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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958)
ANTOLOGÍA POÉTICA
ADOLESCENCIA
un mundo májico, inmenso;
las casas eran palacios
y catedrales los templos;
y por las verdes campiñas
vagaba alegre, contento,
inundado de ventura
al mirar el limpio cielo,
celeste como mi alma,
como mi alma sereno,
creyendo que el horizonte
era de la tierra el término…
No veía en su ignorancia
mi inocente pensamiento,
otro mundo más hermoso
que aquel mundo de mi pueblo…;
¡qué blanco, qué blanco todo!
¡todo qué grande, qué bello!
Recuerdo también que un día
en que regresé a mi pueblo
después de largos viajes,
me pareció un cementerio;
en su mezquina presencia
se ajigantaba mi cuerpo…;
las casas no eran palacios,
ni catedrales los templos,
y en todas partes reinaban
la soledad y el silencio…
Estraña impresión sentía
buscando en mi pensamiento
la memoria melancólica
de aquellos felices tiempos,
en que no soñaba un mundo
como el mundo de mi pueblo…
¡Cuántas veces, entre lágrimas,
con mis blancos días sueño,
y reconstruyo en mi mente
la visión de aquellos tiempos!
¡Ay! ¡quién de nuevo pudiera
encerrar el pensamiento
en su cárcel de ignorancia!
¡quién pudiera ver de nuevo
el mundo más sonriente
en el mundo de mi pueblo…!
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
—El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.—
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
—Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.—
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.
(Primeras Poesías, 1898-1902)
AZUCENA Y SOL
Nada me importa vivir
con tal de que tú suspires,
(por tu imposible yo,
tú por mi imposible)
Nada me importa morir
si tú te mantienes libre
(por tu imposible yo,
tú por mi imposible)
(Primeras Poesías, 1898-1902)
REMEMBRANZAS
Recuerdo que cuando niño
me parecía mi pueblo
una blanca maravilla,
(Almas de violeta, 1900)
1
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Cuando lloraba yo tanto »
«Me he asomado por la verja»
Cuando lloraba yo tanto,
cuando yo tanto sufría,
mis penas, sólo mis penas,
fueron constantes amigas;
me quedé sin ilusiones,
me quedé sin alegrías,
volaron mis esperanzas,
y en el mar de mi desdicha,
pobre y solitario náufrago
sin auxilio me perdía;
llegó un momento supremo
en que aborrecí la vida.
Me he asomado por la verja
del viejo parque desierto:
todo parece sumido
en un nostáljico sueño.
Sobre la oscura arboleda,
en el transparente cielo
de la tarde, tiembla y brilla
un diamantino lucero.
Y del fondo de la umbría
llega acompasado el eco
de algún lago que se queja
al darle una gota un beso.
Entonces brilló a lo lejos
una azul playa bendita,
la playa del sufrimiento,
de las nostaljias divinas;
pensé un instante en la lucha,
sol que alumbró muerto día,
y me abracé a mis dolores
y salvé mi inútil vida.
Mis ojos pierdo, soñando,
en la bruma del sendero;
una flor que se moría
ya se ha quedado sin pétalos.
De una rama amarillenta,
al temblar el aire fresco,
una pálida hoja mustia
dando vueltas cae al suelo.
¡Penas mías, yo os bendigo!
¡Yo os bendigo, penas mías,
negras tablas salvadoras
del perfume de mi vida!
Nunca, nunca me olvidéis
en el mar de mi desdicha,
entristeced mis amores,
entristeced mis delicias,
que yo gozo con las penas
más que con las alegrías,
que jamás puedo olvidarme
de aquella playa bendita,
en donde me embriagasteis
de las nostaljias divinas.
Todo el oro de mis sueños,
todo el amor de mi lira,
todas las flores que entreabran
sus cálices en mis días,
todo el fuego de mis ojos,
todo el placer de mis risas,
es sólo para vosotras,
adoradas penas mías,
adoradas salvadoras
del perfume de mi vida.
Ramas y hojas se han movido,
un algo turba el misterio;
de lo espeso de la umbría,
como una nube de incienso,
surje una virjen fantástica
cuyo suavísimo cuerpo
se adivina vagamente
tras blanco y flotante velo;
sus ojos clava en los míos
y entre las sombras huyendo,
se pierde callada y triste
en el fondo del sendero.
Desde el profundo boscaje
llega monótono el eco
de algún lago que suspira
al darle una gota un beso.
Y allá sobre las magnolias,
en el transparente cielo
de la tarde, tiembla y brilla
una lágrima-lucero.
El jardín vuelve a sumirse
en melancólico sueño,
y un ruiseñor dulcemente
jime en el hondo silencio.
(Rimas, 1902)
(Almas de violeta, 1900)
2
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Bajo al jardín»
«¿Soy yo quien anda...?»
Bajo al jardín. ¡Son mujeres!
¡Espera, espera...! Mi amor
coje un brazo. ¡Ven! ¿Quién eres?
¡Y miro que es una flor!
¿Soy yo quien anda, esta noche,
por mi cuarto, o el mendigo
que rondaba mi jardín,
al caer la tarde...?
¡Por la fuente; sí, son ellas!
¡Espera, espera, mujer!
… Cojo el agua. ¡Son estrellas,
que no se pueden cojer!
Miro
en torno y hallo que todo
es lo mismo y no es lo mismo…
¿La ventana estaba abierta?
¿Y no me había dormido?
¿El jardín no estaba verde
de luna...?… El cielo era limpio
y azul… y hay nubes y viento
y el jardín está sombrío…
(Jardines lejanos, 1903-1904)
«¿Quién anda por el camino...?»
¿Quién anda por el camino
esta noche, jardinero?
—No hay nadie por el camino…
—Será un pájaro agorero.
Creo que mi barba era
negra... Yo estaba vestido
de gris… Y mi barba es blanca
y estoy enlutado… ¿Es mío
este andar? ¿Tiene esta voz,
que ahora suena en mí, los ritmos
de la voz que yo tenía?
¿Soy yo, o soy el mendigo
que rondaba mi jardín,
al caer la tarde...?
