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Fotograbado a la manera negra José A. Fermín Gorosabel Este texto trata de ser una guía del desarrollo seguido para la realización de fotograbados a la manera negra. Es por lo tanto un ensayo con un enfoque eminentemente práctico pero escrito desde el entusiasmo de la experiencia personal, que nos gustaría compartir con otros creadores. La tecnología digital, la industria (talleres profesionales), los procesos manuales… son medios a nuestra disposición, posibilidades para la creación; en nosotros está la decisión de cuándo hacer intervenir a cada uno de esos medios en la consecución de la obra proyectada. Es deseable y reivindicamos como artística la utilización indistinta y combinada de los procesos manuales, industriales y digitales con un planteamiento creativo global. El proceso descrito a continuación tiene vocación de ser claro y factible, carente de alquimia, de modo que cualquier interesado en la técnica del fotograbado lo pueda realizar. No obstante, como todo proceso técnico, requiere un mínimo de conocimientos que faciliten su comprensión. Creación de la imagen inicial (efecto de manera negra) Como artista me interesa la interrelación entre arte y oficio (idea y técnica), necesaria para tener una visión global del proceso gráfico. Desde el año 1977 recurro, entre otros procesos, a una técnica heredada de los procedimientos de grabado calcográfico emparentada con la manera negra: Partiendo de la oscuridad total, introducimos luz en la plancha utilizando bruñidores y rascadores como principales herramientas. El proceso desarrollado es el siguiente: Sobre papel martelé de la marca Sarrió obtenemos una imagen inicial; su calidad y sobre todo sus características (estucado y gofrado) hacen de este papel la mejor elección. Para la creación de imágenes con el efecto de manera negra tienen gran importancia ciertos elementos básicos: la textura y la descomposición del tono contínuo en puntos de trama. Una vez seleccionado el papel soporte, imprimimos sobre él una masa uniforme de tinta negra de ofset sin trama alguna. Podemos aprovechar la tinta sobrante de algún trabajo comercial impreso en negro realizado recientemente y encargar la impresión de la masa de tinta negra en alguna imprenta de nuestra confianza. El coste de este encargo no se modificará sustancialmente si solicitamos 50 o 400 pliegos, por lo que es aconsejable la segunda opción. Lo realmente costoso es el tiempo en máquina, por eso recomendamos aprovechar la impresión de algún trabajo comercial que la imprenta realice periódicamente. El estuco impide que la tinta impresa penetre en la fibra del papel. La tinta permanece en la superficie del soporte, facilitando la obtención del blanco en el proceso de borrado de tinta durante la creación de la imagen. El gofrado actúa de trama, permitiendo conseguir una gama tonal extremadamente sutil y rica. El dibujo adquiere el aspecto de una imagen con trama estocástica (trama aleatoria que carece de estructura geométrica) cuando en realidad es una imagen de tono continuo. El resultado final genera una peculiar manera negra. La aparente trama estocástica es una característica fundamental en procesos posteriores y seña de identidad de la estampa. Para el borrado de la tinta se pueden utilizar distintos materiales con los que obtener la imagen: disolventes, alcoholes y sobre todo una extensa gama de gomas de borrar. Las diferentes gomas permiten matizar y perfilar como los bruñidores sobre la plancha en el grabado clásico. Los disolventes y alcoholes hacen la misma función que los rascadores en la técnica de grabado calcográfico. Trabajamos y matizamos la masa de tinta hasta que la imagen resultante sea satisfactoria. Concluida esta fase del proceso habremos alcanzado la imagen inicial. Paleta de gomas de borrar El tiempo de secado de la tinta impresa no es muy determinante para la elaboración de la imagen inicial. Tan solo señalar que cuanto más reciente sea su impresión, mejores resultados (frescos y espontáneos) obtendremos con disolventes y alcoholes. Por el contrario, cuanto más tiempo