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CARTA PASTORAL
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EL DON DEL MATRIMONIO
Unión Sacrosanta
REVERENDÍSIMO
ALEXANDER J . BRUNETT
ARZOBISPO DE SEATTLE
SEPTIEMBRE DEL 2005
COPYRIGHT © 2005 ARQUIDIÓCESIS DE SEATTLE
Estimados Amigos en Cristo, como ustedes
saben, están a punto de entrar a una unión que es
sacrosanta y sumamente seria, una unión que fue
establecida por Dios mismo. Por medio de ella, él
otorgó a la pareja una participación en la máxima
obra de la creación, la labor de continuar la raza
humana.
exhortación de la liturgia
matrimonial
EL DON DEL MATRIMONIO
Unión Sacrosanta
C
OMO ARZOBISPO, escribo esta carta
pastoral por los desafíos a la
comprehensión del matrimonio
comúnmente sustentado en nuestra
sociedad. Mi carta pastoral considera la
importancia del matrimonio desde perspectivas
diferentes: el fundamento del matrimonio;
los desafíos al matrimonio; el sustento para
el matrimonio; la defensa del matrimonio; y
el futuro del matrimonio. Mi carta tiene como
propósito profundizar su aprecio por el don del
matrimonio y ayudarles a entender el cuidado de
la Iglesia Católica y el apoyo para este sacramento
especial.
Como el documento Gaudium et Spes del Concilio
Vaticano subraya: “el bienestar de la persona y de la
sociedad humana y cristiana está estrechamente ligado
a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar”
(GS 47:1).
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EL FUNDAMENTO DEL MATRIMONIO
Las Sagradas Escrituras describen al matrimonio como una unión
del cuerpo y del corazón, moldeado por un Dios bueno y gentil y
proclamado por la predicación de Jesucristo. Nuestra tradición
católica de fe emana del relato de la creación en el Génesis que describe
al matrimonio como un hecho querido por un Dios amoroso, quien
creó a la pareja como compañeros iguales con el mandato para “ser
fecundos y multiplicarse” (Gn 1, 28).
En su ministerio terrenal, Jesús habló
de
la
gran bendición que proviene de la
Para los católicos en
unidad de la carne entre la pareja. “Por
el Sacramento del
esta razón el hombre dejará a su padre y a
Matrimonio, los esposos su madre y se unirá a su esposa, y los dos
serán una sola carne” (Mc 10, 7-8). El
se convierten en una
matrimonio que comenzó con una alianza
entre un hombre y una mujer, continúa
parte integral de plan
hoy, y perdurará hasta el fin de los siglos.
de Dios para la creación Esta comprehensión del matrimonio está
cuando se entregan libre más plenamente expresada en el amor y en
la unión física de la pareja, lo cual los abre
y plenamente el uno para al don de los hijos.
Para los católicos en el Sacramento
el otro en una relación de
del Matrimonio, los esposos se convierten
toda una vida de apoyo y en una parte integral de plan de Dios
para la creación cuando se entregan libre
amor mutuo.
y plenamente el uno para el otro en una
relación de toda una vida de apoyo y amor
mutuo. Este amor entre un hombre y una mujer, en una relación
permanente y exclusiva, es también un signo del amor inmolado de
Cristo por la Iglesia, un amor vivificador derramado por nosotros.
Como el Papa Benedicto XVI señaló recientemente en su discurso
para la Convención Diocesana de Roma: “La calidad sacramental que
el matrimonio asume en Cristo quiere decir que el don de la creación
ha sido elevado a la gracia de la redención. La gracia de Cristo no es
un añadido externo a la naturaleza humana, no hace violencia a los
hombres y las mujeres, más bien los libera y los restaura, precisamente
elevándolos por encima de sus limitaciones. Tal como la encarnación
del Hijo de Dios revela su significado verdadero en la cruz, de igual
manera, el amor humano genuino es una auto-donación y no puede
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existir si trata de separarse de la cruz”.
La enseñanza de Jesús sobre el matrimonio no fue determinada
exclusivamente por el entendimiento secular o religioso de su
época. El matrimonio se remonta a los comienzos de la creación
y proclama la relación continua entre un hombre y una mujer
como un cumplimiento de la presencia procreadora de Dios en
el mundo. En el Evangelio de Marcos, Jesús declara: “desde el
principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer” (Mc 10, 6).
Jesús desafió la comprehensión contemporánea de la ley mosaica al
proclamar que el matrimonio es una unión permanente, entre un
hombre y una mujer, fundamentada en la creación. El matrimonio
no es una institución puramente
humana a pesar de las muchas
La enseñanza de Jesús
variaciones que pudo haber
sobre el matrimonio no fue
experimentado. A través de los
siglos en las diferentes culturas, las
determinada exclusivamente
estructuras sociales y las actitudes
por el entendimiento secular o
espirituales, estas diferencias no
deberían causar que nosotros
religioso de su época.
olvidemos sus características
comunes y permanentes. Aunque
la dignidad de esta institución no
es transparente en todas partes con la misma claridad, existe, sin
embargo, algún sentido de la grandeza de la unión matrimonial en
todas las culturas (Cfr. CCC 2331).
Como católicos creemos que el matrimonio es una institución
creada por Dios y provee un contexto religioso y un significado
espiritual a las realidades biológicas de la vida reproductiva tan
evidentes en la creación. En su unidad conyugal, un hombre y una
mujer forman una unión sagrada ante Dios y crean la base para su
amor mutuo, sustento y realización sexual.
LOS DESAFÍOS AL MATRIMONIO
Nuestra perspectiva sacramental del matrimonio como una
vocación es fielmente enseñada y vivida en las familias católicas a
todo lo largo de la Arquidiócesis de Seattle y honrada como una
enseñanza fundamental de nuestra fe. La Iglesia Católica siempre
ha reconocido el reto de edificar un matrimonio feliz y fructuoso.
No podemos ser tan idealistas como para pensar que los
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matrimonios felices, gozosos y satisfactorios simplemente ocurren.
Son el resultado de un esfuerzo continuo por vivir la fe duradera y el
compromiso de un amor prometido en el día de la boda. Las parejas
de casados pronto se dan cuenta de que su futuro, con sus esperanzas
y desencantos, sus éxitos y fracasos, sus placeres y sufrimientos, sus
alegrías y pesares, están a menudo escondidos de sus ojos. Todos los
días deben animar su amor a fin de que el perdón, la reconciliación,
la aceptación, la compasión y una multitud de otras actitudes puedan
fortalecer su unión. Los matrimonios perdurables no pueden
reducirse a un mero romanticismo y
No podemos ser tan
a las parodias tan prevalecientes en las
idealistas como para pensar telenovelas.
La Iglesia Católica reconoce
que los matrimonios felices, con tristeza la indiferencia difundida
en toda la sociedad hacia la gran
gozosos y satisfactorios
bendición del matrimonio. Mucha
simplemente ocurren. Son
gente joven se casa sin una preparación
prematrimonial adecuada, y un
el resultado de un esfuerzo
número creciente de parejas entran
continuo por vivir la fe
en relaciones de cohabitación antes
del matrimonio. Una investigación
duradera y el compromiso
indica que aquellos que carecen de una
de un amor prometido en el preparación matrimonial adecuada
y las parejas que cohabitan antes
día de la boda.
del matrimonio experimentan tasas
superiores de divorcio.
El divorcio mismo se ha convertido
en una cicatriz emocional terrible en las vidas de muchas personas. A
veces las personas divorciadas y separadas terminan completamente
solas sin culpa alguna aparente. La violencia y el abuso también pueden
jugar un papel prominente en la desintegración del matrimonio y
la vida familiar, dando como resultado problemas sociales serios.
Muchos padres solteros heroicamente emprenden el cuidado de los
hijos con poco sostén financiero y emocional. La Iglesia Católica tiene
la responsabilidad de prestar ayuda a todas las parejas que enfrentan
situaciones que crean tensión en sus matrimonios y brindarles el
amor y el cuidado a las personas divorciadas o separadas.
Más que nunca, las familias católicas necesitan la guía de la
Iglesia y de su enseñanza moral y social. Los niños fácilmente pueden
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convertirse en las víctimas no intencionales de la desintegración
familiar y experimentos sociales. Los asuntos de patria potestad, los
derechos del cónyuge y las demandas legales de individuos no deben
ensombrecer las necesidades de la gente joven y los indefensos dentro
de las familias. También, debemos cuestionar la representación
del matrimonio y de la vida familiar por la prensa y los medios de
comunicación que muy a menudo sensacionalizan y explotan las
luchas de la vida familiar y el divorcio.
Sin distinción de nuestros antecedentes, nuestra posición social,
nuestra raza, nuestra cultura o nuestra situación económica, todos
nosotros estamos aquí como resultado de la unión de un hombre y
una mujer, sin importar cuán exitosa o cuán pobremente esa unión
haya sido experimentada en nuestra niñez.
EL SUSTENTO PARA EL MATRIMONIO
Las parroquias están obligadas a ofrecer la preparación para
aquellos que entran el Sacramento del Matrimonio. Por ejemplo,
los exámenes de inventario prematrimonial, las reuniones para
prometidos y Engaged Encounter como apoyo para parejas que
buscan construir una relación matrimonial profunda y duradera para
toda la vida. Otros movimientos de base parroquial también proveen
un reconocimiento profundo de la santidad del matrimonio. Entre
estos movimientos están el Encuentro Matrimonial, Cursillo, el
Movimiento Familiar Cristiano, Parejas para Cristo y la Planificación
Familiar Natural. Algunos programas de base parroquial, tales
como el movimiento Retrouvaille, fortalecen a los matrimonios con
problemas a través del ministerio de acompañamiento. Además, los
Servicios Católicos a la Comunidad proveen recursos para asistir a
las parejas y a las familias en crisis. Estamos agradecidos a los muchos
diferentes ministerios que apoyan al matrimonio a todo lo largo de
la Arquidiócesis de Seattle.
El máximo sostén para el matrimonio como una vocación
proviene de las parejas que celebran la comunión del matrimonio
cristiano en la liturgia dominical y en sus vidas cotidianas. Citando
el Catecismo de la Iglesia Católica, la Conferencia Católica de los
Obispos de los Estados Unidos advierte: “Un matrimonio verdadero
en el Señor con su gracia llevará a los esposos la santidad. Su
amor, manifestado en la fidelidad, pasión, fertilidad, generosidad,
sacrificio, perdón y sanación, hace que el amor de Dios se conozca
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en su familia, comunidades y sociedad”.1
En la intimidad de la vida conyugal, la pareja casada actualiza de
una forma sacramental la presencia creativa de Dios. Vivido alegre
y fielmente, el Sacramento del Matrimonio, así como la Eucaristía,
le provee a la cultura contemporánea un testimonio vibrante. Este
Año de la Eucaristía nos debería recordar que el patrón regular de
la participación en la Eucaristía dominical y la oración diaria, junto
con la participación en la vida comunitaria de la parroquia, alimenta
el amor necesario para matrimonios fieles y
duraderos.
En la intimidad de
Las parejas mayores, los casados por décadas,
y los padres jóvenes fieles sirven como una
la vida conyugal,
brújula moral para la comunidad, señalándonos
la pareja casada
a todos nosotros una vida de fidelidad y amor.
Estas parejas son testigos de las bendiciones
actualiza de una
enriquecedoras del matrimonio en su lucha por
forma sacramental contrarrestar las demandas de la vida diaria.
Durante el proceso se convierten en una fuente
la presencia
de renovación no sólo para el matrimonio sino
creativa de Dios.
para la misma vida de la sociedad. Del mismo
modo, las comunidades étnicas e inmigrantes que
llegan a la Arquidiócesis de Seattle desde todas partes del mundo con
familias grandes y su parentela, contribuyen al sentido perdurable de
solidaridad. Sus tradiciones familiares joviales están animando la vida
parroquial y están replanteando en nuestra cultura norteamericana
otro ejemplo de vivir el matrimonio y la vida familiar.
LA DEFENSA DEL MATRIMONIO
El alto valor que colocamos en el matrimonio, los desafíos recientes
a la definición del matrimonio en el Estado de Washington tanto
como las corrientes contemporáneas que tienden a menoscabar la
vida matrimonial, requiere una respuesta de los creyentes católicos.
Al defender el matrimonio como una unión entre un hombre y
una mujer, con profundas raíces religiosas, históricas y culturales,
colocamos ante otros el hecho de que el matrimonio es más que un
acuerdo legal y no debería ser cambiado por la autoridad civil.
Dejar de lado esta rica herencia abre la puerta a la exigencia de
matrimonios entre parejas del mismo sexo y las uniones contractuales
del mismo sexo. Esto, a su vez, le da lugar a la argumentación falsa
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que una unión del mismo sexo pueda alcanzar la misma dignidad
que un matrimonio entre un hombre y una mujer. La enseñanza
de la Iglesia sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer de
ningún modo debería ser vista como menosprecio de la dignidad y
el respeto debido a cada individuo. Todos somos amados por igual
por Dios, independientemente de la circunstancia familiar de uno o
la sexualidad. La discriminación, la intolerancia u otro maltrato son
contrarios a la enseñanza de la Iglesia de acuerdo a la dignidad de las
personas.
