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La constitución del hombremasa desde las perspectivas de
Étienne de la Boétie, José Ortega y Gasset, Erich Fromm, David Riesmann.1
Alfredo Bedregal Calvinisti
Departamento Antropología y Sociología, UVG
Resumen
Como su nombre lo indica, en esta ponencia se examinan las posturas de cuatro autores que, desde diversas disciplinas humanísticas y científicas, buscaron comprender y
dar cuenta de la constitución del hombre-masa en Europa y Estados Unidos. El primero
de ellos, Étienne de la Boétie (1530-1563) interesa por su análisis del absolutismo y sus
efectos en las personas que consienten ser gobernadas por normas injustas, contenido en
Discurso sobre la servidumbre voluntaria. La siguiente obra a analizar es el Miedo a la
libertad de Erich Fromm. Le sigue La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset,
en la que este filósofo explicó magistralmente cómo se constituyó el hombre-masa europeo, cuidando de distinguir este proceso del ocurrido en los Estados Unidos. Por último,
para explicar cómo se originó el hombre-masa en Estados Unidos, se estudiará La muchedumbre solitaria, de David Riesmann en la que se identifica la transición de un tipo
genérico de hombre, guiado desde el interior a otro guiado desde el exterior, propio de
las sociedades de masas. Los cuatro autores comparten un rasgo común: su interés por
la estructura psicológica de este hombre-masa y sus diferencias con otras estructuras o
caracteres sociales previos, propios de las sociedades tradicionales o en transición. El
objetivo final, que no podrá alcanzarse en esta ponencia, es proveer un esbozo que permita estudiar la constitución del hombre-masa en las sociedades latinoamericanas, donde
los procesos de modernización, caracterizados por macroprocesos tales como industrialización, urbanización, transición demográfica, entre otros, que no pudieron consolidarse.
José Ortega y Gasset, ¿un clásico de
la sociología?
C
ualquier curso de teoría sociológica clásica debe abordar por
lo menos a tres autores: Karl
Marx (1818-1883), Emilio Durkheim (1858-1917) y Max Weber (18641920). No está demás abordar otros
que también se considera clásicos, dependiendo de la orientación de quien
1 Esta ponencia constituye el avance de una monografía que se está preparando para el curso de sociología de los
medios masivos de comunicación del Programa de Doctorado de Sociología y Política de la Universidad Pontificia
de Salamanca
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los proponga y, de esa cuenta, la lista se
extiende a Edmund Husserl, Georg Simmel, Talcott Parsons, entre otros. No
es ésta una ponencia que aborde lo que
ya se ha dicho de estos “padres de la
sociología”. Mi preocupación consiste
más bien en señalar aspectos de La rebelión de las masas, obra de José Ortega y Gasset (1833-1955), que valdrían
para calificarse como clásico de la sociología. Mi postura, aún en gestación
debo confesar, se basa en tres puntos:
1. Su preocupación sobre uno de los
destinos más fatales del hombre en
el marco de la modernidad, a saber,
la constitución del hombre-masa que
surge en el siglo XIX e irrumpe en
los espacios públicos en las primeras
décadas del siguiente.
2. La reflexión que sobre la preeminencia de los factores macrosociológicos en la constitución del hombre
sin obviar el recurso personal, último
e íntimo, de la decisión personal ante
la circunstancias de la vida.
3. Su caracterización del hombremasa como un ser tanto anómico
como alienado, aspectos del hombre
moderno de los cuales Durkheim y
Marx dieron cuenta.
Varias objeciones pueden hacerse desde el inicio a esta ponencia. La primera,
quizás, será la de argumentar que tanto
la filosofía como las ciencias sociales
se preocuparon del destino del ser humano en esta etapa de transición que
llamamos modernidad. Esto haría que
todos fueron potenciales pensadores
clásicos de la sociología. La segunda,
que La rebelión de las masas, obra que
se analiza en esta ponencia, se público ya muy entrado el siglo XX (1929),
lo cual contrastaría fuertemente con la
aparición de El suicidio de Durkheim
(1897). Tercera, válida para quienes aún
parten del positivismo más tradicional,
la recurrencia constante de Ortega y
Gasset a lo psicológico, para dar cuenta
de este hombre-masa. Explicar la masificación del ser humano exigió de otros
autores relevantes abordar caracteres
psicológicos, entre ellos: Étienne de
la Boétie (1530-1563), Erich Fromm
(1900-1980) y David Riesmann (19092002). Con estas aclaraciones hechas,
procedo a exponer cada uno de los puntos que, a mi parecer, hacen de Ortega
y Gasset un pensador con mucho que
ofrecer a la sociología contemporánea
desde un horizonte clásico.
