el Señor le transmitió a Sor Faustina un mensaje de misericordia y le
dijo que lo difundiera por todo el mundo. La invitó a convertirse en apóstol y la
secretaria de la misericordia de Dios, un modelo de cómo ser misericordioso con los
demás y un instrumento para enfatizar de nuevo el plan de misericordia que Dios tiene
para el mundo.
No fue una perspectiva fácil. Su vida entera, a imitación de la de Cristo, iba a ser un
sacrificio, una vida vivida para los demás. A petición de nuestro Señor, Sor Faustina
ofreció sus sufrimientos en unión con el Señor como propiciación de los pecados de los
demás. En su vida cotidiana, Sor Faustina se convertiría en agente de misericordia,
llevando paz y alegría al prójimo. Y al escribir sobre la misericordia de Dios debía
animar a otras personas a confiar en
El y así preparar al mundo para Su regreso.
A pesar de estar convencida de su propia indignidad y atemorizada por la idea de
escribir, Sor Faustina comenzó a llevar un Diario en el año 1934, en obediencia al deseo
expreso de su director espiritual y después de nuestro Señor Mismo. Durante cuatro
años documentó revelaciones divinas y experiencias místicas, junto con sus
pensamientos más profundos, sus conclusiones y sus oraciones. El resultado es un
libro de unas 600 páginas impresas que, en lenguaje sencillo, repite y aclara la historia
del Evangelio, del amor de Dios para Su pueblo, enfatizando sobre todo la necesidad de
confiar en Su acción amorosa en todos los aspectos de nuestras vidas.
Además, el Diario revela un ejemplo extraordinario de cómo responder a la
misericordia de Dios y cómo manifestarla a los demás.
La vida espiritual de la beata Sor Faustina se basó en la humildad profunda, la pureza
de intención y la obediencia amorosa a la voluntad de Dios, a imitación de las virtudes
de la Santa Virgen María.
Su devoción especial a María Inmaculada y a los sacramentos de la Eucaristía y la
Reconciliación le dio la fortaleza para soportar todos los sufrimientos como una ofrenda
a Dios en nombre de la Iglesia y de aquellos que tienen necesidades especiales,
particularmente los grandes pecadores y los agonizantes.
Escribió y sufrió en secreto. Solamente su director espiritual y algunas de sus
superiores estaban conscientes de que algo especial pasaba en su vida. Después de su
fallecimiento por tuberculosis, en el año 1938, hasta sus compañeras más cercanas se
quedaron asombradas al descubrir las profundas experiencias místicas y los grandes
sufrimientos que le habían sido dados a esta hermana, que siempre había sido tan
alegre y humilde. Había acogido profundamente en su corazón, el mandato del
evangelio de «Ser misericordiosos como su Padre es misericordioso» (Lucas 6, 36).
Así mismo, había acogido la orden de su confesor de que debería portarse de tal
manera que todos los que trataran con ella al marcharse se fueran muy felices.
El mensaje de la misericordia recibido por Sor Faustina actualmente se difunde por
todo el mundo; ella ha sido reconocida por la Iglesia como "Beata" su Diario, la Divina
Misericordia en mi Alma, se ha convertido en el manual de devoción a la Divina
Misericordia. Ella no se habría sorprendido, ya que nuestro Señor le había dicho que el
mensaje de la misericordia de Dios se difundiría por medio de sus escritos para el gran
beneficio de las almas.
En un comentario profético, Sor Faustina declaró:
Siento muy bien que mi misión no terminará con mi muerte, sino que empezará. Oh
almas que dudan, les descorreré las cortinas del cielo para convencerlas de la bondad
de Dios (Diario, 281).
La oración a La Divina Misericordia
La coronilla se reza de ésta forma:
Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Credo.
Se empieza a rezar el Rosario, pero en vez de Padrenuestros se dice:
" Padre Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo
Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y todos los del mundo
entero."
En vez de las Avemarías, se dice:
" Por su dolorosa Pasión, Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero."
Al final de las 5 decenas , se dice:
"Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, Ten misericordia de nosotros y del mundo entero."
"Qué enorme caudal de gracias derramaré sobre las almas que recen esta
coronilla! Las entrañas de mi Misericordia se enternecen por aquellos que rezan la
coronilla".
"Hija mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. Por el rezo de esta
coronilla me agrada conceder todo lo que me pidan. Los sacerdotes la recomendarán a
los pecadores como última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si la
reza una vez tan sólo, recibirá la gracia de mi Misericordia infinita. Rezada al lado de los
agonizantes, me pondré entre el Padre y el alma moribunda, no como justo juez, sino
como Salvador Misericordioso".
"Escribe esto para las almas afligidas: Cuando el alma ve y reconoce la gravedad de
sus pecados, cuando se descubre ante sus ojos todo el abismo de miseria en que ha
caído, no se desespere sino que se arroje con confianza en los brazos de mi
Misericordia, como un niño entre los brazos de su madre amadísima".
"Deseo que esta imagen sea venerada primero en esta capilla y luego en el mundo
entero".
"Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo blanco representa el Agua que
justifica las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas...
Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi Misericordia en el mismo
instante en que mi Corazón, que acababa de emitir el último latido, fue abierto en la
Cruz, con la lanza".
LAS PROMESAS DE NUESTRO SEÑOR
"Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo ya aquí
en la tierra la victoria sobre el enemigo, y sobre todo a la hora de la muerte. Yo mismo
la defenderé como a mi propia gloria... Ofrezco a los hombres el vaso con el que han de
venir a recoger las gracias a la fuente de la Misericordia".
NUESTRO SEÑOR PIDE QUE SE RECURRA A SU BONDAD
"Que los más grandes pecadores pongan su confianza en mi Misericordia. Ellos más
que nadie tienen derecho a abandonarse a mi Misericordia... Me dan una gran alegría
las almas que recurren a mi Misericordia. A estas almas les concedo gracias por
encima de sus deseos. No puedo castigar a aquel que, aún siendo gran pecador, y el
peor de todos, se confía a mi bondad; lo justificaré en mi insondable e inmensa
misericordia".
"A las almas que difunden el culto de mi Misericordia, las protejo a lo largo de su vida
como una madre cariñosa protege a su niño todavía lactante. A la hora de su muerte no
seré para ellas su juez sino su Salvador misericordioso. En aquella última hora no hay
para el alma más que una sola protección: MI MISERICORDIA".
"Yo preservaré a las ciudades y casas en las cuales se encontrase esta Imagen".
ACTO DE CONSAGRACION A JESUS MISERICORDIOSO
Oh, Jesús misericordioso, tu bondad es infinita y los
tesoros de tu gracia son inagotables. Me abandono a
tu misericordia que sobrepasa a todas tus obras. Me
consagro enteramente a Ti para vivir bajo los rayos de
tu Gracia y de tu Amor que brotaron de tu Corazón
traspasado en la Cruz. Quiero dar a conocer tu
misericordia por medio de las obras de misericordia
corporales y espirituales, especialmente con los
pecadores, consolando y asistiendo a los pobres,
afligidos y enfermos. Mas, Tú me protegerás como
cosa tuya, pues todo lo temo de mi debilidad y todo lo
espero de tu Misericordia. Que toda la humanidad
comprenda el abismo insondable de tu Misericordia, a
fin de que poniendo toda su esperanza en Ella, pueda
ensalzarla por toda la Eternidad. Amén.
LA CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
En el año 1935, la beata Sor Faustina tuvo la visión de un ángel enviado por Dios para castigar la
tierra. Estremecida por esta señal de la ira divina, empezó a rezar pidiendo misericordia, pero sus
oraciones eran ineficaces. De repente vio a la Santa Trinidad y sintió el poder de la gracia de Jesús
dentro de su alma. Volvió a rogar a Dios por el mundo con las palabras que oyó dentro de ella:
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero (Diario, 476).
Mientras seguía repitiendo esta oración, vio como el poder del ángel disminuía hasta que no pudo
llevar a cabo el castigo merecido (Diario, 474- 475).
Al día siguiente, cuando entró en la capilla, oyó de nuevo esta voz interior que le enseñó a rezar la
oración que nuestro Señor más tarde llamó la "coronilla ". Desde entonces rezaba esta oración casi
constantemente, ofreciéndola especialmente por los agonizantes.
En revelaciones posteriores, el Señor aclaró a Sor Faustina que la coronilla no era solamente para ella,
sino para el mundo entero. Además, agregó promesas extraordinarias a su rezo.
Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado (Diario, 1541). Quienquiera que la rece
recibirá gran misericordia a la hora de la muerte (Diario, 687). Cuando recen esta coronilla junto a los
moribundos, Me pondré entre el Pa-re y el alma agonizante no como el juez justo sino el Salvador
misericordioso (Diario, 1541).
Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el
pecador mas empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia
infinita. Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia (Diario,
687). A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi voluntad (Diario, 1731).
Rezada en un rosario común, la coronilla a la Divina Misericordia es una oración de intercesión que
extiende la ofrenda de la Eucaristía, por lo que es particularmente apropiado rezarla después de recibir
la Santa Comunión en la Santa Misa. Se puede rezar a cualquier hora, pero nuestro Señor dijo a Sor
Faustina que la rezara especialmente durante los nueve días antes de la Fiesta de la Misericordia (el
primer domingo después de Pascua). Después agregó:
Durante este novenario concederé a las almas toda clase de gracias (Diario, 796)
Así mismo, es apropiado rezar la coronilla diariamente durante "La hora de la gran misericordia", a las
tres de la tarde (recordando la hora en que Jesús murió en la Cruz). En Sus revelaciones a la beata Sor
Faustina, nuestro Señor pidió que se recordara de manera especial Su Pasión a esa hora.
COMO REZAR LA CORONILLA A LA DIVINA
MISERICORDIA
(Diario, 476,- usando un rosario común.)
En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, amen.
Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y el mar de
misericordia se abrió para el mundo entero. Ob fuente de vida, insondable
Misericordia Divina, abarca al mundo entero y derrámate sobre nosotros (Diario,
1319).
Oraciones de la Novena…
Intenciones…
Un Padre nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, s ficado sea tu nombre; venga a sotros tu reino, hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del
mal, Amén.
Un Ave María
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios. Ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Un Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncío Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado. Descendió a los inflemos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia
Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurección de la carne y la vida
eterna. Amén.
En las cuentas grandes antes de cada decena
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu
Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como Propiciación de nuestros pecados y
los del mundo entero.
En las 10 cuentas pequeñas de cada decena:
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Doxología final después de las cinco decenas:
Santo Dios,
Santo Fuerte,
Santo Inmortal,
ten piedad de nosotros
y del mundo entero.
(Tres veces.)
Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, como una Fuente de Misericordia para
nosotros, en Ti confío (Diario, 84).
LETANIAS A LA MISERICORDIA DIVINA
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos: Jesucristo escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que sois Un solo y verdadero Dios, ten piedad De nosotros.
