Download Esp

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
LUIS FERNANDO CRESPO, sm
”
En esas mismas fechas, tenía ratos inexplicables de oración en medio de mi primer año
de vida universitaria, saboreando el hecho
que Jesús estuviera conmigo.
El inicio de mi vocación a la vida religiosa
tiene dos llamadas muy fuertes, dos claves: una más activa, otra más contemplativa. Las dos unidas en la fascinación de
la persona de Jesús, que me llama y me
invita a vivir con plenitud.
La primera fue con el asesinato de Monseñor Romeo, celebrando la eucaristía en
San Salvador, el 24 de marzo de 1980, me
sentí llamado a dar mi vida como él, unido estrechamente a Cristo, en su vida y
en su muerte. Ser misionero en medio de
nuestro mundo, dar testimonio de Jesús.
La segunda fue que en esas mismas
fechas, tenía ratos inexplicables de oración en medio de mi primer año de vida
universitaria, saboreando el hecho que
Jesús estuviera conmigo. Un deseo de
radicalidad total me lleva a la Cartuja
de Miraflores. Allí, durante una semana,
experimenté la presencia real de Dios en
mi vida, más íntimo que mi propia intimidad, en el silencio más total, en la vida
contemplativa.
Las dos son experiencias fundantes, sobretodo la segunda. Complementarias.
Encuentran su cauce de encarnación, sin
yo saberlo, en la vida religiosa marianista,
que tiene en su raíz el carisma del Beato
Chaminade.
36
Todos sois misioneros, es lo que quiere el
fundador de todos los religiosos. Del carisma marianista, don de Dios, he aprendido que ser misionero afecta al propio
ser de la persona, a la propia entidad. La
vocación me convierte en un misionero,
en un enviado. Ser misionero supone el
encuentro personal y transformador con
Cristo. Lo demás viene por añadidura.
Sólo el que ha experimentado en sí mismo el amor misericordioso, el perdón
ilimitado, la liberación sin cortapisas, es
decir, sólo el que ha sentido y vivido en
su propia carne la Salvación del Evangelio, el que ha dejado que la Buena Noticia transforme su mente y su corazón, se
siente impulsado a comunicar a otros lo
que ha visto y oído.
Lo esencial es lo interior. De ahí la importancia que doy a cultivar cada día la oración personal, silenciosa. Ser simplemente ante Dios, estar a solas con el misterio
que me da vida.
Cuando más me dedico a cultivar la interioridad, por Gracia de Dios, más me
acerco a mi fin, que es ser uno en Cristo.
Con el deseo de que se haga realidad en
mí lo que escribe el Fundador:
«Gusta uno de mantenerse en la presencia de Dios. La fe liga en cierto sentido con
Dios, nos pone en contacto con Dios mismo; nuestro espíritu con su Espíritu, nuestro corazón con su corazón, las luces de su
Espíritu pasan a nuestro espíritu. Ya solo
vemos las cosas como Dios las ve; poco a
poco se disipan todos nuestros prejuicios,
nos hacemos sabios con la ciencia misma de Dios, es decir, con la ciencia de los
santos» (B.Chaminade, Escritos de oración
377ª)
Luis Fernando Crespo, SM, sacerdote,
educador en un colegio marianista. Colabora asiduamente con las comunidades
laicas marianistas, como asesor de una
fraternidad.
37