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Dorothy Day y el
Movimiento del Trabajador Católico
Mark y Louise Zwick
Me ha desilusionado, sin embargo, durante mucho tiempo, en la forma en la que
todos, excepto los santos, viven en este mundo que Dios hizo para nosotros.
Dorothy Day
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Mark y Louise Zwick
Me ha desilusionado, sin embargo, durante mucho tiempo, en la forma en la que todos, excepto los santos, viven en
este mundo que Dios hizo para nosotros.
Dorothy Day
En mil novecientos noventa y siete se cumple el aniversario de los cien
años del nacimiento de Dorothy Day y el septuagésimo aniversario de su
entrada en la Iglesia Católica. Con ocasión de su muerte en 1980 Dorothy
Day fue descrita por el historiador católico David O’Brien como “la persona más influyente, significativa e interesante en la historia del Catolicismo
Americano.” Con motivo de su octogésimo cumpleaños el cardenal de
Nueva York Terence Cook le entregó a Dorothy un saludo especial del Papa Pablo VI. Su fotografía y artículos sobre ella fueron publicados en las
revistas Time, Newsweek y Lif. El periódico New Work Times dijo de ella que
era una ”socialista radical no violenta, de una personalidad luminosa.” Para
la hermana Erigid O’Shea Merriman O.S.F., ella es “la más avanzada de
los testigos de la bondad incomprensible que es Dios.”1
La Universidad de Notre Dame le concedió a Dorothy la Medalla de
Laetare en 1972. El Padre John Hugo dijo en un discurso en la Universidad
Marquette después de su muerte, “Dorothy Day ha sido en nuestro tiempo
un ejemplo luminoso del doble amor a Dios y al prójimo fundido en uno en
la caldera del amor divino.” El ejemplar del Catholic World Report de Diciembre de 1996 celebró su santidad y su entrega a Cristo en los pobres.
Mark y Louise Zwick fundaron casa Juan Diego, casa de hospitalidad
del Trabajador Católico para inmigrantes en Houston en 1980. Ellos son los
editores del Trabajador Católico en Houston
Communio 24 (fall 1997). @ 1997 by Communio: Internacional
Catholic Review
1
Brigid O’Shea Merriman, Searching for Christ: The Spirituality of Dorothy Day, Notre Dame Studies in
American Catholicism (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1994), vii.
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Hoy en día ella aparece en muchos libros de educación religiosa como
modelo para la juventud Católica. Ha sido propuesta su canonización por
los Padres y Hermanos Claretianos.
Daniel Barrigan S.J., afirma en su introducción a la autobiografía de
Dorothy, The Long Loneliness (Larga Soledad):
Sin Dorothy, sin esa paciencia, sin esa temeridad, y sin esa modestia
moral ejemplares, sin Dorothy golpeando a la puerta cerrada detrás
de la cual los poderosos se burlan del desamparado con juegos de
azar, sin ella, la resistencia que nosotros pusimos hubiera sido simplemente inimaginable. Ella urgió nuestras conciencias a abandonar
la vía de la derrota; ella hizo lo imposible (en nuestro caso) probable
y real. Ella hizo esto primero que todo, viviendo como si la verdad
fuera verdad.2
¿Qué hizo que Dorothy fuera tan magnifica? ¿Cuál fue esa verdad que
hizo su vida tan distinta, su testimonio tan poderoso? ¿Qué fue lo que la
sostuvo en una vida de entrega completa al pobre, contra la violencia, en
medio de la crítica?
Robert Ellsberg, en la introducción a sus Escritos Selectos: “A Poquitos”, dijo de ella: “No fue extraordinario lo que Dorothy Day escribió, ni
siquiera lo que ella creía, sino el hecho de que no había absolutamente ninguna diferencia entre lo que ella creía, lo que ella escribía, y la manera en
que ella vivía.”3
Dorothy estuvo siempre abierta al espíritu religioso. Su búsqueda por
el Absoluto a través de su vida estuvo, aun en su niñez y juventud, acompañada de su preocupación por el pobre y por un orden social justo.
El hecho que mayor impacto tuvo en la vida de Dorothy Day sucedió
en 1927 cuando se convirtió al Catolicismo a los treinta años de edad, poco
después de haber dado a luz a su hija. Su decisión de entrar en la Iglesia fue
consecuencia de una dramática conversión de un estilo de vida mundano,
bohemio, a una vida entera de entrega a Cristo, a la Iglesia, al pobre y a la
paz.
Sin embargo, años antes, aun en la niñez de Dorothy, hubo un despertar espiritual. Aunque los miembros de su familia no eran activos en la
2
Dorothy Day, The Long Loneliness: The autobiography of Dorothy Day (San Francisco: Harper and
Row, 1952, 1981), xxiii.
3
Robert Ellsberg, ed., Dorothy Day: Selected Writings (Marykoll, N.Y.:Orbis Books, 1993), xv.
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Iglesia, los vecinos y los ministros religiosos en diferentes oportunidades
invitaban a los niños a asistir a las iglesias Protestantes. Ella fue bautizada
y confirmada en la Iglesia Episcopal a la edad de 12 años y los Salmos vinieron a ser una parte de su niñez como parte de la oración formal de la
Iglesia.
Dorothy creció en una familia que prohibía la literatura ligera. Sus lecturas de adolescente incluían El Nuevo Testamento. Los Sermones de John
Wesley, las obras de San Agustín, Diferentes Experiencias Religiosas de
William James, en las cuales ella descubrió a Santa Teresa de Avila y a San
Juan de la Cruz. Además leía y disfrutaba con “La Imitación de Cristo”,
que vino ser una de las favoritas en su vida. Las obras de Dostoevsky, Tolstoy y otros clásicos fueron también importantes en su vida.
Dorothy reflexionaba sobre estos escritos, especialmente los Evangelios, aun en su niñez, y se preguntaba cómo podría hacerse realidad. Así lo
escribió en The Long Loneliness:
“Los niños miran las cosas muy directa y simplemente. Nunca vi a alguien dándole su cartera al pobre. Nunca vi a alguien ofreciendo un
banquete e invitando al lisiado, al paralítico y al ciego. Y aquellos
que lo hacían, como el ‘Salvation Army’, no me atraían. Yo deseaba,
aunque entonces no lo sabía, una síntesis. Quería vida y quería vida
abundante. La quería para los demás también. Yo no quería que solamente unos pocos, la gente con mente de misión como el ‘Salvation
Army’, fueran amables con el pobre, por ser pobre. Yo quería que todo el mundo fuera amable. Yo quería que todos los hogares estuvieran
abiertos al lisiado, al paralítico y al ciego… En tal amor estaba la vida abundante y no tenía ni la menor idea cómo alcanzarlo.”4
En la Universidad conoció a Upton Sinclair y Jack London, cuyos comentarios sociales la animaron en su preocupación social por los pobres del
área urbana. Había estado leyendo a Prince Peter Kropotkin, quien también
le había mostrado la condición lamentable del pobre, de los trabajadores.
Se preguntaba a sí misma, “¿Por qué se hace tanto esfuerzo para remediar
los males sociales en lugar de evitarlos desde un principio? ¿Donde están
los santos para tratar de cambiar el orden social, no solamente para atender a los esclavos sino para acabar con la esclavitud?”5 Dorothy se preguntaba, con el estimulo de sus profesores, el papel de la religión en la vida. Ella recordaba que en su comunidad el despedido había sido siempre
mirado como un incapaz, un inútil, sin talento de ninguna clase, debido to4
5
Day, The Long Loneliness, 39
Idem., 45
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do a su propia culpa. Ella leía que los trabajadores eran explotados en los
sitios de trabajo, y observaba que a los ricos se les sonreía y eran adulados
por los feligreses. Ella anhelaba una síntesis, una forma de vida que ayudara a resolver estos problemas. En su búsqueda, Dorothy se unió al partido
socialista de la universidad y escribía para el periódico estudiantil de la
Universidad de Illinois.
Después de dos años de universidad, se mudó con su familia a Nueva
York en donde su padre, un periodista, comenzó a trabajar para The Morning Telegraph. Allí Dorothy escribió para los periódicos Socialistas The
Call, The Masses, y The Liberador.
Dorothy formó parte del movimiento socialista en contra de la guerra
antes de la Primera Guerra Mundial. Participó en demostraciones contra la
involucración de los Estados Unidos, organizadas por los socialistas, y fue
herida de un disparo, aunque accidentalmente, por la policía. El periódico
The Masses, para el que escribía en ese tiempo, tomó una posición pacifista. De hecho fue cerrado por la administración local de correos que rehusó
distribuirlo al precio especial para los periódicos, porque la consideraba
traidor. Anne Klejment and Nancy L. Roberts documentan la frustración y
la influencia de la represión en estos tiempos de guerra en Dorothy Day y
demuestran cómo más tarde esto quedó “absorbido dentro de su pacifismo
religioso.”6
Más tarde, cuando se unió a las protestas contra el mal trato a otros
manifestantes, Dorothy se encontró en la cárcel por primera vez en Washington, D.C. en Occoquan. Puesta en celda de aislamiento, pidió una Biblia. Habiendo leído los Salmos muchas veces en el pasado, volvió a ellos.
Dice que los leyó allí con el “sentimiento de regresar a algo que había perdido.” Su descripción del tiempo pasado en un encierro solitario nos cuenta
de su sufrimiento y de su búsqueda espiritual:
A través de esos días fastidiosos en la cárcel cuando estaba en celda
de aislamiento, lo único que traía consuelo a mi alma eran esos versos de los Salmos que expresaban el terror y la miseria del hombre
agobiado y abandonado de repente. Soledad y hambre y fatiga del espíritu -esos agudizaron mi percepción de un modo que sufría no solo
mi propia pena, sino la aflicción de aquellos a mi alrededor. Ya no
era más una joven, que era parte de un movimiento radical buscando
justicia para los oprimidos. Yo era la oprimida. Yo era esa drogadic6
Anne Klejment and Nancy L. Roberts, eds. American Catholic Pacifism: The influence of Dorothy Day
and the Catholic Worher Movement (Westport, CT: Praeger, 1996), 18
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ta, gritando y revolcándose en su celda, golpeándose la cabeza contra
la pared.7
Ella continúa su descripción del tiempo pasado en Occoquan en The
Long Loneliness:
Perdí todo sentido de mi propia identidad. Reflexionaba en la desolación de la pobreza, de los parados, de la enfermedad y del pecado. El
hecho de que sería puesta en libertad después de treinta días, no significaba nada para mí. Nunca sería libre de nuevo, nunca libre cuando supe que detrás de rejas en todas las partes del mundo había mujeres y hombres, muchachas y muchachos jóvenes sufriendo restricción,
castigo, aislamiento y sufrimiento por crímenes de los cuales todos
nosotros éramos culpables. La madre que había asesinado a su hijo,
el drogadicto- ¿quien sería el loco y quién el cuerdo? ¿Por qué las
prostitutas eran juzgadas en algunos casos y en otros eran respetadas
y aduladas? Gente que se vendían por un empleo, por el cheque del
sueldo, y si ellos recibían un precio suficientemente alto, eran honrados. Si sus trampas, sus robos, sus mentiras, fuesen de proporciones
colosales, si tuviesen éxito en sus fechorías, serían aclamados no condenados. ¿Por qué unos eran encerrados y otros no? ¿Por qué unos
eran llamados criminales y otros personas de negocios? ¿Qué era lo
correcto y qué lo incorrecto? ¿Qué era lo bueno y qué era lo malo?
Permanecía acostada allí en completa confusión y miseria.
Los treinta días se alargaban frente a mí interminablemente. Sería
aplastada completamente por la miseria antes de que me dejaran salir. Nunca me recuperaría de esta herida, de este horrible conocimiento de lo que el
hombre era capaz de hacer en su trato con los demás. Una cosa era estar escribiendo acerca de estas cosas, tener conocimiento teórico de lugares de
esclavitud en el trabajo, de la injusticia y el hambre, pero era completamente distinto experimentarlo en carne propia.
No he pensado en la religión ni una sola vez en estos últimos días (ya
estoy fuera del encarcelamiento solitario). Me sentía de nuevo en el
mundo, hablando con otros, leyendo y escribiendo cartas, y ya no
pensaba en las profundidades en las que había estado. Haber sido degradada de esa forma era razón para estar apenada y humillada, pero
había rechazado la humillación. Me habría visto a mí misma demasiado débil para sostenerme yo sola, demasiado débil para confrontar
la oscuridad de esa celda de castigo, sin gritar, y estaba humillada y
7
Dorothy Day, From Union Square to Rome (Silver Spring, Md: Preservstion of the Faith Press, 1938),
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de nuevo rechacé la religión que me había ayudado cuando había sido doblegada por mi sufrimiento.8
Fue más tarde, en Chicago, cuando Dorothy descubrió la trilogía de
novelas de Huysmans que la ayudaron en su búsqueda de Dios. Ella leyó
En Route, The Oblate, The Catedral y más tarde dijo que habían sido estos
libros los que la habían hecho pensar que podría sentirse como en su casa
en la Iglesia Católica. Ellos la familiarizaron con lo que ocurría allá (en la
Iglesia) y siento “la edad, la antigüedad de la Misa, y haber encontrado aquí
en Huysmans instrucciones detalladas en todo lo que se refería a rúbricas, a
todos los rituales complicados; fue una gran alegría para mi.”9 Huysmans la
introdujo a la liturgia, al monasticismo, y en particular a los Benedictinos,
quienes tuvieron una gran influencia en el Movimiento del Trabajador Católico. Muchos años más tarde Dorothy siguió los pasos de The Oblate en
la novela cuando ella misma se convirtió en oblata laica Benedictina.
Cuando describe su estudio para la preparación a la conversión Católica,
Dorothy reconoce a los dos: Dostoevsky y Huysmans: “Dostoevsky,
Huysmans (qué hombres tan diferentes!) me habían dado el deseo y las bases. Huysmans me había hecho sentir en su casa, en la Iglesia.”10
Fue durante este tiempo cuando tuvo la oportunidad de conocer a otras
familias Católicas. Estas familias le recordaban a la Sra. Barrett, una señora
católica a quien había conocido cuando niña. Ella nos cuenta sus visitas de
infancia a la casa de la Sra. Barrett:
Era alrededor de las diez de la mañana cuando subí a la casa de
Kathryn a llamarla para que saliera a jugar. No había nadie en la entrada ni en la cocina. Los platos del desayuno ya habían sido lavados… pensando que los niños estaban en el cuarto de enfrente, corrí
por entre los cuartos.
En el cuarto de enfrente la Sra. Barrett estaba arrodillada rezando
sus oraciones. Ella se volvió para decirme que Kathryn y los niños
habían ido todos al almacén, y continuó con sus oraciones. Sentí un
arrebato de amor hacia la Sra Barrett que nunca he olvidado, un sentimiento de gratitud y alegría que inundó mi corazón. Ella estaba en
Dios, y había belleza y alegría en su vida.
Lo que ella estaba haciendo permaneció conmigo a través de toda mi
vida. Y aunque yo me obsesionaba con el problema de la pobreza y la
8
Day, The Long Loneliness, 78, 83.
Idem, 107
10
Idem, 142
9
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injusticia, aunque me quejaba de la suerte terrible del hombre, aunque hubo años en los cuales me aferré a la filosofía del determinismo
económico como una explicación del destino del hombre, aún hubo
momentos cuando en medio de la miseria y de la lucha de clases, la
vida se revelaba con gloria. La Sra. Barrett en su pequeño y sórdido
apartamento terminaba de lavar los platos del desayuno a la diez de
la mañana y se postraba de rodillas a orar a Dios.11
Mirando a estas familias que sin sentir vergüenza se arrodillaban a
orar en sus casas, cuenta ella que “esta postura, este gesto, me convenció de
que la veneración, la adoración, la acción de gracias, la suplica- eran los actos más nobles de los cuales el hombre era capaz en esta vida.”12
Más tarde, en Nueva York, después de pasar largas noches en Greenwich Village hablando con artistas y escritores como Eugene O’Neill (él le
leyó a ella el poema de Francis Thompson, “El Mastín del Cielo”), Dorothy
cuando caminaba a su casa veía a las mujeres inmigrantes, que limpiaban
las oficinas durante la noche, ir a misa temprano en la mañana. La Iglesia
Católica era visiblemente la Iglesia del pobre, no solamente de la clase media y alta, era como la encarnación del Evangelio.
Sus años de coqueteo con los aspectos intelectuales y devocionales
del catolicismo culminaron, por parte de Dorothy, en la búsqueda del bautismo, primero para su hija que iba a nacer y después para sí misma, aunque ella estaba en unión libre (lo que no era la primera vez) con Forster
Batterham. Esta relación terminó rápido, y muy dolorosamente, porque
Foster no creía en la religión, ni en el matrimonio o en tener hijos! Fue el
nacimiento de su hija, Tamar, el momento en que “el amor rebosó”, lo que
la condujo a querer hacer algo definitivo acerca de su fe. Ella sentía que
perteneciendo a una Iglesia traería a la vida de su hija el orden que había
faltado en la suya. En su libro “De la Plaza de la Unión a Roma”, Dorothy
describe su motivación para entrar en la Iglesia:
Pero sin embargo los atisbos de Dios le llegaban más cuando estaba
sola. Los que objetan no pueden decir que era miedo a la soledad, al aislamiento y al dolor lo que me hicieron volverme a El. Fue en esos pocos años
en que estaba sola y más feliz que lo encontré. Lo encontré finalmente a El
a través del gozo y la acción de gracias, y no a través de la pena.
11
12
Day, From Union Square to Rome, 10
Day, The Long Loneliness, 107.
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Y aún así, ¿cómo puedo yo decir por cual de los dos? Mejor dejar que
se diga que lo encontré a El a través de sus pobres, y en un momento
de gozo me volví a El.13
En cierto sentido, Dorothy sentía que estaba traicionando su pasado
socialista al volverse católica. En los círculos socialistas se había enfatizado mucho que la Iglesia era el opio del pueblo, que “la Iglesia estaba alineada con la propiedad privada, con los ricos, con el estado, con el capitalismo, con todas las fuerzas reaccionarias.” Ella había tomado su decisión.
Fue bautizada condicionalmente, hizo su confesión y recibió la comunión.
En la larga soledad reflexionaba sobre esta crítica a la Iglesia, que ella creía
cierta, ¿por qué ella, quien estaba tanto, más que nunca, en contra del capitalismo y del imperialismo, se iba a “ir a la oposición.”? A pesar de lo que
había aprendido en los movimientos radicales, ella pensó:
“Quería ser pobre, casta y obediente. Quería morir para poder vivir,
despojarme del hombre viejo para revestirme de Cristo. Amaba, en
otras palabras, y como toda mujer enamorada, quería estar unida a
mi amor. ¿No debería Foster estar celoso? Cualquier hombre que no
participara en este amor, se daría cuenta, por supuesto, de mi infidelidad, de mi adulterio. Ante los ojos de Dios, el volverse hacia las
criaturas con la exclusión de El es adulterio y así es llamado una y
otra vez en las Escrituras.”14
La monja que instruyó a Dorothy en el Catolicismo le dio el Catecismo de Baltimore como guía de estudio, así como también copias del Mensajero del Sagrado Corazón. También continuó leyendo la Imitación de
Cristo, a San Agustín y el Nuevo Testamento.