* EN TÎ CONFÎO
1.- Jesús, Rey de Misericordia, que has redimido el mundo.*
2.- Jesús, Rey de Misericordia, por quien todas las cosas fueron creadas.*
3.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos has santificado.*
4.-Jesús, Rey de Misericordia, que nos revelasteis el misterio de La Santísima Trinidad.*
5.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos manifestasteis la Omnipotencia de Dios.*
6.- Jesús, Rey de Misericordia, que te manifiestas en la creación de los espíritus celestiales.*
7.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos formasteis de la nada.*
8.- Jesús, Rey de Misericordia, que abrazas todo el universo.*
9.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos das la vida eterna.*
10.-. Jesús, Rey de Misericordia, que nos proteges del castigo merecido.*
11.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos libras de la miseria del pecado.*
12.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos concedes la justificación en el verbo encarnado.*
13.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos concedes misericordia por Tus Santas llagas.*
14.- Jesús, Rey de Misericordia, que brota de Tu Santísimo Corazón.*
15.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos distes a la Santísima Virgen como Madre de
Misericordia.*
16.- Jesús, Rey de Misericordia, por la cual has sufrido Tu encarnación, Pasión y Muerte.*
17.- Jesús, Rey de Misericordia, por medio de la cual ayudas a todos, en todas partes y siempre.*
18.- Jesús, Rey de Misericordia, por la cual nos has prevenido con Tus Gracias.*
19.- Jesús, Rey de Misericordia, la que nos has manifestado revelándonos los Misterios Divinos.*
20.- Jesús, Rey de Misericordia, la que manifestastes instituyendo Tu Santa Iglesia.*
21.- Jesús, Rey de Misericordia, que habiendo instituido los Santos Sacramentos, nos abristes
Los torrentes de Tus Gracias.*
22.- Jesús, Rey de Misericordia, por la que nos has obsequiado con los Santos Sacramentos del
Bautismo y de la Penitencia.*
23.- Jesús, Rey de Misericordia, por la que nos has obsequiado con la Santísima Eucaristía y el
Sacerdocio*
24.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos has llamado a Nuestra Santa Fe.*
25.- Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas por la conversión de los pecadores.*
26. Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas iluminando a los fieles.*
27.- Jesús, Rey de Misericordia, que la revelas por la santificación de los justos.*
28.- Jesús, Rey de Misericordia, que llevas a los santos a la cumbre de la santidad.*
29.- Jesús, Rey de Misericordia, la que brota de Tus Santas llagas.*
30.- Jesús, Rey de Misericordia, la que brota de Tu Santísimo Corazón.*
31.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres consuelo de los enfermos y afligidos.*
32.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el único consuelo de los corazones afligidos.*
33.- Jesús, Rey de Misericordia, que das esperanzas a las almas que se hallan en desesperación.*
34.- Jesús, Rey de Misericordia, que acompañas a todos los hombres siempre y en todas partes.*
35.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos colmas con el torrente de Tus Gracias.*
36.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el refugio de los moribundos.*
37.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el consuelo de las almas del purgatorio.*
38.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la Corona de todos los Santos.*
39.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el gozo celestial de los que se salvan.*
40.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la fuente inagotable de los milagros.*
41.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la salvación del mundo entero.*
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.
Las Misericordias de Dios, son más grandes que todas sus obras.
Por eso cantaré las Misericordias de Dios para siempre.
Oremos:
Oh Dios eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de
compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta
Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos
desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos
sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Misma.
(Diario, 950).
LA NOVENA
A LA DIVINA MISERICORDIA PARA 2007
Día 1º Viernes 06/04/2007: Hoy, tráeme a TODA LA HUMANIDAD Y ESPECIALMENTE
A TODOS LOS PECADORES.
Día 2º Sábado 07/04/2007: Hoy, tráeme a LAS ALMAS DE LOS SACERDOTES Y LAS
ALMAS DE LOS RELIGIOSOS.
Día 3º Domingo 08/04/2007: Hoy, tráeme a TODAS LAS ALMAS DEVOTAS Y FIELES.
Día 4º Lunes 09/04/2007: Hoy, tráeme a AQUELLOS QUE NO CREEN EN DIOS Y
AQUELLOS QUE TODAVÍA NO ME CONOCEN.
Día 5º Martes 10/04/2007: Hoy, atráeme a LAS ALMAS DE LOS HERMANOS QUE SE
HAN SEPARADO DE MI IGLESIA.
Día 6º Miércoles 11/04/2007: Hoy, tráeme a LAS ALMAS MANSAS Y HUMILDES Y A
LAS ALMAS DE LOS NIÑOS PEQUEÑOS.
Día 7º Jueves 12/04/2007: Hoy, tráeme a LAS ALMAS QUE VENERAN Y GLORIFICAN
MI MISERICORDIA DE MODO ESPECIAL.
Día 8º Viernes 13/04/2007: Hoy, tráeme a LAS ALMAS QUE ESTÁN RETENIDAS EN EL
PURGATORIO.
Día 9º Sábado 14/04/2007: Hoy, tráeme a LAS ALMAS TIBIAS.
El Viernes Santo del año 1937, Jesús le pidió a la beata Sor Faustina que rezara una novena especial
antes de la Fiesta de la Misericordia. Él Mismo le dictó las intenciones para cada día. Por medio de
una oración específica, ella traería a Su Corazón a diferentes grupos de almas cada día y las sumergiría
en el mar de Su Misericordia. Entonces, suplicaría al Padre, por el poder de la Pasión de Jesús, que les
concediera gracias a estas almas (Diario, 1209).
A diferencia de la novena de coronillas, que nuestro Señor indudablemente quiere que recemos, esta
novena parece haber sido destinada principalmente para el uso personal de Sor Faustina. Esto se
desprende de las instrucciones de nuestro Señor, en las cuales Él se dirige a ella usando la palabra "tú"
en el singular.
Sin embargo, ya que le ordenó a Sor Faustina que la pusiera por escrito, nuestro Señor bien habría
querido que otros la rezacen, también. Una vez publicada, de inmediato se popularizó y la gente
empezó a rezar la novena, no solamente para prepararse para la Fiesta de la Misericordia, sino también
en otras ocasiones.
El hecho de que la novena comprende una gama amplia de intenciones y que excluye necesidades
personales, hace tanto más asombrosa su gran popularidad. En esta novena nosotros verdaderamente
hacemos nuestras las intenciones del Señor, una expresión maravillosa del privilegio y de la
responsabilidad de la Iglesia, como la Esposa del Señor, de ser la intercesora al lado de Cristo en el
trono de la misericordia.
LA NOVENA
(Diario, 1209-1229)
Se recomienda que se recen las siguientes intenciones y oraciones de la novena junto con la coronilla a
la Divina Misericordia, ya que nuestro Señor pidió específicamente una novena de coronillas,
especialmente antes de la Fiesta de la Misericordia.
PRIMER DÍA
Hoy, tráeme a TODA LA HUMANIDAD Y ESPECIALMENTE A TODOS LOS PECADORES,
y sumérgelos en el mar de Mi misericordia. De esta forma Me consolarás de la amarga tristeza
en que Me sume la pérdida de las almas.
Jesús tan misericordioso, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no
mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu bondad infinita. Acógenos en la
morada de Tu muy compasivo Corazón y nunca nos dejes salir de El. Te lo suplicamos por Tu amor
que Te une al Padre y al Espíritu Santo.
Padre eterno, mira con misericordia a toda la humanidad, y especialmente a los pobres pecadores que
están encerrados en el Corazón de Jesús lleno de compasión, y por Su dolorosa Pasión muéstranos Tu
misericordia para que alabemos Su omnipotencia por los siglos de los siglos. Amén.
SEGUNDO DÍA
Hoy, tráeme a LAS ALMAS DE LOS SACERDOTES Y LAS ALMAS DE LOS RELIGIOSOS,
y sumérgelas en Mi misericordia insondable. Fueron ellas las que Me dieron fortaleza para soportar Mi
amarga Pasión. A través de ellas, como a través de canales, Mi misericordia fluye hacia la humanidad.
Jesús misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta Tu gracia en nosotros para que
realicemos dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos que nos vean, glorifiquen al
Padre de misericordia que está en el cielo.
Padre eterno, mira con misericordia al grupo elegido de Tu viña, a las almas de los sacerdotes y a las
almas de los religiosos; otórgales el poder de Tu bendición. Por el amor del Corazón de Tu Hijo, en el
cual están encerradas, concédeles el poder de Tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la
salvación, y a una sola voz canten alabanzas a Tu misericordia sin límite por los siglos de los siglos.
Amén.
TERCER DÍA
Hoy, tráeme a TODAS LAS ALMAS DEVOTAS Y FIELES,
y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Estas almas Me consolaron a lo largo del Vía Crucis.
Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.
Jesús infinitamente compasivo, que desde el tesoro de Tu misericordia les concedes a todos Tus
gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de Tu clementísimo Corazón y nunca nos dejes
escapar de Él. Te lo suplicamos por el inconcebible amor Tuyo con que Tu Corazón arde por el Padre
celestial.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de Tu Hijo y por Su dolorosa
Pasión, concédeles Tu bendición y rodéalas con Tu protección constante para que no pierdan el amor y
el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen Tu infinita
misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CUARTO DÍA
Hoy, tráeme a AQUELLOS QUE NO CREEN EN DIOS Y AQUELLOS QUE TODAVÍA NO
ME CONOCEN.
También pensaba en ellos durante Mi amarga Pasión y su futuro consoló Mi Corazón. Sumérgelos en
el mar de Mi misericordia.
Jesús compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de Tu piadosísimo
Corazón a las almas de los que todavía no Te conocen. Que los rayos de Tu gracia las iluminen para
que también ellas unidas a nosotros, ensalcen Tu Misericordia admirable y no las dejes salir de la
morada de Tu compasivísimo Corazón.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas de aquellos que no creen en Dios y de los que todavía
no Te conocen, pero que están encerrados en el muy compasivo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la
luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también
ellas ensalcen la generosidad de Tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
QUINTO DÍA
Hoy, atráeme a LAS ALMAS DE LOS HERMANOS QUE SE HAN SEPARADO DE MI
IGLESIA.
y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Durante Mi amarga Pasión, desgarraron Mi cuerpo y Mi
Corazón, es decir, Mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, Mis llagas cicatrizan y de este modo alivian
Mi Pasión.
Jesús sumamente misericordioso, que eres la bondad misma, Tú no niegas la luz a quienes Te la
piden. Acoge en la morada de Tu muy compasivo Corazón a las almas de los herejes y las almas de
los cismáticos y llévalas con Tu luz a la unidad con la Iglesia; no las dejes alejarse de la morada de Tu
compasivísimo Corazón, sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de Tu misericordia.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas de los hermanos separados que han malgastado Tus
bendiciones y han abusado de Tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus
errores, sino el amor de Tu Hijo y Su amarga Pasión que sufrió por ellos ya que también ellos están
acogidos en el sumamente compasivo Corazón de Jesús. Haz que también ellos glorifiquen Tu gran
misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
SEXTO DÍA
Hoy, tráeme a LAS ALMAS MANSAS Y HUMILDES Y A LAS ALMAS DE LOS NIÑOS
PEQUEÑOS,
y sumérgelas en Mi misericordia. Éstas son las almas más semejantes a Mi Corazón. Ellas Me
fortalecieron durante Mi amarga agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de Mis
altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de
recibir Mi gracia; concedo Mi confianza a las almas humildes.