El porqué de las masas
En la perspectiva de Ortega y Gasset el
surgimiento de las masas es un fenómeno cualitativo que cuantitativo. Tampoco puede definírsele como muchedumbre, pues ésta pre-existe en espacios
propios y diferenciados, mientras las
masas se aglomeran en los mejores espacios públicos (políticos, religiosos,
económicos, sociales, entre otros). La
sociedad se constituye por minorías y
masas. Las masas la forman los hombres-medios, no diferenciados entre sí,
“sino que repite en sí un tipo genérico
(Ortega y Gasset 1975:64). Trascender
a la masa es posible. De lo contrario
no podría pensarse en una sociología.
Si bien en este conjunto de hombresmedios convergen deseos e ideas, toda
persona puede trascender la masa singularizándose y, posteriormente, por
razones especiales de preferencias más
elaboradas, la convergencia en una
minoría (una sociedad de preferencias
selectivas).
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Ahora bien, es inexcusable proveer una
definición de masa de acuerdo a los parámetros de Ortega y Gasset (1975: 65):
“Masa es todo aquel que no se valora
a sí mismo por razones especiales, sino
que se siente ‘como todo el mundo’, y,
sin embargo, no se angustia, se siente a
sabor al sentirse idéntico a los demás”.
Lo que la hace un fenómeno digno de
estudio y consideración es la incursión
en el espacio público. He allí la esencia
de su rebeldía. Sin embargo, la incursión de las masas en el espacio público
no es un fenómeno estrictamente moderno, lo cual refuerza la idea de que
modernidades han existido siempre
como transformaciones profundas de
civilizaciones que, alterando sus principales pilares, no pretenden interrumpir su continuidad histórica –he aquí el
porqué no puede considerarse la modernidad como un cambio revolucionario, aspecto que no se abordará en esta
ponencia. Las masas están siempre allí,
durante las modernidades o cambios de
civilización que suceden a lo largo de
la historia, no como actores de cambio,
en la perspectiva de Ortega y Gasset.
Engarce de lo macro y lo micro: la
vida como síntesis de circunstancias
y decisiones
El positivismo del siglo XIX, con una
concepción altamente especializada de
la ciencia, exigía que todo aquel intento sistemático por explicar la realidad
definiera tajantemente su campo de estudio. Durkheim, imbuido en esta premisa de especialización, dedicó buena
parte de sus Reglas del método sociológico a prevenir el reduccionismo psicológico para estudiar científicamente
el comportamiento humano. La sociología no podía caer en el psicologismo
para dar cuenta de la acción social. Fue
Durkheim quien sentó las bases de la
macrosociología, que el funcionalismo
desarrollaría en su máxima expresión.
Weber y Marx, por su parte, contemplaron la potencialidad de lo micro
para entender no solamente la acción
social sino para abordar el potencial
humano del proletariado.
El principal tema de Ortega y Gasset es
el hombre-masa que surgió en Europa
en el siglo XIX y se generalizó en el
siguiente. Aunque podría considerarse
un proceso típicamente occidental, Ortega y Gasset previene a sus lectores
de asumir la postura errónea que esta
dinámica sea similar a la estadounidense. El filósofo será claro en este punto: Europa no se está americanizando.
Es por ello que cualquier explicación
sobre la constitución del hombre-masa
exige abordar a pensadores que se preocuparon de la misma temática en diferentes sociedades: Ortega y Gasset, en
el contexto europeo y Riesmann, en el
estadounidense
El surgimiento del hombre-masa se inserta en el debate metateórico de cómo
explicar el comportamiento humano
desde la macro y la microsociología.
