Download la conversión o el retorno al amor de dios

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
2016
LA CONVERSIÓN O EL RETORNO AL AMOR DE DIOS
RSC 301-315
Vigésima meditación
(301-302: Lc 15, 11-24)
303 Sumario – En esta parábola, nuestro Señor nos revela todas las industrias de su providencia
para salvarnos y toda la bondad de su Corazón para perdonarnos.
Veremos sucesivamente cómo él detiene al pecador en el camino de su ruina por medio de pruebas
providenciales, cómo despierta en su corazón las buenas disposiciones del pasado, y finalmente
cómo le acoge para perdonarlo y colmarlo de nuevas gracias.
Seguidamente no dudaremos ya en recurrir a él con confianza.
Meditazione
304 El discípulo. – Mi buen Maestro, el hijo pródigo soy precisamente yo. ¿Y no es quizás más
desgraciada que el hijo pródigo un alma caída en la tibieza, especialmente si está consagrada a Dios
con el sacerdocio y la vida religiosa? ¿Qué gracias, qué dones celestes y favores espirituales no he
perdido yo? ¿Cuántas veces no he ofendido tu Corazón?
Señor, dame fuerza, para que me pueda levantar y volver a ti.
Dios detiene al pecador en su camino de perdición con pruebas providenciales
305 El Maestro. – Considera en esta parábola toda la misericordia que mi Corazón testimonia al
pecador y readquiere confianza.
Muchas veces intervengo con severidad para disuadir al pecador del camino de la perdición. No solo
ha disipado sus recursos en orgías, lo golpeo con el hambre y con la carestía el país que eligió. En
ese país sobrevino una fuerte carestía (Lc 15,14). Así comienza él a sentir la pobreza y la miseria.
Está obligado a ponerse al servicio de un dueño severo y aceptar los trabajos más humillantes.
El pobre hijo pródigo es puesto a custodiar los cerdos: Lo mandó a los campos a pastorear los cerdos
(Lc 15,15), y está obligado a envidiar su suerte, para que ellos tuviesen bellotas en abundancia.
306 A menudo pongo a prueba para curar y para hacer recuperarse a los pecadores. Si tú, por tanto,
has sufrido alguna experiencia dolorosa, debes saber que lo he permitido por tu bien y para detener
sobre la pendiente fatal del amor propio y de la tibieza.
En este punto, suscito en la mente del pecador pensamientos dirigidos a hacerlo reflexionar,
recordándole su felicidad pasada. Ved el hijo pródigo: le recuerdo las alegrías de la casa paterna,
donde la condición de los mismos servidores es mejor que la suya.
Le recuerdo la bondad de su padre, que tuvo tantas preferencias por él.
Le inspiro pensamientos de humildad, para obtener perdón.
Las pruebas de la vida han alejado muchas tentaciones y la respuesta a la gracia se ha hecho fácil.
307 Estos son los caminos de mi gracia y los secretos de mi Corazón.
Lo mismo hizo también contigo. Te he mandado pruebas y sugerido saludables reflexiones porque
quiero salvarte a toda costa. El hijo pródigo ha correspondido a la gracia. Se levantó, y vuelto a su
2016
padre, se humilló y confesó sus errores: haz también tú lo mismo y repite con él: Padre he pecado
contra el Cielo y contra ti; no soy ya digno de ser llamado hijo tuyo (Lc 15,18).
Dios acoge al pecador
308 Lo que he querido poner en evidencia en esta parábola es sobre todo la misericordiosa acogida
que mi Corazón ofrece al pecador arrepentido.
En esta parábola me he descrito bajo la imagen del padre de familia. Observa este padre: sus
pensamientos son para el hijo. Él lo espera. Está en el umbral de la casa e incluso a lo largo del
camino...
Cuando (el hijo) estaba aún lejos el padre lo vio (Lc 15,20). Cuando el hijo llega, el padre se ve
turbado por un sentimiento no de cólera, sino de piedad, de compasión y de misericordia:
Conmovido corrió a su encuentro (Lc 15,20).
309 El hijo comienza sus excusas, pero el padre no lo escucha: tiene otros pensamientos. Llama a
los siervos, ordena buscar las mejores vestiduras y el anillo de los hijos de familia; hacer matar el
ternero engordado.
Quiere una fiesta de alegría, porque su hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha
sido reencontrado (Lc 15,24).
Se hizo un suntuoso banquete, servido por numerosos servidores y solemnizado por músicas y
cantos.
310 El hijo mayor está celoso, es más desdeñado. No quiere entrar. El padre sin embargo es bueno
también con él y va a buscarlo. Pero los privilegios, ese día, son para el hijo arrepentido. El corazón
del padre ve una sola cosa: su hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido
reencontrado.
Así, os digo, habrá más alegría en el cielo por un pecador convertido, que por noventa y nueve justos
que no necesitan conversión (Lc 15,7).
311 Todo el desarrollo de la parábola, así como todos estos particulares quieren hacerte entender
los secretos de mi misericordia. He querido animarte, conquistarte, mostrándote todo lo que deseo
hacer por los pecadores arrepentidos. Y de hecho ¿quizás me he comportado de modo diferente
con otros hijos pródigos, como la Magdalena, Agustín, María Egipciaca, Margarita de Cortona y
tantos otros? Ten confianza por tanto. Regresa. Mi Corazón se alegrará y te colmará de favores
divinos.
Aplicación personal
312 Haz la aplicación de esta parábola a tu caso personal. Los motivos que empujaron al hijo pródigo
a una decidida y firma resolución, ¿no son suficientemente persuasivos para convencerte a ti?
Piensa en su miseria... ¿No es quizás esto lo que tú estás experimentando? Tu corazón se ha secado,
el espíritu de recogimiento y de oración, de mortificación y de piedad se ha debilitado, si no
apagado.
¿Dónde está el recogimiento, la modestia, la vigilancia, la conciencia temerosa que tenías en tus
momentos mejores?
2016
313 ¡Cuántos mercenarios, o mejor, cuántos cristianos del mundo se deciden por Dios, gustan a
Dios, gozan los consuelos celestes, mientras tú mueres de hambre a los pies del altar! El recuerdo
de la bondad del padre envuelve al hijo pródigo de confusión.
¿Seguirás insensible al recuerdo de mis gracias?
314 ¿Qué harás entonces? Conviértete y ten confianza, humíllate y ven a mí llorando tus pecados.
Pide expiarlos. Tu confianza no se verá desilusionada. Me sentiré infinitamente confortado por esta
satisfacción que se me debe. Te ayudaré con otras gracias, para sacarte de tu miseria y conservarte
en el fervor.
No depende sino de ti usar todos estos medios y avanzar en la perfección.
Ven, mi Corazón está abierto.
Resolución
315 ¡Señor, tu Corazón es generoso! ¡Es un corazón de padre! ¡Un corazón de madre! ¿Cómo podré
aún dudar? Vengo a ti humillado, confuso, ¡pero lleno de confianza! Me confesaré; ofreceré mis
acciones y mis sufrimientos para obtener perdón, pero también para que tu divino Corazón se
disponga a favor de aquellos pecadores que creen; quiero ayudar tu misericordia y procurar a otros
la gracia de volver a ti.
Me levantaré e iré donde mi Padre y le diré: Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti... Rápido,
traed aquí el vestido más bello (Lc 15,18.22).
Ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados (Mt 9,2).