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“EL REPORTAJE”
de SANTIAGO VARELA nos acerca al momento en que un canal de
televisión le ha pedido a un ex General de la Nación Argentina una entrevista que se realizará en el
penal en el que el protagonista cumple condena por su participación durante la brutal dictadura
genocida que asoló a Argentina a partir de 1976.
El interés del programa que este periodista está armando reside en que este militar dé testimonio
sobre el modo en el que él participó en actividades de censura en el campo de la cultura durante
esos años y más específicamente en el incendio de un teatro, El Picadero, que ardió una noche de
fines de Julio de 1981. En ese teatro un grupo de gente dedicada al teatro, que incluía a autores,
directores, escenógrafos y técnicos, acababa de estrenar un ciclo de obras de media hora cada una
que se daban en series de tres por día durante todos los días de la semana hasta totalizar
veintiuna. Ese ciclo dio en llamarse TEATRO ABIERTO y con los años es un reconocido ícono de la
resistencia cultural durante la dictadura. En homenaje a ese ciclo, la Secretaria de Cultura de la
Nación convocó este año un concurso de autores cuyas obras agrupadas de a tres, evocaran el
espíritu de aquel ya legendario movimiento y que se darían durante seis meses precisamente en
aquel teatro que la dictadura mandó incendiar y que hoy está de nuevo en pie y recuperado para
el frondoso panorama teatral de Buenos Aires.
Lo que EL REPORTAJE permite en su nivel ficcional es acceder al pensamiento autoritario de
aquella y de todas las épocas.
TEXTOS PARA EL NARRADOR DE “GRIS DE AUSENCIA”
Y
“EL ACOMPAÑAMIENTO”
PRIMER RELATO
Hacia fines de 1980 sólo las Madres de Plaza de Mayo desafiaban a la dictadura militar con su rito
semanal, valiente y solitario girando alrededor de la Pirámide de la Plaza de Mayo con sus
pañuelos blancos en la cabeza. Fue por aquel tiempo cuando empezaron a registrarse los
primeros brotes de resistencia a la dictadura: huelgas aisladas, protestas populares focalizadas y
las primeras reacciones de la prensa independiente. A esto se sumaron tres frentes de protesta: el
teatro, las revistas de humor y los recitales de música popular. A mediados del 81, el pueblo
desconocía la magnitud del genocidio que se había perpetrado y sus detalles más perversos pero
nadie podía ignorar que existían miles de desaparecidos y torturados, presos políticos y campos
de concentración. Pero además las mayorías silenciosas comenzaban a sospechar que también
ellos eran víctimas del régimen: por aquellos años el sueldo de obreros y empleados se iba a
reducir en un veinte por ciento.
En ese contexto político nació Teatro Abierto.
Todo acto rebelde nace por amor a la vida. Es por amor a la vida que el Hombre resiste, crea y
sobrevive a las inclemencias de la Historia. La génesis de Teatro Abierto tuvo que ver con este
amor y esta creatividad.
En medio de la represión, las desapariciones y los exilios externos e internos, Carlos Gorostiza
cuenta cómo se fueron acumulando humillaciones tales como los despidos de la Escuela Nacional
de Arte Dramático, o la conocida eliminación de la cátedra de Teatro Argentino. Acumulaciones. Y
entonces algunos de nosotros- dice- por teléfono o en algún café, entrevimos la posibilidad de
decir “aquí estamos”. Estamos vivos. Porque la acumulación de ofensas era exagerada. No la
podíamos soportar. Fue entonces que resolvimos, ante la imposibilidad de concretar planes, por
lo menos no darles el gusto a los de la dictadura de lograr lo que se proponían: hacernos
desaparecer. De modo que un día resolvimos realizar un acto heroico: citarnos todos los jueves a
las 5 de la tarde en nuestras casas para tomar mate con pastas y hablar de la vida en general. Así
al menos podríamos oírnos, mirarnos y no permitir que nos convirtieran en “pedacitos”, cosa que
ellos estaban logrando. Éramos un entero. Fue así que empezamos a reunirnos. La primera
reunión fue en casa de Gorostiza, con café, mate y pastas de mediana calidad pero matizada con
diálogos vivos, que, aunque sin planes posibles, evidenciaban la indignación. Hasta que un día de
aquellos, Chacho Dragún trajo al grupo de autores una idea que le había sido sugerida por un
grupo de jóvenes: eludir la posible censura escribiendo obras cortas eróticas. Hubo risas, por
supuesto, alguien dijo que era una locura. ¿Era verdad? Pero aquella gesta sólo pudo ser
realizada con un alto grado de hermosa locura creadora. Días después Chacho Dragún, inspirado
en la estructura de la sugerencia erótica, sembró la idea de lo que sería Teatro Abierto: veintiuna
obras de un acto, no estrenadas, se representarían tres por día durante una semana en una sala
en horario vespertino y durante dos meses. Los autores fueron reuniendo a los 21 directores, y,
entre todos, a los actores, y luego a los escenógrafos, y luego a los figurinistas, y luego a los
músicos, y luego…. Se imprimieron abonos para la totalidad de esas 8 semanas de funciones en un
teatro pequeño, el Teatro del Picadero. Los abonos fueron arrebatados de las manos de quienes
los vendían al precio de un pan, tan baratos eran. La ciudadanía también quería participar.