Un mochuelo, una corneja,
dos ojos de campanario…
—Es el agua, que se aleja
por el camino solitario…
—No es el agua, jardinero,
no es el agua… — Por mi suerte,
que es el agua, caballero.
—Será el agua de la muerte.
Miro
en torno… Hay nubes y viento…
El jardín está sombrío…
Jardinero, ¿no has oído
cómo llaman al balcón?
—Caballero, es el latido
que da vuestro corazón.
… Y voy y vengo… ¿Es que yo
no me había ya dormido?
Mi barba está blanca… Y todo
es lo mismo y no es lo mismo…
—¡Cuándo abrirá la mañana
sus rosadas alegrías!
¡Cuándo dirá la campana
buenos días, buenos días!
(Jardines lejanos, 1903-1904)
… Es un arrastrar de yerros,
es una voz hueca, es una…
—Caballero, son los perros
que están ladrando a la luna…
(Jardines lejanos, 1903-1904)
3
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Viento negro, luna blanca»
«¡Granados en cielo azul!»
Viento negro, luna blanca.
Noche de Todos los Santos.
Frío. Las campanas todas
de la tierra están doblando.
¡Granados en cielo azul!
¡Calle de los marineros;
qué verdes están tus árboles,
qué alegre tienes el cielo!
El cielo, duro. Y su fondo
da un azul iluminado
de abajo, al romanticismo
de los secos campanarios.
¡Viento ilusorio de mar!
¡Calle de los marineros
—ojo gris, mechón de oro,
rostro florido y moreno!— .
Faroles, flores, coronas
-¡campanas que están doblando!...Viento largo, luna grande,
noche de Todos los Santos.
La mujer canta a la puerta:
«¡Vida de los marineros;
el hombre siempre en el mar,
y el corazón en el viento!».
...Yo voy muerto, por la luz
agria de las calles; llamo
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.
—¡Virjen del Carmen, que estén
siempre en tus manos los remos;
que, bajo tus ojos, sean
dulce el mar y azul el cielo!—
… Por la tarde, brilla el aire;
el ocaso está de ensueños;
es un oro de nostaljia,
de llanto y de pensamiento.
¡Y quiero ser otro, y quiero
tener corazón, y brazos
infinitos, y sonrisas
inmensas, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
...Pero ¿acaso
puede hablar de sus rosales
un corazón sepulcrado?
-¡Corazón, estás bien muerto!
¡Mañana es tu aniversario!-.
—¡Como si el viento trajera
el sinfín y, en su revuelto
afán, la pena mirara
y oyera a los que están lejos!
¡Viento ilusorio de mar!
¡Calle de los marineros
—la blusa azul, y la cinta
milagrera sobre el pecho!—.
¡Granados en cielo azul!
¡Calle de los marineros!
¡El hombre siempre en el mar,
y el corazón en el viento!
Sentimentalismo, frío.
La ciudad está doblando.
Luna blanca, viento negro.
Noche de Todos los Santos.
(Pastorales, 1903-1905)
(Jardines lejanos, 1903-1904)
4
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Cállate, por Dios»
¡Cómo les gusta lo que a uno
le gusta; cómo se esperan,
y, a nuestra vuelta, qué dulces
nos sonríen, entreabiertas!¡Cosas -amigas, hermanas,
mujeres-, verdad contenta,
que nos devolvéis, celosas,
las más fugaces estrellas!
¡Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo.
¡Deja que abran todos mis
sueños y todos tus lirios.!
Mi corazón oye bien
la letra de tu cariño.
El agua lo va temblando
entre las flores del río,
lo va soñando la niebla,
lo están cantando los pinos
-y la luna rosa- y el
corazón de tu molino...
¡No apagues, por dios, la llama
que arde dentro de mí mismo!
¡Cállate por dios, que tú
no vas a saber decírmelo!
(Olvidanzas, 1906-1907)
MAÑANA DE LA CRUZ
Dios está azul. La flauta y el tambor
anuncian ya la cruz de primavera.
¡Vivan las rosas, las rosas del amor,
entre el verdor con sol de la pradera!
Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…
(Pastorales, 1903-1905)
«Creímos que todo estaba...»
Le pregunté: «¿Me dejas que te
quiera?»
Me respondió, radiante de pasión:
«Cuando florezca la cruz de primavera,
yo te querré con todo el corazón.»
Creímos que todo estaba
roto, perdido, manchado…
—Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando—.
¡Lágrimas rojas, calientes,
en los cristales helados...!
—Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando—.
Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…
«Ya floreció la cruz de primavera.
¡Amor, la cruz, amor, ya floreció!»
Me respondió: «¿Tú quieres que te
quiera?»
¡Y la mañana de luz me traspasó!
Se acababa el día negro,
revuelto en frío mojado…
—Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando—.
Olvidanzas, 1906-1907)
Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…
CUARTO
¡Qué quietas están las cosas,
y qué bien se está con ellas!
Por todas partes, sus manos
con nuestras manos se encuentran.
¡Cuántas discretas caricias,
qué respeto por la idea;
cómo miran, estasiadas,
el ensueño que uno sueña!
Alegran flauta y tambor nuestra
bandera.
La mariposa está aquí con la ilusión…
¡Mi novia es la virjen de la era
y va a quererme con todo el corazón!
(Baladas de primavera, 1907)
5
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
BALADA DEL POETA A CABALLO
¡Allá va la luz
de la luna!
¡Cójela en tu plenitud!
¡Qué tranquilidad violeta
por el sendero a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
¡Allá va el cantar
del arroyo!
¡Cójelo en tu libertad!
La dulce brisa del río,
olorosa a junco y agua,
le refresca el señorío...
La brisa leve del río.
(Baladas de primavera, 1907)
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
ANDANDO
Andando, andando.
Que quiero oír cada grano
de la arena que voy pisando.
Y el corazón se le pierde,
doliente y embalsamado,
en la madreselva verde...
Y el corazón se le pierde.
Andando.
Dejad atrás los caballos,
que yo quiero llegar tardando
(andando, andando)
dar mi alma a cada grano
de la tierra que voy rozando.
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
Se está la orilla dorando.
El último pensamiento
del sol la deja soñando...
