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Julia Bernal Vázquez. (2005). Eufonía. [Versión electrónica]. Revista Eufonía 33
Sentir, vivir, pensar, expresar música
Un proyecto formativo integrado para la educación infantil
Julia Bernal Vázquez
La edad de 0 - 6 años es un periodo crítico del desarrollo infantil. Se trata de una etapa prioritaria que requiere la máxima
atención.
La música en la edad infantil no está concebida en sí misma con una finalidad netamente educativa, pero cuando es
utilizada adecuadamente adquiere un alto valor y puede considerarse el mejor de los recursos didácticos. Las actividades
musicales debidamente secuenciadas desarrollan capacidades de observación, análisis y apreciación del hecho sonoro y en
los centros de infantil debe ser considerada fuente de alegría, gozo y placer.
Palabras clave: música, educación, infancia, enseñanza, musicalidad
Feeling, living, thinking, expressing music. An integrated formative project for infant education
The 0-6 period is critical in infant development. It is a fundamental stage that requires maximum attention.
The music in the infant stage is not conceived in itself with an exclusively educational finality but when it is used
adequately it acquires great value and may be considered the best of didactic resources. Music activities that are correctly
sequenced develop capacities of observation and appreciation of sound and in infant centres should be considered a source
of happiness and pleasure.
La necesidad de que los niños desarrollen su inteligencia y sus emociones adecuadamente depende de la familia y de la
escuela, que siempre han de estar de acuerdo para que el proceso educativo sea lo más eficaz posible.
La escuela en el siglo pasado tenía la misión de transmitir conocimientos: cuanto más sabía un alumno mejor se
consideraba a su profesor. La Ley General de Educación de 1970 fue progresista al considerar a la persona como centro del
proceso educativo; más tarde, en 1990, la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE) reconocerá la importancia
de educar no solo ka vertiente intelectual sino también la afectiva y social.
Las teorías de la educación de Vygosky, Piaget, Freinet, Bruner, Gardner..., las diversas metodologías de aprendizaje
(conductistas, gestaltistas, cognitivas, etc.), los modelos preescolares propuestos por Froëbel, Agazzi, Montessori, Manjón,
etc. y, respecto a la educación musical, las diferentes propuestas metodológicas de Dalcroze, Orff, Kodaly, Willems,
Delalande, Paynter, Schafer, etc. consiguieron cimentar la educación infantil preparándola para el siglo xxi.
Según el informe que sobre educación para el siglo xxi realizó Delors (1996), la educación integral debe constituirse sobre
una serie de principios básicos, competencias, capacidades o habilidades, aprendiendo a: conocer (adquisición de una
cultura que facilite la comprensión del mundo y los instrumentos para la adquisición del conocimiento), hacer (el trabajo
como colaboración), vivir juntos, y ser (en referencia a la dimensión ética y crítica).
Describe Gardner (1991, 1995, 1998) la inteligencia como la competencia cognitiva humana, el potencial biológico en
bruto, el conjunto de habilidades, talentos o capacidades mentales, que abarcan desde la inteligencia musical hasta la
implicada en el conocimiento de uno mismo (inteligencias múltiples), todas igualmente importantes, que pueden
subdividirse o reajustarse, diferenciándose las personas en la intensidad de estas inteligencias ("perfil de inteligencia") y en
las formas en que se recurre a ellas y se combinan para solucionar los problemas y poder progresar en los distintos
ámbitos.
En las enseñanzas artísticas en general, y la música en particular, todavía hay quien cree que solamente aquellos que
poseen unos "dones" específicos o talentos pueden ser capaces de desarrollarse artísticamente. Es evidente que existen
genios que han demostrado su inteligencia musical incluso antes de haber tocado un instrumento o de haber recibido
instrucción musical. Pero lo realmente importante es considerar que toda persona es susceptible de sensibilizarse a la
música, o lo que es lo mismo, que la musicalización es el producto de la educación a la que toda persona tiene derecho.
