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PSICONEUROINMUNOLOGIA: UNA CIENCIA AL SERVICIO DEL
SER HUMANO
MECANISMOS QUE CONDUCEN A INMUNOPATOLOGÍA
Marianella Castés Boscán, PhD
Laboratorio de Psiconeuroinmunología, Cátedra de Inmunología,
Instituto de Biomedicina, Escuela J.M. Vargas, Facultad de
Medicina, Universidad Central de Venezuela, Apdo.4043, Caracas,
Venezuela. e.mail: [email protected].
"Las personas deben empezar a darse cuenta en que extensión el
cuerpo que le presentan a la medicina para diagnóstico y tratamiento,
es un cuerpo con una profunda experiencia e inteligencia significativa,
informado acerca de sí mismo y su ambiente, e influido por su propia
sensibilidad y conciencia."
George F. Solomon
En la presente ponencia abordaremos una actualización de las bases
científicas de la Psiconeuroinmunología, para luego analizar las
implicaciones que este conocimiento fundamental tiene para el ser
humano. Haremos hincapié en aquellos aspectos actuales y del futuro
inmediato en el cual el conocimiento que se deriva de esta disciplina
está incidiendo en cambios de patrones, creencias y conductas, y como
esto influye en el auténtico bienestar de las personas.
I.- PSICONEUROINMUNOLOGÍA: SUS BASES CIENTÍFICAS
El sistema nervioso tiene la capacidad de regular casi todos los órganos
y sistemas del organismo, incluyendo el cardiovascular, gastrointestinal
y el sistema endocrino. En contraste, se pensaba que el sistema
inmunológico era relativamente autónomo y que se regulaba
internamente por citoquinas producidas por las propias células
inmunológicas. Sin embargo, recientemente se han acumulado
evidencias provenientes de diversos campos que demuestran que el
sistema nervioso y el sistema inmune se pueden comunicar en una
forma bidireccional (Solomon, 1968, Ader, 1975; Locke y col., 1984).
Más aún, se ha propuesto que esta comunicación puede ser esencial
para el correcto funcionamiento del sistema inmune y del propio sistema
nervioso.
La Psiconeuroinmunología (PNI) es la ciencia transdisciplinaria que
estudia las interacciones y comunicación bidireccional entre el
comportamiento, el SNC, el sistema endocrino y el sistema inmunológico
(Figura 1). Las evidencias son de dos tipos: a) evidencias directas que
apoyan la interacción entre el sistema nervioso y el sistema inmune, de
tipo anatómicas y fisiológicas y que indican una relación directa entre
estos dos sistemas; b) evidencias indirectas que demuestran que
durante disturbios psicológicos, el sistema inmune se puede alterar, lo
que puede influir en la resistencia a las enfermedades y el curso de las
mismas. Los aspectos clínicos de la PNI van desde el entendimiento de
los mecanismos biológicos bajo la influencia de factores psicosociales,
hasta los aspectos biorregulatorios que incluyen la red compleja de
interacciones
generadas
por
los
sistemas
neuroendocrino
e
inmunológico, en el mantenimiento de la salud y en la lucha contra las
enfermedades (Solomon, 1993, 1995).
II-EVIDENCIAS ANATÓMICAS, FISIOLÓGICAS Y FUNCIONALES
QUE DEMUESTRAN QUE EL SNC, EL SISTEMA ENDOCRINO Y EL
SISTEMA INMUNOLÓGICO SE COMUNICAN ENTRE SÍ.
II.1. - Evidencias anatómicas
Extensivas investigaciones en esta área han determinado los criterios de
neurotransmisión que expondremos a continuación: 1.) Existen
compartimientos específicos en los órganos linfoides que llevan a cabos
funciones específicas; 2.) Las fibras nerviosas, noradrenérgicas (NA),
peptidérgicas y colinérgicas inervan selectivamente mucho de estos
compartimientos tanto en los órganos primarios como en los
secundarios (Felten, 1985, 1992). Se ha observado que hay una mayor
densidad de inervación peptidérgica y NA en áreas de células T, y solo
muy ocasionalmente se encuentran fibras nerviosas en áreas
dependientes de linfocitos B.. En los órganos linfoides existen también
sitios que contienen una mezcla tanto de macrófagos como de linfocitos
T y B, que es donde generalmente ocurre la presentación antigénica, y
se ha visto que éstas áreas muy a menudo están inervadas densamente
por nervios que contienen noradrenalina y neuropéptido Y (NPY). 3.) Los
neurotransmisores liberados en estos nervios pueden influir en
funciones específicas de las subpoblaciones de células en estos sitios
(Felten, 1996). Además esta comunicación es bidireccional ya que
también se ha demostrado que productos de las células inmunes tales
como citoquinas y quimoquinas pueden ser liberadas por las células
linfoides y modular la actividad terminal nerviosa, su viabilidad y la
liberación de neurotransmisores (Bellinger y col., 1992; Brenneman,
1992) . Adicionalmente, estos productos pueden entrar en la circulación
para proporcionar una retroalimentación al CNS. 4.) Se ha demostrado
también la presencia de receptores en los linfocitos (Staehelin y col.,
1985), macrófagos (Abrass y col., 1985) y neutrófilos (Davies y
Lefkowitz, 1980). 5.) El desarrollo de ciertas enfermedades,
especialmente enfermedades autoinmunes, dependen de interacciones
complejas en múltiples sitios, entre el sistema inmune y el nervioso
(Bellinger y col., 1998; Brenneman y col., 1993). Dependiendo de cómo
los nervios del tejido linfoide responden a una respuesta inmune
determina si ésta podrá eliminar exitosamente el antígeno y regresar al
estado de homeostasis, o si por el contrario puede precipitar o
determinar la severidad de una inflamación neurogénica y/o estados de
inflamación crónica (Stead y col., 1987).