Se está la orilla dorando.
Andando, andando.
¡Qué dulce entrada en mi campo,
noche inmensa que vas bajando!
¡Qué tranquilidad violeta
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
Andando.
Mi corazón ya es remanso;
ya soy lo que me está esperando
(andando, andando)
y mi pie parece, cálido,
que me va el corazón besando.
(Baladas de primavera, 1907)
CANCIÓN NOCTURNA
Andando, andando.
¡Que quiero ver el fiel llanto
del camino que voy dejando!
¡Allá va el olor
de la rosa!
¡Cójelo en tu sinrazón!
(Baladas de primavera, 1907)
6
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
VERDE VERDEROL
«He jugado contigo, dolor»
Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!
He jugado contigo, dolor, y bien
merezco
que un corazón vestido de verde me
maltrate...
Me adornabas con rosas tristes, y hoy
me parezco
a ti, en lo desdeñado, en lo gris y en
lo mate.
Palacio de encanto,
el pinar tardío
arrulla con llanto
la huida del río.
Allí el nido umbrío
tiene el verderol.
Dolor, estás en mí y estoy en ti, como
algo
frío y mustio, como un jardín negro de
invierno...
ni sé ya lo que vales, ni ya sé lo que
valgo,
pero sé que serás tenebroso y eterno!
Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!
La última brisa
es suspiradora,
el sol rojo irisa
al pino que llora.
¡Vaga y lenta hora
nuestra, verderol!
(Elejías, 1908)
Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!
EL PAJARITO VERDE
No recuerdo...
Ya no viene el cavador
que cavaba en el venero.
Soledad y calma,
silencio y grandeza.
La choza del alma
se recoje y reza.
De pronto ¡belleza!
canta el verderol.
No recuerdo...
Sobre la mina han caído
mil siglos de suelos nuevos.
Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!
No recuerdo...
El mundo se acabará.
No volverá mi secreto.
Su canto enajena
(¿se ha parado el viento?)
el campo se llena
de su sentimiento.
Malva es el lamento,
verde el verderol.
(Arte menor, 1909)
Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!
(Baladas de primavera, 1907)
7
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
DESNUDOS
A DIOS EN PRIMAVERA
Por el mar vendrán
las flores del alba
-olas, olas llenas
de azucenas blancas-,
el gallo alzará
su clarín de plata.
Señor, matadme, si queréis.
(Pero, señor, ¡no me matéis!)
Señor dios, por el sol sonoro,
por la mariposa de oro,
por la rosa con el lucero,
los corretines del sendero,
por el pecho del ruiseñor,
por los naranjales en flor,
por la perlería del río,
por el lento pinar umbrío,
por los recientes labios rojos
de ella y por sus grandes ojos...
-...¡Hoy! te diré yo
tocándote el alma.¡Oh, bajo los pinos,
tu desnudez malva,
tus pies en la tierna
yerba con escarcha,
tus cabellos verdes
de estrellas mojadas!
¡Señor, Señor, no me matéis!
(...Pero matadme, si queréis)
-...Y tú me dirás
huyendo: ¡Mañana!...
(Arte menor, 1909)
Levantará el gallo
su clarín de llama,
y la aurora plena,
cantando entre grana,
prenderá sus fuegos
en las ramas blandas...
-..¡Hoy! te diré yo
tocándote el alma)
¡Oh, en el sol nacido,
tus doradas lágrimas,
los ojos inmensos
de tu cara maga,
evitando, ardientes,
mis negras miradas!
-...Y tú me dirás
huyendo: ¡Mañana!
(Arte menor, 1909)
8
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Oh triste coche viejo»
¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas!
¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes!
¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas,
temblando en la colina, sobre los campos verdes!
Verde el cielo profundo, despertaba el camino,
fresco y fragante del encanto de la hora;
cantaba un ruiseñor despierto, y el molino
rumiaba un son eterno, rosa frente a la aurora.
-Y en el alma, un recuerdo, una lágrima, una
mano alzando un visillo blanco al pasar un coche...
la calle de la víspera, azul bajo la luna
solitaria, los besos de la última noche
¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas!
¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes!
¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas,
temblando, en la colina, sobre los campos verdes!
(Elejías lamentables, 1910)
«Torno al hogar a esta hora»
Torno al hogar a esta hora divina del estío
en que yerran ya rosas por el azul doliente
cuando los aviones ornan de griterío
el pueblo, y canta un corro de niñas en la fuente.
...Todo está en paz. El jardín, fresco. En el piano,
rosas ¿del cielo? Sueñan los libros. Los cristales
copian en sí el verdor con sol de lo lejano
y la pureza de las glorias estivales.
Por el balcón abierto entra una pura brisa,
los muebles tienen un melancólico brillo...
Hay, para regocijo de mi dulce sonrisa,
una rama de acacia sobre un libro amarillo
(La soledad sonora, 1911)
9
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«¡Impenetrable es tu frente, cual un muro!»
¡Impenetrable es tu frente, cual un muro!
Tan cerca de los ojos, ¿cómo retiene preso
tu pensamiento?, ¿cómo su recinto es oscuro
bajo el cabello de oro, sobre el radiante beso?
Con la movilidad májica de tus ojos,
la fijeza de dardo de los míos esquivas;
a veces, brillan dentro como ponientes rojos,
a veces, como rápidas estrellas pensativas...
¡Mujer, que yo lo vea! Libra de sus penosas
dudas a esta constante nostaljia de mis penas;
¡quiero saber si tu alma es un jardín de rosas,
o un pozo verde, con serpientes y cadenas!
(Poemas májicos y dolientes, 1911)
PRIMAVERA AMARILLA
Abril venía, lleno
todo de flores amarillas:
amarillo el arroyo,
amarillo el vallado, la colina,
el cementerio de los niños,
el huerto aquel donde el amor vivía.
El sol unjía de amarillo el mundo,
con sus luces caídas;
¡ay, por los lirios áureos,
el agua de oro, tibia;
las amarillas mariposas
sobre las rosas amarillas!
Guirnaldas amarillas escalaban
los árboles: el día
era una gracia perfumada de oro,
en un dorado despertar de vida.
