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8. CURSO PARA RESIDENTES Sedación en Endoscopias Leopoldo López-Roses, Complejo Hospitalario Xeral Calde (Lugo) Inés Gómez Molins, Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid) El propósito de la sedación en la endoscopia digestiva es disminuir la ansiedad, el malestar y el recuerdo de la exploración en el paciente y mejorar el resultado de la exploración. Cada vez es más frecuente el empleo de la sedación en las exploraciones endoscópicas digestivas, lo cual se debe tanto a un aumento de la demanda de la misma tanto por parte de los pacientes como de los endoscopistas como a la necesidad originada por la progresiva complejidad y duración de las técnicas endoscópicas o por las características del paciente. La sedación presenta un riesgo añadido a la exploración que el paciente debe conocer y consentir y por tanto firmar el consentimiento informado antes de la exploración. Además, el especialista debe estar preparado para solucionar los problemas que puedan surgir por la sedación. El personal que emplea la sedación debe tener conocimiento de los fármacos a emplear y sus antagonistas, los intervalos entre dosis, los efectos indeseables y las complicaciones. Debe conocer las características de los instrumentos de monitorización y tener una certificación en reanimación cardiopulmonar básica y/o avanzada. Los niveles de sedación son la sedación mínima o ansiolisis, moderada, profunda y la anestesia general. Es importante recordar que estos niveles no son estáticos y por tanto una persona puede cambiar de un nivel a otro a lo largo de una misma exploración. Por este motivo, hay que estar preparado para rescatar a un paciente de un nivel de sedación mayor del que en un principio se deseaba. Antes de sedar a un paciente se deben registrar una serie de datos, recogiendo los antecedentes médicos, alergias medicamentosas y alimentarias, medicación habitual del paciente, historia de tóxicos, antecedentes anestésicos y quirúrgicos y las posibles complicaciones durante los mismos. Es importante realizar una exploración física encaminada a la identificación de posibles dificultades en el manejo de la vía aérea. No hay que olvidar preguntar al paciente la hora de la última ingesta. El nivel de sedación que se va a emplear depende, generalmente, del tipo de procedimiento que se va a realizar. En procedimientos básicos suele ser suficiente la sedación superficial. En este caso, la sedación la puede realizar el endoscopista o una enfermera entrenada para ello. Cuando las exploraciones son complejas o prolongadas como por ejemplo la ecoendoscopia, es recomendable el empleo de una sedación profunda y en estos casos debe haber una persona en la sala de endoscopia dedicada en exclusiva a la sedación. En determinados casos es obligatorio que la sedación la lleve a cabo un anestesista por tratarse de sedaciones más complejas. Esto ocurre con las mujeres embarazadas, los niños, pacientes con un riesgo ASA mayor de 3 o con dificultad para la intubación en los que se va a realizar una sedación profunda. Existen casos en los que la sedación profunda es necesaria pero de alto riesgo, y debe ser realizada también por el anestesista. Estos son pacientes con antecedentes de reacciones adversas durante sedaciones previas, pacientes debilitados, pacientes con síndrome de apnea obstructiva del sueño, existencia de riesgo de aspiración (estenosis pilórica, hemorragia digestiva grave o pacientes que no han podido realizar de forma correcta el ayuno) y cuando existan condiciones que dificulten la intubación. Los fármacos más empleados para la sedación en endoscopias digestivas son las benzodiacepinas (sobre todo el midazolam), los opiáceos (meperidina o fentanilo) y el propofol. Dependiendo del tipo de sedación que queramos conseguir, de las características del paciente (antecedentes personales, alergia a medicamentos o alimentos o tipo de procedimiento), se empleará un fármaco u otro o la combinación de varios. En caso de emplear propofol para la sedación, ésta debe ser considerada como una sedación profunda tanto para el tipo de monitorización requerida como para el personal necesario para su empleo. Se deben conocer también los fármacos antagonistas