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Pandemia de gripe A (H1N1) de 2009-2010 wikipedia , lookup

Pandemia de gripe A (H1N1) de 2009 wikipedia , lookup

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e6.1 Comentarios Editoriales
Sobre el contagio
Jill Lane & Marcial Godoy-Anativia | New York University
Mientras estábamos preparando este número de e-misférica sobre el tema del contagio,
recibimos las primeras noticias de un "virus misterioso" luego identificado como la Influenza
AH1N1. El despliegue en torno a "la gripe porcina" permitió una exposición casi perfecta de la
gama de registros sociales, culturales, estéticos y políticos a través de los cuales viaja el
contagio. Los epidemiólogos estudiaron el virus en laboratorios, el espacio público de México
se evaporó, proliferaron imágenes de máscaras quirúrgicas decoradas, funcionarios de todas
partes del mundo consideraron cerrar sus fronteras a los mexicanos, se paralizó el turismo, y la
"Cumbia de la influenza" fue creada en México y luego subida a YouTube. En concierto con la
nueva situación de aislamiento de México en la escena internacional, sus irónicas letras
sugieren que "estaremos muertos cuando llegue Indiana Jones". En su libro
Contagious: Cultures, Carriers, and the Outbreak Narrative
(2008, reseña en este número), Priscilla Wald escribe que "[e]l contagio es más que un hecho
epidemiológico." Las primeras semanas del brote de la gripe sin duda demostraron que estos
procesos biológicos siempre se establecen en relación a formaciones sociales, políticas,
estéticas y económicas de alto alcance.
El virus viajó por todos los caminos abiertos al tránsito humano; al seguirle la pista, el complejo
movimiento de personas a través las fronteras mexicanas se tornó visible, además de la
inmensa red de flujos humanos que conecta México con casi todos los lugares del mundo. Aquí
como en otros contextos, el contagio figura la trasgresión: ilumina e inmediatamente sobrepasa
las fronteras reales e imaginarias de nación, Estado, comunidad, cuerpo e incluso, especie.
Rastrear el H1N1, como otras pandemias, requiere mapas alternativos que excedan la fijeza de
las fronteras nacionales y que sostengan patrones de movimiento que hagan posible otros
modos de conceptualizar territorios y comunidades a través del contacto humano. Dado
nuestro interés en la geografía cultural de las Américas, hemos puesto atención las formas en
que el virus -así como las prácticas de vigilancia, contención, miedo, y comentarios a través de
los cuales se desenvolvió la influenza-han transformado el continente en un espacio de tráfico
afectivo y político. En "Viral Fears", el dossier especial de este número sobre el brote de la
influenza H1N1, académicos y artistas de las Américas ofrecen diversas interpretaciones en
torno a las dinámicas de contagio y contención puestas en escena por el brote de la influenza.
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Fig. 1: Dibujo por Steve Breen, San Diego Union-Tribune, 30 April 2009.
Unas de las primeras caricaturas (fig. 1) sobre el H1N1 captura las fantasías de la inmunidad
(lo que Pricilla Wald define como "inmunidades imaginarias") que provoca el contagio: en el
dibujo, una "barandilla del estornudo" larga de 3220 kilómetros protegerá a los Estados Unidos
de la gripe mexicana. La ironía de la imagen no reside en el hecho de que la barandilla del
estornudo no puede funcionar, ni en que el miedo desmesurado a la gripe podría producir una
reacción exagerada. La ironía está, más bien, en que mucho antes del estado de emergencia
producido por el H1N1, los mexicanos ya eran categorizados como agentes patógenos
virulentos que amenazaban la integridad del cuerpo nacional estadounidense, violando sus
fronteras y se moviéndose ilegítimamente dentro del país. Irónicamente, la barandilla del
estornudo es igual de inefectiva para controlar a los microbios que el muro construido como
medio de prevención contra los migrantes mexicanos, precisamente porque el muro no trata ni
resuelve los problemas económicos y sociales que incitan a los mexicanos a cruzar la frontera.
