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Palabras del Jefe del Estado Mayor General de la Armada, Almirante Marcelo
Eduardo Hipólito Srur, en el marco del Ciclo “Almirante Storni”
Armada Argentina: Una vision estratégica
La Flota Mercante Maritima y Fluvial, la Prefectura Naval y la Armada comparten
orígenes y puntos cercanos en la historia, las circunstancias y la esencia. Las tres
comparten campos de conocimiento y de acción que son transversales al desarrollo
económico, la seguridad y la defensa.
En la raíz de su existencia se encuentra el espacio de coincidencia más amplio y su
desafío más severo: el mar. El mismo mar en cuyas aguas se unió la sangre de marinos
de buques guardacostas, mercantes y de guerra en la guerra del Atlántico Sur. Su legado
es un imperativo moral para la unión en la acción.
En este punto resulta justo y necesario agradecer a la Liga Naval la oportunidad que nos
brinda para este intercambio de ideas que permiten concebir y compartir nuevos
conceptos y perspectivas para entender mejor la realidad, identificar los fines de manera
más clara y diseñar líneas de acción más eficaces para alcanzarlos.
En este contexto de búsqueda y aprendizaje, resulta interesante considerar una
perspectiva novedosa de la estrategia marítima que concibe la interacción del Estado y
sus habitantes con el mar en tres dimensiones: conocer, proteger y usar. Lógicamente,
las fronteras entre estos conceptos no son taxativas: existen naturales zonas grises por
tratarse de un campo de conocimiento empírico, orientado netamente a la acción por
parte de organizaciones dirigidas por personas.
Los invito a navegar cada una de estas dimensiones.
El conocimiento científico sirve fundamentalmente para entender la realidad y su
evolución. La Armada tiene una relación histórica con el conocimiento científico, a
partir de su necesidad de predecir el comportamiento del mar en los aspectos vinculados
con las operaciones navales, como la Oceanografía Física y de su trabajo pionero en
apoyo a la actividad, tripulando los buques del Servicio de Hidrografìa Naval y del
CONICET.
En el ámbito de la Antártida, en el cual el conocimiento científico es uno de los ejes de
la política nacional, la Armada contribuye sustancialmente con sus buques y bases al
esfuerzo conjunto para proveer apoyo logístico a la actividad científica. La Campaña
Antártica de Verano es una gran operación anfibia y logística desde el mar. La
complejidad de su planeamiento y ejecución generan un desafío extraordinario. La
renovación del Rompehielos ARA “Almirante Irizar”, que amplió en más de siete veces
los espacios destinados a la ciencia y la incorporación del Buque Oceanográfico ARA
“Austral”, constituyen un punto de inflexión en la proyección de la actividad científica.
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La alta mar constituye un patrimonio compartido de la humanidad cuyo potencial de
riqueza es mayormente desconocido. La explotación de recursos vivos sin regulación es
para algunos una oportunidad y para todos una amenaza. La explotación del subsuelo,
regulada según la CONVEMAR como ¨la zona¨, constituye otra fuente de
potencialidad. El conocimiento científico de las opciones económicas que encierra este
ámbito resulta clave para diseñar estrategias de largo plazo al respecto.
El conocimiento del mar no sólo es científico. El tráfico marítimo es un indicador de
intereses y capacidades. El conocimiento generado desde esta óptica resulta central para
la estrategia, puesto que la lucha por los recursos presionada por crecimiento
demográfico y la globalización ya está en marcha.
Estimados colegas, conocer es imprescindible, pero, es suficiente? La respuesta es clara
y contundente: no.
El Estado tiene el imperativo moral y el mandato legal y estratégico de proteger:
- la vida humana en el mar,
- la sustentabilidad del medioambiente,
- los derechos soberanos otorgados por la ley del mar
- el acceso presente y futuro a los recursos naturales alimenticios, energéticos,
minerales y de biodiversidad.