II.2.- Evidencias funcionales
Las evidencias funcionales provienen de las lesiones practicadas en
diversas regiones del cerebro, lo cual redunda en una alteración de
diversos parámetros de la respuesta inmunológica (Berczi y Nagy,
1991). Por ejemplo, lesiones electrolíticas del hipotálamo se han
asociado con una variedad de alteraciones inmunológicas, incluyendo
disminución de fenómenos tales como la anafilaxia, hipersensibilidad
retardada, producción de anticuerpos y rechazo de transplante
(Luparello y col., 1964; Macris y col., 1970). Por el contrario, lesiones
en el hipocampo resultan en un aumento del número de células
esplénicas, mientras que lesiones en otras regiones producen una
disminución del número de esas células (Brooks, 1982).
También existen algunas evidencias de lateralidad, en la relación entre
las regiones del cerebro y la inmunidad. En algunos estudios, cuando las
lesiones se producen en la neocorteza izquierda se suprimen ciertas
respuestas de células T, en cambio cuando las lesiones se dan en el lado
derecho este fenómeno no ocurre ( Biziere y col., 1985).
II.3.- Evidencias fisiológicas
Las evidencias fisiológicas han demostrado que las células de órganos
primarios y secundarios del sistema inmunológico, son capaces de
producir hormonas y neurotransmisores, mientras que las glándulas
endocrinas clásicas, y componentes del sistema nervioso, como
neuronas y células gliales pueden producir gran variedad de citoquinas.
De hecho la distinción entre lo que es un neurotransmisor y una
citoquina cada vez se hace más difusa, ya que los nervios pueden
sintetizar citoquinas como la IL-1, IL-6 y la células del sistema inmune a
su vez pueden sintetizar y secretar neurotransmisores o neurohormonas
como la CRH (hormona liberadora de corticotropina), el NPY y el péptido
vaso-intestinal (VIP). Así mismo, se ha comprobado que puede ocurrir
tanto modulación sinergística, como contrasinergística, entre los
neurotransmisores y las citoquinas o entre dos neurotransmisores.
Además, las células de los sistema sinmune y neuroendocrino expresan
receptores para todos estos tipos de moléculas. Las evidencias que
apoyan estos conceptos se han agrupado y serán expuestas a
continuación:
II.3.1) Evidencias que indican que los leucocitos pueden producir
hormonas, neurotransmisores y neuropéptidos:
Hasta el momento se han identificado más de veinte péptidos
neuroendocrinos y/o su ARNm en células del sistema inmune, que
probablemente median efectos autocrinos, paracrinos o endocrinos en la
fisiología de los sistemas inmune y neuroendocrino. En algunos casos,
las moléculas son idénticas a la producida por el sistema
neuroendocrino, como la ACTH, o tienen ligeras modificaciones, como
las endorfinas y el Péptido Vasoctivo Intestinal (VIP). Otras hormonas y
neurotransmisores producidos por los leucocitos son: Tirotropina (TSH),
CRH, Gonadotropina Coriónica (CG), Hormona de Crecimiento (GH),
Hormona Luteinizante (LH), Prolactina, Arginina Vasopresina (AVP),
NPY, Oxitocina, Somatostatina, Sustancia P (Blalock, 1994).
El timo, órgano central del sistema inmune, se ha definido
tradicionalmente, como un órgano neuroendocrino. Este concepto se
asignó exclusivamente por su producción de hormonas tímicas, que
tienen un papel muy importante en el buen funcionamiento de la
respuesta inmune. Sin embargo, además de las hormonas tímicas
tradicionales al presente se han descrito diferentes mediadores
neuroendocrinos que también son producidos en el timo, entre ellos los
siguientes (Wilder, 1995): Hormona liberadora de Hormona luteinizante
(LHRH), Sustancia P, Hormona estimuladora de tirotropina (TSH),
Somatostatina, CRH, ACTH, Oxitocina, Endorfinas, Prolactina, VIP,
Norepinefrina,
Encefalinas,
GH,
Neurofisina,
AVPLH,
Desoxicorticoesterona.
Por otro lado, las células T producen proteínas que influencian el
crecimiento y diferenciación de varias células neurales, en algunos casos
estos factores se han identificado y se han caracterizado parcialmente,
entre ellos el Factor promotor de crecimiento de células gliales (GGPF) y
el Factor de crecimiento de Oligodendrocitos (Goetzl, 1990).
II.3.2) Evidencias que indican que los leucocitos, expresan
receptores en la membrana para una diversidad de hormonas,
neurotransmisores y neuropeptidos:
Para una regulación neuroendocrina de la respuesta inmune, se necesita
que las células que integran el sistema inmune, expresen en su
membrana receptores específicos para péptidos neuroendocrinos. Se ha
demostrado que las células inmunitarias tienen sitios de unión de alta
afinidad para la mayoría de los péptidos neuroendocrinos conocidos. Así,
se han descrito:
1) Receptores en el modelo humano para: péptidos
(encefalinas, endorfinas, y dinorfinas), prolactina, y ACTH.
opioides
2) Receptores en modelos experimentales para: GH, Prolactina,
Sustancia P, VIP, así como receptores para Hormonas Liberadoras entre
ellas, CRH, TRH y la Hormona Liberadora de Hormona de Crecimiento
(GHRH).
Estudios bioquímicos y fisicoquímicos han demostrado similitud entre los
receptores para ACTH o para péptidos opioides, obtenidos de células del
sistema inmune o del neuroendocrino ( Blalock, 1988, 1994).
II.3.3)
Evidencias
neurotransmisores
inmunoregulador:
que
indican
que
y
neuropeptidos
las
hormonas,
tienen
efecto
Múltiples tipos de células, pueden ser blanco de péptidos
neuroendocrinos, estas incluyen células del sistema inmune, células
accesorias y células del epitelio vascular. Asimismo, estos péptidos
pueden ejercer un efecto directo sobre células inmunitarias o un efecto
indirecto sobre la función inmune, a través de la liberación de
citoquinas, mediadores de inflamación, y otras moléculas señaladoras, o
a través de alteraciones en la actividad de fibras nerviosas en los
órganos linfoides, o más aún, a través de acciones sobre los vasos
sanguíneos ,lo cual influencia el tráfico de los linfocitos , la
permeabilidad vascular, y el flujo sanguíneo ( Bellinger , 1992,2001).
La literatura existente acerca del efecto de hormonas y
neurotransmisores sobre la respuesta inmune es muy extensa, y con
resultados contradictorios, sin embargo, al presente se pueden agrupar
muchas de estas moléculas, en base a los efectos más frecuentemente
descritos, en modelos experimentales tanto in vivo como in vitro. Un
resumen de los efectos sobre la respuesta inmune, de los péptidos
neuroendocrinos más estudiados son los siguientes:
INMUNOESTIMULADORES: Sustancia
Dehidroepiandrosterona (DHEA), GH.
P,
Prolactina
INMUNOSUPRESORES: Glucocorticoides,
ACTH,
Adrenalina
Serotonina y Hormona estimuladora de melanocitos (MSH)
y
INMUNOMODULADORES: Opioides, VIP, Hormonas sexuales, CRH y
Hormona estimuladora de melanocitos (MSH)
II.3.4 Evidencias que indican que células residentes en el
sistema nervioso producen citoquinas inmunológicas:
La interacción de los sistemas nervioso e inmune después del desarrollo,
está restringida principalmente a los casos de infecciones patogénicas y
lesiones traumáticas. El macrófago es la célula inmunitaria más
frecuentemente asociadas con lesiones y su papel como en cualquier
otro órgano es el de remodelar el tejido dañado y promover la
cicatrización. Las actividades de éstas células, incluyen entre otras, la
secreción de un amplio espectro de citoquinas que poseen propiedades
tróficas, mitogénicas y quimiotácticas. Estas actividades, afectan el
comportamiento de las células residentes en el área vecina al daño.
Debido a esto, los macrófagos son los principales productores de
citoquinas en los sitios de lesión, pero las células residentes,
especialmente los astrocitos pueden servir también de fuente primaria
para múltiples factores de crecimiento y citoquinas. Algunas de las
citoquinas producidas por macrófagos, también son producidas y
secretadas por los astrocitos, como son IL-1, TNF y TGF-ß. Además, los
astrocitos producen otras citoquinas, como los Factores Estimulantes de
Colonias (CSFs) que pueden a su vez actúar sobre los macrófagos,
determinando una retroalimentación paracrina, donde factores derivados
de células sanguíneas y citoquinas derivadas de células astrogliales se
regulan mutuamente ( Rev en Lotan y Schwartz, 1994).
Las células microgliales del SNC, que se derivan de monocitos en
sangre, producen muchas de las citoquinas sintetizadas por otros
fagocitos mononucleares, entre ellas, IL-1, IL-3, IL-6. Por otro lado, las
microglias, tambien procesan antígenos, expresan moléculas MHC clase
II y por lo tanto actúan como células presentadoras de antígeno. Los
astrocitos producen IL-1, IL-3, IL-6, IFN-alfa , IFN-ß, TNF-alfa, y GMCSF, en algunos casos solo después de ser estimulados por otras
citoquinas o por endotoxina. Estas células normalmente no expresan
moléculas MHC clase II, pero lo pueden expresar por acción del IFN, y así presentar antígeno a los linfocitos T (Rev. en Goetzl y col.
1990). Otra fuente de citoquinas son las neuronas dañadas, que liberan
TGF-ß y Factor de Crecimiento de Fibroblastos (FGF) en el sitio de la
lesión ( Rev en Lotan y Schwartz 1994).
En base a lo reportado en la literatura, las citoquinas producidas por
células residentes en el sistema nervioso, se pueden resumir de la
siguiente manera:
IL-1: Producida por Macrófagos/microglias, astrocitos y actúan sobre
astrocitos.
IL-6: Monocitos/microglias, astrocitos, fibroblastos y actúan sobre
astrositos y oligodendrocitos.
TNF: Macrófagos/microglias, astrositos y actúan
oligodendrocitos y células endoteliales vasculares.
sobre
astrocitos,
TGF-ß: Macrófagos, astrocitos, neuronas y células del endotelio vascular
y actúan sobre astrocitos y macrófagos.
CSFs: Astrocitos y neuronas y actúan sobre microglias y macrófagos.
II.3.5) Evidencias que indican que las citoquinas leucocitarias
tienen efecto sobre el sistema neuroendocrino
La producción de ciertas citoquinas en infecciones, o en el transcurso de
una respuesta inmune afectan el comportamiento y la función del SNC,
mediando la respuesta febril, la fatiga, la disminución del apetito, la
somnolencia que acompañan estos estados. El fenómeno conocido como
comportamiento de la enfermedad ("sickness behaviour) es un buen
ejemplo de esto.
El comportamiento de la enfermedad se define como una constelación
de síntomas no específicos que acompañan la inflamación y la infección
y que incluye, fiebre, cambios fisiológicos y de comportamiento, que
produce: letargia, somnolencia, depresión, falta de apetito y sed y
disminución de la exploración social. El comportamiento de la
enfermedad es la expresión de una estrategia altamente organizada que
es crítica para la sobrevivencia del organismo. La enfermedad es una
motivación, que se define como, un estado central que reorganiza la
percepción y la acción ante una amenaza de infección por patógenos
(Miller, 1964; Hart, 1988) . Un individuo enfermo no tiene las mismas
prioridades que una persona sana (Figura 2), esta reorganización de
prioridades está demostrado que está mediada por efecto de las
citoquinas IL-1, IL-6 y TNF-alfa (Dantzer, 1999, 2001; Meyers, 1999).
También es importante mencionar a este respecto que hoy en día se
sabe sin lugar a dudas que las citoquinas son capaces de atravesar la
barrera hemato-encefálica por diversos tipos de mecanismo que van
desde el transporte saturable, reabsorción y la simple fuga (Banks,
2001).
En el sistema neuroendocrino también se ha encontrado una amplia
distribución de receptores específicos para citoquinas. Así, se han
localizado receptores para la IL-1 en hipocampo, hipotálamo y glándula
pituitaria. Estos receptores tiene características bioquímicas parecidas a
los descritos para el sistema inmune (Falaschi y col. 1994). Por otro
lado, diferentes citoquinas estimulan el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal
(HPA), en diferentes sitios de acción ( bien sea en hipotálamo, o en
pituitaria o glándulas adrenales).
La IL-1 activa el eje HPA, con estimulación de ACTH y liberación de
catecolaminas por un mecanismo que envuelve liberación de CRH
hipotalámico, lo cual consecuentemente estimula la liberación de
glucocorticoides. De manera similar la IL-6 también es un potente
estimulador de la secreción de cortisol adrenal como consecuencia de la
activación del eje HPA, por aumento del CRH (Wilder, 1995). Sin
embargo, en el caso de IL-2 y TNF, que también activan el eje HPA,
parece que los mecanismos son diferentes (Weigent y col. 1990). El IFN
causa un aumento en la producción de esteroides por células adrenales
en forma similar a la inducida por la ACTH, induce la síntesis de
melanina por células de melanoma en forma similar a la inducida por la
MSH, excita neuronas y tiene efectos similares a los opioides (Weigent y
col. 1990).
Por otro lado, las citoquinas son capaces de alterar la actividad
bioeléctrica de neuronas en ciertas regiones del cerebro. En relación a
esto, se ha reportado que la administración intracerebral de IL-1 y de
IL-2 produce aumentos significativos en la frecuencia de descarga
neuronal. Además, otra serie de estudios ha demostrado, que diferentes
citoquinas que incluyen a la IL-5, IL-7, IL-9 y TGF-ß, están involucrados
en la diferenciación neuronal ( Savino y Dardenne 1995).
Todas estas evidencias han permitido proponer que hormonas derivadas
de los leucocitos sirven como reguladores endógenos del sistema
inmune, así como mensajeros de la información del sistema inmune al
sistema neuroendocrino. Así mismo, las citoquinas u otros productos de
secreción del sistema inmune pueden determinar la estimulación directa
de las fibras nerviosas sensoriales.
III.- COMUNICACIÓN ENTRE EL SISTEMA INMUNE Y EL SISTEMA
NERVIOSO
Numerosos estudios indican que el cerebro responde a cambios
inmunológicos. Como explicamos anteriormente, ha sido demostrada
una regulación neuro-endocrina de la respuesta inmune. Sin embargo,
para que un circuito regulador se establezca debe ocurrir que cuando las
condiciones básales del sistema a regular, en este caso el sistema
inmune, se modifican, este sistema tiene que enviar algún mensaje que
informe al sistema que ejerce la regulación (las estructuras neuroendocrinas), sobre su estado actual. A su vez, el sistema que ejerce la
regulación tiene que responder emitiendo señales apropiadas (hormonas
y neurotransmisores). Luego, estas señales, derivadas del sistema que
ejerce la regulación, tienen que ser capaces de modificar el sistema a
ser regulado, es decir el sistema inmune. Estos postulados se cumplen
para el sistema inmune y el sistema neuro-endocrino. Es así, que
Besedovsky y colegas (1977), demostraron que la inoculación de ratas
con glóbulos rojos de carnero producía un aumento significativo en las
células hipotalámicas 5 días después de la inyección. Del conjunto de
estos estudios se han podido extraer diversas conclusiones sobre estas
interacciones:
III.1.- La respuesta inmune induce respuestas endocrinas
Se ha demostrado un aumento en los niveles de corticosterona
plasmática durante el pico de la respuesta inmune en ratas y ratones
que recibieron eritrocitos de carnero. La magnitud del incremento es
proporcional a la magnitud de la respuesta inmune, y los niveles de
glucocorticosteroides alcanzados son inmunosupresores (Besedovsky y
col., 1979). Los aumentos en los niveles de corticosterona son
acompañados por aumento en los niveles plamáticos de ACTH.