Entre los huesos de los muertos
abría Dios sus manos amarillas.
(Poemas májicos y dolientes, 1911)
10
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
EL VIAJE DEFINITIVO
… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
(Poemas agrestes, 1910-1911)
LA ESPIGA
Granado el oro, está la espiga, al día claro,
encendiendo en la luz su apretado tesoro;
pero se pone triste, y, en un orgullo avaro,
derrama por la tierra, descontenta, su oro.
De nuevo se abre el grano rico en la sombra amiga
-cuna y tumba, almo trueque- de la tierra mojada,
para surjir de nuevo, en otra bella espiga
más redonda, más firme, más alta y más dorada.
Y... ¡otra vez a la tierra! ¡Anhelo inestinguible,
ante la norma única de la espiga perfecta,
de una suprema forma, que eleve a lo imposible
el alma, ¡oh poesía!, infinita, áurea, recta!
(Poemas agrestes, 1910-1911)
11
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
A UN POETA
Para un libro no escrito
Creemos los nombres.
Derivarán los hombres.
Luego, derivarán las cosas.
Y sólo quedará el mundo de los nombres,
letra del amor de los hombres,
del olor de las rosas.
Del amor y las rosas,
no ha de quedar sino los nombres.
¡Creemos los nombres!
(Poemas impersonales, 1910-1911)
LA CARBONERILLA QUEMADA
En la siesta de julio, ascua violenta y ciega,
prendió el horno las ropas de la niña, la arena
quemaba cual con fiebre; dolían las cigarras;
el cielo era igual que de plata calcinada.
... Con la tarde volvió –¡anda potro!– la madre.
El pinar se reía. El cielo era de esmalte
violeta. La brisa renovaba la vida...
La niña, rosa y negra, moría en carme viva.
Todo le lastimaba. El roce de los besos,
el roce de los ojos, el aire alegre y bello:
–“Mare, me jeché arena zobre la quemaúra.
Te yamé, te yamé dejde er camino... ¡Nunca
ejtuvo ejto tan zolo! Laj yama me comían,
mare, y yo te yamaba, y tu nunca benía!”
Por el camino –¡largo!– sobre el potrillo rojo,
murió la niña. Abiertos, espantados, sus ojos
eran como raíces secas de las estrellas.
La brisa jugueteaba, ensombrecida y fresca.
Corría el agua por el lado del camino.
Ondulaba la yerba. Trotaban los pollinos,
oyendo ya los gritos de los niños del pueblo...
Dios estaba bañándose en su azul de luceros.
(Historias, 1909-1912)
12
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
EL ADOLESCENTE
(El baúl espera, cerrado
ya,
en el patio de mármol.
LA COJITA
1
La niña sonríe: «¡Espera,
voy a cojer la muleta!»
Sol y rosas. La arboleda
movida y fresca, dardea
limpias luces verdes. Gresca
de pájaros, brisas nuevas.
La niña sonríe: «¡Espera,
voy a cojer la muleta!»
Un cielo de ensueño y seda,
hasta el corazón se entra.
Los niños, de blanco, juegan,
chillan, sudan, llegan:
«…menaaa!»
La niña sonríe: «¡Espeeera,
voy a cojer la muleta!»
Cantan sus ojos. Le cuelga,
jirando, falsa, la pierna.
Le duele el hombro. Jadea
contra los chopos. Se sienta.
Ríe y llora y ríe: «¡Espera,
voy a cojer la muleta!»
¡Mas los pájaros no esperan;
los niños no esperan!, yerra
la primavera. Es la fiesta
del que corre y del que vuela…
La niña sonríe: «¡Espera,
voy a cojer la muleta!»
-Madre, me olvido de algo, y no me
acuerdo...
Madre, ¿qué es eso que olvido?
-La ropa va toda, hijo.
-Sí, mas me falta algo, y no recuerdo...
Madre, ¿qué es eso que olvido?
-¿Van todos los libros, hijo?
-Todos, mas falta algo y no me
acuerdo ...
Madre, ¿qué es eso que olvido?
-Será... tu retrato, hijo.
-¡No, no! Me falta algo, y no recuerdo ...
Madre, ¿qué es eso que olvido?
-No pienses más, duerme, hijo...
y2
-¡Madre! (La aurora es otra.) Tu voz viva
sonará..., ¡mas sin yo oírlo!
¡Sólo una hora por medio,
y ya está el mundo vacío!
¡No van a ninguna parte
los matinales caminos!
¡Madre, madre, ya sé lo que me faltaba:
todo,tú,yo!
Norte negro.
Silba el viento, grande y frío.
(Historias, 1909-1912)
(El cochero va cantando.
Los lejanos eucaliptos,
aún nocturnos, dejan ver,
doblándose, el repetido
humo del tren. Bajo el puente,
Riotinto
torna su onda grana al pueblo.
La marisma inmensa. El niño
del carabinero grita
tras el coche: «¡Adiós!»... Crujido
de arena bajo las ruedas
duras... Olor a marisco
podrido...)
(Domingos, 1911-1912)
13
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
FIN DE INVIERNO
Cantan, cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
Llueve y llueve. Aún las casas
están sin ramas verdes. Cantan, cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?
No tengo pájaros en jaula.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada...
Nada. Yo no sé dónde cantan
los pájaros (y cantan, cantan)
los pájaros que cantan.
(La frente pensativa, 1911-1912)
HORA INMENSA
Sólo turban la paz una campana, un pájaro...
Parece que los dos hablan con el ocaso.
Es de oro el silencio. La tarde es de cristales.
Mece los frescos árboles una pureza errante.
Y, más allá de todo, se sueña un río límpido
que atropellando perlas, huye hacia lo infinito...
¡Soledad! ¡Soledad! Todo es claro y callado...
Sólo turban la paz una campana, un pájaro...
El amor vive lejos... Sereno, indiferente,
el corazón es libre. Ni está triste, ni alegre.
Lo distraen colores, brisas, cantos, perfumes...
Nada como en un lago de sentimiento inmune...
Sólo turban la paz una campana, un pájaro...
¡Parece que lo eterno se coje con la mano!