Hoy consideramos que una escuela de calidad es aquella que promueve el proceso intelectual, social, moral y emocional de
sus alumnos, donde el profesional es un organizador del conocimiento, diseñador y mediador de actividades significativas,
conocedor de la metodología adecuada para que pueda, además de guiar el aprendizaje, elaborar proyectos curriculares
que se adapten a las características y necesidades de sus alumnos y del centro escolar. La escuela infantil tiene que
significar la apertura del niño a nuevas posibilidades, estímulos y oportunidades, abierta a todos, centrada en los niños,
garantizando sus derechos, respetando su propio mundo y sus relaciones, planificada en función de sus intereses y
continuadora de la vida familiar.
La educación infantil
La educación infantil es el primer eslabón del sistema educativo, el que da paso a un tipo de educación "más formal",
aunque los objetivos no llevan explícitos la adquisición de conocimiento
Mortimore (1991) señala la necesidad de educar teniendo en cuenta que un niño necesita:
• La interacción con su medio. Esta relación con el entorno inmediato sienta las bases de su posterior desarrollo y
favorece las formas de comunicación y representación (vivir las manifestaciones musicales del ambiente, folclóricas,
rituales, etc.).
• La actividad. Él es el protagonista de su propio aprendizaje (tiene que interactuar con la música: escuchar, cantar,
tocar instrumentos, bailar...).
• El interés. Estimulando al niño y niña para que intervenga en la actividad, manipulando y reflexionando
(investigando con el sonido para formar secuencias sonoras, crear ideas sonoras-musicales, grabar, escuchar,
modificar...).
• Un principio lúdico. El juego forma parte de su vida cotidiana, jugando satisface sus necesidades de relación y a
través de acciones exploratorias llega al conocimiento de sí mismo, del entorno social y del medio natural.
• La socialización. El niño construye y modifica sus estructuras cognoscitivas gracias a las influencias esenciales de las
personas que le rodean (la madre, la familia serán los primeros "maestros de música", quienes estimulen su
musicalidad).
Zabalza (2003, p.496) concreta el currículo infantil en torno a cuatro niveles:
1. Oréctico - expresivo. El niño y la niña tienen que conocer y controlar su mundo interior y potenciar su dimensión
emocional (la música ofrece sentimientos de seguridad, afecto y confianza).
2. Sensorial - psicomotor. En torno al desarrollo de capacidades perceptivas de los sentidos (ritmos, canciones,
retahílas, juegos sonoros plurisensoriales..., contribuyen a formar su sensibilidad artística).
3. Relacional - social con aprendizajes sociales.
4. Intelectual - cognitivo, para desarrollar capacidades relacionadas con el lenguaje y el pensamiento lógico
matemático, la divergencia, etc.
Frabboni (2003, p. 504) cree que el modelo de escuela infantil que actualmente se necesita ha de estar basado en tres
"climas educativos" (o ejes educativos fundamentales, escenario de formación cognitiva, estética y ética): antidogmático,
antiautoritario y antropológico. De esta manera un ambiente que motiva, que alimenta la cultura del cambio, que ofrece
oportunidades diversas se convierte en un "aula" de aprendizaje.
La escuela ha de potenciar el desarrollo infantil en sus diversas dimensiones y vertientes (lingüístico, social, intelectual,
etc.), compensar los posibles desequilibrios de origen familiar y social, y actuar como un ecosistema en el que se propicien
nuevas modalidades de encuentro a muchos niveles (consigo mismo, con otras personas, con las cosas y sus usos, con
noticias y conocimientos, con otras formas de comportamiento en relación a normas, rutinas escolares, las conducta de los
demás...). La concepción del currículo musical en estas edades ha de ser amplia, compresiva y equilibrada, con una
propuesta globalizada de experiencias de aprendizaje.
Escuchar. Sentir. Pensar. Expresar
El oído es el primer órgano que establece conexiones con los sistemas neuronales del cerebro en desarrollo. Cuando los
centros o las vías auditivas son operativos, permiten la formación de imágenes auditivas internas que dan lugar al
lenguaje. La voz únicamente puede reproducir lo que previamente ha escuchado el oído; aprender a hablar supone la
integridad de dichos centros auditivos cerebrales, siendo el oído quien hace expresar, escuchar y pensar. Los trastornos
auditivos dificultan la expresión de sensaciones y emociones. Determinados sonidos afectan poderosamente a los más
pequeños. Las voces (sobre todo la de la madre) influyen en el cerebro, mejoran la escucha, estimulan el lenguaje,
favorecen la salud emocional, alivian el estrés, colaboran en la interacción social, facilitan las habilidades motoras...
