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Cómo usar el
calendario de este año
Este calendario puede usarse para
explicar los siguientes puntos
teológicos y para fomentar la reflexión y
el diálogo.
•La presencia del Espíritu Santo
•El Espíritu Santo como el amor
transformador de Dios
•El tiempo de Pascua
•Pentecostés en la vida de la Iglesia
•La Liturgia de la Palabra en
Pentecostés
•El llamado cristiano a ser discípulos y
proclamar la Palabra de Dios
Notas sobre el gráfico
Envía tu espíritu, Señor, y renueva la
faz de la tierra.
— Salmo 104
Centro: El Espíritu Santo
transforma el mundo
En el arte, el Espíritu Santo suele
representarse como una paloma.
Esto tiene sus raíces en la Sagrada
Escritura. Los cuatro relatos sobre
el Bautismo de Jesús indican que
cuando Jesús estaba siendo bautizado,
el Espíritu Santo descendió sobre
él en forma de paloma. En el Antiguo
Testamento también encontramos
la paloma que regresa con una rama de
olivo después del diluvio. Existe
continuidad en ambos relatos de la
Sagrada Escritura con este símbolo.
El Catecismo de la Iglesia católica
(CIC) dice: “Al final del diluvio (cuyo
simbolismo se refiere al Bautismo),
la paloma soltada por Noé vuelve con
una rama tierna de olivo en el pico,
signo de que la tierra es habitable de
nuevo (cf. Génesis 8,8 – 12). Cuando
Cristo sale del agua de su bautismo,
el Espíritu Santo, en forma de paloma,
baja y se posa sobre él (cf. Mateo 3,16).
El Espíritu desciende y reposa en el
corazón purificado de los bautizados”
(CIC, 701). El símbolo de la paloma
como el Espíritu Santo se usa en el
centro del calendario. En esta imagen,
el Espíritu Santo sostiene y abraza
el mundo. Durante el año litúrgico,
celebramos los dones del Espíritu Santo
con la solemnidad de Pentecostés.
Pentecostés: La venida del
Espíritu Santo
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido.
El tiempo de Pascua dura 50 días.
El último día es la solemnidad de
Pentecostés, el “cumpleaños de la
Iglesia”. En estos días de Pascua,
hemos caminado con Cristo desde su
gloriosa Resurrección, su Ascensión
a los cielos hasta el envío del Espíritu
Santo a los apóstoles.
La idea de un “Pentecostés” no es
nueva para la fe cristiana. En la tradición judía, Pentecostés era una fiesta
de la cosecha que se celebraba 50 días
después de la Pascua (de ahí viene
el nombre “Pentecostés”, que en griego
significa “quincuagésimo”). En esta
celebración, se le ofrecía a Dios pan
hecho con el cereal recién cosechado.
Más tarde, esta celebración también
se asoció con el momento en que
Moisés recibió la ley en el monte Sinaí.
San Lucas sin duda tiene en mente
este último aspecto de la celebración
ya que su descripción de la fiesta de
Pentecostés evoca el momento en que
Moisés recibió la ley.
Para los primeros cristianos, que
estaban reunidos para celebrar dicha
fiesta en Jerusalén, el envío del Espíritu
Santo cambió el significado de
Pentecostés. Marcó el comienzo de una
nueva etapa: Dios estaría presente
entre su pueblo no solo palabras
grabadas en piedra, sino también de
una manera totalmente nueva: viviría en
el corazón de los fieles y hablaría por
su boca. Así como la antigua fiesta
consistía en celebrar la abundancia
de los dones de Dios, ofreciéndole
a Dios los primeros productos de la
tierra, el nuevo Pentecostés celebra la
abundante generosidad de Dios y los
muchos dones del Espíritu Santo.
Para nosotros, Pentecostés es la
celebración máxima del Espíritu Santo.
Recibir la ley y recibir el Espíritu
Santo son dos cosas completamente
distintas. En el monte Sinaí, sólo
Moisés subió a recibir la palabra
inmutable de Dios grabada en tablas de
piedra. En el día de Pentecostés,
1
el Espíritu Santo es enviado al pueblo
y permanece en cada uno de los fieles
en un intercambio de viento y fuego.
A lo largo de la historia de la
Iglesia, la cualidad dinámica — incluso
juguetona — del Espíritu Santo se ha
expresado en la liturgia de Pentecostés.