Ella siguió estudiando después de su conversión, leyendo el Espíritu
del Catolicismo de Karl Adam y libros escritos por y acerca de Santa Teresa de Ávila. Más tarde un sacerdote le enseñó a rezar el Pequeño Oficio de
la Santísima Virgen y le dio el Misal de San Andrés, en donde leyó los distintos pasajes introductorias de los Padres de la Iglesia y comenzó a vivir el
calendario de la Iglesia.
El punto de partida en la transición de Dorothy Day de convertida Católica a fundadora de un gran movimiento laico y a una vida entera de acción y contemplación comenzó en la fiesta de la Inmaculada Concepción en
1932. Estaba cubriendo el reportaje de la marcha del hambre en Washington, D.C., para el Commonweal, lamentándose cada minuto de ser una ob13
14
Day, From union Square to Rome, 10
Day, The Long Loneliness, 149.
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servadora en lugar de una participante, y recordando las protestas de sus días antes de ser católica. Llena de desespero se fue a la cripta de la Basílica
en construcción de la Inmaculada Concepción para desahogar su corazón
ante el Señor.
“Cuando me estaba arrodillando,” Dice Dorothy,”Me di cuenta de que
después de tres años de catolicismo mi único contacto con católicos activos
había sido a través de artículos que yo había escrito para alguna de las revistas católicas. Esos contactos habían sido cortos, casuales. Todavía no
conocía personalmente a ningún católico laico.” Dorothy rezaba con lagrimas en los ojos y un poco de angustia, “para que se abriera una forma en la
que yo pudiera usar los talentos que poseía para mi prójimos los trabajadores, los pobres. Y cuando regresé a Nueva York, encontré a Peter MaurinMeter el campesino francés, cuyo espíritu e ideas dominarían el resto de
mi vida”15
Peter había leído sus artículos en varias de las revistas y estaba esperando a que ella llegara a su casa en Nueva York. El estaba convencido de
que ella era la persona que podría implementar su programa de casas de
hospitalidad, de culto, cultura y cultivo, y especialmente, un periódico. El
comenzó inmediatamente con la educación católica de Dorothy, que incluía
un esbozo católico de la historia, las enseñanzas sociales de la Iglesia (él
quería hacer que las encíclicas encajaran), el personalismo, el bien común,
la liturgia y la hospitalidad. Cada día cuando regresaba a continuar sus enseñanzas, traía a cuento la idea de un periódico y seguía martilleando la
idea, como solía decir Dorothy.
En su humildad, ella afirma que Peter le enseñó todo lo que ella sabía.
Lo cual no es correcto. Aunque ella estableció que no sabía nada de la enseñanza social católica cuando conoció a Peter, las experiencias de toda su
vida, y una vida entera de lectura, fueron una preparación para la fundación
del movimiento del Trabajador Católico. A medida que escuchaba a Peter,
ella cuenta, “Por supuesto era editar un periódico laboral lo que cautivó
mi imaginación, popularizando las enseñanzas de la Iglesia en lo concerniente a la cuestión social, llevando al hombre de la calle una solución
cristiana del desempleo, una forma de construir el orden social.”16
El trabajo comenzó en Mayo de 1933 con el periódico “El Trabajador
Católico”, con una primera edición de 2.500 ejemplares. Cuando Dorothy
le pregunto a Peter de dónde iban a sacar el dinero para comenzar, él le
respondió, “En la historia de los santos, el capital se consigue por medio
15
16
Day, The Long Loneliness, 149
Dorothy Day, House of Hospitality (New Cork and London: Sheed and Ward, 1939), xvii
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de la oración- Dios envía lo que uno necesita cuando se necesita. Usted será capaz de pagar lo de la imprenta. Simplemente lea las vidas de los santos.”17
Dorothy había estado leyendo acerca de la vida de Rose Hawthorne, la
hija de Nathaniel, quien había iniciado un hospicio en Nueva York para los
pobres con cáncer. Su método de conseguir el dinero simplemente diciéndole a la gente lo que ella iba a hacer, le llamó la atención. Tal vez podría
comenzar de una forma pequeña.
Dorothy comenzó el periódico con el dinero proveniente de dos pequeños cheques que recibió por dos artículos que había escrito para revistas
católicas. Peter quería ponerle al periódico el nombre de El Católico Radical, pero Dorothy insistió en el nombre de El Trabajador Católico. Fue una
respuesta única al periódico comunista El Trabajador Diario. En los primeros tres años la circulación aumentó a 100.000 ejemplares. Esto no fue en
forma accidental. Dorothy continuamente buscaba subscripciones en masa;
muchas de las parroquias recibían 500 ejemplares, un colegio de bachillerato católico recibía 3000. Se vendían ejemplares en las calles y se colocaban
en sitios públicos.
Poco tiempo después vino la primera casa de hospitalidad, que había
sido descrita en la primera edición del Trabajador Católico. La gente necesitaba, había encontrado a los editores, y habían tomado en serio la ayuda
ofrecida a través de las obras de misericordia. Las filas de pan y sopa para
los pobres comenzaron a ser realidad. Al principio no estaban sino Peter
Maurin, el hermano de Dorothy y Dorothy misma. Muy pronto otros vinieron a ayudar en el trabajo y se abrieron otras casas.
Junto con las casas de hospitalidad, se desarrollaron otros componentes del programa del Trabajador Católico en esos años iniciales. Sacerdotes
Jesuitas y Benedictinos y profesores eminentes de Columbia venían a
hablar cuando Peter Maurin comenzó sus series de conferencias para la clarificación del pensamiento, una tradición que aún hoy en día continua en el
TC. Peter conocía a estos oradores y aquellos venían gracias a su invitación. También traían a sus estudiantes a ayudar en las casas de hospitalidad
y a que aprendieran la idea de compartir y trabajar juntos escolares y trabajadores. En 1936 fue fundada una granja de veintiocho acres y las comunidades agrícolas comenzaron a operar. Esta granja y las otras, que más tarde
siguieron, en el campo fueron un gran reto, debido a que la mayoría de las
familias o de personas solas que venían a vivir y a trabajar en las granjas
17
Day, The Long Loneliness, 173
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sabían muy poco de agricultura. Las universidades agrícolas fueron tal vez
las menos exitosas de los proyectos del Trabajador Católico, pero fueron el
alma de la economía distributista acogida por el trabajador. Hay varias
granjas del Trabajador Católico que aún existen hoy en día. En los años
treinta, El Trabajador Católico también incluía los círculos de Maternidad
que fundaron y animaban a las parroquias a ayudar a las madres y a las
familias pobres. En las primeras ediciones del periódico, como lo hizo más
tarde en su vida, Dorothy respaldaba la enseñanza de la Iglesia sobre el
control de natalidad, sobre el divorcio y volverse a casar, y sobre el aborto.
Cómo Entender el Catolicismo de Dorothy Day
Dorothy Day vivía con la pena de saber que no había vivido de acuerdo a la moral católica durante los años anteriores a su conversión. Siempre
había tenido una preocupación tremenda y gran simpatía por los pobres y
había, en alguna forma, conocido la presencia de Dios entre ellos. Había
leído las Escrituras y había buscado a Dios. En la universidad, sin embargo,
como muchas veces sucede, la fe de niñez fue dejada de lado. Su vida reflejaba decisiones que le causarían gran remordimiento después de su conversión. Ella experimento más de una relación amorosa, además de un matrimonio formal, y tuvo un aborto.
Cuando Dorothy se convirtió al catolicismo, vino a ser una católica
con todo su corazón, espíritu y mente. Su vida cambió para siempre. Dorothy fue una católica de tiempo completo. Aceptó la doctrina de la Iglesia
Católica en su totalidad:
Ahora el credo al cual me subscribo es como un grito de batalla, tallado en mi corazón- el credo de la Santa Iglesia Católica Romana.
Antes, en tiempo atrás, podía decir: “Dormiré sobre el polvo: y si
buscáis en la mañana, no me encontrareis.” (Job 7:21) Ahora puedo
decir: “Yo sé que mi Redentor vive y que en el último día me levantaré de la tierra. Y seré revestido con mi piel, y que con mi carne veré a
Dios. A quien yo mismo veré y mis ojos contemplarán, y no a otro: este mi deseo esta puesto sobre mi pecho.”(Job 19:25-27)
Tuve una conversación con John Spivak, el escritor Comunista, hace
unos pocos años, y me dijo, “¿Cómo puede usted creer en la Inmaculada
Concepción, en el nacimiento de la Virgen, en la Resurrección?” Yo solamente puedo decir que creo en la Iglesia Católica Romana y en todo lo que
ella enseña. He aceptado su autoridad con todo mi corazón. Al mismo
tiempo quiero resaltar que nos enseñan a orar por la perseverancia final.
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Nos enseñan que la fe es un regalo y algunas veces me pregunto por qué
algunos la tienen y otros no. Siento mi propia indignidad y no puedo agradecer a Dios lo suficientemente Su regalo de la fe. San Pablo nos dice que
si no correspondemos a las gracias que recibimos nos serán quitadas. Así
que yo creo también que debemos caminar con temor, “trabajar en nuestra
salvación con miedo y temblor.”
En cuanto a los otros dos dogmas a lo que los Comunistas se adhieren,
yo aún pienso que nuestro orden social debe ser cambiado, que no está bien
que la propiedad esté concentrada en manos de unos pocos. Pero ahora creo
con Santo Tomás de Aquino que cierta cantidad de propiedad privada es
necesaria para llevar una buena vida. Creo que debemos trabajar para restablecer los aspectos comunales del cristianismo como también una buena
medida de propiedad privada para todos.
Yo aún creo que la revolución es inevitable, si dejamos a la Divina
Providencia de un lado. Pero con la ayuda de Dios y recurriendo a Sus sacramentos y aceptando el liderazgo de Cristo, creo que podemos superar la
revolución con nuestra propia revolución cristiana, sin el uso de la fuerza.18Dorothy amaba a la Iglesia; era su nueva casa después de la conversión- y no estaba dispuesta a quedarse sin hogar. Es imposible entender a
Dorothy sin entender su gran amor por la Iglesia. Pero esto no implica que
ella aceptara la negligencia del pobre. Ella amaba la Iglesia tanto que se
sintió libre para criticarla como una institución. El abandono del pobre no
es una enseñaza Católica insistía:
El escándalo de ver sacerdotes como hombres de negocios, la riqueza
colectiva, la falta de sentido de responsabilidad por el pobre, por el trabajador…y aún la opresión de estos, y el consentimiento de la opresión de ellos
por nuestro orden industrial-capitalista…todo esto me hace sentir a menudo
que los sacerdotes se parecen más a Caín que a Abel. “¿Acaso soy el guardián de mi hermano?” parecen estar diciendo con respecto al orden social.19
El compromiso claro de Dorothy hacia el pobre trajo consigo acusaciones de subversión. Los trabajadores católicos a menudo vivían con gran
incomodidad debido a la pobreza voluntaria, algunas veces en casas sin calefacción central o sin agua corriente. Alguien que visitó una de las casas
insistía en que no podía ser un lugar católico; era demasiado pobre. Insistía
en que los trabajadores debían ser comunistas. Dorothy decía lo difícil que
era escuchar tales críticas de católicos que estaban “bastante conformes con
la situación presente en este mundo,” que se conformaban con darle al po18
19
Day, From Union Square to Rome, 144-45.
Day, The Long Loneliness, 150.
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bre, pero que “no se sentían llamados a trabajar por las cosas de esta vida
para los demás… Nuestra insistencia en trabajador-propietario, en el derecho a la propiedad privada, en la necesidad de desproletizar al trabajador,
todos estos puntos que habían sido enfatizados por los Papas en sus encíclicas sociales, hizo que muchos católicos pensaran que éramos comunistas
disfrazados, lobos con piel de oveja.”20
Había momentos en que Dorothy se sentía frustrada con la jerarquía o
con los mismos católicos. Hasta llegó a decir, “Yo amaba a la Iglesia por
Cristo hecho visible. No por sí misma, porque era frecuentemente un escándalo para mí. Romano Guardini decía que la Iglesia era la Cruz en la
que Cristo fue crucificado; uno no puede separar a Cristo de Su Cruz, y uno
debe vivir en un estado de permanente insatisfacción con la Iglesia.”21
Dorothy se incomodaba con las críticas al Papado, la clase de crítica
que es central a la mayoría del periodismo de hoy en día. No dudaba en criticar a la Iglesia por el abandono del pobre, o por la guerra, pero ella era
honesta y creía que uno debe ser justo, aún con los Papas. Escribiendo en
Roma en el tiempo de Concilio Vaticano Segundo, defendió a Pablo VI en
El Trabajador Católico de noviembre de 1965 contra sus difamadores, en
donde ella mencionó en su columna “En Peregrinaje” haber leído una biografía del Papa Pablo, Apóstol para Nuestros Tiempos por el Reverendo
John Clancy, en donde ella comentó:
Es un libro fascinante, el cual muestra la gran experiencia que nuestro Papa actual tiene en lidiar con los asuntos prácticos de la inmensa
diócesis de Milán, y nos dice cómo celebró misa en las fábricas y
ayudó a reconstruir las secciones de la clase-trabajadora. Pienso que
la revista Times lo trató por cierto injustamente dando la impresión
de que él era un hombre que no salía de su casa, siempre en el Departamento de Estado del Vaticano, separado de la vida del mundo real a
su alrededor por su escritorio y sus papeles de trabajo. No solo, como
se habla, se dedicó a reformar los seminarios, sino que llevó a cabo
sus estudios mientras vivía en su casa, en medio de una familia en
donde el padre y los hermanos estaban entregados al trabajo periodístico y político. Por medio de sus lecturas y de su trabajo él se mantenía en contacto con y tomaba parte en el trabajo de su época.22
Dorothy fue un gran modelo para el activista católico moderno. Cuando hablaba de reforma, ella se ponía la primera en la lista. Para ella, la cari20
21
22
Day, The Long Loneliness, 150.
Idem., 186-87
Dorothy Day, On Pilgrimage: The Sixties (New Cork: Curtis Book, 1972), 247.
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dad y la reforma comenzaban en casa. Siempre subrayó, y se sentía llamada
a, la santidad, lo cual en los Evangelios claramente tiene una aplicación
personal. Dorothy frecuentemente habló de una revolución del corazón, una
conversión interior, que lo impulsaría a uno como católico a un compromiso activo con el mundo.
Para Dorothy, los sacerdotes eran lo más importante. Ella veía a los
sacerdotes como a “los dispensadores de los Sacramentos, llevando a Cristo
a todos los hombres, haciendo posible que nos revistiéramos de Cristo y alcanzáramos más cercanamente en el mundo un sentido de paz y unidad.”
Sabía que es Cristo mismo, el sacerdote eterno de la Nueva Alianza, quien
actuando a través del ministerio de sus sacerdotes, ofrece el sacrificio Eucarístico, y sabía que la gracia del Sacramento venía no por razón del sacerdote en particular, sino quizás, a pesar del mismo.
El criticismo de Dorothy hacia los clérigos fue temperándose con el
tiempo. Refiriéndose a su comentario citado anteriormente de sacerdotes
como hombres de negocio, ella dijo, “Con todo el conocimiento que he ganado en estos veintiún años en que he sido católica, podría escribir muchas
historias de sacerdotes que fueron pobres, castos y obedientes, que dieron
sus vidas diariamente por sus prójimos, pero estoy escribiendo tal como me
sentía en el momento de mi bautismo.”23 Ella recibió en el Trabajador Católico un gran número de sacerdotes que tenían problemas con sus obispos,
por ejemplo, sacerdotes alcohólicos, quienes no tenían realmente un lugar a
donde ir. Los autores conocieron a algunos de estos sacerdotes en una vista
que hicieron a la granja de Staten Island con Dorothy Day.
Dorothy no fue una católica de cafetería (lo que tan popular es hoy en
día), donde la gente escoge lo que quiere. Si se trataba de una enseñanza de
la Iglesia, era credo para ella. Este compromiso y esta participación activa
en el catolicismo llevaron a Dorothy a la corriente principal de una gran organización juntamente con las masas, a la cual llamó el Cuerpo Místico de
Cristo. Era consciente del impacto espirital de todos los miembros del
Cuerpo Místico a través del mundo en cada uno, en la medida en que ellos
se esforzaban en vivir su fe en cualquier parte que estuvieran. Se refería
constantemente a esta pertenencia, pero también aceptaba la solidaridad
con aquellos que no eran todavía miembros formales, refiriéndose a ellos
(algunas veces citaba a San Agustín como la fuente de esta doctrine y otras
veces a Santo Tomás de Aquino), como miembros potenciales del cuerpo
de Cristo. Stanley Vishneewsky, quien vino al Trabajador en Nueva Cork a
la edad de dieciocho años, sin saber cuanto tiempo se iba a quedar, pasó to23
Day, The Long Loneliness, 150
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da su vida allí. El habla de la conmoción en el Trabajador acerca de las
charlas sobre este tema dadas por los padres Benedictinos que compartían
con ellos:
La doctrina del Cuerpo Místico de Cristo hizo nuestra fe una realidad
visible. La Iglesia no era solamente un edificio de ladrillo en la esquina de la calle. La Iglesia no era solamente el Pare Paulauskas o la
hermana Perpetua. Éramos nosotros quienes éramos la Iglesia! Era
la unión de todos los Creyentes!
La Iglesia éramos todos nosotros unidos bajo el Reinado de Cristo.
Era Cristo quien era nuestro Rey. Era Cristo, nuestro Hermano, quien
actuaba como nuestro Mediador con Dios Padre.
Si uno de nosotros sufría, entonces todos sufrían. Si uno de nosotros
estaba feliz y contento, entonces todos estaban felices y compartían, en una
forma mística, la alegría. Era muy consolador saber que yo no estaba solo y
que el Cuerpo Místico de Cristo se regocijaba y sufría conmigo. Me despertaba en medio de la noche y sabía que en ese preciso momento yo estaba
participando de los frutos del Santo Sacramento de la Misa que estaba
siendo ofrecido a través del mundo. Qué consolación era saber que mientras dormía, coros de monjas y monjes contemplativos estaban cantando el
Oficio Divino y que yo como miembro del Cuerpo Místico estaba compartiendo sus oraciones.
Comencé a darme cuenta de lo importante que eran mis acciones y mis
oraciones para la salud y el bienestar de la Iglesia. Por primera vez comprendí lo que Dorothy había dicho, esa mañana fría, cuando me dijo que
con mi falta de ir a Misa (diariamente) estaba menoscabando el trabajo.
Me di cuenta de que mis oraciones, mis sacrificios, podrían contribuir
las gracias necesarias para que algún pobre, prisionero encerrado en un
campo de concentración comunista o fascista mantuviera viva su Fe. Mis
oraciones y mis buenas obras también tenían el poder de convertir a sus
captores.24
El compromiso de Dorothy con el Cuerpo de Cristo y la profunda influencia de este entendimiento de la Iglesia, siguiendo a San Pablo, se reflejó en muchos de sus escritos. Así lo enfatizado en su artículo “Metas y
propósitos del Movimiento del Trabajador Católico.” Publicado en El Trabajador Católico en 1940:
24
Stanley Vishnewski, Wings of the Dawn (New Cork: The Catholic Worker, n.d.), 56-57.
