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DE HOYOS FUNKYS, DESPRECIOS COMERCIALES Y EDADES OSCURAS (Por las bocinas se escucha de fondo música de los Bee Gees y en las pantallas aparecen escenas de Fiebre de sábado en la noche). Crítico II: Después del sagrado Avandarazo, el rock en México decayó tan rápido como había subido. En poco tiempo se fue en picada hasta lo más profundo y clandestino, donde permaneció en estado letárgico durante más de diez años. Canal 710, uno de los medios que apoyaba fuerte al rock, suspendió toda su programación rocanrolera, inclusive cesó a los locutores que transmitieron en vivo el Rock y Ruedas. Hubo manifestaciones. Se organizaron por primera vez y en plena calle, tocadas sin permiso, pero nada revivió el movimiento, la mayoría de los grupos fuertes se desbandaron, muchos músicos se dedicaron a huesear1 y pocos aferrados siguieron.2 Moderador: Podemos decir que el rock mexicano se fue al olvido. Crítico I: Más bien se fue al Hoyo. El rock cobró autonomía aunque esto significó desgraciadamente tocar con el máximo de incomodidades y carencias. En los setenta se trato de promulgar ‘¡el rock ha muerto, viva Travolta y las baladas!’, pero la verdad es que todo se encontraba en proceso de metamorfosis. Y aunque el mundo no lo sabía, en México, por lo menos cada quince días había tocadas. Durante esos años una figura femenina y una masculina vivirían un romance que ha durado a la fecha. Formaron una familia y un grupo de rock que se expresa a todo lo que da, me refiero al Tri.3 Crítico II: Pero no solamente fue el Tri, y antes de hacer esa declaración cabría preguntarse ¿Cuándo empezó realmente el rock en México? ¿Fue con los excelentes ‘refritos’ de César Costa, Teen Tops o los Hooligans?. Si recordamos, en Tijuana se escuchó sonar la guitarra del buen Javier Bátiz y la resonante voz de su hermanita Baby. También ahí empezó a saltar a la palestra nada más y nada menos que Carlitos Santana, pero después ¡nada!. El Three Término con que se designa la actividad de un músico que se alquila para tocar en otras bandas. Por lo regular, los intereses del ‘huesero’ van desde lo económico hasta el enriquecimiento de ideas y conceptos musicales ajenos. 2 Aldana, op. cit. 3 Viadas, op. cit., p. 10. 1 Souls, que después dio vida al Tri, fueron los que se dejaron caer con las rolitas en el ‘Metro Balderas’ y eso coincide con la aparición de los hoyos funkys4; lugares apropiados para ese ‘lumpen’ como lo calificaría Marx en múltiples estudios, pero que aquí sencillamente les llamaremos ‘la clase más amolada de nuestro país’: las barriadas, los rockeros de corazón abierto y mentada de madre, con la sonrisa chimuela a flor de labio. Fue ahí donde la leperada era el lenguaje, donde el olor a sudor y a pedo era la ambientación requerida para pasar sus penas con la oscuridad de los barrios y el grito de guerra entre las bandas.5 Crítico I: Fue en esa época cuando Mr. Loco gana el Festival de Japón con la rola Lucky Man. Pocos fueron los que tuvieron la oportunidad de grabar en disqueras importantes. Zigzag y Decibel (banda progresiva de Walter Schmidt y Javier Baviera)lo hicieron con Orfeón, Three Souls in my Mind con Cisne Raf, Cosa Nostra de Memo Briseño consiguió patrocinio de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Toncho Pilatos y la Revolución de Emiliano Zapata con Polydor, estos dos últimos con pésima suerte. El primero pasando desapercibido en su época y el segundo deformando totalmente su propuesta para complacer a los empresarios de la disquera y ganar unos pocos pesos más.6 Crítico II: Todo lo que mencionas es cierto, pero creo que una revisión del rock de manera comercial no ayuda a este debate, las condiciones sociales que se vivieron en ese momento podría darnos una idea de lo que sucedía en el rock mexicano. La década de los setenta significó el resurgimiento lento pero seguro de un rock congruente con cada una de nuestras mentalidades (si tu novia no te las da, déjala ir). También fue un rock urbano lleno de humos citadinos y de histeria ante los abusos de la policía, el ejército, el PRI y en aquel entonces lo inaguantable del sistema. Los setenta, conjuntándose con el comienzo de la apertura democrática, significaron el asentamiento de mentalidades rumbo a la pregunta: Mexicano ¿Cuál es tu rock? La ‘buena’ publicidad cooperó para que se encasillara al joven mexicano, aquél que Una revisión crítico-lúdica acerca del ambiente en estos lugares lo ofrece por un lado Federico Arana en su obra Huaraches de ante azul y por el otro Parménides García Saldaña en sus artículos y crónicas publicadas en Excélsior. 5 La guitarra eléctrica, op. cit., p. 28. 6 Aldana, op. cit. 4 come tacos en la calle, el que inhala cemento en las coladeras, el que suele vérsele de tránsfuga por Bucareli, todos aquellos que no pueden ir a las discotecas de moda con sus chavas, etc. El rock era símbolo de malicia, de satanismo, etc, etc, etc.7 Crítico I: Lo interesante de la década de los sesenta es que se empieza a concebir a la música como susceptible de ser escuchada y bailada sin un grupo en vivo de por medio. Lo de las discotecas es un punto importante porque se llegaron a constituir en la competencia directa del rock nacional. Ya para finales de los setenta y principios de los ochenta, la música disco estaba en su apogeo. Es uno de los momentos más difíciles para el rock mexica. Hay pocos hoyos donde escuchar bandas en vivo: El Lucifer, El Ágora y Hip 70. En este momento surge el suigéneris Tianguis del Chopo que tantos problemas ha enfrentado, sin embargo, es uno de los pilares que mantienen en pie al movimiento. Surgen las primeras bandas punks: Dangerous Rhythm (de Piro), Size (de W. Schmidt que en ese tiempo era director de la revista Sonido e Illybleeding), Hospital X (de Javier Baviera), Los Punks Rockers (primeros en cantar en español), el Síndrome del punk (lidereado por Amaya) y Rebel d’ Punk.8 (Aparecen en pantalla numerosas imágenes de periódicos amarillistas y de noticiarios televisivos) Crítico II: Esas expresiones juveniles fueron tachadas de vandálicas y satanizadas debido al contexto social en el cual se desarrollaban. Las bandas y su organización ‘Los Panchitos’ por ejemplo, la drogadicción y la actitud violenta de los barrios que circundan esta agolpada, caótica, turbulenta y sobrepuesta ciudad, eran tachadas de la misma manera y con la misma pluma. Los conciertos por tanto, debían ser prohibidos por el gobierno puesto que propiciaban el degenere y la drogadicción. ¿Quién no recuerda acaso el concierto de Chicago en el Auditorio Nacional o la primera vez que vino a México Santana, en Puebla, donde reprimieron a todos los asistentes? Hasta hace algunos años, en México se pagaba boleto para asistir a los conciertos y la policía golpeaba a los asistentes. (...) Esto, aunado a un raquítico rock nacional, provocaba que los menos valientes 7 8 La guitarra eléctrica, op. cit., p. 28. Aldana, op. cit. siguieran con los oídos pegados al extranjero, por mera ‘seguridad personal’.9 9 La guitarra eléctrica, op. cit., p. 28.