En las catedrales francesas de la Edad
Media, los instrumentos de viento
colmaban la iglesia de sonido, mientras
que se dejaban caer rosas y otras
flores sobre la asamblea cuando se
cantaba el Veni, Sancte Spiritus [Ven,
Espíritu divino]. En otros lugares, se
liberaban palomas para que volaran por
la iglesia. Todas estas costumbres
ponen de manifiesto la naturaleza
del Espíritu Santo, que es dulce pero
a la vez es imposible contenerlo
o controlarlo.
El envío del Espíritu Santo a los
apóstoles habla de su misión. Esto se
compendia en las lecturas que hacen
hincapié en el importante papel
que juega el Espíritu Santo en lo que
respecta a nuestros intentos de continuar la misión de Jesús. (Recuerda
que existen varias opciones para
celebrar una vigilia completa; a continuación presentamos algunas lecturas del
Leccionario Mexicano para el Ciclo C.
La primera lectura es de Hechos
de los Apóstoles. Este es el relato
principal de Pentecostés. Pentecostés
era una fiesta de peregrinación que
se celebraba en Jerusalén; por lo tanto,
“había en Jerusalén judíos devotos,
venidos de todas partes del mundo”
(Hechos 2,5). Cuando el Espíritu Santo
llega a donde se encontraban reunidos
los discípulos, se oye y se siente su
presencia antes de verlo, y “lenguas
de fuego” (Hechos 2,3) se posan sobre
ellos. El don del Espíritu Santo consiste
en entender idiomas, lo opuesto a
la torre de Babel. El Espíritu Santo convierte la diversidad en unión. El milagro
no consiste en que la gente de repente
empieza a hablar el mismo idioma, sino
más bien en que oyen a los creyentes hablar en su propio idioma.
La primera obra del Espíritu Santo
en la comunidad es un milagro
de comprensión.
El Salmo 104 se canta todos los
años en Pentecostés. Se alaba a Dios
como el Creador que renueva la faz
de la tierra. Este salmo cataloga las
maravillas de la creación con gran
detalle y el responsorio recoge versos
claves que anticipan el significado
de Pentecostés.
El salmista se asombra con las
múltiples expresiones de la creación
de Dios y pide que la gloria del Señor
perdure eternamente. Suena probable
que esto sea así; sólo basta con
observar cómo funciona la creación.
Una generación sigue a la otra en
las plantas, los animales y los seres
humanos. Si Dios quita su aliento,
el ser vivo muere, pero cuando Dios
sopla de nuevo y envía su Espíritu
cobran vida nuevas formas.
El responsorio del salmo le pide a
Dios que envíe su Espíritu para renovar
la faz de la tierra. No es una afirmación
del pasado sino una oración por el
presente y el futuro: una oración que
pide que Dios continúe las maravillas
de la Creación de nuevas maneras.
La Segunda Lectura de 1 Corintios
describe al Espíritu Santo como la
fuerza que nos une n la labor de la
Iglesia. El Espíritu Santo es quien nos
posibilita proclamar que Jesús es el
Señor; el Espíritu Santo es quien nos
da dones y nos posibilita usarlos para
el bien común.
Veni, Sancte Spiritus (la secuencia
de Pentecostés) se canta después de la
Segunda Lectura. Las secuencias son
poemas medievales que se entonan
antes de la Aclamación que precede al
Evangelio. La secuencia de
Pentecostés se conoce con el nombre
de la Secuencia de Oro por su gran
belleza. Este maravilloso poema nombra
al Espíritu Santo con diferentes títulos e
imágenes: el Espíritu Santo es el
“Padre amoroso del pobre”, “descanso”,
“dulce huésped”, “tregua” y “divina luz”.
La abundancia de imágenes sugiere
el movimiento del Espíritu Santo, que
nunca es estático ni puede contenerse.
La secuencia también pone de manifiesto que no tenemos nada si el
Espíritu Santo está ausente. Cuando el
Espíritu Santo está presente, tenemos
la salvación del Señor.
La lectura del Evangelio es el relato
según san Juan sobre el envío del
Espíritu Santo. Jesús les da a los
discípulos el Espíritu Santo el día de su
Resurrección. La escena es descrita
como una nueva creación: Jesús “sopló
sobre ellos” (Juan 20,22) así como Dios
sopló aliento de vida en el primer ser
humano (ver Génesis 2,7). Y así como
el primer hombre recibió la tarea divina
de cultivar y cuidar la tierra, la función
de administrador, los discípulos reciben
la tarea divina de perdonar
los pecados y, así como Dios envió a
Jesús, Jesús envía a los discípulos.
En hebreo, la palabra para Espíritu es
ruah, la misma palabra que se usa para
“aliento”. La imagen sugiere que el
Espíritu Santo es a la vez delicado,
incluso frágil, pero tan esencial y natural
como el aliento. La presencia del Cristo
resucitado, el don del Espíritu Santo,
transforma el miedo en alegría.