transcurra desde la impresión de la tinta sobre el papel martelé, más controlados y matizados serán los trabajos realizados con las gomas de borrar. Dibujando la imagen inicial El gramaje del papel puede ser un factor interesante a tener en cuenta si optamos por el frottage como recurso gráfico. No recomendamos utilizar un gramaje inferior a los 125gr/m2. Los gramajes entre 125 y 200 gr son los más indicados para la técnica del frottage. Es posible imprimir otras masas de colores pantone para conseguir imágenes en color. La única precaución que debe tenerse en cuenta es que siempre la última masa impresa sea el negro, de modo que al iniciar la elaboración de la imagen nos enfrentemos a una superficie negra intensa. Las distintas intensidades en la presión del borrado sobre las sucesivas capas de tinta aportan los diferentes tonos a la imagen. El orden de impresión de los colores y la elección de éstos, lógicamente condiciona las tonalidades resultantes. Por último, también pueden darse de forma manual veladuras sobre la imagen a modo de retoques, aprovechando la transparencia de las tintas ofset. Los colores y el orden de impresión empleados de forma más habitual es el siguiente: (1) Pantone C Yellow, (2) Pantone C Warm Red, (3) Pantone C Green, (4) Pantone C Process Black. La separación del color (4 fotolitos y 4 planchas), para lo que tendríamos que utilizar la trama estocástica evitando problemas de moaré en la impresión manual, y el coste, aconsejan de momento dejar fuera de este texto el tratamiento del color. Evidentemente, es admisible utilizar otras imágenes de diferente tipología procesal (fotografía, pintura, dibujo, texturas y elementos digitalizados diversos…), que permitirán disponer de un banco visual con el que completar el proceso creativo durante el tratamiento de la imagen. No obstante la imagen inicial será la que por sus características gráficas descritas anteriormente, otorgue seña de identidad a la estampa final. Con la imagen inicial concluida continúa el siguiente paso en el proceso de fotograbado. Digitalización (escaneado) La mayoría de los escáneres utilizan un sensor sólido de imagen, denominado charge coupled decive (CCD). Lo habitual es que un escáner de sobremesa forme parte de nuestro equipo informático. Cada CCD de tipo lineal contiene miles de células fotosensibles que se desplazan sobre la imagen, captándola línea a línea. Los escáneres de tambor son los utilizados por la industria gráfica de impresión. Estos escáneres son los de mayor calidad y, lógicamente, los más costosos con diferencia. En la actualidad hay escáneres de sobremesa domésticos con prestaciones y calidad más que suficiente para nuestras necesidades. El formato más cómodo de escáner es el que dispone de una ventana de digitalización de formato Din-A3 ampliado. La mayoría de los escáneres domésticos son de formato Din-A4, lo que obliga a digitalizar la imagen por partes cuando el original es superior a ese formato. Ello no supone inconveniente teniendo los conocimientos básicos del programa de tratamiento de imagen por excelencia, Photoshop. En bastantes casos hemos tenido que digitalizar un original en ocho partes con un escáner A3, y comprobando la impresión final no es posible distinguir las secciones. En esta fase de digitalización conviene resaltar un par de cuestiones básicas que siempre debemos tener en cuenta. La primera observación importante es conocer la diferencia entre resolución óptica y resolución máxima interpolada. Este dato es fundamental y previo a todos los demás parámetros. La resolución real, que debe ser considerada, es la óptica. Al digitalizar un dibujo original, siempre conviene hacerlo al máximo de la resolución óptica. En una carpeta se archivarán las imágenes iniciales a su máximo potencial gráfico. De esta primera e importante carpeta se irán nutriendo otras específicas con las imágenes listas para su salida (impresión). Es conveniente grabar el material en un soporte digital, como medida de precaución. Los escáneres tienen su propio software de captura y retoque de imagen. Con alguna pequeña excepción, la