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Mercado del Carbono: Oportunidades para el Uruguay1 Sociedad de Productores Forestales La acumulación en la atmósfera de ciertos gases, producidos por diversas actividades humanas tales como la quema de combustibles fósiles y la deforestación, es la causa del fenómeno conocido como calentamiento global o cambio climático. La Cumbre Ambiental de Río de 1992 inició un proceso de acuerdos internacionales para el combate del cambio climático, que hoy está ingresando en la etapa de definiciones en materia de implementación de mecanismos. La Convención de Cambio Climático de las Naciones Unidas, adoptada por Uruguay y otros 170 países alcanzó su punto culminante en su tercer encuentro, en 1997, al aprobar el Protocolo de Kioto, que aún requiere de la ratificación por 46 países para entrar en vigencia. Este protocolo, basándose en el principio de que quien causa el daño ambiental debe pagar los costos de limpieza y en el hecho de que la contaminación en un punto afecta a todo el planeta, sienta las bases para un sistema de comercio internacional de certificados de reducción de emisiones de gases nocivos o, lo que es lo mismo, de permisos para la emisión de estos gases. Ya existe desde 1994 un mercado incipiente de certificados de reducción de emisiones, con un precio de referencia que según las fuentes y los casos se ubica entre US$ 10 y 20 por tonelada de carbono retirada de la atmósfera, o cuya emisión fue evitada. Costa Rica, Guatemala y Bolivia, entre otros, ya han realizado negocios con varios países desarrollados basados en la protección de bosques naturales. Argentina y Brasil han comenzado a realizar negocios con empresas europeas, basados en la implantación de bosques. El mercado potencial para el año 2008 será del orden de mil millones de toneladas de carbono. Considerando que los costos de reducción de emisiones en los países desarrollados oscila entre 1 US$ 50 y 500 por tonelada de carbono, es de esperar que el precio de los certificados se ubique bastante por encima del actual. Uruguay se encuentra en una posic ión inmejorable para beneficiarse de este sistema de comercio, considerando tanto su situación ambiental actual como sus potencialidades para contribuir al servicio de limpieza de la atmósfera. La magnitud de los beneficios para el país va a depender, en buena medida, de las definiciones políticas propias y de los diversos actores. Según el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero elaborado por el MVOTMA, las emisiones netas de anhídrido carbónico -el principal causante del cambio climático- en el país se redujeron en 42 % entre 1990 y 1994, principalmente debido al secuestro de carbono atmosférico efectuado por los bosques implantados y a los cambios en el uso de la tierra en ese período. Según estimaciones de la Sociedad de Productores Forestales, en 1998 dicha reducción supera el 100 %, lo que implica que Uruguay pasó de ser emisor a absorbedor neto de dicho gas. Los certificados de carbono pueden ser generados de dos formas: A) a través del proceso denominado “secuestro de carbono atmosférico”; y B) mediante el uso de energías más limpias, ya sea reemplazando combustibles fósiles por fuentes de energía renovables, o mejorando la eficiencia de uso de la energía. A) Secuestro de Carbono Atmosférico Una hectárea de eucaliptos retira de la atmósfera entre 6 y 8 toneladas de carbono por año. Ello significa que el área actualmente forestada (400.000 ha) retira de la atmósfera anualmente cerca de 3 millones de toneladas de carbono, servicio que podría aportar a los Resumen de la conferencia del Ing. Agr. (Ph. D.) Daniel Martino (INIA), a ser presentada en el ciclo de la Expo Prado 99. productores y al país cerca de 50 millones de dólares al año. La forestación tiene aún un amplio margen para su crecimiento en el país. De las áreas declaradas de prioridad forestal, una superficie de tres millones de hectáreas no se ha plantado. Considerando el potencial ecológico para el desarrollo de bosques, y la alta disponibilidad de tierras en Argentina y Uruguay, es de esperar que se produzca en los años venideros un gran impulso forestal en la región. La creciente adopción en el país de la técnica de siembra directa de cultivos agrícolas constituye otro importante sumidero de carbono. Estudios realizados por el INIA demostraron que un suelo agrícola puede acumular, cuando se practica esta técnica, cerca de una tonelada de carbono por hectárea y por año. Si a ello se le suma la reducción en el uso de combustibles y la eliminación de la erosión de suelos que implica la siembra directa, se puede estimar que en 800.000 ha destinadas a la agricultura, se podría generar un ingreso de 40 millones de dólares por año por concepto de fijación de carbono atmosférico. B) Reducción en las Emisiones de Gases de Efecto Invernadero La reducción de emisiones ofrece perspectivas tan auspiciosas como las del desarrollo de sumideros. La introducción al país del gas natural será sin dudas un factor muy importante para la reducción de emisiones. Cuando reemplace al petróleo en la generación de electricidad y en el transporte vehicular, la contaminación atmosférica causada por estas actividades podrá disminuir en hasta 35 %. Si bien Uruguay ya es uno de los países con mayor uso relativo de energías renovables principalmente hidroelectricidad y leña- igualmente se presentan oportunidades para el crecimiento económico con mínimo impacto ambiental. Con la mitad de la madera a ser producida en el 2003 se podrá generar una cantidad de energía eléctrica similar a la que hoy produce UTE. La utilización de residuos de explotación de bosques y de la industria de la madera para la generación de electricidad podría a la vez agregar valor a la inversión forestal del país, y generar recursos a través de la emisión de certificados de carbono. Los desarrollos tecnológicos en materia de energías fotovoltaica y eólica ofrecen posibilidades adicionales a explorar. La posibilidad de comercializar certific ados de carbono podría además viabilizar el desarrollo de cultivos agrícolas o forestales con destino energético. A título de ejemplo, existe un gran potencial para producir aceite vegetal de canola que podría ser utilizado directamente como combustible diesel. Asumiendo una siembra anual de 200.000 ha de este cultivo, se obtendría unos 200 millones de litros de biodiesel por año lo cual, además de generar más ingresos en el país y reducir nuestra dependencia energética, implicaría una disminución de emisiones de 150.000 toneladas de C por año. Otro tema a considerar en la discusión es la fermentación ruminal del ganado vacuno y ovino, que es una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero en el país (equivalente a 4 millones de toneladas de C como CO2 por año). La adopción de tecnologías de producción ganadera que reduzcan esas emisiones y que a la vez produzcan aumentos en la productividad puede tornarse viable con la posibilidad de comercializar certificados de reducción de emisiones. La liberación de óxido nitroso desde los suelos es también un importante contribuyente al efecto invernadero (equivalente a 3,5 millones de toneladas de C como CO2 por año). El control de esta emisión mediante prácticas de manejo agropecuarias, además de evitar la pérdida de un valioso nutriente para los cultivos (el nitrógeno), podría posibilitar la comercialización de certificados de C. Por último, la selección de materiales de construcción es otro factor que puede contribuir a reducir emisiones de gases de efecto invernadero. El hormigón, los ladrillos, los metales y los plásticos demandan grandes cantidades de energía para su elaboración. El reemplazo de éstos por madera u otros materiales naturales significaría una importante economía de energía y por consiguiente, resultaría en una reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero. Por concepto de fabricación de cemento y ladrillos, la emisión anual del país se puede estimar en 150.000 toneladas de C.