Download 3.7.4.9.1. FIELES AL VAT. II Y AL MUNDO

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FIDELS AL VATICÀ II I AL MÓN D´AVUI I DE DEMÀ
(Fieles al Vaticano II y al mundo de hoy de mañana)
Ximo García Roca
Conferencia pronunciada en la jornada conmemorativa
de los 50 años del Concilio Vat II, organizada por la
coordinadora del Forum "Cristianisme i Mon d´avui" y
celebrada en Valencia (España) el pasado día 1 de diciembre
de 2012.
En el pórtico de esta Jornada, os invito a recorrer juntos
tres avenidas. La Primera nos llevará a identificar los focos
luminosos del Concilio, la nueva perspectiva mental y cordial,
que dejó atrás la contra-reforma, los nuevos valores que nunca
quisiéramos perder. Mientras peregrinamos al subsuelo del
Concilio nos acompañarán imágenes de las grandes metáforas
conciliares: el puente de la mediación, el alba de cualquier día,
el fuego que ilumina detrás de las cenizas, el túnel que perfora
la montaña para encontrar un tesoro escondido.
En la segunda avenida oiremos la voz de los testigos, que
supieron advertir el decaimiento del pos-concilio, las inercias,
que destruyen una institución pensada para una contrareforma, los olvidos de las minorías conciliares cuando han
llegado a gobernar la Iglesia. Para respetar el tono de sus
decepciones, les oiremos en voz en off para agradecer la
valentía de los profetas.
La tercera avenida nos llevará a mirar los desafíos
actuales a la luz y por fuerza del concilio. De este modo
colaboraremos a fortalecer nuestra esperanza, que hoy vive
momentos de baja intensidad. Como la esperanza se pronuncia
en plural y llega por caminos inéditos, esta tercera parte,
tendrá un carácter coral, proclamado por voces que
representan las aspiraciones de nuestra época, que eran sólo
emergentes en tiempos conciliares.
Con voz firme y convencida, con una sonrisa confiada, el
papa Juan XXIII inauguraba el Concilio Vaticano II diciendo
“Que se alegre la Iglesia. “Gaudet mater Ecclesia”. Y de este
modo, nacía la mayor esperanza de la Iglesia en el siglo XX.
Nació una esperanza porque tuvo el coraje de afrontar desde el
Evangelio los nuevos modos de vivir, esperar, pensar y amar
de la nueva época. Porque tuvo el coraje de proclamar que el
movimiento de Jesús no está encadenado al pasado aunque su
Iglesia se había anquilosado en estructuras anti-evangélicas.
Porque tuvo el coraje de situar a la Iglesia en función de la
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humanización del mundo junto a todos los hombres y mujeres
de buena voluntad.
“Os convoco a un Nuevo Pentecostés” Esta esperanza y
este coraje eran obra del Espíritu que hacia que el Papa no
tuviera miedo a abrir ventanas y mirar hacia el futuro, de un
Espíritu que hacía que más de 2000 obispos de todos los países
dejaran de ser súbditos de la curia romana para asumir la
responsabilidad de su ministerio, de un Espíritu que hacía que
un grupo de 40 teólogos se sintieron libres en su palabra y
audaces en sus investigaciones y por pocos observadores y
observadoras que presagiaban el débil inicio de la participación
de los y las seglares.
No podemos enterrar esta historia esperanzada, aunque
tengamos que remar contra todos aquellos que están más
interesados en silenciarlo, ignorarlo y olvidarlo; más
preocupados por restaurar el catolicismo que les precedió, con
sus seguridades, con sus liturgias de espaldas al pueblo y con
su autoritarismo clerical. Cabe remar contra todo aquello que
impide que las estructures eclesiásticas se impregnaren por el
Vaticano II.
Todos nosotros nos consideramos hijos y deudores del
concilio, como se verá en nuestros talleres. Por él hemos
vencidos muchas dudas, con él hemos construido nuestra
comunión con la Iglesia y a través de él hemos vivido la
fidelidad a Jesús de Nazareth. El Concilio ha producido frutos
abundantes, historias calladas, militancias y compromisos
públicos: muchos por él consintieron en ser sacerdotes,
religiosos y seglares en la Iglesia, otros eligieron dejar de serlo
por imperativo de su conciencia, hombres y mujeres
promoviendo comunidades de gozo y de resistencia.
EXPLORAR
En palabras del discurso inaugural, Juan XXIII propuso no
sólo “custodiar el tesoro de la tradición antigua, sino EXPLORAR
con firme voluntad y sin miedo lo que nuestra época exige”.