captura del original debe ser directa, sin manipulación previa en la mayoría de los parámetros del escáner. Resulta más práctico dejar el tratamiento de la imagen para el programa Photoshop; su potencial resulta incomparable. Las condiciones de captura directa (en crudo) en el escáner deben ser: Resolución: óptica máxima. Gama: en crudo 1,0 (como excepción 1,8). Sin enfoque. Sin compresión. Sin destramado (la imagen inicial es de tono continuo, a pesar de su apariencia tramada). Sin ajuste automático. Sin retoques. Estos u otros parámetros parecidos son los que habitualmente tienen los software de los escáneres. Otras razones por las que interesa capturar la imagen en crudo es por la diferencia de potencial en la aplicación para mejorar y crear imágenes nuevas partiendo de nuestras creaciones analógicas. Un motivo mucho más concreto es la digitalización del original por partes. Resulta más práctico que todas y cada una de sus partes o secciones tengan los mismos parámetros. Cuanto menos toquemos las opciones del escáner más probable es que obtengamos fragmentos con idénticas cualidades de digitalización. Esta igualdad en las características de todas las partes de la imagen facilita su montaje en Photoshop. Con el ajuste de niveles de la imagen una vez montada y después de guardarla en formato tiff en la carpeta, habremos concluido la digitalización de la imagen inicial. Tratamiento de la imagen Dos etapas muy diferentes conforman el tratamiento de la imagen. La primera corresponde a un momento creativo, en el que la informática se utiliza como herramienta capaz de generar imágenes más versátiles y por lo tanto creativamente mucho más dinámicas que las obtenidas por medios convencionales. Esta etapa, junto con la realización de la imagen analógica puede ser la fase de mayor excitación creativa y, desde ese punto de vista, más gratificante. Una segunda etapa, sin duda mucho más práctica, es necesaria como estrategia para obtener los fotolitos con los que realizar el fotograbado. La fase creativa es, por definición, más especulativa que la posterior. Al tratar las imágenes con Photoshop, cuando estamos generando otras nuevas y especulando con sus resultados, conviene trabajar con versiones reducidas de las imágenes iniciales. El resultado es mucho más operativo. Lo primero que haremos será convertir duplicados de las imágenes iniciales en versiones reducidas, con una resolución de 72 ppp, a un tamaño no superior a 20 cm por el lado mayor y en formato jpg (imágenes que podrán ser utilizadas en la red). En una carpeta guardaremos todas estas imágenes a baja resolución. Dicha carpeta será nuestro cuaderno de apuntes digital. El formato de trabajo por excelencia es el propio de Photoshop, psd, el único que permite guardar las capas que componen la imagen, con sus máscaras y efectos. Dentro de la carpeta crearemos una subcarpeta donde guardaremos las versiones reducidas psd. Tales versiones en crudo (en formato psd con sus capas, efectos, etc) servirán como modelos para reproducir a la resolución adecuada las imágenes definitivas. La reproducción de todas las capas, en su orden, con sus modos de fusión, máscaras, efectos etc, permite obtener una imagen en alta resolución, que también interesa guardar en psd a modo de matriz digital. Con la imagen archivada en alta resolución y formato Photoshop concluye la fase creativa. En la segunda etapa se realiza una versión con los parámetros específicos que debe tener la imagen para convertirse en un fotograbado. Lo primero será acoplar todas las capas que la componen y guardar la imagen acoplada en formato tiff en una carpeta creada previamente con un nombre específico. La salida (impresión) será la que determine las características que debe tener el archivo digital, especificadas en esta fase del tratamiento de la imagen. La técnica, medios (máquinas), materiales, etc, condicionan la resolución específica con que optimizar resultados. Para la realización de fotograbados a la manera negra deben tenerse en cuenta dos condicionantes de gran importancia a la hora de definir el archivo digital. El primero, la