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Transcript
Nos amó con Corazón de hombre. El Corazón de
Jesús desde el Vaticano II al Catecismo de la
Iglesia Católica
1. Introducción.
¿Qué es lo que ilumina la verdad del hombre?, ¿cuál es el criterio para interpretar
adecuadamente el comportamiento de los individuos y de los grupos sociales?, ¿qué es
lo que le lleva a la persona a descubrir lo más hondo de sí mismo y la razón de ser de
todo lo que le rodea?, ¿la lucha de clases, la lucha de intereses para influir y condicionar
a las personas y a los colectivos…?
Las grandes respuestas a las ansias más profundas del hombre se encuentran en la
sabiduría y en el amor de Dios, en la verdad del amor divino-humano de Cristo. La
Iglesia a través de los siglos ha sido consciente de la acción del amor de Dios en los
diferentes acontecimiento del mundo: “Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros”
(Hch 15, 28).
El Concilio Vaticano II fue uno de esos momentos históricos donde se experimentó
claramente una irrupción del Espíritu para el bien de la Iglesia: una afirmación común
que aglutinó diferentes tendencias eclesiales, una profunda unión por el corazón guiados
por el Espíritu de Dios. El concilio ha sido un acontecimiento de primer orden en la vida
de la Iglesia; más que hablar de discontinuidad y de ruptura, se planteó una
hermenéutica de reforma, de renovación desde el interior de la Iglesia1. El Catecismo de
la Iglesia ha sido el fruto más importante del Concilio.
Si el Papa Juan XXIII fue el que inició el concilio y el que lo impulsó con verdadero
impulso renovador, el Papa Pablo VI (1963-1978) fue el que tomó el testigo, el artífice
y actor principal del Concilio Vaticano II2: culminó el camino del concilio y procedió a
su aplicación:
“Pablo VI actuó en el Concilio como presidente y director efectivo, como
impulsor, como árbitro y como gran mediador, si bien la suya no fue nunca una
mediación estática, sino creativa. Era una mediación que frenaba a los
impacientes y radicales y movía hacia adelante a los lentos y dubitativos, con el
1
Cf. UPSA (Instituto Superior de Pastoral), Recibir el Concilio 50 años después. XXIII Semana de
Estudios de Teología Pastoral, Ed. Verbo Divino, 2012 Estella (Navarra), p. 13 cita un texto de
BENEDICTO XVI, Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los cardenales, arzobispos, obispos y
prelados superiores de la curia romana, jueves 22 de diciembre de 2005, “Regno-doc”,1 (2006) 5.
2
Cf. José MORALES, Breve historia del Concilio Vaticano II, Ed. Rialp, Madrid 2012, p. 100.
1
gran fin de lograr la máxima unanimidad posible en los resultados conciliares,
y sobre todo de llevar el Concilio a término”3.
A Pablo VI se debe la introducción de tres consideraciones fundamentales en el
concilio: la eclesiología planteada en sentido cristológico como elemento unificador de
los temas conciliares, la importancia de lo doctrinal en la pastoral de la Iglesia y la
valoración del mundo contemporáneo en sus luces y sombras4. El Cardenal Franz
König, arzobispo de Viena, escribe en sus memorias:
“Asociamos el esplendor y la gloria del Concilio con el papa Juan, pero fue
Pablo VI quien hubo de continuar el duro trabajo iniciado por él. Pablo VI tuvo
que cargar con el peso del Vaticano II. Pienso que las generaciones futuras
llegarán a una valoración más justa de su papel en el Concilio y que aumentará
el aprecio hacia la obra que ha realizado. En mi opinión Pablo VI fue el mártir
del Vaticano II. […] No quería ser Papa, pero aceptó la elección”5.
Estando las iglesias llenas de fieles, teniendo los seminarios y las congregaciones
religiosas muchas vocaciones, viviendo la Iglesia católica un tiempo de cierta calma,
esperando que su pontificado fuera una etapa de transición por su edad avanzada, el
Papa Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II:
“La idea había comenzado a fraguarse el 18 de enero de 1959, el primer día
de la semana de oración por la unión de los cristianos; pero la realización
concreta de aquella idea era algo tan remoto que, en palabras del propio Papa,
<me pareció una verdadera tentación, hasta el punto de que traté de rechazarla
por todos los medios; pero, dada su persistencia, llegué al convencimiento de
que se trataba de una inspiración de lo alto; convencimiento que se convirtió en
certeza precisamente el último día de la semana de oración. Entonces ya no
tuve la menor duda, y aquel mismo día hice el anuncio del Concilio>”6.