Chacho Dragún lo evocaba así: “Buscábamos cómplices para una idea loca. Casi como
contrabandistas. En voz baja. Para no asustar a nadie. Ni siquiera a nosotros mismos. Sonaban
más fuertes las sirenas policiales que nuestras voces. Y de pronto las islas flotantes que se fueron
uniendo conformaron un continente”.
El resto ustedes lo saben: fue el primer gran movimiento cultural contra la dictadura apoyado por
toda la ciudadanía y capaz de soportar los embates del peor de los sabotajes. Fueron momentos
de gran felicidad combativa para nosotros.
El teatro en la Argentina tiene una larga tradición de rebeldía y de militancia resistente. Fue
vanguardia en la resistencia y víctima propiciatoria de dictaduras e intolerancias. La dictadura de
1976 no había aplicado la censura previa. Claro que quien se animara a sacar la cabeza sabía que
corría el riesgo de perderla y ése fue el punto de comienzo de un instrumento mucho más eficaz y
penoso: la autocensura. Sólo en los pequeños teatros de arte aparecían los mayores riesgos pero
el régimen las dejaba pasar en tanto no tenían el riesgo de cobrar notoriedad más masiva. Por eso
Teatro Abierto pudo ser soñado. De los laberintos nocturnos en que se tejen estas utopías nació el
llamado de los primeros convocantes: los autores.
SEGUNDO RELATO
Así fue como nació Teatro Abierto el 28 de julio de 1981 en el Teatro del Picadero. Tres por día
fueron dándose a conocer las obras hasta que culminó la primera semana el 4 de agosto. Pero el
régimen tomó conciencia de su significación y el 6 de Agosto envió un comando de represores que
en la madrugada de ese día, mientras Frank Sinatra cantaba en el Hotel Sheraton para el Buenos
Aires de la dictadura, incendió el teatro de la cortada Rauch.
La reacción de la comunidad fue inmensa y no se hizo esperar. De los múltiples ofrecimientos de
salas para continuar, Teatro Abierto eligió la del Tabarís. Un delirio de las catacumbas terminó
compartiendo las luces de la notoria calle Corrientes, y a partir del incendio se transformó en un
fenómeno de una masividad descomunal desde el 18 de Agosto, sólo 12 días después del incendio.
Las cosas no salen siempre como los poderosos las programan- afirma Tito Cossa, y este
fenómeno así lo demuestra. A los militares argentinos, tan expertos en armas, con Teatro Abierto,
el tiro les salió por la culata.
FEDERICO LUPPI
Nació en Ramallo, de joven se fue a La Plata a estudiar dibujo y ahí conoció el
teatro, desde entonces abandonó sus estudios para dedicarse a la actuación.
Se formó durante años con maestros como Heddy Crilla, Augusto Fernándes y
Alezzo. En teatro participó en obras como “Soledad para Cuatro”, “Ha llegado
un inspector”, “Nuestro fin de semana” de Tito Cossa, “Luv”, “Tupac Amaru”,
“Morir en familia”, “El gran deschave”, “Convivencia”, “Mal de padre”, “Salven al
cómico”, “El vestidor”, “El guía del Hermitage”, “Por tu padre” y “La noche del
ángel”
Formó parte de Gente de teatro, conocido popularmente como “el clan Stivel”,
grupo integrado por el propio David Stivel, Bárbara Mujica, Norma Aleandro,
Marilina Ross, Carlos Carella, y Emilio Alfaro, una de las primeras y más
importantes experiencias de cooperativa actoral, juntos hicieron series tan
importantes como “Cosa Juzgada” bajo la dirección de Juan Carlos Gené, “Los
herederos” en cine y numerosas obras de teatro.
En televisión trabajó en ciclos clásicos de la televisó argentina: “Hombres de
Ley” o “Situación límite” o “Alta comedia”. En los últimos años colaboró y
protagonizó series como “Los sónicos”, “El pacto”, “Impostores”, “Trátame
bien”, “Los Simuladores” o “En terapia”.
