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TEMOR, ANSIEDAD,
INSOMNIO. DEPRESIÓN...
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Los efectos provocados por
Situaciones
extremas
cómo se enfrentan?
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a madrugada del 27 de febrero la zona más poblada de nuestro país
se despertó bruscamente con un sismo de gran intensidad y larga
duración.
Una gran extensión del territorio nacional sufrió destrozos
materiales y muertes de seres queridos.
Los chilenos de más edad ya habían vivido el sismo más
grande de la historia el 22 de mayo del año 1960 –un
sismo de magnitud 9,5 de la Escala de Richter que dejó
1655 víctimas- ; otros no se imaginaban cómo podía ser
un evento de la naturaleza de dicha magnitud aunque
todos habíamos sido testigos de la reciente tragedia del
terremoto de Haití.
Pero más allá de las imágenes sobre destrucción
de puentes, de caminos, de viviendas, de zonas
arrasadas por la furia del mar, hemos presenciado sufrimiento humano.
Entonces es válido preguntarse: ¿cómo afectará este
desastre natural la salud mental de las personas?
Todos los chilenos desde Arica a Magallanes hemos
presenciado a través de la televisión y de los medios
de comunicación, imágenes de la tragedia y testimonios de seres humanos afectados, por lo tanto de una
u otra manera hemos sido parte del hecho noticioso y
podemos estar angustiados apenados por lo sucedido.
Otros chilenos estuvieron en la zona “terremoteada”
pero entre ellos también hay grandes diferencias:
unos estuvieron en las zonas donde se salió el mar y
se llevó a parientes o amigos, otros estuvieron en las
ciudades donde luego del terremoto hubo actos de
violencia y saqueos, otros estuvieron en edificios que
no resistieron la furia de la naturaleza, algunos en edificios en altura que se movían al ritmo de la naturaleza. En fin, todos hemos tenido experiencias distintas.
Otros países han vivido experiencias similares y de
esas experiencias sabemos que los seres humanos
presentan síntomas ansiosos y depresivos, que tienden a fumar más, a beber más y a consumir más drogas ilícitas luego de una catástrofe como la vivida.
También sabemos que estos síntomas y conductas
van disminuyendo a medida que pasa el tiempo.
Pero algunas personas sufrirán algunos trastornos de
salud mental... Y ¿quienes tienen más posibilidades
de presentar dichos trastornos?.
Las personas que sufrieron situaciones más traumáticas en relación al sismo, aquéllas personas que ya
antes del sismo presentaban problemas con su salud
mental, las personas que han sufrido pérdida de seres
queridos y las que han sufrido pérdidas materiales,
aquéllas que han quedado sin trabajo y las que han
debido vivir en albergues.
Y ¿qué podemos hacer?
Resumidamente, en primer lugar, tratar de continuar
con la cotidianidad, reforzar la vida familiar, reintegrarnos a nuestro trabajo. Compartir, solidarizar, hablar y
escuchar. Esperar.
Si no logramos tranquilizarnos, entonces debemos
pedir ayuda a nuestros seres más queridos y si aún
esto no es suficiente, a un médico y/o psicólogo.
Dra. Graciela Rojas
Directora Clínica Psiquiátrica
Universidad de Chile
Análisis de los
síntomas
psicológicos
De acuerdo al Psiquiatra Ramón Florenzano Urzúa,
Director de Investigación de la Universidad del
Desarrollo, la situación vivida deriva en una variada
cantidad de respuestas psicológicas, algunas normales y otras, que pueden evolucionar hacia patologías emocionales crónicas.
El término frecuentemente usado de Trastorno por
Estrés Postraumático corresponde al último tipo, y no
es lo más habitual.
Cualquier cambio inesperado de nuestro entorno
físico, sean inundaciones, tormentas, huracanes o
terremotos, hace que nuestro sistema psicofísico se
desestabilice, y se gatille la respuesta de estrés.