Jesús, tan misericordioso, Tú Mismo has dicho Aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón.
Acoge en la morada de Tu compasivísimo Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de los
niños pequeños. Estas almas llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial.
Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios Mismo. Estas
almas tienen una morada permanente en Tu compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de
amor y misericordia por la eternidad.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas mansas y a las almas de los niños pequeños que están
encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Estas almas son las más semejantes a Tu Hijo. Su
fragancia asciende desde la tierra y alcanza Tu trono. Padre de misericordia y de toda bondad, Te
suplico por el amor que tienes por estas almas y el gozo que Te proporcionan, bendice al mundo entero
para que todas las almas canten juntas las alabanzas de Tu misericordia por los siglos de los siglos.
Amén.
SÉPTIMO DÍA
Hoy, tráeme a LAS ALMAS QUE VENERAN Y GLORIFICAN Mi MISERICORDIA DE
MODO ESPECIAL
y sumérgelas en Mi misericordia. Estas almas son las que más lamentaron Mi Pasión y penetraron más
profundamente en Mi espíritu. Ellas son un reflejo viviente de Mi Corazón compasivo. Estas almas
resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del
infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.
Jesús misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la morada de Tu compasivísimo
Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de Tu misericordia. Estas
almas son fuertes con el poder de Dios Mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades
siguen adelante confiadas en Tu misericordia, y unidas a Ti, cargan sobre sus hombros a toda la
humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente, sino que Tu misericordia las protegerá en la
hora de la muerte.
Padre eterno, mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran Tu mayor atributo, es
decir, Tu misericordia insondable y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas
almas son un Evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones,
desbordantes de gozo, Te cantan, oh Altísimo, un cántico de misericordia. Te suplico, oh Dios,
muéstrales Tu misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en Ti. Que se cumpla en
ellas la promesa de Jesús quien les dijo: «A las almas que veneren esta infinita misericordia Mía, Yo
Mismo las defenderé como Mi gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte.»
OCTAVO DÍA
Hoy, tráeme a LAS ALMAS QUE ESTÁN RETENIDAS EN EL PURGATORIO.
y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Que los torrentes de Mi sangre refresquen el ardor del
purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe
a Mi justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi
Iglesia y ofrécelas en su nombre... Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías
continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi justicia.
Jesús misericordiosísimo, Tú Mismo has dicho que deseas la misericordia; heme aquí que llevo a la
morada de Tu muy compasivo Corazón a las almas del purgatorio, almas que Te son muy queridas,
pero que deben pagar su culpa adeudada a Tu justicia. Que los torrentes de Sangre y Agua que
brotaron de Tu Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado el poder
de Tu Misericordia.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que están encerradas en
el muy compasivo Corazón de Jesús. Te suplico por la dolorosa Pasión de Jesús, Tu Hijo, y por toda
la amargura con la cual Su sacratísima alma fue inundada, muestra Tu misericordia a las almas que
están bajo Tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de Jesús, Tu amadísimo Hijo,
ya que creemos que Tu bondad y Tu compasión no tienen límites.
NOVENO DÍA
Hoy, tráeme a LAS ALMAS TIBIAS
y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Estas almas son las que más dolorosamente hieren Mi
Corazón. A causa de las almas tibias, mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de
los Olivos. A causa de ellas dije: «Padre, aleja de Mí este cáliz, si es Tu voluntad. Para ellas, la última
tabla de salvación consiste en recurrir a Mi misericordia.»
Jesús piadosísimo, que eres la compasión misma, Te traigo a las almas tibias a la morada de Tu
piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y Te llenan de gran
repugnancia se calienten con el fuego de Tu amor puro. Oh Jesús tan compasivo, ejercita la
omnipotencia de Tu misericordia y atráelas al mismo ardor de Tu amor y concédeles el amor santo,
porque Tú lo puedes todo.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas tibias que, sin embargo, están acogidas en el
piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de la Misericordia, Te suplico por la amarga Pasión de Tu Hijo
y por Su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de Tu
misericordia...
*** Las almas tibias son las indiferentes.
La Novena ha sido traducida siguiendo textualmente el manuscrito de Sor Faustina, y por tratarse de
un Documento Válido, su Diario difiere del Devocionario traducido y preparado especialmente para
uso de los fieles.
LETANIAS A LA MISERICORDIA DIVINA
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos: Jesucristo escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que sois Un solo y verdadero Dios, ten piedad De nosotros.
* EN TÎ CONFÎO
1.- Jesús, Rey de Misericordia, que has redimido el mundo.*
2.- Jesús, Rey de Misericordia, por quien todas las cosas fueron creadas.*
3.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos has santificado.*
4.-Jesús, Rey de Misericordia, que nos revelasteis el misterio de La Santísima Trinidad.*
5.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos manifestasteis la Omnipotencia de Dios.*
6.- Jesús, Rey de Misericordia, que te manifiestas en la creación de los espíritus celestiales.*
7.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos formasteis de la nada.*
8.- Jesús, Rey de Misericordia, que abrazas todo el universo.*
9.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos das la vida eterna.*
10.-. Jesús, Rey de Misericordia, que nos proteges del castigo merecido.*
11.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos libras de la miseria del pecado.*
12.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos concedes la justificación en el verbo encarnado.*
13.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos concedes misericordia por Tus Santas llagas.*
14.- Jesús, Rey de Misericordia, que brota de Tu Santísimo Corazón.*
15.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos distes a la Santísima Virgen como Madre de
Misericordia.*
16.- Jesús, Rey de Misericordia, por la cual has sufrido Tu encarnación, Pasión y Muerte.*
17.- Jesús, Rey de Misericordia, por medio de la cual ayudas a todos, en todas partes y siempre.*
18.- Jesús, Rey de Misericordia, por la cual nos has prevenido con Tus Gracias.*
19.- Jesús, Rey de Misericordia, la que nos has manifestado revelándonos los Misterios Divinos.*
20.- Jesús, Rey de Misericordia, la que manifestastes instituyendo Tu Santa Iglesia.*
21.- Jesús, Rey de Misericordia, que habiendo instituido los Santos Sacramentos, nos abristes
Los torrentes de Tus Gracias.*
22.- Jesús, Rey de Misericordia, por la que nos has obsequiado con los Santos Sacramentos del
Bautismo y de la Penitencia.*
23.- Jesús, Rey de Misericordia, por la que nos has obsequiado con la Santísima Eucaristía y el
Sacerdocio*
24.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos has llamado a Nuestra Santa Fe.*
25.- Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas por la conversión de los pecadores.*
26. Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas iluminando a los fieles.*
27.- Jesús, Rey de Misericordia, que la revelas por la santificación de los justos.*
28.- Jesús, Rey de Misericordia, que llevas a los santos a la cumbre de la santidad.*
29.- Jesús, Rey de Misericordia, la que brota de Tus Santas llagas.*
30.- Jesús, Rey de Misericordia, la que brota de Tu Santísimo Corazón.*
31.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres consuelo de los enfermos y afligidos.*
32.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el único consuelo de los corazones afligidos.*
33.- Jesús, Rey de Misericordia, que das esperanzas a las almas que se hallan en desesperación.*
34.- Jesús, Rey de Misericordia, que acompañas a todos los hombres siempre y en todas partes.*
35.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos colmas con el torrente de Tus Gracias.*
36.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el refugio de los moribundos.*
37.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el consuelo de las almas del purgatorio.*
38.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la Corona de todos los Santos.*
39.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el gozo celestial de los que se salvan.*
40.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la fuente inagotable de los milagros.*
41.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la salvación del mundo entero.*
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.
Las Misericordias de Dios, son más grandes que todas sus obras.
Por eso cantaré las Misericordias de Dios para siempre.
LAS ESTACIONES
DE LA DIVINA MISERICORDIA
Comience cada estación con:
Padre eterno, yo Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
Deténgase brevemente y medite la Pasión de nuestro Señor. Continúe recitando las invocaciones
escritas más abajo, seguidas por:
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Invocaciones
1 .Por Su institución de la Eucaristía como memoria de Su Pasión...
2. Por Su agonía en el Huerto...
3. Por Su flagelación en la columna y Su coronación de espinas...
4. Por Su condenación a muerte...
5. Por haber cargado con la Cruz...
6. Por Su caída bajo el peso de la Cruz...
7. Por Su encuentro con Su Madre afligida...
8. Por haber aceptado ayuda al cargar la Cruz...
9. Por haber recibido misericordia de la Verónica...
10. Por haber consolado a las mujeres...
11. Por haber sido despojado de Sus vestiduras...
12. Por Su crucifixión...
13. Por Su muerte en la cruz...
14. Por Su sepultura...
15. Por Su resurrección de entre los muertos...
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.
(Tres veces.)
ORACIONES SELECTAS DEL DIARIO
Breves oraciones para rezar a las tres de la tarde
Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y el mar de misericordia se abrió
para el mundo entero. Ob fuente de vida, insondable Misericordia Divina, abarca al mundo
entero y derrámate sobre nosotros (Diario, 1319).
Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, como una Fuente de Misericordia para
nosotros, en Ti confío (Diario, 84).
Alabanzas de la Beata Sor Faustina
a la Divina Misericordia
(Diario, 949)
El Amor de Dios es la flor, y la Misericordia es el fruto.
Que el alma que duda lea estas consideraciones sobre la Divina Misericordia y se haga confiada.
Misericordia Divina, que brota del seno del Padre, en Ti confío.
Misericordia Divina, supremo atributo de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, misterio incomprensible, en Ti confío.
Misericordia Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad, en Ti confío.
Misericordia Divina, insondable para todo entendimiento humano o angélico, en Ti confío.
Misericordia Divina, de donde brotan toda vida y felicidad, en Ti confío.
Misericordia Divina, más sublime que los cielos, en Ti confío.
Misericordia Divina, fuente de milagros y maravillas, en Ti confío.
Misericordia Divina, que abarca todo el universo, en Ti confío.
Misericordia Divina, que baja al mundo en la Persona del Verbo Encamado, en Ti confío.
Misericordia Divina, que manó de la herida abierta del Corazón de Jesús, en Ti confío.
Misericordia Divina, encerrada en el Corazón de Jesús para nosotros, y especialmente para los
pecadores, en Ti confío.
Misericordia Divina, impenetrable en la institución de la Santa Hostia, en Ti confío.
Misericordia Divina, en la institución de la Santa Iglesia, en Ti confío.
Misericordia Divina, en el sacramento del Santo Bautismo, en Ti confío.