La iniciativa de Juan XXIII sorprendió a todo el mundo, desde los cardenales de la
Curia reunidos en San Pablo Extramuros hasta al secretario personal del Papa, Mons.
Loris Capovilla7:
“Ya veo lo que tiene en la cabeza; se está diciendo para usted mismo: El Papa
es demasiado viejo para emprender tamaña aventura; pero es usted, don Loris,
demasiado calculador. Cuando se cree haber recibido una inspiración del
Espíritu Santo, hay que seguirla: lo que pase después no cae bajo nuestra
responsabilidad”8.
3
José MORALES, Breve historia del Concilio Vaticano II, Ed. Rialp, Madrid 2012, p. 106.
César IZQUIERDO, Para comprender el Vaticano II. Síntesis histórica y doctrinal, Ed. Palabra, Madrid
2012, p. 40.
5
Franz KÖNIG, Abierto a Dios, abierto al Mundo, Bilbao 2007, págs. 40-41 citado en José MORALES,
Breve historia del Concilio Vaticano II, Ed. Rialp, Madrid 2012, p. 13.
6
F. KOENIG, Iglesia, ¿adónde vas ?, Santander 1985, 16.
7
“Juan XXIII era ante todo un hombre <fuera de catálogo>: no era prisionero de ninguna etiqueta. Poseía
en raro grado el <genio del corazón>, lo que le valió ser reconocido como un padre por hombres de toda
tendencia, por encima de cualquier división” (L. J. SUENENS, Recuerdos y esperanzas, Valencia 2000,
117-118).
8
L. J. SUENENS, Recuerdos y esperanzas, Valencia 2000, 71.
4
2
Juan XXIII confió la organización del concilio a la Secretaría de Estado, en lugar de la
Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio); procuró ya desde el
principio la libre manifestación de los participantes. Los padres conciliares rechazaron
los esquemas que preparó la curia romana9.
Al terminar el concilio por iniciativa de un grupo de cardenales y de obispos de diversas
naciones, se organizó un retiro espiritual, reservado solamente a los padres conciliares
para meditar juntos su responsabilidad ante el concilio; se refería a la vida interior ante
la situación real del mundo:
“[…] una vez conocido bien adónde orientar sistemáticamente los esfuerzos,
es necesaria la fuerza para arrastrar a los hombres a ejecutarlo. Los hombres,
aun siendo libres, tienen resortes que impulsan a la acción, y sobre todo los
resortes que son movidos por la gracia de Dios.
Después de un Concilio como el vuestro, urge que se encuentre un motor
proporcionado a la máquina de Dios, en nuevo pueblo elegido. Es preciso
encontrar el motor para que este pueblo se mueva activamente.
Hay una apatía en el mundo católico, que da miedo. Naturalmente no aludo a
todos; están los santos, los medios santos, los piadosos”10.
2. El Concilio Vaticano II.
1. A nivel general:
El 25 de enero de 1959 trajo la sorpresa del anuncio de un nuevo concilio a toda la
Iglesia; pronto se desechó la idea de una mera reanudación del Vaticano I. Los padres
conciliares puestos al servicio del Espíritu de Dios y contemplando la realidad del
mundo dieron respuesta al mandato misionero del Señor: <Id al mundo entero y
anunciad el evangelio a toda criatura> (Mt 28, 19-20).
Fue un concilio eminentemente eclesiológico y misionero, donde se dieron claramente
una dimensión dogmática y una dimensión pastoral; la Iglesia sacramento universal de
salvación y “Ecclesia semper reformanda” (cf. UR 6):
“[…] no fue un concilio de unión (Lyon, Florencia), no fue un concilio para dar
respuesta a posturas y doctrinas peligrosas (Trento), no fue un concilio para dar
definiciones (Vaticano I). El Vaticano II fue hacia dentro un importante
esfuerzo de aggiornamento, de reforma, de puesta al día”11.
El Vaticano II ha entrado en la historia como el <Concilio de la Iglesia sobre la Iglesia>
(K. Rahner), portando el estandarte de la renovación y reforma hacia dentro y de la
9
César IZQUIERDO, Para comprender el Vaticano II. Síntesis histórica y doctrinal, Ed. Palabra, Madrid
2012, p. 38.
10
Ricardo LOMBARDI, Por un posconcilio eficaz, Ed. Propaganda Popular Católica, Madrid 1966, p.
111-112.
11
Santiago MADRIGAL, Unas lecciones sobre el Vaticano II y su legado, Ed. San Pablo y Universidad
pontificia de Comillas, Madrid 2012, p. 431.
3
apertura hacia fuera en diálogo con el mundo moderno12: “[…] la Iglesia (Lumen
Gentium) a la escucha de la Palabra (Dei Verbum) celebra los sacramentos
(Sacrosanctum Concilium) para la salvación del mundo (Gaudium et spes)”13:
Se inauguró el 11 de octubre de 1962 y se celebró su solemne clausura el 8 de diciembre
de 1965 (1962-1965); por eso el 11 de octubre de 2012 se iniciaron las celebraciones de
los 50 años del concilio Vaticano II. El enfoque general del Concilio se decidió que
fuera sobre la Iglesia en sí misma y en su relación con el mundo; ante una doble
tendencia dentro del Concilio, la asamblea conciliar aceptó del cardenal Suenens14 una
visión eclesial más evangélica y espiritual que jurídica para los documentos conciliares:
El esquema “Lumen Christi, Lumen Ecclesiae, Lumen gentium”: integró diferentes
perspectivas en una misma visión de conjunto. 2500 participantes y 16 constituciones,
decretos y declaraciones15:
“El proyecto de conjunto era el siguiente: El concilio será un concilio de la
Iglesia sobre la Iglesia; y discurrirá por el binario de <Ecclesia ad intra> y
<Ecclesia ad extra>, es decir, de la Iglesia en su interioridad y en su relación
con el mundo, de la Iglesia en su misterio y de la Iglesia en su ministerio
salvífico. El leitmotiv fue indicado por Juan XXIII de forma sugerente:
<Lumen Christi -Lumen Ecclesiae -Lumen gentium>. La Iglesia iluminada por
Jesucristo resucitado, que es la luz del mundo, debe irradiar el resplandor
recibido sobre la humanidad. Este proyecto despejó el horizonte y unificó la
multiplicidad de perspectivas”16.
Más que presentar las dos tendencias conciliares contrapuestas y enfrentadas, más que
catalogarlas como progresistas y conservadores, o como las llama el cardenal Suenens
la tendencia centralista (curialista) y la tendencia colegial17, habrían que entenderlas
como dos tipos de temperamentos humanos merecedores de respeto y de consideración
cuya colaboración debe enriquecer y fecundar un trabajo en común: en un proyecto
humano la audacia y la prudencia se necesitan y se ayudan mutuamente; no se puede
falsear la realidad conciliar con etiquetas políticas18:
“Un día, mientras este último [Ottaviani] oficiaba de diácono del Papa en la
basílica de San Pedro, Juan XXIII le dijo a Ottaviani al oído, inclinándose
hacia él: <Nuestras cabezas no funcionan del mismo modo, pero seamos uno
por el corazón>”19.
12
Idem., p. 15.
Idem., p. 23.
14
Para que el concilio no se perdiera en cuestiones secundarias el cardenal Suenens propuso una especie
de vademécum en torno al tema central de la Iglesia, que finalmente redactó él mismo, y que supuso una
guía general para todos los padres conciliares.
15
Será de gran enriquecimiento estudiar el espíritu del acontecimiento y la letra de los documentos.
16
R. BLAZQUEZ, La Iglesia del concilio Vaticano II, Salamanca 1991 (2ª ed.), 20.
17
Cf. L. J. SUENENS, Recuerdos y esperanzas, Valencia 2000, 79.
18
Cf. H. DE LUBAC, Diálogo sobre el Vaticano II. Recuerdos y reflexiones, Madrid 1985, 31.
19
L. J. SUENENS, Recuerdos y esperanzas, Valencia 2000, 82.
13
4
En el concilio se realizó una profunda reflexión teológica: “La contribución de los
teólogos al Vaticano II fue insustituible. Aún hoy nos alimentamos de ella”20. Las ideas
maestras que se deben retener cincuenta años después de la apertura del concilio
Vaticano II son: sacramento, diálogo y santidad21.
Lumen Gentium es el documento principal del concilio, donde la vocación universal a la
salvación es la clave interpretativa de todo. El Concilio no ha expuesto
sistemáticamente una doctrina sobre la santidad de la Iglesia, sobre la perfección de la
vida cristiana, pero ha señalado hitos luminosos que orientan y sugieren muchísimo22.
El Concilio sobre todo ha insistido en la santidad de todo cristiano23.
El concilio Vaticano II ha sido la realización del sueño de Juan XXIII… ¿cómo
mantener este sueño vivo? Desde la neoescolástica se pasó a la nueva teología, se volvió
a las fuentes patrísticas: “[…] K. Barth vio en el Concilio Vaticano II <la energía
dinámica del comienzo de una organización en torno al Evangelio>”24; “[…] siguen
dando que pensar aquellas palabras de Monseñor Hakim: <Guste o no guste, un
Concilio del siglo XX será el Concilio del siglo XXI>”25.