(El silencio de oro, 1911-1913)
14
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
LA HORA (tarde)
PUREZA NEGRA
Cada minuto de este oro
¿no es toda la eternidad?
El aire puro lo mece
sin prisa, como si ya
fuera todo el oro que
tuviera que acompasar.
(¡Ramas últimas, divinas,
inmateriales, en paz;
ondas del mar infinito
de una tarde sin pasar!)
Cada minuto de este oro
¿no es un latido inmortal
de mi corazón radiante
por toda la eternidad?
Me puso sus dos ojos sobre
mis dos ojos. Y todo
lo vi ya negro... Las estrellas
enlutaron, con el jazmín de agosto,
en un fondo infinito de Sevilla,
Jiraldas, con crespones alegóricos.
¡Sombra que encandilaste
mi corazón! ¡Serenos, negros ojos,
que, en un tranquilo juego de
osadias
y dulzuras, trocasteis el tesoro
mejor del mundo!
¡Ojos, lo puro
es ahora negro, por vosotros!
(El silencio de oro, 1911-1913)
(Idilios, 1912-1913)
AL SONETO CON MI ALMA
Como en el ala el infinito vuelo,
cual en la flor está la esencia errante,
lo mismo que en la llama el caminante
fulgor, y en el azul el solo cielo;
como en la melodía está el consuelo,
y el frescor en el chorro, penetrante,
y la riqueza noble en el diamante,
así en mi carne está el total anhelo.
En ti, soneto, forma, esta ansia pura
copia, como en un agua remansada,
todas sus inmortales maravillas.
La claridad sin fin de su hermosura
es, cual cielo de fuente, ilimitada
en la limitación de tus orillas.
(Sonetos espirituales, 1914-1915)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
RETORNO FUGAZ
¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
—¡Oh corazón falaz, mente indecisa!—
¿Era como el pasaje de la brisa?
¿Como la huida de la primavera?
Tan leve, tan voluble, tan lijera
cual estival vilano… ¡Sí! Imprecisa
como sonrisa que se pierde en risa…
¡Vana en el aire, igual que una bandera!
¡Bandera, sonreír, vilano, alada
primavera de junio, brisa pura…!
¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste!
Todo tu cambiar trocose en nada
—¡memoria, ciega abeja de amargura!—
¡No sé cómo eras, yo que sé que fuiste!
(Sonetos espirituales, 1914-1915)
NADA
A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento.
Subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar, por él empurpurada.
Fabricaré en mi sombra la alborada,
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento...
Mas, ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?
¡Nada, sí, nada, nada!... - O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mundo un castillo hueco y frío...Que tú eres tú, la humana primavera,
La tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!,
…¡y soy yo sólo el pensamiento mío!
(Sonetos espirituales, 1914-1915)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
PRIMAVERA
Abril, sin tu asistencia clara, fuera
invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.
Eres la primavera verdadera;
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.
¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
abrazados los dos, sea tu risa
el surtidor de nuestra sola fuente!
Mi corazón recojerá tu rosa,
sobre mis ojos se echará tu brisa,
tu luz se dormirá sobre mi frente...
(Sonetos espirituales, 1914-1911)
OCTUBRE
Estaba echado yo en la tierra, enfrente
el infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente
Pensé en arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
el ancho surco del terruño tierno,
a ver si con partirlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
(Sonetos espirituales, 1914-1911)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«¿Cómo...?»
¿Cómo pondré en la hora
tu vago sentimiento?
¡Hacia la aurora! ¡Más!
¡Hacia el ocaso! ¡Menos!
Siempre le falta un poco…
Le sobra siempre un dedo…
—Tu reír suena, fino,
muy cerca… desde lejos—.
(Estío, 1915)
CONVALECENCIA
Sólo tú me acompañas, sol amigo.
Como un perro de luz, lames mi lecho blanco;
y yo pierdo mi mano por tu pelo de oro,
caída de cansancio.
¡Qué de cosas que fueron
se van... más lejos todavía!
Callo
y sonrío, igual que un niño,
dejándome lamer de ti, sol manso.
...De pronto, sol, te yergues,
fiel guardián de mi fracaso
y, en una algarabía ardiente y loca,
ladras a los fantasmas vanos
que, mudas sombras, me amenazan
desde el desierto del ocaso.
(Estío, 1915)
SOLEDAD
(1 de febrero)
En ti estás todo, mar, y sin embargo, qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente
tus olas van, como mis pensamientos
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late, y no lo siente...
¡Qué plenitud de soledad, mar solo!
(Diario de un poeta recién casado, 1916)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
CIELO
(7 de febrero)
Te tenía olvidado,
cielo, y no eras
más que un vago existir de luz,
visto -sin nombrepor
mis cansados ojos indolentes.
Y aparecías, entre las palabras
perezosas y desesperanzadas del viajero,
como en breves lagunas repetidas
de un paisaje de agua visto en sueños...
Hoy te he mirado lentamente,
y te has ido elevando hasta tu nombre.
(Diario de un poeta recién casado, 1916)
BERCEUSE
(BOSTON, 16 de marzo)
No; dormida,
no te beso.
Tú me has dado tu alma
con tus ojos abiertos
-¡oh jardín estrellado
tu cuerpo.
No, dormida no eres
tú... No, no, ¡no te beso!
-... Infiel te fuera a ti si te besara
a ti…
No, no
No te beso…(Diario de un poeta recién casado, 1916)
«Abril, dulce»
Abril, dulce,
me lleva
a todo, en esta sola hoja
de yerba…….
-¡Que bien se está, contigo,
en todas partes,¡nueva,
aislada , solitaria
primavera!
…..Es el viento redondo
de la tierra completa
este brote de brisa
que mueve, apenas, la pradera…..
(Diario de un poeta recién casado, 1916)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
LA NEGRA Y LA ROSA
La negra va dormida, con una rosa blanca en la mano.
—La rosa y el sueño apartan, en una superposición májica, todo el
triste atavío de la muchacha: las medias rosas caladas, la blusa verde
y transparente, el sombrero de paja de oro con amapolas moradas.—
Indefensa con el sueño, se sonríe, la rosa blanca en la mano negra.