El apoyo de la Iglesia Católica por
La enseñanza de
la definición legal del matrimonio como
la Iglesia sobre el
la unión entre un hombre y una mujer
está enraizada en nuestra creencia que el
matrimonio entre un
estado tiene la responsabilidad de defender
hombre y una mujer de
el bien común. En el matrimonio, el
estado determina y aclara reclamos de
ningún modo debería ser
herencias, propiedad y patria potestad, la
vista como menosprecio
titulación de beneficiarios para el seguro
provisto por el patronato, el derecho para
de la dignidad y el
ejercitar el poder de abogado así como
respeto debido a cada
también otros beneficios. Sin embargo,
el debate público acerca de la extensión
individuo.
de beneficios no debería ser confundido
con el apoyo para las uniones del mismo
sexo y no debe ocasionar una distorsión del verdadero significado
del matrimonio. En justicia, cualquier debate acerca del derecho
legal a los beneficios debe extenderse a todo mundo. Sin importar
su situación doméstica o su estado económico, debemos encontrar
formas para asegurar que todo mundo reciba sus derechos otorgados
por Dios y que sean tratados con amor, dignidad y cuidado. De
modo semejante, nuestras comunidades de fe les deben ofrecer apoyo
significativo, respeto e inclusión a todas las familias y sus miembros.
La Iglesia reconoce la importancia profunda de las personas que
adoptan, de quiénes hacen las funciones de padres adoptivos y de
quiénes asumen la responsabilidad paternal para otros – a menudo
como resultado del divorcio, la separación, la deserción, o la ausencia,
la incapacidad o la muerte de un padre.
Es importante recordar que la unión entre los esposos en el
matrimonio y su fertilidad como padres es el bloque constructivo
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esencial de la sociedad. Éste es un bien común que el gobierno debe
defender y servir. También esta es la razón por la cual la Iglesia
Católica se opone a los intentos de los propulsores de las uniones del
mismo sexo para trastornar el Decreto de Defensa del Matrimonio
(DOMA) en el estado.
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EL FUTURO DEL MATRIMONIO
Con la involución de la Corte Suprema del Estado de Washington
en la definición del matrimonio, nuestro apoyo para el matrimonio
como una unión sagrada entre un hombre y una mujer es una
prioridad urgente para nuestra Iglesia y nuestra cultura. Como su
Arzobispo, sugiero que las parejas de casados y las parroquias tomen
pasos positivos para promover el matrimonio:
Las parejas de casados
• En oración reflexionen sobre su vocación de matrimonio y
construyan en su gracia sacramental buscando la guía de Dios
en tiempos de alegría y tristeza.
• Inviten a otras personas a participar de sus celebraciones de
aniversario y otros acontecimientos familiares significativos.
• Aprovechen los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la
Penitencia.
• Participen en movimientos matrimoniales y familiares que
defienden el matrimonio y evangelizan a la cultura.
• Escriban cartas a sus legisladores federales y estatales apoyando el
entendimiento católico del matrimonio como una unión entre
un hombre y una mujer.
Las parroquias
• Estudien mi documento de enseñanza, Formación para el Amor
y la Castidad, y aprovéchenlo como un recurso parroquial para
aquellos involucrados en la preparación de la formación en la fe,
del matrimonio y el apoyo de la vida familiar.
• Celebren aniversarios significativos públicamente con la
renovación de los votos.
• Anuncien con fuerza los próximos matrimonios para que la
comunidad parroquial pueda participar en la alegría de la pareja.
• Bendigan litúrgicamente a las familias que forman nuestro
tejido de fe en ocasiones especiales que afectan a sus vidas.
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• Inviten a las familias a hacer esfuerzos especiales para asistir
conjuntamente a la Misa dominical.
• Organicen campañas de correspondencia para sus legisladores
federales y estatales apoyando el entendimiento católico del
matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer.
• Formen programas de acompañamiento usando parejas
experimentadas para ayudar a las parejas jóvenes a construir sus
matrimonios y hacerlas más fuertes durante los primeros años,
los años críticos del matrimonio.
Como una comunidad de fe, les pido que recen para que nos
convirtamos en testigos poderosos de la santidad del matrimonio en
nuestro mundo. Recen por las personas divorciadas y separadas.