naturaleza del soporte (papel rugoso, mate y de alto gramaje), y el segundo, y más importante, la consideración de que la máquina impresora es un tórculo (impresión totalmente manual). Tras nuestra experiencia en taller, hemos llegado a la conclusión de que el modo más fiable y operativo para la consecución de fotograbados de calidad es la utilización como matriz de un clisé para impresión tipográfica. La impresión del clisé (grabado) se fundamenta en el mismo principio de la xilografía, aunque el taco xilográfico es sustituido por una plancha metálica como soporte de la imagen. La estampación de la plancha requiere un sistema de impresión en relieve. La superficie no mordida de la plancha es la que recibe la tinta durante la estampación. Este es un dato necesario para especificar el archivo digital. Debe estar en negativo cuando se envíe a filmar. Conviene también invertir la imagen, atendiendo a que la estampación es directa (la imagen pasa de la plancha al papel soporte). He aquí, pues, dos importantes condicionantes que deben considerarse al generar un archivo digital con el que obtener un buen fotolito. En este punto es importante decidir entre realizar un grabado en escala de grises (autotipia) o un grabado de línea (blanco y negro). Clisé entintado y sin entintar (con la emulsión magenta) Autotipia (fotograbado directo). La autotipia requiere el uso de la trama para descomponer el tono continuo de la imagen en puntos. La trama clásica queda muy tamizada por el aparente tramado de la imagen inicial; no se produce moaré ya que el gofrado que genera el efecto gráfico de trama no tiene una estructura geométrica. Para saber la resolución digital que necesita la imagen con el fin de obtener la máxima calidad, tan solo tendremos que realizar la operación de multiplicar la lineatura de salida por 1,414 (redondeando, 1,5). Teniendo en cuenta el soporte de impresión y la estampación manual, recomendamos una lineatura de salida de 100 ppp (40 pcm). La idea extendida de que cuanto mayor resolución más calidad es errónea. La resolución digital debe estar relacionada con la salida (técnica de impresión) de la imagen. No es lo mismo tener guardados los originales a su máximo potencial gráfico, como banco de imágenes, que realizar trabajos específicos; desde el huecograbado (técnica que utiliza la mayor resolución) hasta la impresión digital y poder así controlar el factor de ampliación. Adecuaremos, por tanto, la resolución a las necesidades concretas en cada caso. Negativo Positivo Impresión tramada calcográfica Recapitulando, necesitaremos una imagen en escala de grises, formato tiff, negativo, invertida y con una resolución digital mínima de 150 ppp, para reproducir la gama de grises. Podemos tramar el archivo con el propio programa de retoque, pero no es aconsejable teniendo en cuenta que la filmadora es el dispositivo de salida de mayor calidad, y hoy obtener fotolitos perfectos es mucho más asequible económicamente que con la fotomecánica tradicional. También hay que considerar la ganancia de punto en la impresión, teniendo en cuenta un soporte tan poroso y absorbente como el que utilizaremos en la estampación. Unos pequeños ajustes con los niveles y/o las curvas será suficiente para que nuestro archivo esté listo para ser filmado. Grabado de línea (fotograbado pluma). En este tipo de fotograbado sí es interesante que la resolución sea la máxima posible, ya que el archivo enviado a filmar será de mapa de bits, con un tamaño digital mucho menor y sin trama alguna. Es importante que los bordes de las zonas impresoras (relieve) estén lo más detallado posible. Un consejo práctico es dejar para el final del tratamiento de la imagen la conversión de ésta a mapa de bits y hacerlo posteriormente a utilizar en el menú ajustar la opción umbral, para poder controlar el umbral de la imagen. La decisión en la elección de qué archivos convertimos a mapa de bits y cuáles tramamos, conservando así la gama de grises, dependerá de las características gráficas de las imágenes. Las características del archivo antes de filmar y realizar un grabado de línea serán: imagen