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¿Es el trastorno límite
de la personalidad
un padecimiento afectivo?
■ Diversos autores han propuesto que el trastorno límite
los periodos de euforia sienten culpa o al menos malestar
por lo acontecido, mientras que los pacientes con TLP rara
vez muestran culpabilidad por sus actos, e incluso justifican sus reacciones como algo merecido ante la conducta de
los demás. Esto los lleva a adjudicar las consecuencias a los
demás y a no aceptar ser responsables de sus acciones. Por
otra parte, los estados depresivos de los bipolares presentan
con cierta frecuencia síntomas psicóticos o rasgos melancólicos, mientras que los limítrofes experimentan depresiones no melancólicas que por lo general son disparadas
por estresores ambientales. Otras diferencias propuestas
entre estas dos condiciones son, respectivamente: niveles
altos-bajos de abuso sexual temprano, mayor-menor grado
de pérdida de materias blanca y gris, ausencia-presencia de
disfunción mitocondrial y respuesta-no respuesta a los estabilizadores del ánimo. Se argumenta así mismo que los
pacientes bipolares (a diferencia de los limítrofes) no tienen las características de un Yo escindido, ni tampoco incapacidad para iniciar y mantener relaciones interpersonales.
Por el contrario, entre los elementos fundamentales de los
pacientes con TLP destaca un sentido emocional nocivo
de sí mismos que se manifiesta por miedos recurrentes de
abandono y por sentimientos crónicos de vacío.
De manera general, se puede entonces considerar que si
bien en ambas condiciones clínicas existen manifestaciones
sintomáticas y de conducta que se traslapan, existe en el
TLP un estilo de personalidad relativamente distintivo que
se caracteriza por la presencia de relaciones interpersonales
conflictivas, alteraciones de la identidad personal, falta de
regulación de la conducta y preocupación por el abandono
o el rechazo. Cuando esta condición es claramente disfuncional (es decir hay sufrimiento tanto del individuo como
de quienes le rodean), se deberá considerar de manera definitiva que se trata de un trastorno de la personalidad. Como
tal, el trastorno entonces se enmarca en una condición de
diátesis predisposicional en la que las respuestas a situaciones de estrés son variables: en determinadas circunstancias
el individuo puede responder con enojo y hostilidad y sin
depresión (acting-out), y en otras con estados de depresión
reactiva (acting-in). En esencia, el componente predisposicional obligado en dicho modelo de diátesis-estrés es el
estilo de la personalidad que podrá o no derivar a estados
depresivos. El modelo permite que la psicopatología se
pueda traslapar entre el TLP y la depresión, pero no es un
argumento que sostenga que dicho padecimiento sea una
variante de los trastornos del estado de ánimo.
de la personalidad (TLP) es en realidad un padecimiento
que debe incluirse dentro de los trastornos del estado de
ánimo. Uno de los principales argumentos que sostiene a
esta postura es que en el escenario clínico es muy complejo distinguir entre un TLP y un trastorno bipolar (TB). En
ambas condiciones las fluctuaciones del ánimo suelen ser
frecuentes, breves y, en ciertos casos, reactivas. La dificultad de distinción aumenta si la valoración clínica se enfoca
en los elementos compartidos tales como la desregulación
emocional o la inestabilidad afectiva, pero se reduce si se
consideran elementos longitudinales de ambas condiciones
así como el resto de rasgos. Se ha propuesto utilizar otras
características adicionales para el diagnóstico diferencial;
entre ellas, la historia familiar de bipolaridad, la presencia
de depresiones profundas y la conducta suicida suelen ser
características particulares del TB mientras que los estados
de desregulación emocional lo son en el TLP. El enfoque
alterno consiste en considerar que ambos padecimientos
son diferentes y que pueden distinguirse con base en algunas de sus características. Por ejemplo, el TB tiene pocas
probabilidades de iniciarse durante la infancia, por lo general las primeras manifestaciones empiezan en la adolescencia tardía o en la etapa adulta temprana, habitualmente con
un inicio súbito a partir de condiciones de normalidad. En
forma diferente, los individuos con TLP tienden a mostrar
desde edades tempranas evidencias de desregulación emocional (enojo, impulsividad) a partir de lo cual evolucionan
progresiva y no súbitamente hacia el desarrollo extenso del
cuadro. Desde el punto de vista fenomenológico también
se encuentran algunas diferencias: si bien el enojo y la irritabilidad pueden ocurrir en las fases de manía o hipomanía
del TB, estas se caracterizan más bien por la presencia de
elementos de euforia, grandiosidad o creatividad, y, por lo
general, la ansiedad o las preocupaciones se atenúan. Por
contraste, los sujetos con TLP manifiestan dificultades dolorosas para el “control” de las emociones (enojo, hostilidad, ira). Para algunos investigadores en este campo, una
característica diferencial que distingue al TLP consiste en
la presencia de rasgos de conducta que se organizan en torno a la amenaza de ansiedad generando una alteración de su
manejo lo que lleva finalmente al desarrollo de emociones Bibliografía
extremas de enojo e irritabilidad. Otro elemento es el de la
PARKER G: Is borderline personality
culpa; la mayoría de pacientes con TB una vez que salen de Psychiatry, 204:252-253, 2014.
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disorder a mood disorder? Br J
Vol. 25, Número 9, Septiembre 2014