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7 DE ABRIL DE 2013 ECO DE LA PALABRA Frutos de Pascua: Dorothy Day La coincidencia de la Pascua con la primavera llevó a la tradición a ponerle el adjetivo de “florida”. Y ciertamente, en su significado profundo, la Pascua es un verdadero florecimiento de la humanidad, realizado de la mano de Jesús resucitado: en Él la humanidad vuelve a nacer, como la naturaleza despierta del letargo invernal. La fe y la conversión corresponderían a este momento primaveral de la vida, cuando el árbol, sin dejar de ser él mismo, se despliega con fuerza y entusiasmo a la vida en sus nuevos brotes y en los pétalos abiertos de sus flores. Pero conviene que este Año de la Fe hablemos también de frutos, es decir, de cristianos que, aun habiendo recorrido un camino de búsqueda, a veces tortuoso y largo, pueden considerarse frutos maduros de la gracia y que hoy poseen una poderosa carga testimonial. Dada la situación crítica por la que atravesamos y el momento que vivimos en la Iglesia, nos parece conveniente aportar algunos de estos testimonios. Dorothy Day, Madeleine Delbrêl i María Skobtsov, son tres testigos que hoy resultan enormemente significativos por reunir las mismas cuatro características: ser mujeres, profesar y vivir una profunda religiosidad, estar radicalmente comprometidas en lo social y ser reconocidas oficialmente por la Iglesia, al tener abiertas sus causas de canonización. Dorothy Day anduvo un camino apasionante. Nacida en Brooklyn en 1897, de familia anglicana apenas practicante, despertó a la vida manifestando una enorme sensibilidad social. Siendo joven, agnóstica en la práctica, se apuntó a los movimientos más radicalmente revolucionarios en la línea del marxismo y el anarquismo de Kropotkin. Escritora y activista en favor de la clase obrera, defensora al mismo tiempo del amor libre, tuvo que afrontar los problemas psicológicos causados por un aborto provocado, de resultas de su relación con un compañero periodista. Ya insertada en su búsqueda espiritual frecuentando el culto católico, recordando los cantos que sabía de pequeña y orando, se opone a su nueva pareja, Forster Batterham, enemigo acérrimo de la religión, y defiende su nuevo embarazo. Ayudada por la religiosa Hermana Aloysius, bautiza a su hija Tamar Teresa. Sintoniza con Peter Maurin, de los Hermanos de la Doctrina Cristiana: su preparación teológica y sentido de la justicia, la Doctrina Social y en general el llamado “cristianismo social” le hacen descubrir, según dirá más tarde, la Iglesia Católica como “la Iglesia de los pobres”. Tras su conversión seguirá con su compromiso social, fundando el periódico y el movimiento homónimo “Catholic Worker”, mientras crea comunidades de católicos comprometidos con las causas sociales de todo el mundo, verdaderos hogares de acogida y de oración. Más de 100 comunidades existen en la actualidad, en Australia, el Reino Unido, Canadá, Alemania, Países Bajos, República de Irlanda, Méjico, Nueva Zelanda y Suecia. He aquí algunos de sus mensajes: - “El mayor desafío hoy es cómo llevar a cabo una revolución del corazón, una revolución que tiene que comenzar con cada uno de nosotros”. - (Sobre el aborto) “Nadie tiene el derecho a escoger la vida o la muerte de otro, asumir ese poder siempre se ha considerado como la forma más extrema de opresión”. - “No te preocupes por ser eficaz. Lo mejor es concentrarse en ser fiel a la verdad”. “El verdadero ateo es el que niega la imagen de Dios en los más pequeños”. La Conferencia Episcopal de los Estados Unidos pidió a Juan Pablo II el inicio de la causa de canonización de Dorothy Day. Hoy se le puede considerar “Sierva de Dios”, es decir, sierva de la paz en el mundo, de los derechos humanos, de la rehabilitación de los más pobres. Alguien ha dicho que es la santa de “los puentes”, más allá de los partidos, las facciones y de las ideologías. † Agustí Cortés Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat