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El cerebro
y la
información
Conociendo mejor como
procesa la información
nuestro cerebro
El cerebro multifunción
El cerebro es un órgano muy complejo, poseedor de una gran plasticidad y flexibilidad.
Es el resultado de millones de años de evolución y diversas mutaciones. Un verdadero
logro de la naturaleza, con una capacidad formidable para captar y emitir señales,
traducir, codificar, almacenar datos, procesar información, proyectar imágenes y
gestionar respuestas. Es un verdadero multifunción, el cual recién estamos aprendiendo
a conocer.
Está continuamente recibiendo información sensorial, analizando rápidamente estos
datos y luego respondiendo, controlando así las acciones y funciones del cuerpo.
El cerebro es un superprocesador hecho de tejido vivo y consciente, y aunque se
conoce bien su anatomía, fisiología y los efectos de las alteraciones en su estructura, la
neurociencia apenas comienza a descubrir como funciona realmente y a nivel
tecnológico, a pesar de los innegables avances, se está muy lejos aún de alcanzar su
eficacia y capacidad de procesamiento.
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Mirando el cerebro desde arriba, se puede ver claramente que está dividido en dos
hemisferios, unidos por un cuerpo calloso. Estas dos mitades se hallan relacionados con
áreas muy diversas de actividad y funcionan de modo muy diferente, aunque
complementario.
Si bien cada hemisferio percibe la realidad a su manera, ambos utilizan modos
cognitivos superiores y están diseñados para trabajar juntos, aunque en la cultura
moderna hay un claro predominio del cerebro izquierdo.
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La parte externa de los hemisferios cerebrales, constituida por sustancia gris, es la
corteza cerebral. Esta parte, que es la más nueva a nivel evolutivo, centraliza e
interpreta las sensaciones, elabora las respuestas conscientes, controla los movimientos
voluntarios y es la sede del pensamiento, la memoria y la inteligencia.
La mayor parte de nuestro cerebro está constituido por la corteza cerebral. Esta es una
capa de tejido neuronal plegado que cubre la superficie de los hemisferios.
Corteza cerebral
La corteza cerebral es una capa de sustancia gris, formada por cuerpos de neuronas, que
cubre los hemisferios cerebrales y cuyo grosor es de unos 2 mm. Estos a su vez están
divididos externamente en lóbulos de acuerdo a su ubicación y función. Los más
desarrollados son los lóbulos frontales, cuya parte más anterior (corteza prefrontal) está
asociada con funciones ejecutivas, tales como el autocontrol, la planificación, el
razonamiento y el pensamiento abstracto.
Esta delgada capa está fuertemente plegada formando circunvoluciones, si la
extendemos ocupa unos 2500 cm². Las circunvoluciones tienen “crestas” que se llaman
giros, y “valles” que se llaman surcos. Algunos surcos son bastante pronunciados y
largos, y se usan como límites convenidos entre los lóbulos.
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La unidad anatómica y funcional del cerebro es la neurona. Se ha estimado que el
cerebro humano contiene de 50 a 100 mil millones (1011) de ellas, de las cuales cerca de
10 mil millones (1010) son células piramidales de la corteza. Estas células transmiten las
señales a través de hasta 1000 billones (1015) de conexiones sinápticas.
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Cada neurona es un microprocesador (chip) conectado en red formando circuitos o
redes neuronales, que en conjunto constituyen el superordenador cerebral.
En la corteza, estas redes neuronales que se agrupan en columnas se observan a simple
vista como materia gris.
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Las neuronas de la corteza están dispuestas en 6 capas bastante diferenciadas.
Las fibras nerviosas que nacen de ellas establecen múltiples conexiones entre las
distintas capas y zonas, lo que permite que una señal que llega a la corteza se extienda y
persista. Así mismo, los impulsos eferentes que nacen de un área determinada pueden
llegar por las conexiones a otras áreas o a zonas cercanas a la primera haciendo que
continúe la actividad.
El pensamiento consciente se encuentra entrelazado con la realidad, pasa de una cosa a
la otra de forma secuencial en un flujo que tiende a realimentarse. Pero solo puede
ocuparse de una cosa a la vez y el resto de las tareas quedan en modo automático,
aunque pueden pasar a modo manual, es decir volverse conscientes según se requiera.
Muchas de las actividades cognitivas del cerebro pueden llevarse a cabo en ambos
modos: manual y automático, o sea, consciente y no consciente, por ejemplo:
-el procesamiento sensorial
-el control del comportamiento
-el aprendizaje
-la memoria
-la atención y otras funciones mentales superiores como la concentración y el foco
-el sueño
-los movimientos oculares
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-algunas funciones viscelares como la respiración, micción, sexo, etc.
Estas actividades son el resultado del procesamiento en paralelo de la red
neuronal multidimensional. Si bien podemos ver al cerebro como un superordenador
biológico, ya que muchos de sus procesos son computacionales y siguen algoritmos, la
experiencia subjetiva y otras cualidades de la conciencia no pueden ser explicadas
matemáticamente, de hecho por ningún lenguaje.
Las funciones cognitivas pueden realizarse de forma consciente o no consciente….
¿Cuál es la diferencia entre ambos modos?...Las ondas gamma.
La sincronía gamma
Cuando las funciones cognitivas son conscientes, van acompañas por ondas de alta
frecuencia conocidas como sincronía gamma.
Las ondas gamma, son un tipo de patrón de ondas cerebrales asociadas con
la percepción y el conocimiento.
Las ondas gamma se producen cuando grandes conjuntos de neuronas emiten señales
eléctricas a una frecuencia aproximada de 40 pulsos por segundo, es decir, 40 hercios
(Hz). En realidad estas ondas pueden tener una frecuencia que oscila entre los 26 y los
70 Hz, aunque las actividades cognitivas de más alto nivel tienen lugar cuando la
frecuencia de las ondas gamma supera los 40 Hz. Este tipo de ondas están presentes
asimismo durante la fase REM del sueño.
Ondas gamma
Estas oscilaciones son responsables de las actividades mentales superiores.
La percepción consciente, coherente y unificada, se relaciona con periodos transitorios
de pulsos sincrónicos de ondas gamma, en los cuales conjuntos completos de neuronas
de diferentes partes del cerebro se activan de forma simultánea.
Algunos estudios recientes indican que la introspección mental (visión interior) y la
capacidad de resolver problemas, están relacionadas con ondas sincrónicas de alta
frecuencia.
Vibraciones coherentes de diferentes orígenes, distribuidas por todo el cerebro y
actuando simultáneamente, que armonizan y "afinan" como una orquesta sinfónica.
Estas oscilaciones coherentes son las responsables de que tengamos una percepción
unificada, a pesar de la existencia de múltiples zonas del cerebro que además de estar
distantes entre si presentan una actividad relativamente independiente. Es decir, el
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cerebro es capaz de procesar datos diferentes, provenientes de fuentes diversas e
integrarlos, permitiendo una respuesta unificada.
Cuando estas descargas neuronales se sincronizan entre sí se generan redes transitorias
que integran los procesos neurológicos diseminados por todo el cerebro en funciones
superiores de carácter cognitivo y afectivo.
Hay ondas gamma lentas y rápidas que proceden de distintas zonas del cerebro, es
similar a las emisoras de radio que transmiten en distintas frecuencias.
Cuando las células del cerebro necesitan conectarse entre sí, sincronizan su actividad,
"sintonizando" su longitud de onda con la de las demás.
Esto se ha estudiado en el hipocampo, (estructura del cerebro medio relacionada con la
memoria y el aprendizaje) donde existe un sofisticado sistema de comunicación por
radio. Las frecuencias bajas sirven para transmitir recuerdos de experiencias pasadas, y
las altas para transmitir lo que ocurre en el momento presente.
Este patrón de actividad es capaz de inducir modificaciones sinápticas, es decir,
cambios estructurales y físicos duraderos en la forma en la que las neuronas se conectan
entre sí.
Todo acto cognitivo implica la coordinación de numerosas regiones neuronales. La
coordinación se basa en la formación transitoria de grupos de neuronas que son
sincronizados en sus fases (sus ondas "suben y bajan juntas"), este estado de coherencia
permite la sincronía, a su vez esta sincronía de fases genera la experiencia consciente
unificada.
De acuerdo a las descripciones clásicas, el procesamiento de la información en el
cerebro sigue dos caminos fijos, que incluyen principalmente al tálamo, al tallo
cerebral y a la neocorteza, que interconecta con el resto de las estructuras. Sin embargo
estudios actuales demuestran que su funcionamiento es mucho más flexible, por
ejemplo: entre los miles de señales que recibe una célula del cerebro, ésta puede decidir
escuchar las de un tipo e ignorar las otras, y esta selección que realiza cambia
constantemente.
Cuando se perturba la sincronía neuronal en la corteza prefrontal, se interrumpe la
comunicación entre esta región y otras áreas cerebrales, alterando la percepción y los
pensamientos y emociones.
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La estructura de la corteza es relativamente uniforme. Las neuronas se agrupan en
estructuras funcionales llamadas columnas neocorticales. Éstos son porciones del
neocórtex, con un diámetro de aproximadamente 0,5 mm y una profundidad de 2 mm.
Cada columna responde típicamente a un estímulo sensorial relacionado con una cierta
parte del cuerpo, con el oído o la vista.
Estas columnas son unidades funcionales básicas del neocórtex. Cada una de ellas
contiene más de 20.000 neuronas y hay aproximadamente 500 mil columnas
neocorticales.