en mapa de bits, negativo, invertido y con resolución máxima en formato tiff. Filmación Grabamos el archivo en un soporte digital que permita llevar a filmar el documento, ya que lo habitual es que nuestro equipo informático no disponga de RIP ni de filmadora, debiendo encargar este proceso. La filmación es el modo de impresión digital (impresión en película) de mayor calidad. La resolución más común de la filmadora oscila entre los 1200 ppp y 3600 ppp. La función del RIP es calcular los puntos de trama que son necesarios para que la imagen pueda ser reproducida con la máxima calidad. La función de la filmadora es trazar (dibujar) esos puntos sobre el soporte (película). El número de puntos de filmación que tracen cada punto de impresión no debe superar los 256, ya que las filmadoras trabajan con una salida de 8 bits, cuyas posibles combinaciones son 256. Lo ideal sería que cada celdilla fuese capaz de distinguir los 256 niveles de grises. Para calcular el número de cuadrículas de la trama de la filmación que corresponde a cada cuadro de la trama de impresión, utilizamos la siguiente fórmula: número de grises = (lineatura de filmadora / lineatura de impresión)2 + 1. La filmación forma parte de las artes gráficas digitales. El tramado se consigue mediante procesos electrónicos de lectura y trazado de la imagen. Una sola forma de punto no trabaja igual en todas las secciones de la imagen (luces, medios tonos, sombras). Ahora muchos sistemas electrónicos de tramado combinan distintas formas de punto en una misma trama para optimizar su resultado. Por ejemplo, la función euclidiana (de Adobe) genera pequeños puntos redondos en el centro de la zona de imagen correspondiente a las luces. De forma paulatina estos puntos van transformándose en cuadrados al 50% de la trama, convirtiéndose en puntos redondos negativos en las zonas de sombra de la imagen. Cuando los archivos ya están grabados en soporte digital y listos para filmar en un estudio profesional, es preciso informar que los fotolitos están destinados para ofset. Este dato es fundamental para orientar sobre que lado de la película debe estar la emulsión. Los fotolitos para ofset tienen la emulsión en la cara inferior y la imagen en sentido de la lectura. Una excelente solución es filmar junto con las marcas y señales (líneas de corte, marcas de registro) el nombre del documento como guía del sentido de lectura sin confusión posible. El texto nos ayudará más que la imagen en el momento de insolado de la plancha a unir la emulsión del fotolito con la emulsión de la matriz. Cuando en un fotolito el lado de la emulsión está en la cara superior recibe el nombre de emulsión virada, como la utilizada en serigrafía. Debemos tener el mayor cuidado en el manipulado de las películas, evitar huellas, rayas y cualquier marca que pueda dañar la imagen. Hay productos específicos para la limpieza de películas que son un buen recurso para su mantenimiento. Es conveniente comprobar en el momento de recoger los fotolitos que las imágenes son las encargadas, están enteras y la película cumple con los valores densitométricos (0 transparencia a 3 opacidad). Insolado y grabado de la plancha Máquina de grabar Desde 1950 se utiliza el sistema de grabado de mordido continuo llamado Dow. Esta modalidad se emplea para la obtención de clisés (grabados), de magnesio o de zinc de una elevada dureza para la impresión tipográfica. Es un procedimiento de grabado en una sola fase. La plancha tiene una capa de una emulsión fotosensible para el insolado de la imagen. El mordiente es una solución de ácido nítrico con aditivos que evitan las mordidas laterales. Esta composición varía según se trate de grabados de trama o de línea. La plancha está sujeta sobre una mesa que durante el mordido gira continuamente para obtener la uniformidad de los flancos de los elementos en relieve y de los huecos o zonas no impresoras. El mordiente se dirige contra el clisé de abajo arriba. Flancos en una plancha grabada Los clisés o matrices se montan después sobre un zócalo de madera y se nivelan para la impresión tipográfica vertical. Tras