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Psicología Conductual, Vol. 7, Nº 3, 1999, pp. 417-429
417
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA: FORMAS
INDIFERENCIADAS Y CONDUCTAS ALIMENTARIAS
PATOLÓGICAS EN MUJERES MEXICANAS1
Claudia Unikel Santoncini2
Instituto Mexicano de Psiquiatría
y Gilda Gómez Peresmitré
Universidad Nacional Autónoma de México (México)
Resumen
El objetivo del presente trabajo fue conocer si existe un continuo cuantitativo
en términos de la presencia de síntomas de los trastornos de la conducta alimentaria en diversas muestras de mujeres. El estudio de carácter exploratorio se llevó
a cabo con 6 muestras elegidas de manera no aleatoria tomando en cuenta la
edad (adolescentes y adultas) y la elección vocacional (ballet vs. no-ballet), y su
comparación con un grupo de pacientes con trastorno de la conducta alimentaria. Estos grupos cubrieron un continuo de menor riesgo (estudiantes de escuela
pública y privada, y profesionales no bailarinas) a mayor riesgo (estudiantes de
ballet, bailarinas profesionales y pacientes con trastornos de la conducta alimentaria clínicamente diagnosticadas). Los resultados indicaron la presencia de dicho
continuo, en el sentido señalado, confirmando la situación de riesgo en la que se
encuentran estudiantes y profesionales del ballet para el desarrollo de los trastornos de la conducta alimentaria.
PALABRAS CLAVE: Trastornos de la conducta alimentaria, conductas alimentarias de
riesgo, imagen corporal.
Abstract
The main purpose of the present paper was to obtain evidence of the
existence of a quantitative continuum in terms of the presence of eating disorders
symptoms in several samples of women. The exploratory study was held with 6
non-aleatory samples, considering age (adolescents and adults), and vocation
(ballet vs. non ballet), and its comparison with a group of patients with eating
disorders. These groups covered a range from lower risk (public and private school
students, and professionals non ballerinas) to greater risk (ballet students,
1 Agradecimientos: esta investigación forma parte del proyecto «Alteraciones de la nutrición y
desórdenes del comer, una aportación biopsicosocial en la promoción de la salud», que pertenece al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT), proyecto nº IN301695.
2 Correspondencia: Claudia Unikel Santocini, División de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales,
Instituto Mexicano de Psiquiatría, Calz. México-Xochimilco #101 Col. San Lorenzo Huipulco, 14370,
México, D.F. (México). E-mail: [email protected]
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professional ballet dancers and patients clinically diagnosed). Results showed the
presence of such continuum, in the sense previously determined, confirming the
risk situation ballet students and professionals have for the development of eating
disorders.
KEY WORDS: Eating disorders, risk eating behaviors, body image.
Introducción
La hipótesis del continuo de los trastornos de la conducta alimentaria, propuesta
por diversos autores (Fries, 1977 y Lowenkopf, 1982; Nylander, 1971; Russell, 1972)
y retomada posteriormente en estudios empíricos (Attie y Brooks-Gunn, 1989;
Mintz y Betz, 1988; Striegel-Moore, Silberstein, Frensch y Rodin, 1989; Szmukler,
1985), plantea que existe una transición de las formas indiferenciadas de estos trastornos a las entidades clínicamente descritas, siendo las conductas alimentarias
patológicas la entidad central de todos los síndromes clínicos. La importancia de
este planteamiento no radica en que un individuo presente la enfermedad sino
cuánto de ésta presenta (Striegel-Moore, 1992). Los trastornos de la conducta alimentaria en las mujeres jóvenes representan actualmente un área de creciente preocupación clínica. Es sabido que los síndromes más graves de estos trastornos
(anorexia nerviosa y bulimia nerviosa) se presentan en bajas proporciones, pero en
estudios realizados en la comunidad, las expresiones parciales o subclínicas se
encuentran mucho más extendidas. La preocupación por el comer y la práctica de
dietas son conductas ampliamente difundidas en la población femenina, por lo que
es muy posible que éstas representen un espectro de los trastornos de la conducta
alimentaria, lo cual tiene importantes implicaciones en la prevención de los mismos
(Shisslak, Crago y Estes, 1995).
