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ENFERMERÍA GERONTOLÓGICA: UN FUTURO HALAGÜEÑO AUTOR: J. Javier Soldevilla Agreda Enfermero Hospital de la Rioja Profesor Enferemería Geriátrica EUE Logroño Presidente Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica 1 ENFERMERIA GERONTOLÓGICA: UN FUTURO HALAGÜEÑO La enfermería, profesión nacida para prestar cuidados a individuos y grupos en salud y enfermedad ha tenido, y aún hoy mantiene, quiero pensar con menos intensidad, actitudes y valoraciones parciales en relación a los ancianos y por ende a los que decidimos dedicarnos a su atención, contaminados por un ideario social donde el crédito ciego hacia lo joven de un lado y la devaluación del espacio y rol que ocupan los mayores en general, lo han alimentado. La inexistencia casi absoluta de precedentes profesionales que superaran el espectro de las órdenes religiosas, del orgullo profesional que veíamos en otras disciplinas y especialidades enfermeras, sumado al sentimiento de aislamiento de clase de algunos enfermeros dedicados al cuidado de los más mayores, fue el germen que propició hace ya más de quince años que distintos movimientos inconexos a nivel de la Universidad Española, donde la Enfermería Geriátrica se venía impartiendo como asignatura troncal en la Diplomatura de Enfermería desde el curso 1977-78, de distintos grupos de enfermeros de Instituciones hospitalarias, residenciales y centros de salud, dieran forma a la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica. Deshacer actitudes de denostada desvalorización hacia nuestra labor, al equiparar en muchos casos un trabajo no embriagado de técnicas como carente de cientifismo; la participación de nuestro Grupo en la génesis del documento de desarrollo de la Especialidad de Enfermería Geriátrica en el año 1988, que ahora recobramos, y el inicio de una denodada defensa del grupo social de los más mayores de nuestra comunidad, fueron los objetivos en su comienzo, vigentes y revalidados año tras año. En este poco tiempo, los datos sociodemográficos, la explosión de distintos grupos en el heterogéneo mundo de los mayores, desde la salud e independencia total hasta grandes y graves dependencias han ido justificado por si solos, la necesaria articulación de respuestas en el plano sanitario y social, ante esas nuevas necesidades y usuarios, una demanda creciente de cuidados al grupo de ancianos y un claro espaldarazo a los profesionales que responden a esas demandas de atención, abriéndose oportunidades sin precedentes para la profesión de enfermería. 2 La enfermería como profesión había crecido en sus bases teóricas, presencia en los sistemas sanitarios y especialización, pero también debió de contemplar este cambio social iniciado para centrarse en este sector de población. Se evidenciaba la necesidad de un mayor número de cuidados y de cuidadores expertos no sólo provistos de voluntad sino de formación rigurosa y especializada. La orden de salida, en nuestro país hacia un cauteloso -en otros países meteórico- avance de la Enfermería Gerontológica, había sido dada. Hoy nadie se atreve a negar que la práctica de la enfermería gerontológica es un campo en expansión tanto en el terreno de la salud como en el de los servicios sociales. Aquel desprestigio o minusvaloración del pasado han quedado eclipsados por el creciente campo de actuación de la enfermería gerontológica, tanto en niveles asistenciales consolidados como otros por llegar. Hallamos personas ancianas en todos los sectores de la sociedad, en situaciones de salud o enfermedad, de autonomía o dependencia y con ellas, se dibujan los límites territoriales en las intervenciones de la enfermera gerontológica. Se consignan como destinatarios de los cuidados enfermeros las personas ancianas sanas, los ancianos frágiles o en situación de riesgo y los pacientes geriátricos, ampliándose un clásico y limitado marco de actuación, contabilizándose en millones los potenciales usuarios y con un crecimiento nunca visto. La enfermera gerontológica tiene un espacio insustituible en el ámbito de la comunidad al menos en las Áreas Básicas de Salud, en equipos de soporte específicos, dentro de equipos de Atención Domiciliaria públicos o privados, en Servicios Sociales especializados como Centros de Día, Centrales de Teleasistencia, pisos tutelados, clubs y hogares donde mayoritariamente han desaparecido en este momento, colaborando con organizaciones y asociaciones de familiares, ancianos y voluntarios. Dentro del marco institucional, hallaremos la enfermera gerontológica en Residencias, Servicios de media y larga estancia, Servicios de Psicogeriatría, Hospitales de Día, Centros de Rehabilitación, así como en las unidades hospitalarias específicas geriátricas, equipos de valoración, consultas y otras unidades de hospitalización. 