La corteza cerebral está poblada por una gran variedad de neuronas; sin embargo, estas
comunidades se pueden reunir en dos grandes grupos: interneuronas o células de
proyección intracortical y células piramidales (dada la morfología de su cuerpo celular)
de proyección a larga distancia.
Las neuronas de asociación hacen que los impulsos que llegan a la corteza duren un
tiempo considerable y se extiendan a un gran número de neuronas. Así una pequeña
señal percibida por la corteza puede suscitar una actividad prolongada de las neuronas
del área correspondiente y provocar una respuesta unificada.
La parte interna de los hemisferios esta formada por sustancia blanca, que corresponde
a las fibras nerviosas (axones) de conexión, las cuales sirven para poner en relación los
diferentes centros cerebrales entre sí o con los órganos efectores periféricos (músculos,
glándulas, etc.).
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Cada hemisferio del cerebro controla la mitad opuesta (contralateral) del cuerpo, las
conexiones se entrecruzan: el lado izquierdo del cerebro interactúa con el lado derecho
del cuerpo, y viceversa. Las conexiones motoras desde el cerebro hasta la médula
espinal, y las conexiones sensoriales desde la médula espinal hasta el cerebro, ambas
cruzan la línea media a nivel del tronco encefálico.
La información visual sigue una regla bastante más compleja: los nervios ópticos de
los dos ojos se unen en un punto llamado el quiasma óptico, y la mitad de las fibras de
cada nervio se separan para unirse a la otra.
El resultado es que las conexiones de la mitad izquierda de la retina en ambos ojos, van
hacia el lado izquierdo del cerebro, mientras que las conexiones de la mitad derecha de
la retina van hacia el lado derecho del cerebro. Debido a que cada mitad de la retina
recibe la luz procedente de la mitad opuesta del campo visual, la consecuencia funcional
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es que la información visual desde el lado izquierdo del mundo va al lado derecho del
cerebro, y viceversa.
Así, el lado derecho del cerebro recibe información somatosensorial del lado izquierdo
del cuerpo, e información visual del lado izquierdo del campo visual, una disposición
que ayuda a la coordinación visual y motora.
El neocórtex, que significa corteza nueva o la "corteza más reciente", es la
denominación que reciben las áreas más evolucionadas del córtex particularmente en el
lóbulo frontal.
En la parte más anterior de los lóbulos frontales se encuentra el sustrato de numerosas
funciones cognitivas que son importantes para la flexibilidad de nuestra conducta, su
organización temporal y el mayor grado de libertad respecto a los instintos que
poseemos, si nos comparamos con otras especies con un cerebro menos complejo, y
también con la planificación y anticipación del futuro. Esto nos ha hecho sin duda mejor
adaptados en el proceso evolutivo.
La parte inferior de la corteza prefrontal, llamada área órbitofrontal, está sobretodo
ligada a funciones relacionadas con información interior del organismo, es decir,
memoria a largo plazo, afectos, sentimientos, recompensas, etc., mientras que la parte
dorsolateral se encuentra relacionada con la información proveniente del exterior, o sea,
con los sentidos y la motricidad.
La corteza prefrontal tiene una función modeladora y de control de la respuesta. Su acción
es principalmente reductora o inhibidora, para filtrar la inmensa cantidad de estímulos
irrelevantes que el cerebro percibe, permitiendo la atención, pudiendo así tomar una
decisión y actuar. Esta capacidad es fundamental en términos de supervivencia y
adaptación.
Muchas lesiones cerebrales, especialmente en la corteza, producen lo que se denomina
“liberación de funciones”, ya sean instintos, pulsiones o emociones, que normalmente están
inhibidas.
El desarrollo de la corteza, y en particular el córtex prefrontal, a permitido que nuestra
especie haya evolucionado y tenga sus características humanas, ya que al inhibir funciones
más primitivas ha conseguido que el organismo pueda liberarse de su condicionamiento
genético y adquiera un mayor grado de libertad.
Sin esta libertad, sería impensable una moral fundamental humana. Quizás donde mejor se
puede observar este fenómeno es en la corteza órbitofrontal que tiene la capacidad de
inhibir los instintos provenientes del páleocerebro, que es la sede de la vida instintiva y
donde hay instalados programas ancestrales heredados en los genes, y del sistema límbico,
que es el gestor de las emociones en general.
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La capacidad de anticipación y de asociar el paso del tiempo con las emociones, está
relacionada con esta parte del córtex.
La asociación de la información exterior con la proveniente del interior es fundamental
para la toma de decisiones, este es otro de los roles fundamentales de la corteza frontal:
generar y mantener la atención al inhibir todos aquellos estímulos irrelevantes que dispersen
y confundan dificultando la respuesta.
Cuando el funcionamiento del cerebro es coherente y ordenado, la actividad mental es
armoniosa y equilibrada, permitiendo procesar mucha más información y generar respuestas
apropiadas, desarrollando habilidades cognitivas superiores, lo que se relaciona con la
estructura de las células nerviosas, sus conexiones y su capacidad para captar señales.