Para Andersen (1983), los trastornos de la alimentación tienen dos componentes básicos: el temor a aumentar de peso y el temor a perder control sobre el comer.
Tanto la anorexia como la bulimia son motivadas por el deseo de estar delgado y el
temor a estar gordo, independientemente del peso real de la persona. El miedo a
las consecuencias de comer alimentos «prohibidos», generalmente con alto contenido calórico, lleva al individuo a mantener un control estricto sobre su alimentación. Cuando el temor es débil se puede considerar a la persona como un «comedor
preocupado por el peso», mientras que cuando el temor es moderado la persona
mostrará mayor alternancia entre sus conductas controladas o descontroladas del
comer. En la medida en la que la preocupación por el peso se acentúa, se desarrollan las conductas y consecuencias necesarias para diagnosticar anorexia o bulimia
nerviosa (Schlundt y Johnson, 1990). Los estudios realizados en poblaciones de
estudiantes y profesionales del ballet, han señalado la presencia frecuente de características de la anorexia nerviosa, como son grandes expectativas de logro, perfeccionismo, miedo a la obesidad, preocupación por el cuerpo, sumisión y un alto nivel
de actividad. Asimismo, consideran que tanto las reglas de selección como la socialización una vez incorporados a un ambiente altamente competitivo, son los factores que mayormente influyen en el desarrollo de trastornos de la conducta
Trastornos de la conducta alimentaria: formas indiferenciadas y conductas
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alimentaria en estas poblaciones consideradas de alto riesgo (Abraham, 1996; Garner y Garfinkel, 1980, 1987; Hamilton, 1985, 1988; Szmukler, 1985; Warren,
1990).
El presente trabajo, de carácter exploratorio, tiene como principal objetivo conocer si existe un continuo cuantitativo en términos de la presencia de síntomas de los
trastornos de la conducta alimentaria en una serie de muestras seleccionadas
tomando en cuenta la edad (adolescentes y adultos), y la elección vocacional (ballet
vs. no-ballet), y su comparación con un grupo de pacientes con trastorno de la conducta alimentaria. Se asume que los grupos cubren un continuo que va desde
menor riesgo (estudiantes de escuela pública y privada, y profesionales no bailarinas) a mayor riesgo (estudiantes de ballet, bailarinas profesionales y pacientes con
trastornos de la conducta alimentaria clínicamente diagnosticadas). Uno de los indicadores utilizados para seleccionar las muestras fue el tipo de escuela (pública y privada) y la escolaridad y ocupación de los padres, que en conjunto se usan como una
medida del nivel socioeconómico. En estudios previos realizados en México (Aguilar
y Rodríguez, 1997; Ávila, Lozano y Ortiz, 1997; Sánchez y Mójica, 1998), se ha
encontrado que las estudiantes de escuela pública presentan menor número de
indicadores de riesgo relacionados con los trastornos de la conducta alimentaria,
que sus congéneres de escuelas privadas.
Método
Sujetos
La muestra total quedó conformada por 252 mujeres seleccionadas de manera
no aleatoria de las siguientes poblaciones:
1) Estudiantes de escuelas privadas de ballet (n=48), con una media de edad de
15,4 años (DT=1,6). El criterio de selección de las estudiantes fue que dedicaran un
mínimo de cuatro horas y media a la semana a esta actividad en ejercicios de entrenamiento, siendo 7,6 (DT=3,7) el promedio de horas de entrenamiento semanales
informadas por este grupo. El 67% de las madres y el 72% de los padres de estas
estudiantes contaban con estudios profesionales. El 50% de las madres eran amas
de casa y el 30% profesionales, mientras que el 50% de los padres eran profesionales y el 32% empleados del gobierno.