3 Escenarios y fórmulas asistenciales nunca consignadas para otros sectores de población, nacen y se potencian con un evidente sello enfermero. A este respecto y por su trascendencia futura me detendré brevemente sobre el Modelo de Atención Socio-Sanitaria. La prolongación de la vida de un importante grupo de personas, mayores especialmente, con enfermedades crónicas, progresivas e incurables, con graves limitaciones para su autonomía se suma a dos fenómenos nuevos, una batería de cambios culturales y estructurales en el seno de la familia y en la propia sociedad que relajan la obligatoriedad moral tradicional en la atención del anciano discapacitado, comenzándose una transformación del papel de las familias –aún cuando todavía el 80% de los cuidados de las personas dependientes recaen en ésta-, un relevo de la mujer como cuidadora principal, dificultades del hogar para atender a personas con discapacidad y junto a ello un Sistema Público de prestaciones en el ámbito social y sanitario –con la asistencia ambulatoria, la atención domiciliaria y la asistencia a usuarios en régimen de hospitalización-, cuyos recursos no son suficientes ni adecuados para esta población dependiente que va en aumento. El Modelo de Atención Socio-sanitaria, como refiere Portella, tiene como objetivo “la integración en un solo cuerpo de los distintos tipos de servicios (sociales y sanitarios) que requieren las necesidades cambiantes del cliente”. Un Modelo que enfoca la atención de una forma globalizadora, organizando las diferentes actuaciones profesionales en función de quién puede dar una mejor respuesta a las necesidades cambiantes del usuario en cada momento. Este enfoque integral y globalizador se fundamenta en el valor del Trabajo en Equipo, dirigido a una meta que ponga en común sus conocimientos, experiencias y perspectivas, desde el enfoque específico que aporta cada disciplina. Y, para las enfermeras, este mundo socio-sanitario se presenta con un futuro halagüeño, como expresa con gran acierto Pilar Brea: • “Atractivo porque desde la perspectiva de la asistencia, estamos ante una sociedad que avanza hacia el cuidado. En el contexto socio-sanitario tenemos ante nosotros la oportunidad de demostrar nuestra aportación específica a esta sociedad y el sentido de la profesión enfermera” • “Interesante porque, desde la docencia y la investigación, el análisis de las necesidades del cliente socio-sanitario y el estudio de las respuestas de éste a nuestros cuidados, puedan representar un reto para avanzar en el hermoso arte y la compleja ciencia del cuidar” 4 • “Desafiante porque, desde el punto de vista de la gestión, el modelo socio-sanitario es el contexto perfecto para que la Enfermería, como disciplina, demuestre que es posible racionalizar los recursos, administrando unos cuidados de calidad y mejorando la eficiencia en la gestión sanitaria” La complejidad de los servicios de salud y sociales en la atención a todos los grupos de edad, la participación de un equipo multiprofesional como esencia de esa misión, nos obliga a integrar nuestra actividad enfermera dentro de un modelo de cuidados, lo que nos permitirá guiar la acción en el terreno práctico, docente e investigador y al tiempo, ese marco de referencia explicitará nuestra contribución al proceso de la prevención o el cuidado de la enfermedad y lo delimitará con respecto a otros miembros del equipo, evitando no infrecuentes problemas de competencia. Los cuidados de enfermería al anciano, tanto en salud como en enfermedad son complejos y requieren de conocimientos, actitudes y habilidades especiales, que no son cubiertos en su totalidad en la formación básica y que justifican la especialización en Enfermería Gerontológica. Desde 1987 existe recogido en el Decreto de Especialidades de Enfermería en nuestro país, nuestra especialidad. Hoy es el día en el que diferentes cambios en la composición del Comité Asesor de Especialidades y la voluntad expresa recogida en el Acuerdo Marco firmado hace un tiempo por la Ministra de Sanidad y Consumo y el Consejo General de Enfermería de España, son