Los ángulos:
El llamado a la misión
Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
por el agua y el Espíritu Santo
libraste a estos tus hijos e hijas
del pecado
y les diste nueva vida.
Envía sobre ellos a tu Espíritu Santo
para que sea su ayuda y guía.
Dales el espíritu de sabiduría
y de inteligencia,
el espíritu de consejo y de fortaleza,
el espíritu de ciencia y de piedad.
Cólmalos del espíritu
de tu santo temor
y de reverencia en tu presencia.
Te lo pedimos por Cristo nuestro
Señor. Amén.
El Evangelio según san Juan afirma
que el servicio y el ministerio verdaderos se llevan a cabo cuando uno
participa de una relación de amor
profundo por Cristo. Por esta relación
de amor profundo, que proclamamos
y afirmamos públicamente en el
Bautismo, Dios nos ofrece el Espíritu
Santo. El Espíritu Santo es el Defensor
que nos anima, nos apoya y nos guía
para que vivamos y proclamemos
nuestra relación de amor profundo por
Dios. Al igual que un buen maestro, el
Espíritu nos ayuda a profundizar aún
más nuestra relación de amor con
Jesús y nos recuerda y nos enseña
constantemente qué implica y exige esa
relación. El Espíritu Santo activa en
nuestra mente y corazón todo lo que
Jesús ha dicho y hecho por nosotros para que podamos proclamar
y anunciar la gloriosa Buena Nueva a
todo el mundo. El Espíritu Santo nos
asegura que Dios está siempre con
nosotros y nos llama a sentir más amor
e intimidad con él, el prójimo y toda
la creación.
2
Dios y Padre nuestro,
que enviaste el Espíritu Santo
a los apóstoles
y estableciste que, por medio
de ellos y sus sucesores,
ese mismo Espíritu se transmitiera
a todos los fieles,
escucha benévolo nuestra oración
y concede a estos hijos tuyos,
que han sido confirmados, participar
también ahora,
de los dones que tu misericordia
dispensara
al iniciarse la predicación
del Evangelio.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
El Catecismo de la Iglesia católica
(1830 – 1832) dice claramente que
“la vida moral de los cristianos está
sostenida por los dones del Espíritu
Santo . . . que hacen a los fieles
dóciles para obedecer con prontitud
a las inspiraciones divinas”. Por el
Bautismo, recibimos la sabiduría, la
fortaleza y el consejo del Espíritu
Santo. Recibimos estos dones no sólo
para crecer en Cristo sino también para
fortalecer todo el cuerpo de Cristo.
Cuando usamos nuestros dones de
esta manera, cooperamos con el
Espíritu, que posibilita que nuestros
dones den fruto abundante. Esto
nos permite proclamar, con nuestras
palabras y obras, la Buena Nueva
de Jesús a todo el mundo. La presencia
del Espíritu Santo se caracteriza por
un sentimiento de unidad y vínculos
entre la gente, una unión que los ayuda
a vencer las diferencias y borrar las
divisiones innecesarias entre los
pueblos para tender puentes de ecu­menismo entre las denominaciones
cristianas y caminos de comprensión
entre las religiones.
Para los cristianos, la justicia es la
labor que llevan a cabo los seguidores
de Jesús en respuesta al mensaje
del Evangelio. Más precisamente,
según el Catecismo de la Iglesia
católica (1807), la justicia es la virtud
moral que consiste en dar a Dios y al
prójimo lo que les debemos. La justicia
para con el prójimo nos dispone a
respetar sus derechos y a establecer
en las relaciones humanas la armonía
que promueve la equidad, respecto a
las personas y al bien común.
Este llamado a la misión, a ser gente
de paz, a construir puentes y subsanar las divisiones, se ilustra en los
Úsense los cuadros para el
diálogo y la reflexión
Para los maestros
y otros líderes
Los catequistas, los maestros y los
líderes en la formación de la fe deben
leer las secciones que se titulan
“Centro: El Espíritu Santo transforma
al mundo” y “Los angúlos: El llamado
a la misión”. Estas secciones ayudarán
a entender y a articular el oficio del
Espíritu Santo en la vida de la Iglesia,
que nos inspira y nos guía para servir
como discípulos de Cristo. Aquí
hay algunas sugerencias para usar
el calendario para facilitar el diálogo
y la reflexión:
•¿Qué podemos hacer como individuos y como comunidad para
abrirnos más profundamente a la
acción del Espíritu Santo?