Misericordia Divina, en nuestra justificación por Jesucristo, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos acompaña durante toda la vida, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos abraza especialmente a la hora de la muerte, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos otorga la vida inmortal, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos protege del fuego infernal, en Ti confío.
Misericordia Divina, en la conversión de los pecadores empedernidos, en Ti confío.
Misericordia Divina, asombro para los ángeles, incomprensible para los Santos, en Ti confío.
Misericordia Divina, insondable en todos los misterios de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos rescata de toda miseria, en Ti confío.
Misericordia Divina, fuente de nuestra felicidad y deleite, en Ti confío.
Misericordia Divina, que de la nada nos llamó a la existencia, en Ti confío.
Misericordia Divina, que abarca todas las obras de Sus manos, en Ti confío.
Misericordia Divina, corona de todas las obras de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, en la que estamos todos sumergidos, en Ti confío.
Misericordia Divina, dulce consuelo ara los corazones angustiados, en Ti confío.
Misericordia Divina, única esperanza de las almas desesperadas, en Ti confío.
Misericordia Divina, remanso de corazones, paz ante el temor, en Ti confío.
Misericordia Divina, gozo y éxtasis de las almas santas, en Ti confío.
Misericordia Divina, que infunde esperanza, perdida ya toda esperanza, en Ti confío.
Oh Dios eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a
nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos
difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu
santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Misma.
(Diario, 950).
Oraciones
A la Divina Misericordia
Acudo a Tu misericordia Dios Compasivo, ya que sólo Tú eres bondad. Aunque mi miseria es grande
y mis ofensas muchas, confío en Tu misericordia porque eres el Dios de la misericordia y desde
tiempo inmemorial nunca se ha oído, ni el cielo ni la tierra recuerdan, que un alma confiada en Tu
misericordia, haya quedado decepcionada.
Oh Dios de piedad, sólo Tú puedes justificarme y jamás me rechazarás, cuando yo, arrepentida, me
acerque a Tu Corazón misericordioso, del cual nadie ha sido rechazado jamás, aunque haya sido el
pecador más grande (Diario, 1730). [Porque tu Hijo me aseguró:] Antes el ciclo y la tierra se vuelven a
la nada, que Mi misericordia deje de abrazar a un alma confiada (Diario, 1777).
Oh Jesús, Amigo del Corazón solitario, Tú eres mi puerto, Tú eres mi paz, Tú eres mi única salvación,
Tú eres la serenidad en los momentos de lucha y en el mar de dudas. Tú eres el rayo brillante que
ilumina el sendero de mi vida. Tú eres todo para el alma solitaria. Tú comprendes al alma, aunque
ella permanezca callada. Tú conoces nuestras debilidades y como un buen médico consuelas y curas,
ahorrándonos sufrimientos, como un buen experto (Diario, 247).
En acción de gracias
Oh Jesús, Dios eterno, Te agradezco por Tus innumerables gracias y bendiciones. Que cada latido de
mi corazón sea un himno nuevo de agradecimiento a Ti, oh Dios. Que cada gota de mi sangre circule
para Ti, Señor. M a.m. es todo un himno de adoración a Tu misericordia. Te amo, Dios, por ser Tú
Mismo (Diario, 1794).
A los pies de Cristo en la Eucaristía
Jesús, Divino Prisionero del Amor, cuando considero Tu amor y como Te has anonadado por mí, mis
sentidos desfallecen. Encubres Tu majestad inconcebible y Te humillas rebajándote a mí, un ser
miserable. Oh Rey de la Gloria, aunque ocultas Tu hermosura, el Ojo de mi alma desgarra el velo.
Veo a los Coros de Ángeles que Te honran incesantemente y a todas las Potencias Celestiales que Te
alaban sin cesar y que Te dicen continuamente: Santo, Santo, Santo.
Oh ¿quién comprenderá Tu amor y Tu misericoricordia insondable hacia nosotros? Oh prisionero del
amor, encierro mi pobre corazón en este tabernáculo para adorarte sin cesar día y noche. No sé de
ninguna objeción a esta adoración, y aunque estoy físicamente lejos de Ti, mi corazón está siempre
Contigo. Nada puede impedir mi amor hacia Ti. No existe ningún obstáculo para mí. (Diario, 80).
Oh Santa Trinidad, Dios Uno e Indivisible, bendito seas por este gran regalo y testamento de
misericordia (Diario, 81).
Te adoro, Creador y Señor, oculto en el Santísimo Sacramento. Te adoro por todas las obras de Tus
manos, en las cuales se me revela tanta sabiduría, bondad y misericordia. Oh Señor, has esparcido
tanta belleza sobre la tierra y ella me habla de Tu belleza, aunque es sólo un pálido reflejo de Ti,
belleza incomprensible. Y aunque Te has escondido y ocultado, y has ocultado Tu belleza, mi ojo,
iluminado por la fe, llega hasta Ti y mi alma reconoce a su Creador, a su Bien supremo y mi corazón
se sumerge completamente en una plegaria de adoración.
Creador y Señor mío, Tu bondad me animó a conversar Contigo. Tu misericordia hace que
desaparezca el abismo que separa al Creador de la criatura. Hablar Contigo, oh Señor, es el deleite de
mi corazón. En Ti encuentro todo lo que mi corazón puede desear. Aquí Tu luz ilumina mi mente
permitiéndole conocerte a Ti cada vez más profundamente. Aquí torrentes de gracias fluyen sobre Tu
corazón, aquí mi alma obtiene la vida eterna. Oh Creador y Señor mío, además de ofrecerte estos
dones, Tú Mismo Te entregas a mí y Te unes íntimamente a Tu criatura miserable (Diario, 1692).
Oh Cristo, tengo mi mayor deleite cuando veo que Tú eres amado, que resuenan Tu honor y gloria y
especialmente la alabanza a Tu misericordia. Oh Cristo, hasta el último instante de mi vida no dejaré
de glorificar Tu bondad y misericordia. Con cada gota de mi sangre, con cada latido de mi corazón
glorifico Tu misericordia. Deseo transformarme por completo en un himno de Tu adoración. Cuando
me encuentre en mi lecho de muerte, que el último latido de mi corazón sea un himno amoroso de
alabanza a Tu insondable misericordia (Diario, 1708).
A la Madre de Dios
Oh María, Madre y Señora mía.
Te ofrezco mi alma y mi cuerpo, mi vida y mi muerte y todo lo que vendrá después de ella. Pongo
todo en tus manos, oh mi Madre.
Cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo.
Con tu poder defiéndeme de todo enemigo, especialmente de aquellos que esconden su malicia bajo
una máscara de virtud (Diario, 79). Fortalece mi alma, para que el dolor no la quebrante. Madre de la
gracia, enséñame a vivir en Dios (Diario, 315).
Oh María... una espada terrible ha traspasado Tu santa alma. Nadie sabe de Tu sufrimiento, excepto
Dios. Tu alma no se quebranta, sino que es valiente porque está con Jesús. Dulce María, une mi alma
a Jesús, porque sólo entonces podré resistir todas las pruebas y tribulaciones, y sólo mediante la unión
con Jesús, mis pequeños sacrificios complacerán a Dios. Dulcísima Madre, continúa enseñándome
sobre la vida interior. Que la espada del sufrimiento no me abata jamás. Oh Virgen pura, derrama
valor en mi corazón y protégelo (Diario, 915).
El "Acuérdate" a San José
La Beata Sor Faustina escribió en su Diario: "San José me pidió tenerle una devoción constante. Él
mismo me dijo que rezara diariamente tres oraciones y el "Acuérdate " una vez al día. Me miró con
gran bondad y me explicó lo mucho que está apoyando esta obra. Me prometió su especialísima ayuda
y protección. Rezo diariamente las oraciones pedidas y siento su protección especial (Diario, 1203).
El "Acuérdate" es la oración a San José que toda la Congregación religiosa de Sor Faustina recitaba
diariamente:
Acuérdate, oh purísimo esposo de María y mi amadísimo guardián, San José, que jamás se ha
oído decir que alguno de los que han implorado tu protección y pedido tu ayuda, ha sido dejado
sin consuelo.
Animada con esta confianza, acudo a ti con todo el fervor de mi espíritu, me encomiendo a ti.
No desprecies mi súplica, oh Padre Adoptivo del Salvador, antes bien, dígnate recibirla
favorablemente y concedérmela. Amén.
Para obtener la gracia
de ser misericordioso con los demás
Esta oración nos permite medir nuestra misericordia, es un espejo en el que nos observamos como
"Cristos misericordiosos". Podemos convertirla en nuestra invocación matutina y en nuestro examen
nocturno de conciencia.
¡Oh, Santísima Trinidad! Cuantas veces respire mi pecho, cuantas veces lata mi corazón, cuantas
veces pulse la sangre en mi cuerpo, esa cantidad por mil, es el número de veces que deseo glorificar
Tu misericordia.
Deseo transformarme en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor. Que este más grande
atributo de Dios, es decir Su insondable misericordia, pase a través de mi corazón y mi alma al
prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las
apariencias, sino que busque lo bello en el alma de " prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi
prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis
prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa
hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y penosas.
Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo,
dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de
mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que
abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerraré en el Misericordiosísimo Corazón de Jesús.
Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que Tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.
Tú Mismo me mandas ejercitar los tres grados de la misericordia.
El primero: la obra de misericordia, de cualquier tipo que sea.
El segundo: la palabra de misericordia. Si no puedo llevar a cabo una obra de misericordia, ayudaré
con mis palabras.
El tercero: la oración. Si no puedo mostrar misericordia por medio de obras o palabras, siempre puedo
mostrarla por medio de la oración. Mi oración llega hasta donde físicamente no puedo llegar.
Oh Jesús mío, transfórmame en Ti, porque Tú puedes hacer todo (Diario, 163).
Para obtener un corazón misericordioso
Oh Jesús, comprendo que Tu misericordia va más allá de la imaginación y por tanto Te suplico que
hagas nú corazón tan grande que pueda contener las necesidades de todas las almas que viven sobre
toda la faz de la tierra. Oh Jesús, mi amor se extiende más allá, hasta las almas que sufren en el
purgatorio... Haz mi corazón sensible a todos los sufrimientos de mi prójimo, sean de cuerpo o del
alma. Oh Jesús mío, sé que Te comportas con nosotros como nosotros nos comportamos con el
prójimo... Haz mi corazón semejante a Tu Corazón misericordioso (Diario, 692).
Oh Jesús, haz a mi corazón semejante al Tuyo, o más bien transfórmalo en Tu propio [Corazón] para
que pueda sentir las necesidades de otros corazones y, especialmente, de los que sufren y están tristes.
Que los rayos de la misericordia descansen en mi corazón. (Diario, 514). Jesús, ayúdame a pasar por
la vida haciendo el bien a todo el mundo (Diario, 692).
Para obtener conversión
de los pecadores
Jesús le dijo a la beata Sor Faustina:
Tú siempre Me consuelas cuando rezas por los pecadores. Tu oración que más Me agrada es la
oración por la conversión de los pecadores. Has de saber, hija Mía, que esta oración es siempre
escuchada (Diario, 1397).