Recen por los niños que se han convertido en las víctimas inocentes
de la desintegración y la violencia familiar. Recen por nuestros líderes
de gobierno, para que reconozcan el bien común que resulta de apoyar
al matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer. Pidan
por aquellos que están en desacuerdo con nosotros para que puedan
ser enriquecidos por la belleza de la verdad que tratamos de conservar.
Que también vivamos como un pueblo de fe en todo lo que hagamos,
recemos y actuemos a fin de que otros puedan experimentar el amor
y el cuidado de nuestro Señor, Jesucristo.
No hay mayor bendición en nuestra sociedad que presenciar la
vida de los casados, sostenida por un amor conyugal puro que es leal y
verdadero hasta el fin. Si este amor verdadero y el espíritu desprendido
de sacrificio guían nuestra vida familiar, entonces gozaremos de una
sociedad fuerte y una nación unida. ¡El resto está en las manos de
Dios!
Suyo en Cristo,
Vida y Signo de Fe,
Nuestro
Pan
de
†Alexander J. Brunett
Arzobispo de Seattle
1. “Entre hombre y mujer: Preguntas y respuestas sobre el matrimonio y las
uniones del mismo sexo”, United States Conference of Catholic Bishops,
Nov. 12, 2003.
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MATRIMONIO, UNIONES DEL MISMO
SEXO Y LA IGLESIA
PREGUNTAS Y RESPUESTAS PARA LOS CATÓLICOS
DEL OESTE DE WASHINGTON
arzobispo alexander j. brunett
INTRODUCCIÓN
Los esfuerzos por alterar la definición legal del matrimonio
y el cuestionamiento a las politicas públicas planteadas por los
propulsores de la unión civil del mismo sexo, hacen patente el
esfuerzo de la Iglesia Católica en promover y clarificar su enseñanza
sobre el matrimonio. Les proveo la siguiente información en un
formato de preguntas y respuestas, a fin de que los católicos
puedan cumplir de forma constructiva y compasiva con su
responsabilidad de participar en el presente debate y ofrecer el
apremiante testimonio público de nuestras creencias. He incluido
una lista adicional de recursos para ahondar en el estudio y animo
a los pastores, a las parejas casadas y a todo católico, a utilizar
esta carta pastoral, El don del matrimonio, esta serie de preguntas
respuestas y los materiales sugeridos para profundizar en el
entendimiento de la enseñanza de la Iglesia sobre el Sacramento
del Matrimonio.
¿Por qué la Arquidiócesis de Seattle está publicando ahora una
declaración sobre el matrimonio?
El 8 de marzo de 2005, la Suprema Corte del Estado de Washington
escuchó los argumentos de un caso donde fue solicitada una
interpretación legal referente a que si el Decreto Estatal de
Defensa del Matrimonio (DOMA) viola la constitución del
estado. Los jueces decidirán por mayoría de votos, ó la afirmación
de la constitucionalidad del decreto, confirmando con ello que
el matrimonio civil solo puede realizarse entre un hombre y una
mujer, o encontrarlo inconstitucional. Sin considerar su decisión,
la definición legal del matrimonio seguirá siendo tema de intenso
debate público en el estado de Washington. El matrimonio fue
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instituido por Dios y promueve el bien común de toda sociedad.
Como Arzobispo, tengo la responsabilidad de pronunciarme para
clarificar la enseñanza de la Iglesia Católica sobre el matrimonio
y ayudar a los católicos a actuar según sus creencias en el campo
público con una conciencia bien formada.
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¿Por qué la Iglesia apoya la definición legal del matrimonio como la
unión entre un hombre y una mujer?
El matrimonio entre un hombre y una mujer se entiende
universalmente como una institución natural que propicia la
construcción básica de la sociedad. Ya que la familia proporciona
el fundamento más estable a la sociedad civil, la enseñanza
católica reconoce el matrimonio como esencial al bien común.
La Iglesia Católica entiende también que el matrimonio es una
realidad sagrada instituida por Dios y que manifiesta su presencia
amorosa y creadora en el mundo. El don gratuito de la entrega
y del amor procreador compartido por un hombre y una mujer
en el matrimonio, es esencial al bien común y es parte integral
del plan de Dios para la creación y la salvación. La Iglesia tiene
el claro deber de proteger y de promover el matrimonio por su
singular e irremplazable contribución al bienestar material y
espiritual de toda persona.
¿Por qué la Iglesia Católica se envuelve ella misma en el debate
público?
