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¿Qué entendemos por problemas de conducta?
En este capítulo nos vamos a centrar en determinar los problemas conductuales
que presentan algunos alumnos en las edades de la etapa secundaria.
Dentro de este colectivo, podemos encontrar tanta diversidad como jóvenes
(Castro, 2007), cómo por ejemplo: niños que reciben malos tratos en sus casas y son
expulsados de los centros educativos por reproducir patrones violentos que aprenden
desde pequeños; jóvenes que se sienten humillados y discriminados por las palabras y
comportamientos de algunos profesores; hay alumnos que se aburren en clase y caen en
el absentismo escolar; excelentes alumnos que sufren ansiedad y acoso; jóvenes que son
rechazados por su diferencia; alumnos que demandan atención y cariño negándose a
admitirlo; que se saltan los límites para llamar de atención (Defensor del Pueblo, 2000).
Estas circunstancias y muchas otras están casi siempre detrás de una conducta
problemática.
1. Definición de conducta
Se entiende por conducta el conjunto de comportamientos que muestran las
personas, es decir, las acciones y las reacciones a través de las cuales interactúan con los
demás y con el ambiente que les rodea (Freixa, E. 2003).
Desde un punto de vista sistémico, la conducta humana es un fenómeno en el que
intervienen varios factores (Pinilla y Cols., 2003): biológicos (fisiología, anatomía y
funcionalidad cerebral o genética); factores psicológicos (personalidad, experiencias
vitales, actitudes, motivaciones, expectativas o conflictos); factores ambientales (escuela,
entorno social, recursos económicos…); factores del entorno familiar (estilos educativos,
abusos o conductas hostiles…). Por su parte (Mías, 2000) destaca un quinto factor que es
el aprendizaje (habilidades y destrezas, valores, normas y actitudes adquiridas) por su
relevancia en el ámbito educativo y su carácter modulador de las funciones cerebrales,
del procesamiento de la información y de la experiencia.
Por otro lado, la conducta de una persona ni se produce, ni puede ser analizada de
forma aislada. Siempre que se da un comportamiento, se desencadenan una serie de
reacciones por parte del entorno. Estas reacciones suelen darse de manera rápida e intensa,
y pueden complicar, o acentuar, el comportamiento problemático o, bien, eliminarlo o
disminuirlo. Por tanto, hay que valorar siempre la reacción desencadenada tras dicha
conducta.
Como consecuencia de esto, la intervención sobre los comportamientos
problemáticos, no puede centrarse exclusivamente en la persona que los produce (en este
caso el alumno), sino también en las personas que la responden (en este caso los
docentes).
2. Comportamientos problemáticos y sus causas
Los trastornos de conducta son un patrón de comportamiento persistente a lo largo
del tiempo, que provocan la desaprobación de la sociedad a causa de sus cualidades
antisociales. Son antisociales en el sentido de que resultan explícitamente dañinos o
perturbadores para los demás (Herbert, 1993).
Hay que tener en cuenta, que no todo alumno con una conducta inadecuada en un
momento determinado tiene un trastorno de conducta. Así, es importante distinguir a
aquellos alumnos con conductas inadecuadas aisladas, de aquellos que muestran un
patrón persistente disocial de su conducta. Conductas inadecuadas, como por ejemplo la
agresividad, pueden ser comportamientos normales en la vida, por tanto, para interpretarla
como un trastorno de conducta tenemos que tener siempre en cuenta su evolución
afectiva, intelectual y cognitiva entre otras (Tomás, 2000). La gravedad, la intensidad, la
frecuencia y el patrón de conducta que aparecen como negativas, desafiantes, disruptivas,
destructivas o agresivas, es lo que servirá también para distinguirlos, así como el deterioro
de las relaciones escolares y sociales que este patrón de conductas acaba produciendo.
Los problemas de conducta tienen repercusiones afectivas tanto sobre la persona
que los presenta, como sobre todos los miembros de los sistemas a los que pertenece
(familia, escuela, trabajo, sociedad) por romper o perturbar las normas establecidas de
convivencia. Por tanto, interfieren en el correcto desarrollo personal del alumno y
dificultan las relaciones con los demás y su entorno. (Gómez y Cols., 2007).
Las causas de los comportamientos problemáticos a las que se ha hecho referencia,
son muy diversas (Armas, 2007). Se sintetizan a continuación en torno a las siguientes
categorías:

Etiología multifactorial: se refiere a la propia personalidad del alumno y a los
factores genéticos y neuroquímicos heredados.

Problemática familiar: incapacidad familiar para contener, controlar o dirigir a los
hijos. La familia muestra dificultad para establecer normas y limites; para asumir
conjuntamente la responsabilidad educativa por parte de ambos padres; falta de
autonomía y de responsabilidad; escasa comunicación y diálogo y falta de
estrategias para solucionar los conflictos.

Predominio de un estilo educativo muy permisivo, dónde puede haber mucho
afecto y cariño con ausencia de normas y límites; o un estilo autoritario, donde
predominan las normas y los límites frente al afecto.

Rigidez del sistema escolar: y poca flexibilidad curricular, dónde todo está
preestablecido con poca posibilidad de cambio; poca adaptación a las necesidades
de los alumnos, sin poner a su servicio del alumno las medidas necesarias para
llegar a los objetivos establecidos; necesidad de mejorar la formación específica
del profesorado, ante este; así como la
incapacidad escolar para contener,
controlar y dirigir los comportamientos de los alumnos.

Falta de detección temprana: ausencia de programas integrales de prevención. Es
muy importante diseñar y poner en marcha planes de prevención de violencia y
comportamientos disruptivos en las aulas para intentar que no surjan.

Pérdida de valores: sociedad con escala de valores consumistas y de satisfacción
inmediata. Vivimos en una sociedad dónde las personas buscan satisfacer sus
placeres inmediatos y se olvidan del verdadero sentido de la vida.

Falta de coordinación: no existe una unidad de criterios de actuación entre familia
y escuela, es muy difícil transmitir en la escuela una serie de valores a los alumnos
que no se viven en su familia. Por eso, es tan importante que los padres elijan la
escuela para sus hijos que vaya acorde con su ideario.

Patologización excesiva: delegar la solución familiar o escolar en los
profesionales de salud mental. En varios casos no es imprescindible acudir a un
profesional de salud mental, ya que hay muchos problemas de conducta que
pueden disminuir, incluso desaparecer, con el buen hacer de las familias y los
profesionales de la educación, para ello hace falta formación y buenos programas
de actuación.
Como se puede ver, son muchas y diversas las causas de los problemas
conductuales, por ello, hay que intervenir desde un equipo interdisciplinar donde estén
presentes familia, profesores, pedagogos, profesionales de salud mental, servicios
sociales etc.
Todas las personas necesitan satisfacer una serie de necesidades fundamentales
tales como de amor, de control, de libertad y de diversión (Glasser, 2000); fisiológicas,
de seguridad, sociales, de reconocimiento o de auto-realización. Todas las conductas que
realizan las personas tienen una finalidad para la persona que las realiza, una motivación,
por tanto las conductas problemáticas se pueden considerar como estrategias de ajuste
que el adolescente ha aprendido en el intento de enfrentar las exigencias de su vida, sus
necesidades. A la hora de valorar una conducta siempre tenemos que tener presente cuál
es su finalidad, ya que por esta finalidad la conducta cobra sentido y puede ser
interpretada (Maslow, 1954).
3. Clasificación de los trastornos de conducta
Si bien como ya se ha descrito las causas de los problemas de conducta son muy
variadas, no obstante la tipología de comportamientos inadecuados es diversa.
Los tres tipos de desórdenes de comportamiento más comunes en la infancia y en
la adolescencia son: el Trastorno Disocial, el Trastorno Negativista-Desafiante y el
Trastorno
por
Déficit
de
Atención
e
Hiperactividad (TDAH). (Rubio, 2012). Para
situar al lector en la clasificación de los
trastornos, se va a utilizar la clasificación
realizada por el Centro de Recursos de
Educación Especial de Navarra (CREENA), en
ella
se
clasifican
los
comportamientos
problemáticos, según se deriven de estas cuatro
causas:
Conductas
trastorno
del
inadecuadas
comportamiento
simples,
perturbador,
estados emocionales internos y enfermedad
mental y/o con base orgánica.
Como se puede observar el trastorno desafiante, el trastorno negativista-desafiante
y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad se derivan de trastornos de
comportamiento perturbados que manifiestan las siguientes conductas que se dividen en:

Conducta disruptiva. Conjunto de comportamientos conscientes que interfieren en
el desarrollo normal del proceso de enseñanza aprendizaje en el aula. Estas
conductas se originan por las dificultades que presentan estos sujetos para crear y
mantener relaciones sociales saludables con sus iguales y los adultos. La conducta
disruptiva incluye numerosos comportamientos: desobediencia, falta de
cooperación, agresividad, provocación, ruidos molestos, insolencia, negación para
realizar actividades, faltas de respeto, moverse continuamente etc. (Calvo, 2003).

Agresividad. Es un estado emocional que implica una serie de comportamientos
de provocación y ataque que se puede dar en distintos grados de intensidad. Estos
comportamientos están dirigidos a agredir a otra persona física o
psicológicamente de forma verbal o física. Esta agresión puede estar dirigida a sus
iguales, a adultos que son figuras de autoridad, al entorno físico o contra él mismo
(Tomás, 2000).

Oposicionismo. Comportamientos negativos y desafiantes hacia las figuras de
autoridad. Rechazan todo tipo de exigencias, no quieren que les controlen, no se
comprometen, sobrepasan los límites y no suelen ceder ni negociar con los adultos
o compañeros. Sus manifestaciones son muy diversas: molestar continuamente a
sus compañeros sin causa aparente, insultos, negarse a trabajar, no seguir órdenes,
etc. (Charles y Zeanah, 2009) y (Coy, 2001).

Incumplimiento y transgresión de normas. Incumplimiento continúo de las
normas básicas de convivencia; rechazan cualquier límite o norma y realizan
acciones contrarias a lo establecido. Los comportamientos que se muestran son
pasividad ante las normas, rechazo a las normas y límites, actuar contrariamente
a lo propuesto, actitudes de falta de atención, etc. (Revuelta, 2004).

Conductas cognitivas, motrices o verbales descontroladas. Incapacidad o
dificultad para autocontrolar distintas funciones cognitivas como la atención o
concentración; realización de conductas inapropiadas al contexto, poco
planificadas y maduradas y muchas veces con
consecuencias adversas
(impulsividad, hiperactividad). Estos comportamientos suelen ser: no prestar
atención, no realizar las tareas, no escuchar cuando se le habla, distracción
continuada, no sigue más de una orden al mismo tiempo, excesivo movimiento,
reacciones impulsivas, etc. (Álvarez-Arroyo, 2004).

Reacciones afectivo-emocionales descontroladas. Incapacidad
para evitar
reacciones emocionales descontroladas en situaciones exaltadas de ira,
provocación, miedo, alegría, etc., es decir, tanto en situaciones negativas como
positivas. No saben ajustar sus emociones a las distintas relaciones
interpersonales. Se suelen manifestar mediante la expresión inestable o exagerada
de emociones y afectos, una demanda insistente, irritabilidad, rabietas, cambios
de humor o inhibición social. (Martínez, 2004).

Pasividad, inhibición. Actitud basada en la falta de iniciativa para realizar las
distintas actividades necesarias en un determinado contexto. Son conductas que
pueden pasar desapercibidas en las aulas pero que pueden causar desajustes en la
persona y en su entorno escolar y social. (Gallardo, 2004).

Huida, evitación. Escape o evitación de la situación que se considera “peligrosa”.
Estas conductas tienen un papel protector, pero le privan al sujeto de muchas
experiencias. Los comportamientos más habituales en la escuela son: no mirar a
la cara, agachar la cabeza, no sacar la tarea, no querer hablar en al, etc. (Gallardo,
2004).