2) Estudiantes de nivel medio y medio superior de escuela pública (n=67), con
una media de edad de 15,2 años (DT=1,9). El 15% de las madres y el 12% de los
padres de estas estudiantes contaban con estudios profesionales. El 71% de las
madres eran amas de casa y el 16% empleadas de gobierno, mientras que el 60%
de los padres eran empleados y el 24% obreros.
3) Estudiantes de nivel medio superior de escuela privada (n=40), con una edad
promedio de 15,2 años (DE=1,1). El 20% de las madres y el 21% de los padres de
estas estudiantes contaban con estudios profesionales. El 55% de las madres eran
amas de casa y el 16% empleadas, mientras que el 53% de los padres eran empleados y el 20% comerciantes.
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4) Bailarinas profesionales (n=43), con edad promedio de 26,8 años (DE=5,6).
Las bailarinas pertenecían a tres de las compañías de danza más importantes de la
ciudad de México y dos grupos de danza de los denominados independientes o no
subsidiados. Las bailarinas mencionaron dedicar un promedio de 8 horas diarias a
su entrenamiento, haber empezado sus estudios de danza a los 10 años de edad
(DT=4,1); y haberse incorporado como profesionales a alguna compañía de danza
a los 19 años (DT=2,3). El 30% de las bailarinas terminó estudios de licenciatura y
el 57% de preparatoria. El 62% eran solteras y el 29% casadas.
5) Profesionales no bailarinas (n=45), con una media de edad de 26,2 años
(DT=3,6). Este grupo quedó formado por mujeres con un mínimo de estudios de
licenciatura que se encontraban ejerciendo su profesión al momento de la investigación. El 51% de las profesionales eran solteras y el 37% casadas.
6) Pacientes con diagnóstico de anorexia y/o bulimia nerviosa (n=9), con un promedio de edad de 23,7 años (DT=5,1). Este grupo se formó con mujeres que acudían o habían acudido a tratamiento psiquiátrico a un hospital público de tercer
nivel de atención en la ciudad de México. El 90% de las pacientes eran solteras y el
10% casadas.
Instrumentos
Los resultados que se presentan forman parte de una investigación más amplia
acerca de la relación entre los trastornos alimentarios y los rasgos de personalidad
en estudiantes y profesionales del ballet (Unikel, 1998). Se utilizó un cuestionario de
formato mixto, con ítems previamente utilizados (Gómez Peresmitré, 1995; Unikel
y Gómez Peresmitré, 1996) y el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota (Butcher, 1992; Hathaway y McKinley, 1995). En el presente trabajo se presentarán únicamente los resultados correspondientes al cuestionario sobre trastornos
de la conducta alimentaria, el cual explora las siguientes áreas: 1) datos sociodemográficos, 2) índice de masa corporal, 3) variables cognoscitivas (distorsión de la
imagen corporal, preocupación por la figura y el peso, satisfacción con la figura), y
4) conductas alimentarias de riesgo. El instrumento en su conjunto mostró utilidad
para detectar sujetos con un trastorno alimentario y con un síndrome subclínico de
los trastornos alimentarios, de acuerdo con el análisis discriminante realizado. Este
análisis señaló que el 67% de los sujetos con un trastorno de la conducta alimentaria y el 98% de los sujetos con un síndrome subclínico fueron correctamente clasificados (Unikel, 1998).
El Índice de Masa Corporal-IMC se utilizó como medida de la proporción
(peso/estatura2) del cuerpo. Se tomaron los parámetros propuestos por Gómez
Peresmitré y Saucedo (1997), Saucedo y Gómez Peresmitré (1997) para adolescentes, y el de Braguinsky (1989) para adultos. Se utilizaron estos valores del IMC por
estar validados en muestras mexicanas el primero y latinoamericanas el segundo, lo
cual se consideró más apropiado para la población en estudio (Tabla 1).