¡Cómo la lleva! Parece que va soñando con llevarla bien. Inconsciente,
la cuida —con la seguridad de una sonámbula— y es su delicadeza como si
esta mañana la hubiera dado ella a luz, como si ella se sintiera, en sueños,
madre del alma de una rosa blanca. —A veces, se le rinde sobre el pecho,
o sobre un hombro, la pobre cabeza de humo rizado, que irisa el sol cual
si fuese de oro, pero la mano en que tiene la rosa mantiene su honor,
abanderada de la primavera—.
Una realidad invisible anda por todo el subterráneo, cuyo estrepitoso
negror rechinante, sucio y cálido, apenas se siente. Todos han dejado sus
periódicos, sus gomas y sus gritos; están absortos, como en una pesadilla
de cansancio y de tristeza, en esta rosa blanca que la negra exalta y que es
como la conciencia del subterráneo. Y la rosa emana, en el silencio atento,
una delicada esencia y eleva como una bella presencia inmaterial que se
va adueñando de todo, hasta que el yerro, el carbón, los periódicos, todo,
huele un punto a rosa blanca, a primavera mejor, a eternidad…
(Diario de un poeta recién casado, 1916)
ALTA NOCHE
¡New York solitario sin un cuerpo!... Y voy despacio, Quinta Avenida
abajo, cantando alto. De vez en cuando, me paro a contemplar los enormes
y complicados cierres de los bancos, los escaparates en transformación,
las banderolas ondeantes en la noche…Y este eco que, como dentro de un
aljibe inmenso, ha venido en mi oído inconsciente, no sé desde qué calle, se
acerca, se endurece, se ancha. Son unos pasos claudicantes y arrastrados
como por el cielo, que llegan siempre y no acaban de llegar. Me paro una
vez más y miro arriba y abajo. Nada. La luna ojerosa de primavera mojada,
el eco y yo.
De pronto, no sé si cerca o lejos, como aquel carabinero solitario por las
playas de Castilla, aquella tarde de vendaval, un punto, un niño, un animal,
un enano… ¿qué? Y avanza. ¡Ya!... Casi no pasa junto a mí. Entonces vuelvo
la cara y me encuentro con la mirada suya, brillante, negra, roja y amarilla,
mayor que el rostro, todo y solo él. Y un negro viejo, cojo, de paletó mustio
y sombrero de copa mate, me saluda ceremonioso y sonriente, y sigue,
Quinta Avenida arriba… Me recorre un breve escalofrío, y, las manos en los
bolsillos, sigo, con la luna amarilla en la cara, semicantando.
El eco del negro cojo, rey de la cuidad, va dando la vuelta a la noche por
el cielo, ahora hacia el poniente…
(Diario de un poeta recién casado, 1916)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Sé bien que soy tronco»
Más se fue desnudando
y yo le sonreía.
Sé bien que soy tronco
del árbol de lo eterno.
Sé bien que las estrellas
con mi sangre alimento.
Que son pájaros míos
todos los claros sueños…
Sé bien que cuando el hacha
de la muerte me tale,
se vendrá abajo el firmamento.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
(Eternidades, 1918)
(Eternidades, 1918)
«¡Intelijencia, dame...»
«Yo no soy yo»
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
Que por mí vayan todos
Los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo
y suyo, y mío, de las cosas!
Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
(Eternidades, 1918)
«Quisiera que mi libro»
(Eternidades, 1918)
Quisiera que mi libro
fuese, como es el cielo por la noche,
todo verdad presente, sin historia.
«Vino primero pura»
Vino primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Que, como él, se diera en cada instante,
todo, con todas sus estrellas; sin
que niñez, juventud, vejez quitaran
ni pusieran encanto a su hermosura
inmensa.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
¡Temblor, relumbre, música
presentes y totales!
¡Temblor, relumbre, música en la frente
—cielo del corazón— del libro puro.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
(Piedra y cielo, 1919)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Eternidad, belleza»
LUNA GRANDE
Eternidad, belleza
sola, ¡si yo pudiese,
en tu corazón único, cantarte
igual que tú me cantas en el mío
las tardes claras de alegría en paz!
La puerta está abierta,
el grillo cantando.
¿Andas tú desnuda
por el campo?
Como un agua eterna,
por todo entra y sale.
¿Andas tú desnuda
por el aire?
¡Si en tus éstasis últimos,
tú me sintieras dentro
embriagándote toda,
como me embriagas todo tú!
La albahaca no duerme,
la hormiga trabaja.
¿Andas tú desnuda
por la casa?
¡Si yo fuese, inefable,
como tú en mi instantánea primavera,
olor, frescura, música, revuelo
en la infinita primavera pura
de tu interior totalidad sin fin!
(Poesía, 1917-1923)
(Piedra y cielo, 1919)
«Sé que mi Obra es lo mismo»
«¿Nada todo?»
Sé que mi Obra es lo mismo
que una pintura en el aire;
que quedará sólo de ella
—si arruinado en noes—
al gran silencio solar,
la ignorancia de la luna.
—No, no; ella, un día, será
(borrada) existencia inmensa,
desveladora virtud,
que el vendaval de los tiempos
la borrará toda, como
si fuese perfume o música;
será como el antesol,
imposible norma bella;
sinfín de angustioso afán,
mina de escelso secreto…—
¡Mortal flor mía inmortal
reina del aire de hoy!
¿Nada todo? Pues ¿y este gusto entero
de entrar bajo la tierra, terminado
igual que un libro bello?
¿Y esta delicia plena
de haberse desprendido de la vida,
como un fruto perfecto de su rama?
¿Y esta alegría sola
de haber dejado en lo invisible
la realidad completa del anhelo,
como un río que pasa hacia la mar,
su perenne escultura?
(Poesía, 1917-1923)
SUAVIDAD
¿Sostiene la hoja seca
a la luz que la encanta,
o la luz
a la hoja encantada?