Quiero acentuar este carácter constituyente porque se ha
querido banalizar el concilio con el pretexto que sólo era
pastoral y no teológico. Este pretexto hizo que ningún profesor
en el seminario de Valencia incorporara el Concilio a la teología,
tres años después de acabar el concilio.
Esta exploración comportaba recrear el suelo y las
estructuras subyacentes de un edificio eclesial que se había
construido con los materiales propios de otro tiempo. Había,
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pues, que encontrar una nueva cantera de donde extraer las
piedras para la edificación. Se encontró la cantera de la Biblia,
que había sido prohibida al mundo católico y por entonces
conocía un resurgir en el movimiento bíblico, con sus
investigaciones históricas y arqueológicas. Se trataba
de
convertir el mundo católico en oyentes de la palabra. La
peligrosidad de retornar al Evangelio
fue advertido por
MUSSOLINI, el fundador del fascismo italiano cuando en una
confidencia íntima que le hizo a su Ministro de Asuntos
Exteriores le dijo: “¡Yo soy católico y anticristiano!” Para su
proyecto político necesitaba del catolicismo como un factor de
cohesión social y de buenas costumbres; pero rechazaba el
cristianismo
capaz
de
denunciar
los
comportamientos
antihumanos del fascismo y de estimar lo que el fascismo
desestimaba.
La otra cantera que ofrecía las piedras que en el borde de
los caminos esperan ser utilizadas en la construcción, eran los
signos de los tiempos. La Constitución Pastoral sobre la Iglesia
en el mundo actual del propio concilio, tras un fuerte debate en
el aula conciliar, postulará la indagación de «los signos de los
tiempos», como tarea propia de todo el Pueblo de Dios, a fin de
responder a los interrogantes de cada generación; de percibir la
presencia y los planes de Dios en la historia; y hacer inteligible
al hombre de hoy la verdad revelada (Gaudium et spes 44a).
Los padres conciliares llamaron signos de los tiempos a los
grandes consensos antropológicos, culturales, jurídicos,
institucionales, sociológicos que orientan el comportamiento del
hombre moderno.
Si la primera cantera nos convertía en oyentes de la
palabra, la segunda nos convierte en observadores de una
humanidad, que pone las piedras para cruzar el río de la
historia. Los movimientos obreros cristianos habían sabido
aunar ambas canteras mediante el método del ver, juzgar y
actuar, que hoy está torpemente bajo sospecha. Este método
suponía una importante valoración de la condición no clerical en
el interior de la Iglesia.
Con esa doble mirada, dejaríamos atrás una visión
estática, propia de la edad media, para lograr una visión
dinámica e histórica propia de la modernidad; dejaríamos atrás
una organización jerarquizada propia del feudalismo para
introducirnos en una organización participativa y comunitaria.
Pero sobre todo, podíamos mirar la realidad como
realidad agraciada. No había espacio para los profetas de
calamidades, sino para aquellos que triunfaron los que veían en
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el mundo y en la historia las huellas del Resucitado. Nunca se
impusieron los que sólo veían ocasos, peligros y amenazas.
Todos estos vinieron después.
Si llega el día, como así ha sucedido, que en lugar de
mirar a los signos del tiempo, se mira hacia dentro y hacía sí
misma, renacerán las viejas litúrgicas, regresarán las
instituciones antidemocráticas, y se ignorarán los derechos
humanos en la Iglesia y los clamores de nuestro
tiempo…caminaríamos hacia el gueto.
CONECTAR
Una vez renovado el edificio, se trataba de conectarlo con
los sentimientos, las expectativas, los gozos, las esperanzas y
las instituciones de la modernidad. Esta voluntad de construir
puentes convirtió al Concilio en un Acontecimiento Pastoral,
interesado en crear nuevas rutas para transitar de una época
medieval y post-tridentina a una época de testimonio y
anuncio.
Un puente se orientaba hacia la ciencia, con un
reconocimiento explicito de su autonomía: se pretendía acabar
con el conflicto entre la ciencia y la fe que ha sido la gran
sombra de la sociedad occidental. En el aula se reivindicó a
Galileo. El Concilio afirmaría que la fe no ha de temer al saber
científico ni la ciencia ha de encontrar obstáculos en la fe: hasta
el punto que en caso de conflicto con la fe, deberíamos
decantarnos hacia la ciencia. Todo lo contrario a lo que sucede
hoy.
Otro puente se orientaba hacia los derechos humanos que
son los protectores de las libertades modernas. Somos sujetos
de derechos y sujetos a deberes. En la declaración sobre la
libertad religiosa hizo la revolucionaria afirmación de que la
verdad no tiene derechos, sólo los tienen las personas y la
libertad de conciencia de toda persona. Esta simple afirmación
produjo mucha inquietud en amplios sectores del concilio y un
terremoto en el episcopado español, que algunos de ellos se
sintieron obligados a consultarlo con el Caudillo.