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Conjuntamente con las obras de misericordia, alimentar, dar techo y
vestir a nuestros hermanos, al mismo tiempo debemos indoctrinar. Dando
“razón de la fe que está en nosotros.” De lo contrario seremos miembros
aislados del Cuerpo de Cristo, no seremos “todos miembros unos de los
otros.” De lo contrario nuestra religión es solamente un opio para nosotros
o una costumbre indiferente, para nuestra comodidad o para nuestra seguridad individual.
No podemos vivir solos. No podemos ir al cielo solos. De lo contrario,
como decía Peguy, Dios nos preguntara “¿Dónde están los demás?”
Si no seguimos indoctrinando, perderemos los objetivos. Y si perdemos la visión, vendremos a ser solamente filantropistas repartiendo paliativos.
Dorothy no fue una católica aislada, sentada al borde o al margen de la
corriente principal del catolicismo o parte de un grupo sectario que vive
contento con el descubrimiento de sus propias verdades pequeñas que mantienen guardadas debajo de un anaquel, como algunos teólogos han sugerido recientemente de ella (re. El Trabajador Católico de Houston, Vol.
XVII, nos. 1 y 2). Su radicalismo, su compromiso con el pobre, con un orden social justo, con la paz, estaban enraizados en su catolicismo.
En su gran artículo sobre la Santa Obediencia, comentando en el la
idea de la pregunta de la obediencia a Dios y a la Iglesia, Dorothy dijo muy
claro que su compromiso, su esperanza, su obediencia eran a Cristo Rey, a
la Iglesia y a su conciencia, y no una obediencia ciega al estado moderno.
Hablando de la gente que no ha llegado a una conversión, o a una segunda
conversión, la cual “los ata con un amor más profundo y maduro y obediencia a la Iglesia,” anotaba que se podrán rebelar contra la autoridad de la
Iglesia o discutirla, sin darse cuenta de su gran libertad. En su manera de
pensar, le parecía que muchos católicos no sabían que poseían esta tremenda libertad para hacer el bien viviendo el Evangelio. Después de observar la
obediencia inmodificable e incuestionable de mucha gente hacia el estado
moderno en forma de un patriotismo inflamable, Dorothy hacía caer en la
cuenta, con Simon Weil, que este era un fenómeno moderno muy extraño:
“Cada nuevo desarrollo de los últimos trescientos años han acercado al
hombre a un estado de cosas en el cual absolutamente nada es reconocido
en el mundo entero como poseedor de un derecho de obediencia a excepción de la autoridad del Estado, con su militarismo, centralización, burocracia y totalitarismo”. La misma gente que cuestiona la obediencia a la
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Iglesia en materia espiritual a menudo presta obediencia incuestionable a lo
que Dorothy llamó” la santa madre el Estado:”25
En contraste, Dorothy insistía en que a medida que uno profundiza en
la fe y en la oración cristiana, estas cosas se contemplan en su debida perspectiva: “Frecuentemente nos consolamos nosotros mismos con palabras
solamente, pero si oramos lo suficientemente, nos vendrá también la convicción, de que Cristo es nuestro Rey, no Stalin, Bevins o Truman. De que
El tiene todas las cosas en Sus manos, de que “todo trabaja para el bien de
quienes lo aman.”26
Ella sabía que aún para los obispos y para el clero, la tentación de ser
influenciados por el estado es muy real. En el Trabajador Católico de JulioAgosto de 1962 habló de cómo la persecución religiosa en México, donde
había habido tantos mártires, fue subyugada sin violencia y con desobediencia civil. Ella declaró con gran fe que “La Iglesia no puede ser destruida, las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ella,” pero al mismo tiempo hizo caer en la cuenta de que en ciertas circunstancias históricas
fue casi suprimida poniendo como ejemplo a Inglaterra en los tiempos de
Enrique VIII: ‘’Todos los Obispos excepto uno se pusieron del lado del Estado en ese momento.”
Dorothy llevó las verdades católicas a todo el mundo, a cada obispo y
a cada parroquia y a los colegios. Las primeras ediciones del Trabajador
Católico fueron compartidas con el Cardenal Ottaviani, Secretario de la
temida Oficina del Santo Oficio, llamada ahora la Congregación para la
Doctrina de la Fe. Dorothy Day y el Cardenal Ottaviani eran ambos pacifistas; los puntos de vista del Cardenal fueron citados en El Trabajador Católico.27
El conocimiento principal del catolicismo de Dorothy estaba apoyado
por su conocimiento de la historia y de las grandes tradiciones de la Iglesia.
Estaba completamente integrada en los carismas Benedictinos (i.e., hospitalidad, liturgia, oficio divino) y Franciscano (obras de misericordia, pobreza
voluntaria, pacifismo), lo que la pusieron en contacto no solamente con las
vidas de los Santos, sino también con las vidas de muchos de los hombres y
mujeres de estos días que trataban de vivir el Evangelio. Para esta gran activista que también era contemplativa, las visiones Benedictinas y Franciscanas fueron complementadas por su profundo enraizamiento en la espiritualidad Carmelita de Santa Teresa de Ávila y de San Juan de la Cruz. Más
25
26
27
Robert Ellsger, ed. Dorothy Day, 172.
Dorothy Day, On Pilgrimage (New York: Catholic Worker, 1948), 18.
Day,On Pilgrimage: The Sixties, 32
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tarde en su vida, Dorothy se sintió atraída a la vía de “a Poquito” de otra
Carmelita, Santa Teresita de Lisieux y escribió un libro acerca de ella. Como de costumbre, Dorothy, aportó sus propias reflexiones haciendo énfasis
en que todos debemos estudiar la vía de “a poquito”, “la cual es todo lo que
el pobre tiene a su disposición, y la única alternativa al acercamiento masivo del estado.”28
De nuevo aplicó aquí las enseñanzas de las vidas de estos santos a su
propia vida y a la de los Trabajadores Católicos, exhortando a todos a seguir sus pasos:
Debamos mirar a Santa Teresita la Florecita, para seguir su vía de a
poquito, su vía de amor. Debemos mirar a Santa Teresa de Ávila quien no
se contentó con ser como aquella gente que procedía a paso de gallina en
los asuntos de Dios, sino como aquellos que por su propia cuenta fueron
muy osados en lo que deseaban hacer por Dios. Somos en nosotros mismos
en quienes debemos pensar, y en nadie más. Esa es la forma en que los santos trabajaron. Ellos ponían la atención en lo que ellos mismos hacían y si
otros se sentían atraídos por su trabajo, pues bien, mejor y muy bueno. Pero
ellos se fijaban primero en sí mismos.29
El catolicismo era para Dorothy el centro de su existencia. Era su nervio vital. No solamente participada en la misa diaria, visitaba el Santísimo
Sacramento diariamente, rezaba la liturgia de las horas, rezaba el rosario, y
se confesaba semanalmente, sino que también -sin dualismo escolásticoveía el mundo a través del lente católico y tomaba decisiones con una perspectiva teológica católica. Si había alguien más papista que el Papa, era
Dorothy.
Sin embargo tanto Dorothy como Peter Maurin eran muy ecuménicos,
trabajando con gente de diferentes medios. Ellos traían en sus relaciones
con aquellos de otras Fe la profunda perspectiva de su propia fe, como es
de esperar en el mejor de los ecumenismos. Por ejemplo, Fritz Eichenberg,
cuyos grabados en madera aparecían tan a menudo en las páginas de El
Trabajador Católico, era Quaker. Dorothy decía que mientras los lideres
del movimiento eran católicos, no todos los participantes lo eran.
El Movimiento de Trabajador Católico
El movimiento del Trabajador Católico tiene raíces filosóficas, espirituales y teológicas que vienen de la rica tradición de la Iglesia y de algunos
28
29
Robert Ellsger, ed., Dorothy Day, 335.
Day, House of Hospitalito, 74.
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de los filósofos y teólogos avanzados de nuestros días. Fue y es un movimiento católico laico sin estatus oficial en la Iglesia y sin liderazgo formalmente definido. En 1962, respondiendo a una pregunta del Cardenal
Legar acerca de la posición del Trabajador Católico en la Iglesia, Dorothy
la describía así:
Yo respondí que éramos un grupo católico, comprometidos a escribir
y a editar un periódico que trataba de los grandes problemas de nuestros días- el papel que el Estado jugaba en la vida del hombre, la guerra y la paz, los medios y los fines. Que nosotros no teníamos capellán, que no éramos por ningún motivo una organización incluida en
la Acción Católica, que no estábamos bajo ningún obispo, y que éramos por lo tanto libres de explorar todas las posibilidades de reforma
y restauración sin comprometer a la jerarquía en posiciones peligrosas, y a tratar de construir el orden social para hacer una sociedad
mejor “donde es más fácil para el hombre ser bueno.” Para ser hombres buenos, para ser hombres santos, para ser hombres capaces para
el bien, usando los talentos que Dios les ha dado.
El Cardenal me había estado mirando con su pesado ceño, sus ojos
profundos a duras penas visibles. Pero cuando levantó su cabeza el sonrió y
dijo, “San Juan el Bautista.” Somos de aquellos que van delante y preparan
el camino.30
Gran cantidad de temas han marcado el movimiento del Trabajador
Católico a través de su historia, incluyendo el personalismo (vivido a través
de las Obras de Misericordia espirituales y corporales y de San Mateo
c.25), la clarificación del pensamiento (a través del periódico del Trabajador Católico, de discusiones de mesa redonda y acercando a escolares y a
trabajadores unos a otros), la pobreza voluntaria, el pacifismo, el respaldo
de los trabajadores, las universidades agrícolas, el retiro espiritual, la centralidad de la Eucaristía y la liturgia de la Iglesia. El Trabajador Católico
criticó tanto al capitalismo como al socialismo, apoyando en cambio la
economía del distributismo.
Peter Maurin introdujo a Dorothy en los grandes autores del personalismo, tales como Emmanuel Mounier, Nicholas Berdyaev y Jacques Maritain. Peter, un inmigrante Francés, introdujo primero estos personajes y sus
ideas en el Trabajador Católico. (Jacques Maritain requirió un traductor por
muchos años). El énfasis de Mounier en un “máximo de iniciativa, de responsabilidad y de vida espiritual” y la afirmación del valor de la persona
30
Day, On Pilgrimage: The Sixties, 92
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humana, penetraban la vida y el pensamiento de Dorothy Day y del movimiento del Trabajador Católico. Dorothy diferenciaba muy claramente entre personalismo, individualismo y colectivismo. Ella puso esto muy en claro en su columna en el Trabajador Católico de 1936:
Estamos trabajando por la revolución Comunitaria para oponer al
mismo tiempo el craso individualismo de la era capitalista, y el colectivismo de la revolución comunista. Estamos trabajando por la revolución Personalista porque creemos en la dignidad del hombre, el
templo del Espíritu Santo, tan amado de Dios que El envió a Su hijo
para que tomara sobre sí mismo nuestros pescados y para que sufriera una muerte vergonzosa e ignominiosa por nosotros. Somos Personalistas porque creemos que el hombre, una criatura de cuerpo y alma, es más grande que el Estado, del cual como individuo él es una
parte. Somos Personalistas porque nos oponemos a la investidura de
toda autoridad en las manos del estado en cambio de en las manos de
Cristo Rey. Somos Personalistas porque creemos en el libre albedrío,
y no en el determinismo económico de la filosofía comunista.
De acuerdo a Erigid Merriman, los personalistas que tanto influenciaron a Dorothy Day hablaron primeramente “de la dignidad de la persona
humana, la cual está en relación con Dios y con el mundo alrededor de ella,
y en segundo lugar de las instituciones en las cuales esa persona va a estar
comprometida e inmersa.” La visión personalista era positiva, con una antropología, “que visiona la humanidad colectiva, e individualmente, como
fue hecha en la imagen de Dios.” Esta antropología positiva, y el énfasis
en que la gracia de Dios está en todas partes, alentaron el espíritu ecuménico de Peter y Dorothy. Los personalistas llamaron a los laicos a ser levadura del bien en el mundo. Dorothy Day, junto con ellos, siempre enfatizó la
primacía de lo espiritual31
Dorothy describió como un personalista, o un trabajador católico, debía trabajar; insistiendo en que todo dependía de Dios al mismo tiempo que
uno mismo trabajaba con todas las fuerzas, y citaba a San Ignacio: “Trabajad como si todo dependiera de nosotros y orad como si todo dependiera de
Dios.”32
El movimiento del trabajador católico integró estas ideas personalistas
con el vivir práctico de las grandes tradiciones de la Iglesia y de las escrituras, poniendo énfasis en las obras de misericordia y en la hospitalidad. El
Trabajador Católico trataba de convencer a sus lectores de unirse a los edi31
32
Merriman, Searching for Christ, 53
Day, House of Hospitalito, 75
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tores en esto. La esperanza y el propósito establecido eran de que cada parroquia tuviera una casa de hospitalidad, cada casa un cuarto de Cristo. Una
charla de Peter Maurin sobre cómo un Concilio de la Iglesia del siglo quinto había requerido que todas las parroquias tuvieran casas de hospitalidad
fue presentada en la edición de Octubre de 1933 y enviada a todos los
Obispos de los Estados Unidos.
Dorothy continuó escribiendo a través de los años, tanto en el periódico como en sus libros, resaltando estas ideas:
Cuando logremos persuadir a nuestros lectores de acoger dentro de
sus hogares a quienes no tienen techo; de tener un cuarto de Cristo en
su hogar, como decía San Jerónimo, entonces seremos reconocidos
como cristianos por la forma en que nos amamos los unos a los otros.
Deberíamos tener hospicios en todas las parroquias pobres. Deberíamos tener filas para ofrecer café a todos los transeúntes; esta ayuda que damos debería estar endulzada por la mutua indulgencia y la
caridad cristiana. Pero necesitamos más hogares cristianos donde el
pobre sea albergado y cuidado…
Así que no cesaremos de urgir más responsabilidad personal por parte de aquellos lectores que pueden ayudar en esta forma. Muy a menudo nos asusta el pobre, el trabajador. No nos damos cuenta de que
lo conocemos, y a Cristo a través de él, al partir el pan.33
Dorothy y los otros “Trabajadores Católicos” tenían esperanzas adicionales para sus lectores- la transformación de sus vidas y trabajos en una
forma personalista cristiana, insinuando que algunos trabajos no eran compatibles con la Cristiandad. En Noviembre de 1946 Dorothy escribió un artículo en la revista Integrity titulado “El Trabajador Católico”, en el cual
pone en claro este hecho:
Esperamos que aquellos que estén con nosotros, como también aquellos que leen el periódico, sean llevados a examinar sus conciencias
en sus trabajos- si contribuyen a la maldad del mundo, a las guerrasy luego, a tener la valentía y la resolución de abrazar la pobreza voluntaria y dejar sus trabajos, disminuir sus estándares de vida y aumentar sus estándares de pensar y de amar.
Dorothy denunció los pecados contra el pobre y juzgó algún trabajo
específico de ser inapropiado a aún pecaminoso para los cristianos. Ella
33
Ibid., 241.
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siempre habló contra el trabaja que fábrica bombas u otros instrumentos de
guerra, pero también incluyó la publicidad:
¡Tantos pecados contra el pobre claman a lo alto cielo! Uno de los
pecados más grandes es privar al trabajador de su trabajo. Otro más,
infundir en él deseos mezquinos tan compulsivos que esté listo a vender su libertad y su honor para satisfacerlos. Todos somos culpables
de nuestra concupiscencia, pero los periódicos, la radio, la televisión
y batallones de hombres de publicidad (ay! de esa generación) que
deliberadamente estimulan nuestros deseos, la satisfacción de los
cuales muy a menudo significa el deterioro de la familia. Debemos
hacer todo lo que podamos para combatir las causas de la dispersión
de estos males sociales. Pero sobre todo la responsabilidad es personal. El mensaje que se nos ha dado viene de la Cruz.34
Dorothy criticó fuertemente, bastante sorprendente en una persona pacifista, en su temprano libro Casa de Hospitalidad, a los publicistas, incluyendo también a aquellos que hacen películas y corrompen a la juventud, en su crítica:
Algún compañero joven quiere salir y hacer una demostración. Quiere un frente Unido con los comunistas porque muchas de nuestras metas de justicia social son las mismas. Quiere acción, gritar, blandir
carteles, una pelea, en otras palabras. Quiere demandas y no suplicas. Guerra de clases de nuevo. Odia a tus enemigos. Todo lo cual es
errado.
¿Después de todo, no estamos trabajando para la dictadura del proletariado, entonces para qué trabajar con los comunistas? Nosotros no
creemos en clases adquisitivas sino en clases funcionales. Pero no
vamos a lograr ninguna reforma saliendo y matando a todos los capitalistas, aunque nosotros no creemos en el sistema capitalista. (Personalmente, más bien yo mataría a todos los publicistas, a todos los
que hacen películas que han corrompido las mentes y los deseos de la
juventud del país).35
A través de sus años en el Trabajador Católico, desde 1933 hasta unos
años antes de su muerte cuando su salud se deterioró, Dorothy viajó a través de los Estados Unidos, dando charlas para ayudar a la gente en esta
transformación y ayudando a formar nuevos grupos del Trabajador Católico y casas de hospitalidad. Más tarde cambió el nombre de su columna en
34
35
Ellsberg. ed., Dorothy Day, 111
Day, House of Hospitalito, 75.
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el Trabajador de “Día a Día” a “En Peregrinaje”, que reflejaba estos viajes. Dorothy escribió en El Trabajador Católico y en sus libros acerca de
estas casas, a medida que se desarrollaban, y dijo en Panes y Peces que
“Las casas de hospitalidad han sido desde el comienzo una de las piedras
angulares del movimiento del Trabajador Católico.” 36
El movimiento del Trabajador Católico profundizó el concepto de las
obras espirituales de misericordia (por ejemplo, instruyendo al que no sabe,
aconsejando al que duda, amonestando al que peca) incluyendo el rodaje de
un periódico, repartiendo panfletos, protestando contra la injusticia, y poniendo siempre las obras de misericordia en oposición a las obras de la
guerra. Dorothy habló del método del Trabajador Católico de “trabajar
hacia un nuevo cielo y una nueva tierra en donde la justicia habita” en términos de las obras de misericordia. Peter había hecho un bosquejo de un
programa de acción simple y comprensible para llegar a la gente y para
construir una nueva sociedad en la cáscara de la antigua. Dorothy más tarde
describió los programas e ideas de Peter, los cuales más tarde vinieron a ser
los programas y las ideas del movimiento del Trabajador Católico, puestos
en la práctica por primera vez durante la Gran Depresión cuando
11.000.000 de trabajadores quedaron sin empleo.