Sus orientaciones de fondo han de seguir marcando la hoja de ruta de la Iglesia católica:
sacramento de salvación, renovación y apertura al mundo como clave hermenéutica o de
interpretación26. El Concilio sigue siendo un verdadero tesoro para la Iglesia, un camino
de futuro.
2. A nivel particular - diferentes aspectos del concilio:
El concilio Vaticano II, si ha sido un concilio eclesiológico sobre la idea que tiene la
Iglesia de sí misma (LG), ha sido también un concilio con responsabilidad ecuménica,
un concilio de la liturgia y un concilio de las misiones. La Iglesia se ha planteado lo
mejor que ha podido los problemas con que se enfrenta hoy en día, su preocupación de
cómo puede servir a Dios, al hombre, al mundo y a su historia27:
La vida interna de la Iglesia:
1. Su munus sanctificandi – la liturgia – SC
2. Su munus regendi – sobre los obispos (De pastorali episcoporum muñere in
ecclesia) y sobre las Iglesias católicas orientales.
20
Cardenal Karl LEHMANN, introducción del libro Karl RAHNER, El concilio, nuevo comienzo, Ed.
Herder, Barcelona 2012, p. 20.
21
Card. Marc OUELLET, Presente y futuro del Concilio Vaticano II. Entrevista con el Padre Geoffroy de
la Tousche, BAC, Madrid 2013, p. 40-44.
22
Cf. CONCILIO VATICANO II (Ed. Casimiro MORCILLO GONZÁLEZ, Comentarios a la
constitución Lumen Gentium sobre la Iglesia, BAC, Madrid 2012, p. 796-797.
23
Cf. Idem., p. 797
24
Santiago MADRIGAL, Unas lecciones sobre el Vaticano II y su legado, Ed. San Pablo y Universidad
pontificia de Comillas, Madrid 2012, p. 243.
25
Idem., p. 15.
26
Cf. Idem., p. 22.
27
Esta síntesis en los grandes temas del concilio se debe a Mons. Raúl Berzosa, Obispo de Ciudad
Rodrigo.
5
3. Su munus docendi – sobre la divina revelación (Escritura, tradición y
magisterio) y sobre la educación cristiana.
4. Sus estados – sobre los sacerdotes (su ministerio y vida, su formación), sobre la
oportuna renovación de la vida religiosa y sobre el apostolado de los laicos.
La misión de la Iglesia al exterior:
1. Su relación con la cristiandad no católica – decreto de ecumenismo y decreto
sobre las Iglesias orientales católicas.
2. Su relación con los no cristianos – declaración sobre las religiones no cristianas
(incluyen los judíos) y decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia.
3. Su relación con la actual situación del mundo – GS y decreto sobre los MCS.
4. Sobre el pluralismo ideológico de la actualidad – declaración sobre la libertad
religiosa.
Los fundamentos del concilio:
-
Presencia: la Iglesia en el mundo de hoy.
Descubrimiento: la revelación divina.
Comunión: la Iglesia.
Celebración: la sagrada liturgia.
Los signos de la gracia:
-
Servicio: el ministerio pastoral de los obispos.
Llamada: el ministerio y la vida de los presbíteros.
Donación: la adecuada renovación de la vida religiosa.
Responsabilidad: el apostolado de los laicos.
Diversidad: las Iglesias Orientales Católicas.
Los medios para alcanzar sus metas:
-
Evangelización: la actividad misionera de la Iglesia.
Formación: la educación cristiana.
Divulgación: los medios de comunicación social.
La apertura como signo de presentación:
-
Libertad: la libertad religiosa.
Unidad: el ecumenismo.
Diálogo: las relaciones de la Iglesia con los no cristianos.
3. A nivel de valoración:
El Concilio Vaticano II quiso dar de nuevo al cristianismo una fuerza capaz de
configurar la historia, quiso subrayar que la Fe de los cristianos abarca la vida entera en
6
medio de la historia y del tiempo y buscó defender su causa de forma creíble, siendo
valiente y potente ante la crítica de la sociedad28.
Para ello no hay que caer en tradicionalismo o progresismo falseando los textos: “La
Iglesia que se inspira en las principales corrientes sociales terminará indiferente y, al
final inútil”29; “Ahora es la ocasión para ocuparse otra vez y a fondo de los textos del
Concilio, y extraer sus riquezas”30.