Ésta es adaptativa en muchas ocasiones, y los
periódicos están repletos de historias de personas
que, activadas por su percepción del comienzo del
terremoto o por la alarma de tsunami, reaccionaron
rápida y a veces heroicamente para evitar o minimizar consecuencias a veces fatales de la catástrofe.
Cuando el desajuste se produce por un estímulo
muy superior al habitual, que hace que las respuestas o mecanismos defensivos habituales se vean
sobrepasados, hablamos de TRASTORNO AGUDO
DE ESTRÉS.
Cuando el estímulo es menor, y la respuesta excesiva o desproporcionada, hablamos de FOBIA (a
los sismos, terremotos o maremotos).
Cuando pasa el tiempo y los síntomas se prolongan
más allá de un período prudente, habitualmente
seis meses más allá del final de la etapa sísmica,
entonces de habla de TRASTORNO POR ESTRÉS
POSTRAUMATICO.
EN LAS PRIMERAS 72 HORAS:
Es frecuente el entumecimiento psíquico: la televisión ha mostrado a personas asustadas, apáticas y
confundidas. En algunos casos hay crisis emocionales y excitabilidad.
Se oscila entre el deseo y el temor de conocer la
realidad, cómo ha quedado la casa y donde están
sus familiares. Algunos presentan oscilaciones
afectivas, pasando de la parálisis emocional, a la
rabia y queja permanentes.
EN EL PRIMER MES POST-SISMO:
Surge la reacción de duelo normal: tristeza, aflicción y miedo cuando las réplicas se prolongan.
Algunos presentan achaques orgánicos varios:
dolores de cabeza, de espalda, colon irritable o
cambios en el apetito. Hay preocupación exagerada, irritabilidad, inquietud motora e insomnio, este
último con angustia anticipatoria de un nuevo
sismo.
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EN LOS DOS A TRES MESES SIGUIENTES:
Cuando el proceso evoluciona normalmente, la
ansiedad y el temor van disminuyendo, la tristeza
puede persistir más al evaluar las consecuencias
permanentes de las pérdidas por el evento. En
algunos casos surge agresividad creciente, sea
intrafamiliar, sea hacia los presuntos culpables de
los acontecimientos.
Aparece desmoralización cuando se atrasa la
Clasificación de las
Cuando
el paciente es tratado
oportunamente
los síntomas disminuyen o
víctimas de
estrés postraumático
desaparecen dentro de
los treinta días.
ayuda o al enfrentar las dificultades de retomar
una rutina cotidiana. Hay creciente rabia ante
señales de discriminación en la entrega de
ayuda, impunidad o revictimización.
En algunos se instala una posición de dependencia extrema, esperando todo de los equipos
de auxilio.
Este es el período crucial en el cual se recupera
el estrés agudo, o se evoluciona hacia la recuperación o hacia el trastorno de estrés postraumático (TEPT): En este aparecen sueños recurrentes, en los cuales reaparecen las escenas vividas, o incluso en el día hay pensamientos intrusos en los cuales se repite una y otra vez los
pensamientos o los recuerdos traumáticos. Hay
ansiedad intensa que puede llevar a actos
impulsivos. En algunos hay culpa por haber
sobrevivido o por sentir que no se dio suficiente
ayuda en el momento del sismo a otros.
PARA PREVENIR EL TEPT, ES CRUCIAL LA
INTERVENCIÓN EN CRISIS TEMPRANA:
Cuando el paciente es tratado oportunamente,
los síntomas disminuyen o desaparecen dentro
de los 30 días.
Los consejos iniciales son alrededor de necesidades prácticas, para sobrevivir, alimentarse,
evitar nuevos riesgos. Hay luego que facilitar el
relato repetido del o de los eventos vividos.
El poder hablar reiteradamente, es lo denominado, desde los médicos griegos, catarsis, que
proporciona un alivio importante, especialmente
cuando la persona ha presenciado muertes u
otras escenas que rompen su equilibrio habitual.
Luego es importante planear rutinas diarias,
sean las previas, si éstas se pueden reasumir, o
nuevas cuando la situación externa ha cambiado
radicalmente. Cuando la duración de la respuesta de estrés sobrepasa los tres a seis meses, es
necesario tratamientos dados por especialistas.