En otra ocasión le dijo:
Deseo que conozcas más profundamente el amor que arde en Mi Corazón por las almas y tu
comprenderás esto cuando medites Mi Pasión. Apela a Mi misericordia para los pecadores, deseo su
salvación. Cuando reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún pecador, le concederé la
gracia de la conversión. Esta oración es la siguiente:
Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para
nosotros, en Ti confío.(Diario, 186 - 187).
Nuestro Señor hizo esta promesa especificamente a la beata Sor Faustina, pero si rezamos esta oración
con la misma pureza de intención, tenemos motivo para creer que Dios la cumplirá.
Oración de la Beata Sor Faustina por los pecadores
Jesús, Verdad Eterna, Vida nuestra, Te suplico e imploro Tu misericordia para los pobres pecadores.
Dulcísimo Corazón de " Señor, lleno de piedad y de misericordia insondable, Te suplico por los pobres
pecadores. Oh Sacratísimo Corazón, Fuente de Misericordia de donde brotan rayos de gracias
inconcebibles sobre toda la raza humana. Te pido luz para los pobres pecadores. Oh Jesús, recuerda
Tu amarga Pasión y no permitas que se pierdan almas redimidas con tan Preciosa, Santísima Sangre
Tuya. Oh Jesús, cuando considero el alto precio de Tu Sangre, me regocijo en Su inmensidad porque
una sola gota habría bastado para salvar a todos los pecadores. Aunque el pecado es un abismo de
maldad e ingratitud, el precio pagado por nosotros jamás podrá ser igualado. Por lo tanto, haz que
cada alma confíe en la Pasión del Señor y que ponga su esperanza en Su misericordia. Dios no le
negará Su misericordia a nadie. El cielo y la tierra podrán cambiar, pero jamás se agotará la
misericordia de Dios. ¡Oh, qué alegría arde en mi corazón, cuando contemplo Tu bondad inconcebible,
oh Jesús mío! Deseo traer a todos los pecadores a Tus pies para que glorifiquen Tu misericordia por
los siglos de los siglos (Diario, 72).
Para obtener una comprensión de Dios
Jesús, dame la inteligencia, una gran inteligencia sólo para que pueda conocerte mejor; porque
cuanto más Te conozca, tanto más ardientemente Te amaré. Jesús, Te pido una inteligencia poderosa
para que pueda comprender las cosas divinas y elevadas.
Jesús, dame una gran inteligencia con la que llegaré a conocer Tu esencia divina y Tu vida interior,
trinitaria (Diario, 1474).
En tiempo de sufrimiento
Un pensamiento de la beata Sor Faustina:
Oh, si el alma que sufre supiera cuánto Dios la ama, moriría de gozo y de exceso de felicidad. Un día,
conoceremos el valor del sufrimiento, pero entonces ya no podremos sufrir. El momento actual es
nuestro (Diario, 963).
Jesús, no me dejes sola en el sufrimiento. Tú sabes, Señor, lo débil que soy. Soy un abismo de
miseria, soy la nada misma. Por eso, ¿qué habría de extraño si me dejaras sola y yo cayera? Soy una
recién nacida, Señor, por eso no sé sostenerme por mí misma(o). Sin embargo, a pesar de todo
abandono, confío, y a pesar de mis sentimientos, confío y me estoy transformando completamente en
la confianza, muchas veces a pesar de lo que siento. No disminuyas ninguna de mis aflicciones, sólo
dame fuerza para soportarlas. Haz conmigo lo que Tú quieras, Señor, sólo dame la gracia de poder
amarte en cada acontecimiento y circunstancia. Señor, no disminuyas mi cáliz de amargura, sólo
dame fortaleza para que pueda beberlo todo (Diario, 1489).
Para tener amor de Dios
Dulcísimo Jesús, incendia mi amor por Ti y transfórmame en Ti, divinízame para que mis obras Te
sean agradables. Que eso pueda ser obtenido por el poder de la Santa Comunión que recibo
diariamente. ¡Cuánto deseo ser completamente transformada en Ti, oh Señor! (Diario, 1289).
Para ser fiel a la voluntad de Dios
Oh Jesús, tendido sobre la cruz, Te ruego, concédeme la gracia de cumplir fielmente con la santísima
voluntad de Tu Padre, en todas las cosas, siempre y en todo lugar. Y cuando esta voluntad de Dios me
parezca pesada y difícil de cumplir, es entonces que Te ruego, Jesús, que de Tus heridas fluyan sobre
mí fuerza y fortaleza y que mis labios repitan: Hágase Tu voluntad, Señor. Oh Salvador del mundo,
Amante de la salvación humana, [Tú] que entre terribles tormentos y dolor, Te olvidaste de Ti Mismo
para pensar en la salvación de las almas, compasivísimo Jesús, concédeme la gracia de olvidarme de
mí misma para que pueda vivir totalmente por las almas, ayudándote en la obra de salvación, según la
santísima voluntad de Tu Padre... (Diario, 1265).
Por los sacerdotes
Oh Jesús mío, Te ruego por toda la Iglesia: concédele amor y luz de Tu Espíritu, da poder a las
palabras de los sacerdotes para que los corazones endurecidos se ablanden y vuelvan a Ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos; Tú Mismo consérvalos en la santidad. Oh Divino y Sumo Sacerdote,
que el poder de Tu misericordia los acompañe en todas partes y los proteja de las trampas y
asechanzas del demonio, que están siendo tendidas incesantemente para atrapar al las almas de los
sacerdotes. Que el poder de Tu misericordia, oh Señor, destruya y haga fracasar lo que pueda empañar
la santidad de los sacerdotes ya que Tú lo puedes todo (Diario, 1052).
Te pido, oh Jesús, una bendición especial y luz para los sacerdotes ante los cuales me confesaré
durante toda mi vida (Diario, 240).
Por la patria
Jesús Misericordiosísimo, Te pido por la intercesión de Tus Santos y, especialmente, por la intercesión
de Tu Amadísima Madre, que Te crió desde la niñez, Te ruego bendigas a mi patria. Jesús, no mires
nuestros pecados, sino las lágrimas de los niños pequeños, el hambre y el frío que sufren. Jesús, en
nombre de estos inocentes, concédeme la gracia que Te pido para mi patria. En aquel instante vi al
Señor Jesús con los ojos llenos de lágrimas y me dijo: Ves, hija mía, cuánta compasión les tengo;
debes saber que son ellos los que sostienen el mundo (Diario, 286).
Para tener una buena muerte
¡Oh Jesús misericordioso, tendido sobre la cruz, ten presente la hora de nuestra muerte! ¡Oh Corazón
misericordiosísimo de Jesús, abierto con una lanza, protégeme a la hora de mi muerte! ¡Oh Sangre y
Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una fuente de insondable misericordia para mí en la
hora de mi muerte! ¡Oh Jesús agonizante, Rehén de la misericordia, apacigua la ira divina en la hora
de mi muerte! (Diario, 813)
Oh Jesús mío, que los últimos días de mi destierro sean completamente conformes a Tu santísima
voluntad. Uno mis sufrimientos, mis amarguras y mi agonía a Tu sagrada Pasión y me ofrezco por el
mundo entero para obtener una abundancia de misericordia para las almas. Confío firmemente y me
someto por completo a Tu santa voluntad que es la misericordia mísma. Tu misericordia será todo para
mí en la última hora... (Diario, 1574)
Para obtener la Divina Misericordia
Oh Dios de gran misericordia, bondad infinita, hoy toda la humanidad clama, desde el abismo de su
miseria, a Tu misericordia, a Tu compasión, oh Dios; y grita con la potente voz de la miseria. Dios
indulgente, no rechaces la oración de los desterrados de esta tierra. Oh Señor, bondad inconcebible
que conoces perfectamente nuestra miseria y sabes que por nuestras propias fuerzas no podemos
ascender hasta Ti, Te imploramos, anticípanos Tu gracia y multiplica incesantemente Tu misericordia
en nosotros para que cumplamos fielmente Tu santa voluntad a lo largo de nuestras vidas y a la hora
de la muerte. Que la omnipotencia de Tu misericordia nos proteja de las flechas de los enemigos de
nuestra salvación, para que con confianza, como Tus hijos, esperemos Tu última venida, ese día que
conoces sólo Tú. Y a pesar de toda nuestra miseria, esperamos recibir todo lo que Jesús nos ha
prometido, porque Jesús es nuestra esperanza; a través de Su Corazón misericordioso, como a través
de una puerta abierta, entramos en el cielo (Diario, 1570)
MARÍA, MADRE
DE LA MISERICORDIA
"Dios te salve, Reina y Madre de misericordia..." Durante siglos la gente ha invocado a María bajo
este título y ahora, en tiempos modernos, el Papa Juan Pablo II nos la ha presentado nuevamente para
subrayar en el papel singular que María juega en el plan eterno de misericordia que Dios tiene
preparado. En su encíclica Rico en misericordia, el Papa dedica una sección entera a María, "La
Madre de la Misericordia'. Explica que es ella quien tiene el entendimiento más profundo de la
misericordia de Dios y es ella, más que nadie, quien más mereció y recibió la misericordia. Llamada
de forma especial a compartir la misión de Su Hijo, donde Él revela Su amor. Ella sigue proclamando
la misericordia de Jesús "de generación en generación" (9).
Para la beata Sor Faustina, María era una fuente perpetua de la misericordia de Dios, como madre,
tutora, instructora e intercesora. De María recibió el regalo especial de la pureza, la fortaleza en
momentos de sufrimiento e innumerables lecciones en la vida espiritual."María [es] mi instructora",
escribe Faustina, "que me enseña siempre cómo vivir para Dios" (Diario, 620). "Cuanto más imito a la
Santísima Virgen, tanto más profundamente conozco a Dios" (Diario, 843). "Antes de cada Santa
Comunión, ruego fervorosarnente a la Madre de Dios que me ayude a preparar mi alma para la llegada
de Su Hijo" (Diario, 11 14). "Ella me ha enseñado a amar interiormente a Dios y cómo cumplir su
santa voluntad en todo" (Diario, 40). "Oh María, Madre y Señora mía... pongo todo en tus manos,"
(Diario, 79). "María, Tú eres la alegría, porque por medio de Ti, Dios descendió a la tierra [y] a mi
corazón" (Diario, 40).
Yo soy no sólo la Reina del Cielo
sino también la Madre de la Misericordia
y tu Madre (Diario,330).
Soy Madre de todos gracias
a la insondable misericordia de Dios (Diario,449).
PROCLAMANDO
LA MISERICORDIA
"La Iglesia", escribe el Papa Juan Pablo II, "debe considerar como uno de sus deberes principales
durante cada etapa de la historia y especialmente durante nuestra edad moderna, el proclamar y el
presentar a la vida el misterio de la misericordia"
(Rico en misericordia, 14).
Esta necesidad de proclamar la Misericordia de Dios es un tema que aparece constantemente en el
Diario de la beata Sor Faustina:
Proclama al mundo entero Mi misericordia insondable (Diario, 1142).