III.2.- La respuesta inmune induce respuestas autonómicas
Precediendo al pico de la respuesta inmune a eritrocitos de carnero, se
ha observado una disminución en el contenido de noradrenalina (NA) en
el bazo (Besedovsky, 1979, 1983). En órganos no inmunológicos no se
observan cambios similares. Estos datos sugieren que la respuesta
inmune puede inhibir la actividad de fibras simpáticas que inervan
órganos linfoides, favoreciendo el desarrollo de la respuesta inmune y
también modificando el flujo sanguíneo en los órganos inmunológicos,
favoreciendo la recirculación de células linfoides.
III.3 La respuesta inmune induce cambios en el sistema nervioso
central
Estudios electrofisiológicos han demostrado que durante la respuesta
inmune se produce un aumento en la frecuencia de descargas de
neuronas del hipotálamo medio. El máximo aumento se detecta en el
día pico de la respuesta inmune. Estudios bioquímicos han demostrado
que la síntesis de NA disminuye en el hipotálamo y en el tallo encefálico
durante el pico de la respuesta inmune a eritrocitos de carnero
(Besedovsky 1983).
Los cambios neuro-endocrinos y centrales observados durante la
respuesta inmune deben ser mediados por señales originadas en
elementos del sistema inmune. Así se ha podido demostrar que la IL-1,
la IL-6 y el TNF (factor de necrósis tumoral) son capaces de estimular el
eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (Besedovsky y col., 1991).
IV. - RESPUESTA INMUNOLÓGICA Y CONDICIONAMIENTO
Una de las primeras observaciones que implicaban un papel para el SNC
y la respuesta inmune fue la demostración en 1926 de un
condicionamiento clásico de la respuesta de leucocitos a un antígeno
(Metalnikov y Chorine, 1926). Más reciente, Ader y Cohen, 1975,
condujeron unos experimentos sumamente elegantes confirmando el
condicionamiento de la respuesta inmunológica. Se utilizó la
ciclofosfamida (CF) como estímulo no-condicionado (ENC). El agua con
sacarina fue usada como estímulo condicionado (EC). El ENC fue
apareado con el EC, es decir la CF y el agua con sacarina fueron
administrados a un grupo de ratas simultáneamente. Así mismo, el ENC,
y el agua con sacarina fueron administrados solos a un grupo de ratas.
Las ratas expuestas a la combinación del ENC-EC apareados y luego al
EC (agua con sacarina) solamente, demostraron una respuesta de
anticuerpos contra glóbulos rojos de carnero disminuida, en
comparación con los animales que recibieron los estímulos por
separado. Así, el efecto supresor de la CF fue inducido en respuesta al
agua con sacarina sola, indicando un condicionamiento clásico de la
respuesta inmune. Otros investigadores han logrado replicar estos
estudios y han demostrado por ejemplo que la actividad de las células
NK puede ser aumentada a través de un condicionamiento clásico
(Solvason y col., 1988). Este fenómeno tiene implicaciones biológicas ya
que el mismo ha sido usado para modificar el resultado de una
enfermedad autoinmune parecida al lupus eritematoso sistémico (LES)
en un modelo experimental de las ratas NZBXNZW que son susceptibles
al LES (Ader y Cohen, 1981, 1982).
V- MODELO DE INTERACCIÓN ENTRE EL SNC, EL SISTEMA
ENDOCRINO Y EL SISTEMA INMUNOLÓGICO: EFECTO DEL ESTRÉS
Estrés es la respuesta del organismo a influencias ambientales las cuales
tienden a empujar las funciones del sistema fuera de su balance normal.
Un estresante es un estímulo que induce una respuesta fisiológica
anormal. En la figura 3 se demuestra la interacción entre el SNC, el
sistema endocrino y el sistema inmunológico, explicando los eventos
que se suceden cuando el SNC procesa la información sobre eventos
estresantes, tanto de orden emocional como físico, lo cual va a
depender del estado actual del individuo, así como de sus experiencias
pasadas que le servirán de base para la interpretación de dichos
eventos. Esta información viaja a través del SNC, tanto por la vía del eje
hipotalamo- pituitaria -adrenal (eje HPA) como por la vía autonómica,
hasta el sistema inmune. En el primer caso se produce la liberación de la
hormona liberadora de corticotropina (CRH) por parte de las neuronas
en el hipotálamo, que induce a la glándula pituitaria a liberar a la
circulación la hormona corticotropica adrenal (ACTH) la cual actúa a
nivel de la zona cortical de las glándulas adrenales, resultando en la
secreción de glucocorticoides, los cuales tienen conocidos efectos
inmunosupresores (Munck y col., 1984). Por la vía autonómica a nivel
de la zona medular de las glándulas adrenales se produce las
catecolaminas, nor-adrenalina y adrenalina, esta última, también con
conocidos efectos inmunosupresores. Es decir que el estrés ya sea por la
vía neuroendocrina o por la vía autonómica conduce a la liberación de
moléculas en las glándulas adrenales que tienen un efecto supresor
sobre la respuesta inmune.
Un ejemplo del funcionamiento de este mecanismo se observa en los
deprimidos crónicos, en quienes se ha demostrado que la producción de
GC aumenta por encima de los valores normales, lo cual puede
incrementar considerablemente el riesgo de enfermedad (Stein, Miller y
Trestman, 1990).