Procesamiento de la información
Incluso si una señal ha sido bien captada, si no se procesa correctamente se vuelve
ineficaz.
Este procesamiento hace referencia a las funciones de identificación, comparación,
asociación y clasificación que están vinculadas a la memoria.
Cuanta más memoria accesible tenga el cerebro, mayor será su capacidad de procesar
una información determinada. La accesibilidad a la memoria es pues fundamental.
Comparándolo, desde un punto de vista informático, podemos decir que el cerebro
cuenta con, dos tipos básicos de memoria: la memoria RAM y la memoria del disco
duro (ROM).
La memoria RAM (random access memory) es la que permite acceder a cualquier bit
almacenado sin acceder a los bits precedentes. Es un tipo de memoria en el que
la computadora guarda información para que pueda ser procesada más rápidamente. En
la memoria RAM se almacena toda información que está siendo usada en el momento.
Es volátil, es decir, pierde su contenido al desconectar el ordenador. Se utiliza
normalmente como memoria temporal.
La memoria ROM, (read-only memory) o memoria de sólo lectura, es la memoria que
se utiliza para almacenar los programas que ponen en marcha el ordenador y realizan los
diagnósticos. La mayoría de los ordenadores tienen una cantidad pequeña de memoria
ROM (algunos miles de bytes).
En el ser humano, la memoria RAM correspondería a la memoria accesible para el
lóbulo frontal, sede de la conciencia individual, del control voluntario, de la palabra y
de la capacidad de tomar decisiones.
La memoria del disco duro (ROM) sería la memoria contenida en la totalidad del
cerebro y del sistema nervioso en su conjunto, en cada célula, en el código genético,
incluso en la conciencia alaya (almacén). Un tipo de memoria que compartimos con los
miembros de nuestra especie y con todos las demás especies.
Usualmente, el lóbulo frontal no tiene acceso a este segundo tipo de memoria.
Para él, ésta es una memoria inconsciente. Debido a ello, su capacidad de procesar
adecuadamente las señales es limitada. Como consecuencia, la imagen de la realidad
que el lóbulo frontal crea es también limitada. Como consecuencia, su decisión puede
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ser "torpe" o errónea, impidiendo una respuesta adecuada, dificultando la adaptación y
favoreciendo el “aislamiento” del individuo.
Esta es la situación actual de una buena parte de los seres humanos que viven en la
sociedad moderna.
Esto evidencia una falta de comunicación entre los tres cerebros que evolutivamente
conforman el cerebro humano: el cerebro primitivo o reptil (paleocerebro), el cerebro
medio o emocional (sistema límbico) y el neocórtex (especialmente el lóbulo frontal)
que es la parte más nueva en la evolución, y es característico del ser humano.
El cerebro primitivo o reptil, el medio o emocional y gran parte del córtex están
íntimamente relacionados con la memoria del disco duro, mientras que el lóbulo frontal
es el que gestiona la memoria RAM.
Los contenidos de la memoria RAM son seleccionados por la conciencia del yo, la cual,
a su vez, está condicionada por el sistema socio-cultural.
En las sociedades en las que la cultura humana se ha “separado" de la naturaleza, la
memoria del lóbulo frontal está parcialmente "desconectada" de la memoria celular, que
es gestionada fundamentalmente por el cerebro profundo (primitivo y medio).
Teniendo en cuenta que el sistema nervioso voluntario está controlado por el lóbulo
frontal y el sistema nervioso autónomo por el cerebro primitivo y por el sistema
límbico, podemos decir que muchas de las enfermedades en la actualidad tienen su
origen en la falta de comunicación entre estos tres cerebros, que en realidad son 3
niveles de un mismo cerebro. La información no fluye libremente entre ellos y se limita
el acceso a sus respectivas memorias.
Para procesar adecuadamente las señales, el lóbulo frontal debería tener libre acceso y
ser permeable a la memoria del disco duro, incluyendo la memoria contenida en el
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código genético. Esto significa que el lóbulo frontal debe ampliar su umbral (límites) y
su capacidad de memoria.
El cultivo de la atención y la concentración permite esta ampliación. La práctica de
zazen, facilita el acceso a la memoria biológica situada en los niveles no conscientes,
actualizando así un poder de procesamiento mucho mayor, lo que significa acceso a más
información y a más posibilidades. Esto se traduce en un aumento de los recursos.
Tres cerebros en uno
El cerebro que es nuestro órgano evolutivo por excelencia, es en verdad el ensamblado
de diferentes estructuras (o cerebros) que fueron apareciendo a lo largo de la historia.
Así podemos distinguir:
-El paleocerebro o cerebro reptil:
Es la parte filogenéticamente más antigua, se estima que unos 500 millones de años, y
que compartimos incluso con los reptiles (de ahí su nombre). Es el cerebro profundo
(correspondiente al tronco encefálico, algunos núcleos de la base y el cerebelo), donde
se encuentra el control de las funciones básicas del organismo (corazón, circulación
sanguínea, respiración, equilibrio y tono muscular, medio interno, etc.).