Otro puente quería unir la Iglesia con las democracias y
reconocerlas como el sistema político más adecuado, en contra
de amplios sectores que veían en el nacionalcatolicismo la
mejor organización política. La misma existencia de un Concilio
deliberante con la presencia de 2.400 personas que tenían que
llegar a acuerdos y en el que el voto de los grandes príncipes
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de la Iglesia tenía el mismo valor que los obispos africanos que
no entendían latín; era una escuela de democracia en la Iglesia.
Junto a los puentes, se establecieron también túneles
para recuperar lo que se había perdido y pertenecía al propio
pozo. Un túnel conectaba con las religiones mundiales para
encontrar el misterio de Dios. No hay ninguna religión tan
perfecta que no tenga nada que recibir, ni ninguna religión tan
pobre que no pueda dar algo. Para acercarnos a la riqueza de
Dios necesitamos de todas las voces, de todos los pueblos, de
todos los cantos y de todos los nombres.
Otro túnel quería explorar las verdades de otras
confesiones cristianas, había llegado la hora del ecumenismo.
Había que remover la mentalidad católica que seguía anclada
en la idea del retorno de los hermanos separados y en la
convicción de que la responsabilidad es de los otros.
Para este nuevo tiempo no se necesitan declaraciones ni
confrontaciones
ni
condenaciones
sino
anteponer
el
acompañamiento a la condenación, la colaboración a la
autosuficiencia, la escucha atenta a la endogamia interna. La
asamblea conciliar renunció a condenar errores o declarar
herejías. Y de este modo inauguró un nuevo estilo un nuevo
estilo de estar en medio de los otros hombres y mujeres, otro
estilo de presencia pública, otro estilo de misión y de
evangelización. De este modo el Concilio ha querido renovar la
credibilidad de un mensaje gratuito y libre, sin imposiciones ni
presiones Había que pasar de la hostilidad a la amistad, de la
sospecha a la confianza, del miedo a la colaboración.
DESPERTAR Y DENUNCIAR
El Concilio se propuso despertar las energías evangélicas
para un pueblo que se había acomodado e institucionalizado
los carismas. Fue un acontecimiento profético que
posibilitaba un nuevo comienzo.
Amaneció la Iglesia como Pueblo de Dios que “camina
sinodalmente hacia la ciudad futura” (Lumen Gentium); se
acababa la identificación de la Iglesia con la jerarquía y se
proponían otras formas de gobernar en la Iglesia lejos del
autoritarismo y del dogmatismo. Lo importante era el
sacerdocio común de los fieles y la colegialidad como unión
fraterna de hermanos fieles a un mismo compromiso. Se
intentaba superar el modelo monárquico a favor de una
organización comunitaria. Se acababa la identificación de la
Iglesia con la salvación, ya que hay salvación fuera de la
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Iglesia. Dios es mayor que su Iglesia, la desborda y tiene un
camino virgen para cada hombre. A Dios no le va según le va a
la Iglesia, sino según le va a la humanidad. En la iglesia sinodal
nos necesitamos todos, hombres y mujeres, casados y célibes,
laicos y religiosos y sólo aportando cada uno sus capacidades y
sus voces construimos un futuro evangélico. En un pueblo hay
fuertes y débiles, convencidos y descreídos, justos y pecadores,
puros e impuros. La buena noticia no puede estar reservada
para una elite intelectual, económica o cultural. Es una buena
noticia exigente y radical pero no elitista.
Amanecía una Iglesia experta y aprendiz de humanidad,
que peregrina en el mundo. Veníamos de una Iglesia en la que
la jerarquía enseña y los creyentes aprenden; los sacerdotes
pontifican y los laicos obedecen; los teólogos explican y los
laicos se comprometen. El Concilio inaugura formas de
colaboración activa y de responsabilidad común basadas en el
diálogo, que ha de ser el camino normal de búsqueda de la
verdad y de la decisión en la Iglesia que no tiene respuestas
hechas para cada cuestión, sino que ha de buscarlas (v. gr., GS
43; 92).
Amanecía una nueva presencia pública de los cristianos,
un nuevo estilo de estar en medio de otros hombres y mujeres,
otro estilo de misión y evangelización que sólo requería la
libertad religiosa. La aportación más entusiasta del Concilio fue
la afirmación de la dignidad y autoridad que el Concilio atribuyó
a todos y cada uno de los creyentes. Al reconocer la mayoría de
edad de los creyentes, las organizaciones de cristianos pasaron
de asistidas a protagonistas, del proteccionismo paternalista a
la responsabilidad propia.