Ortega y Gasset, siendo filósofo, lo
aborda por obvias razones desde la
vida. Es la vida ese espacio en el que
se concreta la acción humana, la cual
está determinada por las circunstancias y las decisiones (Ortega y Gasset
1975:101). La circunstancia es la macroestructura que se impone al individuo y de la cual Durkheim da cuenta
en sus Reglas del método sociológico,
refiriéndose a ella como hecho social o
corriente social. La decisión, como el
componente micro, emerge de la sociología de la acción social. Para entender
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la importancia de los factores macro
y micro en la sociología es necesario
entender que la sociología moderna
“se centra en la oposición entre una
sociología del sistema social y una
sociología de la acción social (Dawe
2001:417). La decisión de Ortega y
Gasset corresponde a la sociología que
se ocupa de estudiar la acción humana
intencional. La circunstancia es el correlato del sistema social. La vida oscila entre ambas coordenadas. Uno de los
debates metateóricos que enfrentaría al
funcionalismo con el interaccionismo
simbólico en los años sesenta estaba ya
claramente expuesto en 1929 por Ortega y Gasset:
“En vez de imponernos una trayectoria
[el mundo o la sociedad], nos impone
varias y, consecuentemente, nos fuerza… a elegir. ¡Sorprendente la condición de nuestra vida! Vivir es sentirse
fatalmente forzado a ejercitar la libertad, a decidir lo que vamos a ser en este
mundo”. (Ortega y Gasset 1975:102)
El hombre-masa decide ante las circunstancias en dos planos: el individual
y el colectivo. Esto supone para Ortega
y Gasset la tragedia del siglo XX: una
vida sin rumbo, en lo individual y, en
lo colectivo, un poder público y un gobierno que vive al día. Elecciones estériles, sin fundamento, en sociedades
con muchos recursos implican una vida
ensimismada para el hombre masa. Diversas son aquí las preocupaciones del
filósofo español:
“El hombre-masa es el hombre cuya
vida carece de proyecto y va a la deriva.
Por eso no construye nada, aunque sus
posibilidades, sus poderes, sean enormes. (…) Y, en efecto, el tipo medio del
actual hombre europeo posee un alma
más sana y más fuerte que las del pasado siglo, pero mucho más simple”. (Or-
tega y Gasset 1975:103)
El hombre-masa se beneficia de circunstancias favorables para vivir; sin
embargo, es su decisión la que compromete estas circunstancias. La principal
preocupación de Ortega y Gasset, que
puede traducirse en términos sociológicos, es que el hombre-masa sea incapaz de una acción social verdadera.
Esto sólo es comprensible si se toma en
cuenta las características propias de la
sociología de la acción social, la cual…
“… concibe el sistema social como un
derivado de la acción e interacción social, como un mundo social producido
por sus integrantes, quienes aparecen
así como seres activos, plenos de sentido, creadores en el plano individual, y
socialmente “. (Dave 2001:417)
En este punto podría pensarse que Ortega y Gasset cierra las puertas para
una microsociología o sociología de
la acción social. Sencillamente el
hombre-masa no puede constituirse en
un ser activo que construya una vida
plena de sentido, creativa y responsablemente construida en lo individual y
proyectada en lo social. Aún no estoy
en la capacidad de determinar si en
el pensamiento de Ortega y Gasset el
hombre-masa puede superar esta situación. De no hacerlo, estaríamos viendo
a un ser humano que se encierra en la
jaula de hierro de la burocratización o
que cae presa de la anomia y la alienación, todas preocupaciones clásicas y,
por ende, compatibles con la perspectiva de Ortega y Gasset.
La alienación del hombre-masa
El hombre-masa emergió en el siglo
XIX; es un “engendro” de la modernidad, la cual sintetiza diversas fuerzas
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que le dieron forma: la democracia liberal, la experimentación científica y el
industrialismo (Dave 1975:111-112).
Hay algo que lo define en esencia: su
confianza acrítica en un futuro no cuestionado que definitivamente será mejor
que el presente. Una vida material cómoda y una gama de derechos políticos
y sociales a su disposición alimentan
esta sensación.
Aunque Ortega y Gasset no utiliza el
término alienación, considera que el
hombre-masa padece esta sensación en
cuanto, “al encontrarse con ese mundo
técnica y socialmente tan perfecto, cree
que lo ha producido la Naturaleza, y no
piensa nunca en los esfuerzos geniales
de individuos excelentes que supone su
creación (Ortega y Gasset 1975:113)”.
