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Las voces del viento
“Somos nahuales, somos rayo, somos nube,…
Somos aire del Istmo, oliendo a mares,
somos el golpear de los cayucos llevando comida a casa;
yolo, lisa, robalo, camarón, jaiba y pejesapo.”
Nangaj Iüt Sagrada tierra
San Mateo del Mar es uno de los cuatro pueblos costeros que pertenecen a la
cultura Ikoots. Está situado en una franja de tierra ceñida por las lagunas saladas que
rodean una parte de la costa del Istmo de Tehuantepec. En tiempos de lluvia la laguna se
fusiona con el mar vivo. Parajes desolados bordean el camino, las contradicciones
climatológicas se reflejan en la diversidad de la flora del lugar: desde la mística danza de
los carrizos al ulular del viento hasta las cactáceas y los adustos árboles preñados de
nubes que pueblan el cielo mareño y que serpentean en la carretera que lleva desde
Salina Cruz hasta la comunidad, vadeando por las agencias que nos muestran un rostro
distinto del meridiano mestizo oaxaqueño.
Los Ikoots, “Nosotros” en Ombeayiiüts, a pesar de ser un pueblo pacífico, engendra
la visión-mundo de la resistencia. Su historia se puede constatar en su constante lucha
por prevalecer y hacer perdurar su memoria colectiva. Vinculados al territorio desde
una mística que se traduce en alimentar los ritos que unen a sus habitantes con el inicio
de la vida: el mar, el viento, el rayo, la lluvia.
Nangaj Yow Sagrada Agua
En tiempos inmemoriales y de registro más exacto, de la Colonia hasta nuestros
días, la laguna es la encargada de distribuir los productos del mar que se comerciaban por
toda la región. Desde entonces, es parte importante de la alimentación y la economía de la
zona, ha contribuido al desarrollo económico del Istmo de Tehuantepec, sin que esto se
refleje de manera integral en sus estándares de vida. Actualmente es el centro del
1
patrimonio de las comunidades que no sólo nutren su cuerpo sino que alimentan la fe en sus
entidades sagradas1. La laguna, la madre que engendra y nutre su espiritualidad, tiene una
intención solemne para los Ikoots, quienes dotan de divinidad al viento del norte (Nangaj
Teat Iünd Sagrado Padre Viento), al viento del sur (Nangaj Müm Ncherrek, Sagrada Madre
del Sur), a las mareas que dicen que se crearon cuando la madre viento huyó hacia la laguna
superior.2
Paola García Souza, nos explica en su texto, Concepciones del tiempo entre los
huaves de San Mateo del Mar, Oaxaca, que el ecosistema depende de la regularidad pluvial
que determina el volumen y la salinidad de las aguas de las lagunas, y por lo tanto, la
capacidad de reproducción y crecimiento de los productos marítimos. Esto explica el por
qué los huaves han hecho del agua (en sus manifestaciones marítimas, fluviales y pluviales)
y de los elementos climatológicos, el centro de reflexión en torno al cual gira el sistema
cosmológico, incluyendo los rituales y la narrativa mítica3.
La Resistencia
El pasado diez y once de septiembre se llevó a cabo la reunión ordinaria de la Red
de Defensoras y Defensores Comunitarios de Derechos Humanos y el Foro “Compartencia
de experiencias”. En este espacio mítico, habitantes de la comunidad de San Mateo del Mar
y estudiantes del Bachillerato Comunitario Ikoots compartieron, además de la palabra, la
indignación y la digna rabia de las y los compañeros de organizaciones y comunidades
como Teitipac, Copudever, Ucizoni y San Dionisio del Mar.
1
“Los huaves han hecho del agua el punto de articulación que conecta a los santos, los vientos y los
naguales. La palabra yow (“agua”) no sólo está en la raíz de numerosos topónimos, condiciones climáticas y eventos
rituales, sino también es el centro de las narraciones mitológicas” Huaves / Saúl Millán. México: CDI: PNUD, 2003.
2
Ibídem, p-7.
3
http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=609
2
Estos significativos acontecimientos pasan a ser parte importante en la construcción
histórica por la defensa de los derechos colectivos, ya que este espacio ha sido determinante
dentro de la resistencia por la defensa del territorio, sólo por citar la historia reciente, el
Congreso Nacional Indígena emite desde acá uno de sus pronunciamientos4.
A pesar de que las condiciones y los contextos en las que se desarrollan estas
resistencias comunitarias son adversas, tienen fortalezas de donde asirse para tratar de
conservar intacta su realidad: la tradición de la oralidad y las prácticas rituales en
común. El colectivo que, a partir de universos vitales como la laguna, el territorio, el
maíz, el viento, construye su noción de identidad.
El ritual fue parte del segundo día, la vela de un cayuco ondulaba sobre la laguna
que traslucía su fondo de conchas y caracolas; ahí nos dejamos seducir por el sabor del
Chaw Popox5, el sonido del caparacho de tortuga6 y las astas de venado, que al son de la
flauta mayor acompañaron las palabras de Aníbal, ex alumno del Bachillerato
Comunitario Ikoots, egresado de la Universidad Ayuuk y actualmente maestro del
Bachillerato, él compartió sobre el espacio cotidiano de la pesca: la laguna, la noche, el
alimento, labor que complementa la dualidad: las mujeres que tiene la tarea de
transformar el pescado y el camarón en parte de la dieta comunitaria y que emprenden la
travesía a la ciudad para mercar.