•¿Qué podemos hacer como individuos
y como comunidad para buscar y
encontrar con nuestra acción y con
nuestra oración a quienes están
en necesidad?
•¿Cuáles son las cosas concretas que
tú puedes hacer o que tu parroquia o
tu comunidad de fe pueden hacer para
incrementar la toma de conciencia
de aquellos que están en necesidad?
Acerca de la artista
•Hay que estar seguros que el calendario esté colgado en un lugar
prominente en tal forma que quienes
están participando en la sesión
de formación puedan ver fácilmente
las imágenes.
•Hay que arreglar el salón en un
círculo, semicírculo o en otra forma
apropiada con el fin de que los participantes estén tranquilos y cómodos
y así logren reflejar a Dios en sus
vidas y en su mundo. Piensen si se
puede amortiguar las luces y en cambio encender una vela, si es posible.
•Inicien la reflexión con el centro del
calendario y luego sigan con las
esquinas.
Preguntas para el diálogo
y la reflexión
•¿Por cuáles caminos el Espíritu Santo
te conduce para servir a Dios?
•¿Cómo has presenciado al Espíritu
Santo activo en tu vida, en la vida
de quienes te rodean, en tu hogar, en
la comunidad, en tu lugar de trabajo
y en el mundo más amplio?
•¿Cómo el Espíritu Santo te ha guiado
para encontrar al hambriento, al
enfermo, a quien carece de casa, a
quien está en necesidad?
•¿Cómo el Espíritu Santo te ha
guiado para ayudar a los niños y para
responder a Cristo con una fe de niño?
•¿Cómo el Espíritu Santo te ha
inspirado para ser compasivo con
quienes se han perdido?
3
Photo by Joe Simon
ángulos del calendario. El arte, inspi­rado por determinados pasajes bíblicos,
muestra a los oprimidos, los enfermos,
los pobres, los hambrientos, los
abandonados y a todos los que están
marginados, perdidos, solos y olvidados.
El arte muestra que necesitamos
estar atentos para poder tenderles una
mano a quienes lo necesitan. Es esto lo
que el Espíritu Santo nos impulsa
a hacer.
Los cuadros presentados en las
esquinas izquierda y derecha de arriba
se basaron en Mateo 25,35 – 36:
“Porque tuve hambre y me dieron de
comer; tuve sed y me dieron de comer;
era un extraño y me hospedaron;
estaba desnudo y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y
fueron a verme”. En esas esquinas
vemos a diversos grupos de hombres,
mujeres y niños que son bienvenidos
en un comedor gratis, y vemos a
enfermos, incapacitados e invidentes
que son acogidos en el hospital.
El cuadro presentado en la esquina
de abajo a la derecha se basó en
Mateo 19,14: “Jesús dijo: ‘Dejen a los
niños y no les impidan que vengan a
mí, porque de los que son como ellos
es el reino de los cielos’ ”. Con
frecuencia los niños son los olvidados,
pero ellos tienen mucho para decirnos
sobre la vida en Cristo. Jesús recibe
muy bien a los niños pequeñitos, y a
nosotros nos dice que tengamos una fe
como de niños. En esta imagen, Jesús
está rodeado de niños de diversos
grupos étnicos. Es una presentación
contemporánea del pasaje de la
Sagrada Escritura que hace énfasis en
que Jesús está presente en medio de
los niños ahora.
El cuadro presentado abajo en el
lado izquierdo se basó en Lucas 15,6b:
“Alégrense conmigo porque he
encontrado la oveja que se me había
perdido”. Dios continúa recibiendo
de regreso a quienes se le habían
perdido, quienes habían perdido su
camino y estaban agobiados por su
culpabilidad y su pecado. Esta imagen
es igualmente una ilustración contemporánea del pasaje de la Sagrada
Escritura; nos muestra un pastor de
hoy en el campo con su oveja. Fíjate
cómo está de compasivo el pastor
con la oveja sostenida en sus brazos.
Julie Lonneman vive y trabaja en
Cincinnati, Ohio, donde tiene su estudio.
Sus ilustraciones, que suelen explorar
temas espirituales y relacionados con
la justicia social, han aparecido en
revistas, libros y otras y publicaciones
de América del Norte, Europa y
Australia. Es la artista/autora de Clip Art
for Sundays and Solemnities, publicado
en 2003 por LTP. Julie contribuye
regularmente con el material ecuménico
mensual Celebration y realizó sus
gráficos dominicales durante ocho años.
