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EL GRAN MITO
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2
EL GRAN MITO
No digan que los infantes de marina [de los Estados Unidos] trajeron el béisbol. ¡Oh, no, este juego lo traemos en
la sangre! Los indios [caguana] jugaban béisbol [en
Utuado, lugar donde se encontraba un centro ceremonial
de juego y que hoy es un atractivo turístico] ... Sin duda,
se conoció mejor cuando la Marina [de los Estados Unidos] vino a reclutar gente.
Rubén Gómez, puertorriqueño, pítcher de los Gigantes
de Nueva Yorkl a mediados de la década del 50.
¡El béisbol es la guerra! Ha seguido a la bandera hasta
Filipinas, Puerto Rico y Cuba.
Albert Spalding, 1910.2
Otro mito que oculta la verdad acerca del béisbol es la
leyenda de Doubleday y Cooperstown. Según esta histo1
2
John Krich: El béisbol: travels through the Pan American pastime,
Nueva York, Atlantic Monthly Press, 1990, p. 191. Las fuentes
principales utilizadas en este capítulo son Ken Burns y Geoffrey
C. Ward: Baseball: an illustrated history, Nueva York, Knopf, 1994;
Bob Carroll: Baseball between the lies: the hype hokum, and humbug
of America’s favorite pastime Nueva York, Perigee, 1993 James D.
Cockcroft: The Hispanic struggle for social justice, Nueva York,
Franklin Watts, 1994; Tom Gilbert: ob. cit., Dan Gutman: Baseball
Babylon, Nueva York, Penguin Books, 1992; Jacob Margolies:
ob. cit., Harold Peterson: The man who invented baseball, Nueva
York, Scribner, 1973; Paula J. Pettavino y Geralyn Pye: ob. cit.,
Benjamin G. Rader: Baseball: a history of America’s game, Urbana, University of Illinois Press, 1992; y Rob Ruck: ob. cit.
Citado en Alan M. Klein: “Culture, politics, and baseball in the
Dominican Republic”, Latin American Perspectives, 22:3, verano
de 1995, pp. 113-114.
26
LATINOS EN EL BÉISBOL
ria, el béisbol fue fundado en 1839 por el general Abner
Doubleday, en la población rural de Cooperstown, Nueva
York, hoy sede del Salón de la Fama. La verdad es que
“Abner Doubleday no inventó el béisbol; el béisbol inventó a Abner Doubleday”.3 Doubleday —que murió
en 1893, no mucho después de crearse la leyenda—
era un héroe de la guerra civil con muy poco o nulo
interés por el béisbol. La razón principal para que se
aceptara este cuento de hadas fue una combinación del
nacionalismo y el racismo de la sociedad. Fue muy fácil
ocultar la verdad porque los orígenes del béisbol eran
difíciles de precisar.
La leyenda Doubleday fue cocinada por los dueños
millonarios de los equipos de béisbol a principios de
siglo, cuando el exjugador de pelota de las grandes ligas,
Albert Spalding, dueño del negocio más grande de
artículos deportivos y uno de los primeros presidentes
de la Liga Nacional, se reunió con otros dueños de
equipos de béisbol igualmente ricos. Como querían
apropiarse del juego solo para los blancos, decidieron
nombrar una comisión para determinar su carácter
“norteamericano” y terminar de una vez por todas con
el dilema de los orígenes del béisbol.
El asunto no era de ninguna manera trivial. Tenía
mucho que ver con el expansionismo global de los Estados Unidos en la época, al igual que con “los latinos en
el béisbol” y con la segregación. Los Estados Unidos se
estaba deshaciendo de su pasado agrícola para convertirse
en un gigante urbano e industrial, destinado, según el
presidente Woodrow Wilson (1916), “a financiar al
3
Gutman: ob. cit., p. 331.
EL GRAN MITO
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mundo... y a gobernarlo” con “espíritu y mente” norteamericanos.4 ¡El presidente Wilson podría haber incluido “y bates de béisbol”!