Todos estos hallazgos de laboratorio correlacionan con una literatura
científica relativamente consistente que sugiere que individuos que
experimentan cambios negativos en su vida reciente tienen un mayor
riesgo de contraer una variedad de enfermedades incluyendo
enfermedades infecciosas (Cohen y Syme, 1985). Así mismo, en varias
condiciones de estrés crónico tales como: viudez, divorcio, pobre
relación marital, familiares de pacientes con Alzheimer y estrés
académico (Kiegolt-Glaser y col.,1985, 1987 a y b), se ha encontrado
una disminución de parámetros inmunológicos tales como: disminución
de la actividad de las células "natural killer" (esenciales en la lucha antitumoral), aumento del cortisol plasmático (que causa una supresión de
la respuesta inmune), disminución de la respuesta de células T frente a
mitógenos (esenciales en la lucha contra una diversidad de patógenos) y
aumento de los títulos de anticuerpos contra el virus de Epstein Barr
(evidencia de una reactivación viral). Por ejemplo, los viudos (as)
generalmente tienen una mayor morbilidad y mortalidad que los
controles apareados y experimentan una mayor incidencia de mortalidad
por cáncer que la población en general (Verbrudge, 1979).
VI.-PSICONEUROINMUNOLOGÍA AL SERVICIO DEL SER HUMANO
VI.1.- Psiconeuroinmunología al servicio de la integración del ser
humano
La psiconeuroinmunología (PNI) se mueve armoniosamente en dos
terrenos, por un lado mira hacia adentro al nivel más detallado de la
química del cuerpo y al mismo tiempo mira hacia fuera en los ámbitos
más generales de las emociones y la salud. Hace uso de diferentes tipos
de alta tecnología que le sirven para analizar las moléculas y los genes
en sus más mínimos detalles, e incluso para simular el funcionamiento
de órganos completos como el cerebro. Por lo tanto, la PNI sirve de
enlace entre diferentes disciplinas de las ciencias básicas tales como la
inmunología, la neurobiología, endocrinología, y hace el puente con
campos especializados de la medicina tales como la psiquiatría y la
reumatología. También conecta, a las ciencias básicas con la medicina
clínica y ambas con la psicología particularmente con esos aspectos
intangibles pero de esencial contribución para la comprensión del ser
humano, como son los sentimientos y las emociones.
Probablemente era necesario pasar por el ejercicio de una alta
especialización desde el tiempo de Descartes y Bacon hasta la mitad del
siglo pasado para obtener el nivel de entendimiento detallado del
organismo que tenemos hoy en día. Sin embargo, lo que está resultando
es que cada disciplina está tan abrumada con los detalles, que pareciera
que el todo se perdió en esas partes, en lo que al dominio de la salud se
refiere. Por lo tanto, la psiconeuroinmunología está retomando el camino
de la integración y está desmontando las barreras que se derivan del
incremento exagerado en la especialización y su consecuente
arrogancia, que no es otra cosa que el miedo a la ignorancia en el
campo del otro. El resultado final de esta ciencia no es otro que
reconstruir la psique y el cuerpo completos de nuevo, donde el espíritu
no quede excluido. Implica retomar la conexión y el significado de
realmente quienes somos, como seres humanos totales, lo cual redunda
en el descubrimiento de todo nuestro potencial físico, afectivo,
intelectual y trascendental.
VI.2.- Psiconeuroinmunología: encuentro de la ciencia y la
cultura popular
La psiconeuroinmunología está destinada a convertirse en un punto de
encuentro entre la ciencia y la cultura popular. Debe hacer posible, que
la ciencia escéptica, que según la tradición de Descartes y Bacon afirma,
que un hecho no es real, a menos que pueda ser observado,
documentado, medido y entendido, pueda acercarse a la persona, que
cuando se siente enferma, o tiene un dolor, aún en ausencia de
evidencias, sabe desde su corazón, que lo que está sintiendo es real. La
forma como esta ciencia emergente puede cumplir esta difícil tarea es
convenciendo a ambos lados del punto de vista del otro. Para los
científicos, la observación experimental, desde todos los ámbitos de
estudios, desde la biología celular y molecular tanto en modelos
experimentales como humanos, puede llevar a una definición más fina y
detallada de la complicada red de conexiones entre el sistema inmune y
el sistema nervioso. A través de este conocimiento los intrincados
mecanismos de la enfermedad pueden ser develados, abriendo nuevas
vías de tratamientos en esto momentos impensables para la curación de
ciertas enfermedades.
Parte del futuro en el campo de la PNI incluye identificar que
componentes de la respuesta fisiológica se pueden modificar mediante
el aprendizaje de nuevas técnicas de afrontamiento del estrés, y cuales
no pueden ser modificadas excepto por intervención médica.
Esta ciencia permitirá identificar cuáles de estos comportamientos y
respuestas fisiológicas frente a situaciones estresantes son heredadas y
cuales son aprendidas, incluso desde épocas tan tempranas como la
gestación y los primeros años de vida. A partir de todas estas piezas del
rompecabezas, será posible determinar las consecuencias emocionales
que pueden ser cambiadas, con intervenciones basadas en el
aprendizaje. Entendiendo los componentes activos de las prácticas de
relajación (Castés, 2002), los médicos y los profesionales de la salud
pueden ayudar mejor a las personas a escoger las herramientas que
puedan ser útiles para sus pacientes y así incluirlos en su arsenal
terapéutico. Si esto además se hace con la aceptación del profesional,
de acuerdo a lo que nos informa la Psiconeuorinmunología esto tendrá
un efecto mas positivo en el proceso de recuperación de esa persona.