Veamos, la protección de la vida humana en el mar es una responsabilidad esencial del
Estado Nacional. El Convenio Internacional sobre Búsqueda y Salvamento Marítimo,
receptado por el derecho interno, regula esta responsabilidad y asigna a la Armada la
autoridad de aplicación.
La Prefectura Naval Argentina, como actor central del Plan Nacional SAR, cumple una
labor eficáz y encomiable salvando vidas a lo largo del litoral marítimo fluvial o
lacustre. Cada pueblo o ciudad costero conoce una historia donde un prefecto salvó a un
ser querido.
La Armada, a su vez, ha acumulado una gran experiencia en la coordinación
internacional de operaciones a largas distancias con buques y aeronaves propios y
civiles y militares de otras banderas. Búsquedas y salvamentos realizados recientemente
a 1200 millas atestiguan la necesidad de medios con capacidad de recorrer grandes
distancias y permanecer largos períodos de tiempo.
En tal sentido resulta emblemático el rescate del velero Frigga a más de 600 millas de la
costa. Un avión P 3C permaneció durante largas horas al límite de su autonomía dando
un aliento valioso que luego fue reconocido como vital para los tripulantes y,
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finalmente, guiando a un buque mercante que no detectaba el velero para que ejecute el
rescate.
El conocimiento de lo que sucede en el mar es un requisito indispensable para el
ejercicio de las funciones de búsqueda y salvamento marítimo. Compartir información
en temas SAR es un imperativo moral.
La Antártida, por caso, constituye un ejemplo de desafío creciente y de alto nivel de
riesgo para la vida humana en el mar. La Patrulla Antártica Naval Combinada con la
Armada de Chile es un ejemplo de conciencia, dedicación y eficacia en la protección de
la vida humana en el mar. Su valor ha sido reconocido y destacado en foros como la
Organización Marítima Internacional y el Tratado del Antártico.
La protección del medio ambiente marino tiene en la Prefectura Naval Argentina a un
actor eficaz. Su accionar impone una barrera a los riesgos para el medio ambiente.
El crecimiento de la actividad petrolera, el tránsito de residuos peligrosos y la operación
de medios nucleares en el Atlántico Sur exigen una vigilancia estratégica que la Armada
integra en sus funciones operacionales. Un buque ignoto que hoy zarpa de un puerto
remoto en el océano Índico, puede ser una amenaza dentro de 15 días. Su temprana
identificación y gestión como asunto internacional es un requisito de la protección.
La protección del medio ambiente y los ecosistemas es también parte de la política
antártica argentina. En tal sentido, la Patrulla Antártica Naval Combinada con la
Armada de Chile, agrega a su tarea de búsqueda y salvamento marítimo, dos elementos
clave: El monitoreo constante del medio ambiente en la búsqueda de indicios de
contaminación y las capacidades para la contención y mitigación de derrames de
sustancias peligrosas.
Por otra parte, los vuelos de vigilancia y control de los espacios marítimos se prolongan
hacia el sector antártico en las épocas de mayor actividad para un monitoreo que
permita detectar tempranamente amenazas al medio ambiente derivadas de dicha
actividad.
La convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos y el
Sistema Nacional de Áreas Marinas Protegidas creado recientemente generan
necesidades de vigilancia y control de grandes espacios oceánicos que exigen medios
aptos para enfrentar condiciones extremas a grandes distancias.
Veamos pues ahora la óptica más concreta de la defensa.
Desde esta perspectiva, la protección de los derechos soberanos de la República
Argentina y el acceso presente y futuro a los recursos naturales constituyen dos caras de
una misma moneda y una cuestión central de la estrategia nacional, que es receptada en
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profundidad y detalle por el marco legal y los instrumentos del planeamiento militar de
la defensa.
La situación multidimensional de soberanía irresuelta en el Atlántico Sur implica la
necesidad de vigilar el mar para mejorar la comprensión del status quo y proveer
elementos de juicio y opciones al nivel estratégico nacional.