Este cerebro tiene un papel muy importante en el control de la vida instintiva y la
autorregulación del organismo. Por lo tanto no está capacitado para pensar o
emocionarse; su función es la de actuar, cuando el estado del organismo así lo requiere.
En este primer cerebro se genera el sentido de supervivencia y el instinto y además, por
su control sobre la respiración y su interrelación con los poros de la piel, los cuales son
una interfase con el medio externo, cumple una función de protección para el organismo
ya que se carga de detectar señales electromagnéticas del entorno y procesar
información más allá del nivel consciente.
Permite la rápida adaptación por medio de respuestas básicas poco complicadas
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emocional o intelectualmente. Esta conducta no se basa en las experiencias previas ni en
proyecciones futuras.
El sistema reptiliano, en los seres humanos, incluye conductas que se asemejan a los
rituales animales como el anidarse o aparearse. La conducta animal está en gran medida
controlada por esta área del cerebro. Se trata de un tipo de conducta programada y muy
fuerte y, por lo tanto, es muy resistente al cambio.
Para acceder a los programas subconscientes que generan y controlan estos patrones de
conducta, hace falta energía e información coherente y esto se logra trascendiendo el
pensamiento ordinario del córtex izquierdo. Cambiar los hábitos (mentales y físicos)
regularmente es primordial.
Practicar regularmente zazen es una vía directa al cerebro profundo y además es un
buen hábito.
-El cerebro medio o emocional:
Se empieza a desarrollar incipientemente en las aves y totalmente en los mamíferos.
Este cerebro está dotado de un sistema límbico y permite al mamífero un desarrollo de
las emociones y una capacidad de aprendizaje mucho mayor que los reptiles.
Evolucionados a partir de los reptiles, los mamíferos son capaces de experimentar y
manifestar sentimientos, especialmente enojo, tristeza, apego, alegría y miedo.
Los procesos en el mesencéfalo son un poco más elaborados, predominando las
estrategias de grupos, comunidades y la socialización de las especies.
El sistema límbico está formado por una serie de estructuras complejas, que se ubican
por encima del tronco cerebral, alrededor del tálamo y debajo de la corteza cerebral.
Está formado por partes del tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo
calloso y mesencéfalo.
Es el responsable principal de la vida afectiva, y es fundamental en la formación de la
memoria, en la que participan el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala y otras áreas
relacionadas.
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Las funciones principales del sistema límbico son: la motivación por la preservación del
organismo y la especie, la capacidad de aprendizaje integrando la información genética
y ambiental, y la tarea de armonizar nuestro medio interno con el externo antes de
efectuar una conducta.
Por esto el aprendizaje y la memoria están relacionados con la afectividad y las
emociones.
Para poder aprender hay que relacionarse afectivamente con la experiencia de
aprendizaje. Es muy importante "querer aprender" y sentir que "uno puede hacerlo". De
no ser así se producirán bloqueos o insuficiencias que impedirían al objeto de
aprendizaje pasar a la neocorteza para ser integrado a la estructura cognoscitiva y
producir transformaciones significativas".
-El cerebro superior o neocórtex:
Los seres humanos, los primates y algunos cetáceos tienen un cerebro mucho más
desarrollado que el resto de los mamíferos, por lo cual, además de los sentimientos,
manejan un proceso de mayor entendimiento, que está directamente relacionado con el
desarrollo de la corteza cerebral (telencéfalo).
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Ya hemos visto más arriba las características de la corteza cerebral. Podemos agregar
que existe una relación directa entre el desarrollo de la corteza cerebral y el desarrollo
social. A mayor desarrollo cortical, sociedades más complejas y organizadas.
El córtex es el lugar donde se realizan los procesos intelectuales superiores.
Las dos características básicas del córtex son:
(a) La "visión integral", la cual se refiere al sentido de globalidad, síntesis e integración
con que actúa el hemisferio derecho.
(b) El “análisis”, que se refiere al estilo de procesamiento del hemisferio izquierdo, el
cual hace énfasis en los procesos lógicos y el razonamiento, la relación causa-efecto, las
hipótesis y en la precisión y exactitud.
En los humanos existe una hiperespecialización del hemisferio izquierdo.
Desde esta perspectiva el cerebro tiene dos modos básicos de funcionamiento. Un modo
operativo y un modo perceptivo. Estos “opuestos complementarios” manifiestan la
naturaleza bipolar del universo y de todas sus manifestaciones.