En cine realizó una extensa carrera en el que participó en más de 90 películas
entre las que se encuentran “El romance del Aniceto y la Francisca” de
Leonardo Favio, “Crónica de una señora” de Raúl de la Torre, “La Patagonia
rebelde” de Héctor Olivera, “Tiempo de revancha” de Adolfo Aristarain, con el
que realiza al año siguiente “Últimos días de la víctima”. Siguen “Plata dulce”,
”El arreglo”, “No habrá más penas ni olvido”, “Pasajeros de una pesadilla”. En el
año 1988 realiza junto a Liv Ullman “La amiga”. En la década del 90 realiza “100
Veces no debo” de Alejandro Doria, “Flop” y vuelve a trabajar con Adolfo
Aristarain en la exitosa “Un lugar en el mundo”. En México en 1992 realiza “Mi
querido Tom Mix”, luego seguirán otras como “Matar al abuelito”, “Caballos
salvajes”, “La ley de la frontera”, “Nadie hablara de nosotras cuando hayamos
muerto”, “Éxtasis”, “Sol de otoño”, “Martín Hache”, “Bajo Bandera”, “Lisboa” y
“Las huellas borradas” junto a Mercedes Sampietro.
Entre sus últimas realizaciones se encuentran “Fase 7”, “Cuestión de
principios”, “Inevitable” y “El laberinto del fauno” de Guillermo del Toro, con
quien había realizado además “El espinazo del diablo” y "Cronos".
Debuta como director cinematográfico en la producción española “Pasos” de
Susana Hornos, con Fabián Vena, Ana Fernández y Alberto Jiménez, Ginés
García Millán y Susana Hornos.
Vuelve a Argentina para trabajar bajo las órdenes de Eduardo Mignogna en “El
viento”.
Recibió premios como el Martín Fierro y numerosos premios en festivales
como San Sebastián, Portugal, Mar del Plata, Chicago , Los Ángeles, Huelva,
Valladolid, Montreal, entre otros.- También tiene en su haber premios de la
Asociación de Cronistas cinematográficos de la Argentina , así como varios
premios Cóndor de Plata.
HUGO URQUIJO (Director)
Hugo Urquijo, doctor en medicina, médico psiquiatra, maestro, actor y director
de teatro desde 1975 cuando dirigió “Tres por Chejov”, ha dirigido cerca de
40 obras de teatro.
Director teatral de larga trayectoria en la escena de Buenos Aires, Hugo
Urquijo se ha caracterizado por una fina intuición para trasladar al escenario
el universo de dramaturgos tan disimiles como Samuel Beckett, Harold Pinter o
George Bernard Shaw. Sin embargo, ha sido Tennessee Williams el autor que
más ha despertado su interés. Urquijo se define como un verdadero apasionado
del teatro de autor. Montó dos veces “El zoo de cristal” (en 1976 y 1992) y “Un
tranvía llamado Deseo” (en 1985).
En el Teatro San Martín, ha montado “Seis personajes en busca de autor” de
Luigi Pirandello (Sala Casacuberta, 1976); “Casas de viudos”, de Bernard Shaw
(Sala Casacuberta, 1977); “Esperando a Godot”, de Samuel Beckett (Sala
Casacuberta, 1979); “Viejos tiempos”, de Harold Pinter (Sala Casacuberta,
1980), “Noches blancas”, de Fiodor Dostoievski (Sala Casacuberta, 1981), “De
repente el último verano” de T. Williams (1999); “Platonov” de Antón Chejov
(2003) y “Democracia” de Michael Frayn (2006). Premios a la Mejor Dirección:
María Guerrero, Premio Leónidas Barletta, Estrella de Mar, Premio ACE.
Participó de Teatro Abierto 1981 con la obra "Desconcierto" de Diana
Raznovich, de quien estrenó "Jardín de otoño" en 1983 en el Teatro Olimpia.
También estrenó obras de autores argentinos como Pacho O Donnel, Jorge
Palant y Daniel Dalmaroni. Del teatro argentino fue autor de la puesta de "El
organito" de “Discepolo” en el Cervantes en 1994 y "Nuestro fin de semana" de
Tito Cossa en 1998.
Dirigió la puesta en escena de la primera obra teatral del premio Nobel Gabriel
García Márquez "Diatriba de amor contra un hombre sentado" estrenada en el
Teatro Nacional Cervantes en 1988, espectáculo que fue repuesto en 2006 en
el Teatro Payró.
Ejerce la docencia teatral desde 1976 hasta la actualidad en que dedica sus
seminarios especialmente al trabajo sobre la acción y el texto (la escena, el
monólogo, el relato).
DISTRIBUCIÓN
Producciones Teatrales Contemporáneas, S.L.
Lola Graiño – Olvido Orovio
C/ Viriato 20 –3º-F - 28010 MADRID
Tel. 34-91 445 68 08 - Fax 34-91 446 9754
E-mail [email protected]
www.ptcteatro.com