Para el tiempo de paz, la Armada tiene la misión de vigilar y controlar en forma
permanente los espacios marítimos de jurisdicción, de interés y de maniobra. El
propósito de dicha tarea es la alerta estratégica. Esto es la identificación temprana de
procesos o indicios que puedan implicar amenazas a los intereses vitales de la Nación.
En tiempo de paz, la clave es la vigilancia estratégica a la cual deben integrarse todos
los recursos disponibles. La coordinación entre Fuerzas Armadas y Fuerzas de
Seguridad resulta pues vital para fortalecer esa acción, evitando vacíos o duplicación de
esfuerzos y favoreciendo las sinergias. El acceso a todos los datos disponibles por parte
del Estado Nacional resulta vital para su integración en el proceso de inteligencia
estratégica, en el cual se apoya la apreciación estratégica.
En tal sentido, el conocimiento de lo que sucede en el mar se vuelve vital para la
protección. La “conciencia del dominio marítimo”, concepto acuñado en ámbitos de
cooperación entre las Armadas del mundo. La meta es conocer en profundidad los
espacios de responsabilidad en todas sus dimensiones y potencialidades. Saber lo que
hace cada buque o plataforma que navega o permanece en dicho espacio con el mayor
detalle posible y predecir los efectos de su acción en el corto, mediano y largo plazo.
La Prefectura Naval y la Armada comparten informaciónn de tráfico marítimo para el
cumplimiento de sus roles respectivos, este es un campo donde los desafíos compartidos
y las oportunidades para mejorar la interacción son constantes y crecientes, en la
medida que se hace más complejo el escenario del Atlántico Sur y los ríos.
En la crisis, el propósito de la acción del instrumento militar es maximizar el grado de
control y la libertad de acción del nivel estratégico nacional. Frente a tal propósito, el
conocimiento por parte del instrumento militar de los movimientos de todos los medios
del Estado resulta central para, entre otros fines, evitar una escalada involuntaria.
En el conflicto, el marco legal y el planeamiento estratégico prevén la creación de un
comando de teatro de operaciones en el cual todos los medios disponibles del potencial
nacional se encuentran abocados a un mismo fin operacional. Los planes del teatro de
operaciones incorporan a las Fuerzas de Seguridad como componentes del Sistema De
Defensa Nacional previsto en la ley respectiva.
Hoy vivimos un tiempo de paz declarada y deseada en el Atlántico Sur y, como sucede
en todos los entornos marítimos de valor, se pueden identificar tormentas de conflictos
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futuros en el horizonte. La creciente presión por los recursos naturales es el motor de
tales conflictos que ya se pueden ver en otras latitudes.
La sustentabilidad de la biomasa de la Zona Económica Exclusiva es un factor
determinante para garantizar el acceso futuro a alimentos que serán cada vez más
codiciados. el Consejo Federal Pesquero, en el marco del régimen federal de pesca y del
“plan nacional para prevenir la pesca no regulada, no declarada y no reglamentada”
tutela este objetivo vital mediante la planificación y administración de la pesca y la
investigación pesquera en los espacios jurisdiccionales.
La Prefectura naval, como policía auxiliar de pesca, es actor relevante de dicho
esfuerzo. la Armada, colabora con esta tarea, a través de la ejecución de patrullas que
ejercen el control para evitar la pesca ilegal mediante la acción y la disuasión. En
simultáneo con dicha tarea obtiene información vital para el análisis estratégico. la
coordinación de las acciones resulta central para maximizar tales esfuerzos.
La Zona Económica Exclusiva requiere mucha atención pero de los 360 grados de la
alerta estratégica, la situación de mayor amenaza a la sustentabilidad de los recursos, se
encuentra en la Zona Adyacente Argentina. Es el drama de la milla 201, identificado
por el acuerdo de Nueva York de 1995 sobre las especies altamente migratorias y
transzonales, que aún no ha sido receptado por el derecho interno.