Los discursos existentes sobre México y los mexicanos han enmarcado el imaginario de la
enfermedad, de la misma forma que la enfermedad ha exacerbado y ampliado las actitudes
racistas hacia los mexicanos. El origen nacional del virus, real o imaginado, contribuye a cómo
se entiende, se maneja y se contiene tanto en contextos populares como institucionales.
Fig. 2: Una página de El Diario, 16 June 2009.
Otro mapa de las Américas surgió de la cobertura de la gripe en el periódico latino de Nueva
York El Diario (fig. 2). En una página, el periódico presenta las distintas situaciones
relacionadas al virus en Chile, México, Guatemala y Honduras. En contraste con la caricatura
del muro que representa la fantasía de la diferencia y de la inmunidad, aquí encontramos un
mapa dibujado a través de los lazos afectivos de las comunidades inmigrantes locales con sus
familiares y amigos que viven en sus países de origen. El periódico se dirige a los lectores
como grupo cohesivo -los latinos hispanohablantes que viven en Nueva York-pero trata a la vez
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las diferencias nacionales que existen entre ellos.
Las dos imágenes subrayan cómo las diferentes maneras de rastrear la enfermedad iluminan
las condiciones sociales o políticas dentro de las cuales emergió el virus y que posiblemente
facilitaron su propagación. Como nota Wald, "rastreando las rutas de los microbios, los
epidemiólogos catalogan los espacios y las interacciones de la modernidad global". A su vez, el
trabajo innovador de investigación de Paul Farmer sobre el SIDA en Haití nos enseña a percibir
las relaciones estructurales de poder que articulan lo político y lo epidemiológico. En Pathologie
s of Power
, Farmer afirma que en Haití, "la distribución del SIDA está localizada y no es cuestión de azar;
tal como es el caso del abuso de los derechos humanos. La transmisión del VIH y el abuso de
los derechos humanos son procesos sociales y están a menudo incrustados en las estructuras
sociales desiguales que defino como 'violencia estructural'".
Este número se inspira en la relevancia interdisciplinaria que los estudios de performance
ofrecen a los estudios culturales del contagio, al prestar especial atención a la expresividad del
cuerpo en su multitud de formas, y al compartir un extenso material académico sobre los
modos a través de los cuales lo "biológico" y lo "social" se producen y se distinguen entre ellos.
En su maravilloso libro Infectious Rhythm (cuyo décimo aniversario es, en parte, la inspiración
de este número), Barbara Browning explora la relación profunda entre la transmisión kinestética
y la transmisión epidemiológica, ofreciendo un modelo importante para la investigación sobre el
contagio. Ella pregunta: ¿Qué entendemos por un ritmo contagioso? A través de numerosas
asociaciones entre la pandemia del SIDA y las prácticas de la diáspora africana, Browning
ilumina la coyuntura precisa donde la infección pulsa simultáneamente en los registros
biológicos, raciales y culturales: ¿De qué formas afecta el ritmo a los cuerpos? ¿Cuáles son los
cuerpos que desean o temen estas infecciones? Y sobre todo, ¿por qué aparecen las
metáforas de la infección precisamente en los "momentos de ansiedad ante los movimientos
diaspóricos, sean estos migratorios o culturales"? (6) Siguiendo el modelo de Browning,
nuestra convocatoria invitó a trabajos de investigación sobre la representación de las
formaciones culturales, estéticas y políticas del cuerpo social cuando este se ve modificado,
amenazado, o transformado por la presencia del otro.
Los ensayos y las presentaciones activistas publicados en este número exploran la
representación del contagio en varias formaciones discursivas a través de las Américas. Un
número considerable de autores estudia cómo la amenaza, el miedo, y las fantasías de
contaminación son centrales para la formación y el funcionamiento de las identidades sociales.