Los documentos conciliares no se han quedado en letra muerta: han determinado la vida
en las diócesis, parroquias y comunidades, a través de la liturgia, la espiritualidad
bíblica y la participación de los laicos, además de estimular el diálogo ecuménico e
interreligioso. Muchos nuevos movimientos espirituales surgidos después son fruto del
concilio con su variedad de carismas y la llamada universal a la santidad.
Existe una falta de un mayor desarrollo la colegialidad del episcopado, de la
corresponsabilidad de los laicos en la misión de la Iglesia y del papel de las Iglesias
locales. También se dan algunas demandas y reclamaciones de reforma, sobre todo de la
curia romana, y se pide mayor transparencia en la Iglesia. Algunas habrá que tenerlas en
cuenta y otras que se apartan de la Tradición de la Iglesia (ordenación de las
mujeres…).
3. El Catecismo de la Iglesia Católica.
El CEC ha sido uno de los mayores acontecimientos de la historia reciente de la
Iglesia31, la publicación de un texto que formula la fe de 1.300 millones de católicos. Es
lo que la Iglesia cree, celebra, vive y reza. El Concilio de Trento se tradujo dos siglos
más tarde de su publicación (1545). “El Catecismo ha incorporado las mejores
aportaciones del Concilio en las más de mil citas de aquella asamblea”32:
“El Catecismo de la Iglesia Católica es un auténtico fruto del Concilio
Vaticano II. El Catecismo presenta “lo nuevo y lo antiguo” (Mt 13, 52) y es un
instrumento insustituible para la Nueva Evangelización”33.
Veinte años después de la conclusión del Concilio Vaticano II, en octubre de 1985, el
Papa Juan Pablo II convocó un Sínodo extraordinario, cuyos participantes eran los
Presidentes de todas las Conferencias episcopales de la Iglesia Católica. El Sínodo
quería ser algo más que una conmemoración solemne del gran acontecimiento de la
historia de la Iglesia, debía mirar no sólo hacia atrás, sino hacia adelante: determinar la
Cf. Redacción de Paraula y Zenit, El Concilio Vaticano II “sigue siendo brújula segura para la Iglesia
del siglo XXI”, “Paraula”, 1211 (2012) 28.
29
Idem., 1211 (2012) 28.
30
Idem., 1211 (2012) 28.
31
JUAN PABLO II, 11-12-1992 citado por Mons. Ángel RUBIO (Obispo de Segovia), El Catecismo de
la Iglesia Católica. Al servicio de la Nueva Evangelización en el año de la fe, Ed. Obispado de Segovia,
Segovia 2012-2013, p. 21.
32
Mons. Ángel RUBIO (Obispo de Segovia), El Catecismo de la Iglesia Católica. Al servicio de la
Nueva Evangelización en el año de la fe, Ed. Obispado de Segovia, Segovia 2012-2013, p. 42.a
33
Idem., p. 7.
28
7
situación de la Iglesia, traer de nuevo a la memoria la voluntad esencial del Concilio
(cómo apropiarse de ella y cómo hacerla productiva para el mañana). En esta reflexión
surgió el pensamiento de un Catecismo de la Iglesia universal a semejanza del
Catecismo Romano aparecido en 1566, que contribuyó a la renovación de la catequesis
y a la predicación según el espíritu del Concilio de Trento34.
Ya en el Concilio Vaticano II el cardenal alemán Jäger había formulado la propuesta de
que el Concilio debía encargar su realización y así poner al día en su formulación la
doctrina de la Iglesia. La Conferencia episcopal holandesa publicó su Catecismo en
marzo de 1966 y el Papa Pablo VI nombró una Comisión de seis cardenales que
reconociendo el trabajo realizado tuvieron que precisar, e incluso corregir sus
afirmaciones en puntos esenciales (declaración de octubre de 1968). Se planteó si la
mejor respuesta a la problemática de este libro no estaría en la elaboración de un
catecismo para toda la Iglesia35. ¿Ante la agitación y el cambio que se estaba dado en la
sociedad, los cambios de vida y de pensamiento, el nuevo catecismo sería una
afirmación válida de la fe a largo plazo?, ¿el mensaje transmitido no se quedaría en
simples adaptaciones y en puras mediaciones estériles?36. Los Obispos del Sínodo de
1985 creyeron que había llegado el tiempo para la realización del Catecismo del
Concilio Vaticano II; el tiempo para realizarlo estaba maduro.
El Catecismo se aprovechó de la reflexión teológica conciliar y se enriqueció
grandemente, mostrando la belleza de la fe, aportando textos de la historia de Iglesia.
