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Transcript
“ETICA CRISTIANA,
DESARROLLO SUSTENTABLE
Y AGUA”
Me han permitido este espacio para profundizar, en la búsqueda de un país más
fraterno, más inclusivo, más solidario.
Quiero agradecer especialmente la presencia de doña Danielle Mitterrand y Pedro
Arrojo, que nos honran con su presencia y con su valentía, en luchar por derechos
tan elementales y tan olvidados.
Me han pedido una reflexión ética sobre el tema del medio ambiente y del agua. Ya
don Pedro Arrojo y don Guido Girardi, se han explayado ampliamente en elementos
éticos, yo voy a complementar un poquito más lo que ellos plantearon. Son
elementos que no aparecen todos en la Carta Pastoral “Danos hoy el Agua de cada
día”. Justamente un documento favorece una reflexión más profunda en otros
temas.
Nos damos cuenta, y el panel que vendrá después lo manifestará con mayor
claridad, que en todo Chile, si miramos solamente Chile, hay conflictos y problemas
relacionados con el agua. Agua y tierra, pero esencialmente agua.
A mi me tocó estar el jueves pasado, en una comunidad, en la costa de Valdivia, que
se llama Mehuín. Una caleta de pescadores, donde se quiere descargar los
deshechos de la empresa CELCO. Eso significaría, evidentemente, la muerte de esta
caleta, porque los deshechos que van al mar, paralizarían todo el sector. La
comunidad, que es esencialmente mapuche, se opone a este proyecto. Sin embargo,
la empresa ha empezado a comprar personas. De la intervención del Senador
Girardi, aparecía con mucha evidencia que Chile es un país vendido, y eso es
preocupante. Estando en Mehuín, uno preguntaba allí a los líderes, de tal persona:
“vendido”, de tal otra persona, “no está vendido”. O sea, en Mehuín se creó una
división en el pueblo entre los “vendidos” y los “no vendidos”. La empresa
financia personas para que apoyen el proyecto, y se ha creado una división donde
nadie es indiferente. Una división, repito, entre “vendidos” y “no vendidos”, que
afecta personas, los niños de la escuela, familiares, padres contra hijos, hermanos
contra otros hermanos, de una religión contra otra, y sienten no solo que la división
los va desgastando, sino esencialmente sienten que su cultura (son mapuches los
habitantes de Mehuín), su cultura está siendo deteriorada, amenazada. Eso,
evidentemente, los está haciendo sufrir mucho. Para mí esto es un botón de
muestra de lo que podría suceder en Chile. Siento que el poder del dinero
compra tierras, compra aguas, compra medios de comunicación y peor aún, compra
personas y compra conciencias. Se vislumbra para Chile algo similar.
Vivo en Aysén, donde también la división es fuerte, y también se está buscando
comprar personas.
Este entonces, no es un problema de la gente, ni de la tierra, ni del agua, ni de la
cultura, ni de la religión, siento que es un problema de UNA LEY que permite que
quien tiene el poder económico llegue fácilmente a comprar bienes naturales, sobre
todo si son tan esenciales, como el agua, el aire, y llega a comprar personas y
conciencias.
Ya está claro, con la presentación de don Pedro Arrojo y don Guido Girardi, está
bastante clara la situación del agua en el mundo y en Chile. Sobre todo en Chile lo de
la mercantilización del agua.
Un estudio de “Water And Conflict” sobre conflictos violentos y también no
violentos relacionados con el agua, indican que en el siglo XVIII hubieron en el
mundo 2 conflictos; en el siglo XIX hubieron 12 conflictos; en el siglo XX, 96
conflictos; en el siglo XXI, solamente en estos primeros siete años hubieron 48
guerras relacionadas con el agua. Si sigue este ritmo, este siglo podría llegar a
tener más de 700 conflictos bélicos por el agua.
Estos datos revelan que la crisis ecológica, con el calentamiento global y todas sus
trágicas consecuencias, nos hace pasar dramática y directamente del cosmos al
caos, de una vida sustentable (cosmos), de una vida en comunión con la naturaleza
y los seres humanos, de la belleza y de la armonía de la creación, nos hace pasar al
peligro de la violencia, de la muerte, de la agresividad, de la destrucción de la
naturaleza y de los seres humanos (caos).
Un desorden destructivo. La tierra es torturada. La tierra y la gente, gritan de
dolor. En un mundo limitado, el desarrollo ilimitado es imposible.
Cuando la ciencia y la tecnología están solamente al servicio de los grupos opulentos
o poderosos, responden con egoísmos y depredación, marginando y excluyendo a
los más débiles, y destruyendo la casa común en que vivimos, afectando
gravemente la calidad de vida, también humana. Es un mundo inhumano,
inmoral, anti ético.
