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Consideraciones Bioéticas acerca de las ¨cirugías cosméticas de asignación de
género¨
María Edith Martín
Médica Pediatra, Sexóloga Clínica
www.sexologaedithmartin.com.ar
Un breve artículo sobre un bebé nacido con genitales ambiguos, a quien van a operar y
asignarle un sexo ¨para poder anotarlo en el Registro Civil¨, me motivó a escribir este
artículo con el fin de reflexionar acerca de las implicancias de estas cirugías
cosméticas.
Primero, algunas definiciones:
Desórdenes del Desarrollo Sexual: Abarca un grupo de condiciones clínicas que hacen
que el individuo tenga una discrepancia entre los genitales externos, el sexo gonadal
(testículos – ovarios) y el cromosómico (46,XX mujer, 46,XY varón). Algunos de estas
personas nacen con una apariencia genital indeterminada, que se denomina genitales
ambiguos, y entonces su sexo no puede determinar: son los estados intersexuales.
Pueden presentar testículos no palpables, micropene, escroto bífido (dividido),
clitoromegalia, fusión de labios mayores. Las causas son múltiples y exceden el
propósito de este artículo, basta decir que pueden ser genéticas (sexo cromosómico
indeterminado, deficiencias hormonales, deficiencias de receptores de hormonas) o
por exposición del feto femenino a hormonas masculinas (producidas anormalmente
por la madre, o consumidas accidentalmente).
Es importante estudiarlos en el momento del nacimiento: la causa más común de
genitales ambiguos, la hiperplasia suprarrenal congénita, puede llevar a la muerte si no
es tratada. Entonces se deben buscar alteraciones hormonales y de laboratorio; hacer
estudios genéticos y realizar ecografías para evaluar la presencia de gónadas, útero y
vagina. Con el resultado de estos estudios se clasifica a la inicialmente a la persona
como mujer virilizada (46,XX), varón poco virilizado (46,XY) o desorden del desarrollo
sexual cromosómico. En el enfoque terapéutico tradicional se realizan una serie de
cirugías (un paciente dado puede requerir 5 o más cirugías) para ¨normalizar¨ los
genitales: se reduce el megaclítoris, se separan los labios y se agranda (o crea) la
vagina cuando se asigna como mujer (generalmente son mujeres cromosómicamente
hablando, pero también pueden ser varones con resistencia a los andrógenos); o se
unen los labios para formar el escroto y se alarga el micropene cuando se asigna el
sexo masculino.
Sea cual fuere la causa del estado intersexual, y su clínica, es importante el apoyo a la
familia por la angustia que genera un bebé que no puede definirse como varón o
mujer.
Bioética: Es una rama de la Ética que se dedica a proveer los principios para la correcta
conducta humana respecto a la vida, tanto de la vida humana como de la vida no
humana. La ética médica se encuadra dentro de la misma, y analiza las conductas
médicas (diagnósticas, de investigación y terapéuticas) de acuerdo a cuatro principios:
beneficencia, autonomía (del paciente), justicia, y no maleficencia. El principio de
justicia hace referencia al acceso a la salud, por lo que en este análisis de las ¨cirugías
genitales cosméticas¨ no será tomado en cuenta.
Es a la luz de estos principios que quiero analizar las cirugías… voy a dejar de lado
consideraciones ¨técnicas¨ que, aunque no son menores, no son el foco de mi análisis.
Simplemente las enumero:
1) Siendo cirugías estéticas, NO son necesarias para el normal funcionamiento
del individuo (pueden orinar y defecar bien, por ejemplo; si hay una
malformación del tracto digestivo asociada, por ejemplo tipo cloaca, o si el
testículo está dentro del abdomen, sí se requiere una cirugía). Lo importante,
médicamente hablando, es descartar y tratar desórdenes hormonales que
pueden costarle la vida al paciente.