testimonios esperanzadores de su definitiva y cercana puesta en marcha. Los grupos de expertos de cada especialidad han trabajo intensivamente para ajustar o rediseñar un perfil y programa de formación acorde con las nuevas necesidades. La Especialista en Enfermería Geriátrica y Gerontológica, denominación con la que finalmente figurará en el catálogo, debe estar capacitada para dar atención de enfermería en situaciones complejas, para enseñar, supervisar, gestionar los cuidados, investigar sobre la atención de enfermería a personas mayores y actuar como asesor a todos los niveles de los sistemas sanitarios y sociales. Una formación intensiva a través del mismo sistema ya ensayado con matronas y salud mental –Enfermera Interna Residente-, durante un periodo de dos años y con una carga teórica 5 importante en el programa de formación (30 % del global), hace prever, a pesar de los quince años de demora, el afortunado nacimiento de especialistas al sistema social y sanitario. La responsabilidad específica de los enfermeros como fuerza social, de suministrar y fomentar la mejor atención de enfermería posible al grupo de mayores es avalada por recomendaciones de organismos internacionales con autoridad en materia de salud tales como la OMS, la Comisión Europea a través del Informe y recomendaciones sobre Directrices para la formación en atención de Enfermería a las personas mayores, elaborado por el Comité Consultivo para la formación de enfermeros y organismos nacionales profesionales, como la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Las políticas sanitarias españolas han reconocido esta realidad, planificando nuevos recursos para adecuar la atención geronto-geriátrica respondiendo al imperativo de nuestro máximo marco legal, la Constitución Española que en su articulo 50, dice: “Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos de la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares promoverá su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio”. El reconocimiento de la necesidad de especialización de los profesionales enfermeros responsables de los cuidados de la población anciana con la puesta en marcha del Decreto, precisará finalmente de la elaboración coherente de un catálogo de puestos de trabajo, “sin límites territoriales”, lo que completará este anunciado despegue de nuestro grupo profesional. Venciendo la fatiga histórica que la enfermería como profesión soporta por una condena eterna a justificarse y buscar espacios, la enfermera gerontológica precisa, si cabe con mayores energías, mostrar a los responsables sanitarios y sociales y a toda la sociedad, que se encuentra en una posición privilegiada para liderar y coordinar una intervención racional de profesionales y recursos en la atención de los mayores en el nivel comunitario e institucional. Es preciso participar de primera mano en todo debate relacionado con el futuro de la atención de los mayores, ello llevara a las enfermeras a estar presentes participando en el 6 proceso de planificación de la asistencia del grupo de mayores en todos los ámbitos competentes y muy especialmente en las áreas de servicios sociales donde contabilizo un menor peso específico. Ha de ser el gran objetivo de futuro. Hoy tenemos la oportunidad de mostrar al mundo la aportación que la enfermera puede hacer en la atención a los más mayores, nuestra formación rigurosa y especializada, el crédito que otorga una actividad apoyada en un cuerpo de conocimientos propio y creciente, la complejidad y diversidad de los cuidados gerontológicos y por ende nuestra amplia cartera de servicios, nuestra contribución al proceso final (producto enfermero) y rentabilidad en la promoción de la independencia, recuperación de la salud o cuidado de la dependencia, intervención en trabajos de asesoramiento, apoyo emocional, coordinación de los recursos a disposición y protección ante situaciones de maltrato de este grupo. Este es nuestro arsenal. Solo nos resta, dentro y fuera de la profesión, hacernos visibles. Volver a nacer social y profesionalmente. Como dedicatoria especial a todos los que hoy están terminando sus estudios de pregrado en esta disciplina enfermera, a los enseñantes, a los responsables de tribunas como la que hoy sostiene en sus manos, a toda la profesión, animarles a conocer las verdaderas “mieles” de este servicio a la comunidad en el que se convierte el acto de cuidar de los más veteranos de nuestra sociedad 7