Percibo entonces que el problema es esencialmente ético y también político.
Veamos primero esta problemática desde el
1. PUNTO DE VISTA ÉTICO.
La dimensión esencial de todo ser humano, la energía vital y dinámica es el
AMOR.
Diría Humberto Maturana: “Sin amor, sin aceptación del otro junto a uno, no hay
socialización, y sin socialización no hay humanidad”.
Y también Padre Hurtado en un discurso antes diez mil jóvenes, para enfatizar la
potencialidad del amor, señalaba que: “Una persona sin preocupación intensa en el
amar, es como un agricultor despreocupado de la tierra, o un marinero
desinteresado del mar, o un músico que no cuida de la armonía”.
Es así como frente a la actual crisis ecológica, las respuestas tecnológicas y
científicas, como las respuestas económicas y políticas, si bien son necesarias y
valiosas, si en sus propuestas no incorporan LA ÉTICA DEL AMOR, nunca
alcanzarán la comunión del ser humano con la naturaleza.
La ética del amor está basada, a lo menos, en cuatro valores fundamentales:
 la justicia ambiental,
 la equidad ambiental,
 la solidaridad ambiental
 la responsabilidad ambiental.
a) LA JUSTICIA AMBIENTAL
La protección de la naturaleza y del planeta es un derecho fundamental de toda
persona, pues permite sustentar la vida, alcanzar la plenitud espiritual y el
desarrollo cultural de cada persona. Es a través de todas las creaturas que se
expresa y manifiesta la experiencia amorosa del Creador. Y para el ser humano,
proteger y amar la creación, es un derecho y un deber innato, pues nacemos con
él; es universal, ya que se extiende a todo el género humano, en todo tiempo y
lugar; es absoluto, porque puede exigirse a cualquier persona, organización,
autoridad o comunidad entera. Es por tanto un derecho inherente a cada persona,
anterior a cualquier ley o Estado. Es, en definitiva, UN DERECHO HUMANO,
que debe ayudar a “madurar un firme sentido de responsabilidad y un cambio
efectivo en la mentalidad y en los estilos de vida”. (Compendio Doctrina Social de la
Iglesia, 468)
b) LA EQUIDAD AMBIENTAL
Apunta a reconocer que los bienes de la tierra han sido creados para ser sabiamente
usados por todos, compartidos equitativamente por toda la humanidad, buscando
su destino universal. Sin desconocer el derecho a la propiedad privada, hay bienes
esenciales a la vida (sobre todo la tierra, el agua, el aire, el sol) que no pueden ser
acaparados o acumulados por unos pocos, ignorando las necesidades vitales del
prójimo. En frase del Papa Juan Pablo II en su visita a México en 1979 diría que:
“Sobre toda propiedad privada, graba una hipoteca social”.
Es así que la avaricia y el egoísmo, provocan los graves desequilibrios entre ricos y
pobres, como así mismo el desastre ecológico.
La privatización del agua y su mercantilización es por ello anti ético, inmoral e
inhumano.
Como también es inmoral que unos países contaminen o destruyan el planeta para
su supuesto desarrollo, en desmedro de toda la humanidad, sin que ninguna
entidad con autoridad planetaria pueda impedírselo.
c) LA SOLIDARIDAD AMBIENTAL
Parte del sentir la necesidad del otro, como propia, buscando el bien común e
incluyendo a las generaciones futuras. No asumir las carencias o necesidades del
otro (otro, entendido como persona, como grupo, como cultura, como países) y
subsanarlas, es crear nuevas categorías sociales de EXCLUIDOS, privándolos de
bienes esenciales para su vida, y por tanto violando sus derechos básicos.
Ya en 1990 el Papa Juan Pablo II, frente a la crisis ecológica, demandaba en forma
urgente “una nueva solidaridad internacional, especialmente en las relaciones
entre las naciones en desarrollo, y aquellas que están altamente
industrializadas”. (Mensaje Jornada Mundial de la Paz, 1º enero 1990).
d) LA RESPONSABILIDAD AMBIENTAL
Por la intima interrelación y la interdependencia de cada ser de la creación,
debemos estar conscientes de la potencialidades y consecuencias de nuestras
acciones y decisiones.
El Dios Creador nos confía la responsabilidad de cuidar y ayudar a crecer hacia su
perfección a cada creatura. Tarea que nos hace RESPONSABLES, no dueños de
los demás, ni de las cosas. Bien lo entendieron y lo entienden los pueblos
originarios, cuyas propiedades son (o eran), siempre comunitarias, para
compartirlas, para solidarizar, con profunda comunión y fraternidad.