diversos ensayos en el taller de fotograbado, hemos optado por el proceso de mordido continuo para la realización de las matrices. Es el sistema más práctico por ser el empleado actualmente en los talleres profesionales de fotograbado. Aunque sean esos talleres los que procesen nuestros clisés, o precisamente por ello, debemos conocer las condiciones específicas requeridas por las planchas que luego estamparemos en el tórculo, ya que esta tipología de prensa no es el medio ortodoxo de impresión de clisés en relieve. Clisés Lo primero es realizar el fototransporte del negativo, exponiéndolo (en la insoladora) en contacto (emulsión con emulsión) con la plancha. La plancha que posteriormente estamparemos en el tórculo debe tener 1,7 mm. de espesor, aproximadamente; puede ser de zinc o magnesio indistintamente (solo varía el tiempo de mordida). Las zonas transparentes del negativo dejan pasar la luz endureciendo la emulsión y las zonas opacas del negativo se mantienen inalteradas. La emulsión no endurecida se desprenderá de la plancha durante el revelado de ésta. Para establecer el tiempo de insolado, efectuaremos un test con una escala de grises Stouffer de 21 pasos. La luz que utiliza la insoladora es halógena tipo Theimer 3007/5007. En el revelado de la plancha utilizamos una solución de agua y sosa caústica a un 2,5 %. Suavemente se frota con un algodón para ayudar a que se desprenda la emulsión no endurecida. Terminado el revelado enjuagamos la matriz bajo el chorro de agua fría a presión. Con la imagen dibujada por la emulsión procedemos a un primer control de peso de la plancha. Una vez anotado este dato frotamos la superficie con una muñequilla de algodón humedecido y polvos de blanco de España muy bien tamizados. En una cubeta con un baño rebajado (10%) de ácido nítrico se realiza un pregrabado (tiempo de mordida de 1 minuto, aprox.). Tras el pregrabado se deposita una ligera solución de goma arábiga y agua sobre la superficie de la plancha. En la máquina de mordido continuo se seca y limpia bien el soporte que sujeta la plancha y se coloca en él. Programamos en el temporizador de la máquina el tiempo de mordida (interesa el máximo posible), la temperatura del baño y velocidad de giro de la mesa que porta la matriz. Después se conecta la máquina y esperamos que pare automáticamente. El tiempo de mordida debe ser el mayor posible sin perder calidad (para facilitar la estampación). No todos los fotograbados tienen el mismo fin y por lo tanto no todos precisan el mismo tiempo de exposición al mordiente. Por ejemplo, si los fotolitos fueran positivos y las matrices grabadas se estamparan en hueco, el tiempo de mordida debería ser muy inferior. Las autotipias (fotograbados directos, tramados) necesitan más tiempo de mordida, precisamente por usar trama. Todos y cada uno de los puntos de trama deben tener su relieve (aunque sólo se aprecie con cuentahílos) para que puedan ser estampados. Los fotograbados de línea (trazo) no necesitan tanto tiempo de mordida ya que las zonas impresoras y las zonas blancas (profundas) son más evidentes. Cuentahílos Acabado el tiempo de grabado en máquina, rápidamente debe desprenderse la plancha y ser situada debajo del chorro de agua fría; con sosa caústica disuelta en agua y con un cepillo de cerda vegetal se frota bien hasta eliminar los restos de ácido. Una vez seca la matriz se procede a un segundo control de peso. La diferencia con el primero servirá como base para regenerar el baño de ácido para grabados posteriores. Recomendamos no quitar la emulsión endurecida de la plancha grabada, ésta no afecta en nada a la impresión y por el contrario ayuda a comprobar mejor el buen entintado de la matriz. Entintado de la emulsión como referencia Tórculo Estampación calcográfica Con la estampación calcográfica se retorna al proceso manual, cerrando el círculo por distintos modos de trabajo (manual, digital, industrial). Para la estampación de los fotograbados empleamos el tórculo y el entintado con tinta calcográfica. El proceso de entintado (relieve) se realiza del mismo modo que en litografía. Antes del entintado