Peter pensaba que no era suficiente solamente llevar a los trabajadores
propaganda a través de un periódico, repartirles panfletos y volantes. Debemos cambiar éstos por la acción directa de obras de misericordia, dando
de comer al hambriento, vistiendo al desnudo, dando techo al que no lo tiene, para que uno pueda instruir al ignorante, aconsejar al que duda, y consolar al afligido. Las obras corporales y espirituales de misericordia, según
Peter, debían ir juntas, y divulgar el Trabajador Católico y distribuir literatura era para Peter hacer obras espirituales de misericordia.
Para poder llevar a cabo este trabajo, decía él, necesitábamos hospicios
como los que había en la Edad Media, y él siempre se refirió a estos hospicios como a “Casas de Hospitalidad.”37
Dorothy, quien pasó tanto tiempo de su vida respondiendo a las necesidades de Cristo en el pobre, fue criticada por muchos por organizar manifestaciones para protestar contra la injusticia y por ir a la cárcel. Muchos
simpatizaron con ella por ayudar al pobre, pero no podían entender sus protestas. (Otros criticaron su ayuda al pobre, bien despreciando al pobre por
ser perezoso o bien calificando su trabajo como “una ayuda insignificante.”) Ella cataloga todas estas experiencias en las obras de misericordia, y
36
37
Dorothy Day, Laoves and fishes (San Francisco: Harper and Row, 1963), 192.
Day, House of Hospitality,xix, xx.
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en sus comentarios pone en claro que incluso las protestas no eran para ella
una aventura en búsqueda de publicidad, sino una decisión muy difícil de
hacer:
Ir a las huelgas a protestar la discriminación de vivienda, a protestar el
reclutamiento militar, es una de las obras de misericordia, las cuales incluyen “refutar al pecador, ilustrar al ignorante, aconsejar al que duda.” Pero
debo confesar que yo siempre hice esas cosas con miedo y estremecimiento. Yo detesté el uso de la fuerza bruta…En una protesta hay siempre la
amenaza de violencia. Una protesta puede ser llamada uso de la fuerza,
obligar a otros a escuchar nuestro punto de vista por medio de avisos y de
pancartas, pero yo prefiero llamarla obra de misericordia.38
Dorothy escribió y habló muy bellamente acerca de las posibilidades
de gozo y transformación a través del amor, pero fue también muy consciente de la Cruz y del tremendo reto de brindar hospitalidad, de poner en
práctica el Sermón de la Montaña. En las casas de hospitalidad había constantemente demandas, bebés que nacían, conflictos entre los huéspedes,
amenazas de violencia. La realidad constantemente confrontaba sus sueños.
Ella cuenta la historia de una mujer alcohólica, muy difícil de tratar, a
quien uno de los trabajadores había estado tratando de ayudar durante seis
meses:
La semana pasada una mujer vino con un policía. Era una alcohólica
muy difícil a quien Irene, que estaba a cargo de la casa para mujeres,
había tratado de ayudar en los últimos seis meses. Una y otra vez
había limpiado a Ann, había tratado de que se valiera por si misma,
le había conseguido trabajo, la había perdonado setenta veces siete,
en lugar de dejarla a la calle. La última vez que se embriagó había
perdido diez dólares en la casa y nosotros los encontramos (más tarde). Tom está a cargo del dinero de la casa, y a él le dieron los diez
dólares y los usó como “dinero diario” para otros gastos, para los
frijoles, para la sopa, para otras cosas. Cuando ella regresó, sobria,
con un trabajo, y preguntó por su dinero, le dijimos que lo habíamos
encontrado, pero que lo habíamos utilizado. Nosotros vivimos de un
día para otro, de modo que no había nada en ese momento en la casa
para darle. No le dijimos que ella nos debía muchos más, por los seis
meses que estuvo con nosotros. Y ahora venía a intimidarnos con un
policía, demandando que le diéramos los diez dólares.
“Déle también su abrigo” dijo Bob.
38
Day, On Pilgrimage, 130.
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¡Cómo amar! Cómo ofrecer la otra mejilla, Cómo dar su abrigo y sus
pantalones y sus zapatos, y luego cuando se está desnudo, ser golpeado y además denigrado.39
Dorothy se responsabilizaba por la falta de conversión del pobre,
quien a menudo sufría tanto y era vituperado. Ella dijo en el tiempo de este
incidente. “No me puedo sobreponer al sentimiento de que si amáramos lo
suficientemente, si fuéremos lo suficientemente pacientes, si fuéremos lo
suficientemente santos, si rezáramos lo suficientemente, moveríamos corazones, efectuaríamos conversiones y, con otras palabras, salvaríamos a los
perdidos.”40
En algunas ocasiones las comunidades en las cuales las casas de hospitalidad estaban localizadas se resentían de la presencia de gente pobre y trataban de cerrarlas. Dorothy cuenta cómo la casa de Baltimore fue cerrada
como un estorbo público porque era interracial en un tiempo en el que era
ilegal tener juntos blancos y negros bajo el mismo techo de una posada.
Ella manifestó que “la desobediencia civil había comenzado entonces para
ellos,”41 y enfatizó que a través de todos los años nunca hubo una crítica de
la oficina de la cancillería de New York sobre la filosofía del Trabajador
Católico, incluso cuando había demostraciones raciales o por la guerra.
Desde los primeros años, ser un Trabajador Católico, no era necesariamente una vocación permanente. Muchos venían a unirse al trabajo durante unos pocos días, unas pocas semanas, unos pocos meses o unos pocos
años. El Trabajador llegó a ser como una especie de entrenamiento para vivir el Evangelio. Hablando de Jacques Travers, quien practicó la hospitalidad a pequeña escala toda su vida, Dorothy comentaba que, tal hospitalidad
sin espectacularidad no es para los muy jóvenes a quienes les gusta hacer el
gesto más grande pero no el más duradero. Sin embargo, si ellos tuvieran
una vocación verdadera para este trabajo de amor, compartiendo, muy simplemente, lo que ellos tenían hubieran perseverado a pesar del infierno y de
la marea alta, como dice el refrán. Mientras tanto es una escuela para ellos,
un ejercicio y solamente pueden aprender haciéndolo. Aún les queda por
encontrar su vocación verdadera. Aún así, como un acto de amor, es de un
valor incalculable.42
39
40
41
42
Day, On Pilgrimage, 123-24.
Ibid., 125.
Day, On Pilgrimage: The Sixties, 187.
Ibid., 212.
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Vivir en comunidad con los trabajadores católicos y con aquellos en
necesidad de hospedaje, en caridad mutua, dando a aquellos con mayor necesidad, viendo a Cristo en el pobre que era servido, fue muy alentador y
dio autenticidad a los escritos de Dorothy. Sin embargo, también existía un
reto tremendo involucrado en la vida en comunidad y ella escribió sobre esto en varias ocasiones:
La dificultad para mí no consiste en no ver las faltas de la otra persona, sino en desarrollar sus virtudes. Una comunidad de gente laica es completamente distinta de una comunidad religiosa como los Benedictinos.
Debemos imitarlos en términos de trabajo y oración. Pero debemos siempre
recordar que muchos de los que vienen a nosotros no están aquí voluntariamente sino que, muchos de ellos, están por circunstancias economicas.
Se han refugiado en nosotros. Existe la alternativa de estar en las calles,
tomando en cuenta la ciudad tal como es, o de estar con nosotros. Aún muchos de los “líderes” jóvenes que han dejado su casa y una posición para
venir a ayudarnos en el trabajo son de tipo rebelde lo que a menudo significa que tienen grandes faltas correspondientes.
Aún así, aquellos que están interesados en el movimiento no pueden
ver por qué no funciona tan fácilmente como un movimiento religioso.
Ellos esperan que nuestras casas y comunidades agrícolas sean gobernadas,
y en general toman la actitud de que yo soy la encargada de la autoridad y
soy quien debe mandar con mano de hierro, los otros están de acuerdo en
esto completamente. La verdad es que la posición de autoridad es la más
difícil.
Una de las dificultades del trabajo es encontrar a aquellos con la voluntad de asumir autoridad. Los líderes son difíciles de encontrar. Los mejores de nuestros grupos, por ejemplo los miembros de los sindicatos, son
resueltos, humildes, llenos del amor de Dios y de sus semejantes, y sus
mismas virtudes hacen que sea difícil para ellos asumir liderazgo. Frecuentemente, entonces, dejan la tarea a quienes son más desenvueltos, quienes a
menudo son más tolerantes con los defectos de otros. Dejan los puestos de
avanzada a aquellos que les gusta hablar en cambio de hacer, a aquellos
que son agresivos y belicosos y a quienes hacen al movimiento mal en
cambio de bien…
En cualquier grupo que uno visite, siempre hay algunos que están llenos de quejas. Si uno trata de cambiar su criticismo en tal forma que tengan
a la vez un cambio de actitud, entonces “no les está cuidando”. Si no se les
da la oportunidad de demostrar donde están mal las cosas; no sabemos lo
que están pensando. Es en vano tratar de asegurarles que uno sí sabe lo que
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están pensando, y qué culpa han tenido las diferentes personas. “¿Va usted
a permitir que él se salga con la suya?” es el lamento cuando tratas con cortesía, simpatía y respeto para atraer a la gente para inducir cooperación entre unos y otros.
Aún lo mejor del amor humano está lleno de interés propio. Trabajar
para aumentar nuestro amor a Dios y a nuestro prójimo (y los dos deben ir
juntos), es un trabajo de toda una vida. Nunca lo terminaremos. Amor, y
siempre más amor, es la única solución a cada problema que aparece. Si
nos amamos los unos a los otros lo suficientemente, soportaremos las faltas
y las cargas de los demás. Si amamos lo suficientemente, podremos encender ese fuego en los corazones de los demás. Y es el amor lo que incinerará
los pecados y los odios que nos entristecen. Es el amor lo que nos hará
hacer grandes cosas por lo demás. Ningún sacrificio o sufrimiento nos parecerá demasiado grande.43
La comunidad, uno de los ideales del Trabajador Católico, falla a menudo. En Panes y Peces Dorothy contrasta los sueños y los ideales de
amor con las realidades duras y desilusionantes que a veces suceden, diciendo, “algunas veces nos sentimos en verdad tristes cuando nuestras casas parecían estar llenas más de odio y de palabras duras que del amor que
estábamos buscando.”44
A través de su vida y mucho antes de su conversión, Dorothy había
leído las obras de Dostoevsky que le habían influido mucho. Si ella tenía
un autor favorito, probablemente era Dostoevsky. Uno de los pasajes que
más le habían influido porque lo citaba muy a menudo es de los Hermanos
Karamazov. William Miller volvió a contar la historia y escribió muy elocuentemente acerca de su influencia en el movimiento del trabajador Católico en su libro Un Amor Duro y Tenebroso (A Harsh and Dreadful love). El comienza, como lo hace la historia, con la mujer de alta sociedad
quien visita al Padre Zossima en el monasterio para hablarle acerca de su
falta de fe:
Está mujer estaba preocupada acerca de la inmortalidad. Es un gran
problema; nadie puede probarlo “Y yo me pregunto, ‘¿Qué tal si he estado
creyendo toda mi vida, y cuando muera encuentro que no hay nada más que
la maleza creciendo en mi tumba?’ como lo leía en un autor. ¡Es terrible!
¿Cómo puedo probarlo? ¿Cómo me convenzo a mi misma?” El Padre Zossima reponde con la repuesta radical del Trabajador, la misma respuesta
43
44
Ellsberg, ed., Dorothy Day,
Day, Loaves and Fishes,
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que Dorothy Day repetidamente ha dado como esencia de la filosofía del
Trabajador. Como respuesta a la demanda final de la mujer el monje responde: “Por medio de la experiencia práctica del amor … En cuanto más
avanza uno en el amor más seguro estamos de la realidad de Dios y de la
inmortalidad del alma.”
Y qué se entiende por “amor activo” preguntó la mujer. Ella amaba a
la humanidad. A menudo soñaba con una vida de servicio para con el desafortunado que la llenaba de bienestar... Ella podría alentar al afligido; ella
estaría lista a besar sus heridas. Pero algunas veces se preguntaba cómo reaccionaría si no fuera correspondida con gratitud por su servicio. Que pasaría si el paciente “comenzara a abusar de uno, y a ordenar con rudeza y a
quejarse de uno a las autoridades superiores (lo que frecuentemente sucede
cuando la gente está bajo gran sufrimiento)- ¿entonces qué?” Ella no podía
soportar la ingratitud. “Yo espero mi pago inmediatamente- es decir elogio,
y el pago de amor con amor. De lo contrario yo soy incapaz de amar a
cualquiera.”
El radicalismo que busca cambiar las convenciones de los valores e
instituciones formados a través del tiempo, tiene al tiempo como su aliado,
pero el radicalismo del amor ignora el tiempo, y su curso para el portador
del amor es el más difícil de seguir. Cuando la mujer dijo que ella tenía que
tener gratitud como pago del amor que daba, el Padre Zossima respondió
con las palabras que Dorothy Day ha repetido tantas veces: “El amor activo, comparado con el amor contemplativo, es duro y tenebroso. El amor
contemplativo está sediento de realizaciones inmediatas y de la atención
general. Uno está incluso dispuesto a dar su vida con tal que esto no se prolongue demasiado, que termine rápidamente y como en el teatro, bajo las
miradas y los elogios del público. El amor activo es trabajo y tiene el dominio de sí mismo; para algunos es una verdadera ciencia. Pues bien, le
anuncio que en el momento mismo en que vea, horrorizada, que, a pesar de
sus esfuerzos, no solamente no se ha acercado a su objetivo, sino que se ha
alejado de él, en ese momento habrá alcanzado su fin y verá sobre usted el
poder misterioso del Señor, que la habrá guiado con amor sin que usted se
haya dado cuenta...”45
Esta parábola de Dostoevsky fue utilizada una y otra vez por Dorothy
y muchos otros Trabajadores Católicos cuando se enfrentaban a las dificultades diarias de trabajar con el pobre y con el desesperado, con aquellos
que nunca tuvieron una historia de triunfo en sus vidas, con quienes vinieron a las casas de hospitalidad después de una vida llena de fracaso. Tan
45
William Milleer, A Harsh and Dreadful Love: Dorothy Day and The Catholic Worker Movement ( New
York: Liverigh, 1973).
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recientemente como en Mayo de 1973 Dorothy Day escribió en el Trabajador Católico “No creo que yo hubiera podido conservar un corazón amoroso todos estos años sin la lectura de Dostoevsky sobre de la pobreza, el
sufrimiento y la embriaguez.”
Dorothy también citaba a Vladimir Soloviev, el teólogo ruso del siglo
diecinueve, a quien ella llamó el sistematizador del pensamiento de Dostoevsky (especialmente su libro, El Sentido de Amor) acerca de la importancia de buscar crecimiento en el amor, “para que así la fuerza del amor
sea puesta en libertad en el mundo de hoy, para que combata la fuerza terrible del odio y la violencia que hemos desencadenado.”46
Los trabajadores católicos creían en la pobreza voluntaria. No había
sueldos en el Trabajador y todos sobrevivían mediante donaciones o a través de algún pago ocasional por los escritos de Dorothy aceptados por las
revistas. Las charlas que ella daba en las parroquias de los centros Newman cuando viajaba a través del país eran financiadas por quienes la invitaban a hablar. El Trabajador Católico no buscó del gobierno, ni más tarde de
los cofres de la comunidad o del ‘United Way’, soporte financiero. Cuando
la “guerra a la pobreza” fue presentaba por Lyndon Jonson como una solución a los problemas de la sociedad, un periodista le preguntó a Dorothy,
“¿Cómo cree usted que la Iglesia puede ayudar mejor en la guerra contra la
pobreza?” Ella respondió, “Enseñando la santa pobreza- una filosofía de la
pobreza y una filosofía del trabajador.”47
Los trabajadores practicaron esta santa pobreza. Peter Maurin había
escrito en uno de sus “Ensayos Fácil” sobre San Francisco y la santa pobreza. Dorothy Day como también Peter coincidieron en tratar de vivir en santa pobreza como el Señor mismo había hecho, con el ministerio de la presencia del Señor en el pobre. Ella trató de esto en Abril de 1964 en el Trabajador Católico: “El ministerio del pobre es este: Que ellos son Jesús, y lo
que uno hace por El. Esta es la única forma que tenemos de conocer y de
crecer en nuestro amor. El ministerio de la pobreza consiste en que al compartirla, haciéndonos pobres, dando a los demás, aumentamos nuestro conocimiento y nuestra creencia en el amor.”
Dorothy hizo un llamado a la Iglesia a la santa pobreza, estimulando y
escribiendo sobre obispos y sacerdotes que seguían al Señor en su pobreza.
En 1965 ella escribía en Roma,
46
47
Day, On Pilgrimage, 126-156.
Day, On Pilgrimage: The Sixtes, 207.
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En el camino saludé la estatua de Garibaldi, quien fue el instrumento
de Dios para relevar al Papado de esos impedimentos, los Estados
Papales, y preparar el camino al gran papel que la Iglesia tenía que
jugar en este siglo. Nunca mientras la Iglesia fue un gran poder temporal fue escuchada con tanda atención a como es escuchada hoy en
día. Uno podría decir que el trabajo de desapego comenzó entonces.
Cuando estaba pasando enfrente a esta gran estatua ecuestre, no pude dejar de pensar en las palabras del Obispo P.N. Geise, de Indonesia, quien dijo que debemos buscar pobreza, vivir pobremente, construir edificios pobres, acoger al pobre donde estamos. El Obispo de
Mwanza, en Tanzania dijo: “El mundo no está dividido entre el Este y
el Oeste sino entre los que tienen y los que no tienen.”48
Al comienzo, Dorothy Day enviaba el Trabajador Católico por todo
el país y pedía ayuda para las casas de hospitalidad. Cada año, enviaba una
o dos peticiones de ayuda a los lectores del periódico para que ayudaran financieramente en el trabajo. Dorothy no inició una fundación o acumuló
ahorros. El Trabajador sobrevivió año tras año y día tras día.
Dorothy contestaba a las preguntas sobre si la Iglesia oficial u organizaciones caritativas católica les ayudaron:
¿Recibimos mucha ayuda de organizaciones caritativas católica? Se
nos hace a menudo esta pregunta. Solo puedo decir que no es la Iglesia ni
al estado a quien acudimos cuando pedimos ayuda en nuestras peticiones.
El Cardenal Spellman no nos pidió iniciar nuestro trabajo, ni tampoco lo
hizo el alcalde de Nueva York. Simplemente sucedió. Es el vivir día a día,
sin pensar en la mañana, viendo a Cristo en todos los que vienen a nosotros, tratando literalmente de seguir el Evangelio, lo que nos ha dado resultado en este trabajo…
No le pedimos ayuda a la iglesia o al estado, sino a individuos, a aquellos que están suscritos al Trabajador Católico y que obviamente están interesados en lo que estamos haciendo, presumiblemente porque quieren y
pueden ayudar. Algún sacerdote u obispo manda ayuda año tras año. De alguna manera los dólares que llegan cubren las cuentas diarias, nos ayudan a
ponernos al día en las deudas atrasadas, y nos permiten continuar. Nunca
hay de sobra y siempre tenemos unas pocas deudas que nos mantienen preocupados, para hacernos más similares al mismo pobre que estamos tratando de ayudar.49
48
49
Ibid., 248
Day, Loaves and Fishes, 87.