La falta de regulación en la Zona Adyacente Argentina, impone una presión de pesca
alarmante que todos hemos visto en de las fotos satelitales que evidencian que la
energía humana puesta en la zafra del calamar ilumina más que las luces de Buenos
Aires o Río de Janeiro. La Prefectura Naval y la Armada contribuyen a los esfuerzos del
Consejo Federal Pesquero en la materia, mediante el monitoreo de la actividad.
Las patrullas de la Zona Económica Exclusiva y de monitoreo de la Zona Adyacente
Argentina que realiza la Armada sirven a los fines de la vigilancia estratégica. En tal
sentido, la integración de datos, información y conocimiento permite proveer elementos
de juicio al Ministerio de Defensa y la Cancillería que pueden servir para construir y
fortalecer posiciones del país en agendas bilaterales y multilaterales para defender
intereses nacionales. Aquí, el adecuado manejo de la información sirve para romper el
anonimato de cientos de pesqueros e identificar la responsabilidad de un estado de
bandera.
La plataforma continental implica también un desafío aún mayor, puesto que el contexto
de presión creciente sobre los recursos también se verifica para el lecho y el subsuelo.
Desde la perspectiva de la protección de los intereses vitales de la Nación que son el
núcleo de los derechos soberanos, un párrafo aparte merece la acción que vienen
realizando últimamente la Prefectura naval y la Armada en el entorno fluvial. El decreto
228/2016 promulgó la emergencia en seguridad que implica, para la jurisdicción
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defensa, el refuerzo y optimización de la vigilancia y control del aeroespacio. La labor
de nuestros buques con la Prefectura Naval muestra niveles crecientes de cooperación y
complementación en la lucha contra el flagelo del narcotráfico.
Estimados colegas, llegamos finalmente al propósito de la acción del Estado en el mar,
su uso.
Todas las actividades de conocimiento y protección tienen por fin ulterior, asegurar el
uso del mar para el progreso económico del país. De poco vale conocer o proteger
aquello que no se ha de usar. El transporte marítimo y fluvial, la pesca, la explotación
de recursos energéticos mar afuera y el turismo son los usos del mar que generan mayor
impacto y agregación de valor.
El uso del mar implica un complejo entramado de políticas que fijan las orientaciones y
los incentivos, intereses que movilizan recursos hacia la inversión y un marco legal y
normativo que regula las interacciones favoreciendo o desalentando la actividad.
El uso del mar es el fin último del ejercicio de la soberanía y a su vez es la forma más
sustancial de protegerla. Los derechos que no se ejercen, con el tiempo se debilitan. La
presión internacional por los recursos procura debilitar o relativizar los derechos
soberanos a los recursos naturales. La presencia de buques o plataformas de bandera
propia transitando, explorando, explotando, pescando o haciendo turismo, son formas
de agregar valor económico y fortalecer la soberanía.
Desde la perspectiva de la defensa, la ausencia del pabellón argentino en los buques
tiene un impacto sustancial y notable. Los buques de bandera son el potencial nacional
que puede emplearse para resolver un conflicto. La historia de la guerra naval y en
particular la de Malvinas nos da muestras de cómo un buque mercante o pesquero puede
transformarse en un porta helicópteros o un barreminas para la defensa del país.
Desde esta perspectiva, es relevante considerar que la reglamentación de la Ley de
Defensa aún se encuentra pendiente en los aspectos vinculados a movilización, reserva
y requisiciones. Los proyectos de leyes sobre marina mercante e industria naval en
trámite en el Congreso son un punto de partida de un debate tan imprescindible como
complejo. La agenda legislativa del mar es un desafío compartido, complejo y
mandatorio para todos nosotros.