Para Rocío Santiesteban, el contagio marca el sitio de abyección al cual los migrantes andinos
pobres son relegados a través de su representación televisiva. Enfocándose en el caso del
popularmente conocido talk show de Laura Bozzo, Santiesteban ilustra cómo los medios de
comunicación movilizan sensaciones físicas de asco, o lo que ella llama "el factor asco",
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construyendo al "tele-pobre" como un sujeto contaminado y contaminante en el escenario
social peruano. El "tele-pobre", ella afirma, cumple un rol primordial en el contexto de los
discursos neoliberales al demarcar poblaciones enteras como prescindibles y no merecedoras
de ninguna forma de empatía. El estudio de May Farnsworth sobre dos dramaturgas feministas
de la Argentina del cambio de siglo las revela como astutas analistas de cómo el discurso del
contagio es presentado para mantener a las mujeres "seguras" del "contaminante" mundo del
poder. Farnsworth demuestra cómo el trabajo de estas escritoras se apropia inteligentemente
de la retórica imperante de la higiene para representar a la misma cultura patriarcal como un
virus peligroso que amenaza la salud y el bienestar de las mujeres.
Numerosas contribuciones ven en el contagio oportunidades para imaginar cuerpos sociales
alternativos o practicar formas de comunidad alternativas. Las reflexiones de Sam Anderson
sobre el histórico Times Square Show de 1980 encuentran el contagio en el corazón de la
lógica del archivo del mismo performance: un vasto experimento sobre el contagio productivo
entre los objetos estéticos, uno designado para capturar la afectividad del arte y de Times
Square, y para resistir a la ideología cerrada de la renovación urbana que pronto iba a
desplazar a los artistas y el Times Square que ellos vivían. Debra Levine analiza las dinámicas
de la afinidad-un tipo de contagio electivo-en el contexto del activismo en torno al SIDA a
finales de los ochenta, enfocándose en "The Marys", un grupo de afinidad de ACT UP, y su
escenificación de funerales políticos. Para Levine, estos funerales eran organizados para que
los cuerpos muertos pudieran hablar no solamente de las condiciones epidemiológicas, sino
también políticas de su muerte.
A su vez, Diane Nelson modela formas de pensar con y sobre el contagio. Ella presenta una
potente análisis de un esquema de pirámide en Guatemala que fracasó en 2007,
empobreciendo a miles de Mayas ya pobres de Zacualpa, un área Quiché. Para Nelson, el
contagio es a la vez el motor que condujo el esquema piramidal ("el deseo de enriquecerse sin
sufrir era contagioso") y el lente a través del cual lo estudia, concentrándose en las rutas del
rumor, el chisme, y la habladuría como elementos claves para la circulación mercantil y afectiva
en la Guatemala de la post-guerra.
Para los activistas que figuran en nuestras presentaciones multimedia, el contagio emerge
como el primer método para el activismo y la intervención en la esfera pública. Para llamar la
atención al rol directo de Chiquita Banana en violaciones de derechos humanos presentes y
pasadas en Colombia, El Colectivo hace un llamado viral a la acción-interpelando a los lectores
a imprimir los adhesivos incluidos y pegarlos sobre las bananas Chiquitas en los lugares donde
se venden. El Colectivo invita a la vez a la contaminación del logo de la corporación y del
producto, y a la diseminación viral de su llamado a actuar a través de grandes redes. El trabajo
de Victor Hugo Robles como "El Che de los Gays" también depende del movimiento doble de la
contaminación y de la diseminación contagiosa. Mediante sus "irrupciones e interrupciones", El
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Che de los Gays interpone sus demandas políticas interseccionales en la esfera política y usa
la cobertura mediática de estos eventos como herramienta para la diseminación de su
mensaje. A su vez, el trabajo del Particle Group, usando podcasts, instalaciones sonoras, y
otros medios digitales, despliega herramientas digitales para aumentar la visibilidad de los
peligros desconocidos de la manipulación molecular que está detrás de la nanotecnología,
particularmente a medida que estas nanopartículas empiezan a moverse a través cuerpos y
comunidades ya vulnerables.
Como conjunto, las contribuciones que componen este número de e-misférica revelan la
enorme productividad de los discursos y prácticas movilizados por el contagio. Y aunque estos
sirven como recursos claves en la producción y la reproducción del poder biopolítico en
numerosos ámbitos y escalas, nuestro trabajo también nos señala las múltiples formas en las
cuales el contagio, como metáfora y estrategia, abre la posibilidad de nuevas metodologías,
formas de socialidad y praxis política.
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