Trastornos de la conducta alimentaria: formas indiferenciadas y conductas
421
Tabla 1
Índice de Masa Corporal y Autopercepción del peso
La distorsión de la imagen corporal, se conoce como el menor o mayor alejamiento concreto, del peso imaginario con respecto al peso real. Para conocer esta
distorsión, se utiliza la fórmula peso real - autopercepción del peso corporal (IMCautopercepción del peso corporal) ambos medidos en una escala de 5 respuestas
(muy delgada a muy gorda) (Tabla 1). La diferencia positiva que resulta se expresa
en términos de sobrestimación, y la diferencia negativa como subestimación; una
diferencia igual a cero se interpreta como percepción adecuada del peso corporal
(Gómez Peresmitré, 1995).
La medición de la satisfacción con la figura se llevó a cabo mediante una escala
de diecisiete ítems con cinco opciones de respuesta (nunca a siempre), elaborados
con base en la escala de satisfacción corporal del Eating Disorders Inventory-EDI
(Inventario de Trastornos Alimentarios) (Garner, Olmsted, Polivy, 1983).
La preocupación por la figura y el peso se midió con tres preguntas referentes al
tiempo destinado a pensamientos sobre comida, el peso y la figura; a la frecuencia
con la cual se pesan y con respecto a la preocupación por engordar. Estas preguntas se calificaron según cinco opciones de respuesta (nunca, algunas veces, frecuentemente, muy frecuentemente y siempre).
Las conductas alimentarias de riesgo se midieron con base en los criterios clínicos del DSM-IV (APA, 1995) utilizando una escala con 5 opciones de respuesta
(nunca, una vez al mes, 2-3 veces al mes, una vez a la semana, dos veces a la
semana o más) en los últimos tres meses. Finalmente, se llevó a cabo un análisis del
número de indicadores clínicos presentes. Se consideró como un indicador clínico la
presencia de sobrestimación del peso corporal, preocupación por la figura y el peso,
insatisfacción con la figura, y la práctica de métodos restrictivos (ejercicio excesivo,
ayunos, dietas, uso de anfetaminas) o purgativos (vómito autoinducido, uso de
laxantes o diuréticos) para bajar de peso.
Procedimiento
El cuestionario se aplicó de manera individual a los sujetos adultos y estudiantes
de ballet, y de manera grupal al resto de las estudiantes. El tiempo aproximado de
aplicación fue de 30 minutos. Las respuestas fueron codificadas y analizadas con el
procesador SPSS para Windows versión 6,1. Para alcanzar los objetivos de la pre-
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sente investigación, se analizó la presencia de conductas alimentarias de riesgo, distorsión de la imagen corporal, satisfacción con la figura y el peso, preocupación por
la figura y el peso, y número de indicadores clínicos, en las diferentes muestras estudiadas. La comparación entre grupos se llevó a cabo mediante análisis de varianza
de una entrada y la prueba Kruskal-Wallis.
Resultados
La distribución del Indice de Masa Corporal de la muestra se observa en la tabla
2. En términos de los valores medios absolutos del IMC, la distribución sigue dos
tendencias mostradas previamente por la literatura: menor peso corporal en adolescentes que en adultas, y menor peso corporal en estudiantes y profesionales del
ballet. El análisis de varianza de una vía arrojó diferencias significativas entre grupos
(F[5,250]=11,89; p<0,0001). La prueba post hoc de Bonferroni indicó diferencias
entre el grupo de estudiantes y profesionales de ballet con los grupos de estudiantes y profesionales de no ballet, mientras que no señaló diferencias con el grupo de
pacientes.
Tabla 2
Distribución porcentual, medias y desviaciones estándar del
Índice de Masa Corporal N=252
Como se observa en la tabla 2, el IMC de las estudiantes y profesionales de ballet
se ubica en las categorías de peso muy bajo hasta normal, mientras que en los
demás grupos el IMC se distribuye en todas las categorías de respuesta, desde muy
bajo peso hasta obesidad. Las profesionales no bailarinas presentaron el mayor
Indice de Masa Corporal de todos los grupos (media=22,1; desviación típica=2,8),
correspondiente a la categoría de peso normal (ver tabla 1).