Con la Constitución Fidei Depositum del 11 de octubre de 1992, se publica oficialmente
el Catecismo, 30 años después de la apertura del Concilio Vaticano II: “Lo reconozco
(al Catecismo) como un instrumento válido y autorizado al servicio de la comunión
eclesial y como norma segura para la enseñanza de la fe”37.
El fin del Catecismo consiste en recoger los contenidos fundamentales de nuestra
doctrina, en la fe y en la moral, a la luz de la Escritura y de la Tradición, expresada para
nuestro tiempo por el Concilio Vaticano II. El Catecismo presenta una exposición
orgánica y sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica
sobre la fe y la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de
la Iglesia (nº. 11)38. El Catecismo como totalidad transmite lo que es enseñanza de la
Iglesia, quien lo rechaza en su totalidad, se separa indudablemente de la fe y de la
doctrina de la Iglesia39: “La decisión fundamental se fijó rápidamente: el Catecismo no
34
Card. Joseph RATZINGER y Christoph SCHÖNBORN, Introducción al Catecismo de la Iglesia
Católica, Ed. Ciudad Nueva, Madrid 1995 (2ª ed.), p.11.
35
Cf. Idem., p. 11-12.
36
Cf. Idem., p. 15
37
CEC Nº4.
38
Cf. Luis MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Diccionario teológico del Catecismo de la Iglesia Católica,
BAC, Madrid 2004, p. 49.
39
Card. Joseph RATZINGER y Christoph SCHÖNBORN, Introducción al Catecismo de la Iglesia
Católica, Ed. Ciudad Nueva, Madrid 1995 (2ª ed.), p. 29.
8
debía ser escrito por eruditos, sino por pastores, a partir de su experiencia de la Iglesia y
del mundo, como libro de predicación”40.
El Catecismo no debía presentar la fe como sistema, sino presentar los elementos
esenciales que cabe considerar como condiciones para la admisión al bautismo, a la
comunión de vida de los cristianos. Para ser cristiano hay que aprender a creer, a
celebrar el misterio amoroso de Dios, a vivir a la manera cristiana, y hay que orar41. La
fe no es una simple teoría.
1. La Confesión de la fe – Cristo Hijo Unigénito del Padre, Revelador de la
Verdad de Dios, Salvador del mundo.
2. Los Sacramentos – Cristo celebrado en los sacramentos como fuente y
apoyo dela vida de la Iglesia.
3. La Moral – Diez mandamientos – en el espíritu del N.T. descubrir en los
mandamientos la palabra viviente de Dios – la vida en Cristo – seguimiento
de Cristo.
4. La Oración – síntesis de la vida de oración en identificación con Cristo –
modelo y Maestro de vida orante.
La <Jerarquía de verdades> que es determinante en la estructuración de todo el
Catecismo es la siguiente42: el misterio de la Santísima Trinidad como punto central, el
acceso cristocéntrico y la estructura orgánica de conjunto en sus cuatro partes, las cuatro
“piezas capitales” de la catequesis (confesión de la fe, sacramentos, moral y oración).
El Arzobispo Nevada (Estados Unidos) fue el coordinador de todos; el texto de trabajo
sería en francés y el texto oficial tenía que ser en latín. El secretario de redacción para
ensamblar las diferentes partes en un texto unitario fue el obispo auxiliar de Viena,
Christoph Schönborn:
-
Confesión de la fe: Estepa (España) y Maggiolini (Italia).
Sacramentos: Medina (Chile) y Karlic (Argentina).
Moral: Honoré (Francia) y Konstant (Inglaterra).
Oración: J. Corbon (no es obispo – escrito en Beirut en situaciones a
menudo dramáticas).
“Con todo, sigue siendo para mí una especie de milagro que en un proceso de
redacción tan complicado se haya originado un libro legible, en lo esencial
interiormente homogéneo y, a lo que creo, bello. Que entre espíritus tan
diferentes como los que estaban representados en el comité de redacción y en
la comisión siempre se alcanzara la unanimidad era para mí y para todos los
40
Cf. Idem., p. 24.
Cf. Idem., p. 29-31.
42
Cf. Idem., p. 47.
41
9
participantes una formidable experiencia, en la que a menudo expresamente
creímos percibir la mano superior que nos guiaba”43.
Al texto enviado respondieron más de mil obispos, con más de 24.000 enmiendas que
fueron tenidas en cuenta. Este texto es un acontecimiento de colegialidad de los obispos
y que en él nos habla la voz de la Iglesia universal en toda su plenitud <como la voz de
muchas aguas>44.
El Catecismo es jurídicamente de derecho pontificio porque ha sido entregado a la
cristiandad por el Papa desde su potestad magisterial y es colegial de hecho. El Papa no
habla por encima de los obispos, hace resonar juntos la sinfonía de la fe45.