Utilizando intencionalmente la psicología en su abordaje, Ortega y Gasset
especifica un “diagrama-psicológico”
para el hombre-masa con dos rasgos
propios: a) “libre expansión de sus derechos vitales”, o sea, de su persona y
b) “la radical ingratitud hacia cuanto
ha hecho posible la facilidad de su existencia (Ortega y Gasset 1975:114)”. La
alienación del hombre-masa se distingue drásticamente de la descrita por
Marx: mientras la del clásico alemán
es una alienación trágica, que condena
al ser humano a ser sujeto pasivo de su
realidad, la del hombre-masa lo empuja
a desdeñar la imaginación y el esfuerzo que hicieron posible el progreso; es
una alienación egoísta. El progreso,
entendido como un perfeccionamiento progresivo del mundo, gracias a los
avances científicos y tecnológicos, está
más allá de la apreciación de este tipo
de hombre contemporáneo. A partir de
este punto es importante la distinción
que hace Ortega y Gasset entre progre-
so y proceso:
“…es ilusorio pensar que el hombremedio vigente, por mucho que haya ascendido su nivel vital en comparación
con el de otros tiempos, va a poder regir,
por sí mismo, el proceso de civilización.
Digo proceso, no ya progreso. El simple
proceso de mantener la civilización actual, es superlativamente complejo y requiere sutilezas incalculables. Mal puede gobernarlo este hombre medio que
ha aprendido a usar muchos aparatos
de civilización, pero que se caracteriza
por ignorar de raíz los principios mismos de la civilización.” (Ortega y Gasset
1975:123-124)
La anomia del hombre-masa
El vacío moral, que tanto preocupó a
Durkheim en La división del trabajo
social (1893), también ocupa a Ortega y Gasset. Sin embargo, así como el
concepto de alienación no está textualmente presente en la obra del filósofo
español, tampoco lo está el de anomia.
El hombre-masa padece de una alienación egoísta, en la que se extraña no del
mundo en sí, como evento fenoménico,
sino como una realidad producida y reproducida por el ingenio humano. Además, parece, el problema del hombremasa es la situación anómica que vive,
soportable solamente en cuanto sabe
que es la “circunstancia” de todos. Ortega y Gasset se refiere a esta anomia
de diversas formas, las cuales merecen
consideración:
“Nada de fuera le incita a reconocerse
límites y, por tanto, a contar en todo
momento con otras instancias, sobre
todo con instancias superiores. (…) al
comienzo, distinguíamos al hombre excelente del hombre vulgar diciendo: que
aquel es el que se exige mucho a sí mismo, y este, el que no se exige nada, sino
que se contenta con lo que es y está en-
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cantado consigo. (…) De esta manera,
la vida noble queda contrapuesta a la
vida vulgar e inerte que, estáticamente,
se recluye a sí misma, condenada a perpetua inmanencia, como una fuerza exterior no lo obligue a salir de sí. De aquí
que llamemos masa a este modo de ser
hombre –no tanto porque sea multitudinario, cuanto porque es inerte.” (Ortega
y Gasset 1975:118, 119, 121-122)
El hombre-masa que traza Ortega y
Gasset es uno alienado y anómico. La
situación no resultaría tan trágica si no
fuera por su indocilidad y poca propensión para ser dirigido a una solución. El
problema ya no se resuelve con concebirla; es que ésta ya no resulta aplicable
ante tal insolencia y rechazo. Así, sostiene nuestro filósofo, “la indocilidad
política no sería grave si no proviniese
de una más honda y decisiva indocilidad intelectual y moral.” (Ortega y
Gasset 1975:124)
Ortega y Gasset ante la modernidad
Quizás la centralidad de Ortega y Gasset como clásico de la sociología está
en que, de una forma original y sin la
pretensión de definirlo como sociología, aborda la crisis de la modernidad
desde la perspectiva de las masas. En
la transición de una sociedad tradicional a otra moderna está el surgimiento
del hombre-masa. Este nuevo hombre
también preocupó a Durkheim, Weber
y Marx, que lo estudiaron a través de
conceptos tales como anomia, jaula de
hierro y alienación. La originalidad del
pensamiento orteguiano es, precisamente, ver a este nuevo tipo de hombre y extraer de él un rasgo que se había vuelto común: la condición de ser
masa, la cual se manifiesta como hecho
social y estructura psicológica.