Proclama que la misericordia es el atributo más grande de Dios. Todas las obras de Mis manos están
coronadas por la misericordia (Diario, 301).
A las almas que propagan la devoción a Mi Misericordia, las protejo durante toda su vida como una
madre cariñosa [protege] a su hijo recién nacido, y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino
Salvador misericordioso (Diario, 1075).
Haz lo que esté en tu poder para difundir la devoción a Mi Misericordia. Yo supliré lo que te falta.
Dile a la humanidad doliente que se abrace a Mi Corazón misericordioso y Yo la llenaré de paz
(Diario, 1074).
Diles a Mis sacerdotes que los pecadores más empedernidos se ablandarán bajo sus palabras cuando
ellos hablen de Mi misericordia insondable, de la compasión que tengo por ellos en Mi Corazón. A
los sacerdotes que proclamen y alaben Mi misericordia, les daré una fuerza prodigiosa y ungiré sus
palabras y sacudiré los corazones a los cuales hablen (Diario, 1521).
PREPARÁNDONOS
PARA LA SEGUNDA VENIDA
Nuestro Señor muy claramente explica a la beata Sor Faustina cómo es urgente esta necesidad de
proclamar Su mensaje de misericordia, porque el mundo lo necesita como un preparativo para Su
regreso:
Habla al mando de Mi misericordia... Es una señal de los últimos tiempos(Los "últimos tiempos"
comenzaron con el descenso del Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia.), después de ella vendrá el día de la
justicia (Diario, 848).
Prepararás al mundo para Mi última venida (Diario, 429). Habla a las almas de esta gran
misericordia Mía, porque está cercano el día terrible, el día de Mi justicia (Diario, 965).
Repetidas veces el Señor le dice a la beata Sor Faustina que El está ofreciendo a los pecadores "la
última tabla" o esperanza "de salvación". Jesús quiere que regresemos a El; pero tenemos que
responder ahora, mientras sea aún la hora de la misericordia.
Antes del día de la justicia envío el día de la misericordia (Diario, 965). Estoy prolongándoles el
tiempo de la misericordia, pero ay de ellos si no reconocen este tiempo de Mi visita (Diario, 965).
Todavía queda tiempo. Que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia (Diario, 965).
Quien no quiere pasar por la puerta de Mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de Mi
justicia... (Diario, 965).
Nuestra Señora también le habla a la beata Sor Faustina sobre la urgencia del mensaje de misericordia:
Tú debes hablar al mundo de Su gran misericordia y preparar al mundo para Su segunda venida.
Él vendrá, no como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo. ¡Oh, qué terrible es ese
día! Establecido está ya es el día de la justicia, el día de la ira divina. Los ángeles tiemblan ante
ese día. Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras sea aún el tiempo para conceder la
misericordia.
(Diario, 635).
El Papa Juan Pablo II parece tener un fuerte sentido de esta urgencia. En 1981, en el Santuario del
Amor Misericordioso en Collevalenza, Italia, declaró que desde el principio de su ministerio, había
considerado el mensaje de la misericordia como su "tarea especial" que le fue asignada por Dios "en la
situación actual del hombre, de la Iglesia y del mundo". En cuatro de sus encíclicas, habla
continuamente del año 2000 como el "Nuevo Adviento" y subraya que ya estamos viviendo en un
tiempo especial de preparación para la nueva venida del Señor. Insiste en que "imploremos en esta
hora de la historia la misericordia de Dios en favor de la humanidad... implorémosla en esta difícil,
crítica fase de la historia de la Iglesia y del mundo, mientras nos acercamos al final del segundo
Milenio (Rico en misericordia, 15).
RECONCILIACIÓN:
EL TRIBUNAL DE LA MISERICORDIA
Para ayudar a preparamos a recibir dentro de nosotros el Cuerpo y la Sangre reales y el Alma y la
Divinidad verdaderas de nuestro Salvador Misericordioso en la Eucaristía, el Señor nos dejó otro
«milagro de misericordia», el sacramento de la Reconciliación. Aquí también, Jesús está presente para
nosotros, para todos nosotros, sin importar la gravedad de nuestros pecados como el Salvador
Misericordioso, la Fuente de Misericordia que purifica, consuela, perdona y devuelve a la vida.
Cuando te acercas a la confesión, a esta Fuente de Mi Misericordia, siempre fluye sobre tu alma la
Sangre y el Agua que brotó de Mi Corazón (Diario, 1602). En el tribunal de la misericordia [el
Sacramento de la Reconciliación]... tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente
... (diario, 1448). Aquí la miseria del alma se encuentra con Dios de la misericordia (Diario, 1602).
Basta acercarse con fe a los pies de Mi representante (Diario, 1448). Yo Mismo te espero en el
confesionario, sólo que estoy oculto en el sacerdote, pero Yo Mismo actúo en tu alma (Diario, 1602).
Te confiesas ante Mí; el sacerdote es para Mí sólo una pantalla. No analices nunca de qué clase de
sacerdote Me estoy valiendo y abre el alma al confesarte como lo harías Conmigo, y Yo llenaré tu
alma con Mi luz (Diario, 1725).
Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista
humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para
Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esa alma en toda su plenitud. De esta Fuente de
la Misericordia las almas sacan gracias exclusivamente con el recipiente de confianza (Diario, 1602).
Para subrayar la importancia de estos dos grandes sacramentos de misericordia, nuestro Señor ha
hecho que el recibimiento de ellos sea una condición necesaria para alcanzar Su promesa del perdón
total de pecados y castigos para aquellos que celebren la Fiesta de la Misericordia. Y el Papa Juan
Pablo II, que repetidas veces ha subrayado la importancia del mensaje misericordioso de Dios, nos ha
exhortado para que "la Iglesia del nuevo Adviento... sea la Iglesia de la Eucaristía y de la
Reconciliación" (Redemptor Hominis).
En su discurso de clausura del Sínodo de Obispos en 1983, en Roma, el Santo Padre explicó que
ambos sacramentos se instituyeron en el Cenáculo y que están íntimamente relacionados entre sí:
"También debemos tener presente la posición central [del Sacramento de la Reconciliación] en la
economía total de la obra de salvación, su vínculo particular con el misterio pascual de Cristo y la
Iglesia. De hecho, inmediatamente después de Su Pasión y Su muerte, en el mismo día de Su
Resurrección, en la primera visita a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo [donde se instituyó la
Eucaristía], Jesucristo pronunció estas palabras: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes ustedes
perdonen los pecados, queden perdonados; a quienes se los retengan, queden retenidos» (Juan 20, 2223). La importancia de estas palabras y de este evento es tanta, que deberían ser considerados de la
misma importancia que la Eucaristía" (Catecismo Penitencial, párrafos 3b y 4).
MEDITACIÓN PARA LA HORA DE LA MISERICORDIA
por Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM
Solo para uso privado -©
Leída públicamente el 7 de julio, 2003 a las 3:00 PM, en el Santuario de la Divina
Misericordia, Cracovia, Polonia
“Oh
Jesús, tu Corazón traspasado es el océano de infinita Misericordia
de donde manan, copiosamente, tu Sangre y Agua. Sangre que libera
nuestros pecados, y Agua que purifica y vivifica nuestros corazones. Tú
eres la fuente abierta de salvación, en la cual deseamos sumergirnos
para ser transformados con el poder redentor de tu Misericordia.
Jesús, tú nos has ofrecido en esta imagen de tu Corazón Misericordioso revelada a Santa
Faustina, un recipiente por el cual podemos venir a la fuente de Misericordia para recoger,
sin límites, gracias abundantes de conversión, sanación y redención.
¡Oh Jesús, en ti confío! En ti confío mi vida entera, mi corazón, mis temores, mis
fragilidades, mis sueños y todos mis sufrimientos, los del cuerpo y los más íntimos de mi
corazón.
¡En ti confío, Oh Misericordia Divina! Tú que miras mi debilidad con ojos compasivos; que
levantas mi miseria con el poder de tu amor; que das vida a mi esterilidad y que confías en
mí a pesar de mí mismo. En ti confío, tú que calmas las tempestades del alma y las grandes
tormentas que azotan la barca de nuestras vidas, familias, comunidades y naciones. En ti,
Jesús, confío el pasado que de tantas formas nos aplasta; el presente que nos inquieta y el
futuro que tantas veces nos angustia.
¡Oh Corazón Misericordioso! En tu llaga bendita nos escondemos, descubriendo allí nuestro
refugio y descanso... nuestra paz. En el inmenso océano de tu Corazón, nos sumergimos
hoy, nosotros pecadores, esperando con confianza el don más hermoso de tu amor por la
humanidad: Tu Misericordia”.
Prohibida la reproducción
de esta enseñanza de la Madre Adela Galindo, excepto para uso personal.
Esta página es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
Copyright © 2003 SCTJM
Obras de Misericordia
Obras de Misericordia Espirituales:
1. Aconsejar a los desorientados
Jesús nos dice: "si un ciego guía a otro los dos caerán en un pozo" (Mt. 15:14). Hay muchos
desorientados cerca de nosotros. Pero difícilmente podríamos mostrarles el camino, si no hay luz
dentro de nosotros. El consejo que corresponde dar no es sólo la palabra. Es el testimonio de una vida
limpia y entregada. Es la luz de vivir en la verdad, con todo lo que eso cuesta. Y también con la
palabra. Hay verbos que indican esto: aclarar (=hacer claro); iluminar (=dar luz). Aclaremos e
iluminemos cuando es preciso, para que el prójimo pueda adquirir libertad espiritual.
2. Instruir a los ignorantes
Jesús nos dice: "el que cumpla y enseñe los mandamientos será grande en el Reino de los cielos" (Mt.
5:19). La ignorancia verdadera es un atenuante moral. Pero, tristemente, hay algunos que desean
mantenerse en la ignorancia para no asumir sus compromisos. Es una ignorancia "afectada". Y es
preciso instruirlos. La Iglesia manda que los pastores dediquen sus mejores esfuerzos a instruir a los
fieles. Los demás cristianos colaboran en esta tarea misericordiosa. ¿Quién conoce el Evangelio y vive
de Jesús perfectamente? Los santos nos dieron ejemplo, ansiando salir de su ignorancia. Aprendamos
de la Beata Faustina que siendo casi analfabeta escribió cosas sublimes sobre la unión mística con
Dios.
3. Corregir a los que se equivocan
Ha sido normal de la vida en la Iglesia que los errores deben corregirse apenas detectados. Eso
proviene de la norma evangélica (Mt. 18:15) que si un hermano peca hay que corregirlo
inmediatamente. Incluso S. Pablo explica cómo debe hacerse la corrección: "corregir con espíritu de
mansedumbre el que corrige como sujeto pecador también y con la realidad de la tentación a la puerta
(Gal. 61).
La corrección debe ser fruto del Espíritu Santo, por consiguiente, humilde. Pero no se debe dejar pasar
por alto, lo exige una misericordia bien comprendida.