Distorsión de la imagen corporal
El análisis de distorsión de la imagen corporal mostró que los grupos cuya autopercepción es más distorsionada en dirección de la sobrestimación son los de estudiantes de ballet, bailarinas profesionales y pacientes (33,3%, 39,5% y 66,7%,
respectivamente) (Figura 1). El análisis no paramétrico realizado no mostró diferen-
Trastornos de la conducta alimentaria: formas indiferenciadas y conductas
423
cias significativas, siendo los grupos de pacientes y bailarinas profesionales los que
obtuvieron los valores medios más altos y los de profesionales no bailarinas y estudiantes de escuela pública y privada, los más bajos (Tabla 3).
Tabla 3
Medias y desviaciones estándar de variables cognoscitivas
La autopercepción del peso de las estudiantes de escuela pública, escuela privada y profesionales no bailarinas se adecua bastante bien a su peso real; es decir,
que es en estos grupos en donde se registró menor porcentaje de distorsión de la
imagen corporal.
Figura 1
Distorsión de la imagen corporal
N=252
80
71,1
70
70
66,7
64,6
64,2
60
55,8
Sin distorsión
50
Subestimación
39,5
% 40
33,3
Sobrestimacion
33,3
30
20,9
20
14,9
20
15
15
8,9
10
2,1
4,7
0
0
Escuela pública
Escuela privada
Profesionales
Estudiantes ballet
Bailarinas
Pacientes
En los grupos de mayor peso corporal promedio (estudiantes de escuela pública,
escuela privada y profesionales no bailarinas), se registraron los mayores porcentajes de subestimación del mismo (14,9%, 15% y 20%), respectivamente (Figura 1).
Preocupación por la figura y el peso
El análisis de la variable «preocupación por engordar» señaló que el grupo de
pacientes diagnosticadas se ubicó en el extremo de la mayor preocupación, con una
marcada diferencia con el resto de los grupos; es decir, que se trata de una característica particular de las pacientes que es importante considerar para realizar el
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diagnóstico y como indicador de riesgo en los demás grupos, principalmente en
aquellos en los que el cuerpo tiene importancia clave. El análisis de varianza señaló
diferencias significativas entre grupos (F[5,249]=5,73; p<0,0001), las diferencias se
encontraron entre pacientes es los grupos de estudiantes y profesionales no bailarinas, y entre el grupo de profesionales no bailarinas con el de estudiantes y profesionales bailarinas; sin embargo, no se encontraron diferencias entre los grupos de
estudiantes y profesionales del ballet (Tabla 3).
Satisfacción con la figura y el peso
El análisis de varianza de la escala de satisfacción con la figura y el peso no mostró diferencias estadísticamente significativas entre grupos (Tabla 3). Si bien este
análisis no señaló diferencias, los porcentajes indicaron que el grupo de pacientes
diagnosticadas fue el que mostró el mayor porcentaje de insatisfacción con la figura
(90%), seguido por estudiantes de escuela privada (77,5%) y estudiantes de ballet
(75%). Por el contrario, el grupo de estudiantes de escuela pública fue el que
obtuvo mayor porcentaje en la categoría «sentirse muy satisfecha con su figura»
(12%), mientras que el resto de los grupos informó porcentajes mínimos o nulos en
esta categoría.
Conductas alimentarias de riesgo
Las conductas alimentarias de riesgo mostraron un comportamiento similar a las
demás variables analizadas en cuanto que las pacientes obtuvieron los porcentajes
más elevados (ver figuras 2 y 3), con excepción de la práctica de ejercicio excesivo
y el uso de anfetaminas, las cuales fueron preferidas por las bailarinas profesionales. En general, las respuestas de las bailarinas profesionales se ubicaron en el
segundo lugar al comparar todos los grupos.