Un nuevo comienzo para la liturgia, Dios dejaba de hablar
en latín y aprendió todos los idiomas. La celebración se
enriquecía con la variedad de lenguas, de cantos y de símbolos.
Era un modo de establecer el contacto con la gente sencilla, al
proponer el evangelio de manera comprensible. Se trataba de
pasar de ser espectadores de un drama sagrado a la
participación activa en el culto a través de las lenguas maternas
ya que el latín no era comprendido ni por el clero ni por los
laicos.
Un nuevo comienzo para la ética que puso en el centro el
destino universal de los bienes de la tierra. Constitución
Gaudium et spes: “El derecho a poseer una parte de bienes
suficiente para sí mismos y para sus familias es un derecho que
a todos corresponde…. Quien se halla en situación de necesidad
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extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario
para sí.” (GS.n.69)
A pesar de todos los intentos por parte de la minoría
conciliar de acallar sus voces, el aula conciliar se convirtió en un
espacio de anuncio profético. Allí se oyeron cosas como estas:
El Cardenal de Colonia, Frings, “acusó al Santo Oficio de causar
escándalo, hacer daño a la Iglesia y ir contra el derecho
natural” Se propuso suprimir la curia por la creación de un
Consejo permanente. Se propuso suprimir las nunciaturas por
las Conferencias episcopales; Se denunció el secretismo en la
elección de obispos. Se protestó contra el papel subalterno de
la mujer en la Iglesia. Una observadora consiguió que una
asamblea de célibes varones dejara de pensar el matrimonio
como remedio de la concupiscencia. Son voces que nos
pertenecen y que nadie podrá acallar.
II.- INERCIAS, OLVIDOS, ESTANCAMIENTOS
La voz de los testigos
Entrar en un territorio inédito es siempre perturbador y
causa desconcierto y malestar. Pronto el Concilio se convirtió en
el acontecimiento más perturbador para la Iglesia católica en
sus dos mil años de vida. Llegó el miedo y con él muchas
fuerzas empeñadas en cerrar las ventanas. A través de un largo
proceso de erosión, los dinamismos conciliares dejaron de
fecundar el camino de la Iglesia.
Llegaron los ruidos que ya se habían escuchado en el aula
conciliar: llegó la oposición a la sustitución de la lengua latina
por lenguas propias (de esto sabemos muchos los valencianos),
la oposición a la desaparición de la sotana y de los hábitos, a la
institución del diaconado de personas casadas, al cierre de las
nunciaturas, al nacimiento de las conferencias episcopales…
pero lo más terrible fue que la Iglesia ha dejado de gravitar en
torno al Concilio Vaticano II.
Es el momento de escuchar la voz de los grandes testigos,
muchos de ellos habían participado en el aula conciliar que
advirtieron y observaron con preocupación dónde y cuándo se
producía la inflexión y se podían esfumar sus aspiraciones
básicas.
Si hoy, en este día celebrativo, describimos los miedos y
las cautelas, las inercias, los olvidos y los estancamientos, es
porque la verdadera esperanza no teme mirar al abismo.
Miremos pues la altura y profundidad de nuestros miedos.
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1.- La deriva hacia el sectarismo
Las primeras advertencias vinieron del mayor teólogo
católico del siglo XX, Karl RAHNER, quien denunció las
posiciones sectarias que se despertaron en torno al Concilio.
El pos-concilio, en lugar de ampliar la libertad
de los creyentes y las diferentes opiniones en el
interior de la Iglesia, produjo una polarización que
impide vivir, orar y trabajar juntos. O perteneces a
un determinado grupo o eres considerado por él
como enemigo y como sospechoso. Cuando se
“etiquetan” mutuamente como “reaccionarios” o
“progresistas”, cuando uno se abalanza contra el
otro no con argumentos objetivos,
sino con
emociones; cuando los partidarios de un grupo
determinado sólo favorecen a quienes se han
adscrito a ese grupo con toda su alma, cuando uno
ya sólo se mueve en los círculos que le caen
simpáticos, entonces se da el riesgo de una
polarización estúpida y en definitiva estéril. Así nos
encontramos hoy»
K. Rahner, Cambio estructural de la
Iglesia, Cristiandad, Madrid 1974, pp.
48-49.
2.- Resistencia contra el espíritu conciliar
Johan Baptist METZ el gran teólogo alemán que inspiró la
teología política en 1969 constataba la resistencia contra el
espíritu del Concilio y el inicio del ataque a los que seguían
las aspiraciones conciliares.
“Hay grupos que quieren quitarnos su espíritu
antes incluso de que haya empezado realmente.
