Download JUEVES SANTO: la última cena

«Yo soy el Pan de Vida»
La Última
Cena
(Jn 6,35)
Juan de Juanes
1562
«Yo soy el Pan de vida; el que venga a mí no tendrá hambre y el que crea en mí no tendrá nunca sed [...]
Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron [...] El que no come mi carne y bebe mi sangre
no tiene vida en él». En su discurso en la sinagoga de Cafarnaum, después de la multiplicación de los
panes, Cristo se presenta a sí mismo como verdadero alimento, escandalizando a muchos de los que le
seguían. Tan solo en el momento central de su última cena de Pascua, al establecer el sacramento de la
Eucaristía, pudieron sus más allegados entender el sentido de aquellas palabras.
¿Qué me dicen hoy estas palabras de Jesús?
A diferencia de Leonardo, que a la hora de representar su Última Cena, (14,95-97) elige el momento
del anuncio de la traición de Judas, Juan de Juanes decide centrarse en la institución de la Eucaristía.
En el tiempo que media entre la ejecución de estas dos pinturas la Reforma protestante había
convulsionado toda la vida de la Iglesia.
Juan de Juanes pinta su obra cuando la Iglesia católica está reaccionando para defender con mayor
ahincó la doctrina cuestionada por Lutero, singularmente la relacionada con los sacramentos y en
especial el de la Eucaristía, considerado el Santísimo Sacramento, puesto que contiene a Cristo mismo.
Aunque las disposiciones del concilio de Trento sobre las imágenes (1563) no habían sido publicadas
todavía, en la Valencia del arzobispo santo Tomas de Villanueva quien participo activamente en las
sesiones conciliares existía un ambiente cultural y religioso que permitió a los artistas anticiparse con
sus propias soluciones iconográficas. Se ha dicho que el pintor se inspira en el cenáculo de Leonardo, si
bien se trata de un eco lejano en la disposición frontal y simétrica en torno a la figura de Cristo y en la
apertura a un fondo de paisaje, aquí más flamenco que italiano.
Con un estilo perfectamente asimilado del manierismo renacentista de raíz rafaelesca pero con una
técnica que denota su conocimiento de la pintura flamenca, el artista traza su composición en una sala
de resonancias clasicistas de gusto nórdico. La mesa rectangular de tamaño reducido, casi como un
altar, incluye elementos que evocan la cena de Pascua como son los cuchillos, el pan, el salero, la
media naranja y la botella de vino, omitiendo el cordero pascual.
Los pintores posteriores tenderán a tratar el asunto como una «primera misa», evitando cualquier
objeto que pudiera entrar en conflicto con la prescripción del ayuno marcado por la Iglesia antes de la
comunión. Delante de la mesa, en primer plano, el artista nos presenta la jarra y la palangana que
habían servido para el lavatorio de los pies.
Cristo levanta la Sagrada Forma con la mano derecha mientras mantiene la izquierda en su pecho con
un gesto de auto-donación: «Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes» (Mt 26, 26; Mc 14,, 22; Lc
22, 19). Los apóstoles en torno a él muestran una actitud de piedad y un punto de asombro, salvo
Judas que, apartado al otro lado de la mesa siguiendo la tradición medieval, se gira hacia fuera
sujetando la bolsa del dinero. Los nombres en los halos identifican a cada apóstol, como conviene en
una pintura didáctica, mientras que el de Judas está grabado en su banqueta. Este tiene el pelo rojo
como el fuego del infierno y viste de amarillo, color que alude a la traición y la envidia.
Esta figura de Jesucristo es la iniciadora de un modelo iconográfico de Salvador Eucarístico.
¿Cómo experimentas la salvación en cada Eucaristía?
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
Textos de Mª Luisa Gómez Nebreda
Museo del Prado, Madrid