Podemos entender aquí lo anti ético del sistema capitalista, que se siente dueño de
los bienes y hasta de las personas (el ejemplo de Mehuín y otros lugares de Chile)
comprándolas y usándolas según sus intereses particulares y sobre todo
adueñándose y mercantilizando bienes esenciales a la vida humana. Es un sistema
opuesto a la comunión, a la fraternidad y a la justicia. Se hace entonces urgente
EDUCAR a la responsabilidad ambiental que conlleva a una conversión en la
manera de pensar, en el comportamiento y en las actitudes. La responsabilidad
siempre debe ser compartida, es una CORRESPONSABILIDAD, sobre todo en saber
anticiparse a posibles daños a la creación, que pudiera provocar alguna decisión o
política determinada.
Estas cuatro vertientes de la ética del amor nos permiten tomar conciencia que
estamos todos embarcados en una misma y única nave. Si se hunde un costado,
terminará por hundirse el barco entero, pero si se salva un costado, se salva el
barco entero.
Y el problema, además de ético, es también
2. POLÍTICO.
La crisis ecológica exige decisiones urgentes. La creciente demanda energética, la
búsqueda e implementación de energías limpias, el uso y gestión de los bienes de
la naturaleza, la marginación de sectores pobres (= carentes de poder), requieren
romper con la actual estructura de poder político, económico y judicial, que
mantienen una sociedad atrapada en la inequidad, en la exclusión y en la injusticia.
Esta es una situación que amenaza la paz social, y que manifiesta un ALMA DE
CHILE encrispada, anémica de la ética del amor, enferma de cáncer, el cáncer
consumista.
Urge cambiar leyes, pero sobre todo urge cambiar actitudes y decisiones de la
mente y del corazón. Urge recomponer el alma de Chile, y en esto no podemos
seguir privilegiando solo la lógica del poder y la búsqueda de intereses partidistas o
de solo algunos sectores más acomodados de la sociedad.
Los que sirven al país desde el poder político deben buscar el bien del pueblo, que
hoy pasa también por la salud de la naturaleza.
El mismo pueblo debe hacer sentir, sabia y pacíficamente, sus exigencias de
participación en las búsquedas y decisiones, para forjar una sociedad más
equitativa y fraterna.
Si las leyes impiden la realización de una sociedad más equitativa y fraterna; si las
leyes impiden una mayor participación del pueblo en las búsquedas y decisiones; si
las leyes impiden una mayor responsabilidad en la propiedad y gestión de los
bienes de la creación, POR AMOR A NUESTRO PUEBLO Y A NUESTRA TIERRA,
habrá que dar pasos decididos y luchar para cambiar las leyes anti éticas, inmorales
y antidemocráticas que atentan incluso contra la independencia y la paz de nuestro
país.
Me refiero a la ley de privatización de las aguas en Chile, amparada e
impulsada por la actual Constitución Política del Estado.
La ética de la responsabilidad nos llama a materializar los sueños y las
convicciones consensuadas y maduradas por el pueblo, con la voluntad, la
sabiduría y la participación de todos los sectores sociales: autoridades,
políticos, organizaciones y entidades sociales, culturales, populares, educacionales,
religiosas, sindicales, profesionales, científicas, artísticas, etc., medios de
comunicación social, pueblos originarios, poderes del Estado y pueblo en general.
Un dicho medieval planteaba que: “los sabios caminan, los justos corren, los
enamorados vuelan”.
Tenemos el sueño, el convencimiento y el firme compromiso, que DESDE EL
AGUA y sus múltiples problemas y conflictos actuales surja también en Chile un
gran movimiento de participación, de análisis, de discernimiento y de toma de
decisiones que alcance a conquistar la nacionalización de nuestras aguas, con
una nueva legislación constitucional y especifica, para promover UNA
CULTURA DEL AGUA Y DE LOS BIENES NATURALES, más equitativa, mas justa y
solidaria.
Según el dicho medieval, en este proceso social queremos “volar” porque amamos
estos planteamientos.
Amamos a Chile: su gente y su tierra.
Son pasos sociales, políticos y esencialmente éticos que ayudan a construir una
democracia más madura y efectiva con la participación del Estado, de las
comunidades locales, de la empresa privada, etc.
La paz de Chile y el amor por Chile lo exigen. ¡Con urgencia!
Muchas gracias.
+ LUIS INFANTI DE LA MORA, o.s.m.
Obispo Vicario Apostólico de Aysén
SANTIAGO, abril 27 de 2009.
Salón Plenario del Congreso – Santiago