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Los psiquiatras: Matías González, Jefe del Servicio de
Psiquiatría de Enlace del Hospital Clínico UC; Rodrigo
Figueroa, miembro del Departamento de Psiquiatría y
Salud Mental del Hospital Clínico UC, jefe de Salud
Mental el Centro de Medicina Aeroespacial FACH, ex
miembro de la Misión para la Estabilización de Haití
de la ONU; y Bernando Pacheco, Jefe de la Unidad
de Psiquiatría Infanto-Juvenil de la Red Salud UC
conjuntamente señalaron que un evento como el vivido recientemente tiene un impacto directo en la salud
mental de la gente, en grados que varían según la
exposición y cercanía con éste. Explicaron que:
- la mayoría de la gente no desarrolla secuelas a largo
plazo.
- un porcentaje de la gente afectada directamente
puede tener secuelas, y ésta varía según el desastre.
En otros terremotos en el mundo ha llegado a un
20% de los afectados.
- Las secuelas decrecen en la medida que la población se distancia del epicentro del terremoto. Hay
modelos matemáticos asociados para calcular esto.
Es decir, a mayor distancia del epicentro, menor es la
prevalencia de estrés postraumático.
- Los llamados “testigos vicarios” (o visuales, quienes
presenciaron el terremoto y sus efectos por medios
como televisión, radio e Internet) pueden desarrollar
estrés postraumáticos. Esta situación es especialmente relevante con los niños, quienes están más
expuestos a la información.
LAS VÍCTIMAS DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO SE
CLASIFICAN EN SEIS GRUPOS:
1.- los que vivieron directamente la catástrofe.
2.- los familiares.
3.- los rescatistas.
4.- la comunidad alrededor del desastre.
5.- los que no se encontraron en el lugar del desastre por casualidad debiendo haber estado.
6.- los que se enteran del desastre a través de los
medios.
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FACTORES PREDICTORES DE UN ESTRÉS POSTRAUMÁTICO:
- Gente con trastornos psiquiátricos previos al terremoto.
- Mujeres (la prevalencia es tres veces más frecuente
que en hombres).
- Nivel socioeconómico bajo.
- Nivel educacional bajo.
- Gente con traumas previos (cualquier tipo de trauma
psicológico).
- Minorías raciales.
- Personas con antecedentes familiares previos de
trastornos psicológicos.
FACTORES LIGADOS AL EVENTO MISMO QUE
AUMENTAN EL RIESGO DE ALGÚN TRASTORNO:
- Cercanía con la zona del terremoto y el tsunami
- Percepción de amenaza vital en el mismo momento
del evento
- Intensidad de las emociones post trauma (si son
muy intensas o muy apagadas)
- Disociación peritraumática (amnesia disociativa,
desrealización, despersonalización)
- Embotamiento afectivo (personas que no sienten ni
expresan nada)
- Desapego (no les interesa nada ni nadie)
FACTORES DE RETRAUMATIZACIÓN:
- Percepción de falta de apoyo social
- Nivel de estrés posterior al trauma
CUATRO PREGUNTAS PARA RECONOCER SI UN
ADULTO PUDIERA TENER PROBLEMAS (SI DOS
SON POSITIVAS, SE RECOMIENDA CONSULTAR
CON UN ESPECIALISTA):
1.- ¿Ha tenido pesadillas acerca del terremoto o pensamientos acerca del terremoto cuando no desea pensar
en él?
2.- ¿Ha intentado evitar situaciones, personas o lugares
que le hacen recordar el terremoto?
3.- ¿Usted se ha mostrado permanentemente en alerta,
a la defensiva y con sobresaltos frente a cualquier cosa
como por ejemplo un ruido fuerte?
4.- ¿Se ha sentido emocionalmente apagado o desapegado de los demás, de sus actividades o lo que lo rodea?