4. Consolar a los afligidos
Jesús dice: "Felices los afligidos porque Dios los consolará" (Mt. 5:5). Hay consuelo de Dios, que El
hace por medio del Espíritu Santo directamente en nuestro corazón. Pero, además, Dios se vale de
nosotros para consolar a los demás. No se trata de decir a la gente: no llores, sino de buscar las
palabras de la Escritura que mejor sirven para cada situación. Lo mejor es acostumbrase a rezar,
meditar y repetir los salmos en ellos encontramos el mejor consuelo para dar.
5. Sostener de buen grado a los que están a nuestro cargo
S. Pablo decía a los cristianos de Efeso con mucha humildad mansedumbre y paciencia, sopórtense
mutuamente por amor (Ef 4:2). A veces nos cuesta comprender que las dificultades de la ancianidad o
la enfermedad deterioran a los seres queridos y que ya no reaccionan como quisiéramos. La relación se
hace difícil. Es un momento de elevar nuestra vida de unión a Dios, pues sin la Gracia del Espíritu
Santo no podremos ser misericordiosos con los que nos necesitan.
6. Perdonar las injurias
Esta obra de misericordia es la más costosa. Tanto que Pedro preguntó a Jesús cuantas veces debería
perdonar al que lo ofendiese. La respuesta de Jesús "setenta veces siete" (Mt. 18:21-22) significa
sencillamente "siempre". Lo que Jesús pide parece un imposible: "Yo les digo: amen a sus enemigos,
rueguen por sus perseguidores" (Mt. 5:44). Poco a poco el Espíritu Santo nos permitirá ir realizando
este ideal de santidad, como lo hizo en la Beata Faustina.
7. Rogar a Dios por todos los vivos y difuntos
Esta obra trata de un aspecto de la vida del cristiano que solemos descuidar: la oración de intercesión.
Intercesión viene del verbo "interceder" y quiere decir que pedimos nosotros lo que otros no se atreven
o no merecen. Es un acto de caridad especial que va constituyendo el tejido íntimo de la Iglesia. S.
Pablo decía a una comunidad: "oramos y pedimos sin cesar por ustedes" (Col. 1:3-9; Hech 8:15).
Conviene acostumbrarse a orar incesantemente por nuestros parientes más cercanos, y no sólo por los
vivos, sino también por los difuntos. La Beata Faustina intercedía constantemente por los pecadores,
los moribundos y las almas del purgatorio.
Obras de Misericordia Corporales:
1. Dar de comer al hambriento
Pertenece al núcleo del Evangelio. Es una exigencia para todos los cristianos. Supone que se conozcan
mínimamente las necesidades de un pueblo. La comida es esencial para la supervivencia humana. En
esta obra, la misericordia se manifiesta en el alimento corporal dado al que lo necesita. Nuestra
devoción nos conduce a este tipo de caridad, no sólo en circunstancias extremas, sino en cualquier
momento y a otra gente, incluso alejada.
2. Dar de beber al sediento
Se trata de la sed corporal, e. d., de la necesidad de bebida y líquidos para evitar la deshidratación. No
es un añadido a la primera obra, pues el cuerpo humano está compuesto en un 70% de agua. Esta obra
no se refiere a una actitud individual, sino tiene marcada incidencia social. Evitar derroche de agua,
promover le descubrimiento de agua pura en zonas difíciles, contribuir a los gastos de saneamiento e
higiene de lugares que carecen de aguay y son focos de infección o enfermedad. Jesús se identificaba
con el sediento, el que no tiene agua y el que enfermó por beber aguas dañadas o lavarse con aguas
sucias.
3. Vestir al desnudo
Hay gente que paga sumas importantes por trajes de baño minúsculos hechos para realizar la
desnudez. Esa falta de pudor no anula que hay millones qu carecen de ropa en zonas cálidas y frías. Si
pensamos en el costo de unas zapatillas comprenderemos que millares de campesinos de América
Latina y otras partes del mundo, nunca en su vida podrán adquirirlas. La misericordia nos llama a salir
al encuentro de esa necesidad, desprendiéndonos de la ropa superflua y los calzados no usados que
duermen en los armarios durante años. Los dirigentes tendrán que aceptar que el trabajo es más
importante que el capital y merece una paga más justa. Mientras llega la hora de una justicia mejor, los
católicos no podemos cruzarnos de brazos. Hay hermanos que mueren de frío.
4. Visitar enfermos y presos
En el enfermo se manifiesta con claridad la vulnerabilidad de la existencia humana. Es un necesitado,
no sólo de cuidado sanitario, sino de afecto, consuelo, elevación espiritual. La enfermedad produce
consecuencias que nos asombran, incluso en personas conocidas. Cristo mismo estuvo gravemente
enfermo durante el Viernes Santo. Su tortura por parte de los soldados, y la traición y el abandono de
los suyos también vulneraron su cuerpo humano. Y si bien su voluntad permaneció unida a la de su
Padre, su cuerpo experimentó el dolor que acompaña a la enfermedad; pero, además, Jesús estuvo
preso en ese Viernes Santo y, por consiguiente, sin posibilidad de ser ayudado por quienes hubiesen
hecho lo posible para hacerle menos penosa su situación.
Esta obra de misericordia reconoce estas situaciones de Jesús y nos manda visitar; nada más. No
consiste en ir a dar consejos, ni averiguar qué mal se halla fulano, no curiosear, ni echar en cara. Sólo
visitar en actitud de hermano frágil y vulnerable como el que recibe la visita. Las condiciones de la
visita son: humildad y amor de Dios, comprensión y generosidad interior.
5. Dar albergue al peregrino
Esta obra parece retrotraernos a la Edad media y nos hace imaginar el "camino de Santiago de
Compostela" o de las famosas peregrinaciones a Tours. Tiene, con todo, un aspecto moderno; las
peregrinaciones no han terminado. No se hacen ya como antes, pero siguen existiendo y pertenecen al
mundo religioso de los que buscan a Dios y lo adoran. Albergar al peregrino hoy es un llamado a los
que viven en las ciudades sedes de santuarios para que ayuden como puedan a los que llegan buscando
la misericordia de Dios. Poner a disposición sanitarios, bebidas, remedios y lugar de descanso puede
ser una manera de recibir al peregrino, que es Cristo.
6. Redimir al cautivo
Esta obra parece que pasó de moda. Sin embargo, además de los rehenes por motivos políticos, existen
hoy nueve esclavos y hay que redimir de nuevas esclavitudes que amenazan a la humanidad. Un
ejemplo es la selección de temas que organiza la TV para dirigir la atención; la manipulación política,
la violencia, la drogadicción, la extorsión, la corrupción, los negociados, los privilegios innecesarios.
Los cristianos queremos marcar la diferencia en una sociedad cuyo principal interés parece el éxito
económico y la diversión.
7. Sepultar a los muertos
Esta obra también parece arcaica. Pero, los devotos de Jesús Misericordioso nos esmeramos en
preparar las tumbas de los difuntos para las visitas de oración al cementerio. Proponemos tres visitas:
1) en la mañana de la Pascua para los que participaron en la Vigilia Pascual que comienza en las
últimas horas del Sábado Santo; 2) en el día del aniversario del fallecido, que es como el nacimiento
para el Cielo; 3) alrededor del 2 de noviembre que es la conmemoración de los fieles difuntos. Para
eso, preparamos las tumbas con amor, poniendo flores frescas, limpiando e incluso colocando carteles
con una oración para que recen los parientes.
Vía crucis Eucarístico Y Bíblico
El Vía crucis, se llama también el Camino de la Cruz, las
Estaciones de la Cruz, y la Vía Dolorosa, y es una de las devociones
Católicas más populares. Su origen es en la Tierra Santa, donde la
Vía Dolorosa en Jerusalén fue marcada reverentemente desde los
más primitivos comienzos del Cristianismo… el Vía crucis es una
peregrinación en miniatura a los Lugares Sagrados… y nos ayuda a
llevar con amor nuestra cruz de cada día.
La tradición asegura que la Virgen María acostumbraba visitar los
lugares de la Pasión de su Hijo… así es que Mamá María puede ser
considerada como una de las fundadoras del Vía crucis.
En este Vía crucis hacemos referencia especial a las conexiones
con la Eucaristía y con el espíritu de la Divina Misericordia de
Jesús, ¡alabado sea Dios!
La Vía Dolorosa, el sufrir con amor, es un camino seguro que
conduce a Dios y a la perfección de su amor.
Cómo Hacerlo:
Empezar Cada Estación:
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo
Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Al Final de cada Estación:
Todos:
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Primera Estación: Jesús condenado a muerte por crucifixión
(Mar:15:15):
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y
la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, como Propiciación de nuestros pecados y los del
mundo entero.
Yo te adoro, mi sufriente Jesús... Caifás y Pilatos te
condenaron… aun el mismo Padre y el Espíritu Santo te
condenaron (Heb.9:14)… te hiciste hombre justamente para eso,
para ser le Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…
ahora, desde tu cárcel de amor en la Eucaristía, nos das
vida… dame santa resignación en mis pruebas divinas.
Gracias, Padre eterno: Por la dolorosa pasión de Jesús,
tienes misericordia de mí y del mundo entero.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Segunda Estación: Jesús lleva la Cruz a cuestas (Jn.19:17):
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
Yo te adoro, mi atormentado Jesús, abismo inmenso de
misericordia: Llevas tu Cruz por amor a mí y al mundo
entero. No nos redimiste con tus milagros ni con tus
sermones, sino con tu Cruz… yo te alabo, mi Salvador y mi
Dios… tu Cruz debía ser mía, no tuya, mis pecados te
pusieron en ella.
Yo deseo ser tu discípulo, mi dulce Jesús, ser
evangelizador, ayudar a mis familiares y amigos a ir al Cielo,
ser co-redentor como Mamá María… mi mejor arma es la
misma que la tuya, llevar con gozo la cruz que tu me quieras
regalar (Colos.1:24)… y recibirte cada día en tu cárcel de amor de
la Eucaristía.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez:
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
Yo te veo, mi amor, tu Cruz es pesada, mis pecados y los
pecados del mundo entero… Yo te adoro, gracias, mi Dios…
por esta tu primera caída, dame la gracia de nunca jamás
pecar.
Mi cruz es también pesada, y caigo… y te agradezco tu
otro exceso de amor, por ser mi pan cada día en la Santa
Misa, dándome fuerzas para enderezar de nuevo mi vida
(Mat.6:11, Jn.6:53, 1Cor.11:29-30).
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Cuarta Estación: Jesús encuentra a su Madre Santísima:
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
La Virgen te siguió hasta el pie de la Cruz (Jn.19:25-27)…
después de tu primera caía, pudo acercarse a Ti. Estabas
desfigurado, como una máscara de sangre y barro… pero dos
grandes coágulos cayeron de tu cara, y tu, Jesús, viste a tu
Madre, y María vio tus ojos… ¡y sí, eras tu, su Hijo!… y dos
corazones se derritieron en amor de la humanidad… Jesús,
mi Redentor. María, mi co-redentora.
