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La construcción permanente de la democracia
Por Juan Carlos Fortuna
En algunos documentos del GOFMU se expresa que “la democracia es un sistema en
permanente construcción”. Es precisamente a partir de esta idea que traigo algunas reflexiones
para compartir con Uds.
Hay muchas maneras de ver la democracia, largo sería el camino si empiezo por ahí. La
perspectiva que me parece más destacable; menos abordada en los estudios de los politólogos
y cientístas sociales en general es la de considerar a la democracia como “una manera de
convivir con el otro”. En otros términos, considerar a la democracia como un sistema que nos
brinda una manera de convivir. Abordar desde esa “mirada” es posicionarnos sobre unos de los
pilares fundamentales del concepto y especialmente sobre la idea de democracia como
sistema.
Imaginemos cuantas cosas de la vida en colectivo se tienen que poner en juego y equilibrar
para vivir en democracia: la libertad de expresión; la tolerancia a las ideas diferentes a las
nuestras; los derechos humanos y políticos; las formas de ejercer el poder; el respeto a las
minorías y sus posibilidades de ser mayorías; la posibilidades de gobernar, la participación
social, política y económica de cada uno y de la sociedad como un todo en el contexto
nacional, regional e internacional, etc. etc… la lista es más amplia aún.
Si la democracia es una forma de convivencia naturalmente es un concepto que está social e
históricamente y si la democracia es un sistema: cada una de sus partes también están social e
históricamente. No todas las formas democráticas de convivencia fueron similares ni aún
aquellas más perdidas en el comienzo de los tiempos y aunque hoy las veamos como muy
limitadas no por ello fueron menos democráticas para su época.
Ello nos conduce a la idea de que también el desarrollo de cada una de las partes y el equilibrio
entre ellas también están social e históricamente condicionados y es lo que a mi entender es
necesario construir en forma permanente: las partes y en especial su equilibro; éste será el
propósito de esta intervención.
Primera idea: la calidad y el rendimiento de la democracia como forma de convivir se destruye
si algunas decisiones rebajan la calidad de alguna de las partes, por más que esa decisión
haya sido tomada dentro del juego democrático. Por ej.: a través de mayorías parlamentarias,
electas libremente y aún escuchando a las minorías, no pueden decidir limitaciones a
determinados derechos o cambios en las reglas del juego que inhiban el buen rendimiento
logrado hasta ese momento en la convivencia. Dicho de otra manera, no degradar el juego
democrático con las reglas del propio juego democrático.
Segunda idea: el peligro que se presenta de utilizar el juego democrático cuando me favorece y
disimularlo con otras formas cuando el resultado de la democracia no me sirve. Qué hacemos
cuando la democracia no está a favor nuestro?
La democracia crece en el propio juego
democrático y se sostiene en la auto responsabilidad de cumplirlo y serán los valores éticos y
políticos los que marcarán el rumbo de la democracia en los próximos años.
Este criterio de democracia es interpretado, a su vez, de diversas formas; en el sentido de
legitimidad, confianza y transparencia - decisiones democráticas son las que reflejan los
deseos y la participación e inclusión de los ciudadanos y reglas de juego limpias -, o en el
sentido de eficacia y equidad -las decisiones democráticas son aquellas que promueven
eficazmente el bienestar común. Pero además no basta con decirlo, hay que ponerlo en
práctica también. Por ejemplo: La justicia debe ser formalista pero es claro que eso no es
suficiente. Aplicar reglas para juzgar implica también considerar las realidades social e
históricamente consideradas. No basta con demostrar la autoridad de una disposición legal. La
aplicación de la justicia debe demostrar además – si quiere seguir teniendo legitimidad – que la
decisión es equitativa, oportuna y socialmente útil.
Tercera idea: si por algo nos podemos ubicar en una sociedad moderna, es por la idea de la
separación de lo privado y lo público, y ambas dimensiones separadas a su vez de la realidad
del Estado. Valga esto para pensar en el desarrollo que ha tenido la sociedad civil en el último
siglo y cómo dentro de las condiciones que favorecen el desarrollo y el mantenimiento de las
democracias, está la existencia de una cultura política participativa junto con un elevado grado
de apoyo a las instituciones. Algunos consideran que la calidad y la vitalidad de la democracia
en un país se revelan, entre otros muchos indicadores, por el grado de confianza popular en el
sistema y las instituciones políticas y por la capacidad auto-percibida de los ciudadanos para
influir en ellas. Pensemos en algunos aspectos de la actual realidad y en qué medida se
generan situaciones donde la política es denostada. Los políticos no representan a los
ciudadanos y cada vez menos los interpretan; hay menos confianza en las instituciones y la
participación política es sustituida por la participación de corporaciones o grupos que no se
sabe bien qué grado de democracia interna tienen.
Se despolitiza la política y se politiza el tercer sector, la sociedad civil, fuera de la
institucionalidad del Estado. Están los que presagian una posible y cercana crisis de la
democracia, derivada de la insatisfacción acumulada y creciente de los ciudadanos hacia sus
instituciones, hacia los actores políticos y hacia el rendimiento del régimen.
Como vemos, el equilibrio depende también de las actitudes ciudadanas hacia las instituciones
del complejo gobierno-administración. En qué medida los descontentos respecto a cómo el
gobierno atiende las necesidades de la gente, o la burocracia se mira el ombligo sin atender de
la mejor forma posible a los ciudadanos o se crean “monopolios” privados o públicos que toman
de rehén al ciudadano, son también elementos muy sutiles del juego democrático. Muchas
veces oímos defender los derechos del consumidor, pero pocas veces oímos sobre temas
similares los derechos de la ciudadanía.
Están también aquellos que no son tan pesimistas y simplemente ven en la presión de los
“ciudadanos críticos” una oportunidad para repensar nuevos canales de participación, mejorar
las políticas públicas y la democracia en general. La democracia se va transformando y lo que
podamos ver como crísis en realidad es una crisis de crecimiento o de cambio hacia nuevas
formas. Y ello tenemos que construirlo.
Sin duda eso se construye con la preparación de ciudadanos para la ciudadanía; preparación
de las personas capaces de profundizar, de utilizar la democracia de tal modo que no se
pervierta o no se desaparezca por falta de práctica o por un uso indebido. También es
necesario prepararlos con libertad de conciencia, para que el propio sistema no sea mal
utilizado para generar dogmatismo y producir pensamiento homogéneo en el ciudadano.
Siempre se expresa que hay que producir ciudadanía brindando los elementos esenciales
para que la personas superen niveles de exclusión social – ingreso, trabajo, salud, educación,
etc. – y puedan insertarse a la sociedad de la cual no pueden formar parte. Si bien eso es
fundamental lo cierto también es que hay que educar para la ciudadanía, conocer y ejercer sus
derechos, participar en el “goce de la democracia” pero tan importante como eso participar en
la construcción de la democracia.
La única que puede producir democracia es la democracia. No basta con vivir en una sociedad
democrática y utilizar sus mecanismos y formas de convivencia para sostener la democracia
en el futuro. En democracia hay que construir democracia … y ese es el título de esta charla.
Muchas gracias.