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Transcript
Nota de prensa
El uso de gafas de sol en invierno previene la fotoqueratitis y la sequedad ocular
El tiempo frío y seco incrementa el riesgo de
problemas oculares
•
El Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas advierte de los
daños oculares que ocasionan la nieve, el aire, el sol y la calefacción.
•
Pasar un día en la nieve puede ser más dañino para nuestros ojos que
disfrutar de una jornada en la playa, ya que la nieve refleja más del ochenta
por ciento de la luz solar, incluida la radiación ultravioleta.
Madrid, 2 de diciembre de 2011
Aunque el sol brille con menos intensidad en invierno que en verano, eso no
significa que podamos olvidarnos de la protección ocular. En los meses más fríos del
año, el sol se sitúa más bajo en el cielo y a un ángulo diferente, lo que puede
incrementar nuestra exposición a la radiación ultravioleta. Este riesgo resulta tan
significativo en días grises como en días despejados. Las consecuencias de esta radiación
ultravioleta es que acelera la aparición de ciertos tipos de cataratas y de la degeneración
macular asociada a la edad, dos de los problemas de salud ocular más frecuentes durante
la madurez.
S equedad ocular
Pero el sol no es la única amenaza. Aunque muchas personas piensan que el
invierno es la estación más húmeda del año por la mayor presencia de lluvia y nieve, hay
jornadas en las que el aire puede llegar a ser muy seco. Ese ambiente frío y seco puede
irritar los ojos, incluso en los climas más templados, algo que deben tener especialmente
en cuenta los usuarios de lentes de contacto.
Si el ambiente resulta poco agradable en el exterior, las calefacciones también suponen un
problema en interiores, ya que tienden a disminuir la humedad del aire. Si bien es cierto
que la mayoría de los casos de sequedad o irritación ocular por este motivo son leves,
con frecuencia hace que nos frotemos los ojos, una costumbre desaconsejable por el
riesgo de infecciones y lesiones oculares.
El problema ocular más común en el invierno es la sequedad, que se traduce
en una sensación de quemazón o picor o de que un cuerpo extraño ha entrado en el ojo.
Los niveles de humedad se reducen mucho en casa o en la oficina con la calefacción
encendida y las ventanas cerradas. Pasar mucho tiempo fuera en un día ventoso también
contribuye a resecar los ojos.
Además, cuando hace frío o llueve, dedicamos más tiempo a ver la televisión, a
leer o a navegar por Internet, lo que puede incrementar la fatiga visual y la sequedad
ocular. Para paliarla, conviene realizar descansos periódicos, por ejemplo, dirigiendo la
mirada a objetos distantes durante unos minutos.
Las personas que experimentan mayor incomodidad son las que padecen el
denominado síndrome de ojo seco, cuyos síntomas incluyen dolor, visión borrosa,
enrojecimiento o, incluso, lagrimeo excesivo, mecanismo con el que los ojos compensan
esa falta de humedad. El ojo seco puede darse a cualquier edad, pero es más común en las
personas maduras, especialmente en mujeres que han superado la menopausia.
Para la mayoría de las personas, la sequedad ocular es simplemente una molestia,
pero, en los casos graves, aumentan nuestra vulnerabilidad a infecciones corneales, que
pueden afectar a la visión de manera permanente.
S i utilizas lentes de contacto
Las personas que utilizan lentes de contacto tienen más probabilidades de
padecer sequedad ocular en invierno. Las lentes de contacto son como esponjas: cuando
empiezan a secarse, pueden perder su forma y adherirse al globo ocular, lo que causa
incomodidad y visión borrosa. Por eso es tan importante mantener una correcta
lubricación de los ojos.
¿Nos vamos a la nieve?
Pasar un día en la nieve puede ser más dañino para nuestros ojos que disfrutar de
una jornada en la playa. La razón es que la nieve refleja más del ochenta por ciento
de la luz solar, incluida la radiación ultravioleta. Además, en el caso de desplazarse
a la montaña, esta radiación aumenta un diez por ciento por cada mil metros que
ascendemos. La mayoría de las personas que disfrutan en la nieve no es consciente de la
cantidad de tiempo que permanece expuesta a este reflejo intenso de la luz del sol.
El Presidente del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas, Juan
Carlos Martínez Moral, advierte que “exponerse al sol sin protección durante la
práctica de deportes en la nieve puede originar importantes quemaduras en córnea,
retina y cristalino”.
Un exceso de radiación ultravioleta eleva el riesgo de que nuestros ojos sufran una
fotoqueratitis, que es una especie de quemadura de los tejidos sensibles del ojo. De
hecho, una hora de exposición es suficiente para que se produzca una quemadura ocular,
aunque los síntomas pueden no manifestarse hasta pasadas entre seis y doce horas.
Entre esos síntomas se encuentran:
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Lagrimeo excesivo.
Enrojecimiento.
Inflamación de los párpados.
Fotosensibilidad.
Dolor de cabeza.
Sensación de cuerpo extraño.
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Visión borrosa.
Aunque la fotoqueratitis puede curarse con el tiempo, el mejor modo de salvaguardar
nuestra salud ocular es el uso de la protección adecuada. Así, las lentes de las gafas
deben bloquear el cien por cien de la radiación ultravioleta.
Estas precauciones no resultan solo imprescindibles para la práctica de esquí y otros
deportes de invierno, sino para realizar cualquier tipo de actividad en la nieve, como, por
ejemplo, pasear. Las gafas para el esquí, que cubren tanto los ojos como la piel que los
rodea, son una buena opción, ya que, además, evitan que la nieve y otras partículas
entren en los ojos.
¿Qué podemos hacer?
Queda claro que las gafas de sol son nuestras aliadas, también en invierno, para evitar los
efectos perjudiciales de los rayos ultravioletas. Pero para evitar los problemas de
sequedad ocular podemos adoptar los siguientes hábitos:
• Bebe más líquidos.
• Parpadea con más frecuencia. Cuando te concentras en una tarea visual
compleja, como las que se realizan frente al ordenador, desciende el número de
parpadeos por minuto, lo que puede exacerbar la sequedad.
• Utiliza gafas para salir a la calle, ya que protegen los ojos del efecto secante del
viento.
• Utiliza humidificadores en casa y en tu lugar de trabajo.
• Consulta acerca del uso de lágrimas artificiales a tu óptico-optometrista.
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Sonsole s García
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