A los ojos de Spalding y sus amigos, el tema de los
orígenes del béisbol incluía algunos asuntos espinosos
del orgullo nacional y la “supremacía blanca”. Los Estados Unidos acababa de intervenir en Cuba, Puerto
Rico y las Filipinas después de la guerra de 1898 contra España. No fue una coincidencia que 1898 fuera el
año en que el último jugador afronorteamericano desapareciera del béisbol profesional de los Estados Unidos. Tres años más tarde, Luis Jud Castro, de origen
colombiano, jugó parte de la temporada con los Atléticos de Filadelfia, y fue el último latino en las ligas mayores hasta el experimento de Cincinatti de 1911.
Las tropas estadounidenses que ocuparon Cuba y
otros países latinoamericanos a principios de siglo trajeron la noticia de que el béisbol tenía raíces profundas
en el “sur de la frontera”. Muchas civilizaciones indígenas, como los indios siboneyes de Cuba y los indios
caguana de Puerto Rico, habían jugado pelota mucho
antes de que llegara Cristóbal Colón. Los nativos le
llamaban al juego de los siboneyes “batos”, porque usaban un “bate” y una pelota. Spalding y sus amigos se
enteraron de que varias civilizaciones indígenas de
Centroamérica y de México también jugaban pelota y
que posiblemente la trajeron a lo que hoy es el suroeste
de los Estados Unidos muchos años antes de que las
colonias inglesas se establecieran en PIymouth Rock.
Los historiadores de los Estados Unidos ya habían
rastreado que los orígenes del béisbol estaban en el juego
4
James D. Cockcroft: Latin America: history, politics, and U.S.
policy, Chicago, Nelson Hall, 1995, p. 34.
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LATINOS EN EL BÉISBOL
infantil británico llamado rounders, frase usada todavía
en la prensa del béisbol durante la época de Spalding.5
Originalmente, las niñas, no los niños, jugaban rounders
utilizando un palo y una pelota. Los británicos llevaron
el rounders a Nueva Inglaterra, a Venezuela y a otras
partes de América.6
A principios de siglo, Spalding y sus amigos millonarios consideraron el uso de la palabra rounders como
un insulto gratuito a unos Estados Unidos de América
independientes, que entonces ponían a punto sus músculos queriendo desafiar a la dominación europea del
mundo. El juego debía ser definido de manera clara
como un juego “blanco norteamericano”. Escoger como
el antecesor del béisbol a Abner Doubleday, un general
del Ejército de la Unión que ya era un héroe nacional
(y no al rounders), parecía lo ideal para mantener la
blancura y el origen “norteamericano” del béisbol.
Y así, en 1947, la comisión especial designada
entregó su historia, con una investigación torpe y completamente fabricada, acerca de la tesis Doubleday
Cooperstown. El béisbol era ahora “verdaderamente” el
“pasatiempo nacional” de los Estados Unidos.
5
6
Se sospechó en algún momento que el juego inglés llamado cricket
era uno de los padres del béisbol. Pero, en realidad, parece ser
que el cricket es una modificación del siglo XIX del béisbol y no a
la inversa.
En la época de la Revolución norteamericana, una forma del
rounders o tocan ball se jugaba en las colonias —y no lo jugaban
solo las mujeres. Voces religiosas se levantaron con frecuencia en
contra del juego. De hecho, una ley promulgada en 1797 en
Fayetteville, Carolina del Norte, ¡prohibió a los afronorteamericanos jugar béisbol en domingo! Sin embargo, los esclavos del sur,
los negros libres del norte, y gente prácticamente de todos lados,
jugaban una u otra forma de béisbol.