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Un debate sobre las obras de misericordia y la hospitalidad en el movimiento del Trabajador sería inadecuado e incompleto sin hacer énfasis en
el evangelio de San Mateo capitulo 25, versículos 31 y siguientes. Un punto clave en la teología del Trabajador es la enseñanza bíblica de que el pobre es una revelación profunda de la presencia y de la gracia de Dios. Dorothy proclamó el capitulo 25 de San Mateo mediante su vida como un
principio del Nuevo Testamento y del Trabajador Católico y escribió meditaciones muy lindas basadas en su experiencia diaria de reconocer a Cristo
en el pobre. En su ensayo de Navidad, de Diciembre de 1945, en el Trabajador Católico, “Espacio para Cristo,” ella hace caer en la cuenta al lector
de que cada católico, cada cristiano, tiene la oportunidad de servir al Señor
en el pobre, en el prójimo:
No es excusa decir que nacimos dos mil años muy tarde para darle espacio a Cristo. Ni aquellos que vivan al final del mundo habrán nacido muy
tarde. Cristo está siempre con nosotros, siempre pidiendo más espacio en
nuestros corazones.
Pero ahora es con la voz de nuestros contemporáneos que El habla,
con los ojos de los trabajadores, de los obreros, y de los niños que El contempla; con las manos de los oficinistas, de los habitantes de barriada, de
las amas de casa de los suburbios que El da. Es con los pies de los soldados
y de los vagabundos que El camina, y con el corazón del necesitado que El
desesperadamente busca albergue. Y dar albergue o comida a cualquiera
que lo pida, o que lo necesita, es dárselo a Cristo…
Si no tuviéramos las palabras mismas de Cristo que nos dicen esto, parecía completa locura creer que si le ofrezco cama y comida y hospitalidad
a cualquier hombre o mujer o niño, estoy recreando el papel de Lázaro o de
Marta o de María, y que mi huésped es Cristo. No hay nada que nos lo indique, quizás. No tienen coronas alrededor de sus cabezas- al menos ninguno que el ojo humano pueda ver…
En la vida humana de Cristo, siempre hubo unos pocos que reemplazaron la negligencia de las multitudes. Los pastores lo hicieron; su afán de ir
a la cuna compensó por la gente que huiría de Cristo. Los Reyes Magos lo
hicieron; su viaje a través de mundo compensó por aquellos que rehusarían
incomodarse en la rutina de sus vidas para acercarse a Cristo. Aún los regalos que los Reyes Magos trajeron tienen en si una oscura recompensa y expiación por lo que más tarde seguiría en la vida de este Niño. Porque ellos
trajeron oro, el emblema de los reyes, para recompensar por la corona de
espinas que El llevaría; ellos ofrecieron incienso, el símbolo de alabanza,
para recompensar por la burla y los escopetazos; ellos le dieron mirra, para
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sanar y aliviar, y El fue herido de la cabeza a los pies y nadie limpió sus
heridas. Las mujeres al pie de la Cruz también lo hicieron, compensando a
la multitud que miraba y se burlaba.
Nosotros podemos hacerlo también, exactamente como ellos lo hicieron. No hemos nacido demasiado tarde. Nosotros lo hacemos viendo a
Cristo y sirviendo a Cristo en nuestros amigos y en los extraños, en todos lo
que entran en contacto con nosotros.
Todo eso puede ser probado, si es que hacen falta pruebas, por las doctrinas de la Iglesia. Podemos hablar del Cuerpo Místico de Cristo, acerca
del viñedo y de sus ramas, acerca de la comunión de los Santos. Pero Cristo
mismo nos lo ha demostrado, y nadie puede ir más allá de esto. Porque El
dijo que un vaso de agua dado a un mendigo le era dado a El mismo. El
hizo al cielo depender de la forma en que actuemos con El en Su disfraz de
común, débil y ordinaria humanidad.
¿Me diste de comer cuando estaba hambriento?
¿Me diste de beber cuando estaba sediento?
¿Me vestiste cuando estaba desnudo?
¿Me visitaste cuando estaba enfermo, o en prisión o en dificultad?
Y aquellos que digan, horrorizados, que ellos nunca tuvieron la oportunidad de hacer tal cosa, que ellos vivieron dos mil años más tarde, El les
dirá de nuevo lo que tuvieron oportunidad de saber durante sus vidas, que
si estas cosas hubieran sido hechas para el menor de sus hermanos hubieran
sido hechas para El.
Desde muy temprano, los Benedictinos de la Abadía de San Júan respondieron a las peticiones de ayuda del Trabajador Católico con donaciones y también compartiendo ideas, materiales y amistad. Ellos eran amigos
que compartían el compromiso a la enseñanza social Católica y al capitulo
25 de San Mateo en la idea Benedictina de que el huésped que recibe la
hospitalidad es Cristo. El Padre Virgil Michel, O.S.B. de la Abadía de San
Juán, gran líder del movimiento litúrgico en los Estados Unidos, llegó a ser
amigo de ambos de Dorothy y de Peter, como también de otros en el movimiento del Trabajador Católico. Ellos trabajaron para unificar la enseñanza social de la Iglesia, la liturgia y el profundo entendimiento del Cuerpo Místico de Cristo. La espiritualidad Benedictina tenía una conexión natural con el Trabajador Católico, en donde eran enfatizadas la hospitalidad
y la Misa. El Padre Michel tenía la inimitable habilidad de conectar la conciencia social con la naturaleza social de adoración, especialmente la liturgia de la Eucaristía. El creía que nuestra responsabilidad con nuestro pró______________________________________________________________________
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jimo, real o no, fluía del hecho de que estábamos ligados unos a los otros
en el Cuerpo de Cristo y en la Eucaristía. El movimiento litúrgico, antes del
Concilio Vaticano Segundo, regresó a las fuentes de la Iglesia inicial y a las
Escrituras para entender el centro de la liturgia como la adoración del
Cuerpo de Cristo, unida intrincadamente con la enseñanza de la Iglesia de
servicio al pobre y de justicia social por los miembros del Cuerpo de Cristo
que sufren. Los escritos del Padre Michel fueron publicados en el Trabajador Católico y Dorothy escribió en Orad Hermanos (Orate Fratres),
editado por el Padre Michel. En su libro Alas del Amanecer (Wings of
the Dawn), publicado por el Trabajador Católico, Stanley Vishnewsky enfatiza las conexiones con el movimiento del Trabajador Católico y con los
Benedictinos, sugiriendo que mucho de lo central del Trabajador estaba relacionado con la espiritualidad Benedictina.
La Misa como acto central era crucial para Dorothy y ella la consideraba como el trabajo más importante del día. A principios de 1940
cuando se dirigía a un grupo que “iban a ser Trabajadores católicos”, los amonestó diciéndoles que “la Misa es el Trabajo más importante!”. Todas sus actividades deberían ser primero ofrecidas y unidas frecuentemente con el sacrificio de Cristo en la cruz y en el altar.
Debido a que Dorothy creía que “toda vida fluía de la veneración, y
solamente así podrían todos los trabajos ser satisfactorios, independientemente de su logro externo.”50
Dorothy nunca perdió su fe en la Eucaristía, en la liturgia. El movimiento litúrgico, con su énfasis en el Cuerpo de Cristo, le trajo consigo entereza en la fe y en la veneración. Estaba en primera fila de aquellos que
querían acercar la liturgia a la gente, con su participación. Menciona su
participación en misas dialogadas en 1930. Se regocijó con el documento
sobre la liturgia que salió del Concilio Vaticano Segundo, pero se puso incómoda con algunas manifestaciones de finales de los años 1960 que socavaron la profundidad de la veneración, con el propósito de enfatizar el aspecto de la cena (lo cual ella sabía que era muy importante), pero perdiendo
algo del aspecto de sacrificio. También se incomodó con lo que ella describió como elitistas, especialmente liturgias que hacían a la gente dejar sus liturgias de parroquia, sacándolas de las masas, a quienes ella llamó los
“humildes de antaño.” Para Dorothy, la Misa era la celebración de la Encarnación, trayéndonos a todos en unión con el Dios Encarnado en todos
los aspectos materiales y espirituales de nuestras vidas. (Dorothy a menudo
citaba a Peter en lo de traernos en unión lo material y lo espiritual y en que
viviendo la Misa era la única manera de hacer esto.)
50
Merriman,Searching for Christ, 97-98
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En su comentario en “La Nueva Liturgia”, en su columna de “En Peregrinaje” en el Trabajador Católico de Mayo de 1967, Dorothy citó primero lo que llamó una gema de las Cartas de C.S Lewis (Harcourt, Brace
and World):
La ventaja de una forma de servicio fija es que sabemos lo que viene.
La oración pública extemporal tiene esta dificultad: no sabemos si podemos
unirnos a la oración hasta después de que la hemos escuchado- puede ser
falsa o herética. Estamos por lo tanto llamados a mantener una actividad
crítica y devocional al mismo tiempo, dos cosas que no son compatibles.
En la forma de oración fija debemos haber resuelto estas cosas de antemano en nuestra oración privada; la forma regulada realmente libera nuestra
devoción. También me he dado cuenta de que entre más regulada es más
fácil resulta controlar nuestros pensamientos para no distraernos. También
evita que nos concentremos completamente en la preocupación del momento, como la guerra, o las elecciones, o lo que sea. Podemos vislumbrar la
forma permanente del Cristianismo. No entiendo cómo el método extemporal puede evitar ser provinciano y pienso que tiene la gran tendencia a dirigir la atención al celebrante y no a Dios.
Dorothy continúa en su columna con sus propias reflexiones sobre la
Nueva Liturgia, reconociendo que algo de superficialidad se estaba colando
en la implementación de las reformas litúrgicas:
Lo que me lleva a reflexionar sobre las nuevas misas, las misas intimas, las misas familiares, las misas de cantos folclóricos, etc. Por íntimas
quiero decir, aquellas en las que todos se reúnen cercanamente alrededor
del altar, tan cercanamente al sacerdote como es posible. Aún los jóvenes
tienen problema estando de pie, cambiando el peso de una pierna a la otra,
las chicas con tacones altos (“Si hubiera sabido que iba a ser así, hubiera
traído los zapatos tenis,” dijo una de ellas), los más viejos y reumáticos con
dolores cada vez más fuertes. Por íntimo también quiero decir aquellas celebradas en apartamentos pequeños para un grupo pequeño. Entiendo que
se ha dado permiso para esto en Harlem desde hace algún tiempo, y sacerdotes están celebrando la misa en las casas de los más pobres, en sus parroquias, durante la semana- trayendo a Cristo literalmente a la gente. Esto es
maravilloso.
Pero existe también el intento por parte de algunos sacerdotes jóvenes
para llegar a la gente joven, de hacer la misa atractiva a los jóvenes (los de
clase media, burgueses, educados) donde se supone que lo novedoso debe
atraer la atención pero lo cual, hasta donde puedo saber, ha llevado a sepa______________________________________________________________________
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rar a estos mismos jóvenes completamente de la “gente de Dios”, “de las
masas” y a no asistir a la Iglesia de la parroquia. Hay aquí indicio de desdén por la gente y por la fe de los inarticulados de la tierra, “los humildes
de antaño” como han sido llamados.
Me gustan las misas con guitarras, y las misas donde se tocan la grabadora y la flauta, y a veces las gloriosas y triunfantes trompetas. Pero no
me gustan todos los días, como tampoco quisiera misas gregorianas o de
réquiem todos los días. Son únicamente de ocasión. Son misas llenas de
gozo y de alegría y se suponen que deben atraer a la gente joven. Pero el
comienzo de la fe es algo distinto. El “temor del Señor es el comienzo de
la sabiduría.” Temor en el sentido de temor reverente.
El movimiento litúrgico de los años 1930, 1940 y 1950 que Dorothy y
Peter fomentaron y en los cuales ellos participaron, hizo énfasis en la conexión inseparable entre veneración y vida. El Padre Virgil Michel había
insistido fuertemente en la responsabilidad de aquellos que comían y bebían de la Mesa del Señor de responder a los mandatos del Evangelio y a los
ejemplos del Señor con el pobre y con la enseñanza social católica. Tantos
los Trabajadores Católicos como los primeros liturgistas entendieron que la
asociación en el Cuerpo Místico de Cristo y la participación en la liturgia
traía consigo una responsabilidad social, la necesidad de dar de uno mismo
con la generosidad abierta de Cristo para ayudar a transformar el mundo en
Dios. Dorothy hubiera podido haber escrito la sección en Gaudium et
spes del Vaticano II que pone de relieve que “La contraposición artificial
entre la actividad profesional y social, por un lado, y la vida religiosa por el
otro,” es uno de “los errores más serios de nuestra época.”(GS 43)
Era natural que el Trabajador Católico y los primeros liturgistas tuvieran un mismo punto de vista sobre la alternativa económica del distributismo. Dorothy Day escribió largamente en 1948 acerca del distributismo, de
las ideas económicas que el Trabajador había tomado desde el principio.
Ella insistió de nuevo, como lo había hecho en los años iniciales del movimiento, que el capitalismo y el socialismo no son las únicas alternativas
económicas. El movimiento distributista incluía gente como G.K. Chesterton, Hilaire Belloc, el Padre Vincent McNabb, O.P., el Padre Virgil Michel,
O.S.B. y los liturgistas que escribieron en las primeras ediciones de Orate
Fratres (que se convirtieron en la revista Worship). Estas ideas fueron respaldadas fuertemente en las encíclicas papales. Citando a Joseph T. Nolan
en Orate Fratres, Dorothy hizo énfasis en que estas ideas eran centrales a
las enseñanzas sociales de la Iglesia:
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Por mucho tiempo se ha dicho que el distributismo es algo medieval y
miope, como si cuatro Papas modernos hubieran en alguna forma dicho
tonterías cuando dijeron: la ley debe favorecer la propiedad diseminadamente (Leon XIII): los salarios deben darle al hombre la posibilidad de
comprar tierra (Leon XIII y Pio XI); la familia es más perfecta cuando está
enraizada en su propio terreno (Pio XII) y el labrador de la tierra aún representa el orden natural de las cosas creadas por Dios (Pio XII).51
El distributismo llama a una distribución justa de la riqueza, a una participación en la propiedad privada y a un salario vital tal que los trabajadores sean capaces de comprar una casa. Los defensores del distributismo
creen en la propiedad privada- pero propiedad privada para todos, no solamente para unos pocos. Hubo un factor agrario fuerte en el distributismo en
el comienzo del Trabajador Católico, pero como Dorothy Day dijo, “Distributismo no implica que todos debemos ser agricultores,” pero incluye el
derecho a la propiedad privada, a “un hogar, a un poco de tierra, y a las
herramientas con que trabajar, propiedad parcial en los talleres y almacenes
y en las fábricas.” Era irónico que Dorothy, tan a menudo acusada de ser
socialista, fuera tan papista en su énfasis de la propiedad privada.
El Padre John Hugo escribió sobre la teoría económica de Dorothy y
su compromiso en construir un orden social justo en el periódico El Católico de Pittsburg después de la muerte de Dorothy en 1980:
Los dos sistemas económicos, el capitalismo y el socialismo, forcejean
por el dominio del mundo, y la gente generalmente tiende a ver la solución
de nuestros problemas socio-económico en uno u otro de estos dos sistemas. En el occidente nos oponemos al socialismo y al comunismo, a los
que vemos como una amenaza a nuestra forma de vida. Para estar seguro,
también reconocemos ciertos defectos en la sociedad capitalista. Estos defectos tratamos de curarlos con una serie infinita de soluciones triviales.
Muy pocos en el occidente, aún entre aquellos que invocan los principios
sociales cristianos, han realizado una crítica a fondo del capitalismo o han
admitido que sus críticas tengan errores.
Cuando Dorothy Day se convirtió al catolicismo ella se retiró de la solución socialista, pero nunca aceptó completamente el sistema capitalista.
Ella se mantuvo entre los dos, reconociendo una tercera posibilidad: una
sociedad en la cual el sistema económico es descentralizado, permitiendo
unidades más pequeñas de agricultura y de empresas, e impulsando las iniciativas independientes de los individuos. Descentralizando la economía, la
51
Day, On Pilgrimage, 105.
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gente ordinaria puede escapar de una servitud casi cierta (con muchas comodidades por supuesto) dependiente de los patronos, bien sean socialistas
o capitalistas, y pueden llegar a ser responsables de sus propios destinos.
Dorothy Day no fue una ideóloga, trasladó sus ideas a la práctica promoviendo una tendencia hacia granjas pequeñas y pequeñas empresas, para
fortalecer la dignidad e independencia de la gente pequeña. Aquí yace la
razón para las comunidades agrícolas establecidas por el Trabajador Católico. Estas, a su turno, prepararían a los individuos para vivir en las granjas
familiares. Y, por lo tanto, la descentralización promovería negocios pequeños como fábricas pequeñas. Es una tendencia pero no una ideología.
Dorothy mantuvo una lucha constante contra todas las injusticias y los
abusos de la sociedad capitalista en la que ella vivía. Ayudó a la gente pequeña en empresas legítimas. No debemos olvidar que todo el propósito de
la acción social católica es proveer a cada uno con los medios esenciales
para tener una vida humana digna. Esta fue también la meta de Dorothy.
Dorothy puso énfasis en que “Distributismo no significa que abandonemos la maquinaria. La máquina, solía decir Peter Maurin, debe ser la extensión de la mano del hombre. Si pudiéramos prescindir de la producción
en masa, de la esclavitud de la máquina, y de la máquinas inútiles, peligrosas y destructivas, estaríamos haciéndolo bien.”
El criticismo de Dorothy a la situación social, en 1948, donde había
tantos pobres que no tenían propiedad ni participación en los medios de
producción, se aplica también hoy día en el mercado mundial en el que los
trabajadores reciben una miseria en las líneas de ensamblaje mientras que
los Directores y los accionistas cosechan enormes ganancias. E.F. Schumacher abrazó estas ideas en 1970 en su libro tan popular, “Lo pequeño es
hermoso” (Small is Beautiful); sus escritos también aparecieron en el
Trabajador Católico. La sabiduría de tal economía se pone en claro a medida que los críticos sociales de hoy en día narran las historias horrendas de
destrucción ambiental, a través de métodos agrícolas intensivos y de la crisis de escasez de alimento en muchos países en donde, las políticas económicas fuerzan a esos países a una agricultura para la exportación en lugar
de para el consumo de su propia gente. Las palabras de Dorothy son tan relevantes hoy en día como lo fueron en 1930 y 1940: “No buscamos la utopía aquí en la tierra. Pero Dios quiso que las cosas fueran mucho más fáciles de lo que las hemos hecho.”52
52
Ibid. 102.