Figura 2
Conductas alimentarias de riesgo (tipo restrictivo)
120
100
100
90,7
77,8
80
68,9
69,8
68,8
Ayunos
60
% 60
40
35
32,5
31,3
17,8
15,6
10,4
3
0
4,4
Ejercicio excesivo
23,3
22,9
22,2
6,3
0
Escuela pública
Escuela Privada
Profesionales
Estudiantes ballet
Dietas
Uso de anfetaminas
39,5
22,4
20
55,6
52,1
Bailarinas
Pacientes
Trastornos de la conducta alimentaria: formas indiferenciadas y conductas
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Figura 3
Conductas alimentarias de riesgo (tipo purgativo)
100
88,9
90
80
70
55,6
60
Vómito autoinducido
44,4
% 50
40
30
15,6
20
10
1,5
0
3
7,5 10
8,9
2,5
0
14,6
14,6
18,6
Uso de laxantes
Uso de diuréticos
30,2
20,9
4,2
0
Escuela pública
Escuela privada
Profesionales
Estudiantes ballet
Bailarinas
Pacientes
La práctica de dietas fue la conducta alimentaria de riesgo principalmente referida por las mujeres de la muestra, con porcentajes iguales o mayores a 60, con
excepción de las estudiantes de escuela pública cuyo porcentaje fue mucho menor
(31%), pero de igual manera importante. En segundo lugar, se informó la práctica
de ejercicio para bajar de peso, y en tercer lugar la práctica de ayunos. El uso de
laxantes y diuréticos fue informado en porcentajes más reducidos, aunque el uso de
laxantes en las mujeres profesionales y estudiantes de ballet se elevó al 15%. Las
estudiantes de escuela privada obtuvieron un porcentaje importante en el uso del
vómito autoinducido como método para bajar de peso (7,5%).
El análisis comparativo entre grupos para cada una de las conductas mostró diferencias significativas en todas las prácticas alimentarias de riesgo (ver tabla 4),
siendo las puntuaciones de las pacientes las más elevadas. La práctica de ayunos
(F[5,251]=9,12; p<0,0001), del vómito autoinducido (F[5,251]=29,31; p<0,0001) y
el uso de laxantes (F[5,251]=11,78; p<0,0001) fueron significativamente diferentes
entre pacientes y el resto de la muestra según la prueba post hoc realizada. El uso
de diuréticos (F[5,251]=5,16; p<0,0001), anfetaminas (F[5,251]=6,98; p<0,0001) y
la práctica de dietas (F[5,251]=17,36; p<0,0001) fueron estadísticamente diferentes
entre pacientes y bailarinas profesionales con el resto de la muestra; mientras que
la práctica excesiva de ejercicio (F[5,251]=13,94; p<0,0001) resultó significativamente diferente entre estudiantes de ballet y bailarinas profesionales con el resto de
los grupos estudiados.
Tabla 4
Medias y desviaciones estándar de conductas alimentarias de riesgo
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Número de indicadores clínicos de los trastornos de la conducta alimentaria
El análisis del número de indicadores clínicos arrojó diferencias significativas
entre grupos (F[5,251]=14,06, p<0,0001). La prueba de Bonferroni mostró que los
grupos cuya elección vocacional no es el ballet se unen en un sólo subgrupo y son
estadísticamente diferentes de las bailarinas profesionales y de las pacientes. Por
otro lado, las estudiantes de ballet son diferentes del grupo de escuela pública, pero
no lo son de las estudiantes de escuela privada, profesionales no bailarinas y bailarinas profesionales; mientras que las pacientes son diferentes de todas las demás
muestras (Figura 4).
Las pacientes diagnosticadas fueron las que presentaron el mayor promedio de
indicadores clínicos (media=4,11; desviación típica=0,92) y las estudiantes de
escuela pública el menor (media=1,28; desviación típica=1,09) (Figura 4). El 19% de
la muestra no presentó síntomas, principalmente profesionales no bailarinas (31%)
y estudiantes de escuela pública (27%). El 35% de las estudiantes de ballet y el
51% de las bailarinas profesionales presentaron tres o más indicadores clínicos, en
comparación con el 17% que presentaron profesionales no bailarinas y estudiantes
de escuela privada, y el 12% de estudiantes de escuela pública (Tabla 5).