EL GRAN MITO
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Cuando el real Abner Doubleday estaba en pleno crecimiento, en las décadas del 30 y del 40 del siglo XIX, el
béisbol ya se había limitado a los hombres blancos, ya
fueran niños o adultos. Los “caballeros” de la clase alta
habían decidido inventar algunas reglas nuevas, como la
de ser out con tres strikes o sacar a un jugador en las bases
en vez de golpearlo con la pelota mientras corría de una
base a otra. Estos caballeros decidieron reservarse el
béisbol para ellos mismos, estableciendo “clubes” que se
reunirían y jugarían en las tardes, cuando muy pocos obreros tendrían tiempo de jugar o de ver jugar. Los miembros de los clubes despreciaban a los obreros y los
consideraban “un montón de sucios pendencieros”.7
El 19 de junio de 1846, se llevó a cabo en Hoboken,
Nueva jersey, el primer partido de béisbol registrado bajo
las reglas modernas. Doce años después, en 1858, los
jugadores y promotores del béisbol lanzaron lo que se
conoce como el “béisbol organizado”, y crearon la
National Association of Baseboll Players (NABBP).
Mediante acuerdos entre caballeros, restringieron la pertenencia a los clubes, que eran solo para los blancos, y
crearon la barrera del color.8
7
8
Un club como ese fue el club Knickerbocker de la ciudad de Nueva York, fundado en 1845. El nombre Knickerbocker, como se
llamaba uno de los primeros colonizadores holandeses en los días
de Peter Stuyvesant, representaba una demanda de estatus social.
Más tarde, en 1867, el club de béisbol afronorteamericano Pythian,
de Filadelfia, intentó unirse a la NABBP, formada solo por blancos. Los funcionarios de la NABBP contestaron que rechazaban
a los Pythians para evitar “una división de sentimientos” y “cualquier situación que tuviera un trasfondo político” (Gilbert: ob.
cit., p. 22). Esta referencia a los temas fuera del color de la piel era
una típica táctica evasiva utilizada por los racistas “al estilo del
norte”. Estos acababan de pelear en la guerra civil, supuestamente, para terminar con la esclavitud e introducir los derechos de
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LATINOS EN EL BÉISBOL
Para 1859, el año en que la banda de rebeldes
antiesclavistas de John Brown asaltó Harper’s Ferry, en
Virginia occidental, cuarenta y nueve clubes habían firmado con la NABBP. El deporte se volvió muy popular
entre los aficionados. En 1862, cerca de 40 000 personas vieron un partido el día de Navidad, que se llevó a
cabo en Hilton Head, Carolina del Sur, cuando la región
estuvo ocupada por el ejército de la Unión. El primer
parque de béisbol se construyó en Brooklyn ese mismo
año, y el costo de la entrada fue de diez centavos. Los
ejecutivos de los equipos ya veían los signos de dólares.
Aunque todavía se presentaba ante el público como
un deporte amateur, el béisbol sufrió una profesionalización instantánea. Los equipos reclutaban a los jugadores estrellas mediante el pago de salarios o con
sobornos. En 1868, la NABBP estableció un sistema
que clasificó a los equipos. Los de “clase alta” fueron
aquellos que hoy llamamos de ligas mayores.
En 1871, la mayoría de los miembros dejó la NABBP
y se unió a la recién creada National Association of
Professional Baseball Players (la NA), la primera liga
mayor del país. El béisbol profesional estadounidense había
nacido. Pero no era exclusivo para blancos. De hecho, al
principio mismo de la NA, un jugador latino de piel
oscura ocupaba un puesto en el campo. Era el cubano
Esteban Steve Bellán, que jugó de manera extraordinaria para los Troy Haymakers de Nueva York.
Muchos racistas blancos temían que ahora que el juego
ya no era amateur tuvieran que obedecer las enmiendas
Catorce y Quince a la Constitución de los Estados
Unidos, e incorporar “a cualquier hombre que pudiera
igualdad. En 1869, durante un partido de béisbol anunciado
como el primer partido racialmente “mixto”, los Pythians derrotaron a los City Items, de jugadores blancos.
EL GRAN MITO
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jugar el juego con destreza sin importar su «raza, color, o
condición previa de servilismo».”9 Sin embargo, a pesar de la presencia de Bellán, los dirigentes del béisbol
blanco se resistieron siempre a la integración racial de
“su” deporte. A los ojos de la mayoría de los blancos,
después de todo, Bellán ¡era “hispano”, no negro!