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Desde su primera edición, El Trabajador Católico publicó historias
acerca de hechos laborales, incluyendo la explotación de hombres, mujeres
y niños, despidos de trabajadores, huelgas y organización laboral. De
hecho, Peter Maurin se desconcertaba de los tópicos que Dorothy seleccionaba, debido a que él había pensado que el periódico que él había inspirado
llevaría solamente sus propias ideas. Peter removió su nombre de la lista de
editores del periódico y anunció que él firmaría sus escritos de forma que
fuera claro quién era el autor. “Periódico que pertenece a todos no es de
nadie.” Decía él.
El respaldo y la simpatía de Dorothy hacia lo laboral fue muy fuerte en
El Trabajador católico a través de la década de 1930 y fue complementado en línea con las protestas de los trabajadores. Peter Maurin no estaba
muy seguro de estas actividades, diciendo en su estilo eficaz usual, “las
huelgas no me afectan.” Sin embargo, cuando más tarde las huelgas de sentadas de resistencia comenzaron, dio su respaldo total a esta idea pacifista.
El respaldo de Dorothy continuó en las décadas 1960 y 1970 con los trabajadores Agrícolas Unidos cuando Dorothy fue arrestada con César Chávez.
En Casa de hospitalidad Dorothy responde a las críticas por el respaldo
del Trabajador Católico a lo laboral y explica aún más las bases para este
respaldo:
Una y otra vez hemos ayudado a los trabajadores en huelga sin poner
atención a las habladurías de si la huelga es justa o injusta. Hemos
hecho esto por dos razones: primero, no es nunca errado poner en
práctica las Obras de Misericordia; segundo, porque en tiempos de
guerra industrial es fácil estar en contacto con los trabajadores por
medio de reuniones y de distribución de libros. Es un momento en que
los trabajadores están pensando y sufriendo; están pensando por las
dificultades y haciendo sacrificios, están en un estado mental receptivo53
El respaldo editorial a la reforma laboral infantil de 1935 le costó al
Trabajador Católico muchos subscriptores. La mayoría de los católicos se
oponían a ella, por miedo a la interfencia del gobierno en la educación de la
juventud. Pero Dorothy, nunca con miedo a las críticas, dijo que “a pesar
de la oposición constante (la cual, como siempre lo hemos indicado, es
muy buena para la clarificación del pensamiento), nuestra circulación aumento en 100.000 ejemplares al comienzo del tercer año.” Está claro que
aunque Dorothy a menudo tomó posiciones controvertidas en el periódico,
esto lo hizo únicamente con precaución y reflexión.
53
Day, House of Hospitality, 260.
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Esto se reflejaba también en lo que El Trabajador Católico dejó de
publicar: “En los últimos seis años hemos tenido muchas entrevistas con
industriales católicos y muchas no fueron muy alentadoras. No queriendo
incrementar las actitudes de guerra de clases, no publicamos muchas de
ellas.”54
El respaldo de las actividades laborales, como todas las actitudes de
Dorothy, venía de su compromiso cristiano. Ella colocó la situación de los
trabajadores en el centro de su vivencia del personalismo cristiano, siempre
en el contexto de la enseñanza social católica. En julio de 1936 El Trabajador Católico publicó un editorial explicando “Nuestras posición en las
huelgas,” del cual es el siguiente extracto:
Seamos honestos, digamos que fundamentalmente, la posesión que estamos tomando no es en base a salarios, horas y condiciones de trabajo, sino en la verdad fundamental de que los hombres deben ser tratados no como cosas o enseres, sino como seres humanos, como “templos del Espíritu
Santo.” Cristo tomó nuestra naturaleza humana, cuando El se hizo hombre,
El dignificó y ennobleció la naturaleza humana. El dijo, “El Reino de los
Cielos está dentro de cada uno.” Cuando los hombres van a la huelga, ellos
están siguiendo un impulso, a menudo ciego, a menudo no informado, pero
un impulso bueno- uno quizá podría decir- una inspiración del Espíritu
Santo. Ellos están tratando de mantener su derecho a ser tratados no como
esclavos, sino como hombres. Ellos están peleando por una participación
en la dirección, por el derecho a ser considerados socios en la empresa en
la cual están comprometidos. Ellos están peleando contra la idea del trabajo
como un artículo de consumo, para ser comprado y vendido.
Seamos honestos y confesemos que es el orden social al que queremos
cambiar... Los trabajadores no van a estar nunca satisfechos, no importa
cuánto dinero les sea pagado, no importa cuántas sean sus horas de trabajo.
Y es para reconstruir el orden social para lo que nos estamos uniendo a los
trabajadores, bien sea en las fábricas, en los muelles o en el mar.
Los Papas lo han dicho muy acertadamente. “Ningún hombre puede
ultrajar impunemente la dignidad humana que Dios mismo trata con tanta
reverencia.”
Aunque Dorothy y el Trabajador Católico fueron muchas veces acusados de hacer un trabajo irrelevante, este compromiso de cambiar el orden
54
Ibid., 261-62.
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social estuvo siempre acompañado de obras de misericordia. Dorothy misma, en 1948 habló del movimiento del Trabajador Católico como uno de
los muchos movimientos católicos laicos en un tiempo de mucho fermento
y crecimiento de la Acción Católica entre los laicos. Ella menciona el movimiento de la Casa de la Amistad, de los Jóvenes Estudiantes Cristianos,
de la Asociación de Sindicatos de Comercio Católicos y de otros, sin embargo, citando al Cardenal Suhar, quien dijo,”uno tiene que tomar una posición en nuestra civilización contemporánea, de juzgar, de condenar o de
corregir. Uno debe hacer una evaluación objetiva de nuestra civilización
urbana, hoy en día, con sus concentraciones gigantescas y su continua forma de entretenimiento…hacer una síntesis gigantesca del mundo por venir… Ser la levadura para que la masa fermente. Pero hay que hacer un pan
real, no un pan artificial.”
Dorothy se refiere al comentario del Cardenal cabalmente diciendo;
Por esto es por lo que nos rebelamos contra todo lo que se dice de santificar nuestros alrededores. En primer lugar no es pan. No se justifica trabajar por esto. Debemos pensar en estas estructuras, incluso si no podemos
dar sino el primer pasó para salir de nuestro cenagal. Podemos quedar atrapados en la faena, pero tenemos que intentarlo para nuestros hijos.55
Dorothy habló del “sistema podrido, sucio” que hace la vida tan difícil
para muchos. Recientemente, un Trabajador Católico en California en su
comentario de ‘Entertaining Angels’, la nueva película acerca de Dorothy
Day, la criticaba por su “falta en capturar lo que Dorothy llamó ‘el sistema
podrido y sucio. ’’’ El pensaba que le faltaba la visión perspectiva de ambos, de Dorothy y de Peter, en lo que la economía y la maquinaria de guerra hacen a la gente.
En sus años en los movimientos socialistas Dorothy había conocido la
necesidad de transformar un mundo injusto. Fue Peter quien le trajo la profundidad de la visión católica de crear un orden social justo, con el énfasis
de crear una sociedad nueva de la cáscara de la antigua. Desafortunadamente, Peter da la imagen de un holgazán de clase baja, cuando en realidad
él era un intelectual y uno de los hombres más leído de su época. Su compromiso con la santa pobreza lo hacía vestir en forma andrajosa, lo que oscurecía su grandeza. El intentó reunir los profundos conceptos que eran fruto de sus estudios extensivos y expresarlos en forma de versos libres a los
que el hermano de Dorothy, John, llamó Ensayos Fáciles. Los pensamientos permanecían profundos, pero en forma receptiva. Dorothy colaboró
55
Day, On Pilgrimage, 82.
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muy de cerca con Peter con anterioridad a su enfermedad y a su muerte en
1949. Ella le citaba frecuentemente durante los años de trabajo juntos, pero
también más tarde en su trabajo y en sus escritos en el Trabajador Católico,
refiriéndose a la visión que él ofreció. Esta visión, argüía ella, distinguía al
Trabajador Católico de otros movimientos laicos y particularmente por su
pacifismo y distributismo:
La visión de Peter de la Ciudad de Dios incluía pacifismo y distributismo. Y eso es lo que nos distingue de muchos otros apóstoles laicos hoy
en día. Es el talento que Cristo nos ha dado y no podemos enterrarlo.56
El Pacifismo y la No Violencia
Tanto Dorothy Como Peter insistieron que para el trabajador católico,
pacifismo y distributismo iban juntos. El compromiso de Dorothy Day y el
movimiento del Trabajador Católico con el pacifismo es más conocido que
su compromiso con el distributismo.
“En el Pacifismo católico Americano: La influencia de Dorothy
Day y el Movimiento del Trabajador Católico”, Charles Chatfield dice
que, “Dorothy Day fue el catalizador para el surgimiento, la organización,
y el eventual reconocimiento del pacifismo católico en los Estados Unidos.”57 Uno de los grandes regalos de Dorothy a la Iglesia Católica y a los
Estados Unidos fue su habilidad de combinar fuentes bíblicas, teológicas y
tradicionales católicas para establecer el pacifismo como una postura para
los católicos y para los Americanos. Esta disponibilidad de fuentes realizadas por Dorothy y Peter Maurin, junto con los sacerdotes-teólogos que los
asistieron, hicieron disponibles las enseñanzas de los Padres de la Iglesia,
de la teología y de la filosofía de los periodos medieval y del renacimiento,
y las historias de los santos que ponían de manifiesto la cuestión del servicio militar y el rechazo del cristiano a participar en la violencia.
Debido a que Dorothy sabía que mucha gente veía el pacifismo como
pasividad, como falta de involucramiento y aún como apaciguamiento, ella
distinguió en el Trabajador Católico entre falso y verdadero pacifismo e
insistió en que el verdadero pacifismo debía usar armas tradicionales del
espíritu como la oración, el ayuno, y la recepción de los sacramentos para
resistir el mal. Ella llegó a decir en un artículo de Enero de 1941 en el Tra56
Ibid., 82.
Charles Chatfield, “The Catholic Worker in the United Status Peace Tradition,” in American Catholic
Pacifism: The influence of Dorothy Day and the Catholic Worker Movement, Klejment and Roberts, eds.,
1.
57
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bajador Católico, “Si no vamos a usar nuestra armas espirituales, entonces
más nos vale que nos armemos y nos preparemos.”
La no-violencia fue una de las marcas características del movimiento
del Trabajador católico. El amor a los enemigos del que habla el Evangelio
fue aplicado por Dorothy y por Peter Maurin, en una época en que no era
popular hacerlo, a la guerra. Durante los tiempos de guerra, Dorothy habló
con valentía y con profunda fe del martirologio de amar sin violencia, de
ser capaz de verter cada gota de su propia sangre y no derramar la sangre
de nuestros hermanos. Durante la Guerra Civil Española ella escribió en un
editorial de 1936, “La Iglesia Católica puede ser destruida en España o en
México. Pero no creemos que la fuerza de las armas pueda salvarla. Nosotros creemos que si Nuestro Señor viviera, hoy día, diría como le dijo a San
Pedro, “Guarda tu espada.” El Trabajador Católico y especialmente Dorothy recibieron muchas críticas, y muy fuertes, por su posición neutral en
la Guerra Civil Española, aunque recibió el apoyo de otros. En su biografía
de Dorothy, William Miller cuenta que el Padre Virgil Michel escribió a
Dorothy unas semanas antes de su muerte para decirle que muy pocas cosas
le habían dado “más consuelo que su excelente artículo, ‘En el Uso de la
Fuerza’… Siga con su buen trabajo, no importa lo que las lenguas difamadoras puedan decir. Eso fue lo que Cristo mismo hizo.” Jacques Maritain
también respaldó su posición en la guerra.58
La Segunda Guerra Mundial fue un tiempo muy difícil para el movimiento del Trabajador Católico, porque Dorothy se mantuvo en su posición
pacifista, escribiendo en el Trabajador Católico y publicando los escritos
de sacerdotes como el Padre John Hugo y el Padre Barry O’Toole, quienes
escribieron acerca de la inmoralidad del reclutamiento. Ella recibió muchas
críticas por su posición durante la Segunda Guerra Mundial e incluso fue
investigada por el FBI. Según Klejment y Roberts, J. Edgar Hoover mismo
gastó considerable cantidad de tiempo “vigilando las actividades pacifistas
de Dorothy Day y de su movimiento.” Parece increíble ahora que antes de
Pearl Harbor, “El Director Hoover mismo recomendó ‘custodia de detención en el evento de una emergencia nacional’’’ aunque la orden después
fue cambiada por la de restricción de actividades.59
La mayoría de las casas de hospitalidad, por todo el país, fueron cerradas cuando los hombres, aunque eran Trabajadores Católicos, se fueron a la
guerra. Dorothy insistió en que todas las casas del Trabajador Católico distribuyeran el periódico ‘New York’ durante la guerra, aunque desaprobaran
58
59
William Millar, Dorothy Day: A Biography (San Francisco: Harper and Row, 1982), 315-16.
Klejment and Roberts. Eds., American Catholic Pacifism, 26.
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su posición pacifista. Esto causó gran dolor entre los Trabajadores del movimiento y diezmó sus filas.
A pesar de la crítica, Dorothy continuó publicando la razón de su fe en
su pacifismo. En realidad, ella aumentó las páginas dedicadas basar su posición, especialmente después de que el Padre Hugo le escribiera, “No hay
duda de que el pacifismo es claro para usted, pero no ha tratado de solucionarlo doctrinalmente. Si usted no supiera teología, probablemente sería
muy sencillo llegar a una solución. Pero aún así, la decisión debe estar basada en doctrina. El pacifismo debe proceder de la verdad, o no puede existir de ninguna manera. Y lógicamente, este ataque al reclutamiento es la
forma más extrema de pacifismo.”60
En Enero de 1942 ella publicó un editorial, “Nuestro país pasa de guerra no declarada a guerra abierta; nosotros continuamos con nuestra posición pacifista,” en el que ella escribió:
Aún somos pacifistas. Nuestro manifiesto es el Sermón de la Montaña,
lo que significa que trataremos de hacer la paz. Hablando por muchos de
los nuestros que objetan conscientemente, no participaremos en guerra armada o fabricando munición, o comprando bonos del gobierno para continuar la guerra, o urgiendo a otros en esos esfuerzos.
Pero tampoco vamos a extremar nuestro criticismo. Amamos a nuestro
país y amamos a nuestro Presidente…
Dorothy Day, aunque era pacifista, también publicó argumentos sobre
teología de la guerra justa en el Trabajador Católico, antes y durante la
Segunda Guerra mundial, suscitando inquietudes acerca de la moralidad de
la guerra, especialmente en lo que concierne a la destrucción por bombas.
En lugar de abandonar la teoría de la guerra justa en todo pensamiento moderno, Dorothy usó esta teoría para condenar toda guerra moderna.
El periódico de Febrero también traía su comentario: “Amor no es el
desplazamiento de pueblos enteros. Amor no es el bombardeo abierto de
las ciudades. Amor no es la matanza, es el entregar la propia vida por sus
amigos.” Sin embargo, cuando la Iglesia le pidió modificar una columna
del periódico en la que hacía peticiones especificas a los jóvenes sobre la
guerra, ella asintió, reflexionando:
60
Patricia McNeal, “Catholic Peace Organizations and World War II,” in American Catholic Pacifism.,
40.
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Una vez fuimos muy lejos al publicar un aviso en el Trabajador Católico pidiendo a los hombres que no se registraran para el reclutamiento.
Evidentemente, esto ha sido considerado muy extremo, porque fui llamada
a la curia y se me dijo, “Dorothy, debe corregir su posición.” No estaba
muy segura de lo que eso significaba, pero accedí, porque uno no debe decirle a otro qué hacer en tales circunstancias. Tenemos que seguir nuestras
propias conciencias, lo que me llevó más tarde a la cárcel; pero nuestro trabajo en publicar el periódico fue un intento de despertar la conciencia de
otros, no de aconsejar una acción para la cual ellos no estaban preparados.61
Cuando un periódico católico respondió a la posición pacifista del
Trabajador Católico sobre la Segunda Guerra Mundial diciendo que simpatizaba con su sentimentalismo, Dorothy respondió fuertemente, una vez
más, en la edición de Febrero de 1942:
Pero deje que aquellos que hablan de sentimentalismo, de blandura,
vengan a vivir con nosotros en estas casas frías, sin calefacción de los barrios pobres. Deje que vengan a vivir con el criminal, con el desequilibrado,
con el embriagado, con el degradado, con el pervertido. (No fue el pobre
decente, no fue el pecador decente quien fue el recipiente del amor de Cristo.) Deje que vivan con ratas, con gusanos, con chinches, con cucarachas,
con piojos (podría describir las diferentes clases de piojos del cuerpo).
Deje que sus carnes sean mortificadas por el frío, por la mugre, por las
sabandijas, que sus ojos sean mortificados por la visión de excreciones del
cuerpo, de miembros, ojos, narices y bocas con enfermedades.
Deje que sus narices sean mortificadas por los olores de alcantarillado,
de podredumbre, de carne podrida. Si, y del olor de sudor, de sangre y de
lágrimas de los que habla tan alegremente el Señor Churchill, y citados tan
amplia y valerosamente por la gente cómoda.
Deje que sus paladares sean mortificados por el constante comer de
comida que es insuficiente, cocinada en grandes cantidades para cientos de
personas, los alimentos más burdos, para que alcancen para todos; y el olor
de tal comida es a menudo horrible.
Y entonces, cuando ellos hayan vivido con estos camaradas, con estas
visiones y sonidos, deje que nuestros críticos hablen de sentimentalismo.
Como a menudo hemos citado al Padre Zossima de Dostoevesky, “El amor
práctico es algo duro y terrible comparada con el amor contemplativo.”
61
Day, Loaves and Fishes, 60.
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Muchos años después de la guerra, una vez le preguntaron a Dorothy
cómo justificaba su pacifismo en vista de la matanza de los judíos. Ella
contestó que el ganar la guerra no había salvado a muchos judíos. Aquellos
que leyeron el Trabajador Católico en los últimos años de la década de
1930 y en los primeros de la de 1940 sabían que el periódico había publicado editoriales y había hecho campañas concernientes a los judíos antes de
la guerra, cuando este tema aún no era popular. Deberían haber sabido que
Dorothy escribió acerca del antisemitismo y en defensa de los judíos desde
mucho tiempo atrás. “Peter” escribió ella en el Trabajador, “cree que deberíamos tener más judíos de los que tenemos en este o en cualquier otro país.
El los llama un baluarte contra el nacionalismo…
Los cristianos son seguidores de Cristo. Debido a esto, dice Peter que
“cada vez que un Cristiano ve a un Judío debe recordarle a Cristo y debe
amarle por ser parte de la misma raza de la que era Cristo.” Los lectores
deberían saber que Dorothy, con amigos conocidos entre quienes había escritores, filósofos, artistas y una “lista larga de sacerdotes y monjas,”formaron el ‘’Comité de católicos para luchar contra el antisemitismo.”
Ellos continuaron con los editoriales en varias ediciones de 1943 urgiendo
realizar un intento de negociar la paz para salvar a aquellos judíos que aún
estaban vivos en los campos de concentración.62 Seguramente que Dorothy
era consciente del rechazo por parte del Presidente Roosevelt de un barco
de refugiados lleno de gente Judía, huyendo de los campos de muerte de los
Nazis. El barco regresó a Europa. La razón dada fue la del miedo a saturar
el mercado laboral.