Esta somera descripción sirve para comprender mejor como funciona la mente, y
obviamente el cerebro, si bien tenemos que considerar que el cuerpo y la conciencia se
generan mutuamente, la mente no esta confinada solo en el cerebro, ni siquiera en
nuestro cuerpo físico, simplemente porque la mente, como actividad de la conciencia, es
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un fenómeno de naturaleza no localizada y entrelazada, aunque para crear pensamientos
conscientes es necesaria la actividad normal de las neuronas y sus conexiones.
Cada modo de procesamiento se corresponde con un hemisferio cerebral.
El modo operativo, que también podemos decirle activo o ejecutivo, es la manera del
cerebro izquierdo. Es el modo Yang.
Es el que activa la voluntad y toma las decisiones, por esto procesa en forma secuencial,
paso a paso, y sus procesos son lógicos y lineales. Con este tipo de procesamiento se
relaciona la noción de flujo del tiempo y la planificación.
Como es la parte del cerebro que habla, y por cuestiones evolutivas es más fuerte,
lentamente ha ido tomando el control y en el ser humano moderno se encuentra
dominando la realidad.
Es el lado masculino, agresivo, individualista y calculador. Separa y analiza para
comprender.
En la sociedad moderna, desde niños somos educados para pensar solo con el cerebro
izquierdo. Ya desde temprana edad recibimos entrenamiento para percibir una realidad
material, sólida y determinada, y pensar de manera razonable, permitiéndonos mover
dentro de estrechas categorías y conceptos abstractos, concentrándonos en hechos,
números y leyes arbitrarias, y esto ha hecho más daño que el crédito que se le puede
otorgar, generando individuos prisioneros de sus categorías.
La mayoría de los científicos están confinados en su hemisferio izquierdo. Por esta
causa la ciencia, aunque impresione con sus “avances” y “logros” tecnológicos, nunca
podrá describir la realidad total, ya que los conceptos son relativos y limitados por el
lenguaje. Es más, este tipo de pensamiento, si no es adecuadamente equilibrado, nos
aleja de nuestro ser esencial.
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El entrenamiento para el cerebro izquierdo esta basado en la repetición, el
sobrecalentamiento, de esta forma se instalan programas subconscientes que
determinarán la mentalidad del individuo.
Niños y jóvenes son preparados para aceptar lo que se les enseña sin cuestionarse nada.
Mediante el sistema de premio y castigo se recompensa al “buen alumno” y los que no
se ajustan al modelo o no dan la “nota”, incluso son ridiculizados.
Es así como los pequeños aceptan ciegamente lo que se les dice y repiten
mecánicamente la información. Estos niños más tarde se convertirán en científicos,
empresarios, médicos, profesores o políticos, y serán los que tomen las decisiones,
algunos incluso lleguen al gobierno o a puestos de relevancia social.
El hemisferio derecho, representa el modo perceptivo y holístico, es decir, relativo al
todo o a la totalidad. Es el lado Yin, receptivo e imaginativo.
Con el cerebro derecho podemos ver a través del “ojo de la mente” cosas que son
imaginarias o reconstruir cosas reales (¿puedes reproducir en tu mente la imagen de la
puerta de su casa?) e incluso visualizar el interior de tu cuerpo.
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Percibimos las cosas en el espacio, y cómo se combinan las partes para formar el todo.
Gracias al hemisferio derecho, entendemos las metáforas, la música y el arte y podemos
crear nuevas combinaciones de ideas.
Esta parte del cerebro no es especialista en lenguaje y conceptos, es más bien muda.
Para poder expresar lo que percibe con palabras pasa la información al lado izquierdo,
donde colapsa en conceptos y categorías.
Cuando algo es demasiado complicado para describirlo hacemos gestos para comunicar
la impresión.
Con el modo que tiene el hemisferio derecho de procesar la información se desarrolla la
intuición y la comprensión total, general de la cosa, no puede entrar mucho en detalles
ni aislar una parte. A veces entendemos las cosas pero no podemos explicarlas, para
explicar las cosas en un orden lógico interviene el cerebro izquierdo, la palabra, los
conceptos y la lógica, y aquí es donde se produce un cuello de botella y se retarda el
procesamiento.
En informática, un bottleneck o cuello de botella, es un límite en la capacidad de
transferencia de información de un sistema o una conexión, que puede reducir el tráfico
en condiciones de sobrecarga. Suele producir una baja del rendimiento y la velocidad
general tanto en un sistema como en una conexión.
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El hemisferio derecho es intuitivo, subjetivo, relacionador, holístico, atemporal. Este
modo que es menos brillante y operativo, es fundamental para aprender y es el que
nuestra cultura tiende a ignorar.
La educación, en su mayor parte, está dirigida a fomentar la parte verbal, racional y
temporal del hemisferio izquierdo, dejando olvidado medio cerebro de cada estudiante.
Esto genera un desequilibrio, que no solo afecta la capacidad de aprendizaje sino
también la salud del individuo.