Por esos años, los escándalos de las apuestas y las disputas por los contratos llevaron al colapso a esta primera
liga mayor. La NA fue reemplazada por la Liga Nacional, gobernada por ricos capitalistas, tales como William
Hulbert, de Chicago. Hulbert introdujo la cláusula de reserva que otorgó a los dueños el control administrativo de
los contratos de los jugadores y eliminó la posibilidad de
que los jugadores emigraran a otros equipos. ¡La cláusula
de exclusividad duró cien años más! Los jugadores se mantenían bajo el yugo de los dueños y obtenían muy poco
dinero. Hulbert también aumentó las tarifas de admisión.
Entre 1882 y 1883 aparecieron dos ligas más en escena,
primero la American Association y después la Union
Association. La primera quería atraer a los aficionados de
la clase trabajadora, cobrando menos de la mitad de la tarifa
de admisión de la Liga Nacional de Hulbert. La Union
Association dio a los jugadores un campo económico mejor
al no incluir una cláusula de exclusividad. El ataque por
sorpresa a las ligas Nacional y Americana hizo que perdieran algunos jugadores estrellas, pero —en 1883— la Union
Association se quedó sin dinero y se hundió. Comenzando
en 1884, la Liga Nacional de Hulbert y la American
Association compitieron en postemporada en una serie de
campeonato, precursora de la serie mundial.
9
Gilbert: ob. cit., p. 27. Muchos blancos sabían que los votos
afronorteamericanos habían dado el margen de la victoria al presidente electo, el general Ulysses S. Grant, y que estos eran los
días de la “Reconstrucción”, la posibilidad debida a una “pequeña apertura de oportunidades” para algunos negros al menos.
32
LATINOS EN EL BÉISBOL
La recuperación de la recesión económica de mediados de la década del 70 creó una gran demanda de jugadores de pelota. En consecuencia, se permitió jugar a
algunos jugadores de piel oscura. Varios latinos de tez
oscura y casi cincuenta y cinco afronorteamericanos cruzaron la barrera del color a finales de la década del 70 y
principios de la del 80, y jugaron con los equipos de blancos, aunque a los afronorteamericanos (excepto a los
hermanos Walker) se les limitó a jugar en las ligas menores. Los latinos surgieron como estrellas talentosas. El
cubano-norteamericano Vicente Sandy Nava jugó para
Baltimore y Providence a mediados de la década del 80
antes de que la barrera del color lo excluyera.
Los miembros de los equipos, los aficionados y los
periódicos atacaron verbalmente a los jugadores latinos y
afronorteamericanos. Las guías oficiales del béisbol daban a los latinos, erróneamente, el calificativo de Spanish
[españoles]. La palabra con la que se identificaba en las
guías a los jugadores afronorteamericanos —coons*
[negros]— era menos que humana.10
* Coon, en realidad racoon, o sea “mapache”, está aquí por el despectivo “negro”. [N. del T.].
10
Los equipos contrataban mascotas afronorteamericanas para la diversión de los jugadores o “porque frotar las cabezas de los afronorteamericanos se consideraba de buena suerte” (Gilbert: ob. cit.,
p. 76). Cuando en 1887 la barrera del color volvió a levantarse otra
vez firmemente, algunos jugadores latinos y afronorteamericanos
comenzaron a jugar para las primeras dos ligas afronorteamericanas
de béisbol, la Southern League of Colored Baseballists y la League
of Colored Baseball Clubs (1886-1887). Ambas cerraron, aunque
la segunda fue admitida por corto tiempo en las ligas menores de los
blancos antes del colapso. Luego, el béisbol organizado volvió a
cimentar la barrera del color en las ligas menores, aunque algunos
equipos todavía contrataban a latinos y a afronorteamericanos de
manera individual.
