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21 de Enero: Solemnidad de Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora del Pueblo Dominicano
21 de Enero: Solemnidad de Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora del Pueblo
Dominicano
Con motivo de la Solemnidad de Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora del Pueblo
Dominicano, presentamos a toda los fieles, las Lecturas y Reflexiones de ese dia.
Con María vivamos nuestra fe en el Señor
Procesión desde los sectores hacia la Iglesia Parroquial:
Todos los sectores organizan esta procesión llevando su Imagen de la Virgen de la Altagracia,
acompañada de flores y entonándole cantos. Pueden llevar delante letrero con el nombre de su
sector y el lema del año: “Con fe y fraternidad construyamos la comunidad”.
Al llegar al Templo Parroquial se detienen en la puerta donde les da la acogida el sacerdote o
ministro de la comunidad con unas palabras y saludo. Luego, todos entran cantando llenos de
gozo. Todos los de un mismo Sector se colocan juntos.
2. Proclamación de la fe junto con María, modelo de fe.
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Se entonan cantos y oraciones durante el camino como el Magníficat (Lucas 1, 46- ) y se reza
el Credo.
1. Ubicar cada sector en un lugar determinado dentro del Templo Parroquial.
Al inicio de la Celebración el que preside llama a cada sector; les pide que levanten sus manos
e invita a que les den un aplauso de acogida.
0. Monición ambiental:
Queridos hermanos y hermanas: Con gran alegría nos reunimos para celebrar esta hermosa
fiesta dominicana en honor a nuestra Protectora, nuestra Madre, a quien llamamos con amor:
Nuestra Señora de la Altagracia.
En Ella, destacamos, su confianza firme en el Señor, para creer lo que el ángel le dijo y
contestar: “Aquí está la esclava del Señor”. Como nos enseña el Catecismo de la Iglesia
Católica: “La Virgen María realiza de manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe,
María, acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que “nada es
imposible para Dios”. Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron
dichas de parte del Señor. Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada”
(no. 148)
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Hoy nosotros también podemos decirle con todo el corazón: “Dichosa Tú que has creído”, que
has aceptado la proposición de Dios, por eso hoy te llamamos Bienaventurada, porque has
sabido dejarte llenar y amar por Dios. Demos un caluroso aplauso a nuestra Madre querida,
que se oiga en los cielos.
Iniciemos cantando a Jesucristo, el Hijo de María, que llega para presidir la Eucaristía en la
persona del ministro.
Canto de entrada.
Oración colecta:
Señor, Dios Nuestro, que nos diste como Madre a la Bienaventurada María,
Madre de tu Hijo, concede que nos afiancemos en tu amor ya que gozamos de la protección de
la Virgen bajo el título de la Altagracia, y haz que avancemos en la nueva vida. Por Nuestro
Señor Jesucristo.
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Primera Lectura
Dios mantiene la promesa de mantener a su pueblo a pesar de la desobediencia del rey a los
mandatos del Señor. La promesa se cumplirá plenamente en Jesús, el Emmanuel, nacido de
María, para nuestra salvación. Escuchemos.
Lectura del libro de Isaías 7, 10-15
En aquellos días, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del
abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz: -«No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: -«Escucha, casa de David: ¿no les basta cansar a los hombres, que
cansan incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, les dará una señal: Miren: la virgen
está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel que significa: "Dios – con nosotros".» Comerá requesón con miel hasta que aprenda rechazar el mal y a escoger el bien.
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Palabra de Dios.
Cántico Responsorial:
RV/. El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: su nombre es santo.
V/. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque
se ha fijado en su humilde esclava.
V/. Pues mira, desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho
tanto por mí: él es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación tras generación.
V/. Su brazo interviene con fuerza desbarata los planes de los soberbios, derriba del trono a
los poderosos y exalta a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los
despide vacíos.
V/ Auxilia a Israel su siervo, acordándose como lo había prometido a nuestros padres de la
misericordia a favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
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Segunda lectura: Gálatas 4, 1-7
La anunciación a María, inaugura la plenitud de los tiempos, es decir, el cumplimiento de las
promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará
corporalmente la plenitud de la divinidad. Escuchemos.
Lectura de la Carta de San Pablo a los Gálatas
Hermanos: Quiero decir: mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un
esclavo, pues, aunque es dueño de todo; lo tienen bajo tutores y administradores hasta el
tiempo fijado por el padre. De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de
edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo.
Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la
ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva.
La prueba de que ustedes son hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu
de su Hijo que clama: ¡Abba, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.
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R /. Aleluya, Aleluya.
V /. Alégrate María, la llena de gracia. El Señor está contigo.
V /. No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios:
R /. Aleluya, Aleluya.
Evangelio: Lucas 1, 26-38
María no quiere defraudar a Dios y responde con una actitud generosa. María, confía, tiene fe
en el Señor. Ella sabe que es amada por Dios, se da cuenta de su pequeñez, y acepta ser
esclava, sierva del Señor. María dice con esto el AMÉN más grande en la historia del hombre.
Por eso la proclamamos la creyente, modelo de fe. Escuchemos.
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas
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A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
- Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y
darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el
Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y
su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
- ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso
el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
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Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis
meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
- Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Palabra del Señor.
Oración de los Fieles:
El que preside: Proclamemos las grandezas del Señor Padre todopoderoso, que quiso que
todas las naciones felicitaran a María, la Madre de su Hijo y supliquémosle diciendo:
R. Padre, contempla la Madre de tu Hijo y escúchanos.
- Por la Iglesia Universal, por el Papa Benedicto XVI, por nuestro Obispo..., por la Conferencia
Episcopal Dominicana, para que el Señor por la intercesión de la Santísima Virgen María les
acompañe en su misión evangelizadora.
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- Por el Gobierno de nuestro país, para que el Señor, por intercesión de Nuestra Señora de la
Altagracia, le conceda sabiduría y fortaleza para gobernar con equidad y justicia.
- Por todos los pobres, los huérfanos y las viudas, por los enfermos y por los que están
esclavizados por el pecado, para que por intercesión de Nuestra Señora de la Altagracia llegue
hasta ellos el anuncio glorioso del Evangelio.
- Por el pueblo dominicano, que celebra hoy con gozo la Solemnidad de Nuestra Señora de la
Altagracia, para que en nuestras familias se viva la fraternidad y así cambiemos la sociedad.
Oración de conclusión:
Padre, al ver glorificada nuestra condición humana en la Virgen María, a quien nosotros
veneramos bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, nos atrevemos a pedirte
confiadamente toda clase de bienes temporales y eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas:
Derrama, Señor, sobre estas ofrendas, que hemos colocado sobre tu altar, aquella fuerza del
Espíritu Santo que fecundó a la Bienaventurada Virgen María, para que fortalecidos con los
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dones de este mismo Espíritu, nos unamos fielmente a Cristo y trabajemos en la Iglesia por la
salvación universal. Por Jesucristo Nuestro señor.
Prefacio:
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo
lugar, Señor, Padre Santo, Dios Todopoderoso y Eterno por todas las grandes maravillas que
has realizado en la Virgen, Madre de tu Hijo.
Ella, concebida sin mancha, no fue contaminada por la corrupción del sepulcro.
Intacta en su virginidad, gloriosa en su descendencia, triunfante en su asunción, Madre de
Cristo, esposo de la Iglesia, es proclamada siempre y en todas las partes, medianera de todas
las gracias y modelo de santidad.
Por eso al celebrar ahora su solemnidad, devotamente te cantamos, clamando y diciendo con
todos los coros de los Ángeles... Santo...
Oración después de la Comunión:
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Habiendo recibido con alegría, Señor, en esta festividad, tu sacramento, te suplicamos que los
que en este divino banquete proclamamos la muerte de tu Hijo, nos hagamos dignos de
participar de su Reino y gloria a una con la Bienaventurada Virgen María, llena de gracia. Por
Jesucristo Nuestro Señor.
Bendición final:
Se puede tener una bendición para cada sector. Se abrazan todos y dicen el lema del año:
“Con fe y fraternidad construimos la comunidad”. Al final también se puede hacer cantos
marianos con gran alegría.
Meditación.
Nos veníamos preparando durante la novena para esta gozosa celebración nacional en honor
de Nuestra Señora de la Altagracia, protectora del pueblo dominicano. La misma celebración
de ayer, en la que veíamos la singular presencia de la Madre de Dios al inicio de la
manifestación pública de Jesús en Caná de Galilea, fue afortunadamente una preparación
inmediata para esta celebración propia de nuestro país. La Virgen María, además de ser
discípula y miembro cualificado de la comunidad de los seguidores de Jesús, en cuanto Madre
de Dios, es también, con toda verdad, imagen de la Iglesia, Esposa de Cristo.