La Prefectura naval y la Armada Argentina son actores relevantes en el desarrollo y
operación de la Marina Mercante mediante sus roles para la certificación y habilitación
de buques y la formación y titulación del personal que los ha de tripular conforme a sus
respectivas responsabilidades según el marco legal vigente.
Una flota mercante marítima y fluvial pujante es una fuente poderosa de desarrollo
económico, no sólo por la actividad propia de los buques, sino por los efectos
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multiplicadores que se ejercen sobre la industria naval que es una de las que más
derrama en sus entornos productivos. La necesidad de incorporación de buques de la
Armada está dando un impulso inicial al sector que seguramente ayudara a fortalecerlo
para nuevos emprendimientos.
Estimados colegas, llegando al fin de esta singladura compartida, los invito a mirar la
estela de nuestro pensamiento.
Formular conclusiones en un tema tan complejo y trascendente exige una lógica de fines
y medios para avanzar en el desarrollo de conceptos y en la identificación de nuevas
metas.
Resulta claro que en relación al mar, tanto la seguridad como la defensa son factores
que contribuyen al desarrollo económico. El uso del mar sin conocimiento y protección
por parte del Estado es inviable.
A su vez, si el mar no es usado para el desarrollo económico, el conocimiento y la
protección son de poco valor.
El análisis de la realidad, a la luz de estos sencillos elementos de juicio, arroja dos
conclusiones centrales.
La primera es la carencia de buques de bandera nacional como indicador de la falta de
interés o incentivos para usar el mar en beneficio del desarrollo económico.
Esta carencia tiene causas complejas y consecuencias graves en términos económicos
porque se transfieren recursos a empresas y personas de otras banderas en lugar de
agregar valor para el desarrollo humano de nuestra sociedad. Este es un buen punto de
partida para revertir este proceso.
La segunda conclusión es la necesidad de optimizar las interacciones entre la Prefectura
Naval y la Armada Argentina en beneficio de la eficacia y eficiencia del Estado en sus
funciones vinculadas a la seguridad y la defensa.
La adecuación de las capacidades específicas a los nuevos desafíos es una
responsabilidad de cada Fuerza. La optimización, armonización y articulación de las
interacciones entre seguridad y defensa en lo relativo a las funciones que cumplen la
Prefectura naval y la Armada Argentina es, en cambio, una responsabilidad compartida.
En ese camino es necesario identificar los espacios de coincidencia en los fines, como
paso previo a acordar espacios de coordinación y complementación en la acción.
El marco para desarrollar tales acuerdos vuelve a tener apoyo institucional: el acuerdo
marco para la coordinación y complementación entre los Ministerios de Seguridad y
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Defensa, que vencía en septiembre de este año, se encuentra en proceso de revisión y
será pronto reafirmado.
La coordinación en la acción es central para evitar interferencias mutuas, vacíos o
superposición de tareas y sobre todo para favorecer sinergias. La dimensión económica
de estos asuntos obliga a la coordinación para evitar que se dilapiden recursos escasos.
La emergencia en seguridad obliga a concentrar los recursos en las funciones esenciales
y a la colaboración dentro de lo que el marco legal permite.
La cooperación en materia de vigilancia y control de los espacios soberanos en el norte
argentino contribuye a proteger intereses vitales. La promoción del uso del mar por
buques y plataformas con pabellón nacional y el consecuente impulso a la industria
naval constituyen un aporte que podemos hacer al desarrollo económico.
Estas acciones contribuyen a dos de los tres ejes de la acción de gobierno: pobreza cero
y derrotar al narcotráfico.
La Prefectura naval y la Armada Argentina pueden generar un aporte sustancial para
optimizar las funciones del Estado en la producción del bien público, objeto de las
jurisdicciones de seguridad y defensa y coadyuvar a la toma de conciencia de la
necesidad de más banderas argentinas en el mar.
Es por todo esto que este foro constituye un excelente ámbito para asumir esas
responsabilidades como un desafío compartido y como un punto de partida.
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