EL GRAN MITO
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Durante la década del 80, los dueños de los clubes
impusieron un tope salarial de 2 500 dólares para todos
los jugadores, lo cual los forzó a formar un sindicato, el
Brotherhood of Professional Baseball Players, que llevó
a cabo la corta revolución de la Liga de jugadores
[Player’s League] en 1900. Los poderosos dueños de
las ligas mayores rompieron rápidamente el sindicato de
jugadores y devolvieron el control total del béisbol profesional a los dueños.11
Sin embargo, no siempre actuaron de acuerdo. Durante la guerra del béisbol de 1901-1902, los dueños
opositores fundaron la Liga Americana y se robaron de
la Liga Nacional algunas de sus estrellas principales. En
1903, las dos ligas acordaron una tregua y crearon la
Comisión Nacional, con el fin de que gobernara el béisbol,
la cual estaba formada por los presidentes de ambas ligas
y un comisionado que se elegía anualmente. La serie
mundial pronto se llevó a cabo de manera regular. Era
un negocio de blancos de pureza de lirio.
En asuntos de raza y de clase, el béisbol reflejaba a la
sociedad. Una campaña masiva en contra de los florecientes sindicatos de trabajadores golpeó no solo a los
jugadores sino a todos los obreros. En 1892, tropas armadas deshicieron el sindicato de trabajadores del acero en la sangrienta huelga de Homestead. La huelga de
Pullman de 1894, del sindicato de ferrocarrileros, fue
11
En el béisbol, solo a unas cuantas superestrellas —un Cap Anson,
Ty Cobb o Christy Mathewson— se les permitió ganar un salario
decente. Los dueños llevaban el juego como si fueran señores feudales que miraban por encima del hombro a los siervos. De vez en vez,
las cosas no iban muy bien para los dueños. Entre 1891 y 1892,
una depresión económica causó el cierre de muchas ligas, incluida la
American Association. Como no había necesidad de tantos jugadores, el número reducido de afronorteamericanos o de latinos que
habían sido despedidos y jugaban con los equipos de ligas menores
cayó a casi cero consolidando aún más la barrera del color.
34
LATINOS EN EL BÉISBOL
disuelta de manera similar. Después de eso, los obreros
en general, incluidos los jugadores de béisbol, soportaron varias décadas de intimidación por parte de los dueños, así como salarios miserables.
A medida que los Estados Unidos se industrializaba,
unos veinte millones de inmigrantes de Europa del este y
del sur llegaron a trabajar en fábricas, almacenes, minas
y campos de cultivo recién creados a todo lo ancho del
país. Cientos de miles de los nuevos inmigrantes venían
de México. Un octavo de la población mexicana había
emigrado a los Estados Unidos para 1930. Debido al
racismo atrincherado, los inmigrantes mexicanos se enfrentaron a una bienvenida más hostil que cualquier otro
grupo, con excepción de los japoneses y los chinos.12
Todos los nuevos inmigrantes fueron forzados a
“norteamericanizarse”. Un destacado decano del área educativa de Stanford proclamó en 1909: “Nuestra tarea es romper
estos grupos o colonias [de inmigrantes] para asimilar y amalgamar a esta gente como parte de nuestra raza americana, e
implantar en sus hijos... la concepción anglosajona de rectitud, ley y orden, y nuestro gobierno popular”.13
12
13
En 1886, a los chinos se les había negado de manera oficial la
entrada, y para 1907 se les dijo también a los japoneses que permanecieran en casa. Los antepasados de los mexicanos habían
trabajado y vivido aquí mucho antes de la llegada de los ingleses,
pero sus tierras habían sido robadas por los agresivos colonizadores blancos que se desplazaron hacia el oeste durante los años
precedentes a la guerra de 1846-1848 entre México y los Estados
Unidos. En esta México cedió la mitad de su territorio, lo que hoy
es el suroeste de los Estados Unidos, incluida California.
Alfredo Castañeda et. al. (comps): Mexican Americans and
educational chauge, Nueva York, Arno Press, 1974, pp. 24-25;
Francesco Cordasco y Eugene Bucchioni, (comps.): The Puerto
Rican community and its children on the mainland: a source book for
teachers, social workers and other professionals, Metuchen, The
Scarecrow Press, 1982, p. 265.