La construcción del lenguaje es el resultado de procesos de diálogo en contextos sociales muy complejos donde los niños y
las niñas, a través de procesos interactivos para lograr su adquisición y desarrollo, "trabajan" con las personas adultas.
Para aprender el lenguaje es necesario "vivir" situaciones rutinarias a través de actividades repetitivas que permitan
asociar la palabra y las frases con objetos y acontecimientos de la realidad.
Para la comprensión del lenguaje, McLean y Zinder- Mclean (1999) proponen unas estrategias de las que se deduce que la
imitación selectiva del sonido y el uso del lenguaje para aprender más lenguaje, son estrategias de producción. Desde las
edades tempranas hay que conseguir que los niños presten atención para que conecten lo que oyen y ven con los objetos y
las acciones a que se refiere. Hay que conducirlos a una escucha selectiva del input lingüístico de los adultos. El baby talk
(modificaciones del habla de los adultos) favorece que el niño pueda sintonizar con el habla y se centre en las frases que
reconoce y que van dirigidas a él.
Cuando está desarrollando el habla, el niño intenta reproducir lo que oye. La calidad de las propuestas sonoras que reciba
influirá en su forma de expresión, lo que transferido al proceso de musicalización significa realizar ejercicios sencillos de
escucha atenta y llegar, a través de la exploración, a observar cómo se hacen los sonidos, cómo evocan ambientes
sonoros, para que posteriormente lleguen a convertirse en el uso imaginativo de texturas de sonidos musicales.
La voz es un instrumento privilegiado, el único que puede unir la palabra con la música, y su poder es tan grande que
afecta a la totalidad de la persona y le permite comunicar toda clase de sentimientos y emociones. La voz, como lenguaje y
canto, es el instrumento expresivo más importante, y por ello debe convertirse en toda la edad escolar en el mejor de los
recursos para fortalecer el aparato respiratorio, además de colaborar en la educación de aspectos culturales, artísticos y
éticos.
El aprendizaje musical comienza con la percepción a través del oído; manipulando, explorando e investigando con los
materiales sonoros es como se llega a sentir y comprender el sonido. La percepción musical o actividad de escucha atenta
implica la sensibilización al mundo sonoro en general, y en particular a patrones organizados de sonidos, lo que significa
utilizar la expresión musical para aprender a expresarse musicalmente (a través de la voz, del cuerpo, o los instrumentos
musicales) (Bernal y Calvo, 2000).
Desde siempre el ser humano, en todas las sociedades y culturas, se ha valido del canto como la forma más natural de
expresar los sentimientos. Cantar es hacer música, y aprender a utilizar la voz es poder expresarse musicalmente. Cantar
no requiere esfuerzo, ni pensar en la garganta, pero sí necesita de la inteligencia. El objetivo fundamental del canto en la
escuela es conseguir el gusto por cantar y que los niños disfruten, adquieran seguridad en la entonación, desarrollen sus
posibilidades vocales y utilicen la respiración para conseguir una buena emisión, de tal manera que puedan sentir y
apreciar la belleza sonora de la voz (Bernal y Calvo 2004).
El niño tiene que "aprender a escucharse" y a distinguir las diferentes sensaciones sonoras percibidas por el oído. Hay que
aprovechar todas las oportunidades para estimular y desarrollar la audición y la emisión de sonidos. Todos los elementos
que forman parte del proceso de enseñanza-aprendizaje musical concurren en la audición y dependen de ella. Audición es
un término íntimamente relacionado con el de "educación auditiva". "Audición activa" significa tomar conciencia del sonido
que se percibe, "aprender a escuchar". Adquirir un oído capaz de reconocer y diferenciar el acontecimiento sonoro es algo
que se aprende poco a poco y que necesita de un largo proceso (Bernal y Calvo 2003).
Contenidos de procedimientos
La palabra procedimiento significa "acción de proceder", "método de ejecutar alguna cosa". En el Diseño Curricular Base
(MEC, 1989) se identifica con destreza cuando señala que "el procedimiento es la destreza que queremos ayudar a que el
alumno construya".