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La primera lectura de esta celebración quiere situarnos en un momento en que alianza de Dios
con David y con su pueblo pasaba por una situación crítica. Ante tal confusión, el profeta Isaías
recomienda al rey Ajaz, de parte del Señor, que pida a Dios un signo de su presencia en medio
de esta turbulenta situación.
Y, aunque el rey incrédulo se niega a pedirla, Dios, de parte suya, ofrece la señal que recuerda
la vigencia alianza: Mirad, una Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre
Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”
. Una profecía que, según el
evangelista Mateo, se cumple en la concepción virginal del Hijo de Dios (Mt 1,23), de cuya
presencia gozará la Iglesia
has
ta el fin del mundo
(Mt 28,20).
Dios quiso venir al mundo y formar parte de la familia humana haciendo hombre en el seno
virginal de María. De modo que en la Virgen Madre del Señor se da el encuentro, desposorio, como llaman algunos -, entre Dios y la humanidad; se unen el cielo y la tierra.
Algo parecido nos quiere decir San Pablo en el texto de la carta a los Gálatas. El Hijo de Dios,
que estaba junto al Padre desde toda la eternidad, irrumpe ahora en la existencia humana, por
el misterio de la Encarnación, a través de María. Dios Padre, habiendo utilizado, en el pasado,
todos los medios posibles para salvar al mundo, ahora, en los tiempos definitivos, ha querido
redimir a la humanidad e introducirla en su plena madurez, enviando a su Hijo, nacido de María
Virgen.
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Así nos lo recuerda el texto conciliar: Queriendo Dios, infinitamente sabio y misericordioso,
llevar a cabo la redención del mundo, “al llegar la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo,
nacido de mujer,… para que recibiéramos la adopción de hijos” (Gal 4,4-5). “El cual, por
nosotros los hombres y por nuestra salvación, descendió de los cielos y por obra del Espíritu
Santo se encarnó de la Virgen María”
… (Lumen Gentium,
No. 52).
Es este misterio de la Encarnación el que Lucas nos va a narrar en el evangelio de hoy. Puede
servirnos de introducción el No. 148 del Catecismo de la Iglesia Católica: La Virgen María
realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la
promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que “nada es imposible para Dios” (Lc 1,37; cf.
Gn 18,4) y dando su asentimiento: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra” (Lc 1,38). Isabel la saludó: “¡Dichosa la que ha creído que se cumplirán las cosas que
le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la
proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48)
.
El evangelista pretende presentarnos el episodio de la anunciación como un acontecimiento
histórico, situándolo en el marco espacio-temporal: En el sexto mes envió Dios el ángel Gabriel
a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María
. Dios, según su plan, irrumpe en la historia humana pidiendo el consentimiento de la Virgen
María, para morar en medio de nosotros. María, por la fe en las palabras del ángel, aceptó la
propuesta del Señor y por obra del Espíritu Santo engendró en su vientre al Hijo de Dios.
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Por eso, ella es llamada con toda verdad la Madre de Dios. Así nos lo recuerda el documento
conciliar: Enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una
santidad enteramente singular, la Virgen Nazarena, por orden de Dios es saludada como llena
de gracia (cf. Lc 1,28), a la vez que ella responde al mensajero celestial: “…He aquí la esclava
del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).
Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús y, al
abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios,
se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo
con diligencia al misterio de la redención con Él y bajo Él, con la gracia de Dios omnipotente.
Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente
pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y
obediencia libres. Como dice San Ireneo, “obediencia que se convirtió en causa de salvación
para sí misma y para todo el género humano”... (Lumen Gentium, No. 56).
María, en efecto, por la fe terminó acogiendo el proyecto de Dios con una generosidad
sorprendente: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Por la fe se
convirtió en una mujer peregrina, pobre, desinstalada, cuya única aspiración era poner por obra
la voluntad del Padre:
fiat voluntas tua
(hágase en mí según tu palabra).Es la vocación de la Iglesia y de todos los nos hemos
incorporado a ella por nuestra pertenencia de Cristo.
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Aviso: En la Arquidiócesis de Santo Domingo les recordamos a todos la MARCHA DE LA FE,
que celebraremos el 15 de Febrero a partir de las 7pm. Todos llegaremos a la Zona Colonial
para caminar hacia la Catedral. Esperamos 100 personas por parroquia.
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