Durante los años de 1950, Dorothy y otros Trabajadores Católicos se
unieron en desobediencia civil contra los ejercicios nucleares de defensa
civil obligatorios y fueron encarcelados. Al igual que en sus anteriores experiencias en la cárcel, Dorothy utilizó el tiempo y las circunstancias difíciles para orar. Millar nos dice que: “Los Salmos eran su fuente espiritual.
Cuando fue encarcelada en los últimos años de 1950 por rehusar ir a un refugio durante una amenaza de incursión aérea, ella comentó en sus notas
cómo sus compañeros de celda deseaban un ‘paliativo’. Su ‘paliativo’ de la
mañana era la lectura de los Salmos.”63
Durante el Concilio Vaticano Segundo el Trabajador Católico preparó una edición especial sobre la paz y los problemas morales de la guerra
moderna y la mandó por correo aéreo a los obispos reunidos en Roma. En
esa edición Day escribió:
62
63
Millar, Dorothy Day, 317, 319, 364-65.
Ibid., 317
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Uno de nuestros pacifistas me pidió que escribiera un manifiesto pacifista claro, teórico y lógico, y él añadía que hasta ahora en los treinta y dos
años del Trabajador Católico, no se había escrito ninguno.
No puedo escribir otra cosa que esta: a menos que utilicemos las armas
del espíritu, que nos neguemos a nosotros mismos y tomemos nuestra cruz
y sigamos a Cristo, muriendo con El y resucitando con El, los hombres seguirán peleando, y a menudo por los motivos más altos, creyendo que están
peleando guerras defensivas por la justicia y en defensa propia contra agresiones presentes o futuras.64
Dorothy misma fue con un grupo a Roma a tratar de influir a los Padres Conciliares para que incluyeran la no-violencia como un elemento
esencial en la práctica del Evangelio. Ella se reunió con mucha gente incluyendo obispos, y ayunó con otras mujeres. Aunque el concilio no llenó todas las esperanzas de los pacifistas, la guerra nuclear moderna dentro del
contexto de la teoría de guerra justa fue declarada inmoral. La frase en el
capitulo V de la Gaudium et spes confirmó los argumentos que habían sido publicados en el Trabajador Católico a través de los años: “Cada acto
de guerra dirigido a la destrucción indiscriminada de ciudades enteras o de
vastas áreas con sus habitantes es un crimen contra Dios y el hombre, que
merece condenación firme e inequívoca.” En la Carta Pastoral sobre la
Guerra y la Paz de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, donde la
objeción de conciencia y el pacifismo fueron entendidos como una legítima
respuesta de los católicos y como una expresión de su fe, las ideas de Dorothy se confirmaron.65 Sin embargo, los pronunciamientos papales de años
recientes, junto con las enseñanzas en el Catecismo de la Iglesia católica
sobre la guerra, aporta ideas de la teología y de los maestros de la Iglesia
mucho más cercanas a las esperanzas de Dorothy.66
Dorothy recibió muchas críticas en los años sesenta cuando hizo comentarios acerca de Cuba y de Castro. Ella, como cualquier otro involucrado en la Acción Católica en Cuba, en el tiempo en que Battista estaba en el
poder, estaba a favor de un cambio de gobierno debido a la corrupción y a
la pobreza devastadora. Otros editores de periódicos católicos, como Dale
Francis de Nuestro Visitante del Domingo, publicaron artículos en contra
de Battista. Dorothy no creía en la revolución violenta. Toda la esperanza
64
The Catholic Worker, July-August 1965, 7.
The Pastoral Setter of the U.S. Bishops on War and Peace, The Challenge of Peace: God’s Promise
and Our Response, 1983, 1, C, nº.4.
66
See William L. Portier, “Are we really serious When We ask God to Deliver Us from War? The Catechism and the Challenge of Pope John Paul II,” Communio 23 (Spring 1996): 47-63.
65
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que Dorothy hubiera podido tener en Castro nunca se materializó, sino que
en cambio rápidamente se vino abajo con la toma de poder, en forma similar a lo que pasó en otros países marxistas, donde desapareció la libertad.
Dorothy respondió a las críticas de sus artículos, que no eran todos negativos, hablando del interés de figuras históricas como Garibaldi, Napoleón y
Castro, que habían hecho historia. Ella puso énfasis en que “hasta que nosotros mismos como seguidores de Cristo abjuremos del uso de la guerra
como medio para lograr la justicia y la verdad, nosotros católicos no vamos
a llegar a ningún lado criticando hombres que están usando la guerra para
cambiar el orden social. Muy a menudo, como una vez dijo el Cardenal
Mundelein, nos vamos a encontrar en el lado equivocado.”67
Fue durante la Guerra del Vietnam que la fama de Dorothy como pacifista activa llegó a su cumbre, cuando muchos Trabajadores Católicos protestaron por la guerra y algunos quemaron sus tarjetas de reclutamiento.
Aún en este tiempo, cuando había tantas demostraciones masivas, ella procedió siempre con gran cautela para evitar la violencia y para asegurar que
emergiera el pacifismo del Evangelio. Aún así, recibió críticas. Cuenta cómo en 1965 un sacerdote Jesuita de la India vino de visita para expresar sus
preocupaciones y cómo le respondió ella:
Un sacerdote Jesuita de Madras, India, vino a la oficina a saludarnos
una tarde. Cuando él habló de la guerra en Vietnam habló como alguien
que está más cerca de los acontecimientos de lo que nosotros estamos, y reiteró el argumento familiar: Si el Vietnam es tomado por los comunistas,
se pierde toda el Asia.
Pero desde el punto de vista cristiano (y en este caso desde el punto de
visto del Jesuita), cuando él se preguntó, “Qué vamos a hacer?” Yo solamente señalé el ejemplo de San Ignacio, quien primero postró sus armas,
luego buscó el sostén ayudando a los pobres en los hospitales, y luego regresó al colegio a estudiar.”
Dorothy estaba comprometida con la revolución del corazón, pero deploraba la llamada revolución sexual. Para ella no era una revolución realmente, sino una capitulación a la mentalidad burguesa que busca la comodidad y el placer, removiendo al cristiano de las raíces del verdadero amor
del Evangelio. Ella veía la guerra y el sexo egoísta como pornográficos.
Ella no tenía nada bueno que decir acerca de la guerra.
67
Day, On Pilgrimage: The Sixties, 93.
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Pero era capaz de ver la verdadera belleza de la sexualidad y de la castidad, cuando eran entendidas y vividas en la forma correcta. Ella hablaba
en términos vehementes de la dulzura y belleza del amor expresado en el
Cantar de los Cantares y en el libro de Josué, y esparció sus ideas en la edición del Trabajador de Septiembre de 1965 con citas del Papa Juan XXIII.
Inició su artículo con una cita del Diario de un alma:
Mientras la guerra continua, las gentes solo pueden volverse al miserere y rogar por la misericordia del Señor, para que sobrepase Su justicia y
con gran lluvia de gracia traiga a sus cabales a los hombres poderosos de
este mundo y los persuada para hacer la paz. Los dos grandes males que están envenenando al mundo hoy día son el secularismo y el nacionalismo. El
primero es característico de los hombres de poder y del laico en general. El
último se da aún entre los eclesiásticos.
Dorothy continuó escribiendo su columna en el periódico en donde
mezcló la guerra y el sexo barato. Así mencionó que, mientras buscaba un
libro en la librería, quedó “horrorizada de ver cómo el sexo y el sadismo
parecían ser los temas de muchos libros de nuestra literatura popular. El
sexo y la guerra, que son lo opuesto a las obras de misericordia, están íntimamente ligados.” Usando un ejemplo de las Escrituras, Dorothy contrasta
las prácticas en la sociedad secular moderna con las del libro de los Macabeos, en donde “se suponía que los jóvenes debían estar en estado de gracia
antes de entrar en batalla.” Ella contrastó la vida en los años sesenta (como
hoy en día) con esta preparación llena de oración: “Hoy en día, a los jóvenes que tienen permisos, antes de ir al frente, se les dan anticonceptivos. Y
nuestro país se dice ser cristiano. Que mal uso de las fuerzas de la vida.”
Después de continuas reflexiones, sobre el sentido del amor, habló proféticamente del horror de la nada, de la muerte hacia la cual el mundo parece
ir, sin usar las palabras cultura de muerte, pero describiéndolas. Sus reflexiones en la columna del periódico citan de nuevo a Juan XXIII en este
mismo tema:
Muchos inoportunamente buscan con fanatismo los placeres terrenales, y desfiguran y debilitan las energías más nobles del espíritu. Contra esta forma irregular de vivir, que a menudo desencadena las pasiones más bajas y pone en grave peligro la salvación eterna, es necesario que los cristianos reaccionen con la fortaleza de los mártires y de los santos, quienes
siempre han dado testimonio por la Iglesia Católica.
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De tal forma que todos pueden contribuir, de acuerdo al estado particular de cada uno, a un mejor resultado del Concilio Vaticano Segundo,
que debe traer un reflorecimiento de la vida Cristiana.68
El Famoso Retiro Espiritual
Desde sus más tempranos días Dorothy Day sintió que se estaba descuidando la espiritualidad de los laicos. “Se espera tan poco de la gente laica,” decía ella, citando a un amigo benedictino, “la teología moral que nos
enseñan es para conducirnos al cielo con nuestros traseros quemados. Qué
clase de falta de voluntad, de falta de generosidad de amor a Dios es éste,”
continuaba diciendo. “Nos hacemos demasiado complacientes con nosotros
mismos.” Dorothy fue criticada por mantener los consejos de perfección
(pobreza, castidad y obediencia) como normas de conducta humana para
los laicos. Ella pensaba que era triste el hecho de que es siempre lo mínimo
lo que se espera de la gente laica. Estaba orgullosa de citar a Leon Bloy:
“Existe solamente una tristeza, y esta es –no ser uno de los santos.” Y Dorothy agregó, “La tragedia más grande es que la mayoría de nosotros no deseamos ser santos.”69
Fue en 1939 cuando Dorothy encontró lo que había estado buscando
toda su vida, el movimiento del retiro espiritual que fue iniciado por un jesuita Canadiense, Onesimus Lacouture, y se extendió a través de los Estados Unidos por medio de un joven sacerdote diocesano de Pittsburg, el padre John Hugo. Este retiro fue todo menos minimista para la gente laica. Su
primero contacto con el espíritu del retiro vino del Padre Pacifique Roy, un
sacerdote josefista que visitaba el Trabajador Católico frecuentemente y
trabajaba allí como carpintero. Más tarde, ella hizo el retiro con el Padre
Hugo. El fue su director espiritual y llegó a ser de una influencia tremenda
en su vida. El retiro espiritual, que estaba basado en la primera semana (de
las cuatro semanas) de los Ejercicios de San Ignacio que enfatizaba purificación, y que consistía en una semana de absoluto silencio (uno podría traer
solamente la Biblia y un cuaderno para escribir) fue una experiencia espiritual liberadora para Dorothy. “Esto era lo que yo estaba buscando como
forma de una explicación de la vida cristiana,” exultó ella durante un retiro
con el Padre Hugo, “vi las cosas en su totalidad por primera vez con una
68
69
Day, On Pilgrimage, 238-40.
Day, House of Hospitalito, 266-67
71 Jim Forest, Love is the Measure: A Biography of Dorothy Day (Maryknoll),
N.Y.:1986, 1994), 83.
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alegría, con un gozo y una excitación que es difícil describir. Esto es lo que
esperaba cuando me hice católica.”70
Para Dorothy el retiro espiritual fue otro Emmaús en el que los apóstoles reconocieron al Señor por primera vez al partir el pan. “Ellos tuvieron
que decirse los unos a los otros,” decía Dorothy, “NO ARDIAN NUESTROS CORAZONES EN NUESTROS PECHOS, CUANDO EL NOS
HABLABA EN EL CAMINO. Vimos todas las cosas como nuevas. Había
una frescura en todas las cosas como si estuviéramos enamorados, como en
realidad lo estábamos.” El retiro trataba de sistematizar la llamada a la
santidad, la llamada al joven rico de los Evangelios para que dejara todo y
siguiera a Jesús, para guiar a la gente que hizo este retiro a lo largo de esta
ruta.
Esta llamada contrasta con la llamada a ser salvados guardando solamente los preceptos de la Iglesia: ir a misa los domingos, guardar el precepto de pascua recibiendo la comunión una vez al año, observando las leyes del matrimonio, ayudando a la Iglesia financieramente, criando a los
hijos católicos, que era lo pertinente a los laicos católicos en 1939.
Para el Padre Roy, tales enseñanzas no eran suficientes. El sentía que
cada palabra, cada pensamiento y oración, cada acción debía estar infundida por el amor de Dios. Somos salvados por el amor, no meramente por el
cumplimiento de las reglas. “El amor es la medida por la cual vamos a ser
juzgados,” decía repetidamente, citando a San Juan de la Cruz. El refrán- el
amor es la medida – vino a ser la máxima de Dorothy . Y de nuevo de San
Juan, “Donde no hay amor, ponga amor y sacará amor.”
“Dar y no recibir,” decía a menudo Peter Maurin, “es lo que hace al
hombre humano.” Dar es la esencia de la vida religiosa: dar espacio en la
vida y en la casa de uno, dar una bienvenida, dar perdón, dar amor, aún dar
la vida de uno. No lo guarde. No guarde “tesoros que el moho y la polilla
destruyen.” Vivan con la norma de dar.71
El Padre Roy retaba a los cristianos:
Asuma, decía él, que usted quiere ir a California y le cuesta cien dólares . Usted tiene quince. No tiene lo suficiente. Entonces regálelos. Déselos al pobre. De repente usted tiene veinticinco, y eso no es suficiente, con
lo que la única cosa que puede hacer es regalarlos también. Incluso setenta
72
71
72
Forest, Love in the Measure, 81-83
Day, The Long Loneliness, 252.
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y cinco. Eso no es suficiente. Dígale al Señor que usted necesita más. Délos
sin temor. Usted recibirá cien veces cien. Posiblemente cubrirá sus necesidades espirituales, y no solamente las físicas. ¡Pero siembre, siembre!. Porque así como siembres, así cosecharás. Aquel que siembre en abundancia,
cosechará en abundancia.
En 1940 Dorothy escribió a todas las casas del Trabajador Católico
urgiendo a todos a hacer los ejercicios del padre Roy. Su carta fue una introducción a la espiritualidad que ella esperaba llegaría a enraizarse en todos aquellos asociados con el movimiento del Trabajador Católico.
Dorothy siempre le recordó a los Trabajadores la máxima de Santa Catalina de Siena, la gran mística, “Todo el camino al cielo es cielo, porque
Jesús dijo ‘Yo soy el camino.’” El movimiento del retiro espiritual reforzó
el interés inicial de Dorothy en los santos y en los místicos. Ella estaba fascinada por la relación conyugal con Cristo, con la presentación en el retiro
espiritual de este tema sacado del libro de Óseas en el antiguo Testamento.
En su retiro el Padre Hugo, cuyos escritos contra el reclutamiento y la
guerra fueron publicados en el Trabajador Católico, enfatizó la necesidad
de los cristianos de perdonar. El, de hecho, sugirió que perdonáramos setenta veces siete. El enseñó lo que Peter Maurin llamó las “máximas de
choque” del Evangelio, el amor a los enemigos (aún en guerra), regalar el
segundo abrigo, presentar la otra mejilla, recibir en la segunda milla, ser
pobre como Cristo fue pobre. Y el puso énfasis en el capítulo 25, versículos
31 y siguientes, de San Mateo, que Cristo está escondido en el pobre, en el
hambriento, en el desnudo, en el que no tiene techo. Otro gran tema del retiro fue que mientras los bienes creados nos son dados por Dios y son buenos, no debemos permitir que nuestro afecto se aferre a ellos a cambio de
Dios que desea que nosotros le amemos con todo nuestro corazón. El Padre
Hugo quien siempre nos advirtió no aferrarnos a las “muestras” de la gloria
de Dios aquí en la tierra, sino renunciarlas para alcanzar las perlas de más
valor, dijo que “el despego de este mundo no es un toque añadido a la vida
cristiana- que afecta a los santos, que se han ido de este mundo…,” sino
“Una condición esencial para la realización de una vida cristiana.”73
Dorothy endorsó estas ideas del retiro y las llamó “el pan del fuerte.”
Ella les recordó a los críticos del retiro espiritual que el retiro estaba más en
el espíritu de Juan de la Cruz, cuyos escritos ella conocía bien, y añadió
que cuando se le mostró la materia del retiro a un prominente oficial del vaticano, éste dijo de repente, “Esto es simplemente una popularización del
73
David Scott and Mike Aquilina, Weapons of the Spirit: Living a Holy Life in Unholy Times. Selected
Writings of Father Hugo (Huntington, Indiana: Our Sunday Visitor, 1997), 58-60.
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gran místico y poeta español.” Dorothy frecuentemente citaba a San Juan
de la Cruz en el despego diciendo que debemos viajar ligeros a través de la
noche oscura.
Brigid Merriman indica el impacto que estos conceptos del retiro espiritual tuvieron en Dorothy:
Es en esta dimensión –su amor por Cristo- donde el retiro espiritual
cobra su mayor significado para su espiritualidad. Dorothy entendió el retiro como un curso en el vivir cristiano, el cual instruía y permitía al participante “vestirse de Cristo” (Romanos 13:14). Para ella, esto no era una expresión figurativa sino que indicaba la profundidad de su identificación con
la persona de Cristo. Una mujer apasionada, ella reconoció que lo suyo era
una búsqueda del amado, que su trabajo en esta vida era el ordenamiento y
agrandamiento de su capacidad de amar. Sus lecturas de Dostoiewsky y las
experiencias de su propia vida la habían preparado bien para las enseñanzas
del retiro en el amor, el desapego, y el sufrimiento por causa del Amado.
Dostoiewsky le había enseñado su compasión e indulgencia; sus propias
experiencias le habían enseñado cuando deseaba ella amar y ser amada. Sus
reflexiones sobre las enseñanzas del retiro le permitieron poner los eventos
de su vida en una mejor perspectiva.74
Un sacerdote Canadiense fue llamado y comisionado por un grupo de
diez obispos Canadienses para evaluar el retiro de Lacouture. Despés de estudiarlo, el Padre Anselme Longpre dio su repuesta, hablando del padre
Onésimus Lacouture:
Armado con…la palabra de Dios, él descendió y arrebató nuestros ídolos del bienestar personal y de la comodidad. El quemó nuestros chesterfields (cigarrillos), deshizo nuestras camas de seda, desconectó nuestras radios, quemó fuego nuestros cojines y nuestros aderezos de seda, nos predicó el amor a la dura madera, porque semeja la cruz de Jesús. El nos habló
del silencio, de la soledad, de una vida escondida de acuerdo a las demandas de nuestra “muerte en Cristo.” Durante esto…nos lamentamos, nos enfurecimos…Pero era necesario pasar por todo esto: “el discípulo no es más
grande que el Maestro.” ¿No es ya tiempo de que esta doctrina se nos sea
predicada con fuerza, a nosotros que somos los cooperadores de Cristo en
el trabajo de la salvación de almas? Esta predicación, además esta inspirada
directamente por el Evangelio.75
74
75
Mirriman, Searching for Christ, 1966.