2) Intentar que los genitales luzcan ¨normales¨ implica múltiples cirugías
desde, inclusive, el período neonatal, cada una de ellas con su morbilidad:
anestesia general, dolor, riesgo de infección, alteración de la dinámica familiar
por la internación (muchas veces lejos de su domicilio), más dolor por
intervenciones ¨rutinarias¨ y ¨parte del tratamiento¨ (extracciones de sangre,
colocación de accesos venosos, posturas estáticas para que ¨pueda cicatrizar
bien¨, curaciones).
3) Muchas veces, los genitales no quedan ni estética ni funcionalmente bien…
lo que origina más cirugías hasta bien entrada la adolescencia e inclusive la
adultez, donde la persona termina aceptando o resignándose a lo que ¨tiene¨ y
¨puede hacer¨.
No voy a analizar en profundidad lo que produce en la psique de un niño el hecho de
ser intervenido y re-intervenido en forma constante, y encima a nivel de los genitales.
Si a nosotros como adultos nos angustia una verruga o un ¨granito¨ a nivel genital,
imagínense la angustia de un niño que no sabe, ni entiende, ni puede decidir. Pero se
da cuenta que ¨algo no está bien¨, que no es ¨normal¨.
El argumento ¨a favor¨ de asignar un sexo rápidamente y operarlo es que ¨pueda ser
criado con un sexo determinado, y que de adulto tenga genitales de apariencia y
funcionalidad normal… idealmente que pueda reproducirse¨. Se suele asignar el sexo
femenino, inclusive a pacientes 46,XY cuando el pene es muy pequeño, porque
técnicamente es más probable lograr una vagina que un pene funcionante.
Pero… ¿es esto un ¨beneficio¨ para el paciente? Se plantea que con un sexo ¨asignado¨
el niño/a no será discriminado, que tendrá una infancia ¨normal¨… ¿es esto realmente
cierto? Uno constata en la escuela que cualquier niño puede ser discriminado por
cualquier cosa, así que las cirugías ¨estéticas¨ no aseguran nada. Y en cuanto a la
infancia ¨normal¨… ¿qué tiene de normal una operación tras otra, faltar al jardín o al
colegio durante semanas? ¿Se es realmente menos ¨raro¨ menos ¨distinto¨?
Aún en el caso ¨ideal¨ o sea que se haya logrado crear una vagina que permita un coito
satisfactorio, hay pacientes, ya adultas, que manifiestan no tener una adecuada
sensibilidad genital. O que se sienten mutiladas, que perdieron parte de su cuerpo en
el camino quirúrgico. Ni hablar de la persona que fue asignada al sexo femenino, pero
se siente varón (o viceversa). Entonces, ¿dónde está el beneficio de las cirugías
estéticas en la infancia? Si el beneficio, como principio bioético, es dudoso… para la no
maleficencia no hay duda: las intervenciones no son gratuitas.
¿Y la autonomía del paciente? Un infante no puede consentir a un tratamiento… pero
sí puede consentir un niño mayor o un adolescente. Si la cirugía no es necesaria para
su funcionamiento biológico, su crecimiento y su desarrollo, ¿por qué no esperar a que
pueda decidir? Las personas transgénero comienzan a manifestar su disconformidad
con su sexo de origen en la escuela primaria, incluso en el jardín de infantes… Es muy
probable entonces que un/a niño/a intersex se defina a sí mismo/a a esa edad, es
decir, asuma el género al que quiere pertenecer, y si quiere (o no) operarse.
Muchos dirán que es un desafío criar a un niño en condiciones de sexo
¨indeterminado¨, pero ese desafío recae en los padres, en el equipo médico
multidisciplinario, y en la sociedad toda. Ante la evidencia de que la sociedad está
tolerando y hasta aceptando la diversidad sexual (ley de matrimonio igualitario, de
género, etc.) y la diversidad corporal (cada día hay más personas que ¨intervienen su
cuerpo¨ como si fuera un lienzo o una escultura, y nadie se espanta), ¿por qué nos
cuesta tanto asumir este desafío? Y nos cuesta tanto que, como pediatras, ni nos
planteamos esta posibilidad… y le tiramos todo el costo al paciente, quien es, en
definitiva, la persona por cuyo bienestar deberíamos velar.