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OTROS SIGNOS DE ALARMA PARA ACUDIR ANTE
UN ESPECIALISTA:
- Riesgo de agresión a terceros y a sí mismo
- Ideas delirantes o alucinatorias
- Síntomas invalidantes (insomnio permanente, crisis de
pánico, irritabilidad que hace intolerable vivir con el afectado)
SIGNOS A CONSIDERAR EN EL CASO DE LOS
NIÑOS:
- Reexperimentan desastres o catástrofes a través de
juegos
- Pueden tener pesadillas
- Se tornan irritables
- No quieren separarse de la mamá
- No quieren salir de la casa a jugar
- No dejan de hablar del tema
- Pueden orinarse cuando habían dejado de hacerlo
(no controlan esfínteres)
- Pueden tornarse más peleadores
- Se pueden auto dañar (se muerden las uñas, se tiran
el pelo)
- Pueden hacer dibujos monotemáticos sobre el
desastre
FORMA DE TRATAR ESTE TIPO DE TRASTORNOS:
- Psicoterapia centrada en el trauma. Modelo con
énfasis a la exposición de los recuerdos y desensibilización de síntomas aversivos.
- Si la psicoterapia falla o hay síntomas depresivos, se
usan fármacos antidepresivos.
- La terapia EMDR (específica para trauma) tiene 70%
de efectividad, al igual que la terapia congnitivo-conductual. También algunas terapias de relajación cuando no existen las anteriores.
- Con tratamiento, el tiempo de recuperación va
desde tres meses a un año. Si se usan fármacos,
deben ser mantenidos por al menos un año.
■
CRISIS DE PANICO:
CÓMO RECONOCERLA
El doctor Carlos Varas, psicólogo y docente de la Universidad
Mayor, nos dice lo siguiente:
Las crisis de pánico son episodios de angustia extrema que
se manifiestan de manera repentina y abrupta y cuyos síntomas están marcados por fuertes palpitaciones, sudoración
general y particularmente de las manos, temblor, calofríos,
sensación de falta de aire, malestar y/o dolor torácico, náuseas o malestar abdominal, mareos o sensación de inestabilidad, o despersonalización (que es sentirse extraño en el propio cuerpo). Al mismo tiempo, puede aparecer un claro temor
a perder el control o a enloquecer, y miedo a morir, aún cuando no exista un evento o situación peligrosa.
En general, la cantidad e intensidad de estos síntomas varía
de persona en persona, así como las estrategias para hacerle
frente. Algunos evitan salir y encontrarse en lugares donde se
sienten más vulnerables, como espacios abiertos o con mucha
gente, o donde no puedan recibir ayuda de sus conocidos
cuando estos síntomas aparezcan.
PASOS PRÁCTICOS PARA HACERLE FRENTE A ESTA
ENFERMEDAD:
- Lo primero es reconocer este cuadro sintomatológico en la
propia persona, de modo de recordar a su vez, que este intenso temor es justamente sólo eso.
- Lo segundo es tener presente la naturaleza normal y absolutamente humana en la experimentación del temor.
Ante la experimentación del temor luego de un sismo no hay
mucho que hacer, es más, esta reacción es completamente
coherente e incluso adaptativa, ya que prepara naturalmente
al cuerpo para protegerse y prevenir el sufrimiento de una herida o un daño mayor.
Lo que sí se puede hacer es regular y decidir sobre las acciones que acompañan la sensación de temor. En el caso de
los sismos, lo que sí se puede y debe hacerse es preparar
acciones concretas de resguardo y protección de uno mismo y
de los demás, para aumentar la sensación de control y seguridad ante un sismo.
Esta sensación de control se ve potenciada a través de la coordinación de la red institucional en la que nos movilizamos,
debiendo nosotros exigir como sociedad que colegios, empresas y organizaciones diseñen e implementen pautas de acción
ante las emergencias y evacuaciones.
Si requiere mayor apoyo para articular todos estos pasos y llevarlos a cabo de manera efectiva o para ayudar a disminuir los
síntomas cuando son demasiado perturbadores, se recomienda acudir a un especialista.