Por su parte estrategia es un término ambiguo que se relaciona con táctica, destreza, estilo, conjunto de procedimientos
que se utilizan para llevar a cabo o lograr un objetivo, plan, fin o meta, etc. Cuando se aplica al aprendizaje, este vocablo
se utiliza para definir el método instructivo en sentido amplio, significando no solo secuencia, proceso, conjunto de
procedimientos mentales empleados para facilitar la adquisición del conocimiento, etc., sino también organización,
planificación y manejo de la actividad.
Para Gervilla (2003) una estrategia debe ofrecer:
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Comprensión de la idea central.
Organización y estructuración que permita asimilación e interiorización mental.
Palabras clave, frases o conceptos que den respuestas a la información.
Ideas previas que permitan establecer conexiones entre lo que se conoce y la nueva información.
Funcionamiento cerebral (específico), utilización de otros sentidos (colores, grafismos, dibujos...).
Individualización (potenciando el aprendizaje autónomo y el cooperativo, facilitando el pensamiento y desarrollando
valores y hábitos sociales).
• Expresión creativa, imaginación y creatividad.
• Jerarquización de conceptos, diferenciando los "importantes" de los "secundarios".
Para la educación musical una estrategia es la necesidad de utilizar determinados procedimientos y recursos que estimulen
el pensamiento divergente para que, a través de la experimentación, manipulación y búsqueda sonora, los niños y las niñas
lleguen a elaborar combinaciones y relaciones de sonidos y a construir "ideas musicales".
El objetivo fundamental de la expresión musical en estas edades es desarrollar la sensorialidad auditiva, el ritmo y la voz, y
en relación con los objetivos generales de la educación infantil, son procedimientos básicos los que están en interacción
con:
• Escuchar. Prestar atención, aprender a "abrir los oídos", a realizar una escucha selectiva.
• La coordinación motriz a partir de diferentes actividades rítmicas: cantar, realizar percusiones corporales, tocar
instrumentos, danzar...
• El autoconcepto, la autoestima, tomando conciencia de las posibilidades que ofrece "mi cuerpo" como instrumento
capaz de "hacer música".
• La relación con los demás, y con el entorno, utilizando la música como medio de comunicación y expresión de
sentimientos e ideas a través de la voz, los instrumentos musicales y el cuerpo.
• Respetar las voces de los compañeros y las compañeras, el turno a la hora de cantar o tocar, aceptar las
indicaciones para cantar o tocar en grupo.
• Asistir a conciertos o a actividades musicales programados con finalidades didácticas, reconocer y valorar otras
músicas, otros instrumentos, otras manifestaciones musicales folclóricas, populares...
• La aproximación científica en base al sonido, la exploración sonora, el reconocimiento de los parámetros
(intensidad, timbre, altura, duración, textura).
• La tecnología, usando los diferentes materiales: audiovisuales, ordenadores, grabadoras, mezcladores de sonidos...
• Aprender a aprender, buscar, recoger informaciones de tipo musical, seleccionar materiales sonoros: reproducir
vídeos musicales, grabar sonidos de la casa, de la calle, voces, escuchar, modificar, interrelacionar...
El desarrollo del sentido musical se presenta totalmente subordinado a la reaudición de melodías que se graban en la
memoria gracias a múltiples repeticiones. Para desarrollar la escucha creativa se han de utilizar unas estrategias
estructuradas de tal manera que estimulen e impliquen al alumnado en la experiencia directa de escuchar, para que
posteriormente pueda ordenar y conducir sus creaciones musicales y describir sus vivencias.
La expresión musical en la educación infantil
En la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), de 2002, las áreas curriculares se corresponden con los ámbitos
propios de la experiencia y el desarrollo infantil, y los contenidos musicales, en relación con todos los ámbitos del
conocimiento y de la experiencia, se ubican dentro de la Expresión Artística y la creatividad y se especifican de la manera
siguiente:
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Ruido, silencio y música.
Las propiedades sonoras de la voz, de los objetos de uso cotidiano y de los instrumentos musicales.
Discriminación de sonidos y ruidos de la vida diaria.
Cualidades del sonido.
Canciones populares infantiles, danzas, bailes y audiciones.
Interés e iniciativa para participar en representaciones.