Como el niño que no aprende a andar porque
naturalmente tiene miedo a caerse, olvidan que
nadie aprende a caminar sin caídas. Hay una
desconfianza constitucional frente a la libertad del
Espíritu a fin de mantenerse a sí misma, garantizar
su supervivencia y no abrirse a las nuevas formas
de vida. La crisis actual no la produce un exceso de
crítica, sino una falta de libertad crítica ejercida en
la Iglesia de mañana. Sin ninguna razón se pone en
duda la fe de los reformadores mientras la
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mentalidades reaccionarias gozan de un derecho
preferencial en la Iglesia.
Reforma y contrareforma hoy. Maguncia. 1969
3.- La marcha hacia el gueto
Correspondió al profesor de teología Karl LEHMAN,
obispos de Maguncia y futuro presidente de la Conferencia
episcopal alemana hasta 2009, denunciar el camino hacia el
gueto
Advierto que caminamos hacia el gueto, cuyos
síntomas son: el abandono de la apertura conciliar
de la Iglesia al mundo, el desfallecimiento general
de la voluntad eclesial de renovación, el retroceso
de la presencia pública socio-política, la vuelta hacia
los problemas intra-eclesiales, la despolitización del
catolicismo, el atasco del movimiento ecuménico.
Ya en el tránsito del papa Juan XXIII a Pablo VI
amenazaba el peligro de que todo quedara
únicamente en un fuego de paja a corto plazo si las
organizaciones y estructuras, incapaces de cambio,
no se dejaban orientar de nuevo hasta los tuétanos.
Lehman,K, Rahner, K. Mensch in Guetto?
Munchen 1973
4.- La deriva del triunfalismo
El Concilio recuperó para la Iglesia la indicación
evangélica de ser fermento en la masa, de servir con humildad
y modestia. Ante los ruidos de los viajes papales, los éxitos
mediáticos y una estética de escaparate, URS VON
BALTHASAR, gran teólogo, nombrado cardenal por Juan Pablo
II, advirtió:
Es un peligro regalar espacios a mamelucos
cristianos, autotransportados en masa a las
concentraciones papales y dispuestos a luchar día a
día por recuperar el poder en le mundo: fanáticos
de ínfima cultura religiosa, con frecuencia agresivos,
que ponen en peligro a la Iglesia de ser vista como
sospechosa y odiosa tanto por los cristianos como
por los no cristianos Quien hace tales cosas no
tiene una idea exacta de la impotencia de la Cruz ni
de la omnipotencia de Dios
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Urs. Von Balthasar Quién es cristiano. 2000
5.- De la amistad hacia el sectarismo
MARIANNE DIRKS, observadora y presidenta de la
Asociación Central de las Comunidades de Mujeres quien en
1973 advertía del cambio de actitud ante el mundo, que pasaba
de la amistad al resentimiento.
En lugar de la solidaridad con los miembros de
esta sociedad secularizada como proponía la
Constitución pastoral Gaudium et spes, aparece un
resentimiento contra ella. Cuando hoy los obispos,
ante las cuestiones que se les plantean, reaccionan
con una actitud de la defensa, detrás se esconde
una preocupación miedosa y desmesurada, una
conciencia de responsabilidad excesiva, falta de
valentía
para
aventurarse
de
manera
auténticamente soberana en un dialogo de
participación.
K. Lehmann y K. Rahner, Marsch ins
Getto? Kösel, Múnich, 1973, pp. 9-23.
6.- Reunión de dignatarios eclesiásticos
El gran historiador del Concilio y hombre de confianza del
Cardenal Lercaro, Giuseppe ALBERIGO pronto vio que no
existían las condiciones para sintonizar con los nuevos tiempos.
La composición mayoritaria del aula conciliar por
varones célibes, personas mayores y de cultura
europea hizo que fuera impermeable a las nuevas
situaciones sociales y a los acontecimientos
mundiales. Para muchos de ellos el problema mayor
era la confrontación con el comunismo. Llegamos a
dudar si estábamos ante un evento de significación
mundial para un cambio de época o ante una simple
reunión de dignatarios eclesiásticos.
Breve storia del Concilio Vaticano
II. Il Muligno, Bologna 2005
6.-El miedo a la diversidad
JOSÉ COMBLIN. Uno de los teólogos europeos que hizo
la opción por los pobres en Latinoamérica advirtió de la
inflexión que suponía el Nuevo Código de Derecho Canónico.