Discusión
El objetivo del presente trabajo fue conocer si en las muestras de nuestro estudio se confirmaba la presencia de un continuo cuantitativo de menor a mayor riesgo
en términos de la presencia de la sobrestimación del peso corporal, de la insatisfacFigura 4
Promedio de indicadores clínicos de los trastornos de la conducta alimentaria
N=252
4
3,44
3,5
3
2,51
MEDIA
2,5
1,95
2
1,5
1,31
1,4
1,11
1
0,5
0
Escuela pública
Profesionales
Escuela privada
Estudiantes ballet*
* Diferencias con esc. púb., esc. priv. y profesionistas
**Diferencias con con esc. púb., esc. priv. y profesionistas y est. ballet
** Diferencias con con esc. púb., esc. priv. y profesionistas, est. ballet y bailarinas
Bailarinas**
Pacientes***
Trastornos de la conducta alimentaria: formas indiferenciadas y conductas
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Tabla 5
Distribución porcentual del número de indicadores clínicos
N=252
ción con la figura, de la preocupación por la figura y de la presencia de conductas
alimentarias de riesgo tipo restrictivo y tipo purgativo, en muestras de mujeres provenientes de diversas poblaciones: general, de riesgo y clínica. De esta manera, se
esperaba que los grupos con menor riesgo de trastornos de la conducta alimentaria fueran las mujeres adolescentes de escuela pública y privada, y las mujeres adultas no bailarinas; en un punto intermedio las adolescentes estudiantes de ballet y
las bailarinas profesionales, y en el extremo de mayor patología, las mujeres clínicamente diagnosticadas.
Los resultados en función del número de indicadores clínicos mostraron que
efectivamente la distribución del continuo se presenta de la manera planteada, con
la salvedad de que estudiantes de escuela privada mostraron mayor promedio de
indicadores clínicos que las profesionales no bailarinas. No obstante, el grupo de
estudiantes de ballet resultó estadísticamente diferente del grupo de bailarinas profesionales; al observar los análisis de cada una de las variables estudiadas por separado, se encontró que este grupo muestra características propias de los trastornos
de la conducta alimentaria, como son la preocupación por el peso y la figura y la
sobrestimación del peso corporal, así como puntuaciones más elevadas en las conductas alimentarias de riesgo, en comparación con los grupos de estudiantes de
escuela pública y privada y profesionales no bailarinas.
Resulta preocupante que el uso de métodos restrictivos o de purga para reducir el peso corporal sean utilizados por un porcentaje importante de mujeres, sin
ser exclusivos de pacientes diagnosticadas. Esto permite concluir que existen prácticas comunes entre las mujeres que son socialmente aceptadas, en la búsqueda
de una figura corporal idealmente delgada y fuertemente fomentada por los
medios de comunicación social. En particular en el ambiente del ballet en el cual
existen grandes exigencias tanto para la selección como para la permanencia,
debido a que existe una gran presión por mantener un cuerpo delgado y un rendimiento físico constante, sería de particular importancia hacer intervenciones profesionales para proporcionar a las estudiantes herramientas que les permitan
controlar situaciones estresantes como son las evaluaciones y las presentaciones
públicas, así como el paso por ciertas etapas del desarrollo en las que el cuerpo
sufre modificaciones, y que son una amenaza para la permanencia en esta actividad artística.
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Si bien los datos aquí presentados no son nuevos en el campo de la investigación de los trastornos de la conducta alimentaria, son importantes hallazgos para el
reciente inicio de la investigación sistemática realizada en México. La literatura
internacional refiere que estos trastornos son propios de los países desarrollados; sin
embargo, las investigaciones realizadas en México y en otros países en desarrollo,
han dado cuenta de la presencia de estas patologías y de la búsqueda de tratamiento cada vez más extendida, principalmente por mujeres adolescentes y jóvenes
de diversos sectores sociales, lo cual es un indicador importante sobre la necesidad
de llevar a cabo investigaciones que aporten alternativas adecuadas de prevención
y tratamiento para nuestra población.
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