El profesional que trabaja con estas edades ha de poseer no solamente unos conocimientos científicos, culturales,
sociológicos y psicopedagógicos, sino además la cualificación necesaria que le permita proporcionar al alumnado aquellos
estímulos que favorezcan y desarrollen su potencial musical innato. Su formación ha de permitirle apoyarse en una
metodología adecuada para que pueda, además de guiar el aprendizaje, elaborar proyectos curriculares que se adapten a
las características y necesidades de sus alumnos y alumnas y del centro escolar. En su "proyecto educativo" ha de
explicitar los planteamientos relacionados con el desarrollo infantil y la expresión musical, así como el tipo de aprendizaje
que va a potenciar, definiendo cuáles son sus funciones en el conjunto del sistema educativo.
Si consideramos que el "método" más directo de aprender a hacer algo es la actividad en sí misma (el principio de actividad
es el de "aprender haciendo"), "aprender música", desarrollarse musicalmente, convierte la actividad musical en la
protagonista de la acción de tal manera que el niño o la niña tiene que hacer, o intentar hacer, todo lo que pueda hacer con
la música.
Son muy variados los tipos de tareas que se pueden realizar en el aula: de introducción o motivación, de conocimientos
previos, de desarrollo y comprensión, de consolidación, de refuerzo, de recuperación, de opinión... Elegir una determinada
metodología es una opción personal en la que se interrelacionan todos los elementos de la programación. Cada situación
posibilita una manera diferente de estructurar la tarea educativa, utilizando procedimientos y recursos que estimulen el
pensamiento divergente, que los niños "hagan música" a través de la experimentación, la manipulación, la investigación
sonora, buscando distintas combinaciones y relaciones de sonidos.
Proyecto formativo integrado de educación infantil
La práctica educativa no puede reducirse a una programación oficial que se represente a través de esquemas. La práctica
educativa es mucho más y por ello ha de ser entendida como un proyecto en el que intervienen todos los agentes que
colaboran en el proceso educativo.
El concepto de currículo es una noción compleja y con diversos perfiles. Zabalza (2003, p. 471-473) al hablar de currículo
se refiere a "proyecto formativo", e identifica buen currículo con proyecto formativo integrado, derivando de cada una de
estas palabras una serie de connotaciones conceptuales y prácticas importantes para entender qué es y qué aporta un
enfoque curricular a la atención de la infancia, elaborando:
• Un proyecto de acción (plan y acción), pensado y planificado con la pretensión de llevarse a cabo (planificación
previa abierta). Se trata de algo que ha sido puesto por escrito, formalizado, de esta manera se convierte en un
compromiso con sentido, no en un proyecto burocrático (la música debidamente programada).
• Un proyecto formativo, con un tipo de actuación que cubra los diversos ámbitos del desarrollo infantil, equilibrado
en todas las dimensiones, desde lo intelectual a lo afectivo, la personalidad, el lenguaje, lo lógico, lo visual y
plástico, la expresión musical y corporal..., y potenciando un desarrollo completo en los niños y las niñas pequeños.
• Un proyecto integrado, coherente, coordinado, con una clara unidad y una continuidad interna que refuerce su
sentido y cohesión a la experiencia formativa que se ofrece al alumnado (continuidad e integración de la propuesta
curricular).
La programación es necesaria no solo para sistematizar el proceso, sino para aumentar la calidad de nuestro trabajo, y ha
de acometerse teniendo en cuenta unos conocimientos de tipo pedagógico (que dé respuestas al porqué, cuáles y cómo de
la selección de contenidos), social, psicológico, epistemológico, y de las condiciones contextuales específicas. La
programación ayuda a reflexionar sobre lo que se enseña.
Aunque no existe un acuerdo unánime sobre la importancia de los diversos componentes de la programación de las tareas
en el aula, Ibermón (2003) cree que hay que tener en cuenta:
•
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Los contenidos y los objetivos didácticos (qué conocimientos y su selección).
Las tareas, estrategias metodológicas o actividades.
Los recursos: de qué forma se va a trabajar el contenido en la acción.
Los criterios y momentos de la evaluación.
La organización del grupo-clase. El escenario o ambiente donde se realiza el aprendizaje condiciona su organización.