■
INSOMNIO:
ALGO MUY COMÚN
El insomnio es uno de los muchos efectos colaterales del terremoto. Entre los más afectados
figuran las personas que han perdido a sus seres
queridos, sus casas, lugares de trabajo, y esfuerzo de toda una vida y que temen por su futuro.
Lamentablemente el insomnio tiene consecuencias invalidantes en el día a día. Es causante de
fatiga, irritabilidad, malestar social, ánimo bajo y
pueden ocasionar accidentes de tráfico o laborales.
De acuerdo a Evelyn Benavides, neuróloga, el
insomnio está muy relacionado con situaciones
de estrés y en este caso con el estrés post traumático que provocó el terremoto, puede convertirse en algo crónico por lo que se debe estar
atento.
Se habla de insomnio a nivel de trastorno, cuando se da tres ó más noches a la semana. La
fuertes réplicas en las noches y la incertidumbre
de lo que puede suceder provoca que estemos
en permanente estado de alerta. La falta de
sueño influye en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, hipertensión o diabetes y
aumenta las posibilidades de sufrir una depresión. No obstante, las personas pueden adoptar
prácticas que ayuden a minimizar el insomnio y
favorecer un sueño normal.
Los buenos hábitos de sueño nos pueden ayudar
a combatir el insomnio que nos afecta por estos
días:
-No abusar de sustancias como el café, tabaco
o alcohol, especialmente antes de dormir, y no
tomar fármacos para dormir sin control médico,
aunque se sienta muy angustiado.
-Cenar entre 2 y 3 horas antes de acostarse y
tratar que las cenas sean livianas.
-Tratar de retomar el hábito de sueño, levantándonos y acostándonos a la misma hora.
-Realizar ejercicio, para liberar las tensiones que
nos provocó el terremoto. Esto es saludable en
general, no sólo para el sueño.
-Bajar el ritmo de actividad mental y física a
medida que se acerca la hora de dormir.
-Tratar de mantener la calma frente a las réplicas.
-Tener fe que lo peor ya pasó y que Chile se va a
volver a levantar.
Los niños
¿Qué pasa
con ellos?
A UN MES DEL TERREMOTO
Según Fernanda Orrego, psicóloga
infanto-juvenil del Centro Médico Vidaintegra,
indica que: retomar el colegio, las rutinas diarias,
pasatiempos y espacios de entretención sería la
mejor terapia para los niños y adolescentes que
sufrieron las consecuencias psicológicas del
terremoto.
Tras haberse cumplido un poco más de
un mes del terremoto y haber retomado el ritmo
normal de nuestras vidas, algunos niños y adolescentes todavía muestran señales del impacto
que esta nueva experiencia tuvo en ellos.
En un primer momento el impacto fue
tan grande, que el proceso de elaboración fue
lento para todos. Así también ha sido para los
niños. Es por esto, que ha aumentado la cantidad de madres y padres que consultan a pediatras y psicólogos infantiles, debido a los cambios
conductuales o emocionales que han podido
detectar en sus hijos desde este evento.
Las manifestaciones de que los niños
están afectados son variadas; pueden ir desde
querer volver a dormir en la cama de los papás y
a tener pesadillas, hasta haber perdido o aumentado su apetito.
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Es bueno
reconocer y validar
lo que los niños
piensan y sienten.
Para poder ayudar a los niños y adolescentes a elaborar esta experiencia, es necesario
que los adultos que los rodean también puedan ir
retomando la tranquilidad y seguridad previa al
terremoto. Esto implica que, en la medida de lo
posible, se pueda ir retomando la rutina familiar
normal.
En el caso de los niños y adolescentes,
es muy importante que vuelvan al colegio, hagan
sus tareas y retomen sus hobbies y espacios de
entretención. Para lograr esto, es necesario que
los adultos también puedan elaborar esta experiencia, puesto que los niños y adolescentes son
altamente sensibles a las emociones que sus
padres presentan: la calma de ellos tiende a calmarlos y su ansiedad a ponerlos ansiosos.