VI.3.- La psiconeuroinmunología frente a la culpabilidad y la
victimización y su contraparte la responsabilidad
Un aspecto importante que hemos vivenciado y que nos hemos visto
forzados a reflexionar en el manejo de las personas con cáncer que
participan en los programas de apoyo psicosocial de FUNDASINEIN
(Castés, 2000) es un concepto generalizado por la cultura de la nueva
era, que tiene que ver con la culpabilidad que experimentan ciertos
pacientes frente a su enfermedad. La idea subyacente es que si la
persona creo su enfermedad también podrá deshacerse de ella. Esto en
contraste con la otra postura de sentirse víctima de la enfermedad. En
contraposición a estos modelos la psiconeuroinmunología privilegia el de
la responsabilidad. Cuando una persona se hace responsable, no
culpable, deja de ser víctima, para asumir la responsabilidad, es cuando
tiene la oportunidad de cambiar las cosas. Las víctimas no pueden
cambiar nada, pues justamente son víctimas de las circunstancias
externas, y siempre hay situaciones u otras personas que son los
culpables. Así que el conocimiento que se obtiene a partir de esta
ciencia también puede ayudar a los pacientes que escogen estos
caminos, y que fallan en darse cuenta que no es "su culpa" si están
enfermos. Puede ser que en su caso, no importa cuánto esfuerzo hagan,
sus genes, respuestas hormonales, e inmunes les impide reaprender
nuevos modos de responder al estrés, en forma eficaz como para
cambiar sus respuestas biológicas. En tales casos, esta ciencia puede
enseñarnos como combinar medicinas derivadas del entendimiento de
las conexiones entre el SNC y el sistema inmune con prácticas derivadas
de siglos de uso, rescatadas de nuevo por un entendimiento de la
ciencia que está detrás de ella. Contribuir a aligerar el sufrimiento que
está presente cuando las personas están enfermas especialmente con
aquellas que ponen su vida en peligro y ayudarlas con amor y
compasión en ese intrincado laberinto de opciones y posibilidades, con
un manejo adecuado de las emociones que se desbordan en esos
momentos,
es
un
aspecto
sumamente
humano
de
la
Psiconeuroinmunología. Esta combinación de la ciencia con la
humanidad de la persona enferma, es uno de las contribuciones mas
ricas de la Psiconeuroinmunología.
VI.4.- La psiconeuroinmunología y la relación médico-paciente
Los principios que subyacen en esta nueva ciencia también están
proporcionando las bases científicas para los médicos y los profesionales
de la salud, para que sean capaces en ciertos momentos de tomar
distancia, y no solo concentrarse en el aspecto físico de la persona, sino
más bien escucharla, reconociendo además que las emociones juegan
un papel muy importante en la salud y la enfermedad. Esto puede
ayudar a los médicos a entender que tienen que tomarse un tiempo
para escuchar lo que los pacientes tienen que decirle, entendiendo que
ese tiempo es una parte importante en su proceso de curación. También
puede ayudarlos a pensar en el paciente como un todo y tratarlo con
palabras afectuosas y con compasión, antes de salir corriendo a
colocarle la cabeza o el abdomen en una máquina para el diagnóstico
computarizado. Una persona que ha sido escuchada y comprendida,
seguramente aceptará mejor las tecnologías que previamente podría
haber percibido como alienantes, pero que ciertamente los puede
ayudar tanto en el diagnóstico, como en su curación.
Entender las comunicaciones entre el cerebro y el sistema inmune en
sus niveles más íntimos, también ayudará a los profesionales de la salud
a creer en sus pacientes cuando estos les digan que sus creencias en el
proceso de recuperación, la esperanza , así como la risa los hace sentir
bien. Porque de repente conceptos tan efímeros y etéreos como el de las
creencias, los cuales previamente no podían ser atrapados en términos
concretos, tienen la posibilidad de ser materializados entre las muchas
células, vías nerviosas y químicos que los producen. Los médicos podrán
quizá entender que para el proceso de curación del paciente no solo son
importantes las creencias que el paciente tenga respecto a su propia
enfermedad, así como sus posibilidades de curación, sino que también
sus propias creencias también influyen en la actitud del paciente hacia
su enfermedad y/o tratamiento, y por lo tanto deben prestar atención a
ellas, lo que implica un proceso de revisión interna. Este conocimiento
obligará también a los médicos y profesionales de la salud, a mirar hacia
su propia salud, ya que estos profesionales que ejercen el arte de curar
también sufren la visión mecanicista del modelo biomédico, al descuidar
las circunstancias cargadas de estrés en su vida profesional,
perpetuando así un modelo de salud y enfermedad.
Este nivel de conocimiento puede ayudar a los médicos a entender que
técnicas provenientes del campo de la psicología como la hipnosis, la
meditación, la imaginación guiada (Castés, 2002), la psicoterapia
individual o de grupo, pueden ayudar a los pacientes a redimensionar
sus creencias, entendiendo que esto tiene importancia para la salud.
Pueden incluso ayudar a entender algunas de las formas en las cuales la
oración puede curar.
IV.5.- La psiconeuroinmunologia y la cotidianidad
El conocimiento que se deriva de la PNI, sobre todo cuando este se hace
accesible a todo el público, puede ayudar a las personas en su vida
diaria. Entender las bases biológicas del estrés marital y sus efectos en
la enfermedad, nos permite aprender estrategias de enfrentamiento que
puedan prevenir tales situaciones y sobre todo sus efectos nocivos para
la salud. Entender los efectos del insomnio y de la nutrición insana y la
malnutrición en la respuesta inmune, puede ayudar a tomar conciencia,
para tratar de desprenderse de las secuelas del estrés que provienen de
un desbalance en estos estados fisiológicos.