En 2007, completó una biblioteca de arte
con más de 260 novedosas y atractivas
imágenes basadas en el Leccionario
para Augsburg Fortress Press. En 2008,
recibió el encargo de ilustrar la Lutheran
Study Bible. Julie recibió un subsidio
(Individual Artist Grant) de la ciudad de
Cincinnati en 2009 para crear una serie
de grabados en relieve. Julie, que es
una artista sumamente versátil, trabaja
con distintos materiales y estilos.
Para más información, visita www.
julielonneman.blogspot.com.
IO
Termina después de la
oración a media tarde del
día de Nochebuena
Llamamos los días y las noches antes
de Navidad el Adviento, que significa “la venida”. La Iglesia lee y canta
acerca de las promesas de Dios.
Contamos las historias de muchos
santos. Nos esforzamos por ver el
momento cuando el amor de Dios será
evidente en cada uno de nosotros,
cuando la paz vendrá por medio de los
actos de justicia y de amor. Pero, en
primer lugar, esperamos. Esperamos
la gloriosa venida de nuestro Salvador,
Jesucristo, cuando todo será uno y
florecerá el reino de Dios. Ya vino a
nosotros el Hijo de Dios, nacido en la
ciudad de David. Esto es lo que celebramos en la Navidad, y en el Adviento
nos preparamos interiormente para
su nacimiento. Pero, al mismo tiempo,
esperamos su próxima venida. Como
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Comienza cuatro domingos
antes de la Navidad
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El Adviento
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El primer relato del libro de Génesis
narra lo que hacía Dios el primero
de todos los días, y luego el segundo,
el tercero, el cuarto, el quinto y el sexto
día. El Génesis nos dice que, después
de seis días de trabajo, “Dios vio
que todo cuanto había hecho era muy
bueno” (Génesis 1,31). Y el séptimo
día descansó.
Durante siglos de siglos, los judíos,
los cristianos y los musulmanes
han contado los días en grupos de
siete. Esa es nuestra división básica del
tiempo, y lo llamamos “semana”.
Leemos en los Hechos de los
Apóstoles que los seguidores de Jesús
se reunían el primer día de la semana.
Los romanos llamaban este día “El Día
del Sol”. Para los cristianos, el Día del
Sol no sólo era el día en que Dios
había comenzado la creación; también
era el día en que Jesucristo resucitó
y el día en que el Espíritu descendió
sobre los discípulos de Jesús.
Estos seguidores de Jesús empezaron a decir, en vez del Día del
Sol, “El Día del Señor”. En este día
se reunían para leer en voz alta las
Escrituras y para rogar a Dios por todas
las necesidades que tuvieran. Daban
comida y dinero a los pobres y luego
ponían pan y vino sobre una mesa.
Todos se ponían de pie alrededor de la
mesa. Uno de ellos, un obispo o su
representante, guiaba la asamblea en
oraciones de gracias y alabanza a Dios.
Elevaban su corazón con himnos y
conmemoraban las muchas maneras
en que Dios había demostrado su amor
por el mundo, especialmente en la
muerte y la Resurrección de Jesús.
Los tiempos
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DI
El domingo y la semana
OT
“La santa Iglesia celebra la memoria
sagrada de la obra de la salvación
realizada por Cristo, en días determinados durante el curso del año. En
cada semana, el domingo — por eso, es
llamado ‘día del Señor’ — hace memoria
de la Resurrección del Señor, que
una vez al año, en la gran solemnidad
de la Pascua, es celebrada juntamente
con su santa Pasión. Durante el curso
del año despliega todo el misterio de
Cristo y conmemora los días natalicios
de los Santos” (Normas universales
sobre el año litúrgico y el calendario, 1).
Después, comían el pan eucarístico y
bebían el vino consagrado del
cáliz — pan y vino que se habían
transformado en el cuerpo y la sangre
de Cristo. Así, el Día del Sol, el primer
día de la semana, llegó a ser el Día del
Señor o “domingo”, nombre derivado
del latín para Señor. Así hacemos
todavía los cristianos.
Los otros días de la semana
rezamos por la mañana, por la tarde
y antes de acostarnos. Participamos
en la comunión cada día. Al reunirnos para cualquier comida damos
gracias al Señor por el alimento y por
todas sus bendiciones. Los viernes,
el día en que murió Jesús en la cruz,
solemos ayunar, tratando de comer
menos y así comenzar a prepararnos
para el domingo mediante la abstinencia.
El ayuno también es oportuno para
acordarnos de hacer buenas obras,
de ayudar a los más necesitados y de
hacer penitencia por nuestros pecados.
NO
RA
El año litúrgico
rezamos en el Credo cada domingo,
el Señor Jesús “de nuevo vendrá con
gloria para juzgar a vivos y muertos”.