El modo habitual de funcionamiento cerebral es a expensas del cerebro izquierdo. Es el
que ha creado nuestra forma de sociedad y es al que estamos acostumbrados. Es el que
trabaja, habla, calcula y mantiene a la mente ocupada con su incesante diálogo.
Si esta actividad no es equilibrada lleva inevitablemente al agotamiento, al estrés e
incluso a la locura.
Cultivar la mente y aprender a pensar con la totalidad de nuestro ser es lo importante y
verdaderamente trascendental.
Entrenar el lado derecho es fundamental para equilibrar y optimizar el rendimiento
cerebral y si es desde temprana edad mejor, pero la edad no es un impedimento, ya que
el cerebro tiene una capacidad plástica increíble y no pierde nunca la habilidad de
aprender. La diferencia está en el nivel de energía disponible y esto es variable en cada
persona.
En la actualidad, a pesar de que los educadores son cada vez más conscientes de la
importancia de estimular el pensamiento intuitivo y creativo, los sistemas educativos
oficiales siguen estructurados al modo del hemisferio izquierdo.
La enseñanza es secuencial: los estudiantes progresan rindiendo exámenes, dependiendo
de una clasificación, ascendiendo grados en una dirección lineal.
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Las principales materias de estudio son verbales y numéricas: lectura, escritura,
aritmética, memorización. Se siguen horarios estrictos. Los pupitres están ordenados en
filas. Se pregunta y se responde. Se entregan diplomas. Y todo el mundo tiene la
sensación de no aprender nada o poca cosa y muy pocos se sienten a gusto.
El cerebro derecho -el soñador, el imaginativo, el artista- está casi olvidado en la
educación moderna. Puede que haya algunas clases de arte, algún que otro taller, algo
llamado «escritura creativa» y quizás cursos de música. Pero es muy improbable que a
los jóvenes se les enseñe a meditar o que encontremos cursos que ayuden a desarrollar
la imaginación, la visualización, la percepción espacial, la creatividad, la inventiva,
como temas tan importantes o más que la geografía, la historia antigua o la física.
No obstante, los educadores valoran estas cualidades y aparentemente esperan que los
estudiantes desarrollen la imaginación, la percepción y la intuición como consecuencia
natural de un entrenamiento verbal y analítico.
El resultado es en general frustrante.
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Hay dos maneras de desarrollar y equilibrar el cerebro derecho. El método activo y el
pasivo.
El primero es mediante el arte, la música, el dibujo, el sentido del espacio, esto quiere
decir integrar el espacio a nuestra percepción, relacionándose también con la no forma y
el vacío. La práctica de taichichuan, chi kung o yoga son eficaces.
También puedes dedicar momentos a percibir la forma de las nubes, un árbol, un paisaje
o escuchar música, todo sin emitir juicios y apagando el diálogo mental. Esto ayuda a
que descanse y se refresque el cerebro izquierdo y el sistema puede reconfigurarse.
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El método pasivo es mediante la meditación.
Meditar no se refiere a una actividad mental especial, más bien es como apagar el
motor.
La práctica de zazen equilibra la función de los hemisferios cerebrales y reorganiza la
estructura neuronal, pero por otro camino.
Es el no movimiento, la no acción, la conciencia absoluta.
Por esto es el punto culmine o el punto cero. Al prescindir del pensamiento consciente,
de la palabra y del movimiento, la realidad que se crea ya no es la habitual proyección
secuencial en 3D del cerebro izquierdo, sino que como reposa el córtex frontal (áreas
motoras, palabra, yo consciente), la alta energía que este consume se redirige al lado
derecho y a zonas más profundas del cerebro, mejorando la actividad en estas áreas y
fortaleciendo sus conexiones.
El flujo de energía e información entre ambos lados se equilibra. Los campos
electromagnéticos aumentan su intensidad y amplitud, afectando al propio organismo y
al entorno. Esto se relaciona con la coherencia y la organización del sistema físico y
electroquímico del cerebro.
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Las sinapsis que forman las dendritas y los axones no tienen una programación genética
predeterminada, de hecho, el nivel de expresión de un gen dado puede estar
determinado por las particularidades de la experiencia. La herencia genética predispone
ciertas tendencias a la interconexión.
Esta es la base física para desarrollar habilidades como la intuición, el “ver lejos”, la
anticipación, la creatividad, el acceso a memoria ancestral, la imaginación y la
sabiduría.
Comparación entre los modos
izquierdo y derecho
intelecto
intuición
convergente
divergente
digital
analógico
secundario
primario
abstracto
concreto
dirigido
libre
lógico
imaginativo
analiza
relaciona
lineal
circular
racional
intuitivo
secuencial
múltiple
analítico
holístico
objetivo
subjetivo
sucesivo
simultáneo
El hemisferio izquierdo analiza en el tiempo.
El hemisferio derecho sintetiza en el espacio.
El lado razonable y lógico es más seguro, pero más aburrido y cuesta caro mantenerlo.