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El Vaticano II pretendía incentivar la
diversidad, pero lo que ha sucedido desde entonces
ha ido en el sentido de una mayor uniformidad. El
nuevo Código de Derecho Canónico consagra la
estructura antigua, exactamente aquella que el
concilio Vaticano II quería cambiar. No hay nada
que haga pensar en un proceso de cambio. La
administración central de la Iglesia está bien
armada para oponerse a cualquier intento de
reforma. El castillo está bien defendido. Ningún
fermento de transformación puede penetrar en la
fortaleza que quiere dirigir con mano de hierro
todas las iglesias locales. Las conferencias
episcopales han sido reducidas al silencio. El CELAM
ha desaparecido literalmente.
La Collegialità della Chiesa non si
‘concilia’ con il potere: Adista Documenti
44 (2003). Pp. 9-11.
7.- Pensar por sí mismo
El Rector de los Jesuitas en el Cairo y Vicepresidente de
Cáritas para África del Norte y Oriente Medio. HENRI BOULAD,
escribía en carta personal al Papa
El Vaticano II intentó recuperar cuatro siglos
de retraso, pero se tiene la impresión de que la
Iglesia está cerrando lentamente las puertas que se
abrieron entonces, y tentada de volverse hacia
Trento y Vaticano I, más que hacia Vaticano III. El
estilo paternalista de una iglesia mater e magistra
está definitivamente desfasado y ya no sirve hoy.
Los cristianos han aprendido a pensar por sí mismos
y no están dispuestos a tragarse cualquier cosa.
8.- El repliegue institucional
El Observador en el Concilio Vaticano II; director de la
Escuela de Periodismo impulsada por la Conferencia Episcopal
alemana, WOLFGANG SEIBEL advertía de la inflexión en el
campo de la eclesiología y de las patologías previsibles:
Las afirmaciones del Concilio de que los
obispos no han de entenderse como <<vicarios del
Romano Pontífice>> (LG 27), han sido simplemente
omitidas en el nuevo Código del Derechos Canónico.
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De este modo, los obispos actuales han de defender
todo y cada cosa […], que Roma ordena>>. Y lo
que es peor, todo sistema centralista y absolutista
es un campo de acción para delatores, intrigantes y
aduladores. Y una iglesia que hace eso, que realiza
tales actos de automutilación, ya no necesita
enemigos, pues ella misma trabaja para su ruina y
su falta de aceptación.
W. Seibel, Der Anfang vom Anfang –
oder das Ende vom neuen Lied? Das
Zweite Vatikanische Konzil und die
weitere Entwicklung.
9.- La realidad conflictiva
JON SOBRINO, teólogo de la liberación El Salvador
En la actualidad lo más nocivo para que
la iglesia sea pueblo de Dios es el exceso de
jerarquías con poder sagrado, ignorando el
modo de proceder de Jesús. Con la
consiguiente contrapartida, el déficit de
palabra y libertad de los miembros no
jerárquicos de la iglesia, el déficit de igualdad
en dignidad entre jerarquía y los supeditados,
que muchas veces es clamoroso. Del Concilio
no nace el distanciamiento de la realidad
conflictiva, y el <<solemnismo>> que se ha
apoderado de la Iglesia con lo que se puede
crecer en número, pero no en calidad cristiana
10.- Despertar de nuevo
CARDENAL MARTINI, en su última entrevista celebrada
en el mes de agosto, hacia un llamado a despertar
¿Por qué no se despierta?
La iglesia ha retrocedido 200 años. ¿Por qué no se
despierta? En la Europa del bienestar y en América la
Iglesia está cansada. Nuestra cultura está envejecida,
nuestras Iglesias son grandes, nuestras casas religiosas
están vacías mientras que el equipo burocrático de la
Iglesia aumenta, al tiempo que nuestros rituales y
nuestras vestimentas son muy pomposas. Veo en la
Iglesia de hoy tanta ceniza encima de las brasas, que a
menudo me asalta un sentimiento de impotencia. ¿Cómo
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liberar las brasas de la ceniza, de forma que se revigorice
la llama del amor?
Entrevista 8 de agosto 2012. Corriere
della Sera
III.- LAS RUTAS QUE NO SE NAVEGARON
Etapa coral
(cada voz proclamada por una persona)
El Concilio no respondió a los múltiples interrogantes de la
sociedad moderna, ni se lo propuso ni parece razonable que lo
hiciera. Estableció las indicaciones de fondo, el campo de juego
apropiado y la dirección de la reforma necesaria para organizar
la esperanza desde las venas abiertas de cada pueblo.
A los 50 años, el Concilio tiene que recrear aquella
irrupción del Espíritu en los nuevos escenarios de la vida, que
son los nuestros, y en los escenarios de la historia, que son los
de nuestros hijos. Es una irrupción que se mantiene viva en
muchas comunidades y parroquias, en muchos sacerdotes y
laicos, en muchas congregaciones religiosas y movimientos
sociales.