(Belleza, 1917-1923)
(Poesía, 1917-1923)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«La muerte es una madre nuestra antigua»
La muerte es una madre nuestra antigua,
nuestra primera madre, que nos quiere
a través de las otras, siglo a siglo,
y nunca, nunca nos olvida;
madre que va, inmortal, atesorando
—para cada uno de nosotros sólo—
el corazón de cada madre muerta;
que esta más cerca de nosotros,
cuantas más madres nuestras mueren;
para quien cada madre sólo es
un arca de cariño que robar
—para cada uno de nosotros sólo—;
madre que nos espera,
como madre final, con un abrazo inmensamente abierto,
que ha de cerrarse, un día, breve y duro,
en nuestra espalda, para siempre.
(Belleza, 1917-1923)
ÁLAMO BLANCO
Arriba canta el pájaro
y abajo canta el agua.
(Arriba y abajo,
se me abre el alma).
¡Entre dos melodías,
la columna de plata!
Hoja, pájaro, estrella;
baja flor, raíz, agua.
¡Entre dos conmociones,
la columna de plata!
(¡Y tú, tronco ideal,
entre mi alma y mi alma!)
Mece a la estrella el trino,
la onda a la flor baja.
(Abajo y arriba,
me tiembla el alma).
(Belleza, 1917-1923)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Yo no seré yo, muerte»
OTRA ATMOSFERA
Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú te unas con mi vida
y me completes así todo;
hasta que mi mitad de luz se cierre
con mi mitad de sombra
—y sea yo equilibrio eterno
en la mente del mundo:
unas veces, mi medio yo, radiante;
otras, mi otro medio yo, en
olvido—.
Y en las azoteas,
banderolas negras
cortaban sus vuelos
contra el cielo rejio,
amarillo y verde
del sol imponente.
Yo gritaba, loco,
sueños con los ojos
(banderolas negras
en las azoteas).
Mujes desnudas
alzaban la luna.
Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú, en tu turno, vistas
de huesos pálidos mi alma.
Entre el rico ocaso
y el oriente májico,
veleta afilada,
jiraba mi alma.
Y en las azoteas,
banderolas negras.
(Belleza, 1917-1923)
ATMOSFERA 1
Cerraban las puertas
contra la tormenta.
(Canción, 1936)
En el cielo rápido
de entre dos portazos,
chorreando dardos
del yunque de ocaso,
abría el relámpago
sus sinfines trájicos.
ATMÓSFERA 3
Nosotros cerramos.
Tú te quedas fuera
con las azoteas
barandas estrellas.
Cerraban las puertas
contra la tormenta.
Tú te quedas viva
(¡nuestra vista seca!)
en las escaleras
barandas estrellas.
Todos se escondían
caras de cerilla
(verdes de las iras
que por las rendijas
colaba la fija
nube apocalíptica).
¡Qué estraños nosotros
a la luz eléctrica!
¡Tú en las azoteas
almenas estrellas!
Cerraban las puertas
contra la tormenta.
¡Ausente, desnuda,
libre, sola, esterna,
por las azoteas
barandas estrellas!
... Pero tú desnuda,
tu carne de luna
en la nube oscura,
ibas por las lúminas
-¡o qué arquitecturas!)
azoteas últimas.
(Canción, 1936)
Cerraban las puertas
contra la tormenta.
(Canción, 1936)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
LOS PÁJAROS DE YO SÉ DÓNDE
Yo sé de dónde
los pájaros han venido
a cantarme por la noche.
Toda la noche,
los pájaros han estado
cantándome sus colores.
Yo sé de dónde
pasando vientos y olas,
a cantarme mis colores.
(No los colores
de sus alas matutinas
con el fresco de los soles.
(En el otro costado, 1936-1942)
No los colores
de sus pechos vespertinos
al rescoldo de los soles.
No los colores
de sus picos cotidianos
que se apagan por la noche,
como se apagan
los colores conocidos
de las hojas y las flores.)
Otros colores,
el paraíso primero
que perdió del todo el hombre,
el paraíso
que las flores y los pájaros
inmensamente conocen.
Flores y pájaros
que van y vienen oliendo
volando por todo el orbe.
Otros colores,
el paraíso sin cambio
que el hombre en sueños recorre.
Toda la noche,
los pájaros han estado
cantándome los colores.
Otros colores
que tienen en su otro mundo
y que sacan por la noche.
Unos colores
que he visto bien despierto
y que están yo sé bien dónde.
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
ÁRBOLES HOMBRES
TODA LA LUZ NUNCA VISTA
Ayer tarde
volvía yo con las nubes
que entraban bajo rosales
(grande ternura redonda)
entre los troncos constantes.
El olmo, con el sol alto,
es nuestra antorcha de día;
de noche, con la alta luna,
nuestra antorcha. Tierra viva
que eres, tan rica de todo,
la mano vuelta hacia arriba,
que nos repartes la luz,
día y noche, y que nos guía.
La soledad era eterna
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oí hablar a los árboles.
Que nos guía para ver
lo que coje nuestra mira;
el nido, la fuente, el pie
que piedra arriba camina;
la flor, la nube que pasa,
la poza, el aire y la hormiga.
El pájaro solo huía
de tan secreto paraje,
solo yo podía estar
entre las rosas finales.
Yo no quería volver
en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.
Y nos guía para ver
lo que no ve quien más cuida,
que no cabe en nuestra luz,
pero que nos ilumina
la conciencia; y donde está
el dios de nuestra vivida,
de cuya hermosura mana
toda la luz nunca vista.
Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oía hablar a los árboles.
(Una colina meridiana 1942-1950)
Me retardé hasta la estrella.
En vuelo de luz suave
fui saliéndome a la orilla,
con la luna ya en el aire.
LO QUE SIGUE
Cuando en la noche, el aire ve su
fuente
oculta. Está la tarde limpia como
la eternidad.
La eternidad es solo
lo que sigue, lo igual; y comunica
por armonía y luz con lo terreno.
Cuando yo ya me salía
vi a los árboles mirarme,
se daban cuenta de todo,
y me apenaba dejarles.
Y yo los oía hablar,
entre el nublado de nácares,
con blando rumor, de mí.
Y ¿cómo desengañarles?
