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Homilía del 5 de enero de 2011
«‹Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor
alborea sobre ti›. Con esta proclamación del profeta Isaías, la liturgia del día anuncia la
celebración de una festividad grande: la solemnidad de la Epifanía del Señor, que es la
finalización del festividad de la Navidad». Este es el día que llamamos El Día de los
Reyes, cuando recordamos la venida de los hombres que le trajeron a Jesús el oro, el
incienso, y la mirra.
Me gustan nuestras celebraciones de los Días Santos. Como muchos de ustedes saben, no
fui criado como cristiano católico. Toda mi familia y la familia de mi esposa fueron
cristianos protestantes; el padre de mi esposa y varios de sus parientes fueron pastores
protestantes. En nuestra tradición protestante hay solamente dos días feriados—la
Navidad y la Pascua. No los llamamos Días Santos. Nadie venia a la iglesia a celebrar la
Navidad a menos que la Navidad ocurriese en el domingo. Aun cuando la Navidad
ocurriera en el domingo, mucha gente no asistía a la iglesia, porque la Navidad era un día
para abrir los regalos, ir a visitar a las familias, y gozar de las comidas especiales.
Yo les digo a ustedes como era mi vida de un muchacho y de joven a causa de mi gran
amor para nuestra fe católica y porque me gustan las celebraciones de nuestros Días
Santos. Ya que crecí inconsciente de nuestra fe maravillosa, estoy agradecido que ahora
se me ha dado esta fe.
Como he dicho, hoy celebramos uno de los días santos de nuestra Iglesia, la Epifanía de
nuestro Señor. Mientras que es la finalización de la Fiesta de la Navidad, también es la
celebración de la venida de Cristo a nosotros–la gente que no son judías. Es importante
que entendamos que cuando Jesucristo nació, él nació en una familia judía. Su madre era
judía; su padre adoptivo, José, era judío; los pastores a quienes se les anunció su
nacimiento eran judíos.
Hoy cuando celebramos la venida del Día de los Reyes, celebramos la revelación de
Cristo a los gentiles, la gente como nosotras. Observen que el Evangelio de hoy nos dice
que los magos entraron a una casa. En el momento que los Reyes vinieron, quizá habían
pasado dos años, por eso el niño Jesús no todavía estaba en un pesebre dentro de un
establo; su familia estaba en un hogar.
¿Quién eran estos hombres? Según la tradición, ellos eran tres reyes (San Mateo
menciona tres regalos), pero verdaderamente no sabemos el número de los hombres y no
sabemos quiénes fueron. San Mateo nos dice que ellos eran del Oriente y no sabíab nada
más de Jesús excepto que él era el rey de los judíos y que ellos eran guiados por una
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Homilía del 5 de enero de 2011
estrella a este país. Por lo tanto, ellos vinieron al palacio del rey en Jerusalén, donde
estaba el rey Herodes.
Según la tradición estos hombres eran reyes gentiles viniendo a dar homenaje a el Rey de
los Judíos. Se le han dado a estos hombres los nombres Melchor, Gaspar, y Baltasar.
Melchor se representa con pelo largo y una barba blanca, Gaspar con pelo oscuro y una
barba oscura, y Baltasar sin barba y de piel oscura, sus diferencias significan que
Jesucristo vino a la gente de todas las naciones. También según la tradición, todos estos
hombres regresaron a sus propios países, proclamando el evangelio, y todos se hicieron
mártires para la fe.
Así mientras celebramos esta festividad religiosa solemne cuando Jesús se reveló a la
gente como ustedes y como yo, yo quisiera que pensemos en esta venida con respecto a
nuestras relaciones personales con Dios. San Bernardo de Claraval escribió que hay tres
venidas de Cristo. La primera es su venida como un bebé en Belén; la segunda será su
venida en gloria para juzgar a vivos y muertos cuando su reino no tendrá fin. La tercera
venida de Jesús, San Bernardo escribió, ocurre entre la primera y la segunda. La tercera
venida es su venida en los corazones de cada uno de nosotros. Esta es lo que nuestra
celebración hoy me significa a mi personalmente: representa a la venida de Jesús a mi y a
todos nosotros aquí.
Mientras comenzamos este año nuevo, que recordemos el viaje de los magos. Este viaje
los habría requerido cruzar las montañas que eran escarpadas y peligrosas; los magos
habrían viajados muchas millas sobre los desiertos en el cual hay cuevas donde se
esconderían ladrones. Ellos buscaban a un bebé y ellos encontraron a un Dios.
Hoy es un día de gratitud para mí: Estoy agradecido por mi familia y los buenos
recuerdos de nuestras celebraciones. También estoy agradecido por la iglesia que me
permitió vivir esa tercera venida de Jesús, sobre la cual escribió San Bernardo. Y hoy
cuando celebramos la revelación de Jesús a nosotros Gentiles, celebro con aún mayor
alegría como recibo este gran regalo–Cristo Jesús–el Pan de Vida, Cristo sí mismo en la
Eucaristía. Durante esta estación cuando mucha gente forma las resoluciones del año
nuevo, que resolvemos buscar al Gran Rey como lo hicieron los magos y, encontrar al
uno quien nos hizo y nos busca, que lo adoremos en espíritu y en verdad, dando las
gracias a Dios el Padre por él.
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