En algunos casos, en los cuales los
padres sienten que han recobrado un buen nivel
de tranquilidad y seguridad con el paso del tiempo, sus hijos todavía muestran señales de angustia, miedo e inseguridad. Es importante consultar
a los especialistas en estos casos, ya que es
posible que ese niño o adolescente esté presentando algunas dificultades para enfrentar esta
dramática experiencia y sus recursos emocionales necesitan un apoyo para salir adelante.
.
■
CONSEJOS SEGUN LAS
EDADES DE LOS NIÑOS
Como primera medida ella recomienda
que los padres puedan transmitirles a sus hijos
seguridad. Para ello, independiente de la edad
que tengan, señala que es muy importante saber
lo que sienten y piensan de la experiencia asociada al terremoto. Esta curiosidad por el mundo
interno de sus hijos, les permitirá conocerlos
mejor y a su vez transmitirles que es posible
hablar de los sentimientos asociados y que no
está prohibido hablar del miedo que pueden
haber tenido.
Incluso, puede ser beneficioso usar esos momentos para contarle a los hijos que los adultos también tuvieron o tienen miedo, pero que han podido ir superándolo. Esta conversación también es
un buen momento para hablar sobre lo que harán
en caso de réplicas.
Haber conversado sobre las medidas de
seguridad permitirá que tanto adultos, niños y
adolescentes sientan que ante este evento incontrolable e impredecible sabrán qué hacer para
protegerse y estar seguros en el futuro.
- Niños entre 1 y 4 años: para los niños más
pequeños se vuelve especialmente importante
que los padres se muestren como personas
capaces de protegerlos y que puedan acudir a
ellos cuando tienen miedo.
Para aquellos niños que ya dormían solos en sus
piezas es bueno retomar esa rutina recordándoles que antes lo podían hacer y se sentían seguros. Se les puede apoyar la transición de la
misma forma en que realizaron la transición la primera vez.
- Niños entre 5 y 8 años de edad: en la primera
etapa escolar, es bueno apoyar la elaboración de
la experiencia explicando lo que son los terremotos. Se puede pedir a los niños que hagan dibujos de sus sentimientos, o del terremoto en sí. Es
importante decirles la verdad cuando tengan preguntas. Por ejemplo, cuando los niños preguntan
si el terremoto se acabó o si pasará nuevamente,
es importante poder explicarles la posibilidad de
que sucedan réplicas y que nadie puede saber
cuándo vienen los terremotos, pero que como
familia están bien preparados para afrontarlos.
- Niños entre 9 y 12 años de edad: en el caso
de los niños un poco mayores, es importante
tener espacios de conversación en losl cuales
puedan expresarse. Para eso es necesario tener
momentos para que los padres puedan escuchar las emociones de sus hijos y acogerlos. A
su vez, es bueno incentivar que conversen con
otros niños de sus edades sobre la experiencia
del terremoto. Esto se puede fomentar con simples preguntas como por ejemplo dónde estaba
cada uno de sus amigos para el terremoto. Si es
que el niño no lo sabe, incentívelo a preguntarles
a sus amigos y que después le cuente.
-De los 13 años en adelante: los adolescentes
tienden a usar más a su grupo de pares para
conversar sobre sus experiencias. Sin embargo,
es bueno que los padres puedan mantener
espacios de conversación con ellos y dentro de
todos los temas que son importantes para los
hijos, es bueno que también se considere la
experiencia del terremoto.
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OTRA MIRADA SOBRE LOS
NIÑOS
Aunque los adultos en ocasiones pensamos que
los niños viven ajenos a hechos de esta magnitud,
ellos son capaces de comprenderlos de acuerdo
a la etapa del desarrollo en que se encuentran.
Los más pequeños no distinguen mucho la fantasía de la realidad, por lo que los adultos deben
entregarles respuestas simples hasta que surja
una nueva inquietud.
A medida que crece, el razonamiento del niño es
más concreto y, por tanto, necesita explicaciones
más relacionadas con la realidad que está viviendo.