Entramos y salimos sonriendo,
llenos los ojos de totalidad,
de la tarde a la eternidad, alegres
de lo uno y lo otro. Y de seguir,
de entrar y de seguir.
Y de salir…
¿Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí?
No quería traicionarles.
(Y en la frontera de las dos verdades
exaltando su última verdad,
el chopo de oro contra el pino verde,
síntesis del destino fiel, nos dice
qué bello al ir a ser es haber sido.)
Y ya muy tarde, muy tarde,
oí hablarme a los árboles.
(Romances de Coral Gables, 1936-1942)
26
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
(La estación total, 1946)
EL OTOÑADO
de lo que todavía es ambición.
Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez,
alto viento en lo verde traspasado.
Rico fruto recóndito, contengo
lo grande elemental en mí (la
tierra,
el fuego, el agua, el aire), el
infinito.
(La estación total, 1946)
ES MI ALMA
No sois vosotras, ricas aguas
de oro, las que corréis
por el helecho, es mi alma.
No sois vosotras, frescas alas
libres, las que os abrís
al iris verde, es mi alma.
Chorreo luz: doro el lugar oscuro,
trasmito olor: la sombra huele a
dios,
emano son: lo amplio es honda
música,
filtro sabor: la mole bebe mi alma,
deleito el tacto de la soledad.
No sois vosotras, dulces ramas
rojas, las que os mecéis
al viento lento, es mí alma.
No sois vosotras, claras, altas
voces las que os pasáis
del sol que cae, es mi alma.
Soy tesoro supremo, desasido,
con densa redondez de limpio iris,
del seno de la acción. Y lo soy todo.
Lo todo que es el colmo de la nada,
el todo que se basta y que es
servido
(La estación total, 1946)
«No sólo estás entre los hombres»
No sólo estás entre los hombres,
dios deseado; estás aquí también en este mar
(desierto más que nunca de hombres)
esperando su paso natural, mi paso,
porque el mar es, tan olvidado,
mundo nuestro de agua.
Aquí te formas tú con movimiento
permanente de luces y colores,
visible imajen de este movimiento
de tu devenir propio y nuestro devenir.
Aquí te formas
hecho inquietud abstracta, fondo
de esa conciencia toda que eres tú.
(Animal de fondo, 1949)
27
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
«Todas las nubes arden»
Todas las nubes arden
porque yo te he encontrado,
dios deseante y deseado;
antorchas altas cárdenas
(granas, azules, rojas, amarillas)
en alto grito de rumor de luz.
Del redondo horizonte vienen todas
de congregación fúljida,
a abrazarse con vueltas de esperanza
a mi fe respondida.
(Mar desierto, con dios
en redonda conciencia
que me habla y me canta,
que me confía y me asegura;
por ti yo paso en pie
alerta, en mí afirmado,
conforme con que mi viaje
es al hombre seguido, que me espera
en puerto de llegada permanente,
de encuentro repetido.)
Todas las nubes que existieron,
que existen y que existirán,
me rodean con signos de evidencia;
ellas son para mí
la afirmación alzada de este hondo
fondo de aire en que yo vivo;
el subir verdadero del subir,
el subir del hallazgo en lo alto profundo.
(Animal de fondo, 1949)
28
Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
SOY ANIMAL DE FONDO
«En fondo de aire» (dije) «estoy»,
(dije) «soy animal de fondo de aire» (sobre tierra),
ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol
que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina
con su carbón el ámbito segundo destinado.
Pero tú, dios, también estás en este fondo
y a esta luz ves, venida de otro astro;
tú estás y eres
lo grande y lo pequeño que yo soy,
en una proporción que es ésta mía,
infinita hacia un fondo
que es el pozo sagrado de mí mismo.
Y en este pozo estabas antes tú
con la flor, con la golondrina, el toro
y el agua; con la aurora
en un llegar carmín de vida renovada;
con el poniente, en un huir de oro de gloria.
En este pozo diario estabas tú conmigo,
conmigo niño, joven, mayor, y yo me ahogaba
sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti.
Este pozo que era, sólo y nada más ni menos,
que el centro de la tierra y de su vida.
Y tú eras en el pozo májico el destino
de todos los destinos de la sensualidad hermosa
que sabe que el gozar en plenitud
de conciencia amadora,
es la virtud mayor que nos trasciende.
Lo eras para hacerme pensar que tú eras tú,
para hacerme sentir que yo era tú,
para hacerme gozar que tú eras yo,
para hacerme gritar que yo era yo
en el fondo de aire en donde estoy,
donde soy animal de fondo de aire,
con alas que no vuelan en el aire,
que vuelan en la luz de la conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos
que están después, sin más que ahora yo, del aire.
(Animal de fondo, 1949)
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Antología poética de Juan Ramón Jiménez. Departamento de Lengua y Literatura del IES Guadalpín
CUANDO YO ERA EL NIÑODIÓS
Cuando yo era el niñiodiós, era Moguer, este pueblo,
una blanca maravilla; la luz con el tiempo dentro.
Cada casa era palacio y catedral cada templo;
estaba todo en su sitio, lo de la tierra y el cielo;
y por esas viñas verdes saltaba yo con mi perro,
alegres como las nubes, como los vientos, lijeros,
creyendo que el horizonte era la raya del término.
Recuerdo luego que un día en que volví yo a mi pueblo
después del primer faltar, me pareció un cementerio.
Las casas no eran palacios ni catedrales los templos,
y en todas partes reinaban la soledad y el silencio.
Yo me sentía muy chico, hormiguito de desierto,
con Concha la Mandadera, toda de negro con negro,
que, bajo el tórrido sol y por la calle de Enmedio,
iba tirando doblada del niñiodiós y su perro;
el niño todo metido en hondo ensimismamiento,
el perro considerándolo con aprobación y esmero.
¡Qué tiempo el tiempo! ¿Se fue con el niñodiós huyendo?
¡Y quién pudiera ser siempre lo que fue con lo primero!
¡Quién pudiera no caer, no, no, no caer de viejo;
ser de nuevo el alba pura, vivir con el tiempo entero,
morir siendo el niñodiós en mi Moguer, este pueblo!
(Ríos que se van,1951-1953)
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