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35
Los blancos y los latinos, no obstante, no estaban
incluidos en el impulso de “norteamericanización”. Anglosajón quería decir blanco, algo que la mayoría de
ellos no podrían ser.
Los dueños de los equipos y la prensa alentaron que
se definiera lo norteamericano con mente estrecha y racista. La historia de Doubleday y Cooperstown se convirtió
en una parte central de la campaña de “norteamericanización” para la supremacía de los blancos anglosajones.
Los niños inmigrantes encontraban a menudo más interesante el béisbol que la escuela. Aunque el país construía escuelas públicas nuevas para “norteamericanizar”
a los inmigrantes, en esa época no había programas de
educación bilingüe. En consecuencia, incapaces de entender el inglés, la mayoría de los inmigrantes eran expulsados de la escuela al llegar al tercer grado. La mayoría de
estos niños forzados a dejar las escuelas encontraron empleos en la economía en expansión, pues el trabajo infantil era muy común en esa época. Muchos otros ocuparon
los predios baldíos, o, si podían pagar el precio de la
entrada, pasaban el tiempo en los parques de béisbol.
El béisbol se volvió muy popular entre los inmigrantes.
Irlandeses de la segunda generación como John McGraw,
mánager de los Gigantes de Nueva York, comenzaron a
tener un fuerte impacto en el deporte, infundiéndole un
estilo de juego rudo, ardiente y agresivo. La mayoría de
los jugadores irlandeses —aunque dentro del espíritu del
decano de Stanford, y de su hincapié en una América
anglosajona—, dejaron de lado los prefijos O’ o Mc para
parecer ingleses, es decir “estadounidenses”.
Cuando la asistencia a los partidos de ligas mayores
se duplicó a 6 000 por partido hacia 1930, el béisbol se
volvió muy provechoso. Se construyeron enormes estadios de béisbol en la primera década de este siglo, incluido
36
LATINOS EN EL BÉISBOL
el Wringley Field de Chicago, el Fenway Park de Boston
y el Tiger Stadium de Detroit, todos todavía en uso.
La ideología de la supremacía de los blancos y la celebración del béisbol como exclusivamente estadounidense,
encajó con la política exterior de los Estados Unidos en la
época. Casi todos los años, desde 1898, el ejército y la
marina, y los infantes de marina, fueron enviados a toda la
cuenca del Caribe para proteger los intereses financieros
en expansión de las compañías azucareras, bananeras,
mineras y bancarias de los Estados Unidos. Aseguraron
Panamá para la construcción del canal. Llegaron a Cuba,
por segunda y tercera vez, en 1906 y en 1912. Cuando las
hambrientas masas de México armaron su Revolución, las
tropas estadounidenses fueron enviadas a Veracruz en 1914
y al norte de México en 1916. Llegaron a las costas de
Nicaragua en 1909, a la República Dominicana y a Haití
en 1916, y a varios países más de Centroamérica. La “diplomacia de las cañoneras” y la “diplomacia del dólar”
estaban convirtiendo a las naciones en protectorados económicos de por vida.
Igualmente América Latina pronto se volvió una bonanza económica para los dirigentes del béisbol estadounidense. Lo único en común que tenían los soldados
que desembarcaron en las costas de América Latina con
los pueblos que estaban invadiendo era el amor al béisbol.
Casi en todos lados adonde iban eran desafiados por los
trabajadores —de las plantaciones de plátano o de caña
de azúcar o del petróleo y de los muelles— a jugar a la
pelota. Con la esperanza de “norteamericanizar” a los
obreros latinoamericanos, los propietarios de las compañías estadounidenses patrocinaron equipos locales de
béisbol, lo que convirtió pronto a este deporte en una
actividad pagada, profesional.
La historia del béisbol al estilo moderno en América
Latina se remonta al menos a 1866, cuando los trabaja-
EL GRAN MITO
37
dores cubanos de los muelles jugaron un partido de
béisbol contra los miembros de la tripulación de un barco estadounidense en la provincia de Matanzas. Por la
misma época, un estudiante cubano, Nemesio Guillot,
regresó de una escuela privada de los Estados Unidos
con algo de equipo para jugar béisbol y enseñó a sus
amigos a jugar. Para 1878, funcionaba una liga de
béisbol profesional cubana.