como el flumazenilo y la naloxona para poder tratar en caso necesario el indeseado efecto de la sobresedación. Existen otras complicaciones como las cardiorrespiratorias que pueden precisar el empleo de otro tipo de fármacos que también hay que saber manejar como pueden ser la atropina, la metilprednisolona, el salbutamol o la adrenalina entre otras. La monitorización del paciente depende del nivel de sedación que se vaya a emplear y de los antecedentes del paciente. Hay que emplear oxígeno desde el inicio y mantener un acceso venoso hasta que el paciente se va de alta. Lo más importante y lo que no puede ser sustituido por un monitor es la observación del paciente y la interacción con él. Siempre se debe emplear un pulsioxímetro de forma continua que nos permite conocer la saturación de oxígeno y la frecuencia cardiaca. La tensión arterial no invasiva y el registro electrocardiográfico continuo se debe emplear en paciente con cardiopatías graves o cuando la sedación va a ser profunda. El capnógrafo es de gran utilidad cuando no se puede controlar visualmente las excursiones respiratorias del paciente. Tras la sedación, el paciente debe de reunir ciertos criterios antes del alta domiciliaria. Existen diferentes escalas que valoran cuándo el paciente reúne los criterios necesarios. Las publicadas por la Sociedad Americana de Anestesia son: - - Paciente alerta y orientado o con estado mental similar al basal. Signos vitales estables y dentro de los límites aceptables. Empleo de escalas de puntuación protocolizadas para documentar y registrar la evolución del paciente. Que haya pasado tiempo suficiente, aproximadamente 2 horas, tras la última vez que se administraron antagonistas si lo precisaron para asegurarnos de que el paciente no presenta resedación Presencia de un adulto responsable que acompañe al paciente a su domicilio y pueda avisar en caso de complicación. Proporcionar al paciente instrucciones escritas sobre dieta, medicación y actividad. Canulación selectiva bilio-pancreática Alexandra Gómez García, Hospital de San Sebastián INTRODUCCIÓN: La CPRE es una técnica mixta, endoscópico-radiológica, que permite obtener datos diagnósticos y realizar procedimientos terapéuticos de la patología biliar y pancreática. La canulación selectiva y profunda de la vía biliar es el primer y más importante paso durante la CPRE y es el momento que implica los mayores retos al realizarla, con una tasa de fracaso que varía entre el 5-11%. Actualmente la coledocolitiasis es la indicación principal para la realización de la CPRE, seguido de la patología maligna del páncreas y la vía biliar. Las contraindicaciones absolutas de la CPRE son: sospecha de perforación visceral, la obstrucción del tubo digestivo y la cirugía previa que haga imposible la aproximación a la papila. La complicación más frecuente es la pancreatitis aguda, que puede llegar a ser grave. Menos frecuente es la hemorragia secundaria a la esfinterotomía y la perforación. Para la práctica de la CPRE se utiliza un endoscopio de visión lateral, que tiene una rampa móvil o uña elevadora para poder maniobrar los accesorios introducidos. Para la canulación de la papila se pueden usar catéteres o esfinterotomos, en la actualidad, la mayoría de los endoscopistas utilizan éstos últimos, los cuales añaden movimientos de incurvación al accesorio con el tensado y destensado del alambre de corte. Se use uno u otro, es importante purgarlo previamente con el medio de contraste para que no entren burbujas en el sistema y en los conductos. TÉCNICA ENDOSCÓPICA: La mejor posición del paciente para realización de la prueba es en decúbito prono ya que la aproximación a la papila es más precisa y las imágenes radiológicas son mejores. En pacientes obesos o con problemas respiratorios se puede realizar en decúbito lateral izquierdo, que en algunas situaciones también puede facilitar una canulación dificultosa. La introducción del endoscopio a través del esófago tiene una visión limitada del mismo, con un paso prácticamente a ciegas hasta la entrada del estómago. En el estómago el duodenoscopio discurre por la curvatura mayor. Al llegar al píloro, cuyo orificio se ve en el borde inferior, un ligero giro del mando del duodenoscopio hacia