La Cuaresma
El tiempo de Navidad
Termina con la celebración
de la misa vespertina de la
Cena del Señor el Jueves
Santo
Comienza con las vísperas
de Nochebuena
Termina con las vísperas del
Bautismo del Señor
El 25 de diciembre proclamamos: “Hoy
nos ha nacido un Salvador: el Mesías,
el Señor”. Así comienza la celebración de la Natividad del Señor, del Dios
que se hace hombre. Tanto nos amó
Dios que nos dio a su único Hijo para
que fuera uno con nosotros, morara
entre nosotros y nos mostrara cómo
vivir en ese amor. Vino para traer paz,
para curar las divisiones, dar fin a todo
dolor 40 y llevarnos a su luz eterna.
Y así celebramos el don de su
amor. Llenamos de luces hermosas la
gran oscuridad. Cantamos villancicos
y comemos manjares deliciosos.
Alrededor de los árboles festivos,
intercambiamos regalos con los demás
porque Dios nos ha dado tantos
regalos y abrimos nuestras puertas
para los invitados porque Dios nos
ha abierto el cielo a nosotros.
Durante todos estos días de
Navidad, contamos historias navideñas.
Conmemoramos los primeros mártires
y la santidad de la Sagrada Familia
de Jesús, María y José. El Día de Año
Nuevo conmemoramos a María, la
Madre de Dios. Pocos días después, en
la Epifanía, recordamos a los
Reyes Magos que buscaron al Mesías
prometido, al Cristo, como lo hacemos
hoy nosotros. Por fin, terminamos
el tiempo litúrgico con la narración del
Bautismo de Jesús en el Jordán realizado por Juan.
Incluso una vez que ha pasado la
Navidad, 40 días después del Día de
Navidad, celebramos la infancia de
Jesús una vez más el 2 de febrero, la
fiesta de la Presentación del Señor,
cuando recordamos cómo María
y José llevaron a Jesús al Templo en
Jerusalén, donde Simeón y Ana se
regocijaron por la venida del Señor.
Comienza el Miércoles de
Ceniza
Durante 40 días Jesús ayunó y se
preparó para proclamar la Buena
Nueva. Muchos siglos antes de Jesús,
Moisés y Elías ayunaron durante 40
días. Llovió sobre la tierra y sobre el
arca de Noé durante 40 días, y la tierra
tuvo un nuevo comienzo. Durante 40
años, también, el pueblo de Israel
anduvo errante por el desierto hacia
la Tierra Prometida. En la Biblia, el
número 40 significa que algo de gran
importancia está ocurriendo.
En el hemisferio norte, la Cuaresma
comienza en el invierno. Pero cuando
llegamos al fin de los 40 días, sabemos
de seguro que el calor y la vida nueva
de la primavera están por llegar.
Entramos en la Cuaresma con ceniza
sobre la frente y durante 40 días
ayunamos de distintas maneras, quizás
comiendo menos o absteniéndonos de
las comidas que más se nos antojan.
Damos limosnas, lo cual significa que
encontramos maneras de compartir
lo que tenemos, nuestro tiempo y
nuestros bienes. También, estos días
tienen su propio modo de rezar y de
cantar (sin cantar ni decir la palabra
“aleluya”, la cual reservamos hasta la
Pascua). De estas maneras recordamos
nuestro Bautismo y nos esforzamos por
profundizar la vida cristiana.
Cada domingo durante la Cuaresma
escuchamos algunos de los pasajes
más importantes de los Evangelios,
y rezamos por la gente que será
bautizada la noche más solemne del
año: la celebración de la Vigilia Pascual.
El Triduo Pascual
Comienza el Jueves Santo con
la misa vespertina de la Cena
del Señor
Termina con las vísperas del
Domingo de Pascua
Triduo Pascual significa los “Tres Días
de la Pascua”. Para el pueblo judío,
la Pascua celebra el gran acontecimiento cuando Dios liberó al pueblo de
Israel de la esclavitud. Los seguidores
de Jesús proclaman que en la vida,
muerte y Resurrección de Jesús, Dios
nos ha librado y nos ha salvado.
5
Cuando termina la Cuaresma,
nos encontramos en el centro del año
litúrgico. Durante la noche que se
extiende entre el Sábado Santo y el
Domingo de Pascua, observamos la
Vigilia Pascual. Nos reunimos para
encender una fogata y un enorme cirio
para escuchar las Escrituras más
importantes y cantar salmos y otros
himnos. Luego nos congregamos
alrededor del agua de la pila bautismal
cuando los que han estado preparándose para la nueva vida en Cristo
reciben los sacramentos de iniciación.