filtramos la tinta, utilizando una pequeña pantalla de serigrafía. Cribado de la tinta Con un rodillo de caucho de alta dureza extendemos sobre la mesa de vidrio de entintado, una delgada capa de tinta lo más uniforme posible. A un lado de esta primera franja, extendemos con el rodillo una segunda capa más fina de la misma tinta. Rodillo y mesa de vidrio de entintado Las características de la tinta calcográfica son óptimas para este entintado en relieve. Su viscosidad y densidad la hacen adecuada para realizar la impresión de fotograbados, aunque sea poco ortodoxa. Recomendamos la tinta Charbonnel Black 55985, pero con cualquier otra también podemos obtener buenos resultados. Si observamos que la tinta está demasiado fluida podemos hacerla más densa añadiendo un poco de carbonato de magnesio y batiéndola bien con la espátula. Después, la filtraremos evitando cualquier grumo o impureza. Recogida de tinta con el rodillo y entintado de la plancha Entintamos la plancha primero en sentido horizontal, de abajo a arriba y a la inversa; cada vez que levantamos el rodillo lo giramos sobre nuestros dedos para que siempre apoye en un contacto distinto. Repetiremos los mismos movimientos sobre las franjas de tinta en la mesa de entintado. Vuelta a la plancha, esta vez en sentido vertical. De esta forma repetiremos las pasadas de rodillo sobre la matriz hasta que la emulsión (relieve de la imagen) adquiera el color de la tinta de impresión (negro). Debemos entintar la plancha poco a poco, es mejor conseguir el entintado de la emulsión realizando varias pasadas de rodillo, en vez de una o dos pasadas. Con la matriz ya entintada se procede a la estampación en el tórculo de forma tradicional. Pasado de la platina Levantado de la estampa Una vez concluida la sesión de estampación de unos ejemplares fotograbados y mientras no se haya estampado la edición completa, conviene preservar en óptimas condiciones la plancha. Para la perfecta conservación de las matrices un buen recurso consiste en rociarlas con laca y guardarlas una vez secas en sobres acolchados, para que la imagen quede protegida de roces, golpes, etc. Cuando reanudemos la estampación, basta eliminar la capa de laca con alcohol para tener de nuevo lista la plancha. Remordido Además de la utilidad en el momento de estampación de la emulsión en la plancha grabada, hay otro motivo mucho más importante para su conservación. Puede ocurrir que necesitemos someter el clisé a un remordido posterior (manual), bien por porque nos parezca insuficiente el contraste de la imagen o porque queramos matizar alguna de sus partes. Si hemos eliminado la emulsión, este remordido no será posible ya que entonces nada protegerá nuestro grabado. La emulsión en las planchas de magnesio tiene una gran fijación y estabilidad y es por lo tanto muy adecuada para este proceso. La preparación del baño no debe sobrepasar el 5% de ácido nítrico. Con el baño en la cubeta, sumergimos la plancha y controlamos por golpes de cubeta. Con una mano en uno de sus extremos, levantamos y bajamos (un golpe) moviendo el ácido por toda la superficie evitando así las burbujas. De esta forma efectuamos un remordido al grabado de 20, 30, 40, etc. golpes de cubeta, dependiendo de lo que necesite la imagen grabada. Si que debemos evitar pasar ningún elemento por la plancha (plumas, etc.) para no dañar la emulsión y provocar una mácula en la estampa. Para el caso de remordido por zonas, sí utilizaremos un pincel, pero teniendo siempre la precaución de que el pelo sea lo suficientemente largo como para evitar que la virola del pincel pueda rayar la emulsión. Con el pincel bañado en el ácido (como una aguada) insistiremos en las zonas del grabado que queramos contrastar en mayor medida. Tras el baño, aclaramos y secamos la plancha, cepillamos (con un cepillo de pelos de cerda) y con la palma de la mano extendemos carbonato de magnesio por todo el grabado para facilitar su valoración. El remordido solo es recomendable efectuarlo en los grabados tramados, ya que este proceso resulta mucho más agresivo para los grabados de línea. Fotos: Pablo Fermín Oronoz