Virgen María: Ruega por nosotros pecadores ahora, danos
amor y entendimiento del Santo Sacrificio de la Misa… no es
la repetición del Sacrificio del Calvario, que fue hecho de una
vez por siempre, sino el gran milagro de Dios del tiempo y
del espacio, cada Santa Misa es como si estuviera en el
Calvario el primer Viernes Santo. Alabado seas, Jesús
(Heb.9:12,26, 28).
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Quinta Estación: El Cireneo ayuda a Cristo a llevar su Cruz (Mat.27:32,
Mar.15:21, Luc.23:26):
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
Simón de Cirene es el único nombre mencionado por los
Evangelios en el Camino de la Cruz… la Cruz es el medio
para entrar en el templo de la santidad.
Mi agotado Jesús, fuente inagotable de misericordia: Yo
también quiero ser Cireneo, permíteme ayudarte a llevar tu
Cruz ahora, llevando almas al Sagrario, y el Sagrario a las
almas… almas, almas, almas, son ahora tu cruz diaria… Yo
te amo, mi amigo Jesús, mi Sanador y mi Dios, paraíso de
delicias y del amor.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Sexta Estación: La Verónica limpia el Rostro de Jesús:
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
El amor es atrevido. Solo una mujer tuvo el valor de
meterse entre la multitud y limpiar el rostro de Jesús con su
velo, y tu, mi Jesús, imprimiste en él tu Rostro Divino. Gloria
a ti, mi íntimo amigo Jesús, resplandor y figura de la
sustancia del Padre.
Las tradiciones son bellas… pero la realidad es grandiosa:
Jesús es el espejo de Dios Padre… la Eucaristía es un océano
de amor. Dios en persona está locamente enamorado de mí
ahora mismo, me espera a diario hecho solo pan y vino en la
Santa Misa… imprime en mi corazón tu amor, Señor.
Gracias, mi Dios: Por tu amor inmenso en la Eucaristía, tu
tienes misericordia de mi y del mundo entero (Jn.6:58-68, MT.26:26-29,
Mr.14:22-25, Lk.22:19-20, 1Cor.11:23-30).
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Séptima Estación: Jesús cae por Segunda Vez:
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
Mi dolorido Jesús: El peso de la Cruz se hace más pesado.
Ahora somos los cristianos, tus amigos, los que te hacemos
caer por Segunda Vez: Nuestras ingratitudes, desprecios en la
Eucaristía, sacrilegios, blasfemias, injusticias, herejías,
impurezas, abortos, adulterios, homosexualidad, drogas…
Mi pobre Jesús, la misericordia infinita, te amo… ayúdame
a entender y vivir el Sacramento de la Reconciliación… el
Papa Juan Pablo II se confiesa a diario… gracias, mí querido
amigo Jesús: Por tu humildad en la Eucaristía, tienes
misericordia de mí y del mundo entero. Gloria a Dios.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Octava Estación: Jesús habla a las mujeres de Jerusalén (LC.23:27-31):
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
Estas son las únicas palabras que pronunció mi amado
Jesús en el Vía crucis: "Le seguía una gran muchedumbre del
pueblo y de mujeres, que se herían y lamentaban por El.
Vuelto a ellos les dijo Jesús: Hijas de Jerusalén, no lloréis por
mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos,
porque días vendrán en que se dirá: Dichosas las estériles, y
los vientres que no engendraron, y los pechos que no
amamantaron. Entonces dirán a los montes: Caed sobre
nosotros; y a los collados: Ocultadnos, porque si esto se hace
en el leño verde, en el seco ¿qué se hará?".
Ya estamos en el Tercer Milenio, "el leño ya está seco"…
Mi cariñoso Jesús, dulzura del corazón: Por tus grandes
sufrimientos diarios en el Tabernáculo, tú tienes misericordia
de mí y del mundo entero. Gracias, mi amor y mi todo.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Novena Estación: Jesús cae por Tercera Vez:
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
La Cruz se hace todavía más pesada: El justo cae siete
veces y se levanta otra vez, pero el malvado se arruina"
(Prov.24:16)… si, mi Jesús, aun tus sacerdotes y monjas pecan…
¡y esta es la caída que más daño te produce!
Te amo, mi dolorido sacerdote Jesús, y te alabo por tu
Sacramento de la Confesión. El buen Papa Juan XXIII se
confesaba a diario… el Espíritu Santo nos anima a ello,
"acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, a fin de
recibir misericordia y hallar gracia en el auxilio oportuno"
(Heb.4:16)… gracias, mi queridísimo amigo Jesús: Por tu
paciencia en la Eucaristía, tienes misericordia de mi y del
mundo entero.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Décima Estación: Jesús despojado de sus vestiduras (Jn.19:23-24, Mt.27:35,
Mr.15:24):
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
Yo te adoro, mi desnudado Jesús, resplandor del Padre.
Los soldados "dividieron mis vestidos y echaron suerte sobre
mi túnica", cumpliéndose así 2 de las 13 profecías del Salmo
22, que se cumplieron a la letra en el Calvario.
Una nueva indignidad, avergonzado ante los ojos de los
hombres… y una nueva lección: Para complacerte, Jesús,
tengo que despojar mi corazón de todo egoísmo e impureza,
y desear nada más que a Dios… gracias, mi Jesús: Por tu
humildad y despojo total en la Eucaristía, tienes misericordia
de mí y del mundo entero.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Décimo primera Estación: Jesús clavado en la Cruz (MC.15:25, Mt.27:35,
Lc.23:33, Jn.19:18):
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de
Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como Propiciación de
nuestros pecados y los del mundo entero.
Cuando llegaron al Calvario, que en hebreo se dice
Gólgota, lo crucificaron allí, y a los dos malhechores, uno a
su derecha y otro a su izquierda… esta es la apoteosis del
amor de Dios, sin ninguna queja, ¡esta es la hora grande de la
humanidad!… el Cordero de Dios pagando por mis pecados y
por los pecados del mundo entero… gracias mil veces, mi
crucificado Jesús.
Y ahí, al pie de la Cruz, estaba también Mamá María,
recibiendo en su corazón mil clavos por cada uno que
clavaban en su Hijo… Jesús, el Varón de Dolores… María, la
Madre de los Dolores…
Gracias, Jesús, porque en la Cruz redimiste mi cuerpo, mi
alma y mi espíritu, como había profetizado Isaías (53:4-5)…
pagaste por mis pecados y vicios (las factorías de hacer
pecados), por mis dolores y enfermedades, y ganaste la paz
para mí y para el mundo entero.
Gracias, mi Dios: Por tus sufrimientos en el Sagrario,
tienes misericordia de mí y del mundo entero.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Décimo segunda Estación: Jesús muere en la Cruz (Mc.15:34,37, Mt.27:5056, Lc.23:44-49, Jn.19:30):
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu
Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como Propiciación de nuestros pecados y
los del mundo entero.
Te adoro y te bendigo, mi Jesús, mi Dios, mi Salvador… silencio… Jesús
ha muerto… después de 6 horas en la Cruz… ahora la tierra tiembla con un
terremoto, las tumbas se abren, la cortina del Templo se desgarra… es la
gloriosa hora de la Redención y la fundación de Tu Iglesia, para continuar tu
Redención por los siglos…
Mi muerto Jesús: Tú podías haber escogido otra forma de Redención, pero
elegiste la Cruz, por amor, en amor… Usa ahora mis manos y mi cuerpo,
Jesús, para alimentar al hambriento, y vestir al desnudo, y enseñar al que no
sabe, y corregir al que hierra… ¡usa tu Iglesia!.
Yo quiero acompañarte, mi amado Jesús, hoy y cada día, en el Santo
Sacrificio de la Misa… y no aburriéndome, como los soldados en el
Calvario, sino con la emoción e intensidad de María y San Juan y el buen
Ladrón…
Gracias, mi muerto Jesús, la vida del universo. Yo quiero morir a todo que
no seas Tu. Ayúdame a vivir como Mamá María: Todo para el Niño, con el
Niño, por el Niño, en el Niño… ¡y mi vecino es Cristo, el Niño!…
Gracias, mi Dios: Por tu paciente prisión de amor en el Sagrario, tienes
misericordia de mí y del mundo entero.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Décimo tercera Estación: Jesús es descendido de la Cruz (Mr.15:46,
Lc.23:53):
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como
Propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
Ahora Jesús está otra vez en tus brazos, María, como en Belén,
pero, ¡qué diferencia!, y es que ha pasado por otras manos, las mías,
Mamá María… la lanza de muerte de tu único Hijo atraviesa tu
corazón, Virgen María… pero tú no mueres, sigues viva muriendo
mil veces… es la espada profetizada por el buen Simeón (Lc.2:35).
Recíbeme en tus brazos también a mi, mi Madre Dolorosa, con el
mismo amor con el que recibiste a Jesús, y ruega por mi para que
nunca vuelva a pecar, para que nunca jamás vuelva a crucificar a tu
Hijo Jesús, porque cada vez que peco reproduzco su Pasión entera
en mi carne (Heb.6:6).
Las labios de Jesús están muertos, no puede bendecir… sus
manos no pueden sanar… sus pies no pueden andar… ¡Aquí me
tienes, Jesús!, úsame para que sea tu apóstol, para que ayude a
cumplir en lo que falta a tu redención, mi Dios vivo, mi Rey
invencible e inmortal (Colos.1:24)...
Un millón de gracias, mí querida madre María. Un millón de
gracias, mi queridísimo amigo Jesús: Por tu amor y gozo en la
Eucaristía, tienes misericordia de mí y del mundo entero.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Décimo cuarta Estación: Jesús es enterrado (Mt.27:57-61, Mc.15:42-47,
Lc.23:50-56, Jn.19:28-41):
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de
Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como Propiciación de
nuestros pecados y los del mundo entero.
Jesús es enterrado, la tumba sellada por Pilatos… y sus
enemigos pensaron que con ello habían acabado con Jesús
definitivamente… ¡Pero Jesús resucitó!… y la oscuridad del
sepulcro se convirtió en la luz del universo… y la sombra de
la Cruz llena el mundo entero… con su muerte real, Jesús nos
da vida real… ¡y eterna!, alabado sea Dios.
Un millón de gracias, mi querido amigo Jesús, vivo en mi
corazón, Rey de Reyes y Señor de Señores: Límpiame, para
que cuando te reciba en la Sagrada Comunión, mi cuerpo sea
morada digna de recibir tu Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad…
Por tu gran amor vivo en la Santa misa, tienes misericordia
de mi y del mundo entero… y día a día, estás conquistando el
universo con tu espada de dos filos: La "espada" del amor…
con sus dos filos: El del dolor del Calvario y la humildad de
la Eucaristía… ¡y ya somos 2.000 millones de Cristianos!,
para la gloria de Dios. Alabado seas por siempre, mi Dios
vivo, Rey de gloria. Amén (Apoc.1:16, Sal.2:9).
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.