Después, los recién bautizados son
ungidos con óleo fragante llamado
“crisma” y, finalmente, con estos recién
bautizados que ahora llamamos
“neófitos”, celebramos la Eucaristía.
Nos preparamos para esta
Vigilia celebrando la institución de la
Eucaristía el Jueves Santo y conmemorando la Pasión del Señor
venerando la Cruz el Viernes Santo.
También nos preparamos realizando
el ayuno pascual, el ayuno especial del Viernes Santo y el Sábado
Santo. La Iglesia ayuna para que
podamos reflexionar profundamente
sobre la muerte y Resurrección
del Señor, el misterio de la fe que
celebraremos en nuestra Vigilia.
El tiempo de Pascua
Comienza el Domingo de
Pascua
Termina con las vísperas
de la Solemnidad de
Pentecostés
El tiempo de Pascua es para el año
lo que el domingo es para la semana.
Vivimos como si el reino de Dios
ya hubiera venido — porque así es.
Cambiamos el ayuno por la fiesta y la
celebración. Nos santiguamos con agua
bautismal para acordarnos de nuestra
parte en la Pasión, muerte
y Resurrección de Jesús. El “Aleluya”
vuelve a ser nuestro canto porque nos
regocijamos en alabar al Señor. Los
relatos que leemos en la Escritura
son sobre los encuentros que tienen
Tomás y María Magdalena con el Señor
resucitado, las comidas con él, los del
Buen Pastor y de la efusión del Espíritu
Santo.
Así como la Iglesia bautizó a nuevos
cristianos en la Vigilia, ahora en el
tiempo pascual a menudo celebramos
la Confirmación, la Primera Comunión,
el Matrimonio y las Órdenes Sagradas.
El Tiempo Ordinario
A partir de las vísperas de
Bautismo del Señor hasta el
Miércoles de Ceniza
A partir de las vísperas
de Pentecostés hasta las
vísperas del Primer Domingo
de Adviento
Durante algunas semanas en enero y
febrero, y luego durante todo el verano
y el otoño, la Iglesia está en el Tiempo
Ordinario, que marca las semanas que
no caen en los tiempos especiales de
Adviento, Navidad, Cuaresma y
Pascua.
Durante el Tiempo Ordinario, el
Evangelio del domingo sigue a Jesús
de pasaje en pasaje por Mateo, Marcos
y Lucas. Se lee cada uno de estos
Evangelios por un año en el ciclo de
tres años que tiene la Iglesia para
las lecturas dominicales. Este año,
leemos el Evangelio según san Mateo,
con sus muchos relatos de los milagros y proclamaciones de Jesús.
Domingo tras domingo, leemos también
las distintas cartas de san Pablo
y de otros discípulos tomadas del
Nuevo Testamento.
El Tiempo Ordinario está lleno de
solemnidades, fiestas y memorias del
Señor y de los santos. En sus últimas
semanas, observamos la solemnidad de Todos los Santos el primero
de noviembre y el Día de los Fieles
Difuntos el 2 de noviembre. Todo
el mes de noviembre se vuelve un
período para alegrarnos en la Comunión
de los Santos y para recordar que
nuestro verdadero hogar está en la
Jerusalén celestial.
Para usar el calendario
Cada rayo de la rueda del calendario
representa una semana. Las semanas comienzan el Día del Señor, el
domingo (el eje exterior de la rueda),
y terminan el sábado (el eje interior).
Cada tiempo del año litúrgico
se representa con un color distinto.
Observa los tiempos: Adviento,
Navidad, Cuaresma y Pascua. Entre
Cuaresma y Pascua está el Triduo
Pascual, que constituye el centro de
todo nuestro año litúrgico. Ahora
observa los dos lapsos del Tiempo
Ordinario. Uno viene en el invierno y es
bastante breve, y el otro viene después
de Pentecostés y dura todo el verano
y el otoño. Luego, después del último
domingo del Tiempo Ordinario, llega el
Adviento de un nuevo año.
El año litúrgico comienza el Primer
Domingo de Adviento, el 28 de
noviembre de 2010 y termina el sábado
de la trigésima cuarta semana del
Tiempo Ordinario, el 26 de noviembre
de 2011.
Completa este calendario marcando
los días que son importantes en tu
hogar, tu parroquia y tu escuela. Coloca
pegatinas o estrellas sobre los cumpleaños y los onomásticos (día de los
santos cuyos nombres llevan los
miembros de la familia) y los aniversarios especiales que deseas recordar.