Después de los 12 años ya tienen un pensamiento
abstracto y requieren de orientaciones más complejas respecto al tema y, en el caso de los adolescentes, es probable que cuestionen la explicación que proviene de los padres, para luego tomar
su propia postura.
Sugerencias para el diálogo:
1. Una vez creado un ambiente de confianza , lo
ideal es indagar qué sabe, qué siente. A partir de
esto, contextualizar la información. El diálogo
puede comenzar planteándoles “¿Hay algo que te
preocupa o que yo pueda ayudarte a entender
sobre el terremoto?”. Es mejor no presionarlos a
hablar si no quieren hacerlo.
2. Cuide que las explicaciones puedan ser entendidas, de acuerdo a la edad de los niños.
3. Debe estar disponible para repetir la misma
información y explicaciones muchas veces si se
requiere.
4. Entregue a los niños respuestas sinceras a sus
preguntas. No invente cosas para dejarlos tranquilos. Trate de calmarlos,
pero sin hacer promesas poco realistas. Podemos decirles que están
seguros en la casa o en el colegio,
pero no prometerles que no habrán
temblores como réplicas del terremoto, para que desde ya comenten cómo
enfrentarlos.
5. Es bueno reconocer y validar lo que los niños
piensan y sienten. Hágales saber que sus preguntas y preocupaciones son importantes y apropiadas. Se les puede decir algo como: “es normal
que tengas un poco de miedo. Sin embargo, yo
estoy aquí para cuidarte, para que hablemos y
ayudarte a que te sientas mejor.”
También debemos reconocer, controladamente, nuestros sentimientos al respecto.
6. Ayúdelos a expresarse. Algunos niños pueden no querer hablar sobre sus temores, lo
que piensan y sienten; pueden preferir expresarse a través de dibujos, jugando o escribiendo. Se les puede estimular invitándolos a dibujar o hacer un relato sobre lo que vivieron o
vieron.
La opinión
de la especialista
Responde Francisca Florenzano Valdés.
Socióloga- Profesora Instituto de Sociología UC.
■ ¿Los chilenos somos personas “resignadas” frente
a nuestra geografía y a la naturaleza de Chile?
Los chilenos debiésemos tener siempre presente
que somos un país sísmico, esto está irremediablemente determinado por nuestra geografía. Más
que resignación, me da la impresión de que lo que
nos sucede, es el permanente olvido de esta
situación y la correspondiente falta de preparación
en todos los niveles para hacer frente a los minutos mismos de los temblores y terremotos, y en la
respuesta social organizada que debiésemos de
tener frente a estas situaciones.
■ ¿Existe un sentimiento colectivo de inseguridad?
Si, se da un sentimiento colectivo de inseguridad,
lo que rompe o quiebra gran parte de las certezas
que tenemos sobre el sistema civilizado en el que
tenemos que funcionar en el día a día. Todo lo
socialmente acordado se pone en cuestión y esto
se torna contagioso.....”efecto bola de nieve”
■ ¿Qué se espera y esperamos de los otros?
Se produce una situación dual bien curiosa. Por
un lado se genera un sentimiento de solidaridad
impresionante que se manifiesta en ir en ayuda de
los que lo necesitan. Por otra parte, el sentimiento
colectivo de inseguridad nos pone en una situación de alerta frente al prójimo ante la posible falta
o completa escasez que se pudiera producir, por
ejemplo, con aquel que eventualmente tengo que
“competir” por el pan, u otros víveres....fenómeno
que se dio en un número importante de supermercados, bencineras, etc del país.
■ ¿Se debe conversar mucho o no de lo sucedido?
Hay que conversar de lo sucedido sin caer en la
obsesión y eventual sentimiento de fatalidad.
Hablar de la experiencia vivida ayuda a entenderla,
a compartir una experiencia común con el otro, y
a bajar el nivel de angustia e inseguridad. Si en
esa conversación salen a la luz posibles planes de
contingencia y de cómo actuar en caso de réplicas es muy bueno…así traspasamos a las generaciones la “cultura sísmica” que nunca se debe de
dormir en el pueblo Chileno.