Reconocemos que muchos en nuestra cultura no comparten
nuestras creencias y que en la arena pública toman decisiones
que no encajan con nuestra tradición apostólica y nuestros
principios morales. Todo ciudadano tiene derecho a expresar,
plena y libremente, su punto de vista en el ámbito público.
Dentro de nuestro sistema americano de gobierno, aceptamos
que es inevitable que nuestros valores estén algunas veces en
conflicto con otros y que esa competencia de valores sea un
crecimiento natural en el proceso democrático. En ese contexto,
ponemos nuestros principios en la arena pública y esperamos que
sean escuchados adecuadamente sin el rechazo sumario solo por
que emanan del Evangelio de Jesucristo a través de la tradición
apostólica.
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¿Cuál es el problema de equiparar la unión del mismo sexo con el
matrimonio?
Para los católicos, el matrimonio emana de la narración de la
creación del Génesis. Fue proclamado por Jesucristo como la
plenitud de la presencia procreadora de Dios en el mundo. De
las primeras comunidades de fe a nuestros días, la Iglesia ha
consistentemente reconocido que el matrimonio es la unión por
la cual el hombre y la mujer participan con Dios en el proceso
creador. Nuestra enseñanza entiende también a la esposa unida
en matrimonio como el signo del amor inmolado de Jesús por
su Iglesia, un amor de entrega viviente derramado por nosotros.
Entendido de esa manera, el matrimonio es una realidad que se
inició con la creación del ser humano, permanece hoy y perdurará
hasta el fin del tiempo. El matrimonio se expresa plenamente en
el amor y en la unión física del esposo y de la esposa receptiva al
don de los hijos. Ninguna otra relación puede equipararse con la
unión sagrada del hombre y la mujer en matrimonio.
¿Por qué la Iglesia apoya la definición legal del matrimonio como la
unión de un hombre y una mujer y se opone al reconocimiento de la
unión del mismo sexo como matrimonio?
En la declaración “Entre Hombre y Mujer”, los obispos de los
Estados Unidos afirmaron que “a través del tiempo, las culturas,
y creencias religiosas muy diversas . . . el matrimonio es una
relación personal con significado público.” Por su naturaleza,
el matrimonio coopera con Dios en el proceso procreador a
través de la unión amorosa y sexual de los esposos. Al proteger
la definición del matrimonio como la unión entre el hombre
y la mujer, el estado cumple con su responsabilidad del bien
común apoyando el matrimonio como el contexto adecuado
para la sexualidad humana y reconociendo que sus particulares
beneficios—y responsabilidades—van más allá de los esposos.
Al negar el matrimonio a parejas homosexuales, ¿se les discrimina y
se les niega su dignidad de personas?
No. La Iglesia ha defendido consistentemente la dignidad y
la igualdad de toda persona y se opone a toda discriminación.
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Sin embargo, hay mejores maneras de asegurar que todo
individuo obtenga los derechos que le corresponden y no solo
cambiar la definición legal del matrimonio. El estado reconoce
el matrimonio como una institución civil por que al promover
la relación estable y amorosa entre un hombre y una mujer
propicia las mejores condiciones para la crianza de los hijos. El
matrimonio, no obstante, es más que un simple contrato legal.
Es una realidad instituida por Dios, fundamentada en el plan
divino de la creación y, por esto, no debe ser cambiada por la
autoridad civil.
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RECURSOS CATÓLICOS PARA EL ESTUDIO POSTERIOR
SOBRE EL MATRIMONIO Y LA SEXUALIDAD HUMANA
Catecismo de la Iglesia Católica, nos. 369-373, nos. 1601-1666 y
los nos. 2331-2400; Washington, D.C.: United States Conference of Catholic Bishops - Libreria Editrice Vaticana 2000.
Siempre Serán Nuestros Hijos: Un mensaje pastoral a los padres con
hijos homosexuales y sugerencias para agentes pastorales, United
States Conference of Catholic Bishops, 1997.
Sobre la Familia (Familiaris Consoritio) por el Papa Juan Pablo
II, 1982.
Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal
de las uniones entre personas homosexuales, Congregación para
la Doctrina de la Fe, Julio del 2003. Disponible online en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20030731_homosexual-unions_
sp.html.
Entre hombre y mujer: Preguntas y respuestas sobre el matrimonio y
las uniones del mismo sexo, United States Conference of Catholic
Bishops, Noviembre del 2003.
Formación para el amor y la castidad
castidad, Arzobispo Alex J. Brunett,
Marzo del 2000, disponible online en www.seattlearch.org.
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