El lado intuitivo y creativo es menos operativo, pero mucho más divertido y ecológico.
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Resumiendo: Nuestro cerebro tiene 2 lados, dos polos, diferentes e interconectados,
que si funcionan conjuntamente y en forma normal, son capaces de crear una realidad
armoniosa y creativa y sobretodo inteligente. Pero cuando alguno predomina, su
actividad se desequilibra, generando una actividad mental desordenada que impactará
seguidamente en el mundo físico.
Cuando la actividad neuronal es coherente, entonces el procesamiento de la
información se optimiza, modificando incluso el sistema físico (hardware), es decir, las
neuronas, sus conexiones y redes neuronales.
Nuestros ancestros homínidos tenían un mayor desarrollo del cerebro derecho. En esas
épocas remotas predominaba la vida instintiva y tribal, el lenguaje era simple y directo y
no tenían desarrollada la ciencia ni la tecnología.
Su relación con la naturaleza era mucho más estrecha y mágica.
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Con la evolución de la palabra, el razonamiento y la tecnología, se fue desarrollando la
civilización y su órgano insigne: el cerebro izquierdo. La individualidad y el
aislamiento se fueron imponiendo y el ser humano se fue alejando de la naturaleza y de
su propia esencia.
En las sociedades modernas, dada la excesiva cantidad de estímulos ambientales y la
desordenada actividad mental, el córtex cerebral izquierdo está hipertrofiado, con la
consecuente atrofia o disminución de su opuesto complementario: el hemisferio
derecho. No significa que esto sea algo malo, es una respuesta adaptativa, pero si no se
equilibra seguramente traerá trastornos y un mal funcionamiento del procesador.
Esta hiperactividad se retroalimenta generando siempre la misma realidad, la misma
forma de pensar y de percibir y las mismas conexiones neuronales. A menos que
apagues la máquina por momentos y puedas reiniciar el sistema desde cero. Sino estarás
siempre procesando información del pasado, reverberaciones que todavía están siendo
procesadas por el secuenciador, que como vimos es más lento. Por eso lo que la mente
consciente considera presente, ya es pasado. Quedar atrapado en esta secuencia reduce
las posibilidades y la capacidad de adaptación.
Es muy probable que la misma evolución de nuestra especie vaya transformando esta
condición, de hecho estamos mutando y encontrando nuevas capacidades. La evolución
se acelera.
Los hemisferios tenderán a equilibrarse, como todo en el universo, buscando una
optimización del rendimiento y una mejor adaptación.
Debemos considerar la complejidad de nuestro cerebro y de todo el organismo y atender
en consecuencia nuestros diferentes niveles y partes. El desarrollo cerebral va de la
mano con el cultivo de la mente. Esto no quiere decir solo intelecto y acumulación de
datos, también son necesarios el silencio y la receptividad.
Es el camino del autoconocimiento.
Este balance dinámico en las funciones del cerebro aumentan su capacidad para
procesar información con lo que se incrementan las posibilidades y mejora la
adaptación, y esto no es solo una cuestión individual, nuestras experiencias enriquecen
los campos mórficos y nuestra evolución personal se convierte en la evolución de todos.
Tu propia luz ilumina el universo entero.
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Efectos de la meditación en el cerebro
La práctica de zazen incrementa la sincronía gamma. Esto ha sido demostrado en
numerosas investigaciones.
Estas ondas gamma reflejan la coherencia de la actividad cerebral y se detectan durante
estados de atención y concentración. Es un estado supraconsciente, es decir, una
expansión de la conciencia que se manifiesta naturalmente a partir de la concentración y
la observación relacionadas con la respiración, la inmovilidad y el equilibrio de la
postura.
Esta coherencia de la actividad cerebral se corresponde con una reorganización de las
conexiones cerebrales. La formación de nuevas conexiones y la flexibilidad de las redes
neuronales manifiestan la capacidad plástica del cerebro.
La cantidad de horas de meditación también genera un efecto “duradero” en la
configuración de las redes de neuronas. Este fenómeno llamado “potenciación a largo
término” (PLT) esta relacionado con la fuerza de las conexiones sinápticas.
También se registra un aumento de las ondas gamma después de la meditación, esto
implica un impacto a corto plazo en la dinámica cerebral.
Este estado de conciencia produce una verdadera reorganización del
cerebro, incrementando su eficacia en el procesamiento de información y la generación
de respuestas.
Estos beneficios son inconscientes, o en todo caso no son algo que se busque
conscientemente durante la práctica de zazen.
La coherencia y el aumento de la sincronía neuronal son el resultado de la unidad de la
mente y el cuerpo en el instante presente.
Cuanto más "afinadas" estén las neuronas, mejor sonarán, pero para que el sonido de la
orquesta resulte armónico, rítmico y melodioso, depende de la dirección.
La directora de la orquesta es la conciencia.
Mariano Giacobone 2012
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