Todo ha sido inacabado no por falta de tiempo sino por
entenderse abierto a la historia, en una “ecclesia semper
reformanda” en la permanente escucha de los signos del
tiempo. Si el Concilio escuchó los gozos y las búsquedas de los
tiempo modernos, la Conferencia latinoamericana de Medellín
escuchó los gemidos de un continente empobrecido y
profundamente desigual. Y así nació el Pentecostés de las
Iglesia del Sur.
Unos días antes de morir, allá por el mes de Agosto, el
Cardenal Martini se lamentaba de ver en la Iglesia de hoy tanta
ceniza encima de las brasas, que a menudo le asaltaba un
sentimiento de impotencia. La gran cuestión que abre las
puertas del futuro consiste en liberar las brasas, de la ceniza.
¿Dónde están esas llamas que liberarán la causa de Jesús de
Nazareth?
LAS LÁGRIMAS DE PEDRO
El día que Juan Pablo II, abrazado a la Cruz en el altar de
la Confesión con motivo de Jubileo del año 2000, reconocía
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públicamente los errores históricos de la Iglesia, empezaba un
germen de futuro asentado sobre las lágrimas de Pedro, que
abandonaba el Salón del Trono con lágrimas por haberle
negado. La Iglesia con futuro ha de vivir permanentemente del
perdón de Dios y no tiene otra fuerza que la Cruz de Cristo. El
perdón es el equipaje para proyectar el futuro y humanizar la
historia secular. Cada vez que el Salón del Trono deja de serlo
amanece una fuerza conciliar para nuestro tiempo. “Nunca más
contradicciones entre la caridad y el servicio a la verdad”, decía
el Papa aquel día. “Nunca más gestos contra la comunión de la
Iglesia; nunca más ofensas a otros pueblos, nunca más recurrir
a la lógica de la violencia, nunca más discriminaciones,
escisiones, opresiones o desprecio de los pobres y de los
últimos”
LA VOZ DE LOS INSIGNIFICANTES
Caminaremos hacia la Iglesia de los pobres, el deseo que
expresó Juan XXIII y no fue secundado por el aula conciliar.
Nosotros mantendremos la memoria y el impulso de aquellos
cuarenta obispos que pocos días antes de la clausura del
Concilio celebraron una eucaristía en las catacumbas de Roma
para firmar el llamado el pacto de las catacumbas: una Iglesia
servidora y pobre. Ellos se comprometieron a vivir en pobreza,
a rechazar todos los símbolos o privilegios de poder y a colocar
a los pobres en el centro de la Iglesia. Hoy las privaciones
económicas, las desigualdades sociales y las exclusiones de
toda índole llaman a las puertas de las Iglesias. Recuperaremos
la advertencia de Pablo a la comunidad de Corintio, de alejarse
de entusiasmos espirituales y soflamas carismáticas para volver
a Jesús y a las luchas históricas junto a quienes están peor
situados.
LA VOZ DE LA TIERRA Y EL DESTINO UNIVERSAL DE
LOS BIENES
A la luz y por la fuerza de aquellos dinamismos sociales y
políticos nos comprometeremos por poner la tierra al servicio
de todos los seres humanos. El poder destructivo de la crisis
actual marcará la agenda de todas las preocupaciones a futuro.
Sobre todo tendremos que plantear la propiedad de la tierra, la
especulación sobre el suelo, los problemas de la vivienda, el
compromiso con las generaciones futuras. El Concilio afirmó de
manera inequívoca el destino universal de la tierra. Esta es la
buena noticia que traerá liberación para los pueblos
empobrecidos, emancipación para los parados y energía para
las familias desahuciadas. Si los bienes de la tierra han sido
creados para toda la familia humana, afirma el Concilio, “ quien
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se encuentra en extrema necesidad tiene el derecho de
procurarse lo necesario tomando las riquezas de otro. El
derecho al uso de los bienes de la tierra…no puede ser violado
por ningún otro derecho de contenido económico.” (GS. N.69)
LAS RELIGIONES Y LOS DESAFÍOS ESPIRITUALES
DE LA GLOBALIZACIÓN
El Concilio Vaticano II reconoció que cada religión posee
“semillas de verdad” (Nostra Aetate 2) Cada religión tiene una
luz propia. No hay dos fuegos iguales, nos necesitamos con
nuestras luces y nuestras sombras, con nuestras capacidades y
nuestros olvidos, con nuestras memorias y nuestros proyectos,
con nuestros cantos y nuestras convicciones. Cada religión
produce un pequeño hilo, un fragmento de esperanza, un
fueguito pero si se juntan y se cruzan nace un hermoso tapiz,
un incendio de solidaridad, un racimo de humanidad. Llegará el
día en el que las religiones trascenderán sus instituciones, sus
rituales y sus territorios humanizar el nacimiento de un mundo
único y desigual. Los seres humanos planetarios necesitan
formas complementarias de mirar al mundo, formas parciales y
troceadas, pero también formas totales e integradas, una vida
interior profunda, como fidelidad-compromiso en la aventura
humana, como búsqueda de un verdadero servicio a los otros,
atenta a la dimensión estética y a la creación de belleza en las
relaciones humanas.