Los días del año litúrgico están
ordenados según su importancia para
la vida de fe en la Iglesia. El tipo de
letra que se utiliza en este calendario
indica ese orden. Las grandes
solemnidades del año litúrgico
aparecen con el tipo de letra más
grande (DOMINGO DE PASCUA).
Estas incluyen cada domingo, las
solemnidades del Señor y de los santos, y las fiestas del Señor. El siguiente
tipo de letra grande (Sagrada
Familia) se utiliza para las festividades de los santos. Un tipo de
letra más pequeña (Santa Isabel de
Hungría) se utiliza para las memorias
obligatorias y también las opcionales
de los santos y beatos que se celebran en el calendario general para las
diócesis de los Estados Unidos de
América y para Canadá.
El tipo de letra más pequeño se
utiliza para las celebraciones seculares
[Año Nuevo], de Australia, Canadá, los
Estados Unidos y México. Las celebraciones particulares a un país se marcan
así: (A) en Australia; (C) en Canadá; (E)
en los Estados Unidos; y (M) en México.
Hay un pez en los días de ayuno
de Cuaresma, de la Vigilia Pascual
y en cada viernes que cae fuera de los
tiempos festivos. En estos días, la tradición exhorta a los cristianos a comer
menos y hacer obras de misericordia.
Hay una lámpara de aceite en las
vigilias de las grandes solemnidades
que, según la costumbre, comienzan
con la puesta del sol, incluida la
celebración del Día del Señor.
Hay cirios en las solemnidades y
festividades del Señor que no son días
de precepto.
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Hay un pan y un cáliz en los
domingos y en otros días de
importancia (días de precepto).
Cómo colgar el calendario
Algunos años, como el año presente,
conviene que el calendario esté situado
con la parte superior y la inferior fijas
en el mismo lugar todo el año. Otros
años, la rueda de semanas funciona
mejor rotando el calendario.
Aprobación para la publicación fue otorgada por el
Reverendo John F. Canary, Vicario General de la
Arquidiócesis de Chicago, el 1° de marzo de 2010.
“Acerca de la artista” fue escrito en parte por
Catherine Combier-Donovan, Kristine Neumayer
Jenkins, Danielle A. Knott, Corrina Laughlin, Biagio
Mazza, Mary M. McGlone, ssj, Thomas Scirghi, sj,
y Paul Turner. Traducción de Marina A. Herrera,
ph d, con material adicional de Edgard R. Beltrán.
Las citas de textos litúrgicos son del Leccionario
de la Conferencia Episcopal Mexicana, aprobado
para uso de las comunidades hispanas en los
Estados Unidos de América, novena edición
© 2007 Buena Prensa, A.C. México, D.F. Se usan
con permiso. Todos los derechos reservados.
Bajo ninguna condición se puede reproducir parte
alguna de este texto sin el permiso por escrito
del dueño de los derechos. Las lecturas de la
Sagrada Escritura que no son textos litúrgicos
fueron tomadas de La Biblia Latinoamerica © 1972
Ramón Rícciardi y Bernardo Hurault. Se usan con
permiso.
La traducción al español del Catecismo de la Iglesia
católica para los Estados Unidos de América © 1994,
United States Catholic Conference, Inc. — Libreria
Editrice Vaticana. Traducción del Catecismo de la
Iglesia católica: Modificaciones basadas en la editio
typica © 1997, United States Catholic Conference,
Inc. — Libreria Editrice Vaticana. Se usa con permiso.
Citas en español del Rito de la Confirmación ©
1976 Ritual completo de los sacramentos, Obra
Nacional de la Buena Prensa, A.C.; citas de la
traducción al español de las Normas universales
sobre el año litúrgico y el calendario © 1969
Enchiridion. Documentación litúrgica posconciliar.
Editorial Regina, Barcelona, 2000.
Los calendarios vienen en dos tamaños: de cuaderno (11 pulgadas × 17 pulgadas) y de póster (26
pulgadas cuadradas). Se ofrecen con superficie
de papel o laminados. Existe en inglés el libro
Companion to the Calendar, escrito por Mary Ellen
Hynes, cuyo texto contiene información sobre la
mayoría de los días y tiempos nombrados en el
calendario. También, en inglés, está el libro
Sourcebook for Sundays and Seasons: A Parish
Almanac. Pide estos libros o calendarios adicionales
de Liturgy Training Publications, South Racine
Avenue, Chicago IL 60609; 1-800-933-1800, fax
1-800-933-7094, e-mail [email protected]. Visítanos
en internet: www.LTP.org y www.YearofGrace.com.
El año de gracia 2011
© 2010 Arquidiócesis de Chicago:
Liturgy Training Publications