Ibid., 136.
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Debido a que el retiro demandaba tanto, estaba sujeto a las críticas.
Dejar las cosas para encontrar una persona, Jesucristo, no era popular. El
Evangelio pone muy en claro que uno debe dejar todas las cosas y seguir a
Jesús. Parece que fue el nombrar cosas especificas que dejar lo que creó algunos de los conflictos. Algunos tanto de dentro como de fuera del movimiento del Trabajador Católico criticaron el retiro.
Dorothy trató de contestar:
¿Cómo tendremos los medios para ayudar a nuestro hermano que está necesitado? Podemos vivir sin esas cosas que son innecesarias y
que se convierten en hábito, cigarrillo, licor, café, té, dulces, sodas,
gaseosas y esas comidas que solo dan gusto al paladar. Todos nosotros tenemos estos hábitos, los más jóvenes y los más viejos. Y tenemos que morir a nosotros mismos para vivir, tenemos que deshacernos del hombre viejo para revestirnos de Cristo. Que esto sea tan difícil que provoque tanta oposición, sirve para mostrar la acumulación
que existe en nosotros de deseos innecesarios.76
No está claro por qué creó tanto problema el hecho de dejar de fumar o
el hecho de dejar de usar la radio del coche, pero aquellos que vivieron el
retiro dejaron las dos cosas, especialmente los sacerdotes. El no fumar y el
no usar el radio del coche vinieron a ser un signo externo de un cambio interno. Aquellos que no gustaron del retiro acusaron a los convertidos de no
ser ortodoxos y de ser católicos dudosos, casi como una secta. Fueron tratados como parias, si no como herejes. Nunca antes en la historia de la
Iglesia se había conectado el hecho de la ortodoxia con el fumar o con tener
una radio en el coche. Se puede entender por qué Hugo era tan poco popular. No solo llamaba una espada a una espada, sino que también llamaba
una cruz a una cruz:
El cristianismo radical se descubre solamente en la Cruz, ¿pero quien
desea ser crucificado? Como Pedro y los otros apóstoles-antes de la venida
del Espíritu Santo-todos nosotros tendemos a preferir un cristianismo sin la
cruz, “Cristianismo de espuma de aire,” como fue satirizado por Ed Willock en una caricatura ultrajante que mostraba un católico satisfecho acomodado sobre una cruz que había sido cubierta con este acolchado seductivo. Muchos intentan una vida de acción vigorosa y dedicada, rehusando reconocer que tal acción es auténticamente cristiana y eficaz solamente cuando esta injertada en el Árbol de Vida del Calvario.77
76
77
Day, On Pilgrimage, 33-34.
Scout and Aquilina, eds., Weapons of the Spirit, 137.
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El retiro retó fuertemente a la gente, los introdujo en una espiritualidad
sólida y, para aquellos que lo aceptaron, les cambió sus vidas permanentemente. Hubo gente que comenzó a orar y a meditar por primera vez en sus
vidas. Autores clásicos fueron leidos por los que hicieron el retiro, San
Juan de la Cruz, los jesuitas Lallement y De Caussade; Chautard, Marmion,
Teresa de Ávila, Teresa de Lisieux, Newman, Faber, Kempis.
Los directores del retiro insistieron en la dirección espiritual para los
que habían hecho el retiro, para que no hicieran cosas inapropiadas en su
seguimiento de la santidad recientemente encontrada. Citaron a Teresa de
Ávila quien dijo que “Aquel que se dirige a sí mismo esta siendo dirigido
por el diablo.”
Los sacerdotes de Hugo prosiguieron con penitencias duras practicadas por las monjas carmelitas, pero con la precaución de que uno no puede
forzar la mano de Dios con acrobacias espirituales. Recordaron a las monjas de “Port Royal” en la herejía de los Jansenistas quienes fueron descritas
como puras como ángeles, pero orgullosas como demonios. La controversia
sobre el retiro ayudó a fomentar en aquellos que lo dieron, como también
en Dorothy Day, que había animado a tantos a tomarlo y que hizo los arreglos para que tuviera lugar en la granja agrícola del Trabajador Católico, a
estudiar aún más la teología del retiro para asegurar que tuviera cimientos
teológicos sólidos. Las citas de Dorothy en sus escritos de las obras de
Henri de Lubac, S.J., sobre naturaleza y gracia como también de otros teólogos, son indicaciones de este estudio.78
Los autores recuerdan que hace unos años fueron a un sacerdote de
Hugo para su dirección espiritual y lo cuidadoso que fue, insistiendo que
aquellos a los que dirige tengan ocho horas de sueño en la noche y tomen
tres comidas al día. Los autores también hicieron el retiro, que aún se ofrece en Pittsburg y en Michigan.
Dorothy quería que todos fueran santos. Esta fue una de las razones
por la que ella era tan entregada al retiro Sin embargo, se sentía incómoda
con la sentimentalidad pía y con las historias bordadas acerca de santos. Estaba convencida de que una mala hagiografía era un obstáculo al interés en
crecimiento espiritual y santidad. Ella quería biografías de los santos que
estuvieran ancladas en la realidad y que ayudaran a entenderlos y a imitarlos. En una ocasión habló de que cogió dos libros almibarados acerca de la
Madre Bendita, y cerrándolos con horror se sentó con su misal y las Escrituras. “No es extraño que nadie quiera ser santo,” decía. “Pero estamos
78
Day, The Long Loneliness, 258.
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llamados a ser santos-somos hijos de Dios.”79 El único propósito para el
cual fuimos hechos es para ser santos; fue un tema que recurre en sus escritos.
La integración de Dorothy de fe y vida la llevaron siempre en busca de
la forma de vivir el retiro en la práctica. En una reflexión durante un retiro,
preguntó, “¿Qué hay que hacer, cómo se debe hacer?” Y ella misma contestó, “Continuar pidiendo a María que nos enseñé.” Reflexionando sobre
la pobreza voluntaria y sobre cómo dejar los lujos y las cosas innecesarias,
nos recordaba que los santos acostumbraban a caminar de un lado de Europa y Rusia al otro. Ella comentaba, “por supuesto, a todos no se nos da la
gracia de hacer tales cosas. Pero es bueno tener la visión en la mente. Es
verdad, la realidad es, que hasta que no empecemos a desarrollar unos
cuantos apóstoles a lo largo de estas líneas no tendremos conversiones en
masa, ni justicia, ni paz. Necesitamos santos. ¡Dios, danos santos!”
Conclusión
En 1948 en su libro En Peregrinaje (On Pilgrimage), Dorothy Day
evaluó su vida hasta ese momento en el movimiento del Trabajador católico. Aunque ella vivió treinta años más, este es un buen comentario sobre su
vida y el significado del movimiento del Trabajador Católico. Ofrece mucha visión de su vocación como cristiana católica y lo que la mantuvo en su
trabajo y oración. Sus reflexiones se centran en el amor y en la fe, pero
siempre directamente ligadas al sufrimiento de aquellos en mayor necesidad y al compromiso de trabajar por un nuevo cielo y una nueva tierra donde reine la justicia.
En mi vida entera, hasta ahora, toda mi experiencia ha sido que nuestro fracaso ha sido no amar lo suficientemente. Esta convicción me llevó a
un rechazo del movimiento radical después de mi temprana afiliación en el
Partido Socialista, los Trabajadores industriales del Mundo, y los afiliados
comunistas con quienes trabajé. “La juventud demanda lo heroico,” como
dijo Claudel, por eso el trabajo de estos militantes me había atraído a mí.
Uno no podía haber leído libros tales como la Selva (Jungla) de Sinclair y
no querer hacer algo, o unirse con alguien más para hacer algo al respecto.
¿Y quien más estaba haciendo algo? Los empresarios, los terratenientes,
los jefes políticos, todos cristianos profesos, eran corruptos y estaban podridos hasta el centro, pensaba yo. ¿Qué quedaba aún en ellos para amar?
Por cierto parecería locura tratar de reformarlos o convertirlos. Un establo
en tal estado de podredumbre estaba más allá de la posibilidad de limpiar79
Day, On Pilgrimage, 32.
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se; necesitaba un cambio total. Así razonaba yo. La juventud ciertamente
está buscando siempre un “conflicto poderoso.”
No fue que yo hubiera estado en forma alguna desilusionada. Mi convicción de que había un trabajo que hacer nunca flaqueó. Las cosas no tenían que estar tan mal como estaban. Había una posibilidad de cambio.
Ciertamente, también había una convicción interna de que no éramos
más que polvo. Solos por nuestro propio poder no podíamos hacer nada…
Jesucristo sabía lo que hay en la persona humana. Yo no fui bautizada
hasta cuando cumplí doce años, pero tenía una conciencia. Yo sabía lo que
había en la persona humana también. Pero también tenía una tremenda fe
en la persona humana como templo del Espíritu Santo, en la persona humana echa a la imagen y semejanza de Dios, un poquito menor que los ángeles. Verdaderamente no quería saber el bien y el mal. Yo quería saber, creer
únicamente en el bien. Yo quería creer que la persona humana puede enderezar lo que esta errado, podía desviar la flecha, podía amar e identificarse
con la causa de su hermano porque “una herida para uno era una herida para todos.” Nunca me gustó el llamado a iluminar el interés propio. Quería
amar a mi prójimo, Yo amaba al pobre con compasión. Yo no podía ser feliz a menos que compartiera la pobreza, a menos que viviera como ellos vivían, y a menos que sufriera como ellos sufrían.
Pues bien, ahora a los cincuenta años de edad, no puedo decir que me
he desilusionado. Pero tampoco puedo decir que ya comparto la pobreza y
el sufrimiento del pobre. No importa cuanto tiempo pueda vivir en los tugurios, nunca podré ser tan pobre como la madre de tres, seis, diez niños. ¿Es
pobre? (Ni rica tampoco). Nunca podré renunciar lo suficiente. Tengo
siempre que luchar contra mi misma. No estoy desilusionada conmigo
misma. Conozco mis talentos y habilidades como también mis flaquezas.
Pero he hecho tan poquito. Tengo cincuenta años de edad y más de la mitad
de mi vida adulta ha pasado ya. Quién sabe cuánto tiempo quedará después
de los cincuenta. Newman dice que lo trágico es nunca haber comenzado.
Me ha desilusionado, sin embargo, durante mucho tiempo, la forma en
la que todos, excepto los santos, viven en este mundo que Dios hizo para
nosotros. El uso de la fuerza, el uso de la diplomacia en asuntos internacionales, el uso de cualquier cosa excepto las armas del espíritu parece ser locura. Especialmente ahora desde el comienzo de la bomba atómica. Esto
significa las armas usadas por los comunistas o los cristianos, quienes hoy
en día me parecen, tanto en la vida política como en la económica, que son
también marxistas.
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Los comunistas creen en la fuerza física, en el espionaje, y lo mismo
creen la prensa y los púlpitos de las iglesias católicas. El comunista no cree
en Dios, él no ve a Cristo en su prójimo. Tampoco nosotros lo vemos en el
pobre, el ojo, el lisiado, el ciego, el pródigo, el pecador, la prostituta; ni
tampoco en aquellos de otro raza.
Nosotros también hemos acabado en la pobreza, con la tierra, con los
pequeños negocios y los almacenes de pequeña escala mediante nuestros
monopolios y fiduciarias, mediante cadenas de almacenes, hoteles y estaciones de servicio, todo a una escala colosal, destruyendo la dignidad de la
persona que tiene manos y necesita usarlas, que tiene un cuerpo y necesidades de vivienda, de comida y de vestido, que necesita vivir en dignidad
con sus hijos y gozar la vida abundantemente.
Lo que nos debe distinguir de todos los demás es nuestro amor. “Mirad cómo se aman los unos a los otros.” En la Biblia que todavía es, después de todo, el libro de todos aquellos que tienen fe, la relación entre Dios
y el hombre esta escrita en términos de animal a dueño (el Buen Pastor), en
términos de sirviente a amo, en términos de hijo a padre, en términos de
esposo a esposa. En este momento por nuestro bautismo hemos sido
hechos hijos de Dios. Pero quién no aspira al gozo del matrimonio, ese
amor que hace todas las cosas nuevas. Quién no desea ser embelesado y estar con Cristo. Los placeres de la unión beatifica son descritos como los
placeres de un banquete de bodas o de un abrazo. “El me cubrirá con la
sombra de sus hombros.” “El me colmará con los besos de su boca.”
Y es extraño y maravilloso pensar que, debemos tener algo de este
amor para con todas las criaturas, por el esposo, por el amigo, por el hijo,
por el enemigo también, la clase de amor que hace todas las cosas nuevas.
Primero que todo por Dios. “Mi corazón y mi cuerpo gritan por el Dios de
vida.” El amor de la voluntad, de la memoria, del entendimiento y el amor
de la carne. La ternura de una madre por su hijo, el amor y gozo físicos que
ella siente al acariciarlo, al contemplarlo, al alimentarlo con los “senos de
su ternura.” “Si una madre olvida a su hijo Yo nunca te olvidaré, O Jerusalén.” “¿Si un hijo le pide a su padre pan, él le daría una piedra?”
Cuánto hay para aprender del amor, ese sentimiento del cuerpo y alma,
que nos enseña lo que Dios es, que El es amor.80
80
Ibid., 126-28.
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Hacia el final de su vida cuando Dorothy fue entrevistada por William
Millar, quien escribió su biografía, ella habló del amor como la base de todo, y especialmente del Trabajador Católico: “El amor hace todas las cosas
fáciles. Cuando una ama, hay en ese momento una correlación entre lo espiritual y lo material. Aún la carne es energizada, el espíritu humano es fortalecido. Todo sacrificio, todo sufrimiento es fácil por causa del amor…
Esta es la piedra fundamental del movimiento del Trabajador Católico. Es
con base en esto que nosotros construimos.”81
Tres semanas antes de que Dorothy muriera, la Hermana Pedro Claver,
la vieja amiga que la había introducido al Retiro Espiritual, la visitó en
Nueva York. El Padre Hugo nos cuenta de esta visita y del entierro de Dorothy:
Dorothy tenía en su regazo un libro de las conferencias del retiro que
yo le había enviado. Sosteniéndolo se volteó y acarició unas flores en un
florero, y dijo, “Aún estoy sembrando.” Cuando escuché esto me regocijé
porque me di cuenta que aún estaba buscando en el retiro “el pan del fuerte” a medida que se acercaba al Día del Señor, al día de la cosecha…
Dorothy fue sepultada con un vestido casero y su cuerpo puesto en un
ataúd común de madera donado por los Trapistas. Alrededor de su cuello
había una cadena de madera que sostenía una imagen. Sobre el ataúd había
una flor, diciendo Resurrección.82
Dorothy Day, datos biográficos
1897 el 8 de noviembre nace en Brooklyn, Nueva York
1907 Su familia se traslada desde San Francisco (donde vivió el terremoto de 1906) a Chicago
1914-16 Universidad de Illinois en Urbana. Se afilia a la sección local del partido socialista
1916 Se traslada a Nueva York (East Side). Trabaja en varios periódicos izquierdistas y mantiene contactos con el movimiento anarco-sindicalista IWW-AIT, y el grupo pacifista Liga contra el Servicio Militar.
1917 Detenida en Washington DC, tras una manifestación pro-sufragio de la mujer
1918 Trabaja como enfermera en Nueva York
1922-3 Vive en Chicago (donde es detenida en la sede de la IWW-AIT) y Nueva Orleáns
81
82
Millar, Dorothy Day, 326.
Scout and Aquilina, eds., Weapons of the Spirit, 148-49.
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1924 Publica The Eleventh Virgin (novela autobiográfica)
1925-29 Vuelve a Nueva York (Staten Island). Unión con Forster Batterham
1927 Nace su hija Tamar Teresa, el día 3 de marzo
1927 El 28 de diciembre es recibida en la Iglesia Católica
1930-31 Se traslada a México y Florida
1932 Diciembre Washington DC. Manifestación contra el hambre. De regreso a Nueva York,
encuentro con Peter Maurin
1933 Primer número del periódico Catholic Worker (1 de mayo). Invierno de 1933 Primera casa de hospitalidad para mendigos, parados, personas sin techo y toxicómanos. Con ellos vivirá hasta su muerte
1935 Primera comuna agraria en Staten Island, NY
1936 Treinta y tres casas de hospitalidad en Estados Unidos
1936 Guerra civil española. La postura editorial pacifista del CW les hace perder dos tercios
de sus lectores y suscriptores
1938 Publica From Union Square to Rome
1939 Publica House of Hospitalito
1945 Quince casas de hospitalidad cierran como consecuencia de la postura pacifista durante
la Segunda Guerra Mundial
1942-46 Se vincula como oblata benedictina al monasterio de Portsmouth, RI
1943-44 “Año sabático” o de retiro espiritual
1944 Boda de su hija Tamar (19 de abril)
1948 Publica On Pilgrimage (colección de artículos del CW)
1949 Muere Peter Maurin, el día 15 de mayo
1952 Publica La Larga Soledad (su principal obra, autobiográfica)
1955 El día 11 de julio nace Martha, la séptima de sus nietos
1955 Se vincula como oblata benedictina al monasterio de St. Procopius (Lisle, IL)
1955 Detenida tras un acto de desobediencia civil contra los planes de defensa nuclear. Las
protestas y las detenciones se repetirán en los años sucesivos, hasta 1961
1957 Visita de solidaridad a “Koinonia”, una comunidad cristiana agrícola inter-racial. Atacada
a balazos, resulta ilesa
1959-60 Postulante de la Fraternidad Jesus Charitas (Carlos de Foucauld)
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1960 Publica Thérese (biografía de Teresa de Lisieux)
1962 Participa en la fundación de American PAX (posteriormente, Pax Christi)
1963 Publica Panes y peces (historia del movimiento Catholic Worker)
1963 Forma parte del grupo “Madres por la Paz” que visita a Juan XXIII tras la encíclica Pacem in Terris
1965 Participa en la fundación del Catholic Peace Fellowship
1965 Durante el Concilio Vaticano II, se une a las jornadas de ayuno y oración, organizadas
por Lanza del Vasto para demandar la condena de la guerra nuclear
1967 Intervención en el Congreso Internacional del Laicado
1972 Publica On Pilgrimage: The Sixties (colección de artículos del CW)
1973 Encarcelada por última vez durante las protestas de la United Farm Workers de César
Chávez en California
1976 Intervención en el Congreso Eucarístico Internacional de Philadelphia
1980 Muere el día 29 de noviembre. En ese momento, el periódico tiene una tirada de 95.000
ejemplares, hay unas 70 casas de hospitalidad y cuatro comunas agrarias
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Dorothy Day y El Movimiento del Trabajador Católico
Instituto Social del Trabajo ISO
Casa de Acogida Dorothy Day
[email protected]
Valencia (España)
www.isotrabajo.org