abajo permite la entrada al duodeno. Tras pasar la rodilla duodenal y llegar a la segunda porción se procede a la rectificación del endoscopio, para lo cual se frenan ambos mandos, se gira hacia la derecha el mando lateral mientras que con la mano izquierda se realiza un giro en sentido de las agujas del reloj y se retira el endoscopio. Lo más importante es una buena posición de la papila para la canulación de la misma. La posición que se considera ideal es un poco arriba y a la izquierda. Una vez enfrentados a la papila suele ser necesario detener la motilidad duodenal, para ello se puede administrar glucagón o bromuro de hioscina por vía intravenosa. CANULACIÓN DE LA PAPILA MAYOR: Se debe trabajar con los mandos frenados. La distancia del extremo óptico con la papila debe ser la menor posible. La papila debe estar bien enfrentada. Movimientos suaves de las manos y de los hombros ayudan a situar correctamente el extremo del endoscopio. Se deben evitar maniobras de canulación en las que no se cumplan las condiciones óptimas. Los movimientos de introducción y retirada del esfinterotomo deben ir acompañados de movimientos de elevación y descenso de la rampa. Una vez que el esfinterotomo ha penetrado en la papila, si lo hace en profundidad y a la derecha se accede a Wirsung, y si la papila se penetra desde abajo y en sentido longitudinal se suele acceder a la vía biliar. La introducción de contraste debe hacerse siempre paulatinamente y con cuidado si se ha canulado el conducto pancreático. El relleno de los conductos biliares y pancreáticos con el contraste yodado permite una valoración de los mismos y establecer si son normales o están alterados por procesos patológicos. CANULACIÓN CON GUÍAS: Se utiliza un guía hidrofílica introducida a través del esfinterotomo. Se introduce la punta del esfinterotomo en el orificio papilar y se realizan intentos de pasar la guía hacia el colédoco, ayudándonos con maniobras de tensado discreto de la punta del esfinterotomo. Otro sistema es intentar la canulación selectiva desde la luz duodenal. Una vez que se sospecha que la guía está dentro de la vía biliar se introduce contraste, si está en colédoco se avanza el esfinterotomo sobre la guía para realizar la canulación en profundidad. Otra opción es dejar una guía en el conducto pancreático y buscar con otro estinterotomo y otra guía la entrada al colédoco. El uso de guías facilita luego el intercambio de accesorios dentro de los conductos. Varios estudios demuestran que la canulación con guías puede aumentar el éxito de la misma y reducir la tasa de complicaciones. En un ensayo clínico, ciego y randomizado, se comparó el desarrollo de pancreatitis post-CPRE en 300 pacientes sometidos a canulación con esfinterotomo e inyección de contraste vs. canulación con guía. La técnica de canulación profunda con guía tuvo una tasa menor de pancreatitis aguda post-CPRE estadísticamente significativa. Otro estudio prospectivo, randomizado en 332 pacientes muestra que el uso de guías hidrofílicas como técnica primaria o secundaria, tras el fallo de la canulación mediante catéteres estándar, tiene una alta tasa de éxito de canulación selectiva de la vía biliar. CANULACIÓN CON MANIOBRAS DE PRECORTE: Cuando la canulación selectiva del colédoco falla se pueden intentar maniobras de precorte. Para ello son necesarios una fuente de diatermia y accesorios como el canulotomo o bisturí de aguja o puntiforme. Hay que tener una experiencia importante en la CPRE ya que el riesgo de complicaciones aumenta con esta técnica. En el precorte con bisturí de aguja, se coloca la punta de bisturí en la porción proximal del orificio papilar y se corta en la dirección del colédoco, aproximadamente, entre las 11 y las 12 horas. Otra posibilidad es realizar una fístula duodeno-coledocal, maniobra ideal en los casos en los que la porción intraduodenal del colédoco es muy prominente. El precorte con papilotomo, se realiza con un esfinterotomo especial, el papilotomo de precorte, que se coloca en el orificio papilar, se tensa el alambre y se corta en dirección a las 11 y las 12 horas. Otra posibilidad es introducir una prótesis en el páncreas y luego proceder al precorte con bisturí de aguja. Se considera una técnica más segura.