LA DIVERSIDAD MÁS ALLÁ DE OCCIDENTE
El siglo XXI se presenta como aquel en el que numerosos
hombres y mujeres deberán abandonar su país de origen sin
abandonar su cultura, su familia, sus amistades, ni sus estilos
de vida. La movilidad tan generalizada y la interacción tan
intensa han convertido la diversidad en el <<el código genético
de la sociedad abierta>> Convivimos con otras razas, con otros
credos y con otras civilizaciones. En este mundo cada vez más
complejo, convivirán mundos que vienen de lejos, se
entremezclarán culturas y lenguas y por primera aprenderemos
a reconocer que las otras historias pueden ser tan válidas como
la nuestra. La diversidad no será un problema a resolver sino
un valor a celebrar. En lugar de posiciones defensivas,
integristas, intolerantes y victimistas promoveremos lugares de
encuentro y de diálogo.
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EL LARGO
COMUNIÓN
VIAJE
DE
LA
IGLESIA
HACIA
LA
A partir de la experiencia conciliar de la Iglesia Pueblo de
Dios renunciaremos a los privilegios existentes. Dejaremos de
hablar de miembros “guiados”, “enseñados”, “cuidados” para
afirmar la igual dignidad. Los ministros ordenados se sentirán
servidores; los teólogos serán escuchados y sus propuestas no
se zanjarán por medio de la imposición, las mujeres serán
protagonistas. En ese espacio de comunión, el celibato será
opcional, se reconocerá el sacerdocio para casados hombre y
mujeres, y la Iglesia será un lugar policéntrico. Habrá teólogos
comprometidos con la nueva cultura, aunque se les niega el
derecho a la palabra y a la investigación; habrá mujeres que
accederán a ministerios ordenados, porque se atenderá a los
signos de una liberación de la mujer, habrá cristianos que
vivirán su amor conyugal fuera del sacramento del matrimonio,
otras lo vivirán con personas de su mismo sexo, otras con
divorciados. Y todas ellas podrán ser sacramentos del amor de
Dios.
EL SEISMO ASIATICO Y AFRICANO
En el futuro los ruidos de las Iglesias del Norte no se oirán
con más fuerza que los murmullos del Sur. El derecho canónico
y la doctrina social de la Iglesia desbordan la cultura occidental.
África y Asia recuperarán el modo propio de vivir el
cristianismo, en sus formas de organización social, en sus
formas de vivir el matrimonio, en sus expresiones litúrgicas, en
sus ministerios de curación. El cristianismo podrá volver a su
patria original africana.
EL LENGUAJE PROFÉTICO Y COMPASIVO
Días antes de morir, en el último mes de Agosto, el
Cardenal Martini decía “Aconsejo al Papa y a los obispos que
busquen a “doce personas” fuera de las líneas establecidas para
los puestos de gobierno. Hombres y mujeres que estén cerca de
los más pobres y que estén rodeados por jóvenes y que
experimenten cosas nuevas. Necesitamos confrontarnos con
hombres y mujeres que ardan de forma que el espíritu pueda
difundirse por todas partes. Podríamos buscar a hombres y
mujeres que sean libres y que estén más cerca del prójimo.
Como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El
Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en quienes
inspirarnos? Por ninguna razón los debemos maniatar con los
lazos de la institución». ¿Dónde están las personas llenas de
generosidad como el buen Samaritano? ¿Las que tienen fe
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como el centurión romano? ¿Las que son apasionadas como
Juan Bautista? ¿Las que se atreven a innovar como Pablo? ¿Las
que son fieles como María Magdalena?
Amigas y amigos, aunque estemos rodeados de
resistencias sociales y de torpezas políticas, de cegueras
eclesiásticas y de mediocridades personales no nos dejemos
invadir por la impotencia y el desasosiego. Dejémonos herir por
la aventura de la vida, que crece por cualquier grieta. Y si un
día descubren que esta aventura no es posible, recuerden estas
voces que hoy han sido proclamadas y buscaremos juntos
nuevos caminos y si no los encontramos, los inventaremos.