Las secuelas en
nuestra
alimentación
Tras experimentar una situación de gran estrés
como es un terremoto, es natural que las personas
se sientan ansiosas, angustiadas, estresadas y tensas, todas emociones que, inevitablemente, alteran
nuestras conductas alimentarias habituales. Algunas
personas pueden sentir deseos incontenibles de
comer, especialmente alimentos altos en azúcar y
grasa como chocolates, pasteles y grasas en general. Otras, en cambio, sufren de una inhibición del
apetito, rechazando cualquier tipo de alimento.
LOS ALIMENTOS PUEDEN AYUDAR A MANEJAR
EL ESTRÉS
Rinat Ratner Goldenberg, responsable del programa
“Vivir Bien” de Sodexo y Directora de la carrera de
Nutrición y Dietética - Facultad de Medicina Clínica
Alemana - Universidad del Desarrollo, asegura que
los alimentos son capaces de generar cambios en
los neurotransmisores y neuropeptidos cerebrales
que gobiernan la alimentación y nuestro estado anímico. “Es por ello que frente a situaciones de gran
angustia o estrés debemos recurrir a aquellos alimentos que nos den sensación de bienestar, pero
que no produzcan perjuicios a la salud como
aumento de peso, elevación de colesterol, u otras
complicaciones. Para eso, es conveniente elegir alimentos que inducen una mayor producción de
serotonina, conocida como la hormona de la felicidad”, señala la experta en nutrición.
Altos en ácidos grasos omega 3: pescados, aceite
de soya, magnesio (plátano, nueces, legumbres, verduras y frutas) y zinc ya que favorecen la síntesis de
serotonina.
Carbohidratos complejos y de bajo índice glicémico:
panes y cereales integrales, arroz, fideos, choclo, evitando los simples como azúcar, miel, productos de
pastelería, entre otros.
Una de las conductas más comunes en períodos
post traumáticas es el aumento de la ingesta de alimentos dulces. Renat Ratner explica este fenómeno:
“Al consumir azúcar el cuerpo experimenta un alza
de esta sustancia en la sangre, la cual es seguida
por una baja. Esto se traduce en fatiga y ampliación
de las señales de hambre, lo que nos hace comer
mucho más, llegando a sentir nauseas y malestar”.
LA ALIMENTACIÓN SALUDABLE EN EL TRABAJO
ES FUNDAMENTAL
Sin duda, el estrés también tiene un fuerte impacto
en la vida laboral. Considerando que pasamos alrededor del 75% del día en nuestros lugares de trabajo, es importante considerar qué conductas alimenticias son recomendables a la hora de atenuar las
sensaciones de angustia o ansiedad. Ante esto, “Los
trabajadores deben evitar los ayunos prolongados,
para ello deben desayunar, almorzar y cenar y además incorporar dos colaciones saludables diarias.
Junto con esto, tienen que evitar los excesos en
general, ya sean alimentarios, de bebidas altas en
cafeína (café, té, bebidas energéticas, bebidas cola),
de bebidas alcohólicas o de tabaco”.
TIPS ALIMENTARIOS PARA DISMINUIR
EL ESTRES EN EL TRABAJO
Elegir alimentos saludables. Incorporar
diariamente 3 porciones de lácteos, 3
frutas, 2 porciones de verduras.
Preferir carnes magras (bajas en grasa)
eligiendo al menos 2 veces por semana
pescado y 2 veces por semana legumbres (sin adición de tocino, longanizas,
etc).
ALGUNOS DE ESTOS ALIMENTOS SON:
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Restringir azúcares y grasas.
Ricos en triptófano: Pollo, pavo, pescado, leche,
huevo, legumbres, quesillo, nueces, maní. Preferirlos
bajos en grasas y prepararlos horneados, a la plancha y sin agregados de aceite, queso o crema
Tomar abundante líquido.