Veamos algunas reflexiones de algunos temas del Catecismo brevemente; dice el
Catecismo que el hombre creado por Dios y para Dios; el deseo de Dios, grabado en su
corazón, ha hecho que el hombre de todas las épocas y culturas haya buscado en sus
creencias y comportamientos religiosos a Dios (oraciones, sacrificios, cultos,
meditaciones, etc.).
Dios no deja de atraer hacia Él al hombre y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad
y la dicha que no cesa de buscar (n.21), incluso después de haber perdido por su pecado,
su semejanza con Dios, el hombre sigue siendo imagen de su Creador. Conserva el
deseo de Aquel que le llama a la existencia. Todas las religiones dan testimonio de esta
búsqueda esencial de los hombres (cf. Hch 17,27) (nº. 2566). A pesar de las
ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que
se pueden llamar al hombre un ser religioso (nº 28)46.
Finalidades de la Encarnación del Verbo en el Catecismo:
-
-
-
Nuestra salvación reconciliándonos con Dios [“Dios nos amó y nos envió a su Hijo
como propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4,10), “El Padre envió a su Hijo
para ser salvador del mundo” (1 Jn 4,14), “Él se manifestó para quitar los pecados”
(1 Jn 3,5) – nº 457].
El Verbo se encarnó, dándonos así a conocer el amor de Dios [“En esto se
manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único
para que vivamos por medio de él” (1 Jn 4,9) – nº 458].
Sirviéndonos como Camino para ir al Padre – el Verbo se encarnó para ser nuestro
modelo de santidad [“Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí…” (Mt
11,29), “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn
14,6) – nº 459].
43
Idem., p. 27.
Idem., p. 27.
45
Idem., p. 28.
46
Cf. Luis MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Diccionario teológico del Catecismo de la Iglesia Católica,
BAC, Madrid 2004, p. 42. 76.
44
10
-
Haciéndonos <partícipes de la naturaleza divina> [<Porque el Hijo de Dios se
hizo hombre para hacernos Dios> (S.ATANASIO, De incarnat. 54,3) – nº 460]47.
La Revelación en el Catecismo48:
-
El hombre al encuentro de Dios: la religiosidad (nº 27-49).
Dios al encuentro del hombre: la Revelación (nº 50-141).
La respuesta del hombre a Dios: la fe (nº 142-184).
También el CEC habla de bioética, de la ética de la pareja (uniones libres y prueba),
moral social (ideologías y sistemas sociales), moral económica (destino universal de los
bienes, fraude, especulación y corrupción), moral política, carrera de armamentos,
moral de los medios de comunicación social, migración, solidaridad internacional,
moral ecológica, eutanasia, aborto…49.
5. Conclusiones.
A. La espiritualidad del Corazón de Cristo mueve a una unión de corazones
(espiritualidad de comunión) – el don de la unidad fruto del Espíritu:
El Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica han sido expresión de la
comunión eclesial por la acción del Espíritu Santo. La unidad en la diversidad, la unidad
y no la uniformidad ha sido claramente manifestada; en diferentes momentos de la
historia se percibe claramente la sinfonía de Dios.
La comunión que es un don de Dios, está llamada a vivirse en la historia, en todo
tiempo y espacio; las personas cambian pero la comunidad misterio-comunión-misión
permanece: “Si no hay comunión, hacemos cosas pero no crecemos”50. El gran don de
la unidad es de todos y para todos; con ella todos ganamos sin ella todos perdemos.
B. La espiritualidad del Corazón de Cristo nos muestra su humanidad redentora, en el
rostro de Cristo contemplamos el amor divino de Dios – el deseo de cercanía de la
Iglesia:
La verdad del amor de Dios es la verdad del hombre, es el criterio de interpretación del
comportamiento de los grupos sociales; la sabiduría y el amor de Dios es lo que da
sentido a toda vida.
Dios no está lejos del hombre, la cercanía de su amor (Encarnación – Redención), la
acción del amor de Dios en los acontecimientos del mundo dan motivo de ilusión y de
esperanza para todo tiempo histórico.
47
Cf. Luis MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Diccionario teológico del Catecismo de la Iglesia Católica,
BAC, Madrid 2004, p. 361.
48
Mons. Ángel RUBIO (Obispo de Segovia), El Catecismo de la Iglesia Católica. Al servicio de la
Nueva Evangelización en el año de la fe, Ed. Obispado de Segovia, Segovia 2012-2013, p. 43.
49
Idem., p. 85.