También en el campo laboral la PNI tiene cosas que aportar. Al entender
las bases biológicas de los ambientes de trabajo se pueden implementar
técnicas de manejo de personal más sensibles, que por un lado optimice
la productividad, al mismo tiempo que maximice el sentido de bienestar
de los trabajadores. Ya que ambas cosas van en paralelo, una persona
será mas productiva en la medida que el trabajo le provea un ambiente
idóneo para la expresión de su creatividad, afectividad, en relación con
sus emocione y con el cumplimiento de su propósito en la vida.
La psiconeuroinmunología también tiene un papel que jugar en las
edades extremas de la vida. Durante el período de gestación,
mecanismos dilucidados a partir de la biología molecular (revisado por
Lipton, 2001), sientan las bases para una toma de conciencia de los
padres que han decidido procrear, entendiendo que en ese período el
feto no solo recibe nutrientes, sino también información, que proviene
de sus padres, de sus percepciones y creencias, y que determinará el
estado de salud de ese futuro niño.
En el otro extremo, la PNI es relevante para los procesos psicológicos y
biológicos en condiciones que tienden a asociarse con el envejecimiento.
Se ha demostrado que ancianos saludables, incluyendo centenarios,
tienen pocas diferencias con los sistemas inmunes de los mas jóvenes
(Solomon y Morley, 2001). Estos ancianos generalmente están intactos
cognitivamente y demuestran un bienestar psicológico, reflejando de
nuevo que los procesos inmunológicos van en paralelo con el sistema
nervioso central.
IV.6.- La Psiconeuroinmunología y "la medicina alternativa"
La psiconeuroinmunología, digámoslo de une vez por todas, no debe ser
considera como medicina alternativa, los detractores de la misma en sus
intentos por descalificarla, y producto de su propia ignorancia, insisten
en ubicarla dentro del campo de la medicina alternativa, lo cual es
absurdo ya que la psiconeuroinmunología no es un tipo específico de
tratamiento, ni tampoco de diagnóstico. En cambio, lo que sí es, es una
rama de la ciencia que está aportando información irrefutable con las
técnicas más sofisticadas del arsenal científico, para una nueva
concepción y cambio de paradigma en lo que a la salud y la enfermedad
se refiere, y está proporcionando las herramientas del conocimiento
para cambios fundamentales y de elevación de la conciencia de la
sociedad en general. Sin embargo, no se puede soslayar que las
personas probablemente como respuesta a la excesiva preocupación de
los científicos por el detalle, en detrimento del todo, y desencantados
por el entusiasmo que expresa la comunidad médica por la brillante
tecnología a expensas de la interacción humana, han ido en búsqueda
de la salud en formas menos alienantes y aparentemente mas
controlables. Las hierbas, la meditación Zen, los lugares de reposo
(spas), los cristales y las formas alternativas de sanación, hoy en día
están siendo utilizadas por el público a costos que casi superan los
tratamientos médicos convencionales. Esta es una realidad que debe ser
tomada en consideración por las Facultades de Medicina y los
organismos rectores de la salud, no solo para descalificarla sino para
estudiar científicamente tal fenómeno. La psiconeuroinmunología y su
racionalidad pueden servir de fundamento para tratar de extraer
aquellos aspectos positivos de este tipo de herramientas que puedan ser
asumidas complementariamente por la medicina tradicional (Castés,
1999).
VI.7.- Psiconeuroinmunología: utopía del futuro
Todos los aspectos que hemos mencionado y de posibilidades futuras de
la PNI pudiera parecer una utopía, ya que probablemente es mucho
esperar de una ciencia. Sin embargo, si esta ciencia, ya cumple con
algunas de las cosas señaladas, ciertamente es esta: nos está forzando
a aprender y a hablar los unos con los otros, en el lenguaje de cada
uno. Está obligando a científicos y profesionales de la salud a aprender
los lenguajes de las disciplinas de sus colegas. Está ayudando a los
médicos especialistas a pensar en la persona como un todo, un solo
cuerpo con una sola alma y a hablar el lenguaje de sus pacientes y a
escucharlos. En este aprender y escuchar se habrá superado la mayor
división de todas, la que existe entre la cultura popular y la ciencia. Si
podemos establecer un puente en este espacio vacío que existe entre lo
popular y la ciencia, los científicos y médicos aceptarán que las
creencias populares tienen su lugar y sus razones de ser. A través de
esta aceptación, los científicos empezarán a entender cómo operan tales
creencias y el público aún abrazándolas, podrá sin embargo, empezar a
entender sus limitaciones. En este punto de encuentro, probablemente
la ciencia emergente puede ayudar a estas dos formas de pensamiento
en pro de la salud y la sanación. Enfocándose en las intrínsecas
conexiones de cada parte, y al mismo tiempo mirando hacia afuera en
las emociones y aún más allá, los científicos y profesionales de la salud
serán capaces de discernir un patrón de interacciones internas y
externas, que se retroalimentan y expanden, y fluyen en ciclos
continuos, que cuando funciona armoniosamente, es la base de lo que
llamamos "sentirnos bien". Sentirnos bien, con nosotros mismos, con
nuestros semejantes, así como con nuestro ambiente y entorno, y por
supuesto con nuestra capacidad de trascendencia, que algunos llaman
Dios.
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