Otro aspecto por el que me atrevo a reafirmar su centralidad es su preocupación, ya bien entrado el siglo XX, por
la sociedad europea, a la que Durkheim imputó una crisis moral, Weber el
avance insano de la racionalización y
Marx la difusión y consolidación del
capitalismo que conduciría al deterioro
humano y la consecuente lucha de clases. Es mi opinión que Ortega y Gasset
se acerca más a Durkheim por sus preocupaciones en torno a la moral. Afirma de forma tajante al final de su libro:
“Europa se ha quedado sin moral. No
es que el hombre-masa menosprecie una
anticuada en beneficio de otra emergente, sino que el centro de su régimen vital
consiste precisamente en la aspiración
a vivir sin supeditarse a moral alguna.”
(Ortega y Gasset 1975:257)
No sólo advirtió la existencia de una
crisis moral en Europa, la pluralidad
de ésta se halla amenazada por las masas. Es éste el punto que a mi parecer
ha resaltado más Ortega y Gasset en
su prólogo para franceses. Las masas
han existido siempre y, como tales, han
minado las bases mismas de la civilización que las engendró. Los ejemplos
del autor, por obvias razones, enfatizan
principalmente en occidente y, como
ejemplo, toma a los romanos. Lo letal
del hombre-masa contemporáneo es
que podría anular la pluralidad de Europa y conducirla nuevamente a la barbarie, que para el filósofo significaría
la supresión de la diversidad de principios que han configurado el equilibrio
del orden europeo y que, en su lugar,
impondrían la homogeneidad.
La modernidad, como proceso de
cambio social macro y complejo que
transforma drásticamente la realidad
europea, contempla un proceso poco
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estudiado que Ortega y Gasset denomina la rebelión de las masas. Marx
ve en estas masas un gran potencial
revolucionario, que supone optimismo.
Ortega y Gasset, al contrario, ve en
esta revolución un craso error, visible
en diversos niveles. En uno general, la
pretensión de lo abstracto por anular lo
concreto que, en este caso, resulta ser
la sociedad, valiosa en sí misma como
continuidad y construcción histórica
con su propia razón de ser. La revolución es fútil en cuanto pretende anular
este orden social, diverso en origen, y
empezar desde cero.
Si tuviera que indicar el nivel base
para esbozar una sociología en Ortega
y Gasset, partiría del macro en cuanto
éste presupone la existencia de la sociedad como previa a todo hombre. Esto,
por el hecho que el hombre es historia,
la cual sólo puede tenerse en sociedad.
La revolución podría verse así como
un intento vano de anular la verdad del
hombre. Al respecto de la historia, ésta
“es la realidad del hombre. No tiene
otra. En ella se ha llegado a ser tal y
como es.” (Ortega y Gasset 1975:36)
que lo haga encajar en lo colectivo en
todo momento. Este es el hombre que
preocupa, el que carece de un proyecto
de vida y que ha renunciado a construir
su propia existencia. Dos son las preguntas que se planteó Ortega y Gasset:
¿Se puede reformar a este tipo de hombre? ¿Pueden las masas despertar a la
vida personal?
Bibliografía
Dawe, Alan.
2001 Las teorías de la acción social. En
Historia del análisis sociológico. Tom
Bottomore y Robert Nisbet, compiladores. Pp. 412-476. Buenos Aires: Amorrortu.
Ortega y Gasset, José.
1975 La rebelión de las masas. España:
Revista de Occidente, S.A.
Incluso la refutación que hace de la revolución no es el punto por el cual se
resalta tanto a Europa como una realidad diversa. Europa es a su vez una sociedad, una y diversa, y eso la hace ser
lo que es, y lo que tanto admiró Ortega
y Gasset. Es por ello que un Estado europeo que vele por su conservación no
es una utopía, sino un correlato lógico
para esta unidad.
Lo relevante del hombre-masa es el potencial destructivo que puede llegar a
tener. Este se incrementa a media que
este tipo de hombre niega la razón histórica, la soledad, la intimidad y, quizás
lo peor, que anhela una vida estándar,
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