El concepto de método es cambiante. No existe un método único ni un método ideal. Los métodos didácticos deben
subordinarse a las condiciones psicológicas del alumnado, para que puedan redescubrir y analizar por sí mismos el
conocimiento. Es la experiencia la que debe conducir al profesional a adecuar el modelo del método a su propio marco de
acción. De hecho, la metodología puede variar según la materia, el alumnado, el profesorado, los objetivos, el contexto,
etc. Lo realmente importante es secuenciar el aprendizaje musical de manera flexible de modo que se interrelacionen los
diversos contenidos y se posibilite al alumnado la adquisición de otros nuevos. Se trata de un proceso cíclico: los
contenidos musicales aprendidos sirven para iniciar una nueva secuencia de aprendizaje.
Los materiales y recursos didácticos adquieren un papel fundamental en el proceso de enseñanza-aprendizaje musical,
constituyen un factor muy importante en el desarrollo de la tarea e influyen en la consecución de una enseñanza de
calidad. Por ello hay que prestar una atención especial a la hora de tomar decisiones sobre su selección y utilización, su
misión de mediadores puede condicionar todo el proceso educativo.
A modo de conclusión
Los contenidos del currículo escolar son, en definitiva, una selección de contenidos culturales que la sociedad ha elaborado
y que el alumnado tiene que aprender (técnicas, métodos, habilidades, destrezas, estrategias, etc.) adaptándolas a sus
necesidades de desarrollo personal para su integración social.
Programar la enseñanza y el aprendizaje musical debe ser un proceso de investigación abierto, reflexivo, en constante
proceso de revisión y compartido con el resto del equipo docente (especialista de música). Para la educación musical es
necesario planificar intencionalmente planteando los procedimientos como objetivos de aprendizaje musical, a través de
una secuencia de acciones ordenadas, y dirigidas a obtener un resultado (desarrollar la musicalidad). Esto significa dar un
nuevo enfoque a la práctica educativa musical, es decir, que la programación gire en torno a las tareas de tipo musical. Y
eso supone reflexionar cómo aprenden los niños y niñas y cómo desarrollan su potencial de aprendizaje (tareas basadas en
el principio de actividad).
Nuestra sociedad necesita en estos momentos un modelo de escuela "abierta" a la familia, el agente educativo primero y
más importante, a las numerosas culturas y etnias, a los valores que nos ofrece el ambiente, a la inserción e integración de
las diversidades (necesidades educativas especiales), donde los niños "jueguen a hacer música" en los rincones, talleres
y/o espacios preparados al respecto, con tareas ordenadas, secuenciadas, coherentes, significativas, adecuadas a su
desarrollo y con posibilidades de utilización.
La principal fuente del aprendizaje musical infantil está en su propia actividad. Un niño vive la música cuando la hace y la
siente con todo su cuerpo, y para ello necesita objetos y materiales sonoros-musicales con los que interactuar. La
manipulación, la exploración y la experimentación son los recursos naturales que niñas y niños utilizan espontáneamente
en sus aprendizajes y que, cuando son adaptados a sus características y aspectos psicopedagógicos, se convierten en
auténticos materiales y recursos al servicio del proceso educativo.
Como forma de expresión utiliza la música, el sonido, sus parámetros, para manifestar sentimientos, ideas y permite la
expresión creativa. Los niños y niñas han de cantar, tocar instrumentos, escuchar, inventar, danzar, interpretar, vivir la
música a partir de sus propias experiencias creativas, fomentando actitudes de respeto, valoración y disfrute de las
producciones propias y de las manifestaciones del patrimonio musical cultural.
Los repertorios de canciones, debidamente secuenciados y estructurados, retahílas, ritmos, audiciones, la práctica con
objetos sonoros o instrumentos musicales, la expresión corporal y la danza, pueden convertirse en las tareas de aplicación
de un "proyecto formativo integrado" que facilite y potencie la educación.
La música ha de ser considerada fuente de alegría, gozo y placer para después poder llegar a ser analizada comprendida y
criticada. El objetivo que se pretende en el proceso de enseñanza-aprendizaje musical es que el alumnado adquiera un
caudal siempre disponible de conocimientos creadores y para ello es necesario desarrollar los hábitos, las destrezas y las
habilidades necesarias para que puedan percibir y expresarse musicalmente.
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