4
“Donde cae la frescura del aire, península, pedazo de tierra en medio del mar, tierra de los ikoots, hoy que
sabemos y sentimos que no estamos solos, nos llena de alegría escuchar las tantas voces, sentir que están aquí. Tiempo
en el que el día es corto y la noche se prolonga nos da la oportunidad de pensar y analizar los días que vivimos, qué
nos indica y para donde va nuestro caminar. Desde aquí la palabra del viento se convierte en nuestra antigua voz de
resistencia para emitir el presente” http://www.pozol.org/?p=3828
5
.https://ikootsbai.wordpress.com/2015/09/16/chaw-popox-atole-de-espuma-nuestra-bebida-sagrada-ikootsque-ofrece-armonia-y-bienestar/
6
“La costumbre prescribe que los carapachos provengan de las hembras de la especie, a los que se atribuye
un sonido más intenso. Poj, la tortuga de tierra (Chrysemys scripta), que nace al final de la temporada pluvial, es sin
embargo la representante de un ciclo ceremonial que inicia el cuarto viernes de Cuaresma, durante la fiesta de la Cruz
Verde de Mar Tileme, y concluye en la mayordomía de Corpus Christi”. Huaves / Saúl Millán. México: CDI: PNUD,
2003. P-2.
3
Pedro Orozco, el compañero de San Dionisio del Mar que nos regaló el texto del
que se toma el epígrafe, compartió en su palabra la grandeza y la lucha de la Nación Ikojts,
su victoria sobre la transnacional que amenaza con quitarles sus espacios sagrados.
Es justo en este espacio donde, los que nos atrevemos a escudriñar la realidad desde
la mirada comunitaria, sentimos cimbrar nuestro corazón y nos hacemos cuestionamientos
personales. Esta lucha es una coyuntura, un tiempo detenido, oportuno para repensar lo que
estamos haciendo, nosotros, los mol,7 acostumbrados a dinámicas que parten desde otros
referentes, que nos vuelven insensibles a esa relación ser humano–naturaleza que ha
alimentado a nuestros pueblos, acostumbramos pasar la mirada de largo ante lo que nos
interpela, a dejar de lado el bien colectivo.
Es aquí y a partir de estas experiencias desde donde podemos hacer un análisis
desde nuestra realidad y la cosmovisión que se expresa en los pueblos originarios ¿Dónde
más podríamos encontrar los insumos para soñar? ¿Dónde más podríamos ver el dolor de la
indiferencia social y el dolor humano que provoca el hábitat que cada uno construye?
Quizá este es el pretexto que se requiere para interpelar a la mirada distinta, quizá el
tiempo es propiciatorio para que cada uno vayamos revelando nuestra verdadera opción de
vida. No hay otra manera para descubrirse en la mirada del otro, no hay otra propuesta más
revolucionaria al sentir aversión por lo que somos y que es reflejado por la dinámica de los
espejos: ¿hasta dónde son ellos, hasta dónde somos nosotros?
Quizá, lo que nos falta, es atisbar ese espacio donde reside gran parte de lo que
somos, lo que nos lleva a tomar acciones que parecen radicales, ese lugar que es parte de lo
que se construye diariamente a la hora de interpelar nuestras constantes contradicciones:
nuestra conciencia colectiva.
7
“La gente de fuera” Diccionario Etimológico y Comparativo de las Lenguas Huaves, Rolf Noyer.
4
En este sentido, y aunque la labor es tratar de unificar voluntades, también se trabaja
con las contradicciones. Se intenta darle un rostro al desaliento, una mirada, unos pies que
caminen, unas manos que construyan. Las mujeres y los hombres que vinieron de la
montaña, de la costa, de la sierra, del valle de la antigua Antequera, los que vinieron del
mar, los que habitamos en esta zona lagunar, las Defensoras y Defensores de Derechos
Humanos, las y los jóvenes, todas y todos tenemos esta ardua tarea.
Actualmente, pareciera que el ser humano, en su afán por el progreso y la
modernidad, tiene una tendencia a devastar lo natural, a buscar segar su ombligo sembrado
en la tierra, la raíz que lo une con el universo. Renunciar a la relación que tenemos con los
elementos naturales es negar la parte vital que nos dota de energía, que nos regala sentido,
que nos concede un espacio dentro de la naturaleza.
Este lugar sagrado, este imaginario colectivo, este territorio Ikoots fue un espacio
para repensar nuestra resistencia, nuestras convicciones. En este sentido, la palabra de las
compañeras y los compañeros que defienden el territorio se vuelve parte de la conciencia
colectiva al que este evento aporta a la memoria histórica que hay en los pueblos, la
reinventa. La construye.
Desde aquí, las voces del viento son un llamamiento de las comunidades en
resistencia que inspiran a seguir defendiendo la vida, a resistir en la desesperanza.
Aún en la desesperanza.
Astrid Paola Chavelas López
Maestra del Bachillerato Comunitario Ikoots
San Mateo del Mar, Oaxaca
Otoño del 2015
5