50
P. José Sesma León, O. de M.
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Dios no se olvida de la humanidad; más aún, en la humanidad de su divino amor nos
salva. El corazón humano-divino de Cristo sigue iluminando y salvando hoy; la
irrupción del Espíritu Santo que supera toda acción humana hace alcanzable lo que la
razón no llega a vislumbrar. El Concilio y el Catecismo han sido y son regalos para la
Iglesia de todos los tiempos.
C. La espiritualidad del Corazón de Cristo se nos da a conocer experimentando la
misericordia de Dios – ser misericordia y no juicio:
El Concilio Vaticano II ha sido un tiempo de renovación y de reforma hacia dentro y de
apertura hacia fuera en diálogo con el mundo moderno; ha sido un gran esfuerzo de
puesta al día para la Iglesia Católica. El Catecismo ha incorporado las mejores
aportaciones del Concilio en su texto y ha realizado una profunda y fecunda reflexión
teológica asimilando lo nuevo y lo viejo de la Iglesia; es instrumento insustituible para
la nueva evangelización.
En el Concilio y en el Catecismo, tendencias aparentemente contrapuestas y
enfrentadas, han sido dos tipos de temperamentos que se han enriquecido y que se han
complementado dentro de ella: la audacia y la prudencia. La misericordia y no el juicio
se ha dado en la Iglesia, estamos llamados a que lo siga siendo los años futuros en la
providencia de Dios: “en tu consolación, yo seré consolación; en tu fidelidad, yo seré
fiel; en tu misericordia, yo seré misericordia”. El Concilio del siglo XX será para el
siglo XXI, también a través de su Catecismo.
La misericordia de Dios es la fuerza capaz de configurar la historia. Aprender a creer, a
celebrar el misterio amoroso de Dios, a vivir a la manera cristiana y a orar son los
elementos esenciales para ser admitidos al bautismo cristiano, para vivir en la comunión
de vida y de amor con Cristo, para experimentar la misericordia de Dios y poder ser
siempre y en todo lugar misericordia para los hermanos.
6. Bibliografía.
Obras generales:
-
Raúl BERZOSA MARTÍNEZ, Para comprender el Credo de nuestra fe. A la luz
del Catecismo de la Iglesia Católica y de la doctrina del papa Benedicto XVI, Ed
Verbo Divino, Estella (Navarra) 2011, págs. 167.
Obras de especialización.
CONCILIO VATICANO II:
-
Mons. Ricardo BLÁZQUEZ (Arzobispo de Valladolid), Del Vaticano II a la Nueva
Evangelización, Ed. Sal Terrae, Santander 2013, 278 págs.
Santiago MADRIGAL, Unas lecciones sobre el Vaticano II y su legado, Ed. San
Pablo y Universidad pontificia de Comillas, Madrid 2012, 453 págs.
12
-
-
-
Ricardo LOMBARDI, Por un posconcilio eficaz, Ed. Propaganda Popular Católica,
Madrid 1966, 163 págs.
UPSA (Instituto Superior de Pastoral), Recibir el Concilio 50 años después. XXIII
Semana de Estudios de Teología Pastoral, Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra)
2012, 382 págs.
Gonzalo TEJERINA ARIAS (Cood.), Concilio Vaticano II. Acontecimiento y
recepción. Estudios sobre el Vaticano II a los cuarenta años de su clausura, UPSA
2006, Salamanca 2006, 146 págs.
Karl RAHNER, El concilio, nuevo comienzo, Ed Herder, Barcelona 2012, 90 págs.
José MORALES, Breve historia del Concilio Vaticano II, Ed. Rialp, Madrid 2012,
188 págs.
Card. Marc OUELLET, Presente y futuro del Concilio Vaticano II. Entrevista con
el Padre Geoffroy de la Tousche, BAC, Madrid 2013, 250 págs.
César IZQUIERDO, Para comprender el Vaticano II. Síntesis histórica y doctrinal,
Ed. Palabra, Madrid 2012, 218 págs.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA:
-
Card. Joseph RATZINGER y Christoph SCHÖNBORN, Introducción al Catecismo
de la Iglesia Católica, Ed. Ciudad Nueva, Madrid 1995 (2ª ed.), 111 págs.
Luis MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Diccionario teológico del Catecismo de la
Iglesia Católica, BAC, Madrid 2004, 419 págs.
Mons. Ángel RUBIO (Obispo de Segovia), El Catecismo de la Iglesia Católica. Al
servicio de la Nueva Evangelización en el año de la fe, Ed. Obispado de Segovia,
Segovia 2012-2013, 126 págs.
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