El principal promotor del béisbol cubano de los primeros años fue Emilio Sabourín, quien, junto con Steve
Bellán, fue uno de los primeros jugadores destacados de la
Isla. Sabourín había respaldado en contra de España
—desde el punto de vista financiero— al revolucionario
cubano José Martí, poeta y periodista de gran talento,
conocido hoy como el apóstol de la independencia cubana.
Los beisbolistas cubanos respaldaron a Martí y a sus
rebeldes mambises, la mayoría de los cuales eran esclavos cimarrones y cortadores de caña de azúcar. Con el
fin de obtener fondos para los libertadores, un equipo,
el Club Cuba, organizó juegos de béisbol donde pasaban el sombrero a los espectadores. Los exiliados cubanos establecidos en Tampa y en otras ciudades
recaudaban fondos adicionales en los partidos de béisbol.
Como recordó un columnista de deportes cubano después: “Tantos de nuestros patriotas estaban asociados
con los clubes de béisbol, que las autoridades de la colonia española prohibieron el juego, y algunos de los organizadores fueron arrestados y deportados a las prisiones
de España”.14 En 1895, el año en que Martí murió en
batalla, los españoles encerraron a Sabourín en un ca14
Pettavino y Pye: ob. cit., p. 60. Algunas veces, para provocar
deliberadamente a las autoridades españolas, los cubanos se referían al béisbol como la pelota americana.
38
LATINOS EN EL BÉISBOL
labozo del fuerte español de El Castillo del Hacha, localizado en Marruecos, donde murió de neumonía dos
años más tarde.
A principios de 1897, los españoles fueron derrotados
en el campo de batalla por los miembros de la guerrilla
cubana. Cuando el Maine, barco de guerra estadounidense, estalló misteriosamente en 1898 en el puerto de La
Habana, supuestamente seguro y fuertemente resguardado, los Estados Unidos tuvo el pretexto necesario para
declararle la guerra a una España debilitada. El presidente William McKinley rechazó una oferta de último minuto de España de cesión de Cuba, y prefirió ir a la guerra.
Durante los años anteriores a la guerra, los jugadores
y promotores cubanos ayudaron a expandir el béisbol por
las cuencas del Caribe, especialmente en Colombia, la
República Dominicana, México, Nicaragua, Panamá,
Puerto Rico y Venezuela. Los cubanos se dieron a conocer como los “apóstoles del béisbol”.
En Puerto Rico, los estudiantes que habían ido a los
Estados Unidos, así como los viajeros cubanos, introdujeron el béisbol moderno. Los trabajadores de la zafra puertorriqueños jugaban pelota durante los descansos y fuera
de la temporada de corte de la caña. El 9 de enero de
1898 se llevó a cabo un partido entre el Borinquén (el
nombre indio de Puerto Rico) y el famoso equipo cubano
de Almendares. Dos veces se suspendió debido a la lluvia,
pero el partido se completó finalmente el 30 de enero con
la victoria de Borinquén por un marcador de 9 a 3. Tres
años después, el New York Times informaba que “el béisbol
se está poniendo de moda aquí [en Puerto Rico]”.15
En 1891, emigrantes cubanos habían armado los
primeros clubes de béisbol en la República Dominica15
John S. Bowman y Joel Zoss: Diamonas in the rough: the untold
history of baseball, Nueva York, Macmillan, 1989, p. 403.
EL GRAN MITO
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na. Los dominicanos hablan todavía hoy de cómo sus
equipos Nuevo Club y Licey ganaron 17 de 20 juegos
a los marineros de los barcos estadounidenses durante
el verano de 1914.
En esos años, el béisbol se estaba conociendo en
América Latina como un juego “gringo”. Esto complació a un diplomático estadounidense radicado en la República Dominicana, que mandó un cable al secretario
de Estado: “El juego nacional norteamericano del béisbol
se está jugando y es apoyado aquí con gran entusiasmo.
El efecto notable de esta salida para el espíritu animal de
los hombres jóvenes es que están abandonando las plazas
donde solían congregarse a hablar de la revolución y ahora acuden a los campos de pelota, donde se convierten en
partidarios acérrimos, cada uno de su equipo... [El
béisbol] es un sustituto real para las contiendas con rifles
en las colinas”.16
El futuro presidente dominicano y renombrado escritor Juan Bosch, que era un muchacho durante la ocupación militar estadounidense de 1916, vio el doble
carácter del papel del béisbol. “Este juego —dijo— manifestaba una forma del desacuerdo de la gente por la
ocupación... Se veía al juego como una manera de vencer a los norteamericanos”.17
Uno de los más grandes jugadores del béisbol de todos los tiempos surgió en la República Dominicana: el
extraordinario bateador Tetelo Vargas. Se le mantuvo
fuera del béisbol estadounidense por la barrera del color.
En treinta temporadas, Vargas ganó incontables honores, incluido el de ser seleccionado en varios partidos de
16
17
Citado en Alan M. Klein: “Culture, politics, and baseball in the
Dominican Republic”, Latin American Perspectives, 22:3, verano de 1995, p. 124.
Ruck: ob. cit., p. 27.
40
LATINOS EN EL BÉISBOL
estrellas de las ligas negras. Cuando tenía casi cincuenta
años, en 1953, ganó el título de bateo de su país.
Con la influencia de los Estados Unidos en América
Latina, llegó la discriminación racial al estilo estadounidense, y los dictadores títeres ayudaron a combatir las
huelgas contra los intereses de negocios de los Estados
Unidos. Los clubes sociales y atléticos exclusivos para
los ricos de piel clara excluyeron a los negros, cuando
dictadores como Rafael Trujillo en la República Dominicana, Gerardo Machado y Fulgencio Batista en Cuba
y Somoza en Nicaragua mantuvieron a los obreros —y
a los atletas-— a raya. En la República Dominicana,
Trujillo impulsó el béisbol; como recuerda un veterano:
“Sabía que era bueno para él que la gente viera el béisbol,
porque entonces no ponía atención a la política. Los dictadores siempre hacen eso”.18
En realidad, como reconoció Bosch, el béisbol era un
arma de dos filos. En Cuba, por ejemplo, quienes se oponían a los dictadores impuestos por los Estados Unidos, organizaron clubes estudiantiles y atléticos que
reclamaban el fin de la tiranía, el racismo y la pobreza.
Cuando a los trabajadores del azúcar se les prohibía
hacer mítines políticos, “nos reuníamos durante los partidos de béisbol. Hacíamos un gran partido y al mismo
tiempo teníamos nuestras reuniones de planeación”.19
En el mundo del béisbol latinoamericano, incluso aquellos que conocían el mito de Doubleday, no se creyeron la
faramalla que implicaba. Los intentos de los Estados
Unidos de imponer la segregación racial se hicieron
imposibles en los campos de pelota latinoamericanos. De
hecho, los jugadores afronorteamericanos encontraron un
18
19
Ibídem., p. 32.
Trabajador cubano citado en Pettavino y Pye: ob. cit., p. 63.
EL GRAN MITO
41
refugio en la cuenca del Caribe, lugar en el que se les
daba la bienvenida como iguales y donde se les permitía
mostrar sus talentos y ganarse la vida. Y, claro, los jugadores blancos comenzaron a viajar también a los
“soleados trópicos” fuera de temporada para ganar algo
de dinero o mantenerse en forma. Como ha observado
el comentarista de béisbol estadounidense Howard
Senzel: “Todos los inviernos, los jugadores de béisbol
norteamericanos, blancos y negros, tenían la oportunidad de conocerse y jugar entre ellos y recomendarse
entre sí, y se mezclaban de una manera que no se permitía en la vida norteamericana ordinaria”.20
20
Howard Senzel: Baseball and the Cold War